El peñón de las ánimas.


Susurros del corazón.

Te cuento sobre esta pena que seguramente tú has pasado desde, digamos, tus primeros pasos a la responsabilidad consciente. Te canto a tu corazón herido, tu pecho cansado, si es que lo has pensado; hastiado de reconocer que no has vivido.

Sonic cargaba con el circundante miedo, rasgando las paredes de cerca, bramando, haciendo un bullicio inquietante.

No podía dormir a veces por sus sollozos, ya que vio su mundo no ser infinito, en realidad se dio cuenta que no vivía en uno. Estaba temeroso bajo el calvario flagelante de no saber y saberlo todo. Si bien aún no pasaba de los 30 años y estaba alejado, ¿qué había hecho?, ¿Qué hacía de su vida?

De no ser por aquel trabajo turbulento, hubiera continuado quieto.
Al menos ya había espiado sus demonios más tormentosos: sentirse inútil, depender de otros, sentir que presente o ausente, ni se vería la diferencia.

No obsoleto, no querido, no tomado. Sin estudios: ni amigos, sin amor, sin vivir durante tanto tiempo. Sin dinero, sin futuro y sin nada, allí dejó escapar su vida.

En la mañana recorriendo los pasillos de la casa, admiró los vestigios de vivencias emocionantes, fotografías con clara evidencia de por medio.

Esos dos enamorados, ya habían logrado todo, ¿no? Lo hicieron juntos y de la mano. Con el tiempo, él siguió pasmado, ignorante del mundo que lo rodeaba, no sabiendo lo que le gustaría hacer en el futuro, en qué se convertiría.

«Qué has hecho con tu vida. ¿Somos lo que en algún momento soñamos?, ¿qué soñaste?, ¿Soñaste?, ¿qué pasó con los planes que tenías?» Se preguntó: al espejo, a él mismo.

Introspección y evaluación.

Sin saber que lo que ocurrió fue haber caído en una crisis de suma importancia vital. ¿Por qué para los demás era fácil? No lo entendía y frustrado, titiritaba de miedo; con coraje, con pesimismo.

En algún tiempo sí pensó, o bueno, imaginó metas, los objetivos combinados con sueños. Mas siguió sintiendo que la vida lo rebasaba, ¡se estaba quedando atrás sin moverse!, sin hacer nada.

Así que, Vida, ella se alejaba morosa, ¿iba a dejarla?

«Pensé que poner música me iba a distraer pero me siento muy raro.» Pensó, no podiendo dejar su hilo de pensamientos durante mucho tiempo.

La respuesta es que no, y pese no evitarlo, caminó a sus espaldas, porque tal vez lo irreparable ya no iba a poder detenerlo, ni igualarlo a lo que en el antaño fue, pero sabía que quería quererse, tenía capacidad y solito podía salir adelante, a pesar de verse rebasado por la vida.

Se cantó, se miró directo, reconociendo que las cosas, en realidad eran pintorescas recientemente. Había adquirido un empleo, pagó la deuda de sus padres y los ayudó todo lo que le fue posible, así que pensar sobre impactos ansiosos, mezclados con miedo, no tenían sentido de hacer.

Cuando más estaba angustiado y atrapado por sus pensamientos, el corazón le susurró... Ay, qué bonito sintió. El embriagador olor a rosas llenas de rocío. Un ambiente inundado de calor, de presencia hermosa.

Instintivo, volteó y los orbes miraron con alivio a Shadow, este parado en el umbral de la puerta que daba a la cocina donde se encontraban. Cómo podía describir esos ruidosos murmullos.

«Tenía miedo y llegaste, me distrajiste, qué bueno. » tradujo entre el mar de pensamientos. «¿Por qué me siento tan feliz?, ¿por qué quiero llorar? Me duele el pecho, me duele todo.»

La bruma atrapó su cuerpo y únicamente pudo servir el desayuno, planeando olvidar el constante distraer de aquello y venidero.

Cuando dejó sus estudios, nunca le pasó por su mente, ansiar volver al pasado. En día, anhelaba irse a perderse allá donde las montañas.

Y aunque hacía días atrás pensó, —gracias al alfa —, agarrar los sueños que había tenido, el miedo expuso cosas desagradables, provocando otra metida de pata.

¿Era demasiado tarde para cumplir metas fantasmas? Ya no sabía qué anhelar, qué imaginar, qué haría después de separarse de esos alfas que lo acogieron.

Seguro continuaría en ese camino de penumbras que envolvió con tanto esmero; ese hueco que se volvió confort ciego durante tanto tiempo y del cual no gustaba. ¿De verdad eso era lo único que tenía planeado hacer el resto de su vida?

«¿Me está sonriendo demasiado, Shadow?, ¿podemos estar los dos así?, ¿Está bien?, ¿por qué sus ojos se ven cansados? Luce enfermo.»

Shadow, tomó una bocanada de chocolate sonriendo parsimonioso al omega y prosiguió de aquella voz apacible y varonil, ya característica en él.

—Porque esas cascadas tienen muchas cosas en común contigo. Para empezar: brillan y nunca paran de sonar, pero no es un sonido estruendoso. Es sereno. El agua que fluye tiene tu color y estoy seguro que las piedras que hay por ahí, de esas que la gente se encuentra, son las mismas que tus ojos, esmeraldas o jades. No lo sé, solo me pareces tan fantastico como una... Y vaya que las cascadas son fascinantes.

«¿Qué?...»

—¿Te sirvo más chocolate?

—Sí, por favor, ¡está delicioso!

Se sentía un demente, tan fuera de lugar y frustrado; pero es que la razón estaba allí, frente a él. Aquel que se preocupó por unas simples flores, pasó por la lluvia, tomó tiempo de escucharlo, conocerlo y acompañarlo, parecia notar un montón de cosas que nadie más haría en su sano juicio.

Era suficiente para terminar con tan escasa cordura.

—¿Qué? ¿Qué pasa Sonic? —preguntó el alfa angustiado. Tal vez porque lo encontró pasmado luego de servirle más chocolate medio tibio.

—Es que estoy preocupado, luces decaído, ¿te sientes bien?

Mentira, estaba conmocionado porque todo se reunió instantáneamente y no podía evitar sentirse tan bien. Percibiendo esas mariposas monarcas llenarle, también un escalofrío inquietante pero ameno.

Iba a decirle con honestidad sus penas, penas que en boca no estaban a gusto, se dispuso a adularlo, agradecer su amistad, correr con tan poquito, pero para él era un mundo nuevo de amabilidad tras caridad.

No sabía que ese gustito inocente crecía entre más pensaba en él. Dichos ojos profundos: la piel morena, olor, movimientos, voz, personalidad, risa, etcétera; todo eso se le hacía inalcanzable, o algo más allá de la admiración.

—Si te digo la verdad, atrapé una gripa. Ya fuí al doctor; no te preocupes, no es grave lo que tengo. De hecho... —apenado lo vió ponerse de pie —. Ya tengo que irme a trabajar. ¡Ah, pero te ayudo a limpiar antes!

—¡¿Pretendes irte a trabajar enfermo?! ¡No, Shadow! ¡¿Cómo se te ocurre?! —amenazó colocando un puchero sobre labios.

—Tranquilo, me hará sentir peor estar sin hacer nada. No va a pasar algo malo si voy para allá.

—Shadow, ¡no eches en saco roto lo que se te dice! De seguro tu doctor dijo que reposaras. Con un día que no vayas a trabajar estarás mejor.

—Sonic, calma, en serio estoy bien.

—No y no. Mi madrecita chula suele decir que en esta vida solo hay dos cosas importantes: La felicidad y la salud. Necesitas recuperarte; así sea una simple gripa.

—¿Lo dices en serio? "Es una gripe" no es tan malo. —sonrió enarcando una atrevida ceja que de inmediato afectó los sentidos del azulino.

—Ahh~ te doy risa. —expresó sarcástico cruzando ambos brazos con notorio desacuerdo.

—Dudo que me detengas. —resopló simplón.

—Pues está bien, entonces ve a enfermarte más, ¡pero ni vengas de chillón cuando te sientas mal! —divirtiendose ante la extraña complicidad e intercambios de gestos, Sonic continuó algunas jugarretas. “Indignado" pintó su rayita, si saben a lo que me refiero.

—Uhh, con que esas tenemos, muy bien. Me voy —rieron al unísono —. ¿Así de plano? —preguntó juguetón.

—Así de plano. —asintió siendo muy malo tratando de actuar enfadado, porque ante los ojos rubíes, las caras que hacía eran una ternura.

—Dios, verte enojado ya me está haciendo cambiar de parecer —siseó risueño —, ¿qué hay con esa nariz arrugada?, ¿De verdad estás enojado?

—Mmmh —gruñó desviando la mirada.

—A ver, otra vez.

—Ya vete. Si tanto querías irte pues ya, órale.

«Obviamente no te vayas...»

—A ver, haz la cara otra vez. Eso~ —carcajeó al verlo poner una cara fingida llena de "furia".

—¿Me vi muy feo? Hasta se te quitó lo enfermo. —cuestionó avergonzado pero compartiendo la felicidad.

—No, para nada, tú no eres feo, ni lo serías si eso quisieras. Tan solo me convenciste, voy a descansar por hoy. —enternecido recargó la cabeza encima del brazo, desde allí observó al cobalto, todo un devoto cegado por necedad de un amor lleno de tortura.

Sonic revoloteó entre cielos y ensueños. Aquella frase sutil, la gentileza en su mirada. Eso rebotaba por doquier dentro del omega. «Tú no eres feo.» Se convenció de ello gracias a Shadow. Poco tenía noción del acontecimiento pasando frente a sus ojitos y corazón palpitando.

—¿Tan fácil eres de convencer?—dijo el omega.

—Es que me descoloca que te preocupes por mí, no me siento merecedor y jamás había recibido una mirada de pompón como esa.

—Mientras pueda evitar que te pase algo, estaré para ayudarte. Sé lo que es enfermarte y querer ser acurrucado. Mi papá me consentía mucho, creo que es lo mejor, no importa si eres más adulto. ¡Y claro que lo mereces! Uhhh~, espérate, el caldo de pollo que te voy a hacer, sirve como remedio cien por ciento efectivo.

—No puedo esperar para probarlo. ¡Entonces! ¿Vas a consentirme? —Shadow siguió por donde se movía.

—Pues...pues, sí, ¿no? Ay, no te hagas el presumido conmigo.

—No lo soy. —aunque ver al moreno con esa cara soberbia lo hizo sentir absurdo.

—Cambiate de cara. —Sonic amenazó.

—¡No puedo!

—Entonces deja de reírte de mí.

—Luego. ¿Qué pasará con esa cara otra vez enojada?, ¿quieres que me vaya de mi propia cocina? —alzó la voz orgulloso.

—¿No que estabas enfermo? Vete, vete. Ushcale. ¡Y sí, vete, ve a recostarte!

—¡Está bien!, ya voy, ¡ya voy! —guardó silencio unos segundos y él admiró con fatigada expresión, apañada por tal perfección —. Nos vemos en un momento.

—¡Sueña con los angelitos! —le siguió con tanta admiración hasta que la silueta del alfa desapareció de la brillante mirada. Y era sorprendente como aquel simulaba ser un farol en una oscuridad que le envolvía eternamente, dándole confort ante un miedo que no creyó que sentiría con semejante intensidad.

¿Por qué seguía sonriendo? Siquiera estaba allí, no podía apreciar en él tan tremenda alegría, mucho menos burlarse de una ilusión sin sentido. ¿A caso no comprendía que ese, quien le calentaba el corazón, ya tenía a quien iluminarle la vida?

¿Por qué tomó el disparatado atisbo de debatir sobre ellos? Quiso hacerse a la idea que nada estaba pasando.

Bajó el rostro y se encaminó hasta el refrigerador, perdiéndose en la comida que se almacenaba al interior; ¿Cómo se sentiría compartir lo que ellos dos tenían? Sus sonrisas parecían encajar a la perfección, igual que miradas; estaban hechos el uno para el otro.

Tan perfectos. Tan capaces. Cerró la puerta de la nevera y apoyó las dos manos en el asa de la puerta. ¿La perfección era necesaria para lograr algo tan lindo? Él no era perfecto y estaba lejos de serlo, en realidad, parecía no tener ningún talento especial que le volviera relevante.

Sabía cocinar, al menos con eso podía complacer, o tal vez eso quiso creer. Revolviendo sus puas, corrió por la cocina poniendo manos a la obra. Ojalá pudiera dejar de sonreír y después culparse.

¿Qué estaba pasando?, ¿por qué sus manos temblaban al enjuagar las verduras? Bendito que un sonidillo por ahí lo hizo volver en sí. Secando las manos con un trapo, buscó con la mirada y encontró el culpable.

Al parecer Shadow olvidó llevarse el teléfono. Con motivo de dárselo agarró este, mas la pantalla dejó ver un mensaje de un tal Scourge.

Lo estaban buscando del trabajo, así que Sonic no quiso darle importancia. Shadow necesitaba mejorar y descansar, por lo que, volvió a colocarlo sobre la mesa.

Sonriente desplazaba todo el cuerpo, sin pensar mucho sobre las consecuencias, algo dentro estaba haciéndolo sentirse perteneciente, colmandolo de paz y era impresionante. ¿De dónde venía la sensación?

Solo podía asegurar que percibía correcto estar allí, debido a ello no podía desanimarse tan rápido. Además, no necesitaba encontrar a su par, porque quizás llegaría el día en que compartiría la vida con alguien. Entonces claro que tendrían desayunos juntos, una casa, flores y degustaciones.

Pero, ¿por qué ponía triste notar las fotografías del matrimonio estar plasmadas por casi todas las paredes de la casa? Eso, claramente no venía siendo normal.

~* * *~

Las tres de la tarde marcaron en el reloj colgando en la cocina, Sonic apreció el plato hondo de barro, estaba humeando y olía muy rico.

Colocó cilantro picado, también limón. Se tomó la libertad de preparar té de Hierbabuena con miel; el perfecto remedio casero. De una forma dulce agradecía a su madre, no lo habría logrado sin su enseñanza.

Orgulloso del panorama frente a los ojitos felices, hizo medias lunas con ellos y dispuso a limitar la espera. No cuestionó por qué necesitaba cuidarlo y tenerle atenciones. Sabía en el interior que quería hacerlo, sin esperar recibir algo a cambio.

De repente sintió que estaba actuando nervioso al ver la puerta de madera pulida cerrada. Pensó sobre esos esposos cuando entraban a su habitación y él jamás se había metido, sólo una que otra vez se asomó.

Tocó tres veces, Shadow de inmediato le dijo que se pasara. Ya adentro observó los alrededores, pero unos ojos encontraron en un segundo al azabache enfermo, yaciendo mirándolo encarecidamente.

Sonic movió la cola y orejas, no soportó pensar que esas joyas,  quizás miraban su presencia con ternura.

—¿Puedo ser más afortunado? El mismísimo Cheff Benavides, ¿me preparó? —enarcó una ceja pretencioso.

—Ya quisieras. Primero: Se dice gracias. Segundo: Hice caldito de pollo. Ni la virgen de los remedios te va a sanar como yo mero puedo hacerlo con esta maravilla.

Sonic se paseó confianzudo, enalteciendose, él le sonrió. Moroso miró al alfa extender su mano hacia, ¿la suya? No lo pensó mucho, tan rápido como dejó la charola de comida y bebida calientes, se sentó poco distanciado, tomando esta.

Angustiado se quedó con las preguntas sobre el estado, lo escuchó reírse bajo y pausado. La mano tibia despojó lento el tacto entre ellos, pero Sonic no pensaba en otra cosa que no fuera aquella voz tan apacible y cautivadora, que hasta la saliva le hizo pasar. ¿Por qué?

—Iba a ayudarte con eso. —dijo cálido,  para que no se sintiera apenado, Sonic se rio y pasó a levantarse.

—¿Ya te tomaste tus medicamentos? —preguntó a modo de pasar sobre esa pequeña situación curiosa, el omega veía un lado y luego otro.

—Sí, muchas gracias.

Shadow se sentó al borde de la cama, palmeó el costado, atisbando para compartir aquel momento, obviamente atendió e inclusive, le acercó el remedio.

—¿Y esto? —inquirió oliendo la bebida.

—Tú tómatelo, ¿confías en mis remedios o no? Te hará muy bien. —jadeó emocionado al verlo beber sin chistar.

—Esto tiene miel, tu favorita. —le miró carismático. De pronto se enfocó sobre las manos y dedos, así que después de tomarlo, agarró pausado una mano del cobalto, observandola con detenimiento.

El Omega no lo entendía, la colita estaba agitada y atender que este hombre lucía encantador tocándole las uñas: ¡Casi le da un paro cardíaco!

—Es un alivio que desde ese día ya no te hayas cortado, jummh.~ —le soltó volviendo a lo suyo, sin saber que había dejado al chico repleto de emociones que no podía gritar.

¿Pero por qué?

—¿Qué pasa contigo? Siento que estás callado y de repente, los dos estamos silenciosos.

—Me siento apenado de que hayas preparado esto. En serio lo aprecio. Normalmente no hacemos estas cosas, y no conocía algo parecido. Me hace sentir extraño. —expresó el moreno.

—Yo solo quiero que te mejores lo más pronto posible. Además, siento que es lo único que puedo hacer por ti.

—Haces demasiado. Te agradezco, ahora vamos a probarlo, sé que será fantástico.

¡No lo sabía! Verlo tomar una cucharada, la sonrisa gigante acompañada de una exhalación repleta de gusto, hechizó sentidos. Luego de darse cuenta giró los ojos y nervioso palmeó las rodillas. Shadow comía bastante concentrado, entre algunas acciones, alcanzó a hablar con él.

—Está delicioso, ahh~ siento que mi garganta y nariz vuelven a la vida. ¡Oh! —recordó —. Traje unas paletas de miel para ti. Están en mi saco, puedes tomarlas con confianza. Me encargaré de compensar esto. ¿Qué te gustaría?

«Traje unas paletas para ti»

Estaba mal y lo supo cuando corrió contento a agarrarlas. Allí alcanzó a oler su aroma impregnado, no solo en la ropa, la habitación olía y sabiendo de ello, se percibía pequeño, al igual que  desorientado.

—¿Qué me gustaría? —dijo alegre —. En realidad nada, esto yo no lo hago para que me compenses.

—¿Quieres hacerme perder otra apuesta? Tú pide lo que quieras.

—Bueno, en ese caso solo quisiera que charlemos. Cuéntame tu vida ¡Y también me gustaría usar tu grabadora de allí! —no tardó en hacerle saber al señalar aquel aparato arrumbado sobre un mueble.

—Por supuesto, pero me temo que no tenemos discos, solo fue un obsequio de unos amigos. Silver no es fan del ruido en casa.

—¿Y qué música te gusta a ti? —el pequeño omega se balanceó entusiasmado, pues las reacciones del otro lo hacían sentir en paz. Quizás finalmente era comprendido o correspondido en algo.

—Creo que de todo —dudó —, no estoy seguro; escuchaba la música que a mi madre le gustaba. Soy más de ir a conciertos.

—Voy a enseñarte la verdadera música —malicioso, se fugo rápidamente dejando a un descolocado azabache. Los sonidos al lado se escucharon mientras terminaba el caldo y Sonic volvió con un disco entre manos —. Mi disco favorito, un regalo de mis padres cuando cumplí catorce años. — dejó echarle un ojo a tremenda reliquia que consideraba Sonic, al mismo tiempo que preparaba la grabadora.

—¿El Diablito? —escuchó decir a Shadow, extrañado no paró de mirar el contenido del cd bien cuidado.

Volvió a tomarlo y energético puso el disco a sonar, apretando la pista número siete. Cuando empezó a emitirse se le enchinó la piel, estaba feliz porque nunca había compartido ese lado íntimo suyo con nadie.

El hecho de que Shadow escuchara sin reproche sus gustos; se le tornaba cálido y lindo. Entonces los ojos voltearon a verlo y él se encontraba disfrutando la melodía, pudieron haberse fundido desde la distancia.

Otra vez el revuelo donde la panza, no pudo seguir el contacto visual, tan solo se paseó al otro lado, acostándose tímido en la suave cama. Cabe mencionar la diferencia de esa cómoda a la suya. No sabía si Silver le eligió un pésimo colchón a propósito.

—¿Qué te parece? —preguntó agachando las orejas, apenado, cohibiendose y jugando con los dedos.

𝄞 Hay veces que no dejo de soñarte. De acariciarte hasta que ya no pueda...𝄞

—Que voy a robarte ese disco. Necesito escucharlo mientras manejo al trabajo y eres el culpable. Me gusta, gracias. —Sonic lo contempló acostarse y cerrar los ojos, como si genuinamente disfrutara todo del momento.

—Juralo. —desde abajo exigió, poniendo la ilusión no solo en el tono serio, sino también en sus luceros esmeralda. Para él, ¿era importante saber la respuesta?

—Lo juro. Y ahora tendrás que aguantarte porque vamos a escucharlo completo.

El chico lindo, esbozó una gran sonrisa y se quedaron mirando al techo. No necesitaron decir nada. A veces el menor se asomaba para encontrarlo apreciando las melodías. Por primera vez estaba cómodo con alguien. ¡Era fantástico!

Dieron las cinco y Sonic continuaba preguntando o contándole otras cosas. Hasta se había olvidado de todo a alrededor, porque agradarle al mayor era adictivo de buena manera. Estaba emocionado, nunca tuvo un amigo como ese buen hombre.

—¿Y cómo fue tu infancia? —sonrió curioso, dejándose caer en el suave colchón. La música sonaba bajito y el azabache miraba atento cada acción del otro. A base de un suspiro ameno, habló sin arrepentirse de a quién se lo contaba.

—Pues, el padre de mi madre fue un comandante, él pasó a ser jefe de gobierno apenas con veinticinco años, de ahí la razón de ser acomodados. Tuvo a cinco hijos pero no conocí a ninguno, dos murieron y los otros se desapartaron de la familia. Mi madre nunca nos habló de ellos. Cuando era pequeño, mientras el abuelo Vizenzo; así era como se llamaba, Vizenzo Rosarios. Él siempre se mostró cariñoso con mi madre, la adoraba, creo que por ser su mayor orgullo.

—¿Y cómo era ella? —Sonic de a poco se acurrucó a un lado, perdiéndose con calma.

—La Señora Rosarios fue una mujer libre y respetada. Estudió en los mejores colegios y mi abuelo se encargó de llenarle con lujos, además de todas las artes posibles. Como verás, ella puede sonar admirable. Ahora es empresaria, tiene dinero puesto en acciones y proyectos —resopló reacio —. Se casó con mi padre a los veintiun años y tuvo ocho hijos.

—¡No puede ser! ¿Tuvieron ocho?, ¿tienes siete hermanos? —¿Cómo tantos hijos? Se preguntó el espantado erizo azul.

—Sí, pero no es tan amistoso como crees. No somos una familia excepcional ni unida. Conozco muy poco a mis hermanos. Es difícil de entenderlo, ni yo pude comprender por qué crecí en un lugar así. Sí recuerdo sus besos y cariños. Sé perfectamente bien que soy su hijo más querido y favorito. Ella me dijo hace unos años que soy el único hijo deseado.

—¿Por qué? —expandió los ojos asombrado.

—A ella la emparejaron con el hijo de la familia López Pérez y ellos son dueños de una línea hotelera que está en las costas de Nayarit. Ahora se han metido por otras tantas playas y balnearios. Sin embargo, ese señor con quien la casaron no es mi padre, tampoco mis hermanos son sus hijos. Supongo que es porque pudo disfrutar mi crianza a todo esplendor. Eso seguramente la llevó a quererme.

—¡¿Qué?! —saltó el azulino, sentándose impactado por la historia.

—Se me estaba olvidando este grandísimo detalle que existe en nuestra familia. Sucede que todo el linaje familiar está compuesto por alfas.

—Y los alfas no pueden...—acompletó Sonic, muy consciente de entenderlo al instante.

—Exacto. Digamos que mi madre en su juventud, conoció a un omega. Él es su verdadero amante hace años. El abuelo no dijo nada sobre dicha unión, pero para prevalecer el estatus de la familia; la casaron con el señor López Pérez. Según escuché, ellos mantienen su matrimonio en privado pero jamás he conocido al omega. Incluso se me hace extraño llamarlo padre, nunca lo he visto.

—Dios mío Shadow...—el Omega no pudo evitar tapar un jadeo con ayuda de una mano, pues la conmoción era tal que la piel se le puso chinita.

—Luego al cumplir los diecisiete años, conocí a Silver —sonrió melancólico ante la añoranza de aquellos días —. Ya sabía que mi madre estaba planificando mi unión para continuar con la asquerosa "tradición" y linaje, sin embargo... A veces las circunstancias son diferentes a lo que creemos que enfrentaremos y todo fluye. Fue amor a primera vista, inmaduro, repleto de idiotez juvenil. ¿Tonto, no?

—No, no lo es. Creo que debió ser hermoso.

—Lo fue —suspiró cansado recargandose en la mano —. Pensé que era correcto y quería conocerlo lo más pronto posible. Estamos hablando de que ansiaba poder gustarle de la misma forma. Los dos éramos inexpertos. Recuerdo haber encontrado tantas razones para quererlo. Fue por él que no dije nada para impedir ese casamiento. Ya después nos casamos cuando llegó el momento y todo fue bueno. No lo sé. En aquel tiempo yo imaginaba una vida muy diferente, era joven. Ahora me pregunto si quizás me equivoqué en alguna parte.

—¿Por qué lo dices?

—¡Oh, no!, no es nada —expresó nervioso, pero esa mueca insegura se convirtió en una mirada que ante los luceros de Sonic, fue difícil de contemplar —. No estamos pasando por buen momento como pareja. Pero aquí estamos y vamos a arreglarlo, lo superaremos. No hablemos de eso, mejor centremonos en ti. ¿Algo qué contar? —de repente volvió aquella sonrisa vivaz.

Empezó a dolerle no poder preguntar, pues en sus sentidos sabía que algo no andaba bien. Era mejor ayudarle a no cultivar más agobio, así que cambió de tema.

Por mucho que quisiese ayudarlo, Sonic sabía que existían cosas y circunstancias donde no se le permitía pasar. Aparentó bastante fluido. De a poco ya estaba hablando sobre las costumbres en su familia.

Por unos segundos se dedicó a mirarlo prolijo. El moreno con el antebrazo y desde alto miraba los deditos juguetear sin sentido. Mas Sonic, bien pudo parar y marcharse de ahí. Se quedó, porque Shadow lo miró con tanta atención que no pudo moverse en adelante.

Con decirte que de tanto contarle, palpando oídos de suaves gestos y emoción vital a tope, Sonic poco a poco fue quedándose dormido. Sin saber que el alfa fue expectante de cada segundo ante el caer en sueño.

Le hizo gracia pensar sobre el erizo cobalto, que no era diferente de un niño con energía, uno que se quedó dormidito al lado. Y cuando tuvo pensado pararse para llevarlo a su cuarto, por las fosas nasales, llegó un intenso olor como a piloncillo.

Impactado, se acercó al durmiente, ya que algo en ese aroma llamaba, hizo un vibrar donde el pecho. Extrañado por el suceso se quedó mirando de lejitos.

La respiración era pausada y no roncaba el chiquillo. Desde donde estaba, pudo notar que pestañas tan bellas poseía, mejillas de aspecto terso y apretujable. Es lindo, pensó el hombre, quien acompañaba en camino al sueño, hasta que pasó y se quedó dormido.

Total. Pasarón las horas, los suspiros, y dadas las ocho, el menor fue primero en despertarse. Se incorporó cegado por la luz amarillenta de la alcoba y sabiendo que la música sonaba bastante bajito. Observó bien, volteó y sintió el corazón acongojarse al verlo dormido.

Shadow estaba descansando, ¿Y cómo alguien se puede dormir con una sonrisa tan perfecta? Sonic, suspiró entrecerrando sus ojos y apachurrando ambos labios.

Alcanzó a vislumbrar el reloj en la mano, percatándose que ya casi llegaría Silver. Entonces se acostó nuevamente, porque allí estaba calientito y podía oler otro aroma.

Cada vez que lo veía, sus ojitos brillaban. Cada vez que escuchaba los casi audibles ronquidos, algo adentro brincaba bonito. No supo en qué momento sonreía embobado, queriendo acercarse, deseando quedarse.

—Hasta dormido se ve guapísimo. —murmuró para él y las cosas cobraron sentido.

¿Qué era exactamente lo que estaba sintiendo? Eso no podía llamarlo amistad, porque en ese momento se apretaba los labios como queriendo algo más. Sorprendido se alejó.

Casi corrió. Agarró los trastes, le apagó la luz y huyó con la culpa, soplando la punta de la lengua y un vómito colándose amargando un momento de dulzura.

¿Acaso el alfa le gustaba?

No, eso no. Era un error, ¡un grave error! Pero...al mismo rato, no evitaba reírse tímido y dejarse llevar por una inocente emoción. Sonic jamás se había enamorado o gustado de nadie.

Ya saben que el chico era de aquellos aficionados al romance, la pasión y los finales felices. ¿Qué era eso donde el corazón?

¿Por qué seguía sonriendo?

¿Por qué deseó abrazarlo mientras dormía?

¿Por qué le parecía cada vez más encantador y atrayente?

~* * *~

Sonic bajó los platos al fregadero y allí reflexionó todo lo que había pasado con Shadow. Aún le quedaban preguntas sin responder.

No conocía la respuesta del gusto por él, pues eso que sintió probablemente se debía a un acto inmaduro. Jamás, se había quedado embobado por alguien, ni enamorado.

No, no podía llamarlo amor y aunque fuese eso, estaba mal. ¿Qué clase de persona sería? De solo pensarlo percibía el asco por sí mismo. Nah, quizás estaba confundido. El celo estaba a unos dos meses y...

¡Eso no podía ser comprobado o posible!, se confundió y ya. Así que se repetió: Somos amigos, él es un buen amigo.

Además, se presentaron cosas más importantes que eso. ¿En qué se había equivocado Shadow?

No hacía falta recalcar su fama de chismoso, pero las sospechas: de aquellas cosas que escuchó y vio. Ellos podrían estar pasando por una etapa difícil en el matrimonio.

Quizás fue por eso que lo contrataron. Hacer una familia o dar pasos precipitados da resultados, no favorables todo el tiempo pero algo causa. Y viendolo de ese modo, Sonic bufó inquieto de tanto pensar.

¿En qué se equivocó Shadow?

Esa pregunta taladraba donde la mente, sobre todo al haberle tomado aprecio. Nadie querría ver los ojos de su amigo tristes. Para empezar, no entendía a Silver; por más y más que trataba de hacerlo.

¿Quién deja a su pareja en soledad cuando enferma? Sonic jamás podría. Y ni siquiera le había llamado a Shadow, ni mostraba signos que le importara.

¿Por qué?, ¿por qué lo trataba como cualquier cosa? Cuando, ante ojos de Sonic, Shadow era único...

Enfurruñado volteó a ver los retratos colgados, preguntándose la razón que en día empezara a sentir enojo por ese alfa albino. ¿Por qué?, ¿qué era lo que quería Silver?, ¿Por qué ese pobre diablillo, nunca parecía contento con nada?

Y sin darse cuenta una voz sonó detrás suyo.

—Te estoy hablando, Sonic. —hablando del rey de Roma. Silver gritó hastiado. Tomando cuenta que había llegado hace poco y apenas lo notó.

—Disculpa, no te escuché a la primera. Hola Silver, ¿qué necesitas?, ¿Está todo bien? —volteó observando a este de forma prolija, notando casi inmediato que este traía afianzado el teléfono de Shadow.

—¿Por qué está esto aquí? —tajante alzó el aparato.

Estaba enojado, estaba más que enojado, lo veía en su expresión facial. Para colmo, Sonic no logró contestar nada. ¿Qué pasaría si le decía que lo dejó ahí a propósito y por eso Shadow no pudo contestar mensajes ni llamadas?, ¿qué haría?, ¿Qué iba a decirle? Silver continuó mirándolo poco paciente y de seño irritado.

—¿Estás sordo? Te estoy preguntando que si tú sabes qué hace esto aquí.

¿Qué iba a hacer?, ¿Qué iba a decir?...

¿Me perdonan por traerlo tan tarde?

Sorry!!!!!😭

Espero les guste, y si no, aquí pueden quejarse, no hay pex.

Les agradezco seguir aquí.

Me gusta leer sus comentarios.

Espero continuar, espero terminar este historia en breve pero es difícil, estos dos son complicados y bonitos. Además, ¡Esto se está poniendo más emocionante!

¡Ya nos estamos acercando!

Nos vemos el próximo, yo espero que muy pronto.

Gracias Fantasmines ❤️💞💕

Y si de algo sirve. Sonic acaba de enamorarse/encularse, en este sagrado capítulo. ¡Bam!💞💞💞

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