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Japón, 1985.

Yeonjun entrecerró sus ojos y ajustó sus lentes para corroborar que no estaba presentando fallos en su vista. Al captar que no es así, y que la figura del chico alto y de hombros anchos, en efecto,  venía hacia él con una expresión de plana seriedad, inhaló con pereza y también fue a su encuentro en la recepción del edificio.

–Vaya, ¿Cómo supiste dónde trabajo?

–Tengo contactos. No es muy difícil encontrarte, Choi.

–Bueno, aquí estoy – da un ademán, dejando su maletín de trabajo en una de las mesas cercanas. Ya había intuido su visita, pero aún así debe confirmar el motivo central: –, ¿A qué se debe tu presencia aquí, Huening?

–¿Que mierda haces visitando a mi hermana? – prácticamente fue un gruñido de perro rabioso, sus ojos perforando al de lentes sin ninguna retención; ni porque estén en un lugar de trabajo iba a contenerse de recriminarle – Creí haberte sido bastante claro.

Yeon rechistó y flexionó sus brazos juntos. Ya había imaginado aquello cuando se citó en la mañana con Lea para desayunar, supuso que Kamal se enteró por su lado, como el buen hermano sobreprotector y metiche que es.

Sí, conversó y solucionó las asperezas con la muchacha, como lo hizo los días recientes con las chicas que terminaron heridas por él, no porque les mintiera, sino porque, inevitablemente, se ilusionaron con todo y sus advertencias. Había postergado esas charlas por cobarde, porque detestaba ver a la gente sufrir por su culpa, pero era lo correcto, y se sintió mucho mejor al hacerlo. Hasta ahora había salido todo bien.

Pero están esos percances, como que Huening-el-guardaespaldas le fuese a reclamar en plena jornada laboral.

–Primero, tu hermana es bastante grande como para defenderse sola, dale más confianza. Segundo, ella y yo estuvimos de acuerdo en conversar, estaba disculpándome por todo.

–¿Hiciste eso con tus demás víctimas?

–Tu no eres nadie para juzgarme, Kamal. Estoy corrigiendo mis errores, y yo nunca jugué con nadie, siempre fui completamente claro.

Para Kai era insólito, discutía con un sínico total, según su percepción. Tal vez estaba nublado su juicio y siendo un verdugo con Choi porque estaba también herido, pero, por los momentos, sólo quería enfrentarlo.

–¿Que pretendes con esto? ¿No es muy tarde para intentar remediar las cosas que torciste?

–Nunca se es tarde para mejorar, Huening.

Ambos intercambian miradas retadoras, ninguno iba a ceder o a flaquear. Yeonjun no estaba dispuesto a causar un alboroto en su nuevo lugar de trabajo, no obstante, tampoco se dejaría amedrentar con el menor.

–Me enteré que convenciste a Soobin de retomar su amistad, está de más decir que no creo absolutamente nada de ello – atacó por otro lado –. ¿A qué estás jugando? Porque apuesto a que todo esto de la milagrosa "reivindicación", es sobre eso. Quieres ganar puntos con él.

–No juego a nada ni debo aparentar nada con nadie, y en todo caso, eso no es tu problema – espetó con calma total, no se dejaría provocar, era obvio que el chico había venido por esa razón también. Ya estaba prevenido –. Lo que hagamos Soobin y yo nos compete sólo a nosotros.

–En eso tienes razón, pero no vas a negar que tus intenciones con él van más allá de la amistad.

–No lo niego, pero no lo obligaría ni presionaría a nada que no quiera. Si Soobin no me ha alejado hasta ahora, significa que todavía me aprecia, y eso no lo puedes poner en discusión. Estás simplemente enojado porque no te corresponde.

La sonrisa triunfante de Choi le daba tanta rabia, que no le importó medirse, no le interesó si estaba rompiendo la privacidad de Soobin, porque simplemente soltó con suficiencia:

–No te contó del beso, ¿Cierto?

–¿El del bar? – enarcó una ceja con desinterés, aunque aún el suceso le hacía querer golpear la pared más cercana – Sí, y déjame decirte que fue bajo besar a alguien, y además tener la osadía de confesársele, en ese estado de embriaguez.

–No hablo de ese beso, Choi – sus comisuras se levantan con socarronería, mantuvo su hablar borde y ojos penetrantes –. Nos besamos en su departamento, incluso casi llegamos a más.

Entonces, el cuerpo del más bajo se paralizó y su serenidad se tambaleó por la incertidumbre, por la sorpresa y la negación.

–Eso no es verdad.

–Puedes creerme o no, tampoco vine a restregarte mi vida privada en la cara, menos la de Soobin – bufó malhumorado –. Acepto que no me corresponde de la misma forma, y lo respeto, tampoco lo voy a obligar a hacerlo, pero al menos yo no soy un egoísta.

Yeonjun analizó rápidamente sus palabras, tomó su maletín con brusquedad y sujetó de mala gana el antebrazo del chico para encaminarlo a un lugar más privado y menos concurrido. El chico se zafó con un gruñido, pero no montó un escándalo y le siguió a duras penas.

En el sitio, volvió a encararlo con molestia.

–¿Por qué no dices lo que tienes que decir de una jodida vez?

–¿Que mierda estás haciendo con él? No lo estás dejando superarte, es claro que ninguno se ha soltado, se aferran a lo que tuvieron y es lo que no los deja avanzar – acusó sin tapujos –. Ni siquiera se trata de mi y de él. A Soobin le será difícil superar lo suyo y estar con alguien más mientras no solucionen esto, ¿Consideras que eso es justo? ¿Que pase su vida entera sujetando los pedazos de una historia fallida? ¿Que se le vaya el tiempo porque no aclaran las cosa?

–Nunca he querido eso para él – defiende con temple, no quería que las palabras del chico le afecten o le hagan retroceder en su objetivo –. Planeo hacer las cosas correctamente esta vez, si él me lo permite, y tú tienes que respetar su decisión.

–Ambos debemos respetarla.

–Exactamente, yo haré lo que él me pida hacer.

–Igual yo – asevera, realmente estaba agotado de ese juego –. No voy a meterme en sus vidas ni influir directamente en sus decisiones, pero si lo lastimas otra vez, no voy a quedarme de brazos cruzados, Choi.

–No lo haré, y en tal caso, créeme que estaría dispuesto a que me dieras una paliza, Huening – tampoco flaquea en su postura, estaba hablando más que en serio, como nunca –. Puedes estar tranquilo, te guste o no, sabes que estoy siendo honesto en mis sentimientos por él. Nunca le haría daño, no de nuevo, no a propósito.

–¿Por qué estás tan seguro de que te creo?

–Porque también quieres a Soobin.

Touché.

Nadie dijo nada por unos segundos tensos, es el de cabello teñido el que da un paso atrás y suspira tendido.

–Quiero que sea feliz – confirma con una mueca amarga al percatarse de que el mayor tenía razón. Quisiera hallar la mentira pero, aunque le cueste admitirlo, por primera vez no divisa rastro de falsedad en sus oraciones. Al final, los dos tenían ciertas similitudes, al parecer –. Tú y yo pudimos ser amigos de no ser por tu idiotez.

Yeonjun asiente con una sonrisa ladina, carente de emoción.

–Concuerdo, y lo mismo digo, en ambas cosas. 

No había mucho más que decir entre ellos, las cartas estaban lanzadas, les agrade o no. Kai salió del edificio y dejó a Yeonjun totalmente torturado en el resto de su jornada.

Por las salidas recientes con Soobin, había ajustado sus horarios de trabajo, al menos en ese empleo -con todo y que es nuevo- le permiten más libertad para organizarse, siempre que tenga todo listo a tiempo y en orden, sin fallos. Por ello, estaba de noche haciendo sus informes y papeleos de los reportajes, intentando concentrarse con la información, la ventaja es que estaba solo a esas horas en el edificio, con su botella de whisky.

No sé embriagó, ni siquiera estaba mareado, pero prefirió tomar un taxi y no manejar a su departamento para evitar imprudencias. Una vez llegó, siguió tomando un poco más, tenía resistencia, mas ya estaba empezando a pensar difuso y a tornarse en alguien sentimental.

Antes de contenerse, ya estaba marcando el número de la vivienda Min-Kim en su teléfono fijo.

–¿Hola?

Yeonjun contuvo el aire y lo expulsó dejándose caer en el sofá por completo, cerrando su párpados con todo el cansancio acumulado del día.

–Hace mucho no escuchaba tu voz por teléfono.

Soobin observó el reloj de la pared, eran las once, aún no se había dormido, pero estaba por hacerlo después de haberse cepillado los dientes. Gyu estaba bañándose y sus hyungs no estaban, fue una suerte porque de no ser así, el ruido del teléfono les habría perturbado el sueño.

–¿Yeonjun? ¿Estás bien? – inquirió en confusión, le preocupaba la llamada tan repentina cuando habían quedado en verse al día siguiente, como establecieron en su rutina – ¿Por qué llamas tan tarde?

–No es nada, descuida – le calma con una sonrisa nostálgica a la nada, su hablar denota ese mismo estado anímico –. Solamente quería oírte.

El menor tardó unos breves instantes en descifrar la situación, tomando asiento en el sillón junto a la mesita del aparato y frunciendo el ceño en descontento.

–¿Estás bebiendo? Dijiste que no lo harías más.

–Sólo fueron dos tragos, no tomé demasiado, Binnie. Los necesitaba.

–No necesitas alcohol, bobo. Si te sientes mal puedes hablar conmigo – al medir lo que dijo, se apresuró a agregar: –, o con algún amigo que te haga sentir seguro.

–Eres el más indicado para eso entonces – comentó con pesadez, a pesar de que le encantaba que el rubiecito le diera su apoyo. Volvió a transitar en los recuerdos y en la causa de su afligimiento –. ¿Te besaste con Hueningkai?

No vio venir la sorpresiva pregunta.

–Ya te lo dije, ¿A qué va la interrogante?

–No me refiero a esa vez del bar, sino después – ante el prolongado silencio, donde sólo estaban sus respiraciones tras la línea, tragó aún con el amargor del alcohol en su lengua – ¿Es verdad?

–¿Te lo contó él? – masculló por lo bajo, como si temiera caer de una cuerda floja. No esperó que Yeonjun se enterase de aquel suceso, le avergonzaba aún consigo mismo el haber ilusionado a Kai, por más que éste le dijera que no fue su culpa. Además, le enoja que, muy adentro de sí mismo, sintió que hizo algo malo contra Jun, cuando para nada le debía explicaciones. No le debe fidelidad hace mucho. La falta de respuesta le inquietaba más –. ¿Kai te lo comentó?

–Entonces sí lo hiciste... – comprueba con el estómago revuelto ante la realización. Pasea la mano libre por su rostro y la arrastra hasta su cabello, buscando cómo no enredar todo lo que estaban apenas desenredando con su arduo empeño; no quiere arruinar su avance, pero tiene un lío encima ahora mismo –. Está bien, es decir, si tú lo querías y...

–Yeonjun, es mejor no discutir sobre esto ahora, no en tu estado, y definitivamente menos por teléfono – lo interrumpió, porque estaban rozando el borde del sinuoso abismo, colando en su tono esa advertencia que debe retenerlos de ir a un abismo sin buen final –. Somos amigos, todos lo somos.

Yeon quiso reírse, pero se contuvo con un resoplido irónico.

–Él y yo no lo somos.

–¿Para eso llamaste? ¿Por esto bebiste? Mierda, sabes que odio esto. Podrías volverte alcohólico si continúas...

–No lo haré, no me volví uno ni cuando no estabas aquí – adelanta con un siseo, le estaba doliendo la cabeza, pero todavía la conciencia que le queda le hace detectar el temor de Soobin al ser un tema delicado, algo que le recuerda a nada más y nada menos que a su progenitora.

En efecto, Soobin no tiene aversión al alcohol, pero sí le da mal sabor de boca el recordar lo que su madre biológica hizo por su falta de autocontrol. A parte, el hecho de que Yeonjun sea tan descuidado y desconsiderado, le ponía las emociones al borde; estaba irritado, triste y ofuscado.

–Escucha, no debemos complicar las cosas, lo prometimos.

–Lo sé, Soobin, es que sólo...

–Tú besaste también a mucha gente después de mí, somos libres de hacerlo – le rememora con neutralidad. No quiere que suene a reclamo, no lo era, claro que no –. Carajo, esperé mil veces que me llamaras en el pasado, no puedes simplemente hacerlo por esto, mañana... – aspiró una boconada para contener su mente de todo lo que estaba filtrando al exterior. Necesita razonar y no dominarse por todo lo demás – Cuando estés sobrio, te vas a arrepentir si dices algo indebido, y yo igual, Yeon. 

El aludido mordió su labio inferior y asintió a la nada con lentitud. Al recordar que no estaba siendo visto por el más alto, aclaró:

–Es cierto, lo lamento. No quise molestarte.

–Ve a descansar, y bebe algo de agua.

–Lo haré... Tú igual.

–Buenas noches, Yeonjun.

–Buenas noches, Soobinnie.

La llamada se cortó y ambos Choi largaron un profundo suspiro al aire.

¿Cuánto más resistirían caminando en la cuerda floja?

*🌼*

Esa noche no fue el único suceso extraño en la casa de Yoongi y Seokjin, porque, una hora después de la llamada -y de que Soobin entrara a su habitación-, otra persona irrumpió en la calma del lugar.

–Hyung, quiero decirte algo importante.

Era una situación tan irreal, que por un diminuto segundo atinó el hecho a estar soñando, quizás se quedó dormido sin percatarse, y el que Taehyun esté en la puerta del departamento de sus hyungs, con una pijama puesta que acompaña de una chaqueta de jean gastada, con actitud ansiosa, el pelo alborotado y rociado de humedad por la tenue llovizna primaveral que cae afuera, es totalmente una fantasía inalcanzable.

Sin embargo, por más que se estrujó los ojos y se pellizcó patéticamente el brazo, no pareció ser un sueño.

Beomgyu estaba completamente nervioso, porque eso estaba aconteciendo.

–¿Por qué justo ahora? ¿Pasó algo grave? – el castaño sacudió su cabeza en respuesta, pero aquello no le alivia en lo absoluto –. Taehyun, por si no te has dado cuenta, ya es medianoche ¿Qué manía tienes de aparecer así de noche? De no ser porque Yoongi hyung y Seokjin hyung están en una reunión con sus amigos ahora mismo, ya te habrían corrido a patadas, y da gracias a que Soobin es de sueño pesado.

–Lo lamento, sé que es grosero y precipitado venir a estas horas sin avisar – reconoce con verdadera pena, mas sus ganas predominan por sobre el resto de su educación –. Es que necesito en serio decirte algo importante.

Beom se abraza a sí mismo, viéndolo con la incertidumbre jugándole en contra.

–Pudiste esperar a mañana, está lloviznando, ¿Qué es tan urgente?

–Estaba acostado intentando dormir y aún así no lo conseguí, por más que traté – comienza con rapidez antes de que el mayor le siga reprochando, manteniéndose firme –. Todo porque hay un asunto que me ha dado vueltas constantemente, y directamente tiene relación contigo.

 –T-Tae, creo que es tarde y una pastilla para dormir te serviría más que una charla conmigo.

–¿Estás asustado de lo que tengo que decirte?

 –Pff, no. 

Tanto Kang como Choi detectan el titubeo y la mentira en la sentencia. Ninguno estaba en malos términos con el otro, de hecho, tuvieron una cita esa noche y constantemente se comunicaban, salían e interactuaban, incluso más allá que para ser considerados "amigos". Cualquiera diría que son pareja por sus tratos, sólo hay una minúscula muralla que persiste entre ellos; precisamente es el inseguro mayor quien la colocó, cohibido por los gestos afectuosos que tenía el más bajito con él.

Los besos eran casi rechazados, otras veces eran recibidos, y saben que alguno iba a ceder para tratar el tema en cierto punto.

Ahora mismo era el momento perfecto.

–¿Entonces por qué no me dejas hablar?

–Porque tienes ojos muy grandes y me pones nervioso.

Era una excusa ridícula, ¿Pero lo iban a culpar? Cualquiera que tenga los ojos de Kang Taehyun viéndole de esa manera, estaría como un pudín siendo sacudido, que es tal como está el más alto.

–Beom hyung – inició con una risita, sosteniendo las inquietas manos del castañito y viéndole directo a los ojos –, me es imposible conciliar el sueño, porque no puedo permitir que el tiempo siga pasando sin que seamos algo oficial.

 –¿Algo oficial? – repite en un susurro aturdido, le sudan las palmas vergonzosamente, sobre todo cuando el contrario le adentró a la sala y cerró confiado la puerta detrás de sí, sentándolo en el sofá como si fuese quien vive en el lugar, y no él. Se dejó dirigir porque estaba demasiado ocupado en no colapsar por su anticipación. Por si fuera poco, el asunto se pone más serio y le hace casi ahogarse con su propia saliva – Oh dios mío, ¿Qué...?

Tae no le da chance de terminar su sentencia cuando toma asiento en la mesita de centro, justo frente a él, empezando a cantar Can't help falling in love de Elvis en volumen moderado; no intenta despertar a su hyung a tan sólo unas puertas de distancia, eso arruinaría su momento. No hay más música que la melodía de su voz, no aparta su enfoque del conmovido ojos café que le revoluciona cada parte de su ser.

Beomgyu estaba embelesado y atrapado en el angelical canto, como si Tae fuese un día de ensueño, su día de ensueño. Siempre le pareció que esa voz era un coro del cielo, Taehyun fácilmente podría ser un cantante famoso si se lo propone, era tan bonito... Su corazón se colmaba de alegría con tan sólo escucharlo, de niño siempre añoró un momento así con él, y ahora no lo podía creer; esto superó con crecer sus anhelos pasados.

Acabando la canción, Taehyun toma una inhalación para inclinarse de rodillas, se ríe porque el mayor sacudía su cabeza con titubeos y ojos abiertos, tuvo que calmarlo para que no pensara que se trataba de una propuesta matrimonial -no todavía-, sencillamente volvió a sostenerle las manos y afincar sus brazos en las piernas del otro.

–Luego de irme esta tarde, no me sentí bien porque una simple etiqueta me lo impide. Es estúpido, te juro que nunca imaginé que estaría presentándome con una pijama durante plena madrugada en la casa de alguien más para cantarle una balada romántica, menos pensé que sería para otro chico. Dios, sabes cómo soy con estos temas cursis, pero juro que no me interesa ser un patético enamorado si es por ti, así de idiota me tienes, hyung – sus comisuras se levantan mientras su cuerpo se esfuerza por mantener al margen sus ansias, es difícil con esos lindos pares cafés viéndole, con un brillo especial que corrobora lo que dice –. Me di cuenta tarde, pero espero que consiguiera quitarte un poco de esa desconfianza que te generé al herir tus preciosos sentimientos hacia mí, prometo que nunca más te lastimaré de ese modo.

–Taehyun, dilo ya – pide casi sin aliento, no podía apartar su mirada de la opuesta, incluso apretó más sus ya sudadas palmas debido a la incertidumbre –. Joder, me tienes...

–Beomgyu – acortó al instante, apiadándose de ambos, porque ya no podía dilatarlo más o se le saldría el corazón del pecho –, ¿Quieres ser mi novio y mandar a la mierda a cualquiera que se oponga?

Una pausa minúscula de aire contenido...

–Ok, nadie es más romántico que tú – farfulla divertido, tal vez su risa es producto de los miles de nervios que se desatan en su organismo, así como el acto de reflejo donde cubre su rostro con ambas manos tras soltar las contrarias. Estuvo esperando aquello con muchísimas ganas, y a la vez con sumo miedo, no había resuelto qué respuesta tendría ante ello, pero ahora que está sucediendo frente a sus narices, le es claro como el agua. Descubre su rostro para ver al expectante y atractivo menor que le roba el oxígeno, y con toda serenidad, dice: –. No.

La sonrisa se le borra a Taehyun y su semblante abatido se formó en un santiamén. 

–¿N-no?

Gyu no tarda en levantarse y arrodillarse a la altura de Kang, acunando su cara con expresión decidida, sus dedos tiemblan al acariciar la piel, pero no flaquean al mantener el contacto con seguridad, sus cuerdas vocales están en igual condición al señalar:

–No aceptaré, a no ser que me des un beso y me jures que no te vas a ir de nuevo, bajo ninguna circunstancia, Kang Taehyun.

Tae pudo respirar nuevamente y exhalar el aire contenido. En un parpadeo ya había atraído al otro castaño y juntado sus labios en varios besos cortos, todos llenos de afecto puro, cayendo por su mentón, subiendo a sus mejillas y cada parte de su cara; le tiene más que adoración a Beomgyu y todo lo que representa, se asustó de pensarlo perdido por un agonizante segundo. 

–Lo prometo, me quedaré hasta que tú quieras – confirma sin dudas al separarse, adorando la risa en conjunto que forman y la manera en la que se otorgan caricias mutuas –, y lucharé con todo de mí para que vuelvas a quererme cerca si dejas algún día de amarme.

–Ah, Tyunnie, dudo que eso sea posible.

Unen sus frentes y disfrutan del precioso instante, tal como un dorama o un shojo popular de los que ve la hermana de Tae. Son sólo ellos dos compartiendo un mismo sentir y espacio, al fin en la misma página.

El más bajito no duda siquiera en besar a su mayor más tendidamente, sus labios haciendo un coro increíble, sus lenguas bailando juntas de una manera lenta y suave, todos los sentimientos se reflejan en aquel intercambio.

–Te amo, Beomie.

Al separarse, fue lo primero que murmuró con toda transparencia el dongsaeng, sin serle nada complicado, como en anteriores veces. Le había nacido, le fue una urgencia expresarlo, y estaba tan calmado con haberlo soltado, que se sintió liberador.

Beomyu sonríe en grande y con ojos llorosos ante la emoción que le acoge por la confesión más hermosa que pudo tener de la persona a la que adora tanto. De no ser porque el haber soñado tantas veces con aquello le hizo saber identificarlo como real -porque esto se siente aún mejor-, habría continuando reconsiderado que estaba delirando en sueños.

Pero no, es tan real como sus palabras susurradas con cariño:

–Yo también, Tyunnie.

Nunca dejó de hacerlo.

*🌼*

Soobin elevó sus comisuras mientras batía la mezcla de los hot cakes en el bol verde, ya tenía varios hechos, pero tuvo que agregar más mezcla porque se percató más temprano de un invitado especial. Por decisión propia él era quien cocinaba los desayunos para todos desde que llegó a la ciudad, ninguno ponía resistencia tampoco.

Sus hyungs llegarían pronto para comer, cambiarse y salir a sus trabajos tras estar toda la noche afuera, era lindo que prefieran comer lo que les preparó antes que irse a algún restaurante con menú mañanero. Le fascina hacer feliz a quienes quiere con sus platillos.

La razón de su sonrisa, no obstante, es porque escuchó por sobre el tenue sonido de la vieja radio, el sonar del sartén y sus propios movimientos, los pasos sigilosos -y quizás apenados- de alguien a sus espaldas. Al girarse corrobora su sospecha y consigue la tierna imagen de un castaño de cabello alborotado, con ropa holgada -que está seguro es una vieja pijama de Beomgyu, otro echo gracioso porque es de una caricatura americana-, y cara de recién despertando, ese look le hace lucir más pequeño. Seguro recién se cepilló, porque olía a dentífrico de menta mientras se acercaba con una reverencia amistosa.

–Buenos días, Taehyun-ah.

–Buenos días, hyung.

–¿Dormiste bien?

–Sí, eh, fue cómodo – concede jugando con sus dedos, se siente torpe y para nada como el adulto serio que siempre ha sido; pero vamos, está frente a un amigo cercano, no hay necesidad de mantener la fachada. Aún así, le daba cierta pena por la expresión divertida que porta el bonito rubio de delantal que tararea la canción de la radio en lo que cocina; nota que le preparó con antelación un plato a él –. ¿Sabías que pasé la noche aquí? Lo siento, sé que es grosero de mi parte y que no pedí...

–Tae, descuida, no tengo problema alguno, y dudo que nuestros hyungs lo tengan – intercede con una risita, apuntando con la espátula hacia una de las sillas en el comedor que está cerca. El menor capta el pedido y se sienta despacio, era gracioso verlo tan tímido y callado ante él –. Me alegro de que estés aquí, significa que todo está bien con Beomgyu.

–Más que bien – se le escapa una sonrisita boba ante el nombre –. Está dormido, duerme como un oso.

Bin entornó sus orbes y le dio la espalda para seguir vertiendo la mezcla en el sartén.

–Y te asfixia con sus abrazos también mientras lo hace.

Taehyun afirma dos veces antes de ofrecer su ayuda en la cocina, mas fue impedido por su amigo antes de siquiera pararse de su puesto. Se limitó a poner la mesa al rato y deleitarse entre los aromas exquisitos y la música en bajo volumen, el departamento tiene un aura hogareña relajante, no a esos sitios más lujosos y decorados que la familia de Yeon y la suya tienen.

–Anoche le pedí ser mi novio, y él aceptó. Está más que feliz, como yo – dice de repente, captando la atención del más alto –. Quería contártelo porque tú siempre nos has apoyado, pero te haces el sorprendido cuando él te diga, o seré ardilla muerta por quitarle la primicia.

–¡Wow! Es una gran noticia, prometo que me haré el sorprendido – le regala una sonrisa honesta que contagia al otro –. Lo merecen, sin importar lo que diga el resto.

–Realmente ya no me interesa la opinión pública, sólo ser el mejor novio para él, es lo menos que le debo – al pensarlo cortamente, agrega de inmediato: –. Además de que yo quiero hacerlo.

–Es muy lindo de tu parte – asiente en acuerdo, picando unos frutos para colocarlo en unos bols junto a la miel –. Tienes que cuidarlo bien, Taessi.

–Lo haré, sin duda... Y, hyung, ¿Tú estás bien?

Lo había esperado, no le tomó desprevenido. Con toda naturalidad, limpia sus manos con un paño, despacio y sin darle cara.

–Quieres saber por tu primo, ¿Cierto?

–También en general – indica con simpleza, realmente interesado en su respuesta. Lamenta que no han aprovechado mucho el tiempo de visita para estar en grupo, echa de menos las reuniones entre los cuatro, pero estuvieron ensimismados en otros asuntos durante la pasajera aventura y estadía de los dos Choi de Takayama.

–Todo marcha bien, en su mayoría... Con Yeonjun, no lo tengo muy claro – confiesa en un entonar más bajito, minimizando el volumen de la radio a pesar de que no estaba interfiriendo mucho. Debate si es correcto decirlo, hasta que suspira con pesadez –. Me llamó anoche, estaba medio subido de tragos, dijo un par de cosas aquí y allá, pero lo frené mucho antes de que dijera algo de lo que nos fuéramos a arrepentir.

–Mierda, ¿Bebió? – su consternación es palpable – Hace mucho no lo hacía, ¿No te contó el motivo?

–Kai discutió aparentemente con él y le dio ciertos detalles extras – específica resaltando lo último con una mueca incómoda, al menos Tae era discreto y no le exigió más que lo que él le dice; tal vez eso le inspira a contarle más –. Nos besamos, Yeonjun lo supo, y sinceramente no sé qué pretende.

Taehyun tuvo claridad inmediata, chasqueando su lengua enseguida.

–Le afecta, quieran o no hablarlo, es obvio que tienen aún sentimientos por el otro.

–No puedo asumir qué clase de sentimientos tenemos por el otro. No voy a negar que hay algo, pero no es como crees, o como él cree.

–¿Y como es, hyung? Existe el cariño, el afecto, la nostalgia, la añoranza, y luego el amor.

–¿Dónde queda el querer a alguien porque fue preciado para ti? – musita con su vista fija en la jarra de jugo, intercalando con los hot cakes que aún están cocinándose en el sartén. Quizás para distraerse y no observar los grandes y astutos ojos que le evalúan a sus espaldas –. No consigo encasillarlo con alguno de esos sentires que dices.

–Para querer, debes perdonar, y para ello, debes superar, dejar de referirte a un cariño en pasado si todavía lo sientes en el presente. El no decirlo en alto no significa que no sea un hecho asumido, al menos dentro de nosotros mismos – resuelve con simpleza, gesticulando para reforzar su punto –. Ese querer al que te refieres, está entre la línea de los que no resuelven sus sentimientos y prefieren andar en una cuerda floja evitando el vacío.

Soo farfulla con un resoplido, apagando la estufa y poniendo todo finalmente en los últimos platos que el castaño fue a buscar.

–Siempre dije que serías un excelente locutor de programas psicoanalistas, al menos en los momentos cuando sabes expresarte bien con las palabras.

Como Beomgyu, son tal para cual.

–Y tú eres un excelente evasor – bromea para aligerar el ambiente, no desea ser un metiche o irrespetuoso, sólo quiere que hallen una solución a su conflicto, pues aprecia inmensamente a los dos involucrados.

Soobin es participe de ello, tampoco sería un grosero con Taehyun cuando sabe que trata de ayudar. Le guste o no, hay un tic tac que tarde o temprano se acabará y le hará poner las cartas sobre la mesa.

Al final, hay verdades de las que no se pueden huir, aunque nos empeñemos en negarlas y empujarlas al rincón de nuestra mente. Taehyun no dijo más que hechos reales.

Colocaron todo en la mesa y Soobin agitó el cabello enmarañado del chico con una sonrisa amena, cariñosa, el instante anterior se disipa.

–Comete esto y bebe tu café antes de que Gyu se despierte y no te deje ni respirar. Se pone meloso cuando hago comida dulce para el desayuno, lo usa de excusa porque para él tiene lógica.

–Es mi chico especial – se rió acomodándose en su silla y tomando todo lo que comería, fue cuando se fijó de lo que dijo y se sonrojó ante la ceja enarcada y sonrisa pícara del mayor. Trató de aclarar su garganta y mantenerse inmutado –. ¿Qué?

–¿Dijiste que es tu chico especial? – inquiere con burla, aunque por dentro estaba muy enternecido, esos dos le daban cierta diabetes.

¿Él es así cuando está enamorado?

–Dije que es un chico especial – corrige con un siseo, llenando sus mejillas con excesiva comida, parecía una ardilla masticando nueces con rapidez. Su hyung se mofa a su costa y prefiere reírse de sí mismo también, relajándose con la deliciosa comida y la compañía tan cálida del rubio –. Te echaré de menos, pero espero que puedas encontrar lo que te hace feliz y pleno a ti, independientemente de tu decisión.

–Yo también te echaré de menos, Taessi, y gracias por tus buenos deseos.

Comparten una mutua sonrisa y niegan a la par al escuchar los llamados de un adormilado Beomgyu mimoso.

A Tae le gustaría que Yeonjun despertara ahí con ellos, terminaría de ser una mañana perfecta así, como las que solían vivir en Takayama.

*🌼*

No todas las historias son iguales a las de Beomgyu y Taehyun, algunos hilos se desenrollan con más dificultad, o ni siquiera llegan a destensarse, incluso se quiebran en la triste lucha de algunos desdichados; la paciencia, la comunicación, la confianza y la fuerza de voluntad son fundamentales para lograr que nada rompa el hilo llamado destino.

Todos conocen esa leyenda teñida de rojo.

Para los dos Chois que se deleitan de pasar un buen rato juntos, en un local de máquinas arcade -y posteriormente en una feria de atracciones-, no era una prioridad el dignarse a hacer movimientos arriesgados que pusieran en peligro la estabilidad que crearon recientemente; al fin y al cabo, ellos son como los propios criminales de su delito, cómplices en acrecentar la altura de la caída, echando más leña a las brazas que amenazan con devastar un bosque entero.

Hay cenizas que no se las ha llevado el viento, por más que Yeonjun y Soobin pretendan que en su universo no existiera siquiera un incendio.

Lo hubo, la pregunta está en, ¿Sigue vivo aquel fuego que crearon años atrás?

Yeonjun estaba más claro que Soobin, pero no significa que uno sólo pueda reconstruir Roma sin algo de ayuda.

Dejando las metáforas de lado, para Soobin era perfecta la estrategia de evadir la realidad y no preocuparse por nada, tal como lo hace Yeonjun al seguirle la corriente. Esta estrategia les permite el poder comer helado tranquilamente entre risas, limpiando las comisuras del otro entre bromas, así como también les deja conversar largamente de cualquier tema, a pesar de sus contrarios puntos de vistas en algunos. Además, les brinda la oportunidad de degustar comida sin parar -como amantes de esta que son-, y les cede el poder subirse a atracciones por convencimiento y apoyo moral del otro.

Su elaborada estrategia evasiva les regala el beneficio de darse compañía en las atracciones más extremas, sujetándose las manos, como cuando niños.

Pero ellos no son niños, estar en Nunca jamás siendo ya dos adultos, es temporal.

Claro, le da la dicha a Yeonjun de ganar un peluche de conejito para su dongsaeng, gastando todos los centavos que carga, sin remordimiento alguno, deleitado por sus carcajadas y palabras de aliento. El lograr mimar a Soobin con sus brazos cargados de premios, el darle su chaqueta cuando tiembla por el frío, recibir sus cumplidos, sonrojos y sonrisas, más el que éste le dé valor de montarse en atracciones que le aterran. Todo es invaluable e inefable, porque no lo puede describir más que como una euforia, una utopía.

Igual descubrió que dejarse consentir por el menor era muy bonito. Bin le convenció en varias ocasiones para ser quien pagase, obtuvo un peluche de zorrito para él como obsequio, el chico era atento hasta para ayudarlo a amarrar sus trenzas en medio de la calle, o para propinarle una palmadita alentadora ante las atracciones aterradoras. Y no sólo fue aquel día, era afortunado por sus platillos y demás detalles de los que gozó los días previos. Fueron pocos, sí, deseara que el tiempo sea más largo, pero ha sido el momento más hermoso de su vida.  

Binnie siempre fue un mocoso consentidor, ahora aquello se incrementó con su adultez.

Como resultado de su ida al museo, Soobin se abrió más a Yeonjun, se atrevía a corresponder a los coqueteos disimulados del orbes verdes, era más juguetón, menos tenso y más relajado con sus interacciones hacia éste. Había desechado momentáneamente las interrogantes e impedimentos, bloqueando esos cuestionamientos de si lo que hacen está bien o mal. Eligió aprovechar lo que tienen ahora y postergar lo demás.

¿Qué hay de la llamada de anoche? Ninguno mencionó nada, Yeonjun se limitó a disculparse y Soo le restó relevancia, era un tema que mejor no sacaban a la luz, coincidieron en silencio sobre ello.

Tocaron el asunto de la nueva relación entre Tae y Beom, incluso cuando Yeonjun recogió a Soobin esa tarde, se cruzó con los menores. Felicitó a la nueva pareja y charlaron un rato los cuatro, lamentablemente su primo tuvo trabajo pendiente y Beomgyu tenía una lista de compras pendientes por su lado, así que les ofreció dejarlos en los sitios y partió luego para su lado a la salida diaria y rutinaria junto al rubiecito.

–Que mal que no salimos los cuatro juntos ni una vez.

–Nos vimos en el departamento de Taehyun cuando llegamos – le recuerda, masticando las partes restantes del algodón de azúcar rosado que compró, el mayor escogió uno azul, pero ya también se le había agotado.

–Sí, pero no fue suficiente – se alzó de hombros luego de sacudir sus manos acarameladas y limpiarlas con una servilleta, todo depositado en un cubo de basura camino al estacionamiento, los ruidos de la feria quedando atrás junto a sus pisadas. El dongsaeng le ve de reojo, disolviendo el último trocito de su algodón rosa entre su boca. Por reflejo, relame sus labios y aparta la vista de los dulces labios tentadores –. Y en esa oportunidad fue un poco más tenso entre todos nosotros.

–Bueno, quien sabe – masculla tendido y bajo, lame sus dedos con el par de ojos esmeraldas sobre él, fue un acto no premeditado que no pudo contener. Creyó que debe aportar más luego de esa pausa, disipando el momento tan extraño que se formó entre ellos: –. Digo, todo es posible, más adelante.

Es una promesa hipotética, en caso tal, pero es algo. Ellos estaban encendiendo una chispa, esa noche estaba siendo distinta al resto, tal vez porque se estaba acumulando todo.

Yeonjun da un paso y le tiende una servilleta, los dos mantienen el contacto visual sin decir nada más. Cuando Soobin iba a tomar el papel, queda estático porque el otro agarró su mano con cuidado, limpiando por su cuenta cada dígito, pasando el trozo de servilleta con cuidado para luego arrugarlo y alejarse los pocos centímetros que se le aproximó.

No se fijó en que estuvo conteniendo el aliento hasta que el mayor le dedicó una sonrisa ladina muy atractiva, esa característica actitud coqueta, encantadora, que conforma al chico. Sin embargo, con él es diferente.

 Siempre que se trataba de Soobin, Yeonjun acompaña su actuar con una mirada cargada de un brillo único y una leve timidez rozagante en sus mejillas.

Era cautivante, desde que eran niños lo fue.

–Espero que existan más momentos juntos, Soobinnie.

No intercambian más palabras, Yeon le abre la puerta caballerosamente y él se adentra a paso lento. En el auto del ex pelirosa hay una atmósfera íntima inexplicable, ponen un cassette al sumergirse en las calles durante su trayecto, la agradable melodía llenando el ambiente. Fue en la avenida principal, que de pronto Soobin sorprendió a Yeonjun con una pregunta:

–¿A dónde vamos?

–Creí que me pedirías irnos ya.

–Técnicamente ya nos fuimos de la feria.

–Sabes a qué me refiero – chasquea con una sonrisa por las bromas y risitas de su copiloto favorito. Le gusta que el menor esté tan risueño, ama sus hoyuelos y sus mofletes, no tiene pista alguna de cómo se ha controlado de no besarlos o tocarlos durante tantos días, o años.

–No suelo elegir permanecer todo el día en la calle, lo acepto, pero no me queda mucho tiempo aquí – contesta más sereno, dejando su cabeza recostada en el respaldo y siendo ajeno a los pensamientos de su hyung en lo que ve las calles urbanas, todo tan diferente a su pueblo de origen. Tokio tenía su propio aire único, era mejor de lo que soñó, pero esa noche se siente más... Libre, osado. Repentinamente, no tenía ganas de quedarse quieto, de hacer su usual rutina donde se refugia en casa, entre sus frazadas, libros o cuaderno de dibujos; sencillamente tiene ganas de soltarse a la nada –. ¿Qué otro lugar en Tokyo sería bueno visitar, señor guía?

Yeonjun meditó unos segundos, girando entre las calles para hacer tiempo, de soslayo escaneando al ojos miel. Carraspea y golpea sus dedos pulgares en el volante, medio inseguro y cauteloso, temiendo a que, a lo mejor, Soobin tomase a mal su resolución.

–Pues... Es decir, no tienes que decir que sí, pero... ¿Quieres venir un rato a mi departamento?

Fue perceptible la vacilación en su hablar, Yeonjun no suele trabarse así, a menos que realmente esté nervioso. El Choi más alto inhala y pasa sus dedos distraídamente por la banda del cinturón que el otro le pidió ponerse apenas subieron al vehículo.

–De acuerdo – soltó finalmente y sin rodeos, con más calma de la que cualquiera pensaría que lo haría. Hasta él mismo se sorprende de lo fácil que fue.

–¿En verdad? – su perplejidad se filtró sin remedio, intercala miradas entre la calle y la cara del rubio, con indecisión y ojos tan abiertos como su boca balbuceante; joder, le sudan las palmas, y eso que fue él quien hizo la propuesta  – Digo, si quieres ir a otro lugar en el exterior, no tengo problema de manejar hasta allá, Soo.

Bin sonrió medio enternecido por esa reacción, no todo el tiempo se tiene el privilegio de ver a Choi Yeonjun en ese estado. Gira su cabeza, aún recostada en el acolchado respaldo del asiento, y asiente con simpleza.

–Tu departamento está bien, Yeonjun. 

Jun mordió su labio tras botar el aire con un soplido. Afirmó después, retomando la ruta hacia su edificio.

–Ok, ok...

Soo francamente no lo meditó mucho porque no quiso darle importancia o vueltas, eran dos viejos amigos pasando un rato juntos, ¿No? Aunque ahora esté con esa sensación de cosquilleo, nervioso y, a su vez, anticipando lo que pueda acontecer mientras más se acercan a su destino. No hay dobles intenciones ni nada oculto por parte del azabache, los dos lo tienen claro, y todavía con ello, para ambos era muy íntimo estar a solas en un entorno propio, tal como la noche después del club.

Soobin no recordaba mucho del sitio, no lo detalló demasiado la única vez que estuvo ahí. Ahora que lo hace, es como si fuese la primera vez que pone un pies ahí.

–No te lo comenté la vez pasada, pero tienes un lindo departamento – examina el área luego de colocar sus zapatos en el recibidor, todo tiene un aura minimalista y sencillo, el color blanco y el azul marino predominan a juego con los muebles, nota clavos en las paredes, a pesar de que no hay muchos usados, por una extraña razón que no descifra –. Le faltan ciertos elementos decorativos, al menos para mi gusto, pero es acogedor.

–Podrías ayudarme a decorarlo, sería lindo tener tu toque personal aquí – ofrece con cierto matiz juguetón, aunque en el fondo habla más que en serio. Guarda las manos en sus bolsillos, expectante por el curioso chico que revisa su espacio, obviamente fingiendo que no dijo aquel comentario adulador. Sin embargo, por más que no quisiera importunarlo, tuvo que completarlo: –. Digo, así podría sentirlo como un hogar. 

Soobin no quiere demostrar que, en realidad, la idea de aportar su estilo al departamento de Yeonjun, le había calado, le ilusionó por un minuto y  conmovió en misma medida que confiara en él lo suficiente como para permitir que invada su entorno personal. Además del énfasis en la palabra "hogar" le era un indicativo para deducir que su presencia hacía sentir cómodo a su hyung.

¿O está fantaseando cosas y no fue lo que el mayor quiso expresarle?

–Ya es un hogar, Yeonjun-ah – musita con serenidad finalmente, no sabiendo qué más aportar. 

El aludido niega con una sonrisa apagada.

–No paso mucho tiempo aquí, sólo estoy para dormir, ver televisión o, de vez en cuando, comer recalentado u ordenar algo a domicilio. Es un lugar solitario, ¿A eso se le llama hogar, Soobin-ah?

Ahora al docente le entristece de sobremanera lo que el pelinegro le informa, el que viva una soledad constante, a pesar de tener una familia acogedora y amigos, compañeros de trabajo alrededor y vecinos, pues todos sabían que Yeonjun era alguien muy sociable y conversador, por algo siempre era el popular donde iba y portaba un brillo único que llamaba la atención, ese que llegó en ocasiones a intimidarlo tanto y que, a la vez, admiraba; él no fue inmune en lo absoluto a ese factor único de su hyung. Nadie creería lo que está diciendo sobre estar solo...

Pero nadie más que él conoce perfectamente que Yeon no miente ni es un desagradecido, suena sinceramente desdichado, no está exagerando. Fue uno de sus temas de conversación hace días, coincidieron que el tener una lista de contactos amplios, o estar en un ambiente repleto de gente, no es sinónimo de compañía, porque uno puede sentirse solo con todo y aquello, a veces.

Soobin conoce que, dentro de toda su aura sociable, Yeonjun no se abre con todos en su parte más pura, que realmente guarda más de lo que otros se imaginan. Tiene unas cuantas capas.

Por su parte, él siempre se siente querido por sus muy pocos amigos, no necesitaba más, incluso con su ex profesora y su padre -con todo y las discusiones que tienen-, experimenta calidez... Sin embargo, es inevitable sentirse por momentos solo, le causaba remordimiento porque no era culpa de los demás, sino de una pieza faltante en su vida, desde hace un par de años, una que hacía la diferencia.

Todo se resume a una persona indicada, un engranaje pequeño, y ambos tienen aquel mismo factor en común.

Porque, para Yeonjun, también Soobin es su única excepción, por algo conectaron incluso siendo opuestos, era una maravilla de la naturaleza y del destino que dos personas así se encuentren en medio de un mundo tan duro e inmenso, en tantas épocas y en un mar de gente.

–Bueno, al menos tienes una agradable vista desde aquí – otorga tras un minuto sin mediar palabra, yendo hasta el balcón tras deslizar la puerta de vidrio. La fresca brisa nocturna golpea en su rostro haciendo que se enfríe la punta de su nariz y que sus cabellos se mezan, los sonidos del exterior les embargan sin ser molestos ni perturbantes, cientos de luces de los diversos autos, calles y edificios reflejan bastante en el área. Se recuesta en la baranda con una leve sonrisa que busca lucir alentadora, era un espacio acogedor para disfrutar del espectáculo urbano –. No lo niegues.

Yeonjun le corresponde al gesto y se posiciona a su lado, el firmamento nocturno le llama más la atención que lo que hay debajo en las calles o al frente en los interminables edificios. Sus manos se posan en la baranda de metal frío, pero permanece recto, por el costado de su ojo capta al contrario chequeando lo mismo que él.

Le hace sonreír un poquito, el chico luce tan natural y libre ahí, con una inocencia y frescura que sólo alguien de los suburbios puede portar y conservar, perdurando por muchas estaciones; y con ello se refiere a solamente alguien como Choi Soobin, con su encanto y humildad intachables.

–En la ciudad no se aprecian tanto las estrellas como en el campo – masculla con cierta aflicción –, pero aquí arriba es mejor que allá abajo.

Eso generó una intriga en el rubiecito.

–¿Echas de menos el pueblo?

–Más de lo que imaginas. Fue mi época más feliz.

La época donde fue más real, más Yeonjun el humano.

–Eres muy joven para referirte así – suspira profundamente, intentando no ponerle más peso a las declaraciones del ojos verdes a su costado, no quiere revisar demasiado lo que dijo –. En ello diferimos, estoy loco por salir de Takayama y explorar el mundo, otras vistas del cielo. Me encanta aquí en la ciudad, todo lo que he visto en ella... Sólo no sé si sea capaz de conseguir tantas cosas como tú, o como Taehyun.

–Ya conozco tu opinión acerca del estilo de vida citadino, pero no entiendo lo otro – expone con parsimoniosa delicadeza, en verdad ajeno a la idea del chico – ¿Qué cosas crees que no puedes conseguir, Soobin-ah?

–No lo sé, un sitio así, amigos, oportunidades personales, el trabajo adecuado... – enumera hasta que su voz se va apagando, observa las pocas estrellas que se divisan en lo alto del manto negro y con trazos de nubes difuminadas. Inconscientemente se abraza más a sí mismo, con los codos apoyados, como su cuerpo, en la baranda. No es fácil exteriorizar sus inseguridades y dudas existenciales – No quiero que mi padre tenga razón.

Namjoon era siempre tan inteligente y centrado, es lo que Soobin más admira de su padre. Por eso, uno de sus más grandes temores es que sea el otro quien esté en lo correcto, quien tenga la total razón al creer que sus sueños son puras ridiculeces de niño inmaduro. Por más seguridad que adquiriese con el crecer, hay matices que le hacen flaquear, tanto como el miedo a decepcionar a su padre, cuando, contradictoriamente, tampoco quiere complacerlo en las metas que le impone para que deje de ser él mismo. Es frustrante llegar a un balance.

Hubo un instante donde ninguno moduló más, no porque Yeonjun no supiese qué decir, sino porque le permitió a Soobin tener un minuto de reflexión, hasta que lo consideró prudente.

–¿Sabes algo? Desde que hemos pasado todos estos días juntos, me he dado cuenta de lo mucho que has cambiado, en el buen sentido – le sonríe orgulloso al chico que ladea confundido su cabeza, lo asemeja con un tierno conejito –. Te has convertido en un hombre decidido, no dejas que tu timidez o inexperiencia te domine en todo momento, eres líder de tu vida y sabes lo que quieres, a pesar de asustarte el no alcanzarlo. No hay nada del niño que conocí, y aún así, nunca dejaste que ese pequeño se esfumara, lo moldeaste a tu yo adulto, eso es maravilloso y único, un balance especial – da un ademán desinteresado con su mano una vez termina la primera idea –.  Todos tenemos miedo en la vida, si hay quien te diga que no es así, no le creas en lo absoluto, significa que están más asustados aún como para admitirlo.

» Lo importante es que, incluso temiendo, no debemos detenernos por ese motivo; si la meta asusta, significa que vale la pena la mayoría de las veces. Impúlsate de ello como si fuera tu combustible para seguir en la ruta que escogiste.

–Siempre has tenido un don para ser muy sabio y parloteador cuando te lo propones – ríe bajito, tan agradecido como halagado con las afirmaciones del contrario, en verdad le calaron profundo. Sí, solían decirle con constancia que seguía siendo ese niño que alguna vez fue, creía que era sinónimo de algo malo, pero las palabras del mayor lo hicieron sentir como una virtud balanceada de la que nunca antes se percató; nadie se lo había detenido a explicar cómo lo hizo Yeonjun, y ahora le complace que lo hiciera –. Todos deberían de emplear esos conocimientos.

Jun torció su boca en una mueca y centró su enfoque en el firmamento, colando por sus labios un poco del aire frío generado por la decadente temperatura nocturna y primaveral.

–Todos los humanos deberíamos, supongo...

Soobin había creído que su comentario sería adulador, que Yeonjun haría un chiste con su sonrisa de suficiencia, mas le deja contrariado el divisar la nostalgia en su entonar y mirada. Titubea de si es correcto preguntarle, hasta que termina por decidirse:

–¿Tú también has estado asustado?

El pelinegro chasquea bajito, apenas se le nota una sonrisa exhausta.

–Me han aterrado muchas cosas, Soobinssi... Lo peor es que uno de mis más horribles temores se cumplió hace mucho.

Bin se calla por un instante, de pronto se le ralentiza el pulso y se le hace a su vez más pesado contra el pecho. No sé supone que deba incentivar la continuación de la conversación, pero es muy complicado frenarse en dado punto.

–¿Cuál?

–No sé si sea correcto contestarte – susurra indeciso. Comparten una breve mirada, hay incertidumbre entre ellos. Muerde su labio inferior por reflejo, y le parece que el rubio trata de no captar ese movimiento con sus ojos, buscando apartar la vista con insistencia.

–¿Por qué no? – imita su tono, tragando despacio.

El más bajo se lo piensa en un corto lapso de tiempo, entonces se le ocurre señalar a un punto en el cielo, siendo de inmediato captado por el menor.

–¿Ves esa estrella de allá? Se supone que en el cuento de Peter Pan la segunda estrella a la derecha es la que te lleva a Nunca jamás, así que ese se convirtió igualmente en mi portal directo hacia Takayama – pausa para chequear al contrario, quien aprieta sus labios y no se atreve a regresarle la mirada; claramente es participe de lo que le está hablando –. Es la que me ayuda a saber que estamos mirando el mismo cielo, que no estoy tan solo y lejos de casa como parece... – su sonrisa se va borrando, quedando una que denota su pesar interno – Aunque quizás tú dejaste de mirarla hace mucho tiempo.

–...¿Por qué recuerdas todo eso? – apenas reconoce su propia voz, aprensada y bajita. No fue una contestación a la pregunta directamente, acostumbrar a decir que es mala educación responder con otra pregunta, pero ahora mismo está procesando el relato que hace tanto le contó a su mayor y que ahora éste saca a relucir –. ¿Cómo aún lo haces?

–Porque recuerdo todo lo que tenga relación contigo – expresa con dulzura y sin contención, lo único que le medio cohíbe es lo rígido que está el alto, todavía sin verlo siquiera. No quiere dejar todo así, es arriesgado seguir el curso del asunto, no obstante, sus impulsos le están ganando la batalla –. Soo, hay algo que no te conté, lo hiciste la noche del club – cauteloso se aleja para no intimidarlo, quedando unos pasos a sus espaldas, desde esa posición nota la tensión en los hombros anchos –. Tú me besaste antes de dormirte en mi cama.

Listo, optó por soltarlo de una y no carcomerse.

–¿Qué? – no es capaz de voltear aún después del dato, frunce su entrecejo porque no había recordado aquel fragmento, no hasta ahora que lo menciona, una imagen borrosa en su mente corrobora la sentencia del azabache y su corazón bombea una marcha que incrementa por segundo. Eso era lo suficientemente directo para abrir un poco su caja de Pandora, si quería cerrarla tenía que sencillamente desviar el tema, fingir que nada ocurría y marcharse del sitio... Sin embargo, antes de que su cuerpo cumpla ordenes, ya estaba cediendo a sus anhelos: – ¿P-por qué no me detuviste?

Yeonjun toma una boconada, preparándose para soplar la torre de naipes, puede ser o no un desastre, pero necesita hacerlo. Usar el miedo de combustible.

–Porque no quise detenerte, e incluso así conseguí controlarme porque tenía muy presente tu estado.

–Yeon...

–Te aseguro que nunca creí posible que algún otro beso superase los que tuvimos en Takayama, y sólo tú has roto ese récord, Soobinssi – escapa una sonrisa nerviosa, pues el contrario permanece sin habla. Prosigue con detenimiento: –. Esa noche, cuando lo hiciste, me dijiste que te había enseñado a que los besos se robaban – da un paso más cerca, se mantiene a un metro de distancia por temor a alertar más al otro, ya era inquietante que no le muestre siquiera la cara –. Y si he estado soportando el no besarte de esa manera todos estos días, es exclusivamente porque respeto tus límites.

Hay una pausa cargada de incertidumbre, los sonidos de la ciudad son los únicos audibles junto a sus respiraciones. Los dos Choi tienen sus ritmos cardíacos a la par, miles de cosquilleos invadiendo sus sistemas.

Uno se lanzó de un vacío y esperaba la respuesta del contrario, a ver si saltaba con él.

Soobin lo analizó tan deprisa como le fue posible en aquel intenso instante; todo era oficialmente directo, ya no implícito, tenía una confesión a medias, pero lo suficiente como para comprender su magnitud y captar que le estaba pidiendo autorización para tomar una ruta. Pudo darse la vuelta para no peligrar en la sinuosa vía...

La cuestión, es que se agotó de retener todos los sentimientos y las añoranzas enterradas que jamás se esfumaron del todo. No había dejado de ansiar ser correspondido por su hyung, bueno o malo, no es capaz de suprimir y esquivarlo.

Fue el incentivo que impulsó al ojos miel a mandar todo al diablo con una maldición bajita, girándose velozmente para sujetar en sus masculinas manos el rostro de Yeonjun, ambos luciendo serios y expectantes.

–¿Estás seguro de esto? – inquiere con un tono más profundo que antes. Sentía su boca reseca, requiriendo algo que le falta con urgencia.

–Contigo estoy un cien por ciento seguro de todo – espeta con plena convicción, rememorando uno de sus más preciados recuerdos en lo que pasea su lengua por sus labios, con la vista clavada en los opuestos.

Los dos escapan aliviados el aire contenido al colisionar en un beso que buscaron a la par. Fue una unión intensa y apasionada que rozaba en necesidad, sus cuerpos se apegaron como imanes, ni la fresca brisa apagaba el calor que se formó entre ellos. Sus manos acarician al otro con aplomo e ímpetu.

Torpemente chocan con lo que se cruza en su camino una vez deciden refugiarse en el interior del departamento, todo porque Yeonjun sintió a su dongsaeng estremecerse y erizado, no sólo por sus besos, sino por la temperatura exterior; recuerda que Soobin es sensible al frío, debe cuidarlo.

Hay chasquidos y saliva que se cuela entre sus labios ya enrojecidos, no se separan más que por pocos segundos ante la falta de oxígeno que quema en su pulmones, posteriormente retomando el choque de sus pares, sin nada más en sus mentes, dejando fluir su deseo más fuerte.

Yeonjun dio repetidos besos en los labios ajenos, acariciando con su mano derecha la espalda baja del agitado menor, estaba cegado en la sensación que tanto extraño, era como una droga, y el sentimiento es mutuo para ambos. El sabor ajeno era una tentación, es como el vino, porque ni por el tiempo apartados aminoró el gusto, todo lo contrario.

¿Los labios de Soobin siempre fueron tan exquisitos? ¿Los labios de Yeonjun siempre fueron tan encantadores?

Soobin carga por la cintura a Yeonjun  al éste hacer un movimiento alusivo en el que concordó, enrollando sus piernas en su cadera, tal como había hecho éste con él varias veces en el pasado; ahora el rol se invirtió. Porque, por más que su hyung tenga fuerza para cargarlo, le complace poder ser él quien sujete el cuerpo más pequeño contra el suyo.

–Sostente.

–¿Que comiste en todo este tiempo?

Los dos jadeaban entre besos y una sombra de sonrisa compartida, estaban demasiado encendidos como para reírse hasta de sus chistes. Las manos del azabache se aprietan en los amplios hombros, marcando sus venas mientras siente las del rubio en su cintura y espalda baja, aferrados al otro como si temieran alejarse de nuevo.

En un parpadeo llegan al cuarto del dueño del espacio, sus ropas desordenadas como sus cabellos, labios hinchados y rostros igual de sonrosados, pupilas dilatadas y respiraciones erráticas. Ahí es cuando el mayor se baja de su cómodo puesto y le pide un segundo a Bin para retomar el aire.

–No se te ocurra detenerte ahora – suplica con una exigencia ahogada, sin apartarse del cuerpo que aún abraza por la cintura.

–No quiero hacerlo – rápidamente le confirma, acariciando los cabellos rubios en la nuca del otro. Relame sus maltratados labios y, con toda certeza, observa aquellos orbes miel totalmente dilatados que le enloquecen por completo. Sus manos viajan ahora hasta las suaves mejillas, sus pulgares las delinean con adoración, perdido en el tacto que por mucho soñó recuperar. Se había detenido solamente porque debe corroborar lo que en verdad quería su dongsaeng; por más que muera por continuar, nunca ha dejado de poner primero las necesidades de Bin antes que las suyas –. Pero lo haré si me lo pides, todo lo que tú quieras, cariño.

–No digas nada entonces – escapa un suspiro tembloroso, cerrando sus ojos ante las caricia que le dan escalofríos entre las corrientes eléctricas en todo su cuerpo, ignorando el dulce apodo que salió del causante de todas esas sensaciones que le acogen ahora.  Traga el nudo que se le forma en la garganta al, nuevamente, toparse con los ojos verdosos y brillosos una vez abre los suyos. Se le atora el aire, y sin más, pide: –, simplemente hagámoslo. 

"Hazme el amor, hyung" no lo dice en alto, porque el significado implicaría demasiado, mas sí fue entendido por Yeonjun.

Ninguno puso objeción, no ahora.

El próximo acontecimiento, es un acto cargado de pasión, añoranza, devoción, afecto puro, y una mezcla de emociones. Había una entrega mutua que rayaba en la nostalgia y la carga de aprecio. No fue como su primera vez juntos en el pueblo, fue más intenso, en otros sentidos, más urgente; también sus cuerpos tenían ligeros cambios, como sus almas y mentes más sabias. Sin embargo, el pensar no era distinto al de aquella vez: Para el otro, eran más que perfectos y etéreos.

Las prendas desaparecieron con prisa, dedos y manos tocando las pieles calientes que comenzaban a sudar en medio de sus actos, gemidos bajos y jadeos, respiraciones erráticas y pocas palabras. No hace falta más.

Ahora los dos no eran tan tímidos como cuando fueron adolescentes, no habían risitas tontas ni nerviosas, no existen tantas inseguridades físicas ni inexperiencia de por medio. Porque si bien el rubio no estuvo con nadie más en el ámbito sexual -distinto al caso del pelinegro, que tuvo encuentros forzados con otras chicas-, tal vez el intimar con su hyung, ahora que eran jóvenes adultos, le había brindado más soltura y confianza para demostrarle cuánto lo desea, lo capaz que era de darle mismo nivel de entrega y placer.

Hacen el amor como si fuese su última oportunidad de respirar, se tocan como si tuviesen un único minuto de vida y, a su vez, como si fueran eternos, miran al contrario como si no existiese otra galaxia más que los ojos opuestos; era un compás a seguir. La llama es sofocante, asfixia y quema fuertemente en sus seres, como si naciera un humo causado por esa chispa que avivó el fuego y lo desató en un incendio.

Fueron muchos años de añoranza y deseo, demasiado sin tenerse, y era perceptible en la forma en la que Yeon besaba cada rincón de Soo, y viceversa.

Los roles de sus posiciones no se intercambiaron, no porque estaban cerrados a la idea, sino porque así lo decidieron con un simple gesto. Cuando se volvieron uno solo, fue como tocar el cielo con los dedos, no fue brusco y salvaje, pero no perdía el toque de pasión y el ritmo marcado que ejercieron, el más alto estuvo bien preparado por su cuidadoso hyung, y aquello, agregando su anticipación, hizo que Soobin no sintiera molestia alguna, simplemente más ganas de continuar hasta el final.

De hecho, se atrevió a rodear con sus piernas las caderas contrarias, a pedirle más, a moverse igual y en busca de una mayor fricción en su punto.

Son fuego con fuego ardiendo en una única dirección, y puede que para todos los demás sean unos pecadores al consumarse en un acto carnal que es condenador, sólo destinado entre géneros opuestos, pero, para ellos, lo que hacen es sinónimo de pura entrega y devoción real, una que los hace sentirse ganadores, juntos.

–S-Soobin... Maldición...

–¡A-ah! Es... H-hyung...

Estaban al límite de la cúspide.

Gemidos, jadeos, caricias, besos, miradas, embestidas, sudor, marcas y suspiros. Crearon una atmósfera que sólo dos amantes son capaces de hacer. Intenso e íntimo, fuego y más fuego. La cama sonaba contra la pared, tal y como sus latidos desbocados en sus oídos.

Soobin se siente lleno, en todo sentido, y Yeonjun se siente pleno, en cada sentido.

T-te... – fue un reclamo de su alma decirlo, nunca quiso tanto gritar libremente una sentencia, no obstante, los orbes miel le pidieron con cierto pánico que no lo hiciera. Los bonitos y maltratados labios de su mocoso acallándolo en un beso demandante, sus grandes manos atrayéndole para que no se detenga. Era implícito que Soobin no quería oírlo, tuvo que tragárselo y desquitarse en demostrarlo con sus actos, hasta que ambos llegaron a lo máximo de la cima –. ¡A-ah, bebé!

–¡Y-Yeonjun-ah!

Llamaron al otro en medio de su culminación, remarcando quien fue el que les ocasionó semejante deleite. Soobin cerró sus ojos con el cabello sudado pegado en su frente, sintiendo a Yeonjun enterrando su rostro en su cuello en medio de sus gemidos roncos, vaciándose en él y dándole esa satisfacción que, entre su orgasmo y la sobreestimulación, le provocan espasmos, abrazando el cuerpo contrario contra el suyo.

Estaban agotados, recobrando el aliento en medio de aquellas corrientes eléctricas en sus torrentes, sin apartarse del otro. Yeon no dejó caer todo su peso por cuenta propia, a pesar de su cansancio; de hecho, fue Soo quien lo empujó un poco a hacerlo, con sus manos en su sudada espalda, ordenando silencioso a que descanse ahí. Los dos jadearon en un temblorcito, porque el movimiento significó sentirse más profundo.

El pelinegro sale con cuidado del menor una vez recobran fuerzas, todavía oculto en su cuello, inhalando su aroma y besando las marcas que ha hecho minutos atrás, el rubio suspira entrecortado mientras lo hace, y para dicha del mayor, no lo aparta. Yeonjun está tan sumido en ello, que no se percata de que está aún temblando por los espasmos, ni mucho menos de que ahora estaba llorando bajito, hasta que los fuertes brazos le sostienen con más dedicación y soporte.

–Lo siento... L-lo s-siento...

–Shh, está bien – lo estrecha contra sí, él mismo estaba permitiéndose llorar en silencio, aspirando el olor del oscuro cabello y besando la zona con tanta delicadeza que casi parece un roce. En todos esos años de conocerse, nunca había visto llorando a su hyung, siempre se contenía -con todo y que estuviste al borde del llanto-, y ahora que lo aprecia, le devasta más de lo imaginado –. V-ven aquí.

No hay un centímetro separado entre el par, no es un abrazo con dobles intenciones. Se limitan a reponer un rompecabezas juntando los pedazos por un instante, tal como de niños, enredados entre brazos y piernas.

La diferencia es que todo es más complejo ahora que son adultos.

Poco a poco se serenan, reconfortándose entre los dos. Transcurren minutos en una misma posición, cada uno en su mente, apenas se remueven para no acalambrarse las extremidades. Yeonjun disfruta de las caricias que trazan los dedos del pintor en su espalda, como si fuese un lienzo, y él también le imparte las mismas pinceladas al pecho del chico, creando patrones imaginarios.

–Eres cálido.

–Tú eres frío... – la pausa fue tensa, quizás debido a que los dos advierten lo que seguía, y por más que no era su intención romper la atmósfera, tuvo que hacerlo: –Mañana me iré, hyung.

Por reflejo, el ojos verdes se abraza más a su dongsaeng, sorbiendo su enrojecida nariz a causa del llanto reciente.

–¿Así de feo te sentías cada vez que yo me iba del pueblo?

El rubio asiente con tristeza, la voz apagada y nasal de su hyung es dolorosa.

–Sí, es igual.

Jun escoge disipar la realidad de los hechos, al menos por ahora. Le enternece que los roles se invirtieron otra vez; ya no está llorando a cántaros, esto por la buena obra del menor al aliviarlo cuan bálsamo.

–¿Desde cuando el mocoso se volvió alguien grande y es quien me abraza tan protectoramente?

–Prometí crecer para cuidar de ti, ¿No?

–...También puedo cuidarte.

Soo escapa una risita rota y abatida. Lo que le encoge más el alma, es que, de pronto, siente los besos repartidos en su descubierto pecho, justo donde sus latidos estaban. Juega suavemente con las hebras negras del chico entre sus dedos, perfectamente es consciente de qué hace Yeonjun ahí.

–¿Intentas sanar mis heridas?

–¿Funciona? – pregunta con ilusión, afligido, sin detenerse.

A Soobin le destroza un poquito por dentro el que la vida no sea así de fácil.

–No son las mismas cortadas y cicatrices que cuando éramos niños – el desgano cubre su sentencia, sus comisuras se levantan con pesar –. Estas son más profundas, hyung.

Porque las hizo quien más amaba, el ser en el que más confiaba, eso es lo que también destrozaba a Yeonjun: Él es el causante de los males que lastimaron a ambos.

Quizás no directamente el autor intelectual del homicidio, sino quien portó el alma y apuñaló por el frente con una estocada fatal. 

–Binnie... – susurra, encontrando los orbes opuestos con angustia. Debe decirlo, necesita exponer su alma –. Yo...

–No lo digas, sólo... – acorta con un dedo sobre la boca de su amante, era obvio lo que sucedería. Sonríe al rogarle: – Mañana hablamos, ahora vamos a dormir, ¿Bien? Quiero descansar contigo aquí. 

Por más que Yeonjun quiso explicarle todo, le hizo caso a Soobin y pensó mejor las cosas. 

Se limitaron a limpiarse, pues el mayor llevó unas toallitas húmedas y se ocupó de ambos, el rubio igual le ayudó a limpiar su cuerpo al otro. Los dos se abrazan y cubren con las sábanas, acomodándose y durmiendo mejor que en años, más relajados, incluso cuando tenían tantos temas pendientes.

Aunque sea por una noche pudieron ser del otro, con todo y que muchas veces no fueron dueños ni de ellos mismos... Aquella fue su versión de un bonito día de ensueño.

El primer Choi en despertarse fue el de cabellos parecidos al oro mismo, pues el sol que se colaba entre las persianas de la habitación donde reposaba, le caía en sus mechones despeinados, haciéndole lucir las hebras resplandecientes. Al mismo chico empieza a nacerle un sonrojo en sus mejillas al activar sus sentidos cuando capta a su hyung aferrado a él como un pulpo, tal vez como un panda de esos que al mayor le gustan. Recuerda que se llamaban fubao, porque de niños lo comparaba con dicho animalito y decía que era su "Soobabo". El día que fueron al zoológico pudo conocer la especie, y aún tiene plasmada la manera en la que Yeonjun sonreía con el dichoso oso.

Y él no se queda atrás, porque estaba igual de afianzado al cuerpo más pequeño, ambos en posición de cucharita y, para colmo, totalmente desnudos. En su espalda siente el calor del pecho contrario, se gira lentamente y detalla cada facción y rasgo del chico que le abraza la cintura, su boquita de pato en un puchero, su respiración acompasada, sus pestañas -que puede contar desde lo cerca que está-, su atractiva mandíbula, nariz, mejillas, su oscuro cabello tan alborotado como el suyo...

Dios, es que Yeonjun nunca dejaría de ser hermoso, incluso con los años era como si mejorara su aspecto.

La cadera todavía le duele a Soobin, una de las tantas señales que indican los sucesos de anoche, traga y relame sus resecos labios, viendo la piel con pequeñas marcas en su hyung; todas se las provocó él con sus besos y uñas, pero lo nívea y tersa que es, sumando aquel contraste un poco salvaje que ha dejado, le atrae más de lo razonable. Es tan así, que hasta con sus labios, muy tímidamente, se atreve a rozar algunas de las marcas, una especie de beso fantasma de su parte, uno que aprovecha de dar al no ser observado por nadie. Sus pieles están tibias al estar juntas y bien cubiertas, el abrazo es tan íntimo y sin ninguna intención detrás, que le acoge el corazón, más de lo que quiere aceptar.

Permanece un buen rato de aquel modo, deleitado y olvidando lo que se venía, hasta que se digna a levantarse y vestirse con su ropa del día anterior, con sumo cuidado de no despertar al azabache y yendo hasta el baño con sigilo para hacer sus necesidades, darse una rápida ducha -para mayo ironía, tuvo que usar el jabón de Yeon, así que no es que se le quitara su olor del todo - y lavar sus dientes con el cepillo que usó la última vez, depositado en el vaso junto al de Jun.

Fue otra imagen íntima, la de sus cepillos reposando en un mismo espacio, y tuvo que ignorar las mariposas en su estómago, tal como desplazó su aspecto en el espejo; carajo, tenía marcas por su cuello y torso también, era como un deja vú: El contraste de su piel pálida con las partes enrojecidas, sus labios un tanto maltratados -como los del ojos verdes que aún duerme afuera-, y los chupetones aleatorios que seguro transitarán en su propia paleta de colores. Yeonjun no fue brusco, pero los dos se sumieron en una bruma donde no pensaron consecuencias, ahora le apenaba de sobremanera su poco autocontrol y portar aquellas marcas como un recordatorio de su imprudencia. Nunca había actuado así, no imaginó necesitar tanto intimar sexualmente, no era de los que tenían alto apetito sexual o algo parecido, por algo no lo necesitó en todo ese tiempo, pero...

Siempre con Yeonjun había diferencias, tal como su primera vez, donde se dejó llevar, justo y como lo hizo la ya noche anterior.

Sacudiendo los pensamientos vergonzosos de su cabeza, salió para revisar el refrigerador y los estantes en la cocina. Le da pena estar escrudiñando y tomándose libertades en una casa ajena, tal vez se acrecienta aquel pensar porque se trata de Yeonjun. Es decir, está moviéndose en el espacio con libertad después de lo que hicieron, y otra vez, todo se siente incorrectamente cotidiano y hogareño.

–Ya, concéntrate y deja de parecer un adolescente inseguro, Soobin– se reprocha a sí mismo, retomando su fortaleza y borrando cualquier sugestión de su organismo.

Preparó relajadamente el desayuno, no quería sobrepensar las cosas porque ni siquiera ha decidido si se arrepiente o no de lo que hicieron, pero la mayor parte de su ser está inclinado por el "no". No se arrepiente, y no sabe cómo tomarse eso.

Justo al terminar con la preparación del menú que ha armado, unos pasos acompasados se escuchan por la estancia. 

–Este es el mejor despertar que he tenido en mucho tiempo. Buenos días, Soobinnie.

La sonrisa mañanera de Yeonjun es la más sincera y natural, sus ojitos medio hinchados y perezosos, el cabello peinado con dedos descuidados, y esa camiseta y shorts de pijama que se ciñen a su cuerpo mientras se estira y bosteza.

Oh, y la voz recién amanecida y atractiva del pelinegro le genera al rubio cierto hormigueo por dentro.

Yeonjun despertó sin Soobin a su lado, le entró cierto pánico al imaginar su huida, hasta que escuchó la ducha encendida y el movimiento en el baño. Unos cuantos minutos lo oyó salir, y su expectativa del siguiente paso que daría el chico alto fue mermada cuando éste fue a la cocina. Se alegra que vivir en un complejo de esa clase le proporcione tanto silencio y tranquilidad como para oír correctamente; le hubiese gustado que regresara junto a él para los dos acurrucarse como dos tortolos en un nido, le avergonzaba ser tan cursi al tratarse de él. En cambio, se limitó a reír flojamente y a permanecer unos pocos minutos perezosos ahí en la cama, deleitado de los recuerdos de anoche y olfateando el aroma de la almohada que usó Bin.

Claro que es consciente de que no es tan sencillo como aquello, era obvio que Soobin no iría a recostarse con él o se metería en la ducha para compartir un baño mañanero como en los doramas melosos. De hecho, la realidad distaba de ser tan idónea, le sonreía a las marcas en su torso ocasionadas por el menor anoche, pero su sonrisa era apagada, porque tendría que afrontar y enfrentar lo siguiente que decidiera Soobin tras lo que hicieron...

Por ello se vistió y rápidamente salió, se supone que tiene que estar más desperezado, pero quizás fue tan veloz en cepillarse que no se terminó por despertar, ni siquiera se bañó o cambió porque estaba ansioso por asegurarse que su mocoso no se marchara.

Siguió el aroma exquisito como si fuese lo mejor que su nariz ha olfateado, al ver la imagen de Soobin en la cocina y el banquete en su mesa, todo para él, para ellos, se le instaló una sensación tan cálida y bonita en el pecho, que por poco y llora patéticamente de felicidad.

¡Ah! Y que decir de lo precioso que está su gradulón, se regaña por haber dormido tanto como para no haberse topado la deleitosa vista al abrir sus párpados; siempre amará el que Soobin sea lo último que ve al cerrar los ojos y lo primero que se cruce al abrirlos.

Soobin le da los buenos días y no le toma especial atención a su comentario adulador, era muy temprano para estarse sonrojando tanto, le daba vergüenza.

–Tuve que idearme algo por tu falta de alimentos, ya te hice una lista para que llenes tu refrigerador y los gabinetes – acusa en lo que le sirve su porción –. Debes comer apropiadamente, no por vivir solo vas a descuidarte, Yeonjun-ah.

El aludido asiente con un tirón de sus comisuras que trata reprimir para no molestar al chico preocupado y gruñón, burlándose ligeramente con un cantarín:

–Anoche me llamabas hyung o Junnie.

Bin rueda sus ojos, ocultando también el cómo sus hoyuelos se tentaban a contraerse, el calor en su cara.

–Sólo come.

Yeonjun quiso aportar que, si viviesen juntos, no olvidaría hacer las compras, tendría motivación para cocinar y no estar solo en la sala junto a su televisor; se abstiene porque lo más probable al decir aquello sería que Bin se marche y le pegue un zape en la cabeza.

Fue un desayuno calmado donde no hizo falta decir nada más, limitados a disfrutar de la compañía opuesta y la deliciosa comida. Al finalizar la degustación, lavaron juntos sin problema alguno, repartiendo la labor.

Era tan hogareño... Aquel fue su sueño compartido, estar juntos en su propio espacio, libres del resto, viviendo juntos con el goce pleno de su compañía en actividades cotidianas como esas.

El mundo sería tan espléndido para muchas personas si la sociedad no fuese tan controladoramente tóxica e imponente.

–Me daré una ducha.

Ojalá pudiese darle un beso en la frente y decirle un apodo del que ambos se reirían al ser muy empalagoso, pero...No todo se puede tener.

Jun desapareció tras su anuncio y dejó al de cabellos rubios en la sala, quien afirmó y se dispuso a acomodar unas cuantas cositas regadas. No es que el sitio fuese un completo desorden o desastre, sólo que Yeonjun realmente no parece estar mucho por ahí. Realmente todo lo que hay en el espacio es lindo a la vista y costoso, pero es moderno y sencillo.

El teléfono sonó insistente al rato, retumbando en el entorno e irrumpiendo en la actividad de Soobin. Él dudó un poco antes de contestar para cerciorarse de que no fuera nada urgente, porque el aparato sonaba insistente.

–¿Diga?

–Eh... ¿Es el teléfono de residencia de Choi Yeonjun? Es su amigo Jay Park.

–¿Jay hyung? – parpadea en asombro, reconoció su voz y el nombre, tenía que ser el mismo sujeto que conoce, no hay muchos en Corea. Añade entonces con inmediatez: –  S-soy Choi Soobin, el chico de los cuadros que compras.

–¿Soobinssi? – cuestiona con alegría, saliendo del asombro inicial – ¡Vaya sorpresa! ¿Estás en el departamento de Yeon?

–Sí, eh, desayunamos juntos – se ruboriza ante las memorias fugaces de toda la versión del cuento.

–Ah, que alivio que lo hagas comer, ese cabeza hueca casi nunca desayuna. 

Soo da una risita medio incómoda al no saber qué más aportar.

–Entonces son muy buenos amigos.

–Estudiamos en la universidad juntos, amerita que tenga el número de su casa – simplifica con desinterés, más concentrado en otro hecho –. El día que nos reunimos en el bar no los vi muy cercanos, pero si ustedes están juntos en su casa, quiere decir que son amigos nuevamente, ¿Cierto? – ante un bajo sonidito afirmativo del otro tras la línea, suelta el aire aliviado – Genial, significa que ya no tendré que estar de intermediario y al fin Jun podrá comprarte los cuadros personalmente.

Choi contrae su ceño en confusión.

¿De qué habla Jay?

–¿L-los cuadros? 

–Espera... ¿No te lo contó? 

Soobin no tardó más de un instante en unir los puntos, quedando totalmente perplejo por la información que procesa.

–¿Yeonjun compraba mis cuadros usándote a ti de intermediario?

Ok, Park siente que metió -mucho- la pata.

–Eh, escucha, creo que deben hablarlo entre ustedes – espeta con cautela, ya su bocota había hablado y ahora le queda únicamente irse por la tangente. Jungwon desde afuera le hace señas para que se apresure en salir de la cabina telefónica, por lo que se adelanta a terminar con pena: –. Dile que lo llamé por el cumpleaños de Jungwonnie que es mañana, por favor. Hablamos luego, fue un placer oírte, Soobinssi.

Apenas y le corresponde a su despedida, completamente descolocado. Es claro que se le ha salido soltarle semejante información, todo indica que no se supone que debía enterarse, no había que ser un genio cuando el mismo Yeonjun nunca le dio indicios de nada al respecto.

Guiado por la incertidumbre, escanea el espacio y se queda analizando los clavos sin cuadros ni adornos en las paredes, eran varios, anoche no le prestó mucha relevancia a ello, pero ahora es asunto aparte. Se encamina por el sitio y llega hasta la puerta del otro cuarto disponible en el departamento, no era un espacio tan grande, a pesar de ser más amplio que el de Tae o el de sus hyungs, y era lógico que aquella recámara fuera el único lugar donde podría esconder algo.

Abre la perilla y toma una boconada con dedos temblorosos, preparándose para adentrarse y hallar lo que buscaba. Por suerte, no tenía cerrojo colocado. Entonces al entrar, Soobin quedó estoico en su posición.

Absolutamente todos los cuadros que vendió, incluyendo los de la primera exposición, están distribuidos entre los pocos muebles de la habitación, y otros colgados en las paredes, cada pieza arreglada con sumo cuidado. Obviamente Yeonjun los había escondido ahí, los sacó de la sala y las demás zonas de la vivienda para guardarlos en esa recámara, ¿Por qué? Quería saberlo, como necesita entender la razón por la cual el mayor le mintió, el por qué usó a alguien para comprar sus creaciones...

Tal vez estuvo demasiado tiempo divagando, porque escucha al causante de todas sus dudas aproximándose hasta ahí cuando ya es tarde para irse.

–¡Soobin-ah, ya estoy listo! – no lo ubica ni obtiene respuesta, y al girar, se percata de la puerta que estaba abierta. Se detiene un segundo para analizarlo, y sus nervios salen a flote cuando se apresura a verificar lo que temía – ¿Soobin...? – se paraliza cuando lo descubre de espaldas a él, viendo cada cuadro en un silencio pesado. Hay una pausa más que tensa antes de que pueda modular y hallar su voz nuevamente – ¿Qué haces aquí?

–¿Por qué tienes todo esto? ¿Por qué usaste a Jay para comprarlos? – cuestiona aún abrumado, atropellando las palabras.

–Pues...Porque tuve miedo a que no me permitieras comprarlos.

–¿Los compraste por lastima o qué?

–¿Qué? Claro que no – exclama un tanto indignado, no comprende cómo el artista puede rebajar su propio trabajo y tenerle tan mal concepto a él –. Nunca compraría tu arte por lastima. Me encanta tu pintura y visión, independientemente de todo lo que nos ha unido y concierne, ¿Es eso tan poco creíble?

–Un poco, sí – condena con sequedad, apretando sus puños, estaba en una especie de negación mental, en contra de su mayor.

¿Pueden culparlo, después de sentirse engañado varias veces por Yeonjun?

–A esta reacción que estás teniendo ahora es a la que le temía – rechista con una negativa desaprobatoria. Es una pena, las cosas habían marchado tan bien con ellos, hasta ahora, y en serio detesta que no puedan quedarse como minutos atrás –, a que creyeras algo que no era.

–Entonces explícamelo – finalmente lo afronta con temple, encarándolo para exigirle una respuesta –. ¿Yeonjun, por qué tienes mis cuadros?

–Porque lo hiciste tú, ya te dije lo que pienso de tu arte y de lo que creas con tu talento – contesta con sinceridad, ablandando su expresión un poco, pero manteniendo la convicción en sus orbes –. Te lo repetiré: Todo lo que venga de ti, es sumamente importante y valioso para mí, mocoso.

"Puedes darme una piedrita decorada con una carita graciosa, y la pondré en un museo, lo juro"

Los recuerdos les invaden y todo se torna más devastador, asfixiante. En los dos hay una maraña de emociones que se desbordan, ya era tarde para frenar el choque.

–¿Entonces por qué...? – interrumpe su oración al no ser capaz de formularla ahora. En su lugar, decide pasar frustrado sus dígitos por su cabellera rubia y reír con mínima gracia, estaba perdido sobre cómo sentirse -o no sentirse- respecto a todo lo que acontecía – Yo no te entiendo realmente, a veces c-creo que lo hago, al ser niños lo pensé así, pero tú siempre c-cambias y haces cosas que no comprendo.

–Tú me conoces mejor que nadie, Soo.

–¿Lo hago? Porque nunca creí que serías capaz de dejarme.

Allí está la espina más grande, la que resume el rencor y el dolor en los pares miel que penetran profundamente en los verdosos. Era el tema más delicado, el talón de Aquiles que comparte su inestable relación.

–Te juro que no...

Soobin alza su palma para callarlo y retrocede al captar que él se acercaba, obvio que no quería escuchar sus lamentos en ese momento.

Tiene muchas más cosas que sacarle, reprocharle, cuestionarle.

–No te atrevas a jurar más, no más. Te envié miles de cartas todos estos años que te alejaste, y jamás las respondiste siquiera, ni una sola.

Yeonjun da una expresión de pura desorientación, retrocediendo un paso.

–¿Qué? Sí te respondí. Fue tarde, pero yo te escribí cientos de cartas para responder las tuyas, fuiste el que nunca las contestaste.

–No sé de qué hablas, no recibí nada – imita su actuar, estaba empezando a enojarse, ¿Yeonjun será capaz de volverle a mentir en una situación así? En ningún momento tuvo en su poder ninguna carta de las que menciona –. ¿Insinúas que se perdieron por arte de magia o qué?

Yeon de inmediato dedujo lo que pudo suceder mediante una sospecha, se insulta mentalmente por no haber previsto tal escenario, era más que obvio; había alguien más que indispuesto a que se comunicase con Soobin.

Su pecado es que, otra vez, se calla todo para no empeorar más la delicada situación, tragándose el desazón, cabizbajo. 

–No lo sé, Soobin.

Inconforme con la resolución, comienza a impacientarse, golpeando con insistencia su pie derecho en el suelo.

–Ok, al diablo con las cartas. Te llamaba constantemente y preguntaba por ti, no me regresaste ni una sola llamada.

–Lo hice una vez – admite a medias, no es del todo cierto, o al menos no la versión completa del hecho. Se cruza con esos pares confundidos y expectantes sobre él, tomando el valor para no flaquear –. Te llamé una noche, lo hice antes de escribir todas las cartas que te envié. Tú contestaste, pero no dije nada.

Esa noche en la que el teléfono sonó y sólo se escuchaba un silencio lejano.

–Fuiste tú... – expulsa el aire en realización una vez rememora el suceso de varios, en verdad varios meses atrás. No puede suprimir su decepción ante la confirmación – ¿Por qué no contestaste?

–Porque me aterraba ser una molestia, me paralicé como un imbécil al oír tu voz después de tantos años – remarca con todo pesar, la vergüenza carcomiéndolo –. También dejaste de llamar, eso fue hace más tiempo aún.

–Porque estaba cansado de no recibir nada tuyo, nada que no fuera un frío rechazo – rebate con un susurro, cerrando todavía más sus puños y apartando la vista hacia uno de los cuadros, en el que pintó lo que se suponía era su bosque; algo dentro suyo le punzó dolorosamente –. No puedes juzgarme por tener dignidad y protegerme de tus constantes desplantes. No querías nada de mí, no iba a insistir cuando tu silencio fue la respuesta.

–No, no te estoy señalando por no llamarme más, Soobin, tienes toda la razón de pensar así. No espero que te humilles ante nadie, mucho menos por mí – corrige con inquietud –. Escúchame...

–Si no llegaron esas cartas tiene que significar algo, ¿Cierto? – interrumpe justo la oración del otro, todavía en conflicto ante la pintura con paletas verdosas que se le clavaba en el alma como una espina – Quizás nunca fue correcto que estuviésemos juntos.

Es normal su desgano ante las circunstancias, estaba agotado de un suceso que le ha costado tantos años de su vida en un martirio constante.

Todo lo de anoche, lo de esa mañana, lo de las semanas que gozaron en su ignorancia ante la realidad, se desploma con el peso del mundo.

La chispa está tentada a apagarse y a extinguirse por la fuerte tempestad.

–No, no digas eso – descarta con aplomo, reacio ante semejante resolución –. Tú eres lo más correcto que he tenido en toda mi vida, Choi Soobin.

–Pero me lastimaste, Yeonjun – el resentimiento apenas se abre paso entre su abatimiento, se encoge y con sus dedos disipa las lágrimas que comienzan a aglomerársele cuando se topa con ese par de esmeraldas que le regresan el gesto con tormento –. Está bien, tal vez no estabas listo para lo que teníamos, quizás no era lo que buscabas. Experimentabas y yo... Yo n-no era una chica.

–Binnie, no es así, por dios. Te quiero por todo lo que eres – no le importa lucir desesperado al acercarse de un solo movimiento, sosteniendo las mejillas contrarias para que lo viera, angustiado por proyectarle lo que dice –. No tiene nada que ver con que seas un chico, cariño, por favor no pienses eso.

–Me gusta ser un hombre, pero por ti deseaba ser una mujer, ¿Entiendes lo jodido que es? – aguanta un sollozo en medio de su frustración, dejando mudo al azabache – Porque con ellas sí podías ir de la mano sin miedo, p-porque quizás así tus tías no hubiesen pensado mal de nosotros cuando querías quedarte, porque t-te pude haber presentado con papá al hacernos pareja.

–S-Soo...

–Porque h-hubiese significado que te quedarías conmigo.

Yeonjun estaba muy ofuscado, un gran odio contra el universo se instaló tan fuerte como cuando era un adolescente que dejó ir lo que más amaba. Quería desmentir las lamentables palabras del menor, pero lo peor del caso, es que todo era real, no porque él lo pensara así, sino porque esas imposiciones absurdas fueron las que les hicieron separarse.

Se da más cuenta que nunca de lo mucho que se odia por haber cedido al chantaje de Namjoon. Sí, quiso proteger a Soobin, pero implicó demasiado, cuando igual salió herido de todo aquello.

No por mí, ¿Sí? – es la única aseveración que es capaz de darle, remarcando cada frase, sin soltar su rostro –. No puedo cambiar lo que piense el maldito mundo al respecto, pero sí te aseguro que nunca quise que fueras distinto. No me enamoré de tu género, sino de ti, porque eres más que ello. Eres un hombre, sin importar lo que te guste, te lo dije una vez, Soobin – prosigue, dando masajes con sus pulgares en las mejillas del que tenía ojitos de cachorro herido; jura que es la imagen que más detesta ver –. Me enamoré de un hombre, y no me arrepiento. Tú hiciste que me encantara la idea, ¿Eso no te dice lo maravilloso que eres?

Soobin quería confiar en esas palabras tan bonitas, tal vez su hyung las sintió en el pasado, antes de marcharse, pero no está seguro de conseguir creerle el que aún las siente.

No en ese momento.

–Me dice que no podemos vivir en Nunca jamás para siempre – titubea por la presión en su garganta, lentamente sujeta las manos del más bajo y las acaricia con una sonrisa lastimera –. Quise encerrarme contigo y pretender que todo estaba bien mientras estábamos aquí, por años me convencí de haberlo superado todo, p-pero es mentira, Yeonjun – le cuesta continuar con aquello, por lo que le da un beso en su dorso a su mayor antes de apartar el tacto con pesadez. Le estaba quemando por dentro estar en esa situación que, ilusamente, creyó haber dejado atrás, y claramente también le estaba afectando a Yeon, lo ve en sus ojos –. Hay que crecer, no estamos listos para esto...No lo estuvimos antes, ni tampoco ahora.

Yeonjun se alarmó, su pulso se incrementa con el temor. Soobin se le estaba escapando de las manos como si fuese el agua del lago que les vio crecer, que les vio amarse.

Sólo atina a contradecir en un tono alterado:

–Pues al diablo con Nunca jamás, vayamos a otro sitio entonces. Crecer es una mierda si significa alejarme de ti, Soobin.

–Sé racional, por favor, óyete. Y-yo no puedo hacer esto, hyung – iguala su exclamación, luchando en ser firme con su decisión y no doblegarse junto a sus ganas de desecharlo todo y tomar la tentativa oferta –. En esta etapa de mi vida necesito avanzar y descubrir lo que quiero, tener más estabilidad. N-no puedo permitirme más dudas, no estoy listo siquiera para dejar todo atrás como si nunca hubiese existido, c-como si no me afectó lo que nos pasó – contiene el liberar un sollozo mortificado, se lo traga como puede y limpia con su dorso ambas mejillas ya humedecidas; era como si su corazón estuviese siendo rasgado por cada cosa que pasa ahí, lenta y tortuosamente. Estaba familiarizado con la sensación, pero ahora es él quien la causa, por cuenta propia; no sabe si duele más así o no –. No creo tampoco que tú estés preparado para esto, debes priorizar cosas y describir igual lo que te conviene.

–No, no, las cosas no son como crees. Estoy más que preparado para luchar, por favor, Soo – niega con su cabeza repetidas veces, intentando aproximarse de nuevo, como si estar lejos del otro le ardiera por dentro –. Si me dejarás explicarte...

Soobin vuelve a mantener su distancia lo máximo posible. Siente que si se deja tocar por el otro Choi, se va a romper.

–¿Estás dispuesto a contármelo? – interviene tajante, y esto paraliza absolutamente al mayor, como si hubiese pisado el borde de un acantilado peligroso. Ambos tienen la misma sensación –. Contarme todo.

Más silencio.

Una parte de Soobin decae porque Yeonjun no parece dispuesto a develarle la verdad de su ida, de su trato al hacerlo, de su prolongado rechazo y silencio... Por otro lado, por más cobarde que suene, está aliviado de no darle cara a la verdad, le da más pavor de lo que imaginó.

Seis estaciones esperando, le hicieron tener aversión al relato que por mucho anheló.

–Yo...

El de mayor estatura escapa el aire con inestabilidad. Era absurdo prolongarlo más y esperar.

–No sé si quiero saberlo ahora mismo, Yeonjunnie. Tengo miedo, y yo no quiero seguir sintiéndome de esta forma... ¿Acaso tú sí?

El pelinegro tiene un debate desatado en su interior, batalla entre cumplir su querer o hacer lo que es correcto.

Y francamente, ¿Cuál es la contestación a lo último? ¿Qué era lo correcto? Yeonjun se hunde con un huracán de emociones e ideas agonizantes, pues ve cómo se le está yendo, por segunda vez, la felicidad de su alcance.

Tal como aquel día de su último verano feliz.

Y es que, literalmente, Soobin empieza a irse de la habitación, rumbo a la sala para colocarse sus zapatos y la chaqueta de jean que trajo consigo. Yeonjun sale a su encuentro a paso torpe y le llama repetidas veces, mas el chico le ignora. Es cuando entra en pánico al encararlo, sujetando su brazo, doblegado.

–Soobinnie, no tienes que irte, no de esta forma. L-las promesas que hicimos, yo no las he olvidado.

–Éramos niños, Yeon – se le rompe un poco la voz, él tampoco las había olvidado; ese es el problema, se estancaron –. Todo era más fácil en ese entonces.

Yeonjun entró en una dolorosa verdad: Soobin tenía miedo de él. Se empeñó en superarlo a como diera lugar porque le tiene mucho miedo, no quiere volver a sentir nada más allá por él, se convenció de que sólo servían para ser amigos, porque dolía menos... Y si no es eso, no es nada.

Ya no es su hyung el héroe, sino su villano, no puede protegerlo ni salvarlos.

Entonces, aunque sea se sostiene de la única salida.

–¿Y s-si somos amigos? Lamento haber cruzado la línea, p-puedo intentarlo. No te quiero perder, Soobin.

–¿Amigos ahora mismo? Sabes que no funcionó, no va a funcionar. Nos vamos a perder más, y yo no quiero que terminemos odiándonos – trata de hacerlo razonar en un leve sollozo que se le cuela –. S-si quieres ser masoquista, de acuerdo, pero yo no puedo.

Jun afianza más el agarre en el brazo, porque estaba cayéndose a pedazos por cada sentencia del rubio.

Debe decirlo, debe luchar.

–Soobinnie, yo te...

Pero Soobin no lo superaría si escuchaba esa oración.

–T-te pido que te detengas. Estaremos bien, debo regresar y tomarme un tiempo – es veloz para impedir su frase, los dos portan un semblante triste, reflejado en los pares opuestos. No le gusta apreciar tan abatido al pelinegro, sabe que no es del todo su culpa lo que sucede; las cosas son como son, aunque sean una mierda al final. Yeonjun parece estarse realmente conteniendo en su posición, no se lo hará más largo y conflictivo. Acaricia una vez más su mano y le da un beso en la frente, abrazándolo brevemente con un solo brazo. Lo siente respirar errático y sabe que sus manos lo rodean temblorosamente –. Si tenemos otra oportunidad en el futuro, tal vez pueda ser, Peter – susurra al apartarse con una sonrisa rota, impresionantemente ninguno ha soltado más lágrimas, pero ellas están asomadas y listas para caer –. Hay que despertar, hyung.

"Es un sueño, deben despertarnecesitan hacerloTe va a olvidar, y te sugiero que hagas lo mismo.

Fue como revivir el dialogo de Namjoon, ese que le arrebató todo y lo perseguía en un trauma constante, y ahora que lo dice el mismo Soobin, fue inclusive peor, como miles de patadas en su ya pisoteado corazón. En un parpadeo, ya el chico se le escapó del abrazo y ya había abierto la puerta.

Rodeó el sofá con sus piernas inestables, rogándole por última instancia con un temblor en sus cuerdas:

–Binnie, mi amor...

Soobin se detuvo, afianzando su agarre en la perilla con suma fuerza, al punto de que sus manos se tornaron blancas, todo para convencerse de que no volteara, o se arrepentiría. El apodo fue más de lo que soportó.

Sí, irónicamente la situación en la que estuvieron años atrás se invirtió, y Soobin ahora es quien huye como un cobarde, pero no le queda alternativa cuando todo lo que dijo era la dura realidad.

Sin embargo, se encarga de contestarle una vieja pregunta antes de marcharse, con todo el pesar:

–Las miro cada noche, Junnie.

La estocada final se acompaña del cerrar de la puerta, las piernas de Yeonjun se doblan finalmente y termina llorando a mares sin poder contenerse más, lo estuvo haciendo porque no quiso rendirse frente a su mocoso, pero ahora que no estaba ahí con él, ahora que ya dejó todo claro, no tiene sentido ocultar lo roto que está.

Se lo merecía, era un karma que cosechó por haberle hecho lo mismo a su preciado rubiecito, se abraza a sí mismo para contenerse de no correr a buscarlo, porque era su decisión y debe respetarla, porque no es capaz de enemistarlo más con su padre ni añadir más sal a la herida, es injusto para un ángel que ha sufrido tanto, y tristemente, él ha sido uno de los que ha causado más cicatrices en su vida...

Le quedaba conformarse con su soledad, una vaga esperanza de un futuro juntos y las estrellas que, al parecer, ambos observarían para apaciguar su añoranza por el otro.

La llama se apagó.

¿Fin?

Tae y Beom tuvieron un desarrollo que me fascinó mucho a lo largo de la trama, ¿Les gustó el ship?

Yeonjun y Kai tuvieron la escena que necesitaban, esos dos son más parecidos de lo que creen x'd

YeonBin... Bueno, hay demasiado que decir de esta relación, ¿Ustedes que opinan de todo lo que sucedió desde que Yeonjun decidió seguir lo que Namjoon dijo? 

Además, quisiera saber su opinión sobre la decisión al final de Soobin, todos los personajes los he planeado con una estructura psicológica especial, los escribo como personas reales con defectos, traumas, gustos y personalidad (Amo la psicología, ok 😂)

Otra cosita: No se alarmen, no es el fin aún JAJAJAJAJA nomematensobretodotumey

Todavía hay mucho que resolver, sin embargo, ya el siguiente capítulo sí es el final del fic (don't worry, tengo sorpresas)

¿Opiniones de la escena hot de Yeonbin? 6u6 No quise hacerlo taaan explicito porque el fic no se centra en ello, pero intenté que se viera un contraste entre su primera vez y esta.

A lo largo de la trama hay muchas situaciones que se repiten en diferentes etapas, diálogos, acciones, pistas (Amo hacer eso, sorry) ¿Se han fijado?

¿Que escena les agradó más del cap? ¿Cuál es su personaje fav? ¿Ship fav del fic? ¿Qué interacción les gustó más en el capítulo? Yo la más preguntona.

En fin, se viene Comeback dentro de poco, COLAPSEMOS AJASDJDFH STREAM FREEFALL. 

Fire on fire fue una canción muy simbólica que tuve que agregar en la playlist, más en este cap, porque es una metáfora de dos iguales que son juzgados por amarse con pasión (Justo como aquí)

Igual agregué esta canción a la playlist del fic porque SI.

https://youtu.be/kEnOhzvj8q8

Nota: Meyteamox1924247

¡Voten y comenten! 🌻

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