Qué dichosa he de ser desde que te conocí aquel día, donde no me percaté de lo maravilloso de tu bonhomía. Cuando el tiempo juntas era superfluo, y tus lindas sonrisas no eran razón de mi estro, solía jurar que el sonido de tu voz no era melifluo.
Pero, ¿qué íbamos a saber nosotras, dos gotas ingenuas, del ramé que podía ocasionar el océano de la vida? Fue tan inefable ver cómo compartíamos nuestra alegría con el paso de los días, que por ti de lado dejé mi tan añorada hipomanía.
Nuestra relación ha causado una gran colisión, derrochando estrellas, y fusionando nuestras ideas de tal manera que Andrómeda sería capaz de devorar a cualquiera tratando de alcanzar nuestra inigualable belleza.
Nos esforzamos en creer que nuestra amistad será inmarcesible al igual que la dama que con sus rayos cada tarde nos despide, pero esto sólo sería no ser conscientes de la realidad, y que todo inicio tiene un final; habrá tiempos de oscuridad donde la esperanza no se verá más pero renaceremos con cada salida del sol junto al Fénix y su despertar.
Juntas hemos pintado un lienzo de mil colores, unos radiantes y otros tristes, pero siempre tratamos de que ninguno fuera excluido, porque usar solamente el rosa sería muy aburrido. Hoy, seguimos trabajando en esa pintura y aún nos falta mucho por dibujar, unos borrones por allí y otras líneas por acá, pero estoy segura que será una obra digna de admirar al dejar en ridículo a las luciérnagas con su tenue tintinear.
No soy buena con las palabras pero a tu lado es tal mi atarixia que en éstos párrafos he narrado que has sido mi más grande serendipia.

Para la chica que me ha demostrado que lo imposible puede volverse realidad y lo que conocemos no es más que una ilusión. Feliz cumpleaños.
-Cake