Capítulo 81: Una venganza digna de la realeza

Adelí Mathews

—¿Estás bien?

Creí que el sonido del hielo deslizándose y los cuerpos cayendo iban a ser lo único que escucharía. Pero para mi sorpresa, cuando volteé, vi a Sarah de espaldas, manteniéndose en pie con las manos echas garras a sus costados, sus hombros elevándose exageradamente, tomando grandes bocanadas de aire. Eso a cualquier humano le provocaría un mareo instantaneo pero para mí ver a Sarah haciendolo solo significaba que era su forma de demostrar el gran esfuerzo que estaba haciendo por mantener los pies sobre la tierra, y hablo de forma tanto metafórica como literal.

—Oye Sarah...—lancé una esfera más de fuego hacia un condenado que corría en mi dirección, y caminé hacia Sarah, dejando los gritos del hombre en agonía por su corazón derritiendose.

Mas tarde tendría que regresar y rematarlo con vamperus para que no vuelva a resucitar, pero ahora mismo me preocupa más el cambio de actitud en Sarah. Hace unos momentos estaba desbordando coraje y valentía, arrasando con cada condenado que se le abalanzaba como si fueran míseros insectos bajo sus botas.

¿Qué es lo que cambió?

Ladeé la cabeza, esperando a que respondiera a mis llamados, pero manteniendome tambien alerta ante cualquier ataque. Pero la vibra a nuestro alrededor había comenzado a sentirse diferente.

Pude verlo en los ojos de los condenados, que intentaban acercarse con pasos vacilantes, sus manos temblando al igual que sus expresiones, cambiando entre la rabia, la inseguridad, el miedo y finalmente... la resignación. En poco tiempo, la mayoria de los condenados habían pasado de querer atacarnos a simplemente huir. Apenas me veían, se quedaban estaticos y en cuanto sus ojos se posaban sobre Sarah y el hielo echando humo bajo sus pies, daban media vuelta y corrían.

Estaba mirando a un par de ellos huyendo, cuando de pronto fueron derribados por los filosos colmillos y las garras gigantescas de los Vookers.

—Creo que deberíamos regresar, Adelí.

Miré a Sarah cuando al fin habló.

—¿Regresar?

¿A qué venía eso? ¿Acaso está dudando de nuevo? ¿Tiene miedo de enfrentarse a Emmily, alguna clase de compasión fraternal?

No, no puede ser eso. Conozco a Sarah, o mejor dicho... Sé muy bien que su actitud de estos días no ha sido por nada, ella ya tomó una decisión y conoce bien su lugar. No va a flaquear ahora que estamos aquí.

El hielo se expande a un radio de dos metros, cubriendo a tres condenados que intentaban aproximarse y congelando sus cuerpos mientras nos maldicen. Al mismo tiempo, Sarah se gira en mi dirección, sus ojos cambiando entre el azul y el marrón como si fueran luces parpadeantes.

—Alex... podría llegar a necesitar nuestra ayuda, y nosotras lo dejamos solo con Rooner, él es peligroso—dice.

Así que es eso...

—Alex fue claro, dijo que podía encargarse de él, tú dijiste que podía pelear contra Rooner—me cruzo de brazos—. ¿Acaso mentiste?

—No es eso, sé que Alex puede vencerlo—aprieta los puños y por un instante mi mirada se desvía hacia el suelo que está cubierto de hielo, pues este se expande un poco más y no parece que sea por que Sarah así lo quiera—. Ese día en el Coliseo de Voodo... Alex parecía otra persona... No, no es así.

Ella agacha la cabeza.

—Sé que Alex no estaba actuando como otra persona, era él... Sólo que estaba dominado por la furia—dice—. Sé muy bien cómo es Alex cuando está furioso y tiene la capacidad de destrozar aquello que le enfurece.

—¿Y tienes miedo?

—¿De Alex?—eleva la mirada—. No, nunca.

—¿Entonces qué es lo que te preocupa?

—¿Qué tal si ese enojo, si ese descontrol que lo domina lo pone en peligro alguna vez?—tartamudea—. No podría soportar que algo le pasara, yo debo protegerlo también.

—¿Y no crees que es lo mismo para él?—le corto.

—¿Qué?

—Estoy segura de que Alex debe estar pasandola peor ahora mismo, dejandote ir a enfrentar a Emmily sin él, sabiendo que es posible que mueras—replico—. ¿Acaso crees que no es consciente de eso?

—Yo...—aprieta los labios.

—Estamos en guerra, Sarah—mi voz suena tan cruda al igual que mis palabras, y por un momento los ojos de Sarah se mantienen en su color natural—. Es imposible que lo hayas olvidado, eres un vampiro.

—Lo sé—desvía la mirada, al parecer es incapaz de mantener la mía ahora mismo.

Me pregunto qué tan aterradora me veo en estos momentos.

—Sé que tienes miedo de lo que pueda pasarle a los demás, pero todos somos conscientes de que estamos entregando nuestras vidas en esta guerra—le digo—. Porque no solo nuestras vidas están en juego, sino las de millones de inocentes.

Miro a mi alrededor, las aves cayendo encima de condenados, llevandoselos y arrojandolos al suelo para ser atacados por criaturas aliadas. Sus expresiones de dolor y furia, la manera en que sujetan sus armas contra el enemigo, decididos a acabar con ellos. Todos tienen algo que proteger, no importa si es únicamente su propia vida, ese deseo es lo que mueve sus corazones y los llena de valor y fuerza para seguir en pie y caminar sobre el enemigo.

—Es una guerra, y cada quien tiene un papel que desempeñar y tenemos un líder al cual seguir—doy un paso hacia ella—. James sabía que no podría enfrentar cara a cara a Emmily, así que nos dio ese papel a nosotras dos ya que cree que somos las que tienen más posibilidades de acercarse a ella—digo—. James confía en nosotras, en nuestra capacidad, él decidió depender de nosotras para esta misión.

Aun frente a ella, Sarah no parece dispuesta a mirarme a los ojos.

—Si quieres proteger a Alex, entonces debemos apurarnos en llegar hasta Emmily, matarla y acabar con esta guerra—espeto—. Entre más rápido acabemos con ella, más rápido estará Alex a salvo, ¿No es eso lo que quieres?

Esta vez los ojos de Sarah enfrentan los míos, y por un instante soy yo la que se siente aturdida por su mirada. De pronto un brillo destella en ellos, que ahora llenos de confianza sostienen mi mirada.

—Tienes razón, Adelí—dice ahora, calmada y poco a poco, su semblante deshaciendose de ese gesto de conflicto que antes tenía—. Lo siento, todo lo que dijiste es verdad.

Cierro los ojos y suelto un suspiro lleno de alivio.

—Que bueno que lo hayas entendido rápido, creí que iba a tener que darte una patada en el culo—le digo.

—Como si tuvieras oportunidad—arquea una ceja.

—¡Aquí están!

Sarah y yo nos giramos de golpe, encarando a un condenado vestido con la capa tradicional de hechicero. Tiene varias estacas enterradas en sus extremidades, y cojea mientras de estas se derraman grandes cantidades de sangre.

—¡Adelí Mathews y Sarah Cooper!—exclama, alzando sus brazos, sus dedos destrozados cubiertos de sangre—. ¡He estado deshaciendome de esos asquerosos Vookers, pero nada será tan placentero para la Salvadora como acabar con ustedes dos!—suelta entre risas enloquecidas—. ¡Las mataré, sí las mataré!—grita con fuerza.

No controla su voz, incluso me es doloroso oir como sus risas y gritos desgarran su garganta despreocupadamente. El hombre sigue riendo mientras lleva una mano dentro de su capa, y Sarah se prepara para congelar el suelo en su dirección cuando de pronto el cuerpo del hechicero da una sacudida. Se queda estático hasta que de su boca empieza a borbotear sangre, que luego toce y escupe mientras cae de cara al suelo.

Sarah y yo le dirigimos una mirada a su cuerpo y el enorme charco de sangre que comienza a formarse debajo de él, pero después nos fijamos en la espada de vamperus clavada en su espalda la cual luego desentierra su dueña, para luego acomodarla encima de su hombro a la vez que sacude su cabello hacia un lado.

—Pryscilla—dice Sarah, parpadeando aturdida.

—Bueno, parece que alguien no recibió clase de reflejos—digo, todavia mirando al hechicero que antes estaba gritando ridiculeces.

—Si hubiese recibido mis clases, hubiera muerto el primer día—escupe Pryscilla.

—No cualquiera se atrevería a recibirlas—dice Sarah, sonriendo nerviosamente hacia Pryscilla.

—¡¿Y a ustedes dos qué diablos les sucede? Platicando en medio del campo de batalla, ¿Acaso quieren morir?!—grita Pryscilla, caminando en nuestra dirección.

Enseguida Sarah retrocede y se coloca cerca de mí, ambas le sonreímos a Pryscilla inocentemente.

—Si tienen tantas ganas de morir, pidanmelo a mí, eso sería mil veces mas divertido—esboza una sonrisa macabra.

—Solo sería divertido para ti—digo sin dejar de sonreír.

—No queremos morir, no te preocupes por eso—se apresura en decirle Sarah.

—Sarah estaba teniendo una de sus crisis existenciales—le digo a Pryscilla.

—¿Eh? ¿En serio crees que es momento para eso?—le gruñe a Sarah, enfurecida.

—¡Lo se, lo sé, fue mi error!—se disculpa.

Pero al ver esto, el semblante del Pryscilla se relaja, y pronto la mueca en sus labios se convierte en un puchero.

—O tal vez sí—dice Pryscilla, ahora con voz débil—. Despues de todo, estás luchando en una guerra para asesinar a tu hermana menor. Se supone que los hermanos mayores deben proteger a los menores, pero en tu caso, tu hermana resultó ser un monstruo que quiere destruir el mundo.

—Y tú eres muy buena para hacer sentir mejor a las personas—escupo con sarcasmo.

—Al menos mereces tener un momento para sufrir una crisis con tus sentimientos, pero ni siquiera eso se te permite—sus ojos resplandecen por las lagrimas acumuladas—. Eso es tan triste.

Pryscilla se acerca a Sarah y la abraza con su mano libre.

—Tan injusto—Pryscilla ahora mira hacia su derecha—. ¿No lo crees, Scord?

Mientras tanto, Scord acababa con cada condenado que amenazaba con acercarse a nosotras. Él patea a uno de ellos para desenterrar su espada de vamperus del pecho, y luego se vuelve hacia su novia.

—Si tú lo ves como algo injusto, es que así es, amor—le responde él.

Su puchero se profundiza. Vuelve a abrazar una vez más a Sarah y luego se aleja un poco para encararla.

—Yo detesto las injusticias—habló Pryscilla una vez más, pero su voz habia cambiado radicalmente a una grave y profunda.

—De vez en cuando tú detestas muchas cosas—sonrío falsamente.

Estoy pensando en lo que responder a lo que sea que diga ahora, cuando de un segundo a otro Scord se encuentra frente a nosotras, dandonos la espalda.

—Pryscilla, no te des la vuelta, ¿Sí?—le dice.

—¿Y eso por qué?—pregunta ella inocentemente.

—¡Princesa de Adannise!

Al oir ese grito, proveniente de una voz desconocida, el cuerpo de Pryscilla se queda entumecido.

Frunzo el ceño y busco a quien habló, encontrando a un grupo de vampiros condenados que a los pocos segundos nos tienen rodeados.

Siento una punzada cuando una vibra familiar se acerca a nosotros, y miro hacia arriba justo cuando dos figuras aterrizan junto a nosotros.

Monique y Zack se incorporan, mirando a los condenados que forman un círculo a nuestro alrededor.

—¿Quien demonios son?—inquiere Monique, despectiva.

—Eso queremos saber nosotras—dice Sarah—. ¿Scord, quienes son?

Scord eleva los brazos, formando una barrera protectora. Y en ese mismo instante, Pryscilla reacciona y lentamente se vuelve hacia el hombre que habló antes.

—¡Después de quinientos años, el mundo debe ser muy miserable como para que usted siga caminando sobre él!—continúa gritando aquel hombre–. ¡Usted que le causó tanto dolor a nuestro príncipe al rechazar su matrimonio durante años, y después de revivir me enteré que aunque él le dio un hogar durante décadas, lo traicionó y escapó con quienes destruyeron Mithios!

¿Mithios? Estoy segura de que ese es el nombre de aquel reino al que Carter pertenecía. El reino en el que mantuvo cautiva a Pryscilla y la torturó durante décadas, después de que ella rechazara su matrimonio por estar enamorada de Scord. James y él nos hablaron acerca de como la rescataron y desintegró ese reino en segundos, el cual estaba plagado de vampiros sanguinarios que asesinaban inocentes y acababan con aldeas por pura gula.

¿Entonces toda esta gente... es la antigua población de Mithios?

Pryscilla da un paso al frente, apartando delicadamente la mano de Scord del camino.

—¿Y quien mierda eras tú?—le pregunta ella, haciendo una mueca.

—¡Solo usted seria tan estúpida como para olvidar mi rostro aún siendo un vampiro!—se ríe el hombre.

—Pregunto porque...—ella gira la espada en su mano, para luego volver a acomodarla en su hombro y mirar al hombre altivamente—. Ya que estás hablandome de esa manera debe ser porque tienes una posición superior a la mía—da un par de pasos más al frente—. Verás, en aquella celda no tuve la oportunidad de hablar con muchas personas así que no tengo ni la más misera idea de quien eres.

—Aun siendo una princesa siempre careció de educación—dice con desprecio.

—Es que a ustedes los educan secuestrando, torturando y matando a otras personas, así que dudo que nos entendamos si hablamos de educación—ladea la cabeza—. De hecho dudo que nos entendamos hablando así que di lo que tengas que decir antes de que te arranque los labios.

—Nuestro principe quedó tan afectado por su rechazo que su comportamiendo y actitud le impidieron tener la oportunidad de revivir como un condenado—dice—. Pero La Salvadora nos dio la oportunidad a su pueblo de obtener la venganza en su nombre.

Se refiere a lo que dijo Elízabeth, acerca de que Emmily no incluyó a Carter como parte de su ejército porque sabía que nunca le sería leal, por lo tanto no le servía como una de sus piezas para manipular a su antojo.

—Que príncipe tan estúpido e inservible, no puede vengarse él mismo, tiene que mandar a su pueblo para eso.

—¡No hable así del Principe!

—¡Cierra la boca, tú deberías ser el que controle su tono de voz!, ¿No comprendes quien soy?!

Pryscilla da otro paso al frente.

—¡Soy la maldita princesa de Adannise!—grita—. ¡Y ustedes, vampiros insolentes han venido a buscar la peor muerte que pudieron imaginarse!

Los condenados no se mueven de sus lugares, como si esperaran a que el unico de ellos que habla les diese la señal de ataque.

—Bueno, ustedes no son los únicos que han venido a vengarse—Monique da un paso al frente—. ¿Cierto, Scord?

Al ver como todos nos alineamos detrás de Pryscilla, él se coloca en posición de ataque.

—Su maldito reino me separó de ella por décadas—gruñe él—. En ese lugar sufrió... la primera chica que me vio como un ser humano.

—Entonces no queda otra opción—Zack sujeta sus puños—. Es una pena que James no esté aquí para volver a desintegrarlos a todos, así que tendremos que hacerlo por el otro método y matarlos con nuestras propias manos.

—Tendrá que ser rápido—habla Sarah—. Adelí y yo debemos ir con Emmily cuanto antes.

—Sigan deseando acercarse a nuestra Salvadora—dice el hombre entre dientes—. Tendran que pasar por encima de todo el pueblo de Mithios.

—Eso no suena aterrador si lo dicen un montón de cadaveres—digo con burla.

Lanzo el primer ataque, cubriendo entre mis llamas a la primera linea de condenados que nos rodean. Otros vampiros saltan sobre las llamas y se abalanzan hacia nosotros pero son derribados por rayos, atrapados por ramas repletas de espinas que salen del suelo o congelados al tocarlo.

Pryscilla comienza a caminar hacia el hombre, que junto a otros condenados que tienen la ventaja con sus poderes, logran liberarse del hielo y se acercan a Pryscilla, pero al estar a un par de metros de ella, todos ellos paran de golpe, y comienzan a gritar llevando sus manos a sus orejas.

Sufriendo bajo el poder de Pryscilla, los condenados se retuercen de dolor, pero aun asi algunos de ellos tratan de ignorarlo y todavia tratan de acercarse, pero vuelven a parar en seco al ser cegados por el poder de Scord.

—¡Malditos!—grita el hombre—. ¡Pudranse en el infierno!

Pryscilla camina en su dirección, y blande la espada, apuntando hacia él.

—¿No oíste lo que dijeron mis chicos? Tenemos que matarlos rápidamente—dice ella, antes de bajar la espada de vamperus hacia su corazón.

Luego de eso, ella y Scord desfilan entre los condenados retorcidos y de rodillas, clavando el vamperus en sus corazones y desvaneciendolos de la batalla.

—¡Adelí, Sarah!

Me giro de golpe solo para ver como una mujer de mediana edad es atravesada por el estomago por una espina hecha de hielo. Bajo la mirada hacia el filo demasiado cerca de mí para mis gusto, a la vez que saco una de mi dagas de vamperus y la arrojo hacia su pecho.

—Yo la hubiera matado más feo—le digo, haciendo una mueca.

—Tu ego es igual que tu fuego, nada lo apaga, ¿No es cierto?—dice Monique, colocandose a mi lado—. A tu derecha viene uno, cuidado.

—Lo sé.

Esquivo un puñetazo y tomo el brazo del vampiro que intentó atacarme, luego le doy un rodillazo y cuando lo arrojo al suelo, Monique le clava la estaca de vamperus en su corazón. Mientras está en eso, yo detengo a un par de condenados más que estaban dispuestos a abalanzarse sobre ella, los derribo y dejo que ardan en mis llamas, mientras que Zack lanza dos estacas directo a sus corazones.

Vienen más condenados como estos, que a pesar de que no cuentan con su visión y se encuentran aturdidos por el poder de Pryscilla, resultan ser mucho más fuertes que los otros y pueden seguir luchando. Usan sus poderes descontroladamente, esperando que logren derribarnos con ellos o ponernos en desventaja. Pero con Sarah creando paredes de hielo para evitar cualquier ataque con un poder de creación, Zack derribando con sus rayos a los condenados que se levantan dispuestos a volver a usar sus dones, y Monique y yo encargandonos de matar a los condenados que estan completamente derribados, vamos disminuyendo los enemigos de Mithios.

—Admito que de pronto siento un poco de lastima, resulta que somos buenas peleando en el mismo equipo—le digo a Monique, después de haberle quitado la estaca de vamperus a un condenado—. Hubiera sido divertido averiguarlo antes.

—¿Y por qué lo dices como si esta fuera nuestra última conversación?—dice ella—. ¿No planeas morir o sí?

—Como si eso fuera posible, nos queda mucho por delante—digo—. Tú ya te moriste dos veces, creos que es más probable que tú seas la que muera ahora.

—No dejaré que eso vuelva a pasar—dice entre dientes—. Ademas, ahora tengo esto—muestra su anillo—. Y tu también lo tienes, asi que no se te ocurra morir.

Le sonrío, pateando el cadaver de otro condenado.

—¡Sarah, Adelí!—nos llama Scord—. ¡Ustedes sigan adelante, podemos encargarnos de estos idiotas!

Monique y Zack asienten repetidas veces, ambos con sonrisas idénticas.

—Vamos, Adelí—Sarah pasa corriendo a mi lado, con sus dedos ya soltando escarcha.

Ambas corremos entre los habitantes de Mithios arrastrandose y retorciendose, saltandolos como obstáculos. Avanzamos entre enemigos y aliados, evitamos los ataques que podemos siendo apoyadas por Vookers, hechiceros, vampiros y brujas aliadas que nos ayudan a llegar más rapido hacia Emmily. Sarah y yo cruzamos el campo peligroso de batalla, cuyo desastre va aumentando conforme nos acercamos a donde el terreno empieza a elevarse.

Sarah y yo nos detenemos, mis ojos paseando por los condenados que estan de pie encima de la colina, esparcidos como guardianes de la cima del risco, el sitio en el que esta su Salvadora.

—Sarah, no nos separemos, y vayamos acabando con ellos hasta...

Dejo de hablar cuando siento una brisa ligera moviendo mi cabello, seguido de una vibra oscura que se aproxima a una velocidad que ni siquiera mis agudos sentidos logran preveer. Miro de reojo, al igual que lo hace Sarah, ella cruza miradas con una chica, una vampira de cabello largo color verde, cuya mano yace sobre su hombro.

—¿Sabías que si me miras, el miedo más grande que sientes en este momento se hará realidad para ti?—dijo la vampira, soltando una risita al final.

Luego de eso, las piernas de Sarah comenzaron a flaquear y tuve que sostenerla cuando cayó.

—¡¿Sarah, Sarah?!—grito, sacudiendo su cuerpo.

Está inconsciente, esa vampira hizo que se desmayara.

—¡Sarah, despierta!—le doy una fuerte cacheta, pero no responde ni se mueve.

—No va a funcionar nada de eso, ella no va a despertar hasta que tenga tanto miedo... Que no pueda seguir soñando—escucho decir a esa misma mujer.

Estuve a punto de alzar la mirada, cuando recordé lo que le dijo a Sarah antes. No estoy segura de si lo dijo en serio, yo también estaba mirandola pero Sarah fue quien la miró directamente a los ojos y se desmayó despues de eso.

—Detesto los poderes tan jodidamente molestos—dije, mirando sus pies, que luego encendí con mis llamas.

La mujer comenzó a gritar sus pies retrocediendo hasta que tropezó, y cuando lo hizo me aventure a mirarla un poco más, observando sus labios, apunté hacia ellos y lancé una bola de fuego que prendió en llamas toda su cabeza.

Acomodo a Sarah en el suelo y me pongo de pie.

—¿Como te atreves?—gruño, mirando a la vampira desde la altura—. Solo por eso, no te mataré hasta que la mayor parte de tu cuerpo se haya incinerado.

Ella siguió retorciendose del dolor, y yo miré a los condenados que se acercaban por detrás de ella.

Cubrí a Sarah con una barrera de fuego para protegerla, y me coloqué en posición de ataque.

—Ustedes en serio son estúpidos—dije.

° ~ ° ~ °

Sarah Cooper

¿Qué es a lo que más le temes ahora?

Cuando abrí los ojos, el cielo estaba parpadeando, cambiando de color, de morado a un tono mucho más oscuro.

Bajé la mirada y me encontré con mi propio rostro. Era yo, frente a mí, con los ojos clavados en los míos, podía ver mi reflejo en ellos, pero sabía que en realidad no me estaba mirando a mí.

La Sarah ante mí soltó un jadeo, y luego cayó de rodillas, fue entonces que noté la estaca de vamperus en su pecho. Ella estaba temblando, y dio una sacudida cuando otra mano le quitó la espada de su cuerpo.

Era Emmily, quien despues con rostro inexpresivo, dio un empujón con su pie a mi cuerpo para que cayera al suelo finalmente.

Oh, claro, yo estaba peleando junto a Adelí y una vampira fue mas rápida que nosotras y me atrapó en su don, dijo que vería lo que mi corazón mas teme en este momento.

Así que esta debe ser una ilusión.

No le presté tanta atención a Emmily y volvi a mirar mi cuerpo en el suelo, este estaba comenzando a volverse cenizas.

¿Lo que más temo ahora mismo es mi muerte?

Estoy segura de que la respuesta es no. Puede que en algun momento haya temido a mi propia muerte, pero ya no es así.

Miro a mi alrededor entonces, y sobre la nieve blanca yace una de las dagas de Adelí, pero ella no está.

Vuelvo a ver a Emmily, que tiene con una sonrisa en sus labios.

—La asesinaste—dije, con voz ronca.

Ya veo, eso... Eso si me asusta, mucho.

Y si Emmily nos mató a Adelí y a mí, entonces eso significa que...

—El tiempo se agotó—dijo Emmily—. El ritual está completo ahora.

Detrás de ella, el cielo comienza a oscurecerse, las nubes desaparecen como si se volviesen polvo y en ese momento doy media vuelta. Observo como uno tras otro, los cuerpos caen y se convierten en cenizas, criatura tras criatura.

El cielo cambia poco a poco, el tiempo avanzando, el bosque muriendo cada vez mas, el escenario cambiando por uno mas terrible. Los condenados atacandolo todo, arrasando con cada vida que ven, pero mientras tanto, ellos mismos tambien van disminuyendo.

Alguien va acabando con los condenados, y ese alguien es James Black.

Pero no veo a ninguno de lo demás, sólo a él, peleando ferozmente contra las criaturas que Emmily revivió.

Ah, es verdad... James no puede morir por nada del mundo. Así que aunque Emmily tenga éxito y gane la guerra, James seguirá aquí.

Al final incluso veo como se enfrenta a ella, y justo como dijo... de alguna forma logra vencerla.

Despues de eso, James solo se sienta encima de un roca y mientras el tiempo pasa a su alrededor, él permanece inmóvil.

—Es verdad—me agacho frente a él—. James se quedará... Completamente solo.

Parece que el tiempo pasa, pero la destrucción no cesa. Aun asi James permanece sentado, sujetando en sus manos un pañuelo sobre el cual descansan 12 anillos.

James se quedará solo, no importa que Emmily reviva a todas las criaturas malvadas del mundo, James seguirá aquí, y al final siempre estará... Solo.

Incluso cuando...

—Ya vienen—dijo James, elevando la mirada.

Ni siquiera tuve que mirar para saber que se referia al tenebroso momento del que había hablado aquel sujeto Sombra en casa de Alex. El día en que todas las Sombras emergerían del infierno para cubrir el mundo de oscuridad.

—¡No, James!—despierto gritando, exaltada y con un mis manos llenas de tierra.

Respiro agitadamente, y miro a mi alrededor intentando rapidamente adaptarme a la luz y definir las siluetas que me rodean.

—¡Sarah, al fin despiertas!—dice Adelí, que está de pie a mi lado, girando una espada de vamperus entre sus manos—. ¿Estás bien?

No respondi, porque no lo estaba.

Acababa de ver justo lo que aquella vampira dijo. El peor escenario de todos, uno en el que Emmily triunfa y todas las cosas terribles que dijo esa Sombra suceden.

Y había logrado justamente el efecto que ella buscaba.

Estoy aterrada.

—¡Son demasiados, no nos dejarán pasar!—vuelve a hablar Adelí.

Adelí, ella necesita mi ayuda, está luchando contra decenas de condenados. Tengo que cubrirla.

Con las manos temblorosas soltando escarcha y congelando lo que tocan, me pongo de pie, esforzandome por no tropezar.

No puedo evitar que mi cuerpo tiemble, las imagenes todavia pasan por mi mente como un rollo de pelicula, y cada una alimenta el miedo que envuelve mi pecho.

—¿Sarah?

No le respondo a Adelí, pues sin querer mis ojos se habían puesto sobre Emmily Cooper.

Ella, de pie en la cima del risco, me mira con una sonrisa complacida, llena de soberbia. Una sonrisa inquebrantable y sobre todo, imposible de cambiar.

Puedo sentir el hielo ardiendo en mis dedos, deseando salir, la escarcha debajo de mis pies vibrando y amenazando con expandirse al más mínimo de los movimientos.

—¡Son demasiados Sarah, y Emmily los mandó a todos para que pelearan contra nosotras!—habla Adelí—. ¡Ella planea entretenernos hasta que el ritual se complete!

Solo con escuchar el tono de su voz supe que tenía un plan, uno que implicaba utilizarme.

Seguí mirando a Emmily, cuya sonrisa se asentuó.

—¡¿No te enoja eso, Sarah?!—inquiere Adelí—. ¡Emmily quiere acabar con todos y ve a los humanos como seres cuyas vida no valen nada!

El miedo seguía latente en mi interior, pero pronto una llama más se encendió en mi pecho, una pequeña pero irradiante llama de furia.

—¡Oye Sarah!—volvió a gritar Adelí—. ¡Enfadate de una vez, ¿Quieres?!

Ocurrió al mismo tiempo que levanté mi pie derecho. Viajé entre todas las mentes de las criaturas aliadas que había en el campo de batalla y las conecté, agrupandolas antes de pisar el suelo y guiar una capa de hielo que se extendió sin detenerse y a toda velocidad.

Las criaturas aliadas se sobresaltaron al ver el hielo bajo sus pies, pero quienes sufrieron ante eso fueron los condenados, que se congelaron al instante. Todos y cada uno de los soldados de Emmily, se convirtieron en figuras de hielo esparcidas por el campo de batalla, luciendo ahora como piezas auténticas de ajedrez.

Hubo silencio y sorpresa por parte de todos, pero apenas unos segundos después, las miradas comenzaron a acumularse, dirigiendose hacia la unica enemiga todavia moviendose.

Emmily Cooper.

Pronto, absolutamente todas miradas del ejercito de la alianza estaban puestas sobre ella.

Solo quedaba Emmily, su ejercito habia sido derribado, y ahora ella era la única peleando contra nosotros.

Sí, todos pensaban eso, pues fue ese pensamiento el que guió a todas las criaturas, todo vampiro, hechicero, Vooker y bruja del campo de batalla, saltó y corrió a toda velocidad hacia Emmily.

Continuará...

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Hola Criaturas!

Ahhh estoy muy emocionada por estos capitulos, esto de la guerra me tiene nerviosa mientras escribo sjsjsjs (Me ayuda a olvidar un poco la depresión porque el libro ya casi se termina🥲)

Espero que hayan disfrutado y que les haya gustado el capítulo de hoy, no olviden darle estrellita si fue así💙 y dejar sus comentarios que tanto adoro leer.

Y estoy muy feliz porque se puede dar me gusta a los comentarios!

Hasta el próximo...
Capítulo 82
"Lo más poderoso"
💙Disponible el 20 de Enero💙

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