Capítulo 8: El autobús maldito


Sarah Cooper

Un lugar muy...muy oscuro.

Es en donde me encuentro justo ahora, a donde sea que mire sólo hay oscuridad, no hay camino ni escapatoria, nada que me ayude a averiguar cómo llegué a este lugar. Nada que que me ayude a aveiguar qué es este lugar.

Lo único que veo son troncos de arboles sin color ni vida, oscuros, con una altura infinita. No hay cielo, ni nubes, sólo una espesa niebla que me llega hasta la rodilla, y por alguna extraña razón, me da miedo agacharme e investigar si hay algo escondido entre ella.

—¿Hola?—cuando hablo, parece como si lo hiciera en mi mente, un eco largo y solitario—. ¿Hay alguien aquí?

Empiezo a caminar sin rumbo entre la espesa niebla, no sé exactamente lo que estoy buscando, pero no puedo dejar de hacerlo. Camino por un largo rato, nada pasa, nada cambia en el panorama, sólo troncos y oscuridad.

¿Qué es este lugar?

Decido que es momento de parar, pero por algún extraño motivo mis pies continúan caminando. Intento dar la vuelta pero no obedecen, siguen moviéndose, batiendo la niebla oscura, lo único que parece habitar este lugar, además de mí.

De pronto se escucha algo, una especie de susurros por todo el bosque. Palabras sin sentido y sonidos extraños surgen de la nada, y al mirar a mi alrededor en busca del lugar del que provienen, veo una silueta oscura de pie a lo lejos.

Hay alguien más aquí, no estoy sola.

La silueta se mueve en mi dirección con lentitud, pero en lugar de acercarme como pienso hacer, mis pies comienzan a retroceder, y una sensación de desconfianza y preocupación me invade repentinamente.

De nuevo trato de moverme, pero no obtengo el control de mi cuerpo, o al menos no de mis pies, ya que sí logro levantar mis manos, pero me quedo atónita al verlas.

Estas manos eran más delgadas y largas que las mías, y recuerdo perfectamente tener tres pecas en la derecha, tampoco está el barniz de uñas color beige que Monique me aplicó a la fuerza hace un par de días, y definitivamente no soy tan pálida.

Voy uniendo los cabos sueltos en mi mente, las manos que no se parecen a las mías, el hecho de que no controlo mis acciones...

Esta no soy yo.

Con ese pensamiento en la cabeza, levanto la mirada para ver como detrás de la silueta aparecen dos sombras más y entonces, me doy la vuelta para correr.

Corro lo más rápido que puedo, sin contar con la velocidad de un vampiro, miro a mis espaldas constantemente para ver a las sombras corriendo detrás de mí, acercándose. Pero cuando vuelvo a mirar al frente, una nube negra espumosa emergiendo del suelo hace que tropiece.

Grito mientras pierdo el equilibro y coloco las manos al frente para no caer de cara, pero lo que tocan mis manos ahora no es el suelo terroso y seco que me imaginaba, sino una dura superficie de cemento. Tampoco hay niebla, aunque sí está muy oscuro, pero aun así puedo ver claramente lo que hay a mi alrededor.

—Tengo vista de vampiro, entonces debo seguir siendo un vampiro. ¿Pero por qué no pude correr rápido?—pienso.

Por la enorme puerta con rejilla metálica frente a mí, pude averiguar que me encontraba en un calabozo. Un cubo pequeño y estrecho, con nada dentro a excepción de mí.

¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Las sombras que vi...esas personas me capturaron y me encerraron aquí?

Me acerco a la puerta y trato de abrir la rejilla, pero está cerrada por fuera, sin embargo, me quedo perpleja al ver mis manos más grandes y con dedos más gruesos.

Miro mi ropa, unos pantalones grises y viejos y una camisa del mismo color rota y descuidada, definitivamente es ropa de hombre...¿Pero entonces ahora soy...?

Llevo mis manos hasta mi cabello, que ahora es corto...¿Quién demonios soy?

Escucho pisadas provenientes de afuera, acercándose. Un par de hombres charlan entre sí, sus voces gruesas y rasposas, se detienen frente a la puerta y la tocan fuertemente.

—¿Sigues vivo, monstruo?—grita uno de ellos.

—¡Él ni siquiera está vivo!

—¿Estás aburrido?—vuelve a hablar el anterior—. ¿Quieres que te mate un par de veces?

—¡Sí, podemos jugar contigo!—grita—. Recuerda que si no cooperas hoy, derretiremos tu corazón igual que la última vez.

Ambos ríen fríamente y entonces la puerta comienza a hacer un sonido extraño. Retrocedo asustada cuando veo que la abren lentamente, y estoy a punto de ver sus caras cuando unos brazos me rodean y me jalan hacia la pared...

Despierto gritando y con el corazón en la boca, pateo todo lo que está a mi alrededor y me levanto de un salto de la cama, alejándome de cualquier cosa que pueda tocarme.

—¡Sarah, tranquilizate!—me sobresalto al ver a Alex de rodillas en la cama—. ¡Fue una pesadilla, ya estás bien!

Trato de hacerle caso, y trago el nudo en mi garganta con dificultad, pero me quedo inmóvil cuando veo el suelo y las paredes de la habitación cubiertos por una capa de hielo.

—¿Alex?—digo con la respiración agitada—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Bueno, estabas tan asustada por tu pesadilla, que te saliste un poco de control.

—¿Un poco?—miro a mi alrededor con incredulidad—. ¿Quieres decir que...usé mi poder mientras dormía?—él asiente con la cabeza, angustiado—. Espera un momento...¿Tú me despertaste?

—Yo también estaba dormido, pero estabas muy intranquila y me desperté por eso, luego te oí gritar y supe que estabas teniendo una pesadilla—explica—. Los demás vinieron a ver lo que pasaba, pero tuve que sacarlos cuando comenzaste a congelarlo todo...No despertabas, así que tuve que entrar a tu mente para sacarte.

—¿Entonces tú...?¿Entraste a mi sueño?

—Sí...—hace un mohín—. Era la única forma. No parabas de gritar y...—mira el suelo—. No te detenías.

Asustada, miro a mi alrededor, escuchando los murmullos de los demás habitantes de la casa, personas a las que por poco convierto en paletas de hielo...Otra vez.

—Yo...tengo que...—comienzo a retroceder, y trato de concentrarme aunque sea un poco en deshacer el hielo—. Necesito...—niego con la cabeza y salgo de la habitación.

Mientras voy hacia la cocina, visualizo el hielo de la habitación desapareciendo hasta que todo queda como antes. En el pasillo me topo a Grey, maullando frente a la puerta de Rihanna, éste se acerca a mí en cuando me ve, pero yo lo alejo cuidadosamente con mi pie.

—Ahora no Grey, no quiero que seas el primer gato al que congelo accidentalmente.

Curiosamente, éste se queda quieto y me sigue a una distancia prudente hasta la cocina, en donde finalmente puedo respirar. Abro el grifo y meto mis manos al agua, mojo mi cara y brazos tratando de liberarme un poco la tensión, pero cada vez que cierro mis ojos, vuelvo a ver a aquel lugar oscuro y extraño.

—¿Sarah?

Pego un grito del susto al escuchar la voz de Alex, cierro la llave rápidamente y me recargo en la encimera mirándolo de frente, pero aún con la sensación de ser perseguida por aquellas sombras extrañas.

—¿Sarah, estás bien?—dice preocupado.

—¡Sí!—exclamo cuando veo que hace ademán de acercarse, aún no estoy segura de si todo esto no es otro sueño, o si congelaré a alguien por accidente.

—Ya estás despierta, Sarah—dice Alex con suavidad.

—Lees mi mente—me cubro el rostro con las manos y suelto una risita nerviosa—. Eso me asusta.

—¿Te estoy asustando?

—¡No! Yo sólo...—vuelvo a gritar, cosa que hace que se preocupe más—. Tuve una pesadilla—suspiro.

—Sí, eso ya lo sé—da un paso dentro de la cocina—. Y al parecer te afectó mucho.

—Es que esta fue muy extraña—le digo—. Yo estaba en este lugar, que no sé donde es...pero en realidad no estaba ahí porque no era yo ¿Entiendes eso?

—Ehh...

—Da igual—suelto un bufido—. Hace demasiado tiempo que no me asustaba tanto con una pesadilla—digo, mientras el recuerdo me viene a la mente—. ¿Y sabes quien las ocasionaba?—lo miro.

Alex niega con la cabeza mientras se acerca en mi dirección, noto lo cuidadoso que es con sus movimientos, como en ningún momento aparta sus ojos hipnóticos de los míos, evitando que yo lo haga al mismo tiempo, todo esto para evitar que me altere. Sus manos se mantienen adheridas a sus costados, para así no hacer algo que me distraiga de mantener mi autocontrol.

Se preocupa mucho por mí, se preocupa por todos.

Y nunca podré hacer nada lo suficientemente como bueno para agradecerle.

—¿Quién?—me pregunta, y yo esbozo una sonrisa, tranquila por tenerle cerca.

—Elízabeth.

—¿Elízabeth?

Yo asiento con la cabeza—. A ella le divertía eso—digo—. Jugar con mi mente y ocasionarme pesadillas.

—Pero ella ya no está, Sarah.

—Sí, lo sé—agacho la cabeza—. Lo que significa que estoy volviendome loca.

—Si sirve de algo...—coloca sus manos en mis caderas para subirme a la encimera y acerca su rostro al mío—. Para volverte loca necesitarías estar viva y tú...

—Muy gracioso.

—Es bueno que te haga reír—me dice—. A Elízabeth nunca la hice reír, es que ellos cuatro siempre han sido como cadáveres ¿Sabes? Al principio ni siquiera creí que tuvieran sentimientos.

—Me hubiera gustado conocerla un poco más—digo—. ¿Cómo era ella?

—Si tuviera que describirla en una palabra diría...Aterradora—yo pongo los ojos en blancos—. Al principio lo era con nosotros, y a mí, bueno...ella siempre dijo que sólo había conocido a un selecto tan peligroso como yo...claro que en ese entonces no sabía que hablaba de ella misma—dice—. Le gustaba...conocer tus debilidades, así terminabas por destruirte tu mismo.

—¿Qué crees que hubiera pasado...si todas las horribles historias que cuentan sobre ellos fueran reales? Si en verdad fueran malvados...¿Qué crees que hubiera sucedido entonces?

—Bueno, de una cosa estoy seguro—suspira—. No estaríamos aquí ahora—dice—. Sólo piensalo, James sería el rey del mundo o algo así y desintegraría a todos los que se opusieran a su reinado del mal.

—¿O por qué no mejor desintegro mis oídos para no escuchar eso?—dice una voz a su espalda.

Ladeo la cabeza un poco para ver a James recargado en el marco de la puerta, mirándonos con cara de pocos amigos.

—Ya lo oíste, James es tan bueno, que en lugar de desintegrarme a mí, prefiere sacrificar sus oídos.

—¿Y quien dice que no lo pensé?

—¿Lo ves?—me dice Alex—. Si los Darkers fueran los malos, todos estaríamos jodidos.

—Por primera vez en la historia yo tengo un clan, y ustedes son parte de él—nos señala—. ¿Quieres estar más jodido que eso?

—¿Entonces qué toca hoy?—le pregunta Alex—. ¿Carreras sobre lava, quemados con pelotas bañadas en vamperus?

—En realidad, venía a ver cómo estaba Sarah.

—¿Me preguntas como mi líder o como mi amigo?

James lleva una bolsa de sangre en su mano y se acerca a la alacena para tomar un vaso de cristal, y verter el contenido de la bolsa en éste.

—Así está la cosa—se recarga en el taburete frente a nosotros—. ¿Saben como nos ven las demás criaturas? Lo que piensan al escuchar "Ahí viene el Clan Black"—dice imitando un grito agudo.

—¿Todos vamos a morir?

—¿Que somos peligrosos?—digo después de Alex.

—Que somos una familia—espeta James—. ¿Pero qué es lo que piensan ustedes?

Imagino lo que dice James, las criaturas murmurando y charlando sobre nosotros, su opinión acerca de la extraña combinación de criaturas que forman parte del Clan liderado por James Black. Una familia, eso es lo que ven que somos, extraña, pero al fin y al cabo una familia.

Eso es lo que somos, lo que siempre estuvimos destinados a ser, desde un principio nuestros caminos se fueron cruzando. Unidos por un enemigo en común formamos un equipo, pero al final, a pesar de que ya habíamos logrado nuestro objetivo, permanecimos juntos, enfrentamos a Tsalia juntos y haríamos lo mismo con lo que se nos viniera encima.

Porque eso es lo que hace una familia.

—¿A ti te gusta la idea de que todos seamos una familia?

No creí que James fuera a contestarme, ya que ni Alex ni yo contestamos su pregunta antes, pero  él no estaba ahí para ser nuestro líder...sino nuestro amigo.

—Ya una vez perdí a mi familia, y aún no logro recuperarme de ese dolor...tampoco sé si algún día lo haré—murmura esto último—. Pero saber lo mucho que me dolería perderlos a ustedes me hace saber que...son también mi familia—mira a Alex—. Alexander, nos aceptaste en tu casa a pesar de que sabes lo peligrosos que somos y el daño que le hicimos a tus hermanos.

—Bueno, en realidad nunca preguntaste...

—Lo sé, pero pudiste sacarnos de aquí en cualquier momento y no lo hiciste.

—¿Pude hacerlo?—dice, no muy seguro.

—James...—intervengo—. Todo esto que nos estas diciendo es lo más maravilloso que algún día escucharé de ti pero...debo preguntarte ahora a ti qué es lo que pasa.

James cierra los ojos a la vez que suelta un suspiro lleno de cansancio, me sentí un poco preocupada por él, ser el líder de los vampiros no debe ser una tarea fácil, implica tener los ojos puestos en todos lados y ser responsable de los actos de cientos de vampiros, incluyendo los que aún no tienen control sobre sí mismos.

—Ya lo repasé todo Sarah, algún viejo enemigo mío, de Scord o Pryscilla, incluso investigué si Tsalia había salido con alguien que ahora quisiera vengarse de nosotros por matarla pero...no encontré nada—dice—. Nada de lo que está pasando tiene sentido, las desapariciones de mundanos y criaturas, ¿Por qué alguien raptaría mundanos de manera tan descuidada? ¿Y esas criaturas que vimos ayer? ¿Qué cosas son?

Alex y yo nos tensamos, ninguno de nosotros está acostumbrado a ver a James así, desesperado y sin respuestas. James Black siempre estaba tranquilo porque siempre sabía qué hacer y siempre sabía lo que pasaba a su alrededor. Él ya conocía la última jugada de todo, pero ésta vez es diferente, y me asusta que eso sea un verdadero problema.

—De acuerdo James, tranquilizate—me bajo de la encimera para acercarme un poco a él—. Lo resolveremos ¿De acuerdo?, sólo dinos en qué podemos ayudarte.

—Temo que esto sea mucho más grave de lo que creemos Sarah, siento que esas personas están ganandonos y nosotros ni siquiera sabemos en qué—dice entre dientes—. No sé qué es lo que pasa, tampoco tengo idea de si encontraremos a los dos Vookers desaparecidos, y Kenna está enojada conmigo porque todos los Vookers se comieron la comida de mundanos ayer...¿Puedes creer que ella está culpándome de eso?

—¿Comida de humanos? Es una suerte que exista un lugar en el que la vendan, dejanos ayudarte al menos con eso—le digo, sonando un poco animada para tratar de evitar que comience a hacer una de sus rabietas desintegracosas—. Alex vamos...

—¿Podrías llevar a Dalia?—me detiene James—. Se supone que debemos entrenar ahora pero...no creo poder estar un segundo frente a alguien sin querer ver como las neuronas de su cerebro desaparecen una a...

—¡Muy bien!—dejo salir una risita nerviosa y tomo la mano de Alex—. Dalia y yo iremos al supermercado y Alex se quedará contigo.

«¿Quieres que me quede con él» me mira incrédulo. «¿Qué no oíste lo que acaba de decir?»

«¿Hablas de lo que evitarás que suceda?». Finjo sonreírle con tranquilidad, mirando de reojo a James, que mantiene sus ojos oscuros en nada en particular, parece sumido en sus pensamientos...sus oscuros y asesinos pensamientos.

—¡Oh por favor, sólo será un rato!—hago un puchero—. Puedes vivir sin mí unos minutos

—¿De verdad?—escucho que pregunta James, aún distraído.

Alex me mira boquiabierto, sé que en ningún momento se quejó por el hecho de que saliera sin él, su temor es que iba a quedarse con James cuando éste no está en su mejor momento, cosa que me tendrá con el pendiente el tiempo que no esté aquí, así que debo tratar de cambiar el humor de James, es lo menos que puedo hacer en este momento.

—Deberías esperar en la cochera cuando vuelva, sería genial competir hoy ¿No lo crees?

—Esa es...—frunce el ceño—. De hecho esa es una buena idea—se cruza de brazos—. Me vendría bien ganarle a Drew hoy.

—Claro, avisame cuando lo veas porque yo he querido hacerlo desde hace semanas—habla James.

—¿De qué estás hablando?—inquiere Alex.

—Desde que te fuiste a Inglaterra, Drew se la ha pasado haciendo viajes y teniendo todo tipo aventuras...—pone los ojos en blanco—. Y cuando digo que todo tipo de aventuras, me refiero a todo tipo de aventuras—dice enmarcando las palabras.

Hago una mueca de asco, imágenes de Drew para nada agradables pasan fugazmente por mi cabeza y yo las aparto de un manotazo. James pasa junto a nosotros para salir de la cocina.

—Oh y Sarah, deberían tomar caminos más mundanos para ir al supermercado—dice al estar en la puerta—. Es muy peligroso que estén solas en el bosque, así que no vayan por ahí...Por favor—y entonces se va.

Escucho a donde se dirigen sus pasos y dejo salir un suspiro cuando escucho las puertas de la biblioteca cerrarse, al menos sé que ahí estará bien.

—Es extraño que Drew no esté en el punto, nunca sale de Mellow Ville.

El punto.

Gracias a las fantásticas anécdotas de Alex en las carreras, aprendí que así es como llaman al lugar en el que todos los corredores de las carreras clandestinas en Mellow Ville se reúnen. El sitio en el que yo había competido con Alex dos veces como su copiloto, el lugar en el que me sentí libre por primera vez.

—Bueno, tal vez por eso decidió tomarse unas vacaciones—me encojo de hombros—. No olvides que él estuvo de nuestro lado cuando peleamos con Tsalia, a pesar de que sabía que estaba arriesgando su vida y la de su clan.

Alex me mira ceñudo, y veo que sus ojos viajan alrededor de la cocina antes de inclinarse hacia mí.

—¿No creerás que...?—susurra cerca de mi oído.

Estoy a punto de preguntarle cuando veo en su mente a lo que se refiere, el secreto que yo había prometido guardarle a Drew advirtiendole de que Alex se enteraría ya que pues...este siempre se entera de todo lo que pasa en mi mente.

La chica que había visto en el bosque aquella vez que estaba con Drew. Recuerdo que ese día fue uno de los peores de mi vida, ocurrió después de que se rompiera la maldición de los Selectos, Alex y yo ya no estábamos obligados a estar juntos y yo estaba devastada por todo lo que Alex había pasado debido a mí, a que no tenía humanidad y mí yo oscura se había encargado de hacer su vida un infierno durante más de tres meses.

Drew se había dado cuenta de que mi futuro con Alex estaba al borde del colapso y se ofreció a acompañarme a casa, pero en el camino nos topamos con una chica, una chica a la que él conocía. La llamó Atria, y me pidió (Es una bonita manera de decirlo) que no le dijera a nadie. Ni siquiera me dejó preguntarle por qué, y no he podido hacerlo ya que no lo he visto desde entonces.

Pero ahora Alex está confundido, y aunque le pese admitirlo, algo tenso por el hecho de que Drew no está meredeando en la ciudad como siempre, y no se puede ignorar a la chica misteriosa.

«¿En serio lo crees?, esa chica parecía de unos quince» le digo mentalmente.

«Tienes un punto, Drew puede ser un mujeriego pero la pedofilia no es lo suyo».

Cada vez que oía a Alex mencionar a Drew, lo hacia con menos desprecio y recelo que antes. Conozco la historia que tienen ambos, como todo se arruinó cuando Drew jugó con los sentimientos de Rihanna, un terrible error ya que...si conoces bien a Alexander Pearson, sabes que por ningún motivo debes hacerle daño a su familia, o de lo contrario terminarás pagándolo caro. Y así fue, Drew perdió a su primer amor y a su primer amigo, y desde entonces ninguno de ellos confía en él.

Pero sé que en el fondo, Alex se siente agradecido por todo lo que Drew hizo por nosotros, y que el odio que siente hacia él ha disminuido con el tiempo.

—Tú mismo me lo has dicho antes—digo—. Drew es un espiritu libre, no es extraño que se le ocurra hacer estas cosas.

—Supongo que tienes razón, mientras se mantenga fuera del radar de Rihanna, no tiene por qué molestarme lo que haga ese idiota—escupe.

—Ire por Dalia, tú asegurate de que todo esté en orden.

Le doy un beso a Alex en la mejilla, escuchándolo murmurar asustado mi nombre un par de veces. No puedo juzgarlo, yo tampoco sé muy bien lo que estoy haciendo, sólo sé que James necesita nuestra ayuda y no podemos dejar que pierda el control. Aunque parte de mí está muy consciente de que eso es prácticamente imposible, no puedo evitar preocuparme por él.

—¡Dalia!—salgo de la cocina gritando su nombre, y cuando estoy a punto de llamarla de nuevo, su sombra pasa velozmente a mi lado y en un parpadeo, ella ya está sentada en el sofá.

—Ya lo escuché, tendremos una tarde de chicas—dice con poca emoción.

Antes de que pueda decirle algo, ella se levanta y se encamina hacia la salida. La sigo un poco desanimada, creí que Dalia y yo habíamos superado nuestras diferencias, y con diferencias me refiero al hecho de que ella fingió ser la selecta de mi novio para que así Tsalia pudiera aprovecharse de mi profunda tristeza y arrebatarme mi humanidad; y que después yo la ayudé a encubrir la muerte de sus padres, las personas que quiso salvar en primer lugar.

Cierro la puerta a mis espaldas y la veo de pie frente al bosque, algo que puedo decir que conozco de Dalia Wesley es que siempre se maravilla con todo, supongo que eso es la humanidad que conserva de su vida pasada.

—Oye Dalia...James nos declaró a las criaturas en estado de alerta—coloco una mano en su hombro para llamar su atención.

—Sí, aún no comprendo muy bien lo que eso significa—arquea una ceja.

—Significa que no podemos salir sin autorización, ni solos, y debemos estar atentos a cualquier cosa extraña que veamos.

—Entonces el estado de alerta significa...¿Estar alertas?

—¡Exacto!—chasqueo los dedos—. Supongo que también notaste que James está algo...estresado por todas las tareas que conlleva ser un líder y esas cosas. Entonces pensé, que podríamos ayudarlo todavía más si hacemos un patrullaje rápido en la ciudad.

—Sería lindo ayudarlo...—esboza una sonrisa triste—. Y de todas formas el supermercado está en la ciudad.

—Lo sé, y es por eso que no iremos en auto esta vez.

—¿Entonces iremos a pie?

—Sí...la cosa es esta, James no quiere que vayamos por el bosque—le digo—. Así que se me ocurrió...¿Alguna vez has tomado el autobús?

—Solía tomarlo para ir a la preparatoria en Minesota...

—Muy bien, la parada está a unos cientos de metros—le corto, tomando su mano para emprender nuestro camino.

Aunque no la oí quejarse, su cara lo decía todo, no estaba nada feliz de venir conmigo, pero temo hacer de este viaje más incomodo preguntándole qué es lo que pasa.

Sin embargo, no puedo fingir que no me doy cuenta de su mal humor, incluso cuando llegamos a la parada, un hombre la miró un poco asustado.
Le sonreí amablemente para calmarlo un poco, aunque no sirvió de mucho, ya que le dedicó otra mirada extrañada antes de volver a su periódico.

Cambio mi posición una y otra vez mientras Dalia sólo se queda en la misma, inmóvil y con una mirada de asesina en serie. Quería preguntarle de una vez lo que pasaba por su cabeza sin faltarle al respeto sólo entrando como hubiera hecho cualquier otro selecto, su comportamiento comenzaba a preocuparme, si bien no estaba siempre tan feliz como Kenna, las sonrisas no faltaban en su rostro. Y hoy no había visto ni una de ellas.

—Lamento que hayamos tenido que caminar, agradece a Alex y a sus hermanos que decidieron vivir fuera de la ciudad—Aunque técnicamente no fue su decisión. Pienso esto último, ya que no vale la pena decirlo debido a que Dalia ni siquiera está escuchándome.

Ella sigue sentada a mi lado sin decir nada y espera en silencio a que pase el autobús. Sé perfectamente que no tiene idea del autobús que vamos a tomar, y que sólo está esperando a que volvamos a casa pronto, también sé que su actitud no debería molestarme tanto, tal vez sólo tenga un mal día y ya, pero vivo con ella, y la charla de James acerca de que eramos una familia me había provocado una marea de emociones intensas, una de ellas...es la preocupación por cada habitante de la casa, y eso obviamente incluye a Dalia. Sé que no tuvimos un buen inicio, pero todos merecemos una segunda oportunidad, y ella se la ha ganado apoyándonos en cada momento.

Todos cometemos errores, pero pocos nos preocupamos en enmendarlos.

Miro mis piernas balanceándose mientras pienso en las palabras que debo usar, estas deben ser cuidadosas, debo sonar como una amiga que se preocupa por ella...pero no demasiado, no quiero que se sienta abrumada o incomoda al pensar que viviendo con nosotros, no puede tener problemas sin que queramos conocerlos.

Miro hacia la derecha al escuchar al único vehículo en la carretera, uno de los tres autobuses que transitan en Mellow Ville.

—Ese es el autobús—me levanto y le hago la señal para que se detenga, dejo que Dalia suba primero—. Escoge los asientos mientras pago.

Dalia camina por el pasillo observando los asientos disponibles, ella no parece darse cuenta de la manera en que algunos de los pasajeros la miran, creyendo que están viendo a un angel, a un ser de otro planeta, o mejor dicho, a un ángel de otro planeta.

Dalia es una vampira con muchas habilidades y aunque siempre se asombra con cada paisaje que ve, no se da cuenta de que para algunos, ella también es un hermoso paisaje.

Se decide finalmente por una de las últimas filas, tomando el asiento junto a la ventana. Yo ya estaba acostumbrada a estar en la esquina, ya que Monique siempre insistía en ir en la ventana, a veces hasta hacía carreritas para ver quien lo tomaba primero. Ella siempre ganaba, obviamente.

Espero a que el autobús haya avanzado un poco para hablarle.

—Oye Dalia, sé que tal vez digas que no es de mi incumbencia, pero te he notado un poco enojada hoy—digo, ligeramente dubitativa en mis palabras—. ¿Hay algo que te moleste?

Ella deja de mirar la ventana para posar sus ojos verdosos en mí.

—Sólo pensé que hablar de esto ayudaría, tal vez haya algo en lo que pueda ayudarte o...tal vez estás molesta por venir conmigo.

—Sarah, espera un momento—me detiene—. Tienes razón, no estoy de buen humor hoy y un viaje al supermercado no lo mejorará pero...

—¿Es por eso cierto?—digo—. ¿Es porque James entrenaría contigo y en vez de eso ahora estás aquí conmigo?...En primer lugar, debes saber que yo no fui quien tuvo la idea...

—Lo sé, fue James...y ese es el punto—cierra los ojos, y se deja caer en el asiento.

—¿Entonces...estás enfadada con James?

—¡Sí...es decir, no!—emite un sonido de frustración—. La razón por la que estoy molesta, es porque el hecho de que James cancelara nuestro entrenamiento me hace...enojar.

—Entonces estás enojada por estar enojada—arqueo una ceja.

—¡Exactamente!—exclama—. Es...complicado—hace una mueca.

—No es tan complicado—hago un mohín—. Es que James te gusta.

Ella abre los ojos como platos, y estos comienzan a brillar levemente. Gracias a la luz del día ningún humano iba a ser capaz de verlo, pero sí podían notar como se encogía de hombros, y como su expresión se llenaba de verguenza.

—¿Qué fue lo que dijiste?—dice con voz chillona.

—Que te gusta James—digo—. No tienes porque apenarte, yo ya lo sabía.

—¿Quién más lo sabe?

Vaya, ni siquiera se esforzó en negarlo, supongo que sabe aceptar sus sentimientos con facilidad.

—No te proecupes, sigue siendo un secreto que sólo saben...todos—hago una mueca.

—¿Qué?—dice nerviosa—. ¿Crees que James ya lo sabe?

No contesto, pero eso es suficiente para que ella sepa la respuesta.

—¡Oh, esto no puede estar pasandome!—cubre su rostro con ambas manos, y sube los pies a la cabecera del asiento del frente sin importar que le moleste al pasajero que está sentado en él—. ¡Por favor, mátame otra vez!—me dice, sus labios pegados a la piel de sus manos.

—No creo que pueda hacerlo ahora, ya no quiero matarte como antes...tú recuerdas lo loca que estaba...

Ella me interrumpe con sus chillidos, de verdad sonaba avergonzada por todo esto, y yo sentí la necesidad de ayudarla de nuevo.

—James no es un mal sujeto, él no canceló el entrenamiento a propósito, es que está muy ocupado haciendo cosas de líder.

—Lo sé—hace un puchero—. No sé por qué me hago esto, sé que él nunca sentirá lo mismo por mí porque nunca dejará de amar a Elízabeth.

Sentí que algo se derrumbaba dentro de mí. Esto no podía tratarse del Karma o alguna fuerza mística que tratara de hacerla pasar por lo que ella intentó hacerme pasar a mí, porque ella nunca tuvo la culpa. No, esto era algo mucho peor...Ella se había enamorado de James Black, y él nunca le correspondería, ni en esta vida ni en otra, porque él amaba a alguien más.

Quise abrazarla para reconfortarla, pero aún no la conocía lo suficiente como para saber que es lo que le haría sentir mejor en este momento. Así que decidí probar por el camino más adecuado: Decirle la verdad.

—No puedo mentirte Dalia, te haría más daño del que sientes ahora—le digo, tratando de sonar lo más delicada posible—. No creo que James pueda ser capaz de amar a alguien como lo hace con Elízabeth, ella fue y siempre será...el amor de su vida.

Ella deja salir un largo suspiro.

—Lo sé—murmura, desanimada—. Y no la odio ¿Sabes?...No puedo hacerlo—me dice—. James me ha contado cosas tan maravillosas sobre ella, y cuando la imagino sólo puedo pensar..."Vaya, era perfecta"—agacha la mirada—. Me gustaría que algún día alguien me ame de esa manera...hubiera sido asombroso que fuera James pero, sé que eso será imposible—resopla—. Estaré bien, sólo necesito tiempo para asimilarlo.

—Tienes suerte de que tengamos de sobra—hago un guiño.

Ella esboza una pequeña sonrisa y yo quiero lanzar un grito de victoria, pero eso sería muy exagerado, así que me limito a sonreír también. Hace un gesto de agradecimiento con la cabeza y vuelve a fijar la vista en la ventana.

—Espero que siga siendo así—murmura.

Cerca de nosotras, una señora de la tercera edad se levanta de su asiento con cuidado, murmurando disculpas a los que están de pie mientras camina por el pasillo. Le sonrío cuando pasa a mi lado y ella se coloca en la salida del autobús para tocar el botón de parada. Espero a que el autobús se detenga por si acaso necesita ayuda para bajar, pero el conductor no parece haber escuchado el timbre, por lo que la señora toca de nuevo, sin embargo, el autobús sigue sin detenerse.

—¡Disculpe, van a bajar del autobús!—grito para avisarle al conductor.

Este parece escuchar al fin, ya que el autobús disminuye su velocidad.

—Ya nadie escucha a los ancianos, te lo agradezco, cielo—me dice la señora.

—No hay de qué.

El autobús se detiene finalmente, aunque dos calles después de donde debía bajar la mujer. Es terrible que tenga que caminar ella sola, deberían tener más consideración con las personas mayores.

La señora baja uno de los escalones, pero las puertas del autobús aún no se abren. Espero unos segundos pero nada pasa, así que me vuelvo de nuevo hacia el conductor. Voy a decirle algo cuando de pronto el autobús arranca y la señora pega un grito al perder el equilibrio, cayendo de espaldas. Afortunadamente me levanto rápidamente y la detengo en mis brazos antes de que toque el suelo.

—¿Está bien?

—Sí, sí...¿Pero qué sucede con ese hombre?—dice asustada.

Miro por el cristal de las puertas y me doy cuenta de que vamos a una velocidad mucho más alta de la que debería respetar el conductor.

—Sujetese bien de las agarraderas—le indico a la mujer—. Iré a hablar con el conductor.

Hablar con él, era la última cosa que quería hacer con ese hombre, tengo ganas de sacarlo por una de las ventanas por ser tan idiota.

Camino entre los asientos, las personas miran a su alrededor asustadas. Escucho a un chico hablando por teléfono, diciendo que un loco ha secuestrado el autobús en el que va.

—¿Sarah está todo bien?—Dalia se ha levantado de su asiento, y ahora camina detrás de mí.

—Ese tipo debe bajar la velocidad o nos estrellaremos—digo—. ¡Oye...!

No puedo decir nada más cuando el autobús se detiene de frenon, para luego aumentar todavía más la velocidad. La gente grita y las personas que están de pie se tropiezan unas con otras hasta que una de ellas derriba a las demás y todas se nos vienen encima a Dalia y a mí. Mantengo mis pies pegados al suelo y sostengo al hombre frente a mí para evitar que sigan cayendo unos encima de otros, lo empujó levemente y consigo que estén de pie de nuevo.

—¡Sostenganse bien!—grito, pero de pronto el conductor cambia de carril y gira en la dirección contraria, haciendo que algunos caigan encima de los que están sentados.

—Estamos regresando por donde vinimos—grita Dalia—. ¿Eso es normal en un autobús en Mellow Ville?

Niego con la cabeza mientras las personas gritan asustadas y llaman por teléfono.

«Creo que secuestraron el autobús»le digo mentalmente.

«¿Eso sería mala suerte para nosotros, o buena suerte para ellos por que estamos aquí y podemos detenerlo?»

«Tú cuida a los pasajeros, yo hablaré con el conductor».

«Hablar con él, sí claro».

Camino por el pasillo rápidamente, dejando que el destello anaranjado aparezca en mis ojos. Llego hasta la cabina del conductor, en donde el sujeto yace con las manos en el volante.

—¡Oye tú!—le grito, esperando a que me mire para poder hacer mi trabajo, pero este ni se inmuta de mi presencia.

Sintiendo como la desesperación surge en mi interior, le pongo una mano en el hombro y lo obligo a mirarme, pero cuando lo hace me quedo pasmada

—¿Pero que...?

Sus ojos parecen vacíos y sus pupilas están dilatadas. Él ni siquiera está mirandome, parece sumido en sus pensamientos, luce como si estuviera...

Hipnotizado.

Miro a mi alrededor, pero por más que enfoco mis sentidos no logro encontrar a otro vampiro además de Dalia y de mí.

—Muy bien—me digo a mí misma y vuelvo a mirar al sujeto, enfocándome en sus ojos cafés—. Detén el autobús —le ordeno, pero él se mantiene inmóvil—. ¡Detén el autobús!—insisto.

Un claxon me hace mirar por el parabrisas, un carro que viene directo a nosotros, suelto un grito y me estiro para girar el volante, consiguiendo que pasemos rozando por su lado.

—Muy bien, si no harás caso...—con cuidado muevo al conductor y lo coloco en el suelo, me aseguro de que se sostenga del tubo y entonces tomo el asiento del conductor.

Giro bruscamente en una curva, y me tenso al darme cuenta de que nos acercamos a una bajada en picada.

Tomo una bocanada de aire y miro los pedales, para después pisar el del freno, sin embargo, el autobús sigue sin detenerse.

No, mierda esto no puede estar pasando.

«¿Qué pasa?»

«Cortaron los frenos»

Piso el freno una y otra vez, pero nada pasa, y cuando llego a la bajada, la velocidad del autobús aumenta de golpe y una sensación de terror absoluto me invade al ver la orilla del barranco a unos cientos de metros.

«El autobús va demasiado rápido, no alcanzaré a girarlo»

Miro a mi alrededor desesperadamente, tratando de hallar algún espacio libre de arboles con los que chocar para poder desviarnos, pero no encontraba nada que evitara destrozos y personas gravemente heridas...tal vez muertas.

Entonces, tuve una idea terrible.

«Dalia, ¿Puedes detenerlo?».

«No sin que todos aquí se enteren de que tengo poderes».

Me muerdo el labio, uniendo en mi mente las piezas del rompecabezas de la solución.

«Tengo una idea, pero todos pueden morir si no lo hacemos rapido». La busco con la mirada, viendo su expresión mientras ve lo que tengo en mente.

«Aún así moriran si esta cosa se estrella, así que hagamoslo».

«Bien, ¿Puedes disminuir la velocidad?»

«Lo intentaré» me dice.

Busco el botón que abre las puertas y sin pensarlo dos veces, salto fuera del autobús.

Me oculto entre los árboles para correr hacia el barranco a toda velocidad. Una vez ahí, espero en la orilla, preparada para hacer la que es tal vez, la idea más loca y atrevida que se me haya ocurrido en la vida.

—Espero que funcione—murmuro para mí misma—. ¡Vamos, vamos, vamos!—susurro, viendo como el autobús se acerca, la adrenalina sube por mis venas y mi capacidad de razonamiento se desvanece.

Entonces cuando está a punto de pasarme, corro hacia la carretera y alzo las manos justo para que el autobús impacte conmigo. Aferro mis pies al asfalto, para que el peso del autobús no me arrastre mucho, y lo sostengo con toda mi fuerza para evitar que se levante, sin embargo, debido a la velocidad con la que iba, veo como la parte trasera deja de tocar el suelo.

—¡No, no, no!—grito al sentir el peso del autobús cayendo encima de mí.

Cuando el autubus ya casi está completamente en vertical, dejo de sentir poco a poco su peso, y como algo tira de él hacia abajo, luchando contra la fuerza del impacto que lo obliga a girar.

Alcanzo a ver los pies y la sombra de Dalia, parada detrás del autobús, y sé que es ella la que evita que el autobús se estrelle de cabeza, así que aplico más fuerza y le ayudo a inclinar el autubus hasta acomodarlo de nuevo en el suelo.

Siento todo mi cuerpo entumecido cuando lo suelto, mis brazos me duelen y mis piernas están temblorosas. Me recargo por un segundo, tomando grandes bocanadas de aire, pero entonces los gritos de la gente se detienen, y escucho como se mueven en el interior del autobús.

«¡Corre, ahora!» Le grito a la mente de Dalia, y veo como sale disparada hacia el extremo derecho de la carretera y se mete al bosque.

Voy a ir detrás de ella cuando veo como la gente empieza a asomarse por las ventanas de ese lado, así que tengo que rodearlo e ir hacia el lado contrario, para después perderme entre los arboles del bosque...el único lugar en el que cualquier criatura puede ocultarse de los humanos.

El único lugar al que James me pidió que no fuera.

Continuará...

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Hola Criaturas!

Feliz Domingo, espero que estén pasando un buen fin de semana, y que hayan disfrutado el capítulo de hoy.

Aún no estoy segura de si seguir actualizando los sábados o cambiarlo a #DomingoDeDarksSouls (Ya que es el día en que también he estado publicando) pero yo les avisaré en la próxima actualización.

¿Qué es lo que está pasando en Mellow Ville?

Descubranlo más adelante. Los quiero un montón❤

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