Capitulo 40

—Esto tiene que ser una pesadilla, sí, debe ser un horrendo sueño del que tengo que despertar; porque los únicos que reviven de la muerte son los zombies...—Murmuró la hija de Aurora antes de pellizcarse el brazo. —Despierta, vamos, tienes que despertar; es una pesadilla...—Añadió, no pude evitar reír, sin duda alguna ella había perdido la cordura.

—Ay, que graciosa. Créeme, he vivido en una pesadilla por 12 años, así que sé perfectamente que esto es la vida real. Ahora que resucité, es tiempo de que arreglemos ciertos asuntos que tenemos pendientes. No te quiero cerca de mi familia, no quiero que vuelvas a pisar mi casa. —Volví a reír antes de levantarme y acercarme a ella para quitarle la corona y colocarla en mi cabeza. —Esto es mío, yo soy la verdadera gobernante de Auradon, tu reinado del terror llegó a su fin. Ah y por cierto, lamento haber llegado tarde para arruinar tu coronación, pero por suerte Alex lo hizo por mí. De tal madre, tal hija. —Le guiñé el ojo antes de sonreírle de manera victoriosa.

— ¿Crees que yo voy a permitir que arruines mi vida de nuevo, maldita? —Audrey me miró seria, cruzándose de brazos para luego negar con la cabeza. —No, ya no más, o me das lo que me pertenece o no tendré problema en secuestrar una princesa... Otra vez. Y a ese principito también. —Me advirtió, pero si algo había aprendido gracias a mi madrastra era que nadie debía amenazar a la realeza. Así que inmediatamente acorté más la distancia que nos separaba, invadiendo totalmente su espacio personal.

—No te metas con mis hijos. —Gruñí mientras mis ojos empezaban a brillar.

—Oh querida, ¿estar tanto tiempo en el Upside Down afectó tu mente? —Se burló ella, por alguna razón mi sobrina ya no me temía y eso era extraño. —Te recuerdo que tú solo diste a luz a Alex, así que Jace no te pertenece. —La castaña acomodó su cabello, mis ojos inmediatamente dejaron de brillar.

—Tal vez a ella no pero a mi sí y te juro que si vuelves a acercarte a mis descendientes lo vas a lamentar. —Intervino inmediatamente el rey de Auradon, lo miré sorprendida.

 ¿Quién es este tipo y qué hizo con mi estúpido Ben? Pensé.

—Sus amenazas no me asustan... —Respondió mi odiosa familiar, lucía bastante tranquila, me empujó para acercarse a mi novio y acariciarle el rostro mientras sonreía cínicamente. —Definitivamente ella va a encargarse de ti, Bennyboo...—Dicho esto, soltó una carcajada malvada.

—Siempre supe que estabas loca, ¿qué más pruebas necesitan para encerrarla en un loquero? —Hablé, mirando de reojo a la rubia.

—Ay cállate, ella te está escuchando y no le gustará que te dirijas con ese tono hacia mi, si vuelves a hacerlo te aseguro que las consecuencias serán terribles. —Aseguró la insoportable princesita primorosa.

—Sí, ya ha perdido la cabeza. —Se lamentó papá, ¡al fin lo admitía!

  Tardó bastante tiempo en darse cuenta, de todas maneras.

—Las mejores personas están locas...—Audrey le sonrió falsamente.

—Ay por favor, estas completamente demente. —Exclamé. — Si tú quisieras ser mejor persona... Entonces yo no tendría tantos problemas. —Repliqué, alzando una ceja.

—Bueno, suficiente. Yo sé cómo solucionar esto, no voy a dejar que vuelvas a perjudicar a mi familia... —Intervino nuevamente el hijo de Bella. — ¡Guardias! —Alzó la voz, llamando a aquellos que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para protegernos.

— ¿Es en serio? —La castaña nos miró, incrédula, antes de reírse. —Eso no impedirá nada de lo que está destinado a pasar.

—Al menos dejaré de oír tu maldita voz, la verdad es que no te extrañé ni un poquito, pero esta conversación no se ha terminado. —Mencioné, señalándola con el dedo, aún tenía muchas preguntas y ella tenía las respuestas que necesitaba; iba a dármelas de una manera u otra. En ese momento, los guardias entraron al comedor y la esposaron inmediatamente.

—Llévensela a la cárcel. —Ordenó el chico al que amaba con todo mi corazón.

—Me las van a pagar, esto les va a salir muy caro, les juro que los voy a destruir; ¡van a suplicar por sus patéticas vidas! —Nos advirtió mi sobrina, pero ya no creía en sus amenazas.

—He oído eso tantas veces... —Murmuré, negando con la cabeza, entonces los guardias se la llevaron; miré al rey de Auradon, aún estaba sorprendida por su actitud. —Por fin haces algo bien eh.

—Quiero darte una buena impresión y recordarte que soy el mejor esposo que has tenido... —Él me sonrió, tomando mi mano, pero bajé la mirada y me solté de su agarre rápidamente.

—Te casaste con ella... Idiota. —Le recriminé, alejándome de Benjamín, aún me dolía lo que había hecho y no sabía si estaría lista para perdonarlo alguna vez; a pesar de que lo amaba con locura.

—Estás lastimando a mi chiquita... —Habló papá, serio, fulminando con la mirada al padre de Alex.

—Yo... recordé que tengo que hacer algo. —Se excusó el descendiente de Bestia antes de salir corriendo de la habitación. Suspiré hondo y cubrí mi rostro con mis manos.

—Bueno, sigue siendo el mismo miedoso de siempre...—Admitió mi hermana. —Ven aquí, cariño. —Se acercó y me abrazó con fuerza.

— ¿Cómo estas tú? —Preguntó Stefan, se notaba que estaba preocupado por mi. —Es muy raro enterarte que tienes un hijo que no sabias que existía. Yo lo viví aunque esta situación es diferente porque técnicamente no es hijo tu... —Añadió, pero entonces la rubia le pegó un codazo para que dejara de hablar, lo cual funcionó.

—No es fácil salir de un infierno en el que creíste durante años que no le importabas a tus seres queridos, pero volver y enterarme de esto por Alex es realmente difícil. —Dije entonces. —Y sí, no es mío pero ayer cuando lo conocí y me abrazó... No pude decirle la verdad, ¡creyó que estaba muerta, pobrecito! Jace debe estar tan confundido, pero nada de esto es su culpa, pero temo que malinterprete las cosas... —Susurré, intentando ocultar lo mucho que me había dolido todo esto.

 Escuché pasos que bajaban las escaleras y rápidamente me esforcé para ocultar mi sufrimiento justo cuando mi hija entró al comedor.

—Mamá, escuché a la insoportable de Audrey... —Empezó ella, supuse que acababa de despertarse hace menos de cinco minutos porque aún tenía puesto el pijama. — ¿Por que no hay nada roto y no estás golpeándola? —Dudó, inspeccionando el lugar con la mirada.

—Porque por fin tu padre entró en razón e hizo algo bien, la envió a la cárcel... —Le expliqué entonces. —Yo la habría mandado a la isla pero bueno, algo es algo. —Me encogí de hombros, sonriéndole de lado.

—Puedes hacerlo igual. —La princesa me guiñó el ojo.

—Sí mi amor, lo sé, pero ahora que recuperé mi corona y mi vida; me concentraré en disfrutar de mi familia y de tratar de tener una relación con tu hermano. —Murmuré mientras acariciaba su cabello. — Además, he pasado años tratando de arruinar la vida de mi sobrina y no funcionó. —Añadí, haciendo una mueca.

—Sí, porque no la mataste. —Me recordó Alex, inmediatamente los tres adultos que nos encontrábamos allí la miramos sorprendidos.

— ¿Y tú de dónde heredaste tanta maldad, chiquita? —Cuestioné, intrigada.

—De ti, eso es obvio. —Respondió, orgullosa.

—Sí, supongo que sí, pero tú no te vas a meter en más problemas; Ben ya está bastante molesto contigo por lo que hiciste en la coronación y por organizar una pijamada sabiendo que estabas castigada. —Le recordé, alzando una ceja.

—No es nuestra culpa, además creí que no se darían cuenta porque estaban bastante ocupados. —Se defendió mi descendiente.

—Bueno cariño, ¿qué te parece si juntas le preparamos el desayuno a Jace? —Sugerí, sonriéndole.

—Me parece una excelente idea, así puedo enseñarte que es lo que le gusta...—Accedió ella inmediatamente. — ¿Ya desayunaron? —Dudó, observando a su tía y a su abuelo.

—Sí princesita, pero ustedes estaban dormidos así que no quisimos despertarlos. Nos encantaría quedarnos, pero tenemos cosas que hacer. —Respondió Stefan antes de besar mi frente y la de Alex. —Ya saben que siempre pueden contar con nosotros, para lo que sea.

—Sí, lo sé. —Afirmé con una sonrisa. —Gracias por el apoyo.

—Para eso es la familia, preciosa. Siempre estamos juntos, en las buenas y en las malas, no lo olvides. —Dicho esto, Aurora se despidió de nosotras antes de marcharse junto a papá.

—Mamá, no tienes que agradecerme nada, sé lo difícil que es esto para todos en especial para ti y Jace pero no te preocupes que no te dejaré sola; espero que papá tampoco...—Habló la pequeña, entonces la abracé con fuerza, ella me correspondió.

—Tu abuelo lo matará si él me deja. —Comenté logrando que ambas riéramos, tomé su mano y ambas entramos a la cocina, dispuestas a preparar el mejor desayuno del mundo.

Audrey.

  Estaba caminando de un lado a otro por la pequeña celda en la que nuevamente había terminado encerrada gracias al inútil de Benjamín, furiosa.

—Ariana te sacó todo, de nuevo. Te sacó a Dizzy, te sacó el lugar más importante en el reino, y ahora; lo que faltaba, Mal regresó a Auradon. Ella es la reina. —Murmuré, negué con la cabeza. —No, no lo puedo permitir. Acá la única heredera del trono soy yo. Este es mi castillo, mi fortuna. Acá están mis sueños, mi futuro. Tengo que pensar cuál va a ser mi próximo movimiento y hacerlo ya. —Dije rápidamente, entonces oí el sonido de los tacones acercándose a mi celda y sonreí al ver a la ojiverde allí.

—Abre la celda y déjala salir. —Ordenó mi tía al guardia que se encontraba cuidándonos, él inmediatamente obedeció.

— ¿Qué hay de nosotros? —Inquirió Hook, que estaba en la celda de al lado.

—No los necesitamos, bacalaos. —Respondí simplemente.

— ¡Eso es favoritismo! —Se quejó el hijo de Gastón, furioso.

—Tú no tienes sangre real así que solo eres un estorbo, al igual que él. —Habló la descendiente de Maléfica, me ofreció su brazo. — ¿Nos vamos?

—Hasta nunca, imbéciles. —Les sonreí falsamente a ambos piratas antes de entrelazar mi brazo con el de mi odiosa familiar, empezando a caminar para salir de la cárcel de una vez por todas. —Ya era hora de que me sacaras, aunque pensé que no lo harías.

— ¿Por qué no lo haría? —Ella me miró de reojo cuando estuvimos solas e inmediatamente una nube de humo roja nos envolvió, cerré los ojos y al abrirlos me percaté de que estábamos en el cuarto secreto y que su apariencia había cambiado totalmente, revelando su verdadera identidad; entonces acarició mi mejilla. —Aún sigo necesitándote, muñequita.

— ¿Y se puede saber para qué me necesitas? —Inquirí algo incómoda, separándome de ella.

—Es una tarea bastante simple, tú me ayudarás a localizar a Uma, hice un trato con esa maldita para que me entregara a Mal o de lo contrario me llevaría a su hija pero ella se escapó junto con su familia en lugar de darme a la insoportable de tu tía. —Respondió Ariana, apretando los puños.

— ¿Y yo qué tengo que ver en eso? —Cuestioné, alzando una ceja. —Ese es tu problema, no el mío. —Mencioné antes de acomodar mi cabello.

— ¿Quieres volver a la cárcel o terminar en otro agujero peor? —Sugirió, acercándose nuevamente y tomándome del cabello con fuerza. —Porque eso es lo que pasará si no haces lo que te digo, ¿cuántas veces tengo que amenazarte para que me obedezcas sin quejarte? —Susurró en mi oído.

—Ay no, que horror. —Dije rápidamente, gemí de dolor cuando me tomó del cabello, hice una mueca. —Agh, es que no creo que me necesites para eso, puedo llamarla para preguntarle dónde está pero no creo que me lo diga. Además tú tienes influencia en el más allá, eso debe servirte de algo.

—Esa maldita hizo un hechizo para evitar que la rastree, por eso te necesito...—Insistió la hijastra de Gothel, bufé.

— ¿Qué te garantiza que me atenderá? —Musité, insegura.

— ¿Qué te garantiza que no te mate si no lo haces? —Replicó, mirándome con odio.

—Pero...—Empecé pero antes de que pudiera seguir hablando ella me arrojó al suelo con brusquedad.

—Podemos hacer esto por las buenas o podemos hacerlo por las malas, tú decides, princesita. —Sugirió, observando de reojo los muñecos vudú que estaban en los estantes de la habitación.

— ¿Qué vas a hacer con eso? —Pregunté, extrañada, mientras pensaba en lo que ella era capaz de hacer. —Oh... La magia negra, ¿verdad? —Murmuré unos minutos más tarde, al darme cuenta de sus intenciones.

—Ay, por todos los espíritus del más allá, ¿¡por qué elegí a una secuaz tan imbécil e inútil!? —Se lamentó Ariana, negando con la cabeza.

—Pues si no te sirvo para nada entonces devuélveme mi corazón y olvidaré que todo esto pasó. —Sugerí, por la manera en la que ella me miró supe que eso no iba a suceder así que saqué mi celular de mi bolso. —Bien, la voy a llamar, pero no creo que me conteste. —Accedí de mala gana antes de empezar a buscarla entre los contactos de mi teléfono, marqué su número y esperé a que la hija de Úrsula se dignara a atenderme, pero no lo hizo.

 Corté la llamada y nuevamente volví a marcar su número, aunque fue en vano.

— ¡Agh! ¡Esa perra no puede esconderse por siempre, algún día tendrá que regresar arrastrándose como la rata que es! —Gritó la hijastra de Gothel, furiosa. — ¿¡Qué mierda haces aquí todavía!? ¡Desaparece de mi vista si no quieres terminar muerta, y más te vale que no hables con nadie porque te tengo vigilada! —Me recriminó, entonces asentí con la cabeza. Abrí con la ventana y salí por la misma con cuidado, empecé a correr mientras aún escuchaba sus gritos.

— ¡Me las va a pagar, nadie se mete conmigo y se escapa de mis manos! —Seguía gritando aquella Perdida. — ¡Cuando aparezca, mataré a su familia en frente de ella y luego la asesinaré!

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