Capitulo 19
PJ me miro como: si, lo sé. Debemos hablar.
Y claro que debíamos. Quería saber donde se encontraba, quien que había golpeado de tal manera, hasta el grado de dejarlo casi inconsciente. Casi, por suerte.
—Antes que nada, Autumn. Quiero que sepas, que todo lo que diga en este instante, es cierto. Y que, no te pongas loca.
— ¿Cómo ponerme o no loca, si ni siquiera me has dicho nada?
Asintió y supe que ya debía preguntarle—. ¿Dónde estabas mientras yo te suponía desaparecido?
Largo un suspiro y miro al blanco techo de la habitación, me miro—. La última vez que nos vimos, cuando te dije sobre... Harry, y corrí lejos, me dirigí a casa de un amigo. El sabe lo que está ocurriendo y sabía que debía protegerme.
—¿Que amigo? ¿De qué debes protegerte o debías? ¿Qué quieres decir con que él sabe todo? ¿Qué es ese todo? ¿Y qué está ocurriendo?
Un mar de preguntas navegaban por mi mente, luchando por saber la verdad, que ocurría, por que tanto el misterio que traía PJ y el dichoso amigo suyo.
—Es clasificado, no puedes saber quién es. Debía y debo protegerme de algo que ni siquiera mi amigo me puede librar. Quiero decir que él ha estado conmigo en esto desde el principio. Y... no puedo decirte qué es ese todo.
Lo miré incrédula. ¿Acaso el me decía eso? Si. Mierda que sí. No quiso decirme nada, sus respuesta eran para mí... nada. Él no me decía nada, solo palabras vanas, inconclusas, que hacían que a cada segundo me interesara más el asunto.
—¿Clasificado? PJ, dijiste que dirías la verdad, y ahora, ¿sólo la dices a medias? Es más, ni siquiera se acerca a eso. Se supone que estamos hablando sobre lo que paso contigo. Cuando supe que estabas desaparecido, pensé que...
—¿Qué, Autumn?—, hice ademán de restarle importancia pero él no cedía— dilo, ahora.
—Es... es absurdo, de todas formas. Ya sabes que mi mente es un poco retorcida y paranoica y divago mucho sobre las cosas.
—No. Dilo.
—Uff. Pensé que Harry estaba involucrado, porque no asistió a clase. Pero luego lo vi mas tarde y supe que él no tenía nada que ver contigo.
—Autumn...
Negué—, no. Harry no te hizo eso. No...
Él en cambio asintió—. Si lo hizo. Es más, cuando Salí de casa de mi amigo, en la tarde, me dieron la paliza. Uno de ellos, antes de terminar su trabajo y dejarme como un asqueroso perro sangriento allí, dijo: para que no te metas en lo que no te incumbe y no sueltes la lengua de nuevo. El jefe puede matarte con solo un chasquido de dedos. Y luego, se fueron.
—Eso no quiere decir nada. Además, ¿dónde entra Harry en ese asunto?
—Él es el jefe de esa mafia, Autumn.
Lo miré escéptica, sin dar creencia a sus palabras. Los golpes lo habían dejado algo pirado, o más o menos así.
—Okey, entonces, dijiste algo secreto de la mafia y Harry envió matones para acabar contigo, ¿no?
Me miró con profundo desdén —no te burles de mí. No soy yo la que anda enamorándose de alguien que es peligroso—. Dijo y al instante sentí calor subir a mis mejillas y garganta.
—¡Que no estoy enamorada de Styles! ¡Sólo digo que es ilógico que él sea jefe de una mafia de puros matones! ¿Es que acaso te escuchas, PJ?—dije con exasperación y era que, me negaba a aceptar que Harry fuera algún mafioso. Con secretos, si. Mafioso o asesino o como le quieras decir, no.
—Sé lo que digo. Sé que fue el quién envió a ese grupo de drogadictos a hacerme daño. Y se como todo esto va a acabar si no te alejas de él. Autumn, aléjate de Harry Styles, él es muy peligroso—, me miró preocupado, su rostro aún magullado con una mueca. Tomó mis manos y sentí la calidez de las suyas—. No quiero que te dañen. De ninguna manera.
Sonreí, tratando de tranquilizarlo—no pasará nada, te lo aseguro. Se defenderme.
Negó— no, Autumn. Esto es más grande que solo defenderte, debes alejarte antes de que sea tarde.
Y luego, se acabo la conversación. Curiosidad palpitaba dentro de mi para saber el por qué, qué, cómo, quien de todo aquel asunto. Pero PJ no dijo nada más, aunque le insistí, no cedió. Así que, me enfoque en mi trabajo para la profesora Castillo. Tan solo me quedaba ese día para hacerlo. Tome el lienzo que tenia a un lado del escritorio, la pintura y pinceles.
Puse el caballete frente a mi cama y coloque el lienzo en este. Me senté en la cama, tome la pintura y empecé mi trabajo. PJ me miraba confundido, trató de acercarse para ver que hacia pero lo detuve.
—No, lo verás cuando termine.
Asintió y se recostó en la cama de Neve, mirando al techo. Se suponía que debía pintar en el salón de artes plásticas pero no quería dejar a PJ sólo, ya que, si decía algo más, no me lo perdería.
Mis trazos en el lienzo eran agiles, me sorprendí a mi misma pintando sin dificultad en la tela blanca, y como acentuaba los colores en la pintura, PJ se enojaría cuando lo viese, pero el caso era que no iba a permitir que lo viese, él creía que lo vería pero no era así, no lo fue. Una pequeña mentira no hacia daño de vez en cuando.
Me sent5ia llena de vida cuando hacia lo que amaba, era todo concentración y trabajo en ello, cómo cada trazo, cada pincelada caía en el ángulo perfecto. Mientras pintaba, pensaba en Harry, en que, él no era de la manera que PJ describía; que Harry era más sonrisas burlonas y comentarios falsos y mascaras llenas de mentiras. Lo supe cuando estábamos en la pradera, lo dulce que fue y sus palabras, con el poder de cambiar todo, sus ojos tristes y aquella barrera que separaba al Harry real del Harry que era todos los días.
Unas horas después había terminado mi preciado trabajo. Sabes, en aquel lienzo que había plasmado con tanto afán, estaban los ojos verdes de Harry, grandes y predominantes, pero dulces y gráciles, sus pestanas negras y suaves, que me hacían cosquillas en las mejillas cuando él me besaba; sus pupilas negras y oscuras cómo los secretos que mantenía ocultos, sus irises verdes brillantes, que cuando los veía me perdía en ellos, en un mundo lleno de Harry, de todo lo que él quería y amaba, anhelaba pero que también temía y odiaba.
Estaba su sonrisa, pero no aquella falsa y burlona. Sino la sonrisa que muy pocas veces llegó a ser sincera y plena, aquella sonrisa grande y ancha en su rostro, que iba acompañada de unos hoyuelos preciosos. También lo había dibujado.
En fin, estaba todo él. Mejor dicho, solo su rostro, terminando en sus fuertes hombros, pero para evitar que supieran quien era, pintee sus facciones oscuras, cómo si estuviera en las sombras, y el fondo oscuro también, dándole profundidad a la pintura, pero, cuando me fijé bien, no era la pintura que quería interpretar, es más, interpretaba temor y su sonrisa se veía malévola, falsa, y aquellas sombras que plasmé en su rostro, reflejaban en él a alguien hermoso pero maquiavélico. Una persona oscura y mala.
Mis ojos se aguaron, no quería que significara aquello, sino todo lo contrario. Pero la verdad era que, en parte, mi mente lo imaginaba así en ese momento, y no al Harry sonriente que supuse vivía en otra dimensión, porque, yo solo conocía al Harry de aquella pintura y no al Harry que quería pintar realmente.
Pero, imaginarlo de otra forma, como el Harry de la pradera, que por cierto él mismo dijo que olvidara, me daba cierta confortación, tan solo pensar que por un minuto Harry no sería oscuro, sino dulce. Pero la vida no concede deseos, por lo menos, no los míos.
Resignada espere a que secara y lo guardé. Y al segundo entró Neve sin una bolsa para tratar a PJ, ya sabes, medicamentos y esas cosas, y otra bolsa de donde desprendía un suave olor que golpeó mis fosas nasales y que provocó que mi estomago rugiera.
Neve sonrió—. Supuse que querrían algo de comer, así que toma—me lanzó la bolsa y abrí, dos paquetes de sándwich y una pequeña caja de donas con chocolate.
Abrí un paquete de sándwich y mordisquee un poco, era bueno, muy bueno.
Media hora después PJ había despertado de su siesta, —que por cierto, no me había dado cuenta de que tomaba una— y le tendí la bolsa de aperitivo, lo tomó gustoso y empezó a comer. Neve escribía en su ordenador con concentración, ajena a nosotros. Miré a PJ masticando y sonrió, migajas de pan cubriendo sus dientes.
—Ugh, eres totalmente asqueroso.
Se encogió de hombros y continuo con su tarea.
Luego de tragar me miró extraño—¿no se supone que deberías ir a clases, tú Neve?
—Decidimos faltar hoy, Neve mando una carta excusándose tanto ella como yo por la ausencia, así que, aquí estamos—. Dije.
—Además, no íbamos a dejarte sólo aquí—continuó Neve escribiendo en el teclado.
—Aw, estas preocupada por mí—. Dijo PJ acercándose lentamente a Neve y tocando su hombro, esta se sobresalto.
Neve soltó una risa nerviosa— claro que no. Solo no te puedes quedar aquí y hacer quien sabe qué.
PJ besó su mejilla y se tiró en su cama—. No lo niegues, españolita. Qué bien sabes que la única que se miente aquí eres tú.
Se volteó de un salto y miro a PJ con odio—. Serás puto idiota, ¡que no siento nada por ti! ¡Pinche degraciao' crees que estas bueno, eh! ¡Bien pirado que estas, porque ni de coña me preocupo por ti!—dijo enojada en español. La miré alarmada, sin entender, solo escuchar su puto, pirado y pinche eran señales de que estaba enojada
Me miro y trate de alentarla a que se calmara. Lo hizo. Le di un codazo a PJ y este gimió—¡AUUUU!
—Por imbécil.
—Ya, ya. Ni es para tanto.
Lo señalé con el dedo índice—solo porque eres mi amigo te quedas aquí por un tiempo, pero sin peleas.
Alzó las manos rendido—Okey—. Dijo y me recosté en la cama—¿has escuchado, Neve? Tendrás a este chulo por aquí por un buen rato.
Y luego, Neve saltó como si se tratara de una gata salvaje sobre PJ.
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