Capitulo 22
¿Crees en Santa Claus?, ¿O alguna vez creíste en los misteriosos regalos que aparecían debajo del árbol de Navidad?
Mi hermana Charlie creía, con tanta fuerza que me era incapaz de decirle lo contrario. Uf, lo siento. Ya me estoy inundando en un mar de lagrimas, con tan solo recordarla. Su pelo corto por los hombros, castaños y brillantes y ondulados, que ella siempre mantenía de esa forma para que se viese como si hubiese salido recién de la cama. Sus grandes ojos grises, iguales a los míos, pero claro, más hermosos.
Y su sonrisa destellante y hermosa cuando me miraba, con respeto y como si fuese su diosa, su hermana mayor.
No puedo... no puedo siquiera imaginar lo que están haciéndole justo ahora. Lejos de mí. Así que es mejor que continué con los recuerdos. Me duelen, incluso si son hermosos. Duelen.
Ella estaba tan emocionada con Navidad. Las luces titilantes de diversos colores, el árbol gigante que decoraba toda la sala de estar de la casa; de las puertas colgaba muérdago, por todas partes. Sentía esta sensación de familiaridad y apego junto a ellas. Mi mamá, Anne, siempre estaba metida en la cocina en esa época del año, inventando cosas suculentas y deliciosas para mimarnos a mí y Charlie.
Era Nochebuena. Mamá estaba como loca, soltando una de sus peroratas de siempre sobre qué clase de salsa le echaría al pollo asado, o el vino, ¿con o sin alcohol?, ¿refresco o jugo?, ¿sal o azúcar?, ¿arroz de pasas o arroz blanco? Siempre lo mismo, pero eran esos los momentos más especiales. Oh, y siempre, siempre íbamos tarde a comprar. Siempre comprábamos todo –las comidas, o algo mas aparte de eso- el mero día de Nochebuena. ¿No dicen que las personas siempre dejan todo para último?
Oh, he investigado sobre este país caribeño, República Dominicana. Ellos siempre dicen esta frase, aunque se muy poco español pude entender a tientas lo que significaba: el dominicano siempre lo deja to' pa' último. Me causa cierta gracia aun.
Entonces estábamos en el Honda antiguo de Papá. Mamá acelerando con rapidez para llegar a tiempo al centro comercial. Yo, por mi parte, estaba en el lado pasajero y Charlie detrás tarareando alguna canción suave. Prendí la radio y una música electrónica inundó el silencio en el auto.
Charlie empezó a gritar como enloquecida —, ¡me encanta esta canción!
Yo también la había escuchado, cómo no. Además de Ariana Grande, su favorita por supuesto, Kygo era su dj preferido. Esta canción, Firestone, era de verdad la que ella amaba. Y qué decir de Ariana, se la pasaba cantando una y otra vez sus canciones. ¿Ya mencioné a Sabrina Carpenter? Sí, otra de sus favoritas.
Su suave voz en proceso de desarrollo estaba en sintonía con la canción. Charlie tenia, en serio, una hermosa voz. De esas que hacen que fijes tu atención al cien por ciento, y que provoca cierta interrogante en ti mismo: ¿acaso esa voz tan melódica y fuerte existe en una chica tan pequeña? Y luego quieres más y más y más de esa dulce voz. Escucharla por horas y horas.
—En serio, Charlie. Ya no cantes, tus chillidos de gata parida molestan mis oídos —me burlé. Me miro ofendida y para molestarme cantó y más alto. Sonreí, causando el efecto deseado. Mamá me miró por el rabillo del ojo pero no dijo nada.
— ¿Cómo te va en la universidad, cielo? —. Me preguntó mirando al frente de la carretera, conduciendo con concentración pero también dándome un poco de atención.
Miré por la ventanilla las casas pasar y luego cómo nos acercábamos al centro de las tiendas, de zapatos, de ropa, de lencería únicamente de diseñador. Puaj.
—Bien, supongo. No es tan difícil adaptarse cuando tienes amigos.
— ¿Sí?, ¿Cómo se llaman?
Sonreí recordando a ese par de locos—, Neve y PJ. Ya los conocerás, vienen para Navidad. Mañana.
Habían pasado unas dos semanas desde que me fui de vacaciones de Navidad y ya me hacían falta las bromas de PJ y la arrogancia de Neve. Cómo estos dos peleaban entre sí por banalidades.
—Eso es maravilloso, cariño—. Dijo dándome una sonrisa.
Llegamos al centro comercial y nos dirigimos con rapidez al supermercado, que se encontraba a unos pasos del a entrada. Mamá comenzó a correr en busca de un carrito de compras y empezó a arrojar comida a lo loco, podría decirse.
Charlie estaba parada frente a un aparador de revistas, con Ed Sheeran en primera plana. Tomó esa revista, que al parecer era del mes y luego se dirigió a la sección de libros. La mayoría juvenil.
Me acerqué a ella y comencé a ver los libros que estaban allí. Vi uno que me llamó la atención bastante y que al parecer era un best seller. Charlie me miró con sus ojos brillantes.
Señalé el libro— ¿es bueno?
Sonrió—definitivamente. Debes leerlo, de hecho ese es el segundo. Pero tengo el primero, te lo puedo prestar.
Supe al instante que detrás de toda esa amabilidad, Charlie quería algo a cambio. La miré tratando de descubrir algún indicio de que tenía razón.
—Está bien. Compraré este y el primero me lo prestas—. Vi el nombre de libro, bastante interesante: Where She Went. —Entonces... me prestas el libro, pero supongo que es incondicionalmente.
Me miró de reojo—. Eh... sí.
—Y supongo que no quieres nada a cambio.
—Aja... no, eh, a decir verdad si necesito algo de ti—, Y, ahí está.
Me crucé de brazos con diversión en los ojos— Hmm... ¿y qué es?
Se puso roja como si de un tomate se tratara. Se sentía avergonzada y ni siquiera me lo había dicho todavía, y sentí simpatía por ella. Y unas ganas irremediables de abrazarla fuerte.
Y supe de qué se trataba— ¿Es un chico, no?
Asintió con la cabeza gacha, apretando la revista con nerviosismo—. Vendrá a cenar hoy con nosotras, le he hablado de ti. Mamá sabe sobre él y todo eso, sabes que ella es un poco risueña en esta clase de cosas...—, empezó a divagar—, el hecho es, que...
— ¿Si?—. Pregunté con una sonrisa en mis labios, una carcajada jugando en mi garganta. Pero me reprimí, porque si me reía de ella se enojaría y no me diría nada y no podría entrar en su pequeño mundo, y quería ser parte de él.
—Por favor, por favor no le hables sobre cosas vergonzosas de mí cuando era pequeña. O no permitas que mamá le muestre el álbum de la familia. Sería demasiado.
— ¿Tu cumpleaños número diez, cuando vomitaste sobre Jimmy?
Asintió— cosas como esas. No se pasen de la línea por favor. En serio me gusta.
Sonreí y apreté su hombro con comprensión— Está bien. Te voy a ayudar con eso. — Sonrió y empezó a dar saltitos—, pero, que ese chico no me robe a mi hermana, ¿okey?
Me abrazó—. Okey. Gracias, gracias, gracias—, dijo luego de soltarme y saltar como una chiquilla enamorada.
La miré, como de feliz se veía—. Escucha. Ve hacia el cajero y espérame a mí y a mamá allí. Llévate estos—, señalé el libro y la revista. Ella asintió y camino lejos de mi.
Camine por los pasillos buscando a mamá, pero de pronto escuche a unas señoras hablando entre sí con asombro, como si estuviesen hablando de un jugoso chisme. Mamá estaba allí con ellas. Me pegué de uno de los estantes llenos de dulces Pixie Stix y Twizzlers. Saquee un poco mi cabeza para reverberar de que aún estaban allí. Y lo estaban. Me encogí de nuevo y escuche sus susurros alarmantes.
—...Dicen que es muy peligroso y difícil de atrapar.
—Sí, vi las noticias y decían que ese grupo de mafiosos adictos al dinero secuestraron a una chica hace unos meses. Se llamaba Aurora. Nadie sabe de ella aun.
Luego escuché a mamá—, menos mal que Autumn ya estaba de camino a la universidad.
—Sí, tu hija tiene suerte. Ya van cinco chicas desaparecidas. Lo peor de todo es que nadie sabe cómo se llama el gánster de esa mafia. En las casas de esas chicas desaparecidas, los policías siempre encontraban una nota...— traté de asimilar toda la información, tragando saliva lentamente—... con una H inscrita en cursiva. Solo eso. Es como si el asesino secuestrador estuviese tramando alguna clase de acertijo o juego sádico.
—Sí. Lo peor de todo es que solo secuestró a chicas con nombres que iniciaban con A. Los policías y los federales están preparándose, buscando cada chica de Boston con nombre que empiece con A. pero son demasiadas. Aún así, tienen los ojos hasta por la planta de los pies.
— ¿Federales dices?, ¿el FBI?—dijo una de ellas con emoción.
—Sí. Quieren encontrar a esa mafia, y quieren la cabeza del que los controla. El tal H.
Era demasiada información para asimilar. Demasiadas cosas coincidían, otras no. De algo me estaba perdiendo, y me estaba volviendo loca. Las chicas secuestradas, sus nombres iniciaban con A. ¿Qué significaba eso? ¿Una mafia?
¿Quién era H?
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