En la palma de tu suave mano, eres mi distinto amanecer.
¿Una oportunidad? ¿Cuál sería?
Hace rato que la ausencia del anillo anular en el alfa lo mantenía meditabundo y cada vez al rememorar tal tacto de manos, soplos en su corazón coscolino reposaban donde el pecho cálido. A veces quitaba la mirada de ensueño sobre Shadow. Regresando a la pregunta que más quedó guardada.
¿Alguna vez te has enamorado?
La respuesta no era grata. Porque aquel que le tocó el alma era un adulto hecho y derecho. Un anillo perdido no podía significar que supiera aquellos sentimientos, que de no ser así, el jovial jovencito bramaría buscando consuelo. Que con esas manos fuertes agarrara suave algunas púas y ahí lo adore. Llenándose de besos.
Un beso, nomás uno. Aunque sea...
Ojalá supiera Rosarios que era amado. O tal vez no. Porque siendo de esa manera, ¿Cuál sería su reacción? Sonic no deseó saberlo por ello continuaría ocultando el palpitar lo que tuviera que durar.
Así fueran los días contados, horas, minutos y segundos. Decidió, allí en ese coche incómodamente mudo, dejaría entrar en su corazón al hombre más increíble que haya conocido. Ya que demostró lo maravilloso de su ser, visible y sencillo. Único bello Shadow Rosarios de Dorantes.
Que tristeza haberle negado ese abrazo la vida. En cambio yacía preso del deseo sin reciprocidad. Cariño de uno solo. Devoción, anhelo, amor que jamás llegaría a oídos o pensamiento del moreno. Pero no era culpa suya, el amor así lo eligió, destinado o espontáneo. Ya estaba escrito.
—¿Estás bien Sonic?
Jadeó sorprendido antes de asentir lento, maldiciendo lo expresivo ya característico en su actuar. Pues había revelado un rostro melancólico. Esto lo notó enseguida Shadow.
—¿Seguro? En el trayecto pasado no dejabas de hablar sobre tus papás y ahora te ves cansado. No te preocupes, ahorita llegamos para que puedas dormir.
—N-No Shadow, tranquilo, yo solo estaba pensando mucho. —vacilante abultó tanto la mirada como los labios.
—¿Quieres contarme o así estás bien?
Respetuoso atinó no ser entrometido, unísono de cualquier preocupación por el Omega. ¿Acaso lo agobió? Eso se preguntaba.
—Bueno es sobre lo que dijiste. Es que, ¿Cómo sabes que estás enamorado? Te digo que a mí nunca me ha pasado. ¿Cómo lo sabes? Debes tener experiencia. —avergonzado no supo de dónde sacó la fuerza para exclamar eufórico.
Shadow lo miró devuelta y después al tráfico. Notó el cavilar en la mirada, antes de proseguir cuidadoso.
—No sé de quién escuché que enamorarse es lo mismo que quedarte dormido. Aunque depende. —rio.
—¿En qué depende? —interesado se cruzó en ambos brazos, contemplando al hombre manejando responsablemente.
—Hay muchos tipos de amor y suceden de cientas maneras. Cuando lo haces a primera vista; tu cabeza te deja. Cuando lo haces bien... empieza lento, te acurruca y después caes profundamente dormido. Al final te encuentras soñando total e inconsciente. Es lo que me han dicho. —sonrió lanzando miradas de vez en cuando al erizo.
—¿Lo sentiste cuando estuviste al lado de Silver? —dijo temeroso.
—¡Ah, claro! A pesar del emparejamiento planeado por nuestras familias. —sin embargo una gota de sudor lo reprendió. ¿Lo sintió? ¿de verdad fue amor? Por qué iba a querer vacilar cuando estaba claro. ¿Fue así?
Al unísono, Sonic sentía una hendidura, rápidamente su enfermedad amorosa crecía. Haciéndose pasar por un niño berrinchudo a quien restregaban en la cara el amor imposible que nunca podría tener. ¿Qué ganaba con preguntar? ¿acaso buscaba una puertita abierta? Donde podría meterse con tal de acaparar atención.
En ese entorno ya dudaba del juicio bonachón con el que creció. Porque sentía de todo. Y en ello rondaba lo deprimente. Por eso sus especulaciones del aferramiento a un matrimonio arreglado, no tenían sentido. Puras falacias. Ahí estaba el amor. Shadow amaba a su esposo, no había duda.
Y quizás se estaba precipitando a lo peor, pero aún así, ¿eso no era lo mejor? Sabotaje con tal de no mentir, no agraviar y no incitar.
—Oye Shadow...—de aquella voz que casi siempre era feliz, brotaron murmullos tan de repente. Junto con suspiros sollozando tristeza sin hacerlo por los ojos.
Benavides permaneció agachado, revisando las uñas y sus manos. No tenía valor para volverlo a mirar pero aquello lo necesitaba decir ya. Ese hombre sabio, durante las noches; sin saberlo calmaba el alma del omega. Siempre llevaba consigo palabras correctas, ¿podría entonces ayudarlo?
—¿Qué pasa Sonic? —como fue de esperar, respondió amable sin saberse de algún tormento.
—¿Por qué alguien se enamoraría de otra persona a quien no puede tener a su lado?, ¿por qué pasan esas cosas? Hasta la fecha he oído de enamoramientos prohibidos y desconocidos. ¿Son un crímen?, ¿c-cómo harán esas personas para vivir en paz?
Inmediatamente el entrecejo del azabache dio a notar lo desconcertado de su pregunta, no porque le haya incomodado o enojado, sino porque nunca antes había pensado en eso. En los amantes ocultos no correspondidos. Poco analizó por qué Sonic hizo las preguntas para empezar.
Solo se concentró en responder ya que ese era su deber, al ser años mayor.
—Tranquilo —le sonrió —, nadie está en plena paz cuando existe la palabra amor de por medio. El egoísmo es un crímen, también la falta de empatía. Por eso la sociedad rechaza el engaño o cuando alguien acecha a una persona comprometida y es total consciente de eso. ¿Y por qué pasan esas cosas? Eso sí no lo sé, supongo que el amor lo es todo y complejo.
¿No se mordió la lengua Sonic al oír las palabras?
—Mmh~ —jadeó exhausto, después se sacudió un poco antes de volver a una sonrisa nítida —. Eso solo me confunde más y más. Parece que es mejor estar fascinado con el romance pero de lejitos. Me da mucho miedo sentir tanto; nunca se me ha dado solucionar problemas, ahora imagínate problemas amorosos, debería olvidarme de eso.
—No digas, entiendo tu sentir. Eres joven, nunca te has enamorado pero no rechaces lo que existe o podría llegar a ser. Sí, da miedo pero nos completa en este mundo. Casi lo respiramos los 365 días del año, es importante para todos. El amor es...
¿Tenía derecho para encandilado bramar poesía aficionada del amor?, ¿Era el indicado para instruir al omega? Titubeante percibió una sensación a mitad de la oración, así que pausado hizo caso. Fue como de esas veces donde uno presiente o siente la necesidad de buscar lo que te pellizcó.
Shadow volteó hacia Sonic y sin pensarlo o creerlo, se derritió a través del tiempo, quieto pero no desvanecido.
Mientras al saberse pasmados, Sonic dedicó la misma reacción, desbordando donde su pecho y las palabras que jamás diría las musitó muy adentro:
«En esta noche que ví tus ojos, pero realmente los reconocí, soy consciente que ya las estrellas o otros luceros me dan igual. ¿Por qué engañarme?, ¿por qué callarme? Te has convertido en todo lo que deseo, pese a quedarme pocos meses a tu lado.»
«Eres el único a quien quiero contemplar. Te sueño, eres el que calma mi alma cuando duermo. Me arrullas como si fuese un niño. Eres lo que siempre he soñado y probablemente el amor más apasionado que no se toca, no se dice palabras cariñosas, ni sabes que habita en tu casa.»
El señor Rosarios apaciguó dos ojos afilados, quedó en calma conectando de la misma forma que Sonic. ¿Todo ese tiempo había sido injustamente hermoso?, ¿no lo notó o ignoró? Se encontraba descabellado, quitado del aliento o poder apartar atención.
¿Por qué lo admiraba como si estuviera en la capilla rogando por algo?
Shadow perdió noción y en cambio, sintió que el pecho latía libre.
“¿Alguna vez te has enamorado?”
De verdad, ¿cuándo fue tan bello? Precioso. La nariz de pompón, mejillas coloradas, aroma que desprendía; tan exquisito como un chocolate para las penas. Algo iluminaba al muchacho, sí o sí, porque entonces no encontraría explicaciones a lo que estaba sintiendo.
«Sé perfecto que nunca te tendré Shadow Rosarios, pero me he enamorado del buen hombre que eres y no me importa. Siempre tendrás tu lugar en mi corazón, sin importar si es esto inmaduro u fugaz. Estoy agradecido de conocerte porque me enseñaste a quién debo amar... Y te amo Shadow. Al menos así lo siento.»
A mitad de las dudas constantes en su vida, el señor Rosarios dio por hecho hace tanto que cargaba alguna cosa muerta ahí dentro. Y la diferencia en este primer acontecimiento lo hizo caer dominado. No quiso pronunciar qué exactamente, mas no existían explicaciones aún, siquiera descripciones.
¿O es que estaba volviendo a nacer? Que de una manera lo que fue borroso renació. Le crecieron flores en el estómago y pecho. La forma embelesada de su mirar atisbó hipnosis. Jamás vio la sonrisa del cobalto, gestos y encantos como el milagro que nunca solicitó. Pasaron tantas circunstancias en cuestión de segundos.
El corazón expandió pero sin quebrarse. Temiendo de él, de las mil sensaciones que provocó haberse quedado inmerso en su divina existencia. Sembrado vida nueva en donde ya sentía agonía y disolviendo las tormentas con dicha voz.
Solo puedo decirte que las almas gemelas aventuran el mundo y aunque no saben qué pasará o que existe su complemento allá afuera, siempre iban a encontrarse. Porque son como imanes, lo externo a ellos se convierte irrelevante. Tal vez ambos combatieron para no conocerse años antes.
De alguna manera descabellada, el universo conectaba a la perfección una historia. Y cuando caen rendidos al destino dos personas que poco conocen el sentimiento; nace un nuevo amor.
Shadow tembló completamente estremecido, pestañeó para comprobar si fue verdad la luz que irradió el cobalto. En tanto meditó y meditó, supo que recordaba aquel tacto. De allí el peligro en una palabra llamada: Traición. Prefirió guardarlo, tomarlo como un nunca ocurrió.
Pero, dios bendito. Que bello, que bello, tan bello ¡Tan bonito! Hermoso el muñequito, pestañeando a su lado, la forma de moverse, y luego los labios ligeramente abiertos como la bienvenida que jamás tuvo o percibió en el antaño.
—B-Bueno lo importante de todo esto es que, no deberías matarte con esas ideas densas. El amor es lo que es y ya.
—Puede que tengas razón. —se acomodó bastante extrañado el menor. Halando de vez en cuando las púas y echándole vistazos al consternado azabache, quien después de aquello, se limitó a decir las calles que faltaban para llegar a descansar.
~***~
Cuando estacionó el carro, Shadow tragó saliva de lo consternado que quedó. Sonic por su parte alcanzó a echarle una miradita avergonzada antes de salir casi corriendo de allí. Solo así pudo discurrir todo. ¿Qué pasó?, ¡¿Qué pasó?!
Al menos su silencio guardaba sentimientos nuevos prohibidos. Cierto, tan de repente se sintió atraído por Sonic. ¿Significaba que ya estaba en celo? No, imposible. Rodó ambos ojos y decidió ayudar al menor con las provisiones. Sin embargo... Un violento latido lo cubrió y con las manos temblando cargó todo.
—Dejame algunas bolsas. Ya debes estar muy cansado. —musitó tímido el omega, desplazándose a su lado, inconsciente del estremecido alfa.
—N-No, esto no es nada. Menos mal que Silver aún no ha llegado.
¿Menos mal?
Lo que poco sabía el azabache sobre el amor hacía que se diera golpes mentales. Lamentaba reconocer casi nulo el sentimiento. Entonces mientras ayudaba a Sonic, volvió a rememorar cada variante de aquella fuerza incomprensible. No sabía, solo que sentía la bramante necesidad.
Amar puede ser una desesperante angustia, una pregunta suspensa y luminosa. Uno llega a querer saber de sí mismo y el temor al encontrarse. Justo como sintió, amar era reconstruir; porque nunca se es demasiado tarde.
—Shadow, espero que descanses bien. Ya te lo dije antes pero me hizo enormemente feliz haber salido. No sé si vaya a repetirse pero te prometo mi confidencialidad. Voy a esperar cuando gustes otra vez. —primero el omega se inclinó para ir sacando las verduras, carnes y otros artículos.
Ya era distinto, como que andaba alrededor del moreno, echándole miradas tersas repletas de enamoramiento. Shadow en vez de hablar se limitó a asentir, ¿Cómo explicar? Debería estar tenso tanteando el momento donde fuera a llegar su marido pero no podía alejarse. Además el cobalto se carcajeo del actuar tan nervioso en Rosarios.
—¿Estás bien?, ¿quieres un suéter? —preguntó dulce.
¡Ah sí! Amar es una insólita lujuria, una gula tan voraz y siempre desierta.
—Y-Yo, no sé, tu presencia de repente... Sonic, solo quería decirte que- —tragó lento, no sabiendo dónde mirar. ¿Por qué negarlo? Se centró firme, agrandando los rubíes antes de profundamente decir —. Con todo respeto, eres... ¡No, perdoname estoy siendo muy irracional esta noche! No me tomes en cuenta, ando hecho un revoltijo.
—Vaya que sí estás actuando un poco curiosito. Eso no importa, puedes decirme lo que necesites. Además sigue actuando así, no te sienta mal de vez en cuando.
Otra vez la cara despampanante, nublandole su moral y más. Porque amar es también cerrar los ojos dejando que el sueño invada cada parte del cuerpo. Navegar sin rumbo. Porque amar es al fin, una indolencia...
Desde ahí escucharon el sopetón en la puerta principal, Silver había llegado. No concibió porqué dolió ser presente del brillo marcharse donde los esmeraldas. Incluso Benavides apartó todo su ser abruptamente nervioso. Al alzarse lo saludaron con un beso corto.
—Que gusto estar contigo devuelta, pero quiero que me expliques; ¿qué es todo esto? —bueno, era extraño el buen carácter que no evitó fruncirse inquieto manoteando las mil cosas regadas en la mesa.
—Oh~ lo que pasa es que ya no teníamos comida en la casa, estaba preocupado pero felizmente traje todo lo necesario. Tuve un buen día al hacerlo. ¡De verdad! Lo haría otra vez.
Habló alto sin razón de esconder la calidez y su respuesta fue un erizo melocotón con ilusión brillando donde los luceros.
—¿Y por qué? Ya sabes que de eso me ocupo yo. Son cosas frívolas para alguien tan ocupado como tú. Mmh, pero bueno, si eso quieres. Aunque te digo, me parece absurdo. Sobretodo que Sonic te esté ayudando a acomodar.
Sonic agradeció el tiempo que pasó desapercibido, en esos momentos ya tenía al albino fulminandolo con un desdén insoportable.
—Mira lo tienes todo atareado, se ve moribundo —manoteó disgustado —. ¿Lo obligaste?, ¿a estás horas? Si que eres cruel.
—No Silver, él no se ve moribundo. —musitó irritado.
—Ah —titubeó incómodo —, no Silver, nada de eso, yo solo quería ayudar. Bajé por un vaso de agua y bueno...
—Bien pues no se diga más, necesito mostrarte algo —musitó alegre hacia su marido, ignorando al chico jovial. Palmeandole el hombro, volvió a juntar los labios —. Visité a tu madre y te mandó algunas cosas. Esperaré arriba en lo que terminas tus eh umgh, mandados.
Después de mal mirar las cosas volvió una sonrisa incitadora, cumpliendo lo antes dicho se marchó, entre los pasos estirándose débilmente hasta desaparecer. El silencio arribó desgraciado apretando los sentimientos en el omega. ¿Cuándo empezó a vomitar momentos amorosos de esos dos?
¡Eran celos! No tenía razón el descarado para tenerlos, solo así pudo tranquilizarse. Regresando a la realidad.
—Oye Shadow, si quieres puedes ir con Silver, yo voy quedarme-.
—Nada de eso Sonic, empezamos el día juntos y hay que terminarlo. ¿No te parece? Quiero estar aquí. Si me voy, ¿qué clase de hombre puedo llegar a ser? No soy ningún abusivo, es mi casa y esta debería ser mi labor.
«Me lo esperaba de ti.»
—Ay, te digo que eres bien exagerando.
~***~
Shadow francamente ya no era el mismo desde luego, no debido a aquel evento. Despidió a Sonic deseándole las buenas noches; como dos jóvenes movedizos. Ya venía siendo hora de parar y ponerse a pensar bien o confesarse pidiendo perdón. Sabía perfecto qué andaba mal.
Odiaría tener que darle la razón a Silver sobre su paso en falso hacia ceder. No porque Sonic lo estuviera seduciendo, eso jamás pensaría de él. Sino porque él podría aprovecharse, justificar y rascar el consuelo. ¿Por qué hacer eso? No era correcto. La duda que dejó Sonic, después llegaría a desenvolver o disipar.
No fue tan lejos, no se quedó ahí ni experimentó nada. Aunque sí reconoció que ese chico; era bellísimo.
El camino se hizo un laberinto interminable a cada paso cerca de su habitación, al otro lado aguarda una creciente indecisión y desamor. También apego, ruego, dependencia. ¿Se puede estar tranquilo un hombre que siempre siente de todo? Anduvo feliz, melancólico y en ese transcurso a la alcoba como que percibía malestar.
Daba un inmaduro coraje haber sido el hombre indeciso, el triste tan triste, el traicionero sin ningún destino. Se sentía una escoria y que "su vida" llevaba por nombre tempestad eterna. Quisiera en el pasado amar menos. Fue absurdamente soñador y por eso le pagaron de amor migajero, en vez del cariño feliz.
Terminó un esclavo de Soledad. Quisiera haber amado menos. Desprenderse y no ser él. Que cualquier divinidad le diera un chingadazo para quitarle lo cobarde, solo así salvaría su alma del fuego iracundo que vivía. Pero también el estómago pasaba a revolverse con el existencialismo.
¿Fue amado?, ¿Qué vida tenía?, ¿aún amaba? ¿Estaba allí por miedo a la soledad? Un millón de preguntas lo atormentaron, cuando menos esperó ya había girado la perilla.
—Ven aquí, mi amor...—dijo Silver enarcando alegría.
El moreno se paseó y primero cambió de ropa, solo así obedeció sentándose al borde, quedando inmóvil mirando a otro lado. ¿Aún conservaba ese derecho? Que triste hombre canalla.
—¿Qué te sucede? —lo oyó preocupado, luego acarició su espalda detenidamente, dándole, ¿amor?
—No te preocupes, solo estoy ansioso.
—Eso te buscaste al hacer las compras. De verdad no te comprendo. ¿Para qué fuiste a ese mercaducho? Tienes una extraña manera de divertirte.
—Olvidalo, ¿qué me ibas a mostrar?
—¿No vas a preguntar por tu mamá? —alzó una ceja sacando lentamente una bolsa y poniéndola en las manos de Shadow.
—Sabes que nosotros ya no somos cercanos. Pero agradezco y admiro tu amabilidad para ir a verla. Que ternura. Gracias Silver. —se inclinó para besarlo donde la mejilla. Volviendo a abrir la bolsa, encontrándose con algo que retorció el estómago y pensamiento.
Silver puso una cara inquieta pero por primera vez ilusionada. Apenado agachó la mirada, se acurrucó al lado de su esposo y comenzó a hablar.
—Ya había estado pensando, ves que yo te pedí el sueño de una familia pero ahora siento que es el camino indicado. Lo reconozco Shadow y lo quiero. —imploró mediante ojos cristalinos.
—Silver...—jadeó angustiado.
—Aunque nosotros no somos amor, p-podemos llegar a darlo, ¿no? No sé, supongo que sabremos qué es eso hasta que nazca nuestro hijo o nuestros hijos. Ahora solo necesito decirte que lo siento, lamento hacerte infeliz.
—¿Qué dices Silver? —apretando la ropita de bebé en una mano, acongojado sonrió lanzándose a acariciarle la mejilla, porque sentía que podía confiar en el cambio. Así borraría cualquier amenaza de separación, ¿al fin lo querían?
—Sé que te he roto el corazón más de una ocasión. Ya necesito que lo sepas. Yo no te amo Shadow..., no se puede amar tan profundamente. Para mí no funciona así, no lo hará. —negó culpable, suspirando desanimado.
Mientras que la alegría antes reflejada en el azabache, decayó ante palabras.
—¿Alguna vez me has preguntado qué quería hacer en mi vida? Yo hubiera soñado algo diferente pero escogí esto. Porque a pesar de todo; cumplí lo que quería. Un esposo maravilloso, mi carrera y ahora una familia. Cumplí con mi familia y la tuya.
Cada oración cohibía donde el pecho de Shadow, en esas circunstancias respetuoso apreció su manera de hablar. ¡Por fin! Y no estaba diciendo lo que habría satisfacido al azabache pero fue más importante sacarlo todo entre ellos.
—He elegido bien. Y te amo por eso; eres un hombre bueno, quiero vivir lo demás contigo, encontrar más motivos y seguir tachando todas mis metas. No hay un escenario donde somos amantes apasionados y nos amamos hasta quemarnos pero hay sentimientos. Una unión, una vida que hemos forjado. No podemos irnos, no hay ni un ingrato escenario donde nos divorciamos. Te pido que entiendas eso.
—¿Cómo es posible Silver?, n-no puedo entenderlo. ¿Quieres una familia conmigo sin amarme?, ¡¿Quieres seguir conmigo sin amarme?! —exclamó levantándose desesperado.
—Ya te dije que sí lo hago —refutó tenso —. Pero tú estás tan ensimismado en ti mismo que pides más y más. No puedo. Eso no significa que sea bueno separarnos Shadow, somos complementos el uno del otro. Si nos separamos, ¿qué nos va a quedar? Piensa por favor, piensa. —bufó hastiado.
—¿Entonces debemos estar juntos por conveniencia?, ¿por qué ya es demasiado tarde para volver a empezar? —preguntó cansino, demostrando en toda la cara horror.
—Shadow...—murmuró serio —. Siempre fue por conveniencia —, sin embargo, aún así pude quererte y te amo.
—¿Me amas, lo dices enserio? Aunque sea muy rara tu manera. —inconsciente fue vencido recostado a un lado para desde abajo admirarlo, triste, nauseabundo y dando la última humillación de su vida.
—Lo hago —aseveró sonriéndole —. Estoy emocionado por nuestra futura familia a tu lado, por siempre; como debe ser. Pero Shadow, ya debes estar cansado de volver a lo mismo y dejarlo. Aquí es donde todo debe quedar. Nuestras dudas y tu tormento. Ya basta de sufrir por una imaginación tuya de lo que es el amor.
—Yo siempre he estado seguro de quererte, por eso me esforcé. No quiero engaños, no quiero palabras artificiales. Necesito seguir a tu lado viéndote y adorandote con el amor siempre en medio. Si no, no puedo. Entiéndelo.
Silver meditó las palabras al mismo que su esposo imploraba tomándole las manos, mas nada ganó. El albino resopló asintiendo, entonces endureció de carácter y altivo amenazó.
—Sí, eso lo podemos hacer —se miraron severamente a los ojos —. Siempre y cuando me prometas no estorbar en el camino. Es mejor decirnos la verdad —carraspeó moviéndose de lado —, estoy seguro de que si yo llegara a estorbar; no dudarías echarme a un lado, por muy bueno que tú seas.
—No...no, no. —habló fuerte en un raspado brotandole de la garganta, negando lento, cerrando sus orbes volviendo a estar cerca del otro.
—Sí —canturreó molesto —. Lo harías, yo lo sé. Si no es así, no tienes voluntad como hombre, ni tienes nada.
—¡Pero si lo que importa es el amor! Es eso lo único que tenemos, es importante, lo es todo. —encaró preocupado.
—No —contestó seco —. Lo más importante de todo es ser alguien —expresó alzando la mirada, como si estuviera orgulloso observando el techo, ahí encontrara gloria con la imaginación —. Llegar al firmamento. Porque para el amor siempre habrá tiempo...
—Me da miedo el sufrimiento de tus sueños e ideales Silver. Es demasiado penar para los dos. Una absurdez. —reprochó sentándose al borde, ya con las ilusiones hechas trizas, colapsando adentro y repleto de lo mismo dicho, sufrimiento.
—Quizás más adelante, nos quedará el consuelo amable de haber sufrido por algo que valga la pena. ¿No crees?
—¿Y qué significo yo?, ¿dónde me quedó?, ¿Qué significado tiene mi existencia en tu vida? —desconsolado suspiró gris, desanimado, vil, un hombre vuelto olvido.
Sin pensar que Silver iría a abrazarlo, tocando como de repente a una reliquia, felizmente comprendido, acaramelado descansó la mejilla sobre el hombro derecho y ahí suavecito le dijo.
—Mi verdadero amor, mi secreto más hermoso. Y cada vez que vuelva, ambos nos daremos cuenta de eso. Que eres mi verdadero y único amor. ¿Quieres corresponder? ¿Quieres intentarlo?
Le susurró cerquita y aún así, Shadow no recuperó el aliento. Fue como robarle el alma entera a uno. Muerto, lo miró con desdén fulminante, negándose se levantó moroso antes de responder.
—No puedo sacarte de la duda ahora. Tengo una vergüenza enorme de mí mismo. Tú podrás vivir en la conveniencia pero yo aún no puedo concretar. No puedo —suavizó aprentando la prenda todavía, sintiendo vacío —. Yo no quiero ser un proyecto. Creo que merezco más, igual que cualquiera... Yo quiero todo del amor.
Dejando boquiabierto a su esposo, tomó una almohada sin brindar ni una mirada y cerró la puerta detrás suyo. Recordó que en uno de los muebles por donde pusieron la televisión, habían colchas. Así que intentando calmar la algarabía maldita y dolorosa preparó una cama improvisada.
Enumerando cosas, maquinó variantes consternadas, él iba recostandose y de sonido de ambientación sonaba el reloj por la cocina. Al fin un silencio duradero lo abrazó. De allí y viendo el techo, reprochó un montón de cosas.
¿Había sido otra vez infantil, visceral, qué sé yo? ¿Era egoísta? ¿Falso? ¿Mal hombre? ¿Avaricioso?
Ya más calmado se acurrucó como pudo y entendió mucho de su vida.
En plena oscuridad, el simbolismo de una vela apagándose perturbó sus sentimientos. Supuso que había estado sosteniendola aunque aquello quemó todos los dedos. No importaba cómo lo tratarán, había faltado al respecto tanto a Silver como Sonic. En uno esperó atento y Benavides quizás le llamaba porque fue el único que entregó lo que tanto había buscado. Atención. Cariño real.
Sí, era un egoísta apreciando la belleza de uno que pudo ser. Egoísta arrastrando a alguien conveniente hacia lo imposible. Se merecía miseria por obrar mal. ¡Por querer más y al mismo tiempo no saber!
Pero también estaba seguro que no quería morirse sin haber sido profundamente amado y valorado. Que el echar raíces fuera por amor. ¡Torpe, era un hombre enamorado de la palabra! ¡Enamorado del amor! De ello no se iba a disculpar.
Así que con todo el sufrimiento haciéndolo un vuelco ante diversos pensamientos, supo que tenía una nueva tarea.
Salir de ese lugar pero ya. No rodeos, no más vacilar. Algo tenía que accionar pero ya.
~***~
Muy temprano entre sueños alcanzó a oír el portazo de la puerta principal. Dando aviso a que el albino se marchó. Bueno, no esperaba recibir mimos, una disculpa. No esperó nada ya. Iba a durar un rato sin hablar hasta decidir qué haría.
Durmió otro poco, pero al rato los sonidos de los carros afuera, personas del fraccionamiento pasando y pajarillos cantando por ahí, hicieron que soñoliento abriera un poco sus rubíes. Estos se acostumbraron lentamente a la luz. Cansado bostezó, colocándose el antebrazo encima para taparse la cara.
Se quedó dormido nuevamente como consecuencia.
Absorto del omega que curioso bajó en bata, notando como Silver ya no estaba. Aliviado duró poco, cuando encontró al azabache durmiendo en la sala. Malicioso corrió directo a preparar el desayuno. Pese no entender razón para que el señor Rosarios durmiera en un sillón.
Así fue como Shadow despertó enteramente al olfatear cafecito justo humeando a su lado. Habiendo espabilado, la imágen primera de mañana:
—Buenos días Shadow. —sonrisa de oreja a oreja, tendió la taza, tomó el control y confianzudo buscó entre los canales algo interesante para ver.
¿Cómo podía haberse imaginado y describir? La luz que se alcanzó a colar de la ventana lo adornó. Pulcro tomaba su panecito de dulce y risueño volvía a echarle miraditas.
Shadow se escurrió en el sofá, riéndose mudo, solo expresándolo a base de muecas felices.
—Jumh, cachito de cielo...—susurró para sí mismo —. Buenos días Sonic. —dijo bastante ronco.
Adoró que no preguntara nada, de cierta manera, con Sonic todo tormento se volvía insignificante. Un escape. No, un refugio.
—¿Qué te gustaría ver? —concentrado, tenía las mejillas infladas por la comida.
—Lo que tú quieras. —sentado agarró la taza agradecido, guardándose sensibilidad que poco a poco iba acumulándose. ¿De qué serviría expresar tal tristeza? Prefirió hundirse en la mañana tierna.
—Creo que en el canal dos pasa Mario de todos los Querubines. ¿Lo has visto? —acercó el panecito desbordando emoción —. Es mi programa favorito.
—Entonces vamos a verlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top