Capitulo 7
Dizzy.
— ¿Qué pasó? —Murmuró la princesa, que parecía bastante desorientada a decir verdad. —Me duele la cabeza...
—Te desmayaste, cariño. —Hice una mueca. —Te golpeaste muy fuerte cuando te caíste, no te ves nada bien...
—Tuve un sueño raro, la vi...—Empezó ella, pero sus ojos empezaron a brillar y segundos después aquel brillo desapareció.
—No hables, me contarás más tarde. —La interrumpí antes de que alguien más la escuchara. —Está pasando...—Susurré al ver aquel brillo en sus ojos, pues sabía lo que significaba.
— ¿D-de qué estás hablando? —Tartamudeó, confundida. —No entiendo nada, me duele la cabeza. —Añadió, observé cómo inmediatamente su collar empezaba a brillar pero no dije nada al respecto, no quería alterarla más, afortunadamente Alex no lo notó.
—Sh, te van a escuchar, los vas a preocupar... No tienen que saber nada de lo que hablemos, sh, es un secreto. Las amigas comparten secretos, eso es lo que las mantiene cerca, nadie a excepción de mí puede saber lo de tu sueño. —Susurré, llevando mi dedo a mis labios para indicarle que se callara y no preguntara nada más. — ¡Ben! ¡Alex despertó! ¡Trae agua inmediatamente, hace veinte minutos estas encerrado en la maldita cocina con Mal!
Los había llamado apenas su hija se desmayó para informarles que estaba aquí, les dije que no era necesario que vinieran pero ellos habían aparecido en mi puerta de todas maneras.
El rey entró corriendo a la sala de estar junto con su esposa, él temblaba como si hubiera visto un fantasma así que cuando me lo dio, se lo tiré encima para que se calmara. Le ofrecí mi mano a la princesa para ayudarla a incorporarse e inmediatamente me abrazó.
— ¿¡Cómo puede ser que te escapes de tus clases!? ¡Primero nos cuestionas acerca de las mentiras que te decimos para protegerte y ahora haces esto! Estas abusando de nuestra confianza, eso es algo que no voy a tolerar en mi reino, estoy harta de que trates de llamar nuestra atención de cualquier manera. Estoy harta de este comportamiento inapropiado, señorita. —La hija de Maléfica alzó la voz, caminando por la habitación de un lado a otro.
—Mamá, yo...—Murmuró su hija, separándose de mí para enfrentarla.
— ¡No te atrevas a contradecirme! —Intervino la chica de cabello morado, furiosa.
—Mal, ahora no es el momento indicado para iniciar una discusión...—Intervino Ben, abrazándola por detrás para tranquilizarla pero ella se soltó de su agarre de manera brusca.
— ¡No me digas cuando es o no el momento adecuado para encargarme de imponerle límites a mi hija! —Gritó la reina, apretó sus puños y sus ojos empezaron a brillar.
—M, Alex acaba de desmayarse, no será conveniente que la alteres más hablándole así...—Exclamé rápidamente pues a pesar de que sabía que lo que había hecho la princesa estaba mal, también comprendía que no lo había hecho con malas intenciones.
— ¡Lo que será conveniente para ti es que no interfieras en esto, Dizzy! —Gruñó la hermana de Aurora, observándome atentamente, entonces sus ojos brillaron con más intensidad.
—Cariño, no exageres, no armes una escena... —Habló su esposo con un tono de voz tranquilo, ya que quería hacerla entrar en razón.
— ¿¡Exagerar!? ¡Le estoy imponiendo los límites necesarios para que aprenda de sus errores, cosa que tú no haces! Evie y tú concuerdan en que la cuidemos pero eso no significa que ella puede hacer lo que quiere sin pedirnos permiso. —La hija de Maléfica alzó la voz nuevamente, jamás la había visto tan enojada. Se volteó para ver a su primogénita—: ¡Alex, estas castigada!
— ¿¡Qué!? Pero mamá...—Se quejó la princesa.
— ¡No quiero escuchar tus excusas! Nos iremos a casa ahora mismo. —Sentenció ella.
—No quiero irme...—Protestó la pequeña, cruzándose de brazos.
—Pues es una lástima que no quieras hacerlo porque soy la reina y soy tu madre así que te ordeno que nos marchemos, vas a obedecerme si sabes lo que te conviene. —Insistió Mal.
—Esto no es justo. —Masculló Alex, haciendo una mueca.
—Como Uma solía decir, la vida es injusta. —Comenté, entonces vi como la reina tomaba del brazo a su hija y la llevaba hacia la puerta al ver que ella claramente no estaba dispuesta a retirarse por las buenas.
—Cariño, suéltala, la estas lastimando, además yo...—Murmuró Ben, tratando de detenerlas.
—Yo jamás le haría daño, además a ti también te lo ordeno así que vámonos y no lo voy a repetir. —Exclamó la mejor amiga de Evie, él suspiró hondo antes de despedirse de mí, dispuesto a seguir las instrucciones de su esposa.
—Mal, él es el rey, no puedes ordenarle...—Intervine entonces.
— ¡Te dije que no te metas! ¡Este es un asunto familiar! —La hermana de Aurora volvió a gritarme antes de dirigirse hacia la salida junto con el hijo de Bella y Alex pero antes de que pudiera abrir la puerta, mi novia entró a la casa, traía algunas bolsas de supermercado.
— ¡Amor, ya regresé! —Anunció la castaña antes de dejar las bolsas en el sofá para luego besarme apasionadamente —No sabía que teníamos visitas... ¿Llego en un mal momento? ¿Qué está pasando?
—Lo que sucede es que mamá es una bruja injusta. —Respondió su prima.
— ¿¡Cómo te atreves a faltarme el respeto de esta manera!? —La regañó la reina. —Seguiremos discutiendo sobre esto cuando lleguemos a casa así que vámonos, Jaime nos está esperando en la limusina. —Dicho esto, los tres se retiraron.
— ¿De qué me perdí, mi pequeña malvadita? —Cuestionó Audrey cuando cerró la puerta, se volteó a mirarme. —Mal se veía alterada...
—Yo creo que está exagerando un poco... —Admití. —Alex está metida en un gran problema.
Alex.
Apenas llegamos a mi hogar me apresuré a bajar de la limusina, ya estaba harta de escuchar a mamá regañándome durante todo el camino, así que apenas ella me gritó que me largara a mi habitación, la obedecí.
Me dejé caer en la cama y suspiré hondo, sabiendo que la reina se equivocaba ya que no había hecho esto para llamar su atención, no, sino que simplemente necesitaba saber la verdad y ya que ella no estaba dispuesta a contármela, tuve que recurrir a la única persona en la que podía confiar.
Aún así, seguía algo confundida, ¿por qué había soñado con mamá? ¿Qué había querido decirme en el sueño? ¿Por qué no estaba a salvo aquí?
Solo son sueños, pensé entonces, no significan nada.
Fue entonces cuando los gritos de mis padres empezaron a escucharse desde abajo y bufé, odiaba oírlos discutir.
Así que hice lo único que siempre hacía para ignorar estas situaciones: tomé mi celular y mis auriculares, dispuesta a refugiarme en la música.
Debe haber algo que hacer para evitar que me muera del aburrimiento, pensé mientras buscaba una canción en específico, entonces me levanté de la cama para buscar una de las cartas de mamá que había escondido para mantenerlas a salvo: al encontrarlas, tomé la segunda y me acomodé nuevamente en la cama para ahora empezar a leerla.
"Querida hija:
Si tuviera un solo deseo, pediría que te quedaras a mi lado para siempre.
Vivimos en Auradon, en un reino perfecto, pero eso no significa que todos son felices para siempre.
Te he estado buscando durante toda la noche, a pesar de que me tienen amenazada.
¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo correcto?
¿Regresar al reino para evitar que te maten y olvidarme de tu existencia? ¿Debo renunciar a ti y condenarte a una vida de mierda en esta maldita isla?
No puedo hacer eso, no quiero que termines siendo la peor versión de ti misma, ni su secuaz, ni que creas que mereces estar rodeada de villanos que no te darán amor. No quiero que seas como ella...
Juro que lo he intentado, he tratado de ser una buena madre para ti, a pesar de que nunca he tenido una que me diera todo lo que necesitaba.
Pero yo dejé que esto pasara, preciosa, ¿¡qué clase de mamá permite que la separen de su hija!?
Bueno, tu abuela Lea dejó que la separaran de Aurora, pero fue lo mejor que se le ocurrió para salvarla.
¿Eso debo hacer? ¿Esa es la única manera de que estés bien, a pesar de que estés lejos de todos los que te amamos?
Tal vez... lo mejor que puedo hacer por ti es desaparecer de tu vida.
Volveré a casa, con el corazón destrozado, pero esta es la única solución que se me ocurre.
Espera, no soy la única que está en este callejón...
No me canso de meterme en problemas."
—Iba a dejarme sola en ese lugar...—Susurré, pero entonces escuché un golpe en la puerta y me apresuré a guardar las cartas en aquel cajón de mi mesita de luz, ya que allí estarían seguras. — ¡Pase!
— ¿Qué pasó que mamá está gritando? —Inquirió el pequeño príncipe una vez que entró en mi habitación rápidamente, cerrando la puerta, se sentó a mi lado en la cama.
Él siempre se las ingeniaba para hacerme compañía durante mis castigos sin que nadie se diera cuenta.
—Es que me escapé de mis clases de etiqueta...—Respondí simplemente, encogiéndome de hombros.
— ¿Te escapaste? ¿Por qué? —Dudó Jace, él siempre había sido demasiado curioso. Los gritos seguían escuchándose así que se sobresaltó. —Me da miedo cuando ellos se ponen así...
—No tengas miedo, mamá está muy enojada conmigo y papá quiere hacerla entrar en razón, se les pasará pronto, sé que lo que hice estuvo mal...—Murmuré, abrazándolo.
— ¿Por qué te escapaste? —Volvió a preguntar al no obtener una respuesta de mi parte, me miró antes de rodearme con sus brazos. —Mamá nunca se pone de tu lado...
—Eso es porque no soy su favorita, obviamente. —Hice una mueca.
—Pero eres la consentida de papá. —Replicó mi hermanito.
—Eso no es verdad. —Negué con la cabeza rápidamente. —Me escapé porque... Necesitaba un respiro de ser princesa, es que no es lo que siempre imaginé que sería.
— ¿A dónde fuiste? —Inquirió el pequeño.
—Eso no importa. —Exclamé entonces. —Pase lo que pase, siempre voy a tratar de protegerte, ¿si?
—Me estás asustando...—Susurró Jace, alejándose un poco de mí. — ¿Crees que un monstruo me va a comer? —Cuestionó, lo miré extrañada.
—Pensé que estabas grande para seguir creyendo en eso...—Hablé rápidamente antes de acomodar mi cabello. — ¿No crees que están sucediendo cosas raras?
— ¿Qué cosas raras? —Dudó el pequeño príncipe.
¿Debería decirle la verdad? No, porque si lo involucro en esto... tal vez él tampoco esté a salvo.
—No me hagas caso, es que me golpeé la cabeza y supongo que eso me hace imaginarme cosas raras que no existen. —Me excusé.
— ¿Te golpeaste? ¿Cuándo? ¿Estás más loca que antes? —Inquirió con preocupación y curiosidad.
—Es que antes de regresar aquí me desmayé y me golpeé fuerte la cabeza, cuando me desperté escuché a mamá gritándome por haberme escapado mientras que papá me traía agua...—Expliqué entonces.
—Ésa no debe ser una linda forma de despertar. —Murmuró él, haciendo una mueca.
—No lo es. —Afirmé. —Por suerte nunca has pasado por eso, a tí mamá siempre te despierta con todo el amor del mundo, y a veces... Extraño que toda esa atención sea para mi, no te ofendas. —Añadí rápidamente.
—Pues ahora su atención está en gritarse el uno al otro... —Jace bufó, a él le costaba muchísimo ignorar las peleas de los reyes. — ¿Podemos escaparnos al castillo de Sofi hasta que todo acabe? —Suplicó observándome mientras hacía pucheros.
— ¿Y arriesgarme a que me den un doble castigo? —Lo miré, mientras pensaba si era una buena idea. —Vámonos de aquí—Accedí antes de bajarme de la cama y acercarme a la ventana, la abrí y lo ayudé a salir por allí para evitar que alguien nos viera, me apresuré a cerrar la puerta de mi habitación con llave para que nadie entrara y descubriera que no estábamos antes de finalmente salir por la ventana, cerrándola nuevamente.
Uma.
Suspiré hondo, era el décimo libro que leía y aún no había encontrado nada que no supiera acerca de los malditos portales, pero sabía que éste sería el único momento del día en el que podría investigar acerca de esto ya que Azul estaba jugando en su habitación mientras que mi esposo se encontraba en una reunión.
Dejé el libro en la mesa de la sala junto con los demás y cuando estuve a punto de abrirlo, mi celular sonó así que atendí sin siquiera ver el identificador de llamadas.
— ¿Hola? —Murmuré, algo distraída ya que no podía dejar de pensar en toda la información que acababa de leer.
—Tenemos que hablar. —Escuché la voz de la chica que se hacía pasar por la reina de Auradon y suspiré hondo. —Es tiempo de que pruebes que realmente estas de mi lado.
— ¿Tiene que ser ahora o puede ser más tarde? Porque tal vez no lo sepas pero mis obligaciones como dama del mar me tienen muy ocupada, el océano es enorme y es agotador tener que escuchar las quejas de las sirenas, agh, no las soporto. —Bufé, ellas eran bastante irritantes.
—Me importa una mierda que estés ocupada, además piensa que cuando destruyamos el mundo podrás encargarte de esas sirenas...—Exclamó aquella Perdida, suspiré hondo.
—Uhm, supongo que tienes razón, así que dime ¿qué quieres que haga para probarte que puedes confiar en mí? —Dudé entonces. —Y no me pidas que robe bebés porque de eso se encarga Audrey. —Aclaré rápidamente.
—Ven aquí y te diré qué es lo que tienes que hacer...—Ordenó Ariana, acomodé mi cabello.
Odiaba que me diera órdenes, pero sabía que no me convenía tenerla como enemiga... porque si eso sucedía, probablemente terminaría encerrada en el Upside Down con Mal.
—Está bien, ya voy, pero me parece una locura que todavía no confíes en mí, después de todo lo que hemos pasado juntas. —Accedí de mala gana antes de cortar la llamada, acomodé los libros en su lugar para finalmente tomar mi celular, iba a colocarlo en mi bolso pero lo había dejado en la habitación que compartía con mi esposo así que abrí la puerta de la sala de estar dispuesta a ir a buscarlo, hasta que aquel pelirrojo se interpuso en mi camino.
—Amor, tengo que irme a ver a Mal porque ella me va a prestar un vestido así que te veré más tarde, ¿sí? —Me excusé rápidamente, pero el hijo de Ariel no se movió.
—No te irás a ningún lado hasta que respondas esta pregunta. —Sentenció Dylan, completamente serio. — ¿Por qué tienes veneno en tu bolso?
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