Un nuevo comienzo
((Leer la nota final si ya leíste esta parte de la historia))
Un tenue olor a carbón llenó la habitación en la que estaba, el polvo se comenzó a dispersar poco a poco del punto de impacto, revelando una bosa llena de carbón de leña con un pequeño agujero cerca del centro.
Desde la palma de mi mano emanaba un pequeño brillo que se apagó rápidamente. Bajé la mano y me acerqué a examinar el daño.
—Sigue sin ser suficiente...
Un suspiró escapó de mis labios. Aunque al menos había un cierto progreso. Las ocasiones anteriores no había sido capaz de dañar la bolsa en lo más mínimo.
Orillé la bolsa hasta una pared, me limpié las manos con una toalla y me dirigí al escritorio ubicado a un par de metros. Había montones de libros encima del escritorio: grimorios, libros de leyendas y textos religiosos de distintas creencias. Por desgracia, la mayoría de grimorios eran falsos. No es fácil encontrar libros con contenido verídico.
—Este no sirve... este tampoco... Mierda, este me costó dos semanas de trabajo.
Tomé los libros falsos y los arrojé a una esquina de la habitación donde ya había una pila acumulada. Me gustaría usarlos como blancos de práctica, pero me servían más revendiéndolos a alguien a quien pudiera engañar.
Entonces escuché el sonido de la puerta abrirse. Cuando me di la vuelta, vi a mi padre ahí de pie. La luz del sol a su espalda hacía que su cabello cenizo pareciera brillar, mientras que sus rasgos faciales se oscurecieron al estar a contraluz.
—Deja de intentar hacer magia, Kyle. Los magos dejamos de existir hace mucho.
Mi padre abandonó la habitación apenas dijo eso. Su tono y expresión eran neutrales, pero lo conocía lo suficiente como para saber que estaba molesto conmigo, lo ha estado desde la muerte de mi hermano y mi madre.
Yo solo regresé la mirada a los textos frente a mí. Sus palabras me molestaron mucho. Por lo poco que me ha llegado a contar, él vino de un pueblo de magos que fue arrasado por humanos normales durante su infancia. Solo él y tres amigos suyos salieron vivos, amigos de los que no sé casi nada.
Pero no me molesta eso. Es su indiferencia a las posibilidades de la magia lo que me irrita, eso y que nunca me ha enseñado nada de magia. Todo lo que sé es por iniciativa propia.
La verdad es que tampoco soy un gran entusiasta de la magia, pero es el único medio que se me ocurre para traer a mi familia de vuelta a la vida, de corregir mis errores. Es algo que debo hacer, una deuda a pagar por haberlos matado.
Estuve un par de horas haciendo anotaciones sobre los resultados de mi práctica, analizando lo que salió bien o mal y haciendo ligeras modificaciones a la fórmula. Necesito mejorar mi destreza y entendimiento de la magia antes de siquiera intentar contradecir a la muerte.
Necesitaba estirar el cuerpo después de tanto tiempo friéndome el cerebro, por lo que bajé a la sala de estar. Estaba en la base de las escaleras cuando escuché una voz desconocida, no, eran varias. No pude evitar escuchar algunas palabras de todo lo que decían.
—Fue difícil encontrarte, Ike.
—¡No puedo creer que te desaparecieras por más de treinta años!
Juzgando por las características de las voces, la primera era de un hombre, mientras que la segunda era de una mujer, ambos por encima de los treinta, pero probablemente tenían mucho más que eso si consideraba lo que dijo aquella mujer.
—He dejado atrás la magia, Elliot. No hay propósito en seguirla usando.
—Hmm. Sin embargo, ¿de dónde vienen los rastros de magia en tu casa?
—Esos son de mi hijo.
—¡¿Es en serio, Ike?! ¡¿Abandonaste nuestra meta para tener hijos?! —dijo la otra voz casi gritando.
—Por favor, Ellen, hacerse de una familia no es un obstáculo relevante. Además, parece que le ha estado enseñando magia.
—No lo he hecho —interrumpió mi padre—. Es su propia obsesión.
De nuevo, la indiferencia de mi padre es la misma, incluso frente a estas personas. Pero lo que más me intriga es saber quiénes son. Saben de la magia y se conocen desde hace más de treinta años. Lo más probable es que sean aquellos amigos suyos de su pueblo natal, pero también podría estar equivocado.
—Entonces me imagino que no le has contado nada de nuestros intentos de crear un mundo para los magos. ¿Me equivoco?
—No. Y no tengo la intención de contarle. No cuenta con la firmeza mental para llevar a cabo algo así. Y yo dejé de lado ese plan.
—Te ablandaste, Ike. ¡Se supone que íbamos a crear un mundo para los magos y acabaríamos con quienes destruyeron nuestro hogar!
—Por favor, vuelve con nosotros, Ike. Tú eres el más capaz de desarrollar la fórmula espiritual.
¿Qué es todo lo que dicen? ¿Acabar con gente? ¿Y qué es la fórmula espiritual? No entiendo nada de lo que dicen.
Mientras escuchaba a escondidas, una mujer apareció dando vuelta a la esquina que me separaba de la sala de estar. Su cabello es rubio nórdico, corto con un par de mechones largos, y sus ojos son de una tonalidad amatista detrás de un par de lentes circulares.
Me asusté por un momento. No es bueno que me encontraran escuchando a escondidas. Sin embargo, contrario a lo que esperaba, aquella mujer no se ve ni un poco molesta. De hecho, no muestra ninguna expresión.
—¿Eres el hijo de Isaac?
—Ah... sí... Sí, lo soy.
Me sorprende lo seria que es su voz. ¿Acaso le caigo mal?
—¿Y usted es?
—Karen Nora Mathers, conocida de tu padre. —Karen volteó a ver al lugar en donde estaban hablando los demás y luego me volteó a ver de nuevo—. Nunca pensé que Isaac llegara a tener hijos. Tiene una personalidad retorcida.
—Es así desde que murió mamá...
Tuve que desviar la mirada al mencionar el tema. Pasó hace años, pero sigue siendo difícil.
—Siempre ha sido así.
Un incómodo silencio se extendió entre los dos. Es cierto que hay varias cosas que me gustaría preguntarle, pero no la conozco, y su seriedad no ayuda para nada. Ahora mismo preferiría regresarme a mi sala de estudio. Pero entonces ella rompió el silencio como si no hubiéramos pasado más de diez segundos callados.
—¿Tu destreza con la magia es buena?
—Para un medio-mago sin maestro, creo que sí. Aunque, claro, no tengo ninguna referencia en la cual basarme.
—Entiendo. Buena suerte.
Karen hizo una pequeña reverencia y regresó a donde estaban los demás. Me asomé por un momento y vi al resto de personas: un hombre de largo cabello castaño en silla de ruedas, una mujer con un rostro idéntico al de Karen, pero con un cabello mucho más largo, y, por supuesto, mi padre.
La tensión en sus miradas era palpable. Incluso la seriedad de Karen parecía gentil en comparación con sus miradas.
—Una disculpa. Los dejaré a solas para que puedan hablar sin problemas.
Salí de la casa apenas salió la última palabra de mi boca. No quiero ni estar en la casa sabiendo que me mirarán así. Que miedo.
Llevo ya varias horas fuera de casa. Aproveché el tiempo para vagar un rato y comer algo, pero se me hizo tarde y el sol se está comenzando a ocultar.
Estaba terminando de comer cuando un hombre en otra mesa me saludo con un ligero gesto de mano. No lo había notado hasta entonces. ¿En qué momento se sentó allí? Es alto y pálido, con una gabardina azul oscura. Respondí con un gesto igual por simple educación. Dejé algo de propina sobre la mesa y me retiré.
Me siento cansado. Apenas llevo un par de minutos desde que me volví a poner de pie para volver a casa. ¿Fue algo que comí? No puede ser. Es un lugar que suelo frecuentar y la comida estaba en buen estado.
Un terrible mareo se aunó al cansancio, obligándome a apoyarme en una pared cercana para mantenerme de pie. Esto ya no es normal. Intento pensar en algún hechizo que me ayude a mantenerme consciente, pero no se me ocurre nada. No, más bien mi mente está vacía.
De un instante a otro estoy en otro lugar y no tengo idea de cómo llegué a esta calle. No es bueno. No es bueno. Me intento pellizcar el brazo para mantenerme despierto, pero no funciona. Saqué mi celular para llamar a mi padre, pero no reconozco ninguno de los símbolos en la pantalla. Sé que conozco el idioma, pero no lo puedo leer.
En otro instante estoy en un lugar que no sé qué es. ¿Lo que tengo alrededor son árboles? Quiero correr, pero mi cuerpo avanza solo. ¿Es mi cuerpo? Veo algo acercarse. Es un animal, ¿creo? No tardó en lanzarse sobre mí. Siento como me muerde y araña, pero no me duele.
¿Estoy muriendo? No puedo, aún no. Tengo que traer de vuelta... ¿A quién debo de traer de vuelta...?
De pronto, las sensaciones de mordiscos y arañazos se detienen y lo veo. Lo recuerdo, es el hombre que vi antes... Me dedicó una sonrisa burlona y se fue. ¿Dónde está el animal? Comienzo a recuperar el control de mi cuerpo. Volteé a la izquierda y vi la gran masa de carne muerta a mi lado. ¿En qué momento pasó eso? No importa, yo soy el siguiente. No tengo manera de salvarme...
Y entonces todo se cubre de negro. ¿Ya estoy muerto? Sigo pensando... Tal vez sigo vivo.
—Admito que no esperaba que se apareciera un puma. Quizá te hice alejarte demasiado de la civilización. Bueno, el resultado no cambió.
¿Qué es esa voz? Debo de seguir con vida. Intenté pedir ayuda, pero no siento mi boca.
—Ah. No te molestes en contestar, muchacho. Estás muerto, o al menos tu cuerpo. Me aseguré de separar tu mente de tu cuerpo. Con que pienses es suficiente para que te entienda.
No... Esto no puede ser verdad... ¿Qué es esta cosa?
—Nos conocimos hace poco. Me saludaste a la distancia y yo te quité al puma de encima.
¿Ese sujeto? ¿Por qué haces esto? No lo entiendo...
—Simple aburrimiento. Además lo más probable es que murieras dentro de los siguientes años. Un medio-mago siempre será eso, medio. Los amigos de tu padre conseguirán usar la fórmula espiritual y purgaran del mundo a todo aquel no sea un mago. La mitad de tu alma será aniquilada al instante. No tengo que entrar en detalles para que entiendas que no es bueno para tu salud.
¿Es eso a lo que se referían con crear un mundo para los magos? Eso es genocidio... ¿Pero por qué matarme...? ¡No es justo! ¡¿De qué sirve que yo sepa eso si no puedo hacer nada para evitarlo?! ¡Tú deberías hacer algo!
—No quiero. Lo que busco es entretenimiento, no más responsabilidades. Para empezar, tú no deberías existir. Tú y el curso actual de tu mundo son consecuencia de un pequeño experimento mío. Tu apellido debería ser Westcott, bueno, él no hubiera tenido un hijo si el mundo siguiera su ruta natural. Permíteme ilustrarte.
Apenas pronunció aquellas palabras, mi mente se llenó de información. Vi lugares, escuché voces, entendí sucesos. Vi las acciones de mi padre, un tal Westcott. Era un monstruo. Sus manos estaban bañadas en sangre, siempre buscando al resultado de su fórmula espiritual, un espíritu... Al final, vi su muerte. Él mismo se convirtió en...
Me duele la cabeza. Toda esa información, años de información se infiltraron en mi mente en un segundo.
—Ya ves a lo que me refiero. En tu mundo, se me ocurrió manipular un poco la mente de tu padre, lo que lo hizo más manso, como un animal listo para el matadero. Y su nueva personalidad lo hizo tenerte a ti. Tu vida me pertenece, muchacho.
Eres un maldito... ¡No puedes jugar así con las vidas de las personas!
—Sí, sí, como digas. Tú quieres revivir muertos, es casi tan irrespetuoso como lo que yo hago. Mira, e vas a entretener, gustes o no. Es más, aprovecharé para probar algo más. Son unos juguetes que he querido probar desde hace poco. Inserté el concepto de "ángel" en tu mente, ¿verdad?
Mi mente vagó por un momento, son los humanoides alados... No, se refiere a las armas de un espíritu... Es conocimiento que no tenía hace un minuto...
—Bueno, te puso un seguro encima para que no hagas algo que vaya en contra de mis intereses. Entretenme, muchacho.
Aquella voz se despidió con una risa arrogante, y entonces recuperé los sentidos. Un brillo cegador bañó mis ojos, y un estallido llegó a mis oídos.
Lunes 10 de abril.
Shidou Itsuka estaba preparando el desayuno para él y para Kotori. Ella estaba viendo la tele, en la cual estaban pasando las noticias de un terremoto espacial reciente.
—Cada vez ocurren más seguido.
A Shidou le parecía extraño que un fenómeno como los terremotos espaciales hubieran dejado de ocurrir durante tantos años, solo para volver a ocurrir desde hace cinco años, siendo la mayoría en Japón.
—[Los expertos le recuerdan a la población que los terremotos espaciales no pueden ser predichos. Los eventos recientes no mantienen relación entre sí y solo se tratan de coincidencias...]
Shidou se puso a pensar por un momento. Desde hace dos meses, ha habido una serie de terremotos espaciales cada semana alrededor del mundo. Los primeros ocurrieron de forma dispersa en distintos continentes, pero parecían estarse concentrando en el este asiático y los mares del pacífico, y hubieron tres tan solo en la semana pasada.
Nunca fue muy supersticioso, pero no podía evitar que le pareciera extraño.
¡¡¡UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!
Entonces, un sonido ensordecedor cubrió toda la zona. Era el sonido de la alarma de terremoto espacial.
Ambos hermanos detuvieron lo que estaban haciendo ante el sonido de la alerta.
—Ven, Kotori. Hay que ir al refugio.
—Sí.
Ambos salieron de la residencia y se apresuraron a llegar al refugio. Una vez dentro del refugio, Shidou estaba hablando con algunos vecinos cuando, mientras él no veía, Kotori se alejó a una parte con menos gente en donde se colocó un auricular.
—¿Con qué espíritu lidiamos? ¿Hermit?
—[No, comandante. Se trata de Joker.]
—Así que por fin llegó, eh. Manténganme informada. Quiero saberlo todo.
Sí sí sí. Sigo vivo, aunque casi me muero dos veces. ¿Error mío? Posiblemente.
Pasando a otro tema. Este capítulo fue una reescritura casi completa del primer capítulo original, conservando algunos detalles. Tengo planeado también editar los demás capítulos, no tanto como este que se volvió a hacer casi desde cero, pero sí arreglar ortografía, puntuación, errores de continuidad, etc.
En general no va a haber cambios en la historia que afecten mucho al último capítulo o al curso de la historia. Lo que voy a hacer es más como una reorganización de la información.
La verdad no se me ocurre mucho más que decir. Cuídense, tomen agua. Nos vemos.
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