" Chapter four "
MARATÓN 2/?
Capítulo cuatro:
La oscuridad del bosque.
No solo sus padres actuaban extraño, sino que casi todos los adultos también lo hacían, y para la mala suerte de Alexandra, esta vez su curiosidad no iba a ser saciada. Desde que regreso del departamento de Peter Hale, sus padres habían estado al pendiente de su hermana y de ella, por no decir que constantemente estaban viendo dónde estaban y que hacían.
Estaba sentada en el borde de la incómoda silla de la sala de espera, al parecer su mala suerte continuaba, y ahora estaba a la espera de ser atendida por una psicóloga. Su padre estaba sentado justo a su lado, mirando de reojo toda la pequeña habitación.
-Alexandra -escuchó su nombre resonar en el espacio.
La castaña levantó su vista del suelo y miró atentamente a la mujer de bata blanca y gafas anchas que la esperaba al pie del umbral de la puerta. Por breves segundos, Alex miró a su padre para luego levantarse de la silla y se encaminó hacia la mujer que la esperaba. Una vez que ingreso a la habitación, notó que se sentía nerviosa.
Era una habitación cálida, de paredes celestes y muebles blancos, en medio de esta había una silla giratoria y un sofá de cuatro cuerpos. Esperó de pie junto a la puerta, mientras la mujer cerraba la misma y pasaba a su lado.
-Por favor, toma asiento -dijo la mujer, señalando el sofá.
Alex, con pasos lentos, se acercó al dichoso sofá y se sentó junto al apoya brazos, cruzando sus piernas y sus brazos, recargando su espalda sobre el cómodo cojín que estaba detrás suyo. La mujer rápidamente se sentó en la silla giratoria, con una pequeña libreta y un bolígrafo en sus manos.
-De acuerdo, -comenzó la mujer, acomodándose en su sitio, mirando a la joven atra vez de sus gafas redondas.- tu psicóloga de San Francisco me ha comentado sobre tus terapias, y cómo no has avanzado en estas. ¿Quieres decirme por qué?.
-Pensé que ustedes, los psicólogos, no hablaban de sus pacientes -respondió Alex, mordaz.
La mujer sonrió levemente y negó con su cabeza. Alex le miró con una ceja levantada.
-No, no lo hacemos -dijo la mujer.-. Pero, cuando un paciente se va de la ciudad y continúa su terapia en otra, debemos informarnos -explicó brevemente.-. Ahora, ¿Por qué no has avanzado en tus terapias?. ¿Hay algo que te incomode de estas?.
-Mi madre me ha obligado a ir a terapia -dijo Alex, con una voz totalmente neutra.-. Yo nunca quise ir, ahí está la razón.
La mujer asintió, anotando algo en su libreta, comenzando a poner nerviosa a la muchacha.
-Por como hablas de ella, noto que tú y tu madre no se llevan bien. ¿Hay alguna razón para ello?-preguntó la mujer, mirando atentamente a la joven.
La castaña se sintió incómoda, pues nunca había hablado de ello, ni siquiera con su terapeuta en San Francisco, ya que no era un tema del que le gustara hablar.
-No -respondió de forma robótica.
La mujer suavizó su mirada y suspiró.
-Alexandra, si sabes que este lugar es un lugar seguro, ¿Verdad? -preguntó la mujer.
-Sí, lo sé -dijo Alex, asintiendo.
-Entonces sabes que puedes decir lo que quieras aquí, ¿No?. Que yo no voy a juzgarte -declaró la mujer, intentando que Alex tuviera la confianza de hablar sinceramente.
Alex asintió, comprendiendo a qué se refería.
-Volveré a preguntar -avisó la mujer.-¿Hay alguna razón para que tú y tu madre se lleven mal?.
-No -volvió a repetir la adolescente.-. Tal vez solo sea algo de la edad, supongo.
-Está bien, quizás no sea una razón, -dijo la mujer, anotando en su libreta nuevamente.-. ¿Alguna vez te dió algún motivo, o ha dicho algo para molestarte?. Ya sea por una mala calificación o algo que provoque un mal estar en ti.
Alex pestañeo varias veces, desconcertada por su insistencia con el tema de su madre, pues hasta donde ella sabía, iba a terapia por sus pesadillas. Pero la mirada comprensiva de la mujer, y su atenta fijación en el tema, le hicieron pensar en que tal vez debería hablar sobre este tema alguna vez.
-¿Sabes lo feo que es el hecho que te comparen? -preguntó Alex, descruzando sus brazos, dejando estos caer a sus lados.-. Que te repitan una y otra vez que tú deberías ser como ellos, ya sea en su adolescencia o en su adultez -miró a la mujer.-. Porque eso es lo que ella hace, una y otra vez. Y eso es... Molesto, cansador... No lo sé.
La mujer anotó cada palabra que ella decía mientras hablaba, hasta que finalmente la miró. Notó por su lenguaje corporal que estaba siendo honesta con sus palabras.
-¿En qué te compara? -preguntó la mujer.
-En mis calificaciones, en mi vestimenta, en que no tengo amigos, y en la mayoría de cosas que hago -respondió Alex. -. Es como si estuviera realmente decepcionada sobre mi vida y lo que hago con ella.
-Y tu padre, -mencionó.- ¿Hace lo mismo?.
Alex negó con su cabeza de forma lenta.
-No, él...-hizo una breve pausa.-. Él siempre me dice lo orgulloso que está de mí, y nunca me ha dicho que debo ser como él.
-¿Te llevas bien con él?-preguntó la mujer.
-Sí, aunque a veces es muy sobreprotector, pero supongo que eso es lo que sucede cuando él está rodeado de casos de chicas que desaparecen por la falta de atención que sus padres les dan -razonó la joven.
-Tienes una hermana, ¿Verdad?-preguntó la mujer.
-Sí, Claudia -respondió la joven.
-¿Y cómo te llevas con ella? - cuestionó.
-Es una relación algo rara -admitió la joven.-. A veces nos llevamos bien, y en otras nos ignoramos.
-¿Has intentado hablar con ella? -preguntó la mujer.
-Solo hablamos lo justo y necesario, nada más -respondió.
La mujer asintió y anotó en su libreta nuevamente, para luego soltar un suspiro bajo y mirar a la muchacha.
-Sé el porque vienes a las terapias, pero me resulta más importante que hables de tu familia -dijo la mujer.-. ¿Quieres hablar de tus pesadillas?.
Alex le miró en silencio, dudosa de que responder, pues hablar de sus pesadillas era casi como vivirlas otra vez.
-Alexandra -habló la mujer, llamando su atención.-. ¿Hay algo que quieras decir?.
-Mis pesadillas son... Extrañas, -dijo Alex, con su mirada perdida en el suelo.-. La mayoría no tienen sentido, son solo sombras que me atormentan, pero las otras...-su labio tembló.- son más vividas.
-¿De qué tratan esas?-preguntó la mujer, con toda su atención en la joven que parecía estar a punto de colapsar.
-De muerte -soltó la joven, levantando la mirada para mirar a la mujer a los ojos.-. Que todos mueren por mi culpa.
[•••]
No había hablado en todo el regreso a la casa de su abuelo, aunque su padre intentara sacarle conversación. No es que no quisiera hablar con él, pero su última conversación con la psicóloga la había dejado totalmente metida en su mente y en cada recuerdo de sus terribles pesadillas. No fue hasta que sintió que el auto se detuvo que supo que habían llegado a la casa de su abuelo Noah.
-Alex -llamó Stiles a su hija, ahora preocupado por su total silencio durante el corto viaje de regreso. -¿Qué ocurre?.
Alex finalmente lo miró, sus manos temblaban y se sentían sudadas.
-Nada -murmuró Alex, casi en un susurro.
Stiles no estaba contento con esa respuesta, pero la mirada amarronada de su hija le exigía que no preguntara nada más. Asintió con su cabeza y miró hacia la casa.
-¿Quieres entrar o prefieres ir a casa del tío Scott?-preguntó Stiles, manteniendo sus manos sobre el volante.
Alex elevó los hombros y miró a su padre.
-Estoy cansada, quisiera recostarme -respondió Alex.
Su padre asintió y ambos bajaron del auto, para luego encaminarse a la casa y entrar en esta. Alex subió las escaleras sin decir nada y se internó en el viejo cuarto de su padre. No estaba cansada realmente, simplemente no quería pasar demasiado tiempo en ningún otro lado.
Stiles suspiró al verla subir las escaleras, y se habría quedado allí parado si no fuera porque escuchó los pasos de su esposa acercándose.
-¿Está todo bien, cariño? -preguntó Lydia, tomando el brazo de su esposo con suavidad.
-Me preocupa, ¿Sabes? -mencionó Stiles. -. Después de la sesión, no habló en todo el camino y ahora se fue al cuarto. Algo no está bien.
-También me preocupa, Stiles -dijo Lydia, mirándolo a los ojos.-. Y ahora con todo lo que está pasando... Tal vez debamos volver a San Francisco.
Stiles le miró con seriedad y se apartó con cuidado de su agarre, parándose frente a su esposa.
-No -dijo Stiles, negando con su cabeza.-. Allí corren más peligro, Lydia. Allí estaremos solos.
-Fue un error venir, Stiles -dijo Lydia.-. Durante quince años no hemos recibido una amenaza, o algo que ponga en peligro a nuestras hijas, pero venimos aquí y volvemos a la vida a la que nos habíamos alejado por una buena razón.
Stiles miró a su esposa a los ojos.
-¿Y si recibíamos la amenaza allí?-cuestionó Stiles.-. No lo sabremos. Sea como sea, aquí tenemos refuerzos que allá no tendríamos.
-Solo digo que-murmuró Lydia, con su voz cristalizandose.-tengo miedo, Stiles. ¿Y si el nogitsune, o quien sea que haya robado la caja que lo contenía, vuelven y dañan a nuestras hijas?. No podría verlas...-su voz cayó en el silencio cuando sus ojos se empañaron en lágrimas.
Stiles sintió un nudo formarse en su garganta, y rápidamente rodeó el cuerpo de su esposa con sus brazos, consolandola. Ambos estaban preocupados por lo que vaya a pasar, especialmente por aquel espíritu maligno que los había atormentado en el pasado.
[•••]
Era pasada la media noche, Alex estaba recostada en su cama cuando escuchó la puerta ser golpeada con suaves golpes. Se sentó en el colchón antes de decir:
-Adelante.
La puerta se abrió, iluminando escasamente la habitación con la luz del pasillo. Por la forma sombreada y poca iluminada, supo la castaña que era su hermana quién había llamado.
-Claudia, ¿Qué haces despierta?-preguntó Alex.
La pequeña se adentró a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella y levantando la tecla del interruptor, encendiendo la luz. Alex pudo ver, gracias a la nueva iluminación, que Claudia estaba completamente vestida con ropas abrigadas debido a la frialdad de esa noche veraniega y con la mirada brillando en curiosidad.
-Skyler me llamó -dijo la pelirroja en voz baja.-. Encontraron algo en el bosque.
-¿Otra vez está escuchando las llamadas del tío Scott? -preguntó Alexandra, mirando expectante a su hermana menor.
-No va al caso -dijo Claudia, moviendo su mano, restándole importancia.-. La cosa es que necesito que me lleves.
-¿A dónde?-preguntó Alex, ahora perpleja.
-Al bosque, duh -dijo Claudia, como si fuera obvio.-. Skyler y Eli me están esperando en la entrada.
-Aunque quisiera llevarte a esa súper excursión nocturna, ¿En qué quieres que te lleve, Claudia?. Mamá me quitó las llaves del Jeep.-recordó Alex.
-Sobre eso -dijo Claudia, metiendo su mano en su abrigo negro.
Alex escuchó un tintineo familiar, y pronto vió como su hermana sacaba las llaves de Roscoe de su bolsillo. La castaña frunció el ceño y miró a su hermana completamente asombrada.
-¿Ahora eres rebelde y le robas a mamá?-preguntó Alex.
-Lo saqué de papá -dijo Claudia, mostrándose orgullosa.-. Entonces, ¿Me llevas o no?.
-Si sabes que nos castigarán de por vida, ¿No?- preguntó Alex.
-No si no lo notan -dijo Claudia, con una sonrisa cómplice.
[•••]
Aunque Alex no estaba de acuerdo con que su hermana menor y sus amigos vayan al bosque en medio de la noche, sentía curiosidad sobre que era lo que habían encontrado en el bosque. Quizá por eso ahora estaba conduciendo el Jeep hasta la entrada del bosque, dónde aparentemente no solo Eli y Skyler estaban esperándolas.
Al llegar, Alex vio dos figuras más allí y rápidamente se sintió nerviosa al pensar que se tratabas de los padres de ambos niños regañandolos por ir allí. Cuando vió realmente quienes eran, se desconcertó.
Skyler y Eli estaban siendo acompañados por Jeremiah Reaken y Caroline McCall, quienes estaban hablando en susurros un poco alejados de los dos más jóvenes.
Alex apagó el motor del Jeep, y fue cuando Claudia se giró a verla.
-Bueno, creo que debemos entrar con mayores. ¿Quieres venir? -preguntó la pelirroja.
Alex la miró y vio una oportunidad de acercarse a su hermana, como la psicóloga le había recomendado esa tarde. Tras soltar un suspiro, asintió y quitó las llaves del encendido del Jeep, para luego bajarse de este a la par de su hermana.
-¡Clau, creí que no vendrías! -dijo Skyler, emocionada.
-No podía perderme esto-dijo Claudia, acercándose a su mejor amiga.-. Aunque vine con Alex, espero que no les moleste.
-Mientras más seamos, mejor -dijo Skyler.-. Hola Alex.
-Hola Skyler -respondió Alex, viendola con la escasa luz de la media luna que había en el cielo. -. ¿Qué encontraron en el bosque?.
Los pasos de los otros dos adolescentes llamaron la atención de los cuatro, viendo a Caroline con una linterna.
-Encontraron a alguien muerto -dijo Caroline.-. O eso dijo mi padre.
-¿Un cadáver?-Preguntó Alex, sorprendida.
-No, un cuerpo de agua, si Alex, un cadáver -respondió Caroline, con sarcasmo.
Alex la miró sorprendida y a su vez un poco asustada. Se cuestionó si todos en Beacon Hills eran tan extraños o solo eran estos adolescentes.
-Hola Alex -saludó Jeremiah.-. Tiempo sin verte.
-Si, si, las conversaciones para después -dijo Skyler, meneando la cabeza y comenzando a caminar hacia la entrada.-. Ahora vamos antes de que nos vean.
Alex siguió a su hermana cuando esta comenzó a caminar detrás de su amiga, y el resto les siguió el paso. Debía admitir que el bosque por la noche se veía aún más terrorífico que en el día, pero también se veía interesante. Estuvieron caminando por varios minutos, hasta que finalmente llegaron a un lugar donde se podía oír voces y ver luces de linternas.
-Ahí -dijo Caroline, agazapandose detrás de una piedra gigante.
Todos se agacharon, siendo Alex la última, y miraron atentamente. Alex vió como varios policías estaban alrededor de algo en el suelo, entre ellos estaba su abuelo y Chris Argent hablando con Tobías. Era toda una sorpresa para Alex que el adolescente estuviera allí también, dado a qué él no era policía y su padre tampoco.
-Debería haber sabido que Tobías estaría aquí -dijo Caroline en un susurro audible para sus compañeros.
-Sabes que él y tu abuelo están en esta clase de casos -dijo Jeremiah, mirando hacia donde los oficiales estaban.
-Pero ellos no son policías -mencionó Alex.
-No, pero son algo así como guarda bosques-dijo Skyler, sin mirar a la castaña.
-Alguien viene -dijo Eli, desconcertando a las hermanas Stilinski, pues ninguna de ellas había escuchado los pasos.
-Mierda -dijo Skyler. -. Corran.
Todos rápidamente se pararon, siendo las Stilinski's las últimas en hacerlo, y comenzaron a correr en dirección contraria a dónde todos estaban. Debían ir hacia la entrada. Claudia iba de la mano con Skyler, quien para sorpresa de Alex iba demasiado rápido, de hecho, todos corrían más rápido que ella.
Corrían por la oscuridad del bosque, Alex casi se golpea con los árboles en varias ocasiones. De un momento a otro, todos iban muy adelantados de ella y en medio de su desesperación por alcanzarlos, no vio la raíz de un árbol y tropezó, cayendo al suelo y perdiendo de vista a los demás.
Quiso levantarse, pero el dolor agudo de su pierna no le permitió hacerlo tan rápido como quería.
Los pasos rápidos detrás de ella comenzaban a asustarla, por un momento pensó en que podría tratarse de un león de montaña como era sabedora de que habitan allí o un coyote, pero cuando la alumbraron con una linterna supo que se trataba de un humano. Alex se tapó la cara con ambas manos al sentir la luz cegadora en sus ojos.
-¿Alexandra?-escuchó la voz del muchacho que al parecer la odiaba.-. ¿Qué haces aquí? -quitando la luz de la linterna de los ojos de la joven.
Alex, en un intento por adaptarse a la falta de iluminación en sus ojos, se quitó las manos de la cara y parpadeo varias veces.
-Tobías, ¿Qué tal?-preguntó ella, queriendo sonar natural.
El escozor de su pierna herida comenzaba a palpitar con lenta intensidad.
Escuchó el bufido del muchacho y lo vio acercarse a ella, escuchando como las flechas en el caraj que colgaba en su espalda chocaban entre ellas con cada paso que daba.
-¿Estás herida?-preguntó Tobías, agachándose a su lado.
-No -mintió Alex, no quería humillarse más de lo que ya se sentía.
-¿Qué hacías merodeando por aquí?-preguntó Tobías, extendiendo su mano hacia ella.
Alex la tomó, sintiendo la calidez que esta emanaba y lo callosa que se sentía. Tobías se paró y jaló con suavidad de ella, levantandola. Alex soltó un jadeo al sentir que algo líquido se esparcía por su pierna, supuso que era la sangre de su herida.
-¿Qué pasa? -preguntó Tobías, sonando alarmado.
-Mi pierna -susurró Alex.
Tobías frunció el ceño y llevó la iluminación de su linterna hacia la pierna de la joven, viendo el jean azul rasgado y la herida que sangraba en la parte superior del muslo de la chica.
-¿En qué viniste?-preguntó Tobías.
-En Roscoe -murmuró Alex.
-¿En quién? -preguntó Tobías, confundiendo.
-En mi Jeep -aclaró Alex.
-¿Dónde está? -preguntó Tobías, asintiendo.
-En la entrada del bosque-respondió Alex.
-¿Puedes caminar? -preguntó Tobías.
-Creo que sí -dijo Alex, asintiendo.
-De acuerdo, te llevaré a casa de tu abuelo -dijo Tobías -pero primero iremos con mi madre para que te vea eso.
-No, no, no-negó Alex, rápidamente.-. Te prometo que está bien, puedo ir sola a casa, además no es tan grave.
-Puede infectarse, y estoy seguro de que no puedes pisar el embrague muy bien -dijo Tobías, intentando razonar con la joven terca.-. Además, no respondiste mi pregunta y supongo que tienes una interesante respuesta.
Alex iba a negarse, pero notó que aún sostenía la mano del muchacho cuando este dió un pequeño apretón en su agarre. La castaña le soltó y asintió levemente.
-De acuerdo, vamos -dijo Tobías.
[•••]
El camino de regreso fue casi eterno, pues Alexandra estaba herida y el pisar era como caminar sobre el infierno de ida y regreso. Tobías modero su paso y fue a su lado todo el tiempo, pendiente de que no se quedará detrás de él.
Al llegar a la entrada, Alex vio que el Jeep estaba en el mismo lugar en que lo dejó pero con la diferencia de que no había nadie allí. Pensó que el resto la esperaría, al menos que su hermana lo haría, pero Claudia se había ido.
-¿Qué pasa?-preguntó Tobías al ver que Alex miraba al Jeep con el ceño fruncido.
-Creí que ellos...-cerró la boca antes de decir algo que involucrara a todos.
-Así que no viniste sola -dijo Tobías, asintiendo.-. Soy de suponer que estaba alguna de mis sobrinas, ¿No?.
-Si digo que si, ¿Dirás algo al respecto?-preguntó Alex, girandose a verlo.
-Pues, diría que son muy malas para disimular que escucharon la conversación de mi hermano -dijo Tobías.-. Porque Scott me llamó para decirme que posiblemente haya dos curiosas rondando en el bosque.
-Bueno, tenía razón -dijo Alex, intentando bromear y quitar tensión.
-Sí -dijo Tobías.-. Aunque no creí que trajeran acompañantes.
-Bueno, en realidad, yo vine porque Skyler llamo a Claudia y no podía dejar que viniera sola -dijo Alex, elevando los hombros.
-Supongo que no -dijo Tobías. -. ¿Tienes las llaves?.
-No voy a permitir que conduzcas a Roscoe -dijo Alex, negándose a darle las llaves.
-Ya lo hice, ¿Recuerdas?-dijo Tobías, mirándola divertido.
-Bueno, no lo harás otra vez -denegó Alex, encaminandose hacia el asiento del conductor.
Pero antes de que diera dos pasos, una mano la tomó por la muñeca e hizo que se destuviera.
-No seas terca, estás cojeando -dijo Tobías.-. Podrías provocar un accidente.
-Eres exagerado, ¿No te lo han dicho?-preguntó Alex, con burla en su voz.
-Tengo precaución, es diferente -dijo Tobías.-. Las llaves -pidió.
-No -volvió a negar Alex.
Tobías sonrió y jaló de su agarre, atrayendola hacia él, quedando tan cerca que sus pechos comenzaban a rozarse. Alex jadeo ante el impacto, pero antes de que pudiera forcejear y patearle el trasero, Tobías la soltó y se alejó de ella.
-Bingo -dijo Tobías con una sonrisa victoriosa, mostrándole las llaves a la castaña.
Alex abrió los ojos y palmeo su chaqueta con sus manos, notando que faltaban sus llaves.
-Idiota -dijo Alex.
-Sí, sí, vamos -dijo Tobías, sin borrar la sonrisa de su rostro.
Alex no tuvo otra opción más que caminar cojeando hacia el asiento del copiloto, mientras que Tobías se sentaba en el del piloto y dejaba el caraj y el arco en el asiento trasero.
[•••]
El viaje hasta la casa de Melissa fue en silencio, con bajos tarareos de Tobías y el rugido de Roscoe como únicos sonidos que Alex escuchó.
Cuando finalmente se estacionaron frente a la casa de Melissa, Alex suspiró preocupada al ver la luz de la sala encendida. Tobías notó el nerviosismo de la joven, y apagó el motor en un gruñido silencioso.
-Es mi madre -dijo Tobías.-. Está a punto de irse a su turno en el hospital.
Alex asintió y esperó a que Tobías quitará la llave del encendido, para eventualmente bajarse del vehículo. Una vez que se encaminaron a la casa, Tobías abrió la puerta y dejó que la joven pasara primero, para luego pasar él y cerrar la puerta.
-¿Tobías, eres tú?-se escuchó la voz de una mujer, junto a pasos apresurados.
-Sí, mamá, soy yo -dijo Tobías, pasando junto a Alex y ponerse delante de ella.
Melissa apareció en el campo de visión de Alex, el cual estaba un poco bloqueado debido al chico que estaba delante de ella.
-¿Dónde está tu padre?-preguntó Melissa, sin notar aún la presencia de la joven.
-Aún está con los oficiales-respondió Tobías.-. Mamá, necesito que me ayudes.
Melissa abrió los ojos antes de preguntar.
-¿Estás herido?-su voz casi al borde del pánico.
-Yo no -negó Tobías, antes de dar un paso al costado, revelando la figura de la joven que temblaba detrás de él.-. Pero ella sí.
Melissa pareció sorprenderse al ver a la joven Stilinski, y se asustó al bajar la mirada hacia la herida. Alex no había mirado que tan grave era, pues odiaba ver la sangre, pero cuando vió como los ojos de la mujer se agrandaban, decidió hechar un vistazo.
No era profunda, tal vez solo había perforado la segunda capa de piel, pero aún así se veía horrible debido a la tierra que estaba rodeándola y su jean estaba manchado con sangre hasta la rodilla.
-Cariño -dijo Melissa, acercándose rápidamente a la joven. -¿Qué pasó?.
-Luego te cuento, mamá. ¿Puedes curarla en lo que llamo a Scott? -preguntó Tobías.
Alex le miró paniqueada, pues era bien sabido que su tío la delataría con sus padres y de repente se vio encerrada en una habitación sin ventanas ni puertas por treinta años.
-Sí, no te preocupes -dijo Melissa, asintiendo hacia su hijo. -. Ven, Alex, acompáñame.
Antes de que Alex pudiera pedirle a Tobías que no la mencione, el muchacho abrió la puerta de la entrada y salió de la casa tan rápido que Alex quedó girando en su lugar. Melissa le esperaba a unos pasos de la sala, al verla tan perdida, le llamó nuevamente.
-¿Alex? -preguntó Melissa.
La castaña la miró y parpadeo dos veces, moviéndose nerviosa en su lugar, antes de cojear hasta ella.
[•••]
Fue cuestión de minutos antes de que un muy enojado Stiles cruzará por la puerta de la casa de Melissa, y un preocupado Scott le siguiera el paso hasta la sala de su madre, dónde ambos vieron que la mujer curaba la herida de la jóven.
-Alexandra -llamó Stiles, con una voz vibrando en furia.
Alex se estremeció al oír la voz furiosa de su padre a sus espaldas, sobre todo porque él nunca la había llamado por su nombre completo.
Stiles rápidamente se posicionó detrás de Melissa y miró con dureza a su primogénita. Realmente estaba molesto, pero no con ella, sino con él mismo por no haber evitado esto. Aún así, su frustración y enojó fueron dirigidos hacia ella.
- Escaparte en medio de la noche, llevándote a tu hermana Claudia, el Jeep e ir al bosque a buscar un cadáver -mencionó Stiles el delito.-. ¿En qué demonios pensabas?.
Melissa colocó la venda en la herida antes de levantarse y alejarse de aquella discusión, parándose junto a Scott y Tobías, quienes estaban al otro lado de la sala hablando en susurros.
-Papá...-comenzó a decir la jóven, pero Stiles le cortó.
-No, no me respondas -dijo con la voz totalmente tajante. Hizo una breve pausa antes de continuar.-. La primera vez fue porque tú te sentías incomoda de estar con gente que llevabas años sin ver, lo entendí en ese momento, incluso discutí con tu madre por eso, pero esto...-soltó una exhalación bruscamente, como si estuviera conteniendo el aire.-. No sabes lo peligroso que es estar ahí de noche, ni lo que puede pasarte.
Alex sintió que la ira burbujeaba en su pecho, sintió como cada fibra de su cuerpo vibraba con furia y esta vez no se contuvo de dejarla salir.
-No, no lo sé -dijo Alex, parándose del sofá, aún sintiendo el dolor de su pierna pero no le prestó atención, no ahora.-. No sé que hay, ni que me pueda pasar ahí -siguió.-. Sé que hay animales que pueden atacarme, incluso matarme, pero por la forma en que hablan del bosque y los peligros que hay, siento que hablan de algo más. De algo mucho más grande que un coyote o un león de montaña -dijo Alex, furiosa.-. ¡Hablan como si hubiera un monstruo que está listo para matarme!.
-¡Por qué yo sé lo que hay ahí!-gritó Stiles, furioso.-. ¡Por qué sí te pasará algo a ti y a tu hermana, yo me moriría! -escupió.-. ¡Por qué no quiero que toda la mierda que pasó se repita!.
Alex tembló ante el tono de su padre y retrocedió hasta que sus piernas golpearan contra el sofá marrón detrás de ella. Sintió como sus ojos ardían y su pecho latía con fuerza. Sabía que todos los presentes estaban mirando la escena que se desarrollaba, podía sentir los ojos de ellos en su nuca.
El silencio reinó en el lugar, la tensión se sentía en el aire. Stiles miraba a su hija con los ojos endurecidos.
-Estoy decepcionado de ti, Alexandra -dijo, con voz baja y firme.-. Las llaves, ahora -exigió, elevando su mano hacia su hija, sin quitar la vista de ella.
-No las tengo -respondió Alex, sin mirarlo.
Stiles miró a Tobías, y este se las dió a Scott, para luego mirar a su hija.
-No sé que te está pasando, pero realmente no quiero hablar contigo ahora -dijo Stiles.-. Nos vamos.
Alex no se movió, al menos no por unos segundos, hasta que escuchó un bufido de su padre. Cojeando se alejó del sofá y se encaminó por la casa, pasando a un lado de Tobías y su tío, ignorando la mirada que le daba el primero, y salió de la casa con su padre pisandole los talones.
Esa noche, algo se rompió dentro de Alex.
[✓]
Stiles fue algo duro, pero sepan entender que está muy preocupado por la seguridad de sus hijas. Les prometo que no es malo con ellas.
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