El murmullo de las abejas.


Sonic yacía suspirando hondo y apacible, las manos reposando en el vientre como si fuese un bello durmiente. Una pintura digna de contemplarse, con pómulos finitos y sonrosos, sonriendo cómodo. La sensación de estar, era como un atardecer sin ser buenas tardes. La noche cubría con un manto repleto de estrellas y la ventisca colándose por la ventana, hizo pasar un sonidillo que poco a poco embriagó donde el pecho que subía y bajaba lento.

𝄞 Despierta dulce amor de mi vida 𝄞

Abrió perezoso esos ojos color jade, guiado, reconociendo un, no, cuatro instrumentos tocándose afuera, por la calle. Sonaban dos guitarras, chelo y violín. Cualquiera pudo haberse abrumado o enrabiado. ¿Quién tocaría a altas horas de la noche? Los borrachos o locos.

𝄞 Despierta si te encuentras dormido 𝄞

Sin embargo, Sonic acrecentó aquella felicidad que percibía dominandole el cuerpo adormecido. Algunos cantaban, lo llevaban bien. Como fue de esperar, se levantó yendo muy fisgón hacia el balcón, asomó, bastante cuidadoso para poder chismear a gusto.

Descubrió que esos músicos estaban bajo la casa, esperando que se abrieran las puertas; porque cantaban por él. Anonadado y todavía incrédulo, quitó las cortinas presuroso, los luceros de sus ojos titilaron cual chispitas. Abrió el alma, salió y contempló a Shadow...

𝄞 Escucha mi voz vibrar bajo tu ventana...
En esta canción te vengo a entregar el alma 𝄞

Estaba ahí, tan perfecto y tan ajeno. El corazón latió hasta casi quedarse sin ganas. No lo podía creer. Impávido, colocó ambas manos sobre la boca. El moreno cargaba consigo un ramo mediano de margaritas rosas y aunque no cantaba como los músicos, murmuraba la melodía, teniendo esos rubíes posados en Sonic.

Jamás los había visto así: amorosos, enternecidos, vehementemente cautivados, arrugandose e implorando una caricia, cualquier abrazo o reclamo. El joven omega, se colocó ante la orilla, mirándole. Todito atolondrado, no paró de sonreír y pensó que las lágrimas se iban a desbordar. Estaba conmocionado.

De pronto, la luz amarilla del farol empezó a iluminar la silueta del azabache, este bajó vago aquel ramo. Hubo un silencio, al mismo tiempo la melodía que tocaban los otros se hizo más difícil de escuchar. Quizás Sonic entró en un trance sin salida, pero Shadow lo acompañaba fielmente.

El omega sintió una sensación que jamás en su vida había experimentado. No temía, no maquinaba. Nada. Cerca y lejos se sentían. Luego, a los lados inundó oscuridad pero te recuerdo, estos dos no tenían miedo.

Allí, la voz profunda del alfa comenzó a dedicarle ciertas palabras.

—Junta tu rostro mojado con el mío, (la tristeza que cargas en ti). Nunca me quites ese embrujo tuyo. Sonic, házme creer que todo es verdad. Somos sombras en tiempos perdidos. Hemos mordido historias humanas que nunca han sido comprendidas. Junta tu monstruo dolido con el mío, (somos casi iguales, estamos tirados en el suelo). Aunque no puedas... Aunque, quizás duela...

Sonic con pena recorriendole en boca, exhaló cansino. Aún si el pecho latía, si sus mejillas sonrojadas clamando estar contentas de enamorarse. Respondió inconsiso, temblando haciendo que Shadow tirase ese precioso ramo y varias florecillas murieran en el frío asfalto.

—De una vez deberías detestarme y guardarme rencor. Estoy seguro que comenzando a conocerme más; te voy a decepcionar. Te haré doler, ódiame ahora. ¿Qué haces?, ¿qué es esto, qué está pasando? —nervioso, corría directo al pánico, dejando brotar los temores, inseguridades y un dolor en el estómago quemar  —. Alejate de mí y escondete. Porque cuando estés lejos, tal vez así verás que nada vas a perder.

—¿Por qué dices eso? Yo estoy contigo. —dijo Shadow.

—Tú no estás conmigo, nunca estarás conmigo. ¿No lo entiendes?

—¿Por qué no quieres aceptarlo? Acepta que te has enamorado de mí.

—Odiame, te lo ruego. —se agachó dejándose vencer. Siquiera quería decirle que estaba errado, porque dio miedo morir, temía hacerle daño a ese sueño mágico. Las mariposas nunca mentían. No podía decir no y tampoco un sí.

—Di que te hago soñar despierto, dime que quieres sentirte amado por primera vez. No vas a quedarme a deber alegrías ni me harás doler. Solo déjate llevar. ¿Acaso yo no te gusto?, ¿no me quieres?, ¿No te gustaría vivir la ilusión de pasar por el camino del romance?

—¡Shadow yo no puedo decir eso! —negó frenético reteniendo ganas por desprender lo que guardaba para darle —, no, esto no está bien. Yo no te quiero. No puedo quererte. Esto es... Somos una gran amistad. Eres un hombre admirable pero yo no te quiero. Es imposible que te ame. No hay forma que yo algún día lo haga.

—Aquí a nadie le importa, no nos pueden escuchar —rio firme —. ¿Me quieres? No está mal enamorarse, tú no tienes la culpa. Acepta que te gusto. Acéptame. Dí que soy tu primer amor... Permite que el amor entre a tu vida y verás lo maravilloso que es existir. Por favor, atesora este sentimiento, ese que te hace navegar en los cielos; aquel que te abriga en esperanza y te hace sentir eterno. Lluvias dónde hay sequías, alegrías dónde antes habían penas. ¿No quieres sentir eso?, ¿te vas a quedar ahí?

Al parecer, Sonic emitió varias palabras que ni él mismo pudo oír, eran oraciones mudas y no entendió la razón para que el hombre azabache asintiera empático, derritiéndose acongojado. Divisando, los músicos, ya no estaban, unos murmullos abrumadores taladraron su mente indecisa e inexperta.

Shadow dijo cosas que, como se esperó, no comprendió. Entonces cuando más motivado se sentía —casi a punto de lanzarse sin saber algún rumbo —, una mano por detrás,  que salió entre las sombras y se posó fuertemente sobre el hombro. Apretándose, sin verse capaz de voltear para enfrentarse.

Sonic percibió que los latidos se hicieron menos, hueco ansioso en el vientre, sangre helada, piel blanca y chinita. No había visto ningún Chamuco, mas ese tacto se sintió como uno. Estoico, casi quebró los dientes por el horror de enfrentarse a lo desconocido.

Culpa, Impotencia y Despecho; dijeron que merecía un castigo, divino o de... En fin. Quiso voltear lento y cuando el tacto casi lo percibió acribillarlo hundiéndose,  clavando desagradables uñas.

Despertó.

—¡Perdonenme! —salió disparado, percibiendo lo agitado que intentaba respirar y jadeante atrapaba el aire que le fue arrebatado. Deslizándose las gotas de sudor, se quitó de la cara estas, con movimientos torpes y atolondrados —. Ay dios mío. —suspiró ausente, tragando saliva de manera continua.

A medida que inspeccionaba el lugar y luz del día iluminando la habitación, fue como pudo descansar los hombros encrespados, mostrándose aliviado. Todo había sido un simple sueño, menos mal...

—Me alegro de que fuera un sueño. Jeh, es imposible que Shadow y...—abrazandose ambas piernas al doblarlas, pudo apaciguar el estado alterado que había experimentado.

Divagando en sí mismo, se quedó observando un punto ciego en algún rincón. Entonces tomó en cuenta que era afortunado de haberlo soñado y también de no causar un aquelarre. Pues parecía, no habían escuchado que gritó del susto.

Que tristeza, porque al recordar, hacía que fuera difícil evitar prestarle atención al corazón herido. Autoflagelándose, culpable sin siquiera haber hecho nada. Los labios secos poco a poco temblaron con temor y agachando tanto las orejas como la cabeza, Sonic se arrepintió en silencio, pidiendo perdón por un sueño y nada más que eso.

Pero sosteniendo la esperanza de que pronto saldría de aquella pesadilla. Evitando aceptar cierta mención innombrable, porque de ser así veía avecinar una situación inquietante entre los dos erizos y muy probablemente se caería al abismo.

Suficiente había sufrido la noche anterior, ante tan desafortunada pelea. Donde se sentía todavía más culpable.

~* * *~

A veces debemos exponer sobre las pisadas ajenas, porque viendo el recorrido de las huellas, podemos saber mucho de una persona y las historias que tiene por contar.

—¿Cuál es tu problema?, ¿qué es lo que quieres?, ¿Por qué no me hablas?

No hubo respuesta. Silencio, más silencio y después, la misma voz apagada suspirando hondo.

—Nada será suficiente para ti. Para alguien que no sabe lo que quiere. ¿Por qué llegamos hasta aquí? Me dejaste quererte, aunque no fuera importante para ti. A veces pienso que estaba mejor antes de conocerte... ¿No me vas a decir nada?

Peculiar, pero todo se remontaba y giraba entorno a aquel día nublado. La casa estaba teñida de matices con luces grises.

Silver las pocas veces que quiso abrir los ojos, no pudo encontrar colores. Era como si estuviera dentro de una película blanco y negro. Su esposo, parloteando. En él pudo ver desencanto, cansancio e ilusión. Aún sin fuerzas, ese necio siguió interesado.

Sin embargo. Poco sabía Shadow que el albino se había rendido de la vida, mucho antes de conocerse. Nunca pidió estar allí. ¿Dónde inició tal desgracia? Quizás desde el momento que estuvo destinado a vivir en una familia horrible, llena de alfas con mentalidad enferma.

Maldijo el día cuando supo que también era uno. A su perspectiva, ser omega sonaba demasiado bien. Es decir, en el Silver pequeño circundaba la idea de convertirse en esposo; porque eso ya daba un propósito asegurado para vivir.

Un omega no tiene que esforzarse, solo hacer una familia y vivir tranquilo, valiéndose con las tareas domésticas más absurdas y burdas que te puedas imaginar. Así de ignorante era su pensar. Dios mío... Ser alfa cambió todo. Mientras era una bendición para la familia, en ese momento supo que le habían otorgado una maldición.

El casamiento sería diferente y en el futuro debería esforzarse. ¿Qué más podría quedarle? Solo seguía las órdenes. Todo lo que conocía estaba en ello, acatar mandamientos.

Cuando conoció a Shadow Rosarios, no pudo decir que realmente no deseaba casarse, ni gustarle o llegar a amarlo. Porque nunca se propuso en hacer otra cosa de su vida. La constante mano sobre cuello; atando, detendiendo y privandolo de soñar algo mejor; terminó por encajarse en todo lo que era.

Los manipuladores no hicieron más fáciles las circunstancias.

Después de haber aguantado tanto tiempo ese matrimonio orquestado, soportar a la gente. El trabajo. Aceptar a su familia enferma, lo infame que consideraba a su propia madre.

Quedarse con Shadow a quien, de alguna forma odiaba tanto, tanto. ¿Así le pagaban? En ese día que el marido confrontó una situación que parecia bajo control. Ladrando que era incapaz de tolerar su indiferencia porque dolía. ¿Por qué desarrolló sentimientos de amor entonces?

—Creo que deberíamos pensar en la posibilidad de divorciarnos.

El colmo.

Nadie dijo algo. Pasaron los minutos. Silver se levantó dejando allí, al cabizbajo y despechado hombre. Si hubiera culminado una catarsis; le habría gritado que lo aborrecía. Mientras hervía en ira pura. Echándole maldiciones a todos los responsables de su desgracia.

¡Ojalá haya podido decirle que sí!, ¡Deseaba con tanto fervor eso! Pero, si lo hacían, ¿qué iba a pasar después?, ¿Qué haría de su vida? Si ya había gastado muchos años en compartirse con alguien más, haciendo cosas que no quería. Siendo infeliz.

Un vínculo enfermo, una persona enferma...

Pasaba por constantes tormentos, creyendo que todo el mundo estaba en su contra —cuando había algo importante —, que simplemente no podía reconocer, ni encontrar. Poco sabía que la persona "responsable" a quien en principio no le tomaron importancia, volvió justo cuando estaban meditando separarse. Miroslava Rosarios de la familia Vicenzo. Madre de Shadow.

Sí, aquella mujer prestigiosa y corrupta. La que les posó atención. Persuadió todo a favor, para que vivieran bien las familias. Que por los vienes y el linaje. Según.

Muy curioso que habló a solas con él. Aunque no era la primera vez, ni sería la última.

—Mi hijo me contó que están pensando divorciarse. ¿Estás bien, te hizo algo?

—No. Él ha sido un esposo indulgente y respetuoso. Creo que desea más de lo que tiene, eso es todo. Yo no puedo detenerlo de ello.

Jamás le había tenido tanto miedo a una persona y admiración al unisono. Silver odiaba a Miroslava. La odiaba con todas sus ganas. No obstante, era tan perversa debajo de dicha fachada perfecta, que se hacía inevitable hacer lo que su voluntad.

¿Sabes si tiene un amante? Quizás es por eso que quiere hacerlo. De hecho le pregunté pero es mejor confirmar información.

—N-No, él no es ese tipo de hombre. Simplemente está velando por su bienestar. Y sé que si ese fuera el caso, ya me lo habría dicho todo.

—¿Y cuál crees que sea el problema, Silver?, ¿por qué llegaron a tal punto? Se supone que Shadow es dócil, sencillo. No causa problemas.

Cada vez que ella inclinaba la cabeza, sentía como si el mismísimo Satanás lo sobajara, amenazándolo con dañarle o arruinarle lo poco que le quedara de vida. Pensó pero como de costumbre, hallaba conclusión sobre la inocencia del azabache. ¿O Rosarios también manipulaba eso?, ¿Realmente era su culpa?

—¿De quién es la culpa, Silver? Creo que tú lo sabes.

—M-Mía, es mi culpa. Creo que lo llevé a tomar esta decisión.

—¿Y qué vas a hacer cuando se separen?

Ni siquiera él sabía. Agachando la cabeza fue como humillado y avergonzado, dejó caer algunas lágrimas de impotencia. Casi quebrandose la quijada del desgarrador dolor palpar su estómago y una grieta en el corazón. Tan fácil fue para ella suspirar aliviada. ¿Por qué? Quizás porque la boca callada del plateado hizo que adjudicara una respuesta.

Bueno. Yo quise convencerlo de tratar un par de noches con omegas o buscarse el amante que quiera. A veces es bueno experimentar.

A medida que ella seguía hablando con una voz aterciopelada, los ojos del albino abrían conmocionados. ¿Qué clase de madre diría eso?...

—Por supuesto me dijo que no. Esto tiene reparo. Verás Silver, yo no quiero romper las ilusiones de mi hijo; no puedo ir a decirle que es imposible que ustedes dos se separen a estas alturas. No existe esa opción, así que será mejor que lo borres de tu mente y arregles esto.

—¿Y cómo voy a hacerlo?

Ay, no seas estúpido. Pensé que ya deberías saberlo. Vas a aprovechar el amor que tiene por ti. Además, creo que es momento para la planificación familiar.

El alfa soltó un suspiro como si todo el aire fuera de salida. Sintió ganas de vomitar y hundirse en la tierra. Tuvo intenciones de huir pero su cuerpo comenzó a temblar. ¿Hijos? No, no. Temió que llegara el día. Poco a poco fue cambiando sus facciones atemorizadas a dolor retumbante; mezclado con odio. ¿A quién podía culpar?

Maldito Shadow. Maldita gente. Maldita Miroslava Rosarios. Maldita vida.

—¿No hay otro modo? Tal vez no sea necesario.

Tu familia y yo queremos que se continúe el linaje elitista que llevamos hace años. ¿Por qué ustedes deberían gozar de privilegios? Todos han hecho lo que deben. Es momento.

—Pero, somos alfas, no podemos tener hijos.

—No cabe duda que la estupidez es parte vital tuya. No te preocupes por eso, voy a enseñarte todo sobre la concepción pagada. Es el método que hemos usado por generaciones. Tú te vas a encargar de convencerlo, yo te daré instrucciones y buscaré un buen omega.

Quizás, desde hacía tiempo su vida estaba terminada. Silver siempre culpaba a los demás por las desgracias que le fracturaban. Pero sinceramente, ¿no era su culpa? Pues fue quien aceptó. Pudo haberse escapado de esa familia. No casarse. Firmar el divorcio.

Mas él fue parte. Convenció a Shadow y trajo al omega para montar una familia casi ficticia, que seguiría carente de amor. Siquiera conocía el significado de la palabra.

Viviendo amargado, deseándole la misma suerte a desconocidos. Haciendo del corazón de Shadow un bote de su propia basura y envidiando a ese chico jovial que contaba con un futuro brillante por delante. Omega, un bendito chico repleto de hermosura.

—¿Y qué pasará si alguno de los bebés llega a ser omega?

Usa la cabeza. En nuestra familia nunca habrá lugar para un omega. El tiempo lo dirá todo.

Más allá de la situación, desplante, mortificación y enojo. En el transcurso de las semanas Silver, recordó unas palabras que vió en algún lugar; esas que sabían describir su situación, sin tener la necesidad de conocerlo.

«Todo es muy simple mucho más simple y sin embargo, aún así hay momentos en que es demasiado para mí. En que no entiendo y no sé si reírme a carcajadas o si llorar de miedo, o estarme aquí. Sin llanto. Sin risas. En silencio asumiendo mi vida. Mi tránsito. Mi tiempo.»

~* * *~

El día que Shadow despertó enfermo, Silver no tomó mucha importancia. Habitaba monotonía los 365 días del año. Ya, no podía recordar momentos lúcidos donde había sido feliz.

Sabiendo que al salir de trabajar debía tener un encuentro nada amigable con Miroslava, manejó obediente y se tomó toda la tarde llamando a su esposo, pero este no contestó ninguna llamada.

Y aquello, para mal, estaba poniéndolo inseguro, incluso si el orgullo hacía incapaz ver un escenario catastrófico probable.

Cuando entró a la mansión de los Rosarios, un omega lo recibió, llevándolo hacia el jardín inmenso, donde muchos pajaritos volaban y a veces eran alimentados. Se escuchan aleteos, las hojas de los árboles moviéndose con el viento. Canciones silbadas por tan pequeñas criaturas.

Podría describirse como un lugar lleno de naturaleza y silencio. De repente su visión captó la cabellera roja. Se acercó a esa mujer madura, quien sentada sin poderle quitar los rubíes al omega; se bebió el caballito (vaso medido, sesenta mililitros) de tequila puro en un sorbo.

Silver se sentó al lado, contemplando cualquier movimiento delicado e imponente del cuerpo ajeno. Notando,  como siempre, el parecido con Shadow y al mismo tiempo, lo opuestos que podrían llegar a ser.

—Es un gusto verla, ¿cómo ha estado Señora? —dijo cuidadoso el oji ámbar.

Ella suspiró, mas no habló, solo captó su rostro y morosa sonrió ladina, decidida a servirle un trago, sin tener el deber, ni necesidad de preguntarle si le gustaría uno a su yerno. Dejaron pasar cualquier incomodidad.

De vez en cuando, seguía con el mirar afilado, escrutando todo del albino. Claro que notó como su hijo no le contestaba el teléfono. Interesante, pensó.

—Dime Silver, ¿qué ha pasado con el omega? Disfruto cuando vienes a informarme. ¿Se encuentra bien Shadow? Hace mucho que no lo veo—deslizó entre labios carmines, dejándose caer en la silla de jardín. Cerró ambos ojos, esperando que hablara. Era una mujer sencilla en ocasiones.

—Está mejor. Ya no volvió a mencionar el divorcio, yo creo que está contento con la idea de ser padre. —jadeó apenado, acertando al verla sonreír tan genuinamente que quiso resoplar aliviado.

—El omega es un chiquillo infumable, pero no ha ocasionado ningún problema. Me he asegurado de que ellos no estén en mucho contacto. Quien sabe, podría ser un aprovechado. Es mejor mantenerlo controlado.

Decir tales palabras. No sabía si podía estar confiado de ello.

—¿Hiciste lo que te dije?

—Sí, claro que sí —atinó nervioso, juntando ambas manos por debajo de la mesita —. Fuí muy precavido con Shadow. Le advertí que no estuviera involucrándose con ese asqueroso omega. —escupió molesto.

—¿Crees que tienes a Shadow en tu mano? —se volteó socarrona, realzando una ceja quisquillosa y posando las manos con uñas esmaltadas, sobre su mejilla morena.

—Por supuesto —rio hilarante,  mostrándose pretencioso ante la mirada ácida de la mujer mayor —. Estoy seguro que-

—No, no me entiendes cariñito. Ya te lo había mencionado. ¿Estás seguro de que Shadow tiene sus ojos posados en ti?

Silver, no sabía, no estaba seguro.

—Shadow me ama. —titubeó desviando la mirada hacia los pajarillos que volaban por el jardín.

—Caray —bufando gravemente, palmenadose las manos haciendo resonar, tanto los collares como joyas que siempre cargaba consigo —. Detesto cuando la gente no responde mis preguntas. Silver, ¿sabes para qué te dije que vinieras?

—Sí. Fue para informarle de nuestra situación en casa y el embarazo del omega...—expresó confundido.

La mujer asintió lentamente, mirándolo con misma frialdad, dominante de ella. Suspirando ladeó ligera el rostro y prosiguió pausada.

—Tambien quería decirte un par de cosas —levantó un dedo afilado —. ¿Tienes idea por qué escogí a ese omega que tanto odias? —ante la negación del erizo albino, Miroslava sonrió maliciosa —. Porque es tu última oportunidad para tener una vida digna. ¿Tú comprendes lo peligroso que sería perder un matrimonio con alguien como Shadow?

Silencio. Plenitud e introspectiva.

—Has pasado tu vida negando lo que ibas a ser, negando a un hombre que te ama y el presente. Mi cielo, bien sabes que eres un bueno para nada, que de no ser por mí y Shadow quién sabe dónde estarías ahora. ¿Qué buscas?, ¿qué más quieres?

—P-Pero, por favor, no diga eso. ¡¿Por qué hace esto con nosotros?! —murmuró horrorizado.

—¿Yo he hecho algo? Esperaba que ver a ese omega te diera una lección. Aquel niño puede hacer, vivir y deshacer lo que tú no. ¿Qué piensas que pasará si ustedes se separan? Él único que quedará en la ruina serás tú. Solo. Ni siquiera tu familia te dará un vaso con agua y a la edad que tienes... Mmph, dudo mucho que aspires oportunidades.

—Señora Rosarios —cansado, apaciguó la voz, pasivo agresivo. Apretando los dientes, conteniendo tanta frustración redimida en sus adentros más profundos —, nosotros no vamos a divorciarnos. Hago todo lo que puedo para complacerlos. Shadow me ha demostrado que no tiene deseos así.

—Silver —resopló bajito, hablándole con una voz dulce pasándola a agresividad —, tienes un rostro tan bonito, pero desafortunadamente eres incapaz de comprender lo que te digo. No has querido escuchar. Debes entender de una vez que tú eres el responsable en tu vida. Yo no te hago venir acá a la fuerza. Esperaba que tomaras las riendas al sentirte mortificado con la presencia del jovencito Sonic... Si te la vives culpando a todos, de nada te va a servir. Deberías aprovechar lo que te hemos dado. Mucha gente mataría por un alfa como mi hijo.

«Qué lástima que sea sólo esto, que quede así, no sirva más, esté acabado,
venga a parar en esto. Qué lástima que no pudiéramos, sirviéramos. Que ya no demos más, que no sepamos ya. Que estemos ya tan secos. Qué lástima, qué lástima estar muertos en vida. Faltar a tan hondo deber. A tan preciada cita. A un amor tan seguro.»

Entonces, ¿él era culpable? Sí. Tal vez Rosarios tenía la batuta como una jueza a cargo de su vida. Silver se sentía tan desconectado, sintiendo el suplicio hacerlo pensar en el colapso.

¡Qué frustrante! ¡Porque aunque él supiera eso!, ¡Aunque aceptara la culpa obsoleta, sin derecho a excusas! Simplemente, decidió hacerse una víctima de algunos, aquellos, esos y ellos.

No sabiendo qué sentir. Solo abrazando a la querida monotonía, desprecio, amargura y odio... Sentía tantas ganas de humillar a alguien, dañar, ¡Desquitarse!

Agachando la cabeza, se abrazó a sí mismo, manteniendo un rostro desdichado, visible en penumbra y rabia. Rosarios tomó aire fresco, pues sentía que había logrado su cometido.

—¿Ves a mis aves? Me fascinan los petirrojos —jadeó orgullosa, brillando con gozo —. A pesar de que dejamos las jaulas abiertas, no se quieren ir. Alguien debería hacer que se vayan, ¿no crees?

El albino levantó lentamente la vista hacia ella, dejando permanecer lo mismo. El horror. Ansiedad. Vergüenza. Mordiéndose los labios, casi al punto de dañarlos. ¡Porque entendía todo lo que le decía pero tenía miedo a aceptarse el mismo!

—Esos pajaritos no se van y no creo que lo hagan. Mi esposo dice que es porque nos tienen cariño —bufó burlona negando —. Yo pienso que no se van porque no les conviene. Después de todo, somos nosotros quienes les dan de comer. A pesar que tienen capacidades para buscar sustento y su propio camino.

Exhalando y sonriendo, acarició la mejilla del albino con uno de los dedos, dedicándole una mirada donde expresaba la lástima que le tenía.

—Yo te recomiendo que busques el poco amor que te tiene Shadow, porque cuando lo pierdas, me encargaré de hacerte una tortura todavía más larga, por tu mendiga incompetencia. Y cuídate de ese omega. Quién sabe, quizás justo ahora estén juntos.

~* * *~

Juntos...

Aquellas nauseabundas palabras, hicieron espabilar a Silver. Yéndose del lugar "redimido". Cuando se metió al carro, estrelló la puerta porque hervía su sangre. Respiraba ultrajado, golpeando el volante. ¡Llamando al teléfono de Shadow cuando paraba en los semáforos rojos!

De solo conjeturar una escena, causa de su mente enferma y potencialmente manipulada a través de los años. Imaginarlos. Tal vez el omega riéndose maquiavélico, degradandolo todavía más. Profesando: eres un bueno para nada y cobarde de tus propias consecuencias. Soy mejor. Soy mejor que tú.

Ese olor que consideraba parecido a la putrefacción, ya se había adueñado del hogar que construyó. ¡Malditos todos! Silver podría haber arrojado espuma del coraje. ¡Estaba a punto de la catarsis! Y ¡Ese estúpido omega no lo hacía fácil!

Así que al estacionarse, entró a casa azotando la puerta, aspirando eufórico y casi corriendo hacia la cocina. Solo para descubrir el intruso. Lavar allí unos platos, moviendo la colita azul cobalto como si fuese un perro de calle. Haciéndose inocente.

La mirada enfurruñada del albino, visualizó el teléfono de Shadow sobre la mesa y muchas preguntas lo invadieron. ¿Por qué?, ¿qué hacía allí? Estuvo llamándolo por la mañana. Entonces, eso significaba que tal vez no había ido al trabajo. ¿O sí fue pero se le olvidó? Y si se le olvidó, ¿por qué Sonic no avisó o algo?

Respirando colérico, frunció el entrecejo, fulminandolo rencoroso. ¡Lo odiaba tanto! O quizás ese chico sería su desquite.

—Hey, Sonic —se aproximó tomando el aparato para después apretarlo, procurando no romperlo —. ¿Acaso tú sabes qué hace esto aquí?

El erizo azul no contestó, estaba tan perdido tarareando, quitado de la pena. Sin saber que encolerizo a la persona equivocada más vil.

—Te estoy hablando, Sonic. —escupió exaltandose, intentando no gritar tan fuerte.

—Disculpa, no te escuché a la primera. Hola Silver, ¿qué necesitas?, ¿Está todo bien? —se giró el menor, plantando una sonrisa en labios delicados, irradiando cordialidad, que poco era creíble ante los orbes ámbar del alfa.

—¿Por qué está esto aquí? —lo alzó, acrecentado el tono tajante para intentar amenazarlo.

Sabía que se estaba comportando hostil y justo eso deseaba. Porque imaginarlo sobre el regazo de Shadow, acariciándose. ¡Daban ganas de sobajarlo hasta sacarlo de allí!

¡Aunque no estuviera ni cerca de quitarle algo! Sin embargo, al ver que Sonic tembló titubeando, trató de descifrar lo que ocurría con él. Lo vio rodar esas esmeraldas mostrando indecisión. Silver por dentro sonrió enfadoso.

—¿Estás sordo? ¡Te estoy preguntando que si tú sabes qué hace esto aquí! —fuera de sus casillas, dió unos pasos, queriendole imponer una bravata.

El cobalto, colocando un mirar serio pero tranquilo, contestó pausado y preservado, dispuesto a dialogar. Seguro había tenido tiempo para cavilar fríamente qué decir.

—Shadow volvió por la mañana, vino a la cocina y dijo que fue a ver al médico porque se sentía enfermo —Sonic bajó ligero, punteando los hechos con ayuda de sus dedos. Ojalá eso calmara a Silver, pero todo lo contrario —. Mencionó que se tomaría el día. Quizás después de desayunar, olvidó aquí el teléfono. No sabría responderte más. Yo estuve en mi habitación mayor parte del día; a excepción de cuando nos vimos en el desayuno, cuando preparé la comida y cuando le llevé un poco. E-Es que se sentía tan mal que solo actué pero eso es todo... Yo no sé nada de lo que estuvo haciendo él.

Viéndolo por encimita, parecía suficiente convincente para alguna otra persona. Mas Silver no se tragaba tal cuento. Estaba empeñado en ser opositor entre los dos. Pues Sonic todo el rato no lo atendió a los ojos. ¿Debía creerle? Quizás, quizás.

—¿Me estás diciendo la verdad? —musitó peticionario, recibiendo un asentimiento ágil del omega —. Bien, más te vale no mentir. Ya tenemos demasiados problemas. Seguro eres de esos oportunistas que no perderán el tiempo en tomar cualquier motivo para aprovecharse —se echó unas risas profundas, mirando al chico como si fuese poco. Disfrutando observarlo angustiado, expandiendo sus ojos, bramando desacuerdo.

—Ya contesté lo que me pediste. Desde que llegué en ningún momento he faltado al respeto o portado mal educado. Te pido por favor, que me trates de la misma forma. —paró el pecho firme.

Otro colmo.

¿Cómo se atrevía a mostrar rebeldía?

—¿Por qué debería tratarte con respeto? — de semblante indignado.

—Porque en el contrato que firmé no está estipulado, ni siquiera por la sociedad. No soy una cosa ni alguien que merezca ser tratado así. Soy una persona que está cumpliendo su trabajo. Es lo único que pido.

Presenciar fanales valientes levantándose, con boca llena de razón. Pensamientos claros y decisivos. Hizo que Silver no tolerara a ese individuo audaz. ¿Por qué él sí podía?...

—No. No te confundas. Nunca seremos iguales. —¿Con qué fin continuaba actuando así? Aferrándose a algo dañino —. Tú eres lo más bajo. ¿Quién vende su cuerpo a alfas por unos cuantos pesos? Ese eres tú. Si nosotros no te hubiéramos aceptado, serías un bueno para nada. ¿En dónde estarías ahora? Es mejor que pienses bien antes de abrir esa boca vulgar que tienes.

Sonic frunció los labios, calmando molestia que se iba esparciendo, pero decidió no seguir. Pues supo que sería imposible enfrentarse a una pared.

—Como dije —jadeó extenuado empezando a andar fuera de la cocina —. Ya respondí lo que preguntaste. No me voy a poner a discutir. Tampoco pienso ceder a tus provocaciones. Yo sé muy bien quién soy y qué clase de persona soy, nadie más va a venir a decírmelo. Ahora déjame seguir mi trabajo en paz. Ya sé que no tengo porqué caerte bien.

Silver quedó en blanco, mas sombrío, puso un pie de lado, moviendolo violento, golpeando la pierna del muchacho para hacerlo caerse, sin siquiera darle oportunidad a meter las manos, amortiguando dicha caída. Sonic nada lento lo miró atenido, poniendo una mueca y guardando un chillido adolorido.

Sintió una rabia de realizar que el problema no era Shadow, Rosarios, ni su familia o Sonic. El problema era él...

—Pues te lo advierto. Si cruzas la línea e intentas algo con mi marido, te prometo que me encargaré de hacerte la tortura más larga de tu vida. Eres un omega, no mereces nada. Y por dios, no vayas a llorar sobre esto a Shadow, no seas estúpido.

Fue así que Silver lo abandonó en el frío suelo de azulejos. Dando pasos duros rumbo a su habitación. Frustrado. Sacando el aire seco de los pulmones. Pero a medida que avanzaba, notó olor a Taro. Dulce, muy dulce. Y se acercaba, y se acercaba. Percibiendo más. Hasta que desplegó la puerta temeroso.

Viendo a Shadow dormir profundamente. ¡Oliendo mal! Abrumado, cambió de ropa en silencio, reacio a aceptar lo que su mente nociva maquinaba.

De pronto acostó el cuerpo frío con el de Shadow que estaba calientito. Esa vez no actuaba o tal vez sí. Llegó a aferrarse tanto mientras se abrazaba. Mirarlo abatido. El corazón sabía que Sonic había estado allí pero la mente, se negó orgullosa a decretarlo.

Concebir que iba rumbo una colisión, la que derrumbaría lo conocido. Definiendo su destino.

Entonces Shadow empezó a despertarse de poco. Silver, desesperado, atrapó las mejillas morenas, besándolo de manera extraña. El azabache abrió los ojos algo impresionado, mirándolo acariciar ansioso. Jamás había pasado. Solo dejó continuar como masajeaba, besaba crudo y sin saber que yacía inerte.

Pensó que la punzada en su pecho era por sentirse amado. A gusto con besos de invierno, feliz por él. Por tenerse, pero compungidos.

Tenía y no agarraba ánimos. No sabía con exactitud qué sentir pero, era su esposo, ¿por qué no sentirse románticos y hasta excitados?

¿Eso era romance?, ¿Silver había progresado?

Sin saber que él era una cuerda al borde de la colina donde caería el platinado, su oportunidad de no entregarse al abismo de posibilidades tanto malas, como buenas. Sin conocer que lo besaba para sentirse en ventaja. ¡Engañarse que no estaba perdiendo nada! ¡Engañarlo de ser un matrimonio perfecto! ¡Mentirle con amarlo!

Shadow siendo una mente indecisa. Sonic pasando por la bruma de la consternación existencial y Silver, meditando tener los años anudando su garganta, hasta dejarlo asfixiado.

Como abejas. Ellas pueden hacer una vida dulce, mas son peligrosas si piensas que son inofensivas. Zumbando parecido a las maldiciones que dicen otros. Haciéndote creer incoherencias. Picandote cuando menos esperas...

Así de dura la vida.

Complicados los seres.


¡Hola banda! ¿Qué tal todo?

Lamento la demora. Fantasmón está enfermito pero nada grave. Solo me estresa el sistema de salud en México. 🙄

Chinga a tu madre Hospital GEA, gracias.

Vaya~ ¿Cómo se quedaron?

Hasta acá daría por terminado el primer arco. Ahora sí viene lo chido. Muchas gracias por darle amor al libro.

¿Ustedes qué dicen? Es que me gustaría hacer un especial donde solo respondo sus preguntas o les doy algunas curiosidades de esta historia. Pero bue.

Estoy muy emocionado de seguirle, el siguiente capítulo es de mis favoritos. 😏

Y aquí dejo una pequeña aclaración por si las dudas. Hemos visto que algunos lectores son raros e inmaduros. No precisamente aquí pero a veces llegan a darse esos casos.

Por favor, les pido que se abstengan de comentar con afán de desmeritar un trabajo. Están en todo su derecho si no quieren leer algún libro, pero weon, si te vas a quejar te recomiendo que no lo hagas. No hay necesidad de poner comentarios maliciosos, solo sigue tu camino.

Aparte, si algún lector piensa que soy un naco o corriente al adaptar MI LIBRO, con la cultura mexicana. Pos huevos. Vete bien a la shingada de acá. Creo que cada quien tiene el derecho de hacer y adaptar y conceptualizar lo que quiera. Mientras esa persona no haga daño a otras con su trabajo y contenido, creo que no hay razón para criticar a lo ignorante.

Este es mi concepto, estoy feliz de romper esos esquemas: "Con que algo tiene que ser de cierta forma". Geis, no tiene sentido, hacemos Fanfics, FANFICS QUE LA MAYORIA SON AU'S. Y estoy orgulloso de mostrar el lado bonito de mi cultura y lo que sé. Así que eso es todo de mi parte. Son libres de seguir leyendo, hacer análisis, sean buenos o malos. Claro que siempre con respeto y coherencia. Debemos tener más madurez.

También son libres de comentar o si no les gusta el libro pues no hay ningún problema, cada quien puede seguir su camino, mientras no traspase esa barrera.

Los quiero mucho, estaré escribiendo desde el abismo, nos vemos.

Bueno, después de dormir un poco.

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