Capitulo 25
Las personas siempre celebran el año nuevo, lleno de expectativas, deseos y metas por cumplir. Pero yo solo estaba triste, triste y malditamente triste. No había sabido nada de Harry desde lo ocurrido en Navidad. Y después de nuestra discusión, ya no me sentía bien, no me sentía igual. Sentía que... que él me había arrancado todo, yéndose lejos de mí.
Pero, ¿Qué podía hacer? Yo lo había arruinado todo, en primer lugar. Era mi culpa. Había sospechado de él de la peor manera ¿no? Y por supuesto, se enojó conmigo.
Enero era frio, y me sentía de esa manera. Fría. Como si el calor dentro de mí se hubiese esfumado, apagado.
Me encontraba acurrucada en mi antigua cama, en mi habitación mientras veía una vez más If I Stay. Estaba algo obsesionada con verla cada vez que podía. Era mi último día en casa con mamá y Charlie, pero no quería abandonar mi cama, todo el chocolate esparcido en la cama y la película transmitiéndose solo para mí.
—...If i die. If i live. Its up to me—, decía Mía mientras se veía a si misma postrada en la cama del hospital.
Charlie entró sin aviso alguno a mi cuarto y me miró con los brazos en jarras. No la miré. Estaba avergonzada. Se suponía que la pasaríamos juntas ese día, ya que era mi último día. Pero no lo hice y ella ya estaba mirándome de soslayo allí junto a la puerta—. ¿No piensas moverte de la cama?
Negué y me hundí en las sabanas, viendo la película, pero más atenta a lo que mi hermana decía. Suspiró—. Mamá dijo que bajaras, es hora de llevarte de vuelta
La miré—. Pero... ¿no era en dos horas?
Negó y luego salió de la habitación y me golpeé en la frente por ser tan mala hermana. Me levanté de la cama, apagué la televisión y tomé mis cosas –la pequeña maleta que tenía toda mi ropa– y mi bolso, donde tenía mi bloc pequeño de dibujo junto a un lápiz de grafito. Bajé los escalones y caminé hacia la salida, donde mamá me esperaba y Charlie igual. Cerré la puerta con llave y caminé hacia ellas.
Entramos al auto, yo detrás y Charlie en el copiloto junto a mamá. El viaje transcurrió en silencio, nada de música, ni comentarios por parte de mamá sobre el clima o como el racismo afectaba a los adolescentes últimamente, ni siquiera la suave voz de Charlie tarareando una suave canción.
Solo me dispuse a mirar hacia la ventana, era por la tarde y el día estaba nublado. Pequeñas gotas corrían por las ventanas del auto, clap clap clap–clap clap, empañándolas y mojándolas.
Acerqué mi rostro a la ventanilla, que se tornaba fría y miré hacia el cielo, donde las nubes se apretujaban entre sí, tratando de tomar un pequeño sitio para sí mismas, grises y como un ejército de gotas caían y hacia la superficie, y luego volverse nada. Nubes blancas con corazones grises.
Llegamos a la universidad, pero ninguna salió del auto. Dos personas se acercaban hacia nosotras desde fuera. La lluvia torrencial cayendo, provocando que sus rostros se vean borrosos; llevaban un paraguas rojo muy grande. Se acercaban y pude ver el rostro de PJ cerca del rostro de la otra persona. Neve. Estaban hablando. Los dos llevaban abrigos y botas y bufandas.
Estaban a unos pasos de nosotras, junto a un árbol que se encontraba junto a la entrada de la universidad. A lo lejos se veian los distintos edificios de distintas facultades. La imagen era hermosa: mis dos mejores amigos junto a un árbol con un paraguas protegiéndolos de la lluvia, y detrás un hermoso escenario. Era algo digno de ser pintado.
Mamá me miró por el retrovisor—, cariño, se que estas triste por Harry.
—Mamá—, dije mirando mis manos. No quería hablar de ello en ese momento.
Suspiró con resignación y no dijo nada más del teman. Se volteó hacia mí y hubo un atisbo de sonrisa. Una triste sonrisa. Charlie no me miraba o hablaba, estaba cruzada de brazos mirando hacia adelante.
Iba a salir del auto, pero su voz me interrumpió—. Toma—, dijo y me tendió los dos libros: el que compramos juntas en el centro comercial y el que ella me dio de regalo de Navidad. Quería agradecerle, abrazarla, pero solo me tendió los dos libros en la bonita caja de navidad en la que el primero estaba y luego se volvió y tomó su posición inicial.
Cerré los ojos con fuerza, aún más triste de lo que me sentía. Mamá me abrazó como pudo en su asiento. Me dijo que me amaba y yo también le dije que a ella también le amaba. Tomé un paraguas y abrí la puerta del auto, apretando la caja con los dos libros dentro—. Lo siento—, dije en un hilo de voz a nadie en particular. Pero Charlie sabía que era para ella, que lo sentía, por ser tan mala hermana.
Luego de tomar mis cosas del auto, unos segundos después arrancó lejos de la universidad. Lejos de mí.
Y sentí lagrimas correr por mis mejillas, sentía ese nudo tortuoso en mi garganta; como me obstruía el aire. Como mi pecho dolía. Tan fuerte. Había perdido a Harry, y... a la pequeña Charlie también.
Pero, ese tipo de perdida no se compara a la que siento ahora.
Justo ahora, sí siento que perdí a Charlie. Y es para siempre.
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