Capitulo 45
Ariana.
Cerré la puerta de mi habitación secreta con llave y no pude evitar empezar a reírme como una desquiciada, observé el corazón que acababa de robar y me dirigí hacia el escritorio, tomé uno de los pequeños cofres de tesoro vacíos y lo guardé ahí para ahora acercarme hacia el espejo.
—Ben ya casi es mío, además de que los hijos de villanos y la insoportable princesa de Auradon van a morir en un par de minutos, este plan está saliendo perfecto. —Sonreí, orgullosa de mí misma. —Es una buena forma de pegarle a Mal donde más le duele.
Jay.
Vimos como Carlos tomaba algo y lo arrojaba contra la ventana para romper el vidrio, pero no funcionó porque nada sucedió.
—Las ventanas y la puerta están cerradas con magia negra, debe ser por eso que no se abren... —Reflexionó él, haciendo una mueca.
—Llama a papá. —Suplicó la ojiverde, desesperada, mientras tosía.
— ¿¡Y qué va a poder hacer él cuando estamos aquí encerrados con magia!? —Replicó la descendiente de Grimhilde, alzando una ceja. — ¡Nada! —Añadió mientras tosía varias veces.
—Cállense, dejen de pelear... Voy a llamar a Jane. —Mencioné y saqué el celular del bolsillo de mi pantalón, busqué su número y lo marqué, esperé a que atienda y cuando lo hice coloqué la llamada en altavoz. —Tienes que ayudarnos... Te necesitamos... No tenemos mucho tiempo...Por favor... —Susurré mientras tosía varias veces.
— ¡No me quiero morir! ¡Hoy siquiera he tenido la oportunidad de recordarle a mi chica lo mucho que la amo! —Se quejó mi mejor amigo, entrando en pánico.
— ¡Silencio De Vil y sigue tratando de romper esa ventana! —Insistió Alex, a cada minuto que pasaba ella tosía más y me preocupaba bastante.
— ¡Tengo que sacarla de ahí, no puedo dejar que nada le pase! —Sollozó la chica de cabello azul, angustiada.
— ¿Jay? ¿Qué sucede? No entiendo nada...—Escuché la voz de la descendiente del hada madrina, volví a toser.
—Estamos... Ayuda...—Insistí, todos tosimos y la llamada se cortó. —Estamos muertos.
Jane.
Fruncí mi ceño al recibir aquella llamada tan extraña y la preocupación inmediatamente me invadió.
Afortunadamente no tenía que preocuparme por los niños ya que los había dejado con mamá, así que ahora tenía que encontrar a mis amigos y a mi esposo.
—Noble corcel, fuerte y capaz, a donde está Jay me llevarás. —Recité el hechizo y una nube de humo celeste me envolvió, cuando la misma se disolvió unos segundos después me encontraba fuera del hogar de Evie. — ¿¡Qué demonios está pasando!? —Grité horrorizada al ver que se estaba incendiando, corrí hacia la puerta principal y traté de abrirla pero maldije entre dientes al darme cuenta de que no podía. Sentí aquella energía extraña apenas la toqué y me percaté de que la habían hechizado con magia negra, rápidamente me apresuré a pronunciar un encantamiento para abrirla pero no pude porque la magia negra era más poderosa.
—No puedo hacer esto sola...—Murmuré, preocupada. —Noble corcel, fuerte y capaz, a donde está Mal me llevarás. —Recité el hechizo con desesperación y unos segundos después aparecí en el centro comercial frente a la reina de Auradon y mi mejor amiga.
— ¿Jane? Que sorpresa, no te esperábamos, pero me alegra que quieras unirte a nuestro día de chicas. —Exclamó Lonnie antes de sonreírme.
—No, no. —Negué con la cabeza rápidamente. —Lamento arruinar su día de chicas pero ustedes tienen que venir conmigo, no hay tiempo para explicar, debemos marcharnos ahora o será muy tarde. —Supliqué, tomando sus manos.
—Ay Jane cálmate, tú sí que necesitas un día completo en un spa para poder relajarte, de hecho podemos ir ahora mismo. —Sugirió la hija de Stefan, que estaba bastante relajada.
Si tan solo supiera lo que yo sé, no estaría así, pensé.
— ¡No, no quiero ir a un spa! —Gruñí, impaciente. — ¿¡No entiendes que los vamos a perder si no hacemos algo ahora mismo!? —Insistí, ambas me miraron confundidas y se soltaron de mi agarre.
— ¿Qué te pasa? Luces alterada, ¿acaso estas así debido a alguna enfermedad? ¿Tienes fiebre? Sé que te enojas cuando te sientes mal. — Dudó la esposa de Jay, tocando mi frente para ver si la tenía caliente.
— ¡No, no lo estoy! ¡Y sucede algo terrible! —Repliqué, observándolas atentamente.
—Ahora tengo un mal presentimiento...—Admitió la chica de cabello morado.
—Cállate M, no hay tiempo para explicar, vamos. — Bufé y volví a tomar sus manos, suspiré hondo para poder concentrarme. —Noble corcel, fuerte y capaz, a donde está Jay nos llevarás. —Repetí el encantamiento y cerré los ojos, al abrirlos aparecimos fuera del castillo de la mejor diseñadora de Auradon, que seguía incendiándose.
— ¿¡Qué mierda pasó!? —Dudó la descendiente de la mujer que había salvado China antes de correr a abrir la puerta junto con Mal, pero sus esfuerzos fueron en vano.
—Ni siquiera lo intenten, está cerrada con magia. — Les advertí, pero aún así mi mejor amiga le dio una patada a la puerta, que no logró abrirla por obvias razones.
—Tenemos que hacer algo, ¿quién está adentro? —Preguntó la reina de Auradon, por su tono de voz supe que estaba realmente preocupada.
—No lo sé con exactitud pero por lo que escuché cuando me llamó Jay es que estaban él, Evie, Carlos y.... Alex. —Confesé, jugando con mi cabello, nerviosa.
— ¿¡Qué!? ¡No, no, no! Demonios, no. —La chica de cabello morado nos observó, tenía miedo y se le notaba. — Tenemos que sacarlos de ahí ya. —Sentenció, seria.
—Lo, ve a ver si en el castillo de al lado están todos bien, nosotras sacaremos a los chicos ¿si? ¡Y llama a los bomberos! —Murmuré, ella asintió con la cabeza y la vi sacar su celular y marcar un número mientras se marchaba hacia donde le había indicado, Mal y yo nos acercamos a la puerta.
—Sabes cual es el hechizo, ¿no? —Dudó la hija de Maléfica con inseguridad mientras tomaba mi mano, asentí con la cabeza. —Hagamos esto.
—Facilidad, velocidad, no patearé pero se abrirá. —Recitamos aquel encantamiento y entonces la puerta se abrió violentamente.
Mal fue la primera en entrar, corrió a buscar a la princesa de Auradon, que estaba arrodillada en el suelo; tosiendo bastante.
— ¡Hija! —La oí gritar antes de que se arrodillara frente a ella. —Mírame, aquí está mami, ¿si? Debemos irnos antes de que esto empeore. —Murmuró, la ayudó a levantarse y ambas salieron del palacio.
Entré a buscar a mi chico y se me rompió el corazón al verlo tirado en el suelo, pensé lo peor y me apresuré a acercarme a él.
—No quiero morir, no puedo dejar a mi familia, no...—Lo oí susurrar mientras tosía, con los ojos entreabiertos. —Ay no, ¿estoy en el cielo? ¿Por qué veo un ángel?
—Sh, silencio mi vida, no gastes tus energías. —Dije, acariciando su rostro. —Tienes que levantarte, hay que salir de aquí. —Ordené mientras tomaba su mano, lo ayudé a incorporarse y ambos corrimos velozmente hacia la salida.
Una vez que estuvimos afuera, sus piernas cedieron y se dejó caer en el suelo.
— ¡Quédate aquí, no te muevas, iré a sacar a Jay! —Le advertí señalándolo con el dedo, observé de reojo a la reina de Auradon y noté que ella volvía a entrar al hogar de su mejor amiga así que la seguí.
— ¿M? ¿Realmente eres tú? —Cuestionó la esposa de Doug, que no dejaba de toser cuando Mal la ayudó a levantarse. — No quiero ir hacia la luz, no...
—Me lo vas a agradecer más tarde, E. —Replicó la ojiverde y empezó a correr hacia la puerta junto a ella. Busqué al chico de cabello largo con la mirada y tomé su brazo para sacarlo de allí velozmente.
Cuando todos estuvimos afuera, suspiré hondo mientras acariciaba el cabello del descendiente de Cruella, Mal le cantaba a Alex para calmarla mientras que la dueña del castillo y el ex ladrón aún seguían tosiendo.
— ¡No me voy a morir! ¡Estoy a salvo! ¡Estoy vivo! Oh, gracias a todos los perros, ¡creí que nunca volvería a pisar esta maravillosa tierra! —Habló el chico de cabello blanco y negro antes de empezar a rodar por el suelo. — ¡Gracias, estrella del atardecer! —Gritó mirando al cielo, que ni siquiera había oscurecido aún. Lo miré extrañada y me crucé de brazos.
— ¿Disculpa? —La reina de Auradon lo observó de reojo. —Deberías agradecerme a mí y a tu chica, De Vil. —Le recriminó.
—El humo lo afectó bastante al parecer...—Exclamé negando con la cabeza, vi como la dueña de Evie's 4 Hearts se levantaba del suelo con cuidado.
—Tengo que volver. —Empezó ella.
—Evie ¿estás loca? —La chica de cabello morado la miró, incrédula. —No, de ninguna manera.
— ¡Dije que lo haré! —Insistió la chica de cabello azul empezando a caminar hacia su hogar en llamas, pero entonces se tropezó con sus propios pies y se cayó. —Estoy bien... —Musitó, incorporándose y sacudiéndose la tierra de su atuendo.
—No vas a hacer tal cosa y no lo voy a discutir. —Sentenció su mejor amiga, seria.
— ¡Dizzy está adentro, M! —Admitió la descendiente de Grimhilde antes de correr, dispuesta a entrar a buscarla, pero Jay la sujetó por detrás para impedir que se acercara cuando el fuego se propagó rápidamente. Mal abrazó a su hija. — ¡Suéltame, imbécil! ¡Dizzy, no, Dizzy! —Gritó desconsolada antes de ponerse a llorar.
Audrey.
Aparecí afuera del otro lado del castillo, riéndome como una loca, observé el fuego con una sonrisa victoriosa en mi rostro.
Luego de unos minutos, empecé a caminar para irme a mi departamento pero entonces escuché gritos, los ignoré y aceleré mi paso mientras oía aquella voz cada vez más lejana; entonces me detuve al reconocerla.
Era Dizzy.
Corrí hacia el lugar del que provenían los gritos y vi a la pelirroja tratando de abrir una enorme ventana con desesperación mientras tosía pero su esfuerzo era en vano pues la ventana estaba cerrada desde afuera.
—Tranquila, estoy aquí, voy a sacarte; ¿si? —Le grité e intenté abrir la ventana pero no podía así que tomé una piedra y rompí el vidrio. Me acerqué para ayudarla a salir del palacio y la hice caminar unos pasos, pero sus piernas cedieron y perdió el conocimiento. — ¡No, no! Quédate conmigo bonita, no me dejes...—Sollocé y cubrí su nariz antes de empezar a darle respiración boca a boca, unos minutos después –que fueron eternos– ella finalmente despertó y empezó a toser.
La abracé con fuerza y acaricié su cabello lentamente para calmarla, le extendí mi mano para ayudarla a incorporarse y suspiré hondo.
—Vámonos rápido, si ella está cerca... te aseguro que ninguna de las dos estamos a salvo. — Murmuré y antes de que se diera cuenta de que los hijos de villanos y la princesa de Auradon seguían encerrados, tomé su mano y empecé a caminar hacia la parte delantera del castillo, ella me siguió.
Mal.
— ¿¡Quién mierda hizo esto!? ¿Quién fue? —Alcé la voz, alterada y furiosa. Me separé de mi hija rápidamente. — ¿¡Quién demonios intentó alejarlos de mí otra vez!?
—Esa es una pregunta estúpida. —Habló Carlos, mis ojos empezaron a brillar intensamente y él se calló.
— ¿¡Quién carajo trató de matarlos!? —Proseguí, apretando los puños. — ¡Se las va a ver conmigo! —Añadí, miré de reojo como el esposo de Lonnie seguía abrazando a mi mejor amiga, que no dejaba de llorar por la hija de Drizella.
—Mamá... —Susurró mi descendiente, volteé a verla. —Ariana nos trajo aquí, Audrey estaba adentro, ella inició el fuego y...
— ¿¡Qué!? ¡Pero si yo la metí en la cárcel! —La interrumpí y pateé unas piedras, furiosa. —Agh maldita sea, ¡como se nota que no hay ni un poco de paz en este reino!
—Eh... Mal... —El dueño de Dude empezó a hacerme señas, vi como Evie se separó de Jay de repente.
— ¡Dizzy! —Oí el grito de mi mejor amiga que tardó unos segundos en salir de su trance, me volteé solo para ver a mi sobrina junto a la pelirroja. — ¡Quítale tus sucias manos de encima, maldita arpía asesina y loca! —Le gruñó a la primera antes de correr a abrazar a su hermanita menor.
—Déjala en paz, ella me salvó...—Murmuró Dizzy mientras le correspondía, tosió varias veces, coloqué a Alex detrás de mí para protegerla.
—Sí y también fue la que ocasionó esto. —Replicó la chica de cabello azul, señalando su castillo en llamas. La nieta de lady Tremaine volteó a ver a la castaña y la última bajó la mirada. —Jay, Carlos, llévense a Dizzy. —Ordenó, separándose de ella.
—Sí, y a Alex también...—Comenté, seria.
— ¿Qué? Pero...—Empezó a quejarse la princesa de Auradon.
—No discutas conmigo jovencita, ve a casa y no lo voy a repetir. Jane, acompáñalos por favor. —Intervine, observando a la chica de ojos azules.
—No, yo también voy a darle su merecido a esta maldita. —Se opuso la descendiente del hada madrina, separándose de su amado. — ¿¡Quién carajo te crees que eres para tratar de quemar vivo al amor de mi vida, perra!? —Gritó antes de empujar a la hija de Aurora.
— ¡Dije que se larguen! —Gritó la dueña de Evie's 4 Hearts observando a los demás, Jay ayudó a Carlos a levantarse y los cuatro se marcharon hacia mi casa.
—Sé que es una pregunta estúpida pero ¿cómo carajo escapaste de la cárcel? —Dudé observándola atentamente, me crucé de brazos.
— ¿¡En serio, M!? —Mi vecina me miró, indignada.
—Silencio E, se lo pregunté a mi sobrina. —Gruñí, esperando a que ella me diera una maldita respuesta.
—Ay, fue tan fácil. —Respondió con un tono de voz burlón antes de reírse en nuestras caras. —En Auradon no hay justicia.
—Que bueno que podamos hacer justicia por mano propia. —Murmuró la mejor amiga de Lonnie, apretando los puños.
—Hagan lo que quieran, nada de lo que me hagan va a evitar lo que está destinado a pasar... —Exclamó la insoportable princesita primorosa, encogiéndose de hombros.
—Cállate maldita, ¿¡cómo te atreves a quitarme todo lo que he conseguido!? Te voy a matar, desgraciada. —Alzó la voz mi mejor amiga, harta, antes de empujarla para empezar a golpearla hasta que oímos el sonido de la sirena del camión de bomberos y la esposa de Carlos las separó.
—Jane, no nos dejas divertirnos. —Me volteé a verla, cuando miré a mi sobrina la vi corriendo para alejarse de nosotros. —Agh, no puede ser. Ahora sí le voy a enseñar por qué nadie se mete con mis seres queridos. —Dije y empecé a avanzar para seguirla pero la chica de ojos azules me colocó una mano en el hombro, me detuve y la miré.
—Tranquila, M, tienes que ocuparte de tu familia ahora; ¿sí? —Murmuró ella.
—Sí, lo sé...—Afirmé. — Pero desgraciadamente ella es parte de mi familia y esto no se detendrá hasta que la mate.
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