Veneno para las penas y como agua de chocolate para la alegría.
Ninguno de los dos individuos susurró una palabra pues el silencio abundó paciente, al parecer la situación inesperada encasilló a Shadow. En frente, se le presentaron dos caminos, y si tomaba el de seguir a Silver escaleras arriba, podría calmarlo y llegar a besar aquellas manos.
Un hombre desesperado en tal posición haría eso sencillamente, todavía por su esposo. Sin embargo, la otra persona estaba esperando una solución u respuesta; al otro lado del camino. ¿Qué pasaría con él? Hablamos de Sonic.
Si corría lejos, las promesas que le hizo antes no valdrían nada, esa confianza se vería involucrada en el delito y la afinidad ganada volvería a ser nada.
Probablemente dolería, probablemente la culpa pasaría factura dejándolo hasta sin comer por la angustia del frío rechazo, justificado.
Dos hermosas joyas esmeraldas pidieron variadas explicaciones, aguadaron perturbadas, destellando tratando de no caer en el desconcertante desespero.
Ante los orbes de Sonic: Shadow estaba decidiendo de una forma que a él le causó malestar, poco entendió la razón de aferrarse al gesto de un hombre apenado; sin miedo a demostrarlo, expresar remordimiento.
Aunque hubo un instante donde planeó irse para hacerle la decisión más fácil, sus piernas no respondieron. Vió los labios del alfa apretarse y deprimente agachar la mirada, el atisbo claro que lo captó, Shadow tomó una decisión pero él siguió mirándolo y carcomieron por el estómago las ansias por saber.
Necesitaba que esos ojos volvieran a mirarse de la misma forma que cuando pasaban alegres vivencias.
“No quiero que estés obligado a quedarte, pero me has tratado tan bonito que, así como tú, tengo miedo del cariño entre nosotros.”
“Dime algo por favor, lo que quieras pero no pongas esa triste mueca, sólo tienes falta de letras, te afecte o no, debes enfrentar a cualquiera de los dos...”
Si hubiera tenido la voluntad de hablarle bajito, murmurarle secretos y verdaderos pensamientos, Sonic se preguntó si haría alguna influencia en el voto de elección.
Obvio se reprochó inmediato, él no era así de comportamiento ni pensar. Siquiera entendió por qué se dejaba maltratar de ese alfa albino, no necesitaba la ayuda del azabache para tener voz; mas quería su ayuda, la rogó con luceros todos ilusionados.
En fin, Shadow se giró, todavía le echó una mirada insegura, como si el temblar de los fanales pidieran perdón antes de subir por las escaleras, rumbo a la monotonía matrimonial, un encarcelamiento invisible.
Qué traición, qué farsante, qué desilusión corriendo por su pecho...
El razonamiento estaba ahí desde días anteriores, cómo iba a saber si lo que decía era verdad, cómo sabría que su sonreír significaría conocerse demasiado bien en tan poco tiempo, aunque siempre algo entre ellos quedara sin decir.
No se conocían pero creyó en él, quizás volvería a hacerlo, porque no había explicación exacta, sólo la necesidad incondicional buscando ratros de esa extraña luz que vislumbró al conocerlo. En definitiva no habían culpables, ni las florecillas habían delinquido.
Imaginó vago que el recibir un regalo así provocaría malos entendidos, volviéndose a la cocina abrazó el jarrón de flores con tanta fuerza que nadie jamás podría arrebatarselo.
Así que en plena penumbra arrastró los pasos directo a la cama. Las voces aterradoras hicieron que los labios se arrugaran, poniendo una visaje: pequeñas chispas querían salirle de ambis ojos por vergüenza e impotencia.
Olfateó atento, lluvia, una lluvia triste se coló en los alrededores de la fría recámara. Sonic no se decidió en qué era peor, ser traicionado o ser acribillado día tras día por Silver: con diversos gestos de tedio y insultos bramando por dicha boca nociva. Trató de sacarlo, trató de alejarlo. Trató de no repudiarlo.
Debían tener una seria conversación en la mente del erizo azul, lleno de melancolía dejando correr la débil murria.
«¡No!, ¡sabes perfectamente que ese tipo sólo está aquí por trabajo y nada más!»
—Ese es un punto de vista válido.
«Digo, al final no puedo culparte mucho, lo malditos omegas son para eso después de todo. Solo sirven para eso...»
—Los omegas, ¿somos exactamente para qué?... ¿Acaso nosotros provocamos a otros?, ¿nos merecemos ese tipo de maltrato por provocarlo?, ¿Sólo sirvo para eso?
«¡A mí no me importa lo que él sienta!, ¡está aquí por su voluntad, para quedar preñado y después irse!»
«¡A mí no me importa lo que él sienta!»
«¡A mí no me importa lo que él sienta!»
«¡A mí no me importa lo que él sienta!»
—¿Valgo tan poco?, ¿enserio soy tan poco como para que no importe lo que yo sienta? De verdad no entiendo a Silver, yo soy alguien que vive como él, y somos dos seres imperfectos pero justo eso nos hace iguales. Nos enojamos: empatizamos, sentimos y reímos, también lloramos, ¿de verdad somos diferentes?, ¿No tenemos derecho a las mismas cosas?
«Yo no veo razón para darle un trato diferente; nadie debe olvidar de dónde viene y qué clase de persona es. Él no puede desear nada. ¿Quién se puede creer que es?...»
«Él no puede desear nada.»
«¿Quién se puede creer que es?»
—No quiero odiarte, no quiero que tus palabras infames me duelan pero lo hacen, debería estar enojado, estar frustrado conmigo. ¿Por qué he dejado que me traten así? Se refirió a mí cruelmente provocando un gran mal en mi ser que ya no puedo dormir, no tengo paz porque en cada momento pienso que seré desechado. Ay ya yay, Sonic no pienses con la panza, no pienses con la panza...
Allí tintineó ese dolor en el estómago, de aquellos sentimientos sube y baja. Algunos se diferenciaban por ser divertidos; lo reciente pasando en su vida no era alegre, tampoco lo suficiente terrible.
Tales suspiros alcanzaron las flores reposadas a un lado, permaneció contemplando ese regalo que reponía lo muerto de aquella fría habitación. Sonrió enternecido recordando su propia madre hacer lo mismo siempre que recibía un ramo y podía verlo posado con delicadeza en sus manos.
Claro que no estaría molesto con el azabache una eternidad, en realidad estaba bien que prevaleciera la lealtad, además aún eran desconocidos, extraños compartiendo una casa. Y entre pensaba, apareció un sentimiento de admiración o talvez incertidumbre.
—¿Qué sentiran al encontrase dos amores así? Yo nunca me he enamorado, ni siquiera sé si algún día llegaré a ser amado, pero el romance pasa por mis ojos como sueños, o, de esos cuetes de chispitas, unos ratoncitos. Esta relación es muy diferente de las que conozco, cuando lo veo me impaciento, cuando escucho me conmuevo. Shadow es un alfa que absolutamente nadie ha visto. Más bien, es una persona sin igual.
—Sus ojos misteriosos se ven tan perdidos. Su voz reconfortante, sus flores que fueron como un abrazo después de la tormenta. No logro dejar de pensarlo, tal vez sigo muy solito, quizás nuestra amistad sea culpable de que mi mente se vuelva un estropajo cada vez que oigo la puerta, ¡Mi amigo ha llegado! Y corro a querer abrazarlo en mi imaginación.
—Los dos ponemos nuestras caras tristes cuando alguno pena, no es un farsante, tuvo una decisión difícil, así que estaré esperando que volvamos a conversar y todo sea como antes. Total, habrán insultos, reproches y amargura pero no existirá ninguna amistad como la suya.
La luz lunar filtrándose entre los huecos de las cortinas con encaje, acrecentó la llegada del sueño sobre el cuerpo, pestañeó cubierto de paz hasta los cachetes sonrojos, bostezó perezoso y halló los sueños venturosos. Todo saldría bien. Nada de peleas, nada de mal entendidos, sólo continuaría el trabajo al máximo.
“Sonic no deseaba odiar, Silver odiaba y Shadow estaba confundido ya no entendiendo hacia dónde mirar...”
El amanecer apareció y el cuerpo cansado del azabache removió buscando a su esposo entre las sábanas delgadas, al instante se percató a base de movimientos morosos que ya no estaba ahí, sino levantado, preparándose para el trabajo.
Difícilmente captó la luz del reluciente sol. Tosió, mmh, esa nariz congestionada y lo entrecerrado en los orbes, confirmaban algunas sospechas —gripa, indiscutible gripa —, y si ya se sentía consumido por la culpa de dos personajes, dicha creciente enfermedad competía para ganarse el campeonato al día horrible que quizá le esperaba.
Silver recorrió toda la alcoba poniéndose cerca, muy cerquita admirando a Shadow demacrado, el azabache de rubíes llorosos, apaciguó, y extendió una de las manos, tratando de entrelazarla. Él suspirando se sentó de lado con una mueca preocupada, acomodó el brazo en vez de estrecharle la palma. Deprimente...
—¿Dónde habrás agarrado el resfriado? —acarició en la frente. El inconforme moreno divagó desviando mirada —No vayas a trabajar, párate para que acudas a nuestra clínica de confianza.
—Estoy seguro que es ligero lo que tengo, no te preocupes, iré en un rato. ¿Ya te vas? Yo también voy a trabajar.
—Sí, nos vemos por la noche. Envíame mensajes para estar pendiente. Y no olvides usar cubrebocas, ambos no queremos que Sonic enferme, los omegas son tan delicados de salud. Que te vaya bien en el trabajo.
Shadow no se molestó en mirarlo cerrar la puerta, yacía en la cama perplejo mirando por fuera de la ventana, ¿de nuevo? Pensó.
Poco a poco realizaba, percibía aceptandolo de la mejor manera posible el desapego entre ambos. Gracioso ¿no? La familiaridad con el tacto de sus manos no estaba presente, desconocía el abrazador calor de presencia día con día.
Sin embargo, empezó a aprender y explicarle a el corazón que debería dejar de sentir por él, pues se flagelaba él mismo por un amor que tardaría años en arribar. Agotado se puso de pie, con los pensamientos atolondrados al igual que su sentir.
~***~
Sentado estaba ausente, perdido observaba al hombre revisar hoja tras hoja que contenía estudios médicos.
Sorbía la nariz mocosa arrugando los ojos leyendo el gafete del doctorcillo ese. Su bigote lucía tan extraño, el nombre extravagante le pareció anormal, ese viejo mirándolo con ligera desesperación se inclinó sobre la silla chasqueando dos dedos, habló fuerte por lo que sorprendido, Shadow abrió los ojos, volviendo en mente y prestando oídos.
—¿Escuchaste lo que dije? —inquirió dudoso enarcando una ceja. Viendo aquel rostro confundido dedujo que no era así, carraspeó de vuelta e incorporándose volvió a explicar —. Te decía que tienes gripe y no es nada grave. Estarás bien. —escribió la receta eficientemente.
—Significa que ¿puedo ir al trabajo sin problemas?
—Claro, solo debes cuidarte, tomar bebidas tibias, tus medicinas a la hora indicada y no contagiar a otros. Pero hay un tema muy aparte que quiero discutir contigo.
Dijo preocupado cruzándose de brazos, no demoró en extenderle el expediente para que inspeccionara con propios ojos.
—Tus defensas están bajas; fue por eso que el resfriado te atrapó más fácil. Verás, no es común que esto pase en alfas, a menos que algo altere por dentro. Todo esto se debe a tus cambios radicales de ánimo; pero la depresión en alfas hace que sus defensas y metabolismo se vean afectados. Estoy seguro que estás pasando por una etapa sentimental debajo de los niveles normales, tu cuerpo lo está proyectando y a la larga podría volverse peor para tu salud.
—¿Se refiere a las enfermedades de unión y lazos afectivos? No pensé que los diagnósticos fueran reales. —frunció el entrecejo anonadado.
—Justo eso —asintió —, lo que sea que te mantenga estresado o por debajo del estado emocional pleno de cualquier persona, debes atenderte. Hemos visto casos que terminan muy mal, normalmente estos síntomas son más comunes en omegas. Pasan cuando se rompe un lazo, o ocurre una estrepitosa caída emocional. No estás en esas etapas pero si no mejoras podrías verte en graves problemas y para ello no existe una cura todavía.
—¿Y qué puedo hacer? —expresó consternado.
—Bueno, el apoyo emocional es importante, pero debes alejar esos pensamientos invasivos negativos que puedan estar afectando tu rendimiento. Descansa, toma un tiempo para relajarte y sanar. Eso es todo lo que se puede hacer en estos casos. Tomar terapia, hablar con uno mismo, motivarse al cien porciento es la clave. Ten, tu receta. —escrutandolo debajo de esos lentes redondos entregó la hoja.
—Gracias, ¿doctor Simón?
—Jajaja, no, claramente como se lee en mi placa, es Si-mi. Digamos que es un apodo muy famoso que me dieron mis pacientes —alzó los hombros bonachón y despreocupado —. Aquí va, una paletita para ti. Ahora por sus medicinas. —amenazó.
Hacía falta que se llevara el medicamento a casa y después tomar rumbo para ir a trabajar. Pensó en el trayecto, guardandose la paleta dentro del bolsillo izquierdo.
Ojalá pudiese darle a Sonic el dulce de miel, al mirarla antes, recordó cuando este contó su gusto por las abejas y miel. Por cierto, ¿qué iba a hacer con la culpa de la noche anterior que llevaba cargando en el pecho y rostro?
Añadiendo nuevo estado de salud; estaba chingado. De esas cosas iba a reflexionar.
La verdadera historia nunca fue la vida feliz descrita entre palabrería vacía.
Lo esperaba, Silver tuvo razón al decir que ellos estaban juntos por una principal causa, que conocía excelente pero no quiso reconocer sinceramente.
¿Cómo se puede estar presente en la vida de alguien que no ama, que no siente la misma pasión?, ¿por qué no parar?, ¿Por qué seguir?, ¿por qué decir te amo sin sentirlo? Todo eso Shadow se lo preguntaba constante, ojalá pudiera hacerlo también con Silver.
Y quizás ya no estaba dispuesto a seguir cargandolo, más bien, estaba hecho papilla aceptando la realidad. Aceptando: besarlo sin cariño, realizar el creer que nunca podría amar de verdad y no ser correspondido.
Todos los días estar juntos, sin poder darle lo que buscaba, sin obsequiar lo que más anhelaba tan encasillado corazón petreo. Para ambos era imposible curarse cualquier enfermedad besándose.
Shadow se decía: ¿Por qué los besos no son calma ante la tormenta?, ¿por qué sus abrazos no son el abrigo perfecto para el frío intenso de invierno?
Tenía miedo de escoger cuál era el momento correcto para amarlo a tal grado de afirmar que no era para él y tampoco serían para cada quien. Igual, en otra vida tal vez coincidirían o no. Esos labios de Silver, no eran suyos. No se pertenecían.
Los finales trágicos pueden dar miedo, el de Shadow es roto, final inevitable y evidente que vagamente llegaba a validar con un apretón de manos, sin reprochar.
Necesitaba soltar ese amor y no verlo, pero sí desearle una feliz vida el tiempo que siguieran juntos, lo que estuviera dispuesto a soportar un corazón. Aún no estaba muy seguro, aún no...
—¿Por qué me aferraría a alguien que es incapaz de quererme? Ni siquiera lo culpo, está en todo su derecho. Quizás no soy lo suficientemente bueno para esto. Ya nada me conmueve —tosió mareado—, se me está pasando la vida todos los días por la puerta, estoy aferrado a Silver y nada nuevo acontece y no hago nada, no progreso como tanto me enorgullecía decirle al mundo. ¿Es por esto que voy a enfermar?, ¿si sigo a su lado me voy a morir con el tiempo? La insólita idea, esa desesperación me carcome, él es incapaz de ver cómo me ahogo en mi propia miseria. Tal vez se da cuenta pero eso ya dejó de importarle. A nadie le ha de importar.
La conclusión lo abrazó al mismo segundo que apagaba el carro y se desplomaba en el volante todo balbado. En ojos que estaban rojos por la gripe, un cuerpo perezoso decaía friolento por la enfermedad y la razón de doler el estómago, se debía a eso.
—Yo no puedo cambiar cómo se siente —observó prolijo la mano madura donde aún portaba el anillo que pactó su matrimonio —, ojalá pudiera. Por más que me jure que algún día me va a amar; presiento que eso nunca sucederá. No estoy en sus cuentos, no soy parte de un: nosotros. Quiero mejorar, quiero volver a lo que yo sé que soy, o si no me voy a morir aunque para eso falte mucho —aquel recuerdo fugaz de su aterciopelada voz endulzó y suspiró apacible cerrando los ojos.
—Me gustaría saber —murmuró volviendo a suspirar casi igual que una ventisca desconsoladora, repleta de melancolía: recelo, angustia, pesadez —. Quisiera saber qué se siente ser escogido por el corazón de alguien. Definitivamente nunca soy una respuesta concreta sin arrepentimientos; soy una opción, un desahogo, un cariño momentáneo al que nadie está dispuesto a tomar de la mano con seguridad absoluta. Es más fácil que se enamore de alguien más, es más fácil que huya, eso es lo más sencillo que puede hacer.
Refutó molesto golpeando débilmente el volante. Por su cabeza, que bien ya no coordinaba pasaron dos tipos de sentimientos pasivo agresivos. Tristeza y colmo.
Gruñó harto de sentirlos alojandose tras el corazón. No podría pasar un día más cargando tales penas y en penumbra.
—Soy un imbécil, lo soy. Es por todo lo que he hecho que mi cuerpo agobiado ya me quiere desalojar, porque se me olvidó lo más importante, cuidar de mí. Debí retirarme cuando tuve oportunidad, debí debí, debí. Haber, hubiera, si tan sólo. Todo eso me tiene hasta la... Pero lo que más me molesta es conocer la cara de un chico dulce decepcionado de mí. Y ni siquiera valió la pena dormir en esa cama incómoda junto a Silver, quien me es cada vez un extraño. No merezco que me sonría por mera amabilidad, Sonic.
~* * *~
En cuanto salió del coche, intranquilo e indeciso, desplazó contando los pasos acercándose a la entrada de la casa, un sentimiento ansioso que sentía vibrar dentro, sabiendo lo que debería hacer a continuación, pues, Sonic estaría allí, despierto.
Aún debía explicaciones, también disculpas. Sudó nervios friolentos, el caminar se volvió pesado y costó mucho pensar una forma de acercarse al omega. Cohibido colocó la llave en el pomo de la puerta, abrió en un dos por tres y las orejas oyeron música sonando, arrullando alrededores.
Era la primera vez que el estómago se sentía revuelto en un buen sentir, además, en el pecho vivaz hallaba algo igual de grande que la emoción y alegría.
A su vez, recibió hospitalario a un extraño invitado, nada más y nada menos, que el calorcito abrazador, acompañado de un olor exquisito a pan recién horneado y chocolate.
¿Cómo podía ser posible? Se preguntó turulato, era la primera vez escuchando ruido en ese lugar, ruido mañanero, sones curiosos. A lo largo de su vida, nunca experimentó tal sensación embellecedora aturdiendolo en cada centímetro del cuerpo y la verdad sintió conmoción nerviosa, porque no comprendía que era protagonista de un evento único en la vida.
Llegó ante los pies del acompañamiento, el fin; compañera Soledad, se estaba marchando trás la espalda, sin ser consciente de ello.
Cauteloso centímetros antes de entrar por la cocina, se asomó repleto de intriga. Ahí lo vio.
Sonic estaba limpiando con ayuda de un trapo la estufa de azulejos, tarareaba sin culpas e inspirado. Shadow desde su escondite vislumbró, que al lado estaba una charola llena de conchas, soltando vapor, como apenitas sacadas del horno.
𝄞 La primera vez que ofreces, para que yo aquí me quede. Pero sin amarte ya, ¿qué ganaría?... 𝄞
—Lo que un día fue no será, ya no vuelvas a buscarme. No tengo nada que darte; de tu alpiste me cansé...—escuchó blando jovial canto. Risueño pestañeó por el brillo que traspasaba las cortinas y que lo cubría iluminandolo. Una iridiscencia, creada por reflejo del sol combinado con agua del lavadero se movió por el rostro juvenil tintandolo de colores, brillos alvergandose donde la nariz, mejillas y pestañas.
𝄞Vete a volar a otro cielo. Y deja abierta tu jaula. Tal vez otro gorrión caiga, pero dale de beber...𝄞 Sonó la pequeña bocina colocada por donde quiera que te imagines.
Nuestro alfa encandilado, suspiró revuelto para quitarse lo pasmado del cuerpo.
Otra vez allí un choque eléctrico desde los pies hasta nubes. Y sí, aquella voz estaba desafinada, hacía movimientos torpes tomando una cuchara de madera simulando un micrófono; no obstante, Shadow sin saberlo quedó completamente inefable.
Deseando que el recuerdo fuera perpetuo y jamás verse capaz de olvidarlo. Pareciera que el sol estuviera hecho para llamar: Día a Sonic, alegrando sin necesidad de hacer mucho, y aunque Shadow se sintió inseguro de tal magnificencia, decidió evadirlo.
Dejaría de recorrer distancias lejos de lo que gustaría hacer, en ese momento deseó ir con Sonic y pedirle perdón por no haber dicho ni hecho nada.
Los adentros bramaban que se moviera, cierto olor dulce humeó parecido al incienso, este atisbo llamaba desde hace mucho la atención.
Tal vez sí era una honesta mañana, una mañana linda a la que estaba dispuesto a entregarse rebosante en varios tipos de sonrisas. Pensó tanto que el erizo azulito lo encontró infraganti, se expresó posando ambas manos en las caderas y arrugando la nariz.
—Ya me viste. —dijo Shadow.
—¿Qué haces? ¡Ven acá! Buenos días, ¿quieres desayunar conmigo?, ¿Si puedes?
Segundos le tomaron agarrar la charola tibia y con emoción desplazó mostrándole tales dotes culinarios, al parecer, no pensó en cuánto tiempo llevaba allí parado, ya conocemos lo distraído que podía ser nuestro omega.
—Claro, tomaré el desayuno aquí antes de ir a trabajar.
Cabe decir que Shadow recorrió la cocina con la mirada acordándose de dichas flores.
Y esas flores no estaban más. Inmediato consternó, espabiló ansioso que colocó confusión sobre el expectante omega. Hizo propias conclusiones, culpando al albino, sí, seguro había sido el culpable, o trató de desquitarse.
—Las flores no están —murmuró dolido —, ¡Silver él-! —gruñó enfurruñado pensando de qué forma arreglarlo, quizás tendría que actuar firme. También conseguiría otras flores, tal vez más lindas que las anteriores.
—No no, tranquilo Shadow. Aquí no hay ningún problema, yo las tomé y están en mi cuarto. —calmó al azabache.
—Menos mal Sonic, disculpa, creí que-... Bueno ya conocemos a Silver, ¿o no? —exhaló desdichado.
No emitió algún comentario, desviando la mirada gacha hizo entender a Shadow que un anterior percance los seguía, y será magia, mas viéndose las caras se entendían.
El omega sacudió el brazo tan suavemente, guiandolo a sentarse cerca. Los dos Ternos de Talavera poblana; desprendian un aroma a chocolate exquisito, Sonic tendió un plato lleno de conchas (panes) dulces y sonriente compasivo, admiraba expectante, mientras soplaba la bebida hirviente. Nada de quemaduras.
—Me quedaron bien buenas. —murmuró orgulloso mordiendo una pieza irradiando gusto.
—No había tenido un desayuno así en años —rio ronco bebiendo lentamente —. Mientras estamos aquí, hay unas cosas que quiero hablar contigo y espero tú, en primera me perdones por lo de ayer.
—Shadow —interrumpió tímido —, no quisiera pararte el tren pero: el desayuno es para disfrutarse. Es la comida más importante del día y hoy no te veo muy bien. Sé que quieres, este, comprendo que estás preocupado pero ya todo pasó, después de relajarnos hay que platicar con calma. Aquí entre nosotros no tenemos ningún problema, estoy feliz, ¿no te ha pasado? De repente sientes en tu pecho que quieres sonreír todo el día. ¡Ay, ya hablé mucho, mejor me pongo a comer!
El azabache sintió tanto alivio, la culpa drenó y tensión acumulada, disipó. Así que complacido por esas esmeraldas se limitó a sonreír silencioso. Y ahí estaban mirándose como un juego otra vez, retandose derritiéndose por causa del buen comer mañanero.
—A mí no me importa, habla todo lo que quieras. Dios mío Sonic, voy cayendo en cuenta que te pareces a una cascada. —carcajeó.
—¿Y eso porque? —paró las orejas curioso quitándose las boronas del cachete, ¿cómo llegaron ahí? Se atiborró de tantos panes.
—Porque esas cascadas tienen muchas cosas en común contigo. Para empezar: brillan y nunca paran de sonar, pero no es un sonido estruendoso. Es sereno. El agua que fluye tiene tu color y estoy seguro que las piedras que hay por ahí, de esas que la gente encuentra, son las mismas que tus ojos, esmeraldas o jades. No lo sé, solo me pareces tan fantastico como una... Y vaya que las cascadas son fascinantes.
Contemplarlo sensible suspirando bajo la taza, de sonrisa oreja a oreja cerrando dos ojos carmín: porte, la risa, su presencia y todo.
Fue el primer atisbo hacia la perdición del joven incensato omega, quien ilusionado se levantó abrupto, para desviarse del camino que poco a poco se trazaba, invisible ante los esmeraldas.
—¿Te sirvo más chocolate? —escondió ambas mejillas tintadas de nervios, pero agradeciendo las palabras misteriosas, serpentinas del cariño.
—Sí por favor, ¡está delicioso!
¿Sorry? 🤨
¡Hola! Los saludo como el tío Horacio, hejejejejeh~👻
Estoy súper feliz porque este libro ya tiene su escencia al tope, amo a estos dos personajes. Gracias por todo el apoyo que he recibido, me alegra que les guste esta obra.
Les aseguro que este trabajo es bastante personal para mí, prometo continuar con el ritmo de actualización. Es una historia corta que voy editando diario, solo tenganme paciencia como dijo el Chavo.
¿Talavera poblana?
Seh~
Y bueno, estoy muy emocionado por el siguiente capítulo, desde este para los que vienen puedo decirles que son mis favoritos. ¡SHADOW GOD, TE AMO!
¿Tienen preguntas?
[Caja de quejas/ ¿Funemos a Silver?]
Muchas gracias por seguir. No se preocupen, estoy al pendiente de actualizar aquí porque es mi prioridad y mi _Morita_azul_ comadre que me corrige los caps se los puede garantizar, ella es testigo intime.
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