Capítulo 71: Solo hay que subir

¡Hoy es día de doble actualización!
Debes leer el
"Capítulo 70: La primera pieza"
antes de leer este, o te harás un enooorme spoiler🤭

💙~💙~💙~💙~💙~💙

Capítulo 71:
"Sólo hay que subir"

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Sarah Cooper

De pequeña imaginaba que la vida era como subir las escaleras.

La inocencia no me permitía pensar en si estas podían ser empinadas o dificiles de escalar, así que no eran mas que simples escaleras. Tablas blancas y gruesas de madera separadas ligeramente y situadas en medio de una oscura nada. No tenía caso imaginar el lugar que me rodeaba mientras subía, pues mi mirada siempre estaba al frente.

Sí, la vida antes era solo como subir escaleras.

Hasta que mis padres y mi hermana menor murieron, y esas escaleras se desmoronaron como si estuviesen echas de grava. Y entonces yo sólo pude caer.

Estaba en el fondo, atrapada en nada en lo absoluto. El tiempo pasó y yo lo olvidé. Olvidé que aquellas escaleras alguna vez existieron, y a mí "yo" de pie al fondo.

Lo más extraño de todo es que años después, lo que hizo que las escaleras se derrumbaran, sea la misma causa de que reaparecieran ahora.

Fue como si mi yo olvidada en la oscuridad de repente fuera cegada por un rayo de luz proveniente de un cielo inexistente, que iluminó una escalinata cuyo final aún era imposible de ver.

Pero las escaleras no aparecieron el día en que descubrí que Emmily estaba viva, tampoco cuando pensé en la oportunidad de traerla de vuelta a mi vida.

No.

Las escaleras reaparecieron, el día en que tomé la decisión más importante... y probablemente la más cruel de mi vida.

—Oye, Sarah.

Miré enseguida a la persona a mi lado, y pude ver como se asustó por eso. Zack dio un saltito hacia atrás cuando lo miré en respuesta a su llamado, como si no hubiese esperado que le hiciera caso.

No dije nada, pero seguí mirandolo mientras caminabamos a través del bosque.

Los árboles no tenían hoja alguna, sus troncos rojos como si estuviesen sangrando, y el suelo cubierto de una especie de ceniza que no dejaba de caer de alguna parte del cielo. Pude ver alguna en el cabello de Zack, así que acerqué mi mano y se la sacudí.

—¿Estás bien?—pregunta, mientras acomodo su cabello como estaba.

Asiento un par de veces con la cabeza.

—Trato de estarlo, pero admito que estoy preocupada por los demás—le digo.

Despues de que quité mi mano, vi como más ceniza caía sobre su cabello, así que solo volvi a mirar al frente un poco fastidiada.

—Yo también, no sabemos quien encontrará la puerta trampa ni lo que haya en ella—dice Zack.

—Ellos estarán bien—habla Elízabeth—. Debemos confiar.

—Confiamos en ellos un cien por ciento, incluso en Tobías—habla Monique—. También nos hemos autodeclarado unos idiotas al decir que confiamos en Adelí.

Al mencionar a la reina de fuego, esta le dedica un guiño mientras esboza una sonrisa maliciosa.

—Pero no confiamos en Tsalia—concluye Monique.

En ese instante, Dalia deja de caminar, por lo que nosotros nos detenemos y nos volvemos para mirarla. Ella mantiene la cabeza gacha y juguetea con sus manos, nerviosa.

—Lo siento mucho chicos—dice—. Debo decirles que... Estoy muy, muy asustada.

Le escucho soltar un sollozo, aunque se nota como trata de resistirse y ahogarlo.

Ella quiere admitir su inseguridad, su temor, pero no quiere que nos preocupemos.

—Tsalia es aterradora—suelta esas palabras como si las liberara desde el fondo de su pecho—. Ella me aterra demasiado, y James... Aunque no pueda matarlo, quién sabe qué cosas horribles planea hacerle si lo atrapa.

—Nos aseguraremos de que eso no pase, Dalia—dice Elízabeth—. Estamos juntos en esto.

—Lo sé, pero...—aprieta los dientes—. No soy tan fuerte, tengo mucho miedo y me asusta que eso me convierta en una inutil a la hora de defender a James—alza la mirada—. ¡Yo quiero protegerlos a todos, estoy muy asustada pero aún así... Quiero protegerlos!

Sonrío, y me acerco a ella para rodearla con mis brazos.

—Dalia, los sentimientos que hay en tu corazón son tan hermosos—le digo, dejando salir el aire que había contenido todo este tiempo—. Eres una persona tan buena y pura, te quiero tanto.

—Sarah...

—Está bien que tengas miedo—le digo—. Está bien que estés asustada, está bien si el miedo te congela y no puedes defendernos—tomo sus hombros y me alejo un poco de ella para mirarla a los ojos—. Porque si ese momento llega, nosotros cuidaremos de ti, hasta que el miedo desaparezca, nos protegeremos los unos a los otros.

Siento sus manos sobre mi espalda, y como me abraza con fuerza.

Escucho pasos, y veo de reojo a James a nuestro lado. Dalia y yo nos separamos, y el capitán coloca su mano sobre el hombro de Dalia.

—Entregame tu miedo—le dice—. Entregame tu inseguridad, y tus preocupaciones. Yo cargaré con todo.

Dalia aprieta los labios, resistiendo las ganas de llorar.

—Todos tenemos miedo, porque sabemos que no somos invencibles—habla Kenna, que se mantiene vigilando el camino que lleva a la entrada—. Y tenemos miedo de no ser invencibles, porque significa que podemos fallar al intentar proteger lo más preciado que tenemos—la mira por un segundo, antes de volver a mirar al frente—. Es por eso que debes transformar ese miedo en tu fuerza.

—Tu mayor enemigo en la vida, no es Tsalia ni Robert—habla James ahora—. Es el miedo.

—Así que ya sabes, sólo debes hacer lo mismo que hacemos con los demás enemigos—dice Adelí, haciendo una llamita de fuego en su mano, para luego cerrarla de golpe—. Hacerlos mierda.

Dalia nos dirigió una mirada a cada uno, y todos le dedicamos una sonrisa tranquilizadora.

Todos estamos asustados. Es por eso que debemos seguir adelante.

Debemos seguir.

Debo seguir... subiendo las escaleras.

Cuando llegamos al muro, tengo que mirar completamente hacia el cielo para contemplar su impresionante altura. La puerta mide de alto por lo menos la mitad de la muralla, gigantesca, al estilo medieval de madera, e impenetrable.

—Creo que todos saben que yo voy a entrar primero—dice James, colocandose frente a la imponente puerta.

—Bueno, va a ser inutil tratar de discutir eso—dice Adelí, cruzandose de brazos.

—De acuerdo entonces, la abriré...

En ese momento, tengo que sujetarme de Adelí cuando todo mi cuerpo da un respingo.

—¡Espera!—grita Elízabeth, sujetando el antebrazo de James.

—¿Qué ocurre?—le pregunta él.

—¡Sarah, Dalia, ¿Lo vieron?!—nos pregunta.

Asiento con la cabeza, viendo las imagenes en mi mente reproduciéndose.

El grupo de Alex, acaba de entrar por su puerta.

—Ellos acaban de entrar por la puerta trampa—digo.

—¡¿Estan bien?!—inquieren Zack y Monique al unísono.

—No lo sé—habla Dalia, nerviosa—. Todo es confuso, parece que Tobías no puede respirar.

—Están nadando en el agua y...

—Acaban de salir—termina Elízabeth por mí—. Parece que están bien.

Monique y Zack se tocan el pecho, suspirando.

—Gracias a Dios—dice mi prima.

—¿Y Tobías?—pregunta Zack.

—Parece que está bien.

—Voy a ser sincero ahora mismo—habla James—. Me tranquiliza un poco que yo entraré a la puerta real.

—Entiendo a lo que te refieres—dice Elízabeth—. Ellos están más seguros allá, aunque se encuentren con un maldito demonio, todo es mejor que enftentarse cara a cara a Tsalia y un ejercito de brujas.

—Además, vamos a pelear sin nuestros dones—dice Monique.

—Y olvidas que están en una cueva repleta de Vamperus—le sigue Zack.

—Bueno, ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Morir?—Adelí se encoge de hombros—. Ese ya no es el caso, todos aquí hemos asesinado al menos una vez así que nos volveremos condenados, y el portal a la Tierra de los Condenados ahora mismo está abierto así que podremos escapar con facilidad.

—Casi todos—le corrijo.

Automáticamente, todos miramos a Dalia.

—Es verdad—Adelí ladea la cabeza—. Tú nunca has lastimado ni a una mosca.

—Yo...—Dalia hace un puchero, y luego se inclina exageradamente—. ¡Lo siento tanto!

—¿Acaba de disculparse por no haber asesinado nunca a nadie?—inquiere Zack, muy confundido.

—¡Es super graciosa!—Adelí rompe a carcajadas.

—No te preocupes, Dalia—dice James—. Voy a protegerte con mi vida.

—Eso deja de ser lindo si resulta que no puedes morirte, ¿Sabes?—replica Adelí.

—Tenemos que entrar ahora, Tsalia ya debe saber que estamos aquí—Elízabeth se vuelve hacia la puerta.

James empuja un lado de ella mientras que Elízabeth el otro, y entre los dos abren las gigantescas puertas.

Una cortina blanca ondea con un viento desconocido. De seda con un aspecto tan suave y brillante que refleja los colores del arcoiris.

—Vamos—dice James.

Todos lo seguimos, y él alza la cortina para cruzarla. Del otro lado a unos cuantos metros, hay otra manta, esta vez de un color lila bastante claro. Y el suelo está curbierto de una neblina de colores. En el cielo hay nubles que parecen hechas de algodín, y este es blanco en vez de azul. Al mirar a los lados solo veo un pasillo infinito.

James y Elízabeth alzan la siguiente cortina y de nuevo, esta vez cinco metros más lejos, hay otra cortina, ahora amarilla.

—Si el portal de la Tierra de los Condenados está abierto ahora, ¿Eso significa que cualquiera puede venir al mundo mortal?—pregunta Monique.

—Se supone que así es—responde Elízabeth.

—Entonces, eso significa que personas como Carter y Nessa... Ellos podrían venir a por nosotros.

Yo ya había pensado en eso antes también. Si Nessa regresara como una condenada, estoy segura de que la primera persona por la que iría sería por mí.

—Yo al principio me pregunté por qué ellos no habían vuelto como condenados—dice Elízabeth—. Y fue esa la razón por la que comencé a sospechar de que existía una forma de matar a un condenado. Porque cualquier criatura que haya cometido un pecado capital, y haya muerto en los ultimos diez años, automaticamente va a la Tierra de los Condenados, pero nunca vi a Carter, y hace poco, llegué a una conclusión.

—¿Y cuál fue?—le pregunto.

—Conozco a Carter Blake, si volviera como un condenado, definitivamente no seguiría a Emmily—dice—. Para ella, alguien que no le es leal entonces es peligroso, por lo tanto, Emmily se deshizo de él cuando se convirtió en condenado—nos mira—. Ella lo mató.

—Eso explica por qué todos los condenados son criaturas fieles a ella—digo, pensativa—. Y la razón por la que mantuvo vivos a otros condenados como Zack y tú, era sólo para obtener sacrificios.

—Emmily simplemente desechó lo que no le servía—dice Adelí—. Bueno, al menos ahora estamos seguros de que hay una forma de asesinarlos.

—Sí—digo, asintiendo con la cabeza.

—Esto es muy suave—oigo decir a Monique, que acaricia la cortina—. ¿Como algo tan bello puede ser creado por alguien malvado como Tsalia?

—Lo hermoso es atractivo a los ojos, pero engañoso y finalmente mortal—dice James.

Me encuentro mirandolo detenidamente, como su mirada parece más sombría de lo normal. Es como si estuviese aburrido... No, no es eso... Más bien, su rostro expresa que sabe a lo que ha venido, y que solo quiere acabar con eso de una vez por todas.

Despues de miles de años, por primera vez puedo ver fastidio en James Black.

Mi mano se encuentra estirada hacia la cortina, pero yo sigo mirando a James cuando siento un suave toque en mi hombro. Pero... No hay nadie quien se encuentre a mi lado.

Miro de golpe, una mano con venas salteadas enroscada en mi hombro, dedos largos y huesudos, uñas puntiagudas pintadas de morado.

Y después de eso, como si una fuerza descomunal tirara de mí, atravieso la cortina.

Soy expulsada, cortina tras cortina hasta ser arrastrada por el suelo, sintiendo las piedras y la arena raspando mi espalda, hasta que finalmente, siento el golpe duro de una roca contra mi cabeza.

Antes de que pueda hacer algún movimiento, siento como múltiples cuchillas se entierran en mis extremidades, manteniendome aferrada al suelo.

El mareo es instantaneo, pero dura pocos segundos a diferencia del dolor. Aun así me esfuerzo en adaptarme rápidamente a la exagerada luz y aclarar mi vista nublada, vislumbrando enseguida un rostro sobre mí.

Tsalia Morengei, mirandome con una sonrisa engreída y ojos multicolor brillando a la poca distancia.

—Eres como una maldita plaga, Sarah Cooper, una que resulta fastidiosa de extinguir—dice, haciendo una mueca.

—¿Entonces por qué no mejor te rindes de una vez y dejas de intentar?

Aquella fue la voz de Adelí, y luego, pude ver su silueta detrás de Tsalia. Ella sostiene nada más y nada menos que el cuello de Tsalia Morengei entre sus manos. Además, hay una daga a cada lado de su cabeza, sostenidas por Monique y Zack, mientras que hay ya otra clavada en su corazón, la reconocí como una de las de Adelí.

—Vaya, y yo que acabo de matarte hace un día—tengo que estirarme para mirar a Elízabeth detrás de mí, agacharse e inclinarse para tocar la frente de Tsalia—. Fue divertido, siempre quise hacerlo.

—Bueno, yo te maté una vez también y debo decir que realmente lo gocé—le responde Tsalia, esbozando una falsa sonrisa—. ¿Sigues levantando el trasero alrededor de mi hijo para que coma de la palma de tu mano?

La daga se entierra mas profundo en su pecho cuando Elízabeth la empuja, mirandola furiosa.

—No sigas, amor.

Escucho los pasos de James, y lo veo de pie detrás de Elízabeth.

—Esa no es la verdadera—dice él.

Kenna solo agita su mano, y yo poco a poco, veo como la piel de Tsalia comienza a agrietarse y desprenderse, mostrando un rostro y un cuerpo diferente, que luego se hace polvo y vuela con el viento.

—Mierda, Sarah—Adelí se apresura a ayudarme desprendiendo las dagas del suelo una a una, lo cual resulta jodidamente doloroso y difícil de soportar.

—Eres inteligente, debes saber que lo sacaste de tu madre—vuelvo a oir la voz de Tsalia.

Esta vez, ella está parada detrás James, sonriendo con las manos sobre su regazo.

—¿Estás jugando a las traes? ¿O por qué no te apareces ante nosotros?—inquiere James, acercandose a ella.

—Ese no es el juego que jugaremos hoy, hijo mío—se ríe—. Y definitivamente no es algo tan fácil como eso.

Doy un paso hacia atrás cuando Tsalia comienza a convulsionarse, sus ojos tornandose morados hasta salir rodando de sus cuencas, sus brazos quebrandose hasta que se vuelve hacia mí, y soltando un grito desgarrador, su cuerpo sale disparado en mi dirección.

No sé exactamente si fue por que mi cuerpo aún sentía como si las espadas siguiesen clavadas en él, o porque eran parte de uno de los trucos de Tsalia, pero lo único que pude hacer cuando vi sus manos como garras y su rostro aterrador venir hacia mí, fue cerrar los ojos.

—¡AHHH, MIERDAA!

Cuando volvi a abrirlos, lo primero que hice fue gritar con toda mi alma y levantarme como si me arrancaran del suelo, consiguiendo un golpe en la cabeza contra algo duro.

—Ahhh, mierda...—me quejo, masajeando mi nuca.

Elevo la mirada para ver con que me he golpeado, descubriendo una pared. Parece hecha de barro, es rojiza y deforme, pero al tocarla puedo sentir su dureza.

—Dolió una mierda—digo, todavía mirando la pared.

Es en ese momento que giro la mirada. Tres paredes de barro y... ¿Una reja?

—¡¿Estoy en prisión?!—exclamo.

Qué tontería, ¿Qué clase de prisión prehistórica es esta?

Me levanto rápidamente, levantando polvo con mis botas y tomo la reja entre mis manos, tratando de ver si hay alguien cerca.

¿En donde rayos estoy? ¿En donde están los demás?

Separo los barrotes lo suficiente para pasar entre ellos, y salgo de mi celda. Estoy en un pasillo repleto de ellas, pero mientras lo cruzo, revisando cada una, no logro encontrar por ninguna parte a nadie más, estoy sola.

—¿Es una pesadilla?¿Caí en una ilusión de Tsalia?—suspiro, enfurruñada.

Maldita sea.

Es cuando vuelvo a tomar aire, que a mi cuerpo lo domina una sensación que lo deja completamente rígido. Mi garganta se empieza a sentir seca y siento la necesidad de inhalar más aire en busca de un peculiar aroma.

—Esto es... sangre.

Corro siguiendo el olor, abriendo puerta tras puerta y cruzando pasillos repletos de celdas vacías, hasta llegar a unas escaleras. Lentamente comienzo a subirlas, y termino llegando a una gigantesca puerta de madera. Estoy a punto de empujar cuando escucho una voz del otro lado.

—¡Eso fue tan injusto, se quedó con todos!—es una voz femenina y aguda.

—¿Y tú te atreves  decirle algo? Es nuestra líder, se supone que se quede con el banquete—esta vez se trata de una voz diferente, más rasposa.

—Todas esas almas de niños que absorbió y ninguna fue para nosotras las brujas de su aquelarre.

¿Niños?

—Y pensar que estuvimos meses recolectandolos y encerrandolos en esas celdas, para que al final no obtuvieramos ningun insiginificante alma—le sigue la otra.

¿Qué... fue... lo que... dijeron?

Lentamente me giro para ver las celdas nuevamente, todas ellas vacías. Las paredes llenas de rasguños y manchas oscuras, el suelo con trozos de tela o comida podrida y maloliente.

Llevo mis manos hasta mi boca para evitar gritar.

—Bueno, eso fue hace un mes, es evidente que necesita más energía ahora que ha estado peleando contra esos asquerosos hechiceros.

—Sí, es por eso que estamos empezando a recolec...

Ambas son incapaces de decir otra palabra cuando tengo sus gargantas en cada una de mis manos. Aprieto con fuerza, tanto que sus ojos tiemblan y se salen ligeramente de sus cuencas.

—Los niños—escupo—. ¿Están trayendo más niños aquí? ¡¿En donde los tienen?!

Veo como una de las brujas eleva su mano hacia mí, pero termino apretando con más fuerza hasta que escucho el crugir de su garganta y todo el peso de su cuerpo cae en mi brazo. Miro a la otra bruja antes de dejarla caer al suelo, y la estampo contra la pared.

—¡¿Están trayendo a más niños?!

—Come mierda—gruñe con dificultad.

—¡¿En donde están?!—grito con fuerza.

La bruja empieza a reir, y al ver que no habrá ninguna respuesta, aprieto con más fuerza.

Me quedo mirando el suelo, y es entonces que vuelvo a oler aquel aroma a sangre. No parece venir de ninguna de las celdas ni de las brujas a las que acabo de asesinar... Sino de más adelante.

Comienzo a correr a través de los pasillos, subiendo escaleras hasta que encuentro un ventanal. Uno extraño y largo. Pero es lo que veo a traves de él lo que me hace retroceder.

Tsalia Morengei, sentada en un trono hecho de ramas secas y espinas.

—Los hechiceros ya vienen, necesitaré energía extra—dice, dirigiendose a un par de brujas frente a ella—. Traigan a niño.

¿Niño? ¿Entonces quedan más?

Me escabullo para no dejar que me vean, y sigo a la bruja hasta otro extremo. Baja por unas oscuras escaleras hasta llegar a una celda diferente a las anteriores. Esta no tiene reja sino una puerta metálica y oxidada.

La bruja abre la puerta de una patada, y por su cuerpo no puedo ver lo que hay dentro de la celda.

—¡Sal de ahí ya mismo, mocoso!—grita la bruja.

—No... No por favor, no quiero...

Me quedo sin aliento al oír la voz de un niño.

La bruja entra a la celda, y se oyen mas gritos, hasta que vuelve a salir, tirando de una cabellera negra.

—¡Por favor, no lo hagas, no me lleves!—grita el niño, con una garganta desgarrada y lágrimas empapándole el rostro.

Viste apenas una camiseta de tela y unos pantaloncillos rotos y sucios, su cuerpo esta lleno de heridas de rasguños y moretones, pero sus pequeños pies se aferran al suelo tratando de oponerse ante los tirones de la bruja.

—¡No quiero morir!—grita—. ¡Por favor!

—¡Morir es tu único objetivo aquí!—grita la bruja, tirando fuertemente del niño—. ¡Es para lo unico que sirves!

—¡No, por favor!—solloza el niño—. ¡Alguien ayudeme, ayuda por favor!

—¿Qué crees que haces? No hay nadie aquí que pueda ayudarte.

—¡Sueltalo ya!

Sin haberme dado cuenta, yo ya estaba detrás de ella, sosteniendo una daga sobre su garganta.

Ella da un sobresalto, su cuerpo aceptando mi orden mientras que su mente se desordena por completo. Lentamente suelta los frágiles brazos del pequeño, y este cae al suelo, para luego arrastrarse de nuevo hacia la celda.

Sus ojos negros me miran, abiertos de par en par, y yo... Jamás en mi vida había visto tanto miedo.

Y eso me hizo sentir furiosa.

—¡¿En donde están los demás niños?!—le grito.

—Este es... el único—dice ella—. Todas las demás almas ya fueron consumidas por la líder.

—Tsalia, maldita...

Los sollozos del niño en el suelo hacen que sienta escalofríos por todo el cuerpo, y finalmente, los que me hacen decidir rápidamente.

—Abre un portal que nos saque de aquí ahora mismo—ordeno.

La bruja asiente lentamente y un portal aparece en la pared de barro.

—Debemos irnos—me acerco al pequeño, pero este retrocede aterrado apenas nota que me muevo

—¡No, alejate!—grita despavorido—. ¡¿Por qué quieres hacerme daño?!

—Yo no quiero...—me detengo de golpe, viendolo respirar agitadamente, sudando del miedo.

Suspiro y trato de controlarme, para luego agacharme poco a poco, inclinandome sobre él.

—Yo no quiero hacerte daño, a mí también me atraparon en este lugar y quiero que escapemos juntos—le digo lentamente.

—¡Pero si lo haces, ella te encontrará y te matará!—grita.

Nuego con la cabeza.

—No lo hará, huiremos sin parar hasta estar seguros de que no nos encuentre—me acerco un poco más—. Te prometo que no dejaré que nada te pase.

Sus ojos, cuyo miedo es implacable, poco a poco empiezan a relajarse, aunque solo un poco.

Pero entonces, las alarmas que resuenan de pronto en los pasillos, me obligan a apresurarme de nuevo.

—¡Vamonos!—me acerco al niño y lo tomo en brazos, saltando fuera de la celda y cayendo sobre el pastizal.

Me vuelvo hacia la bruja.

—¡Cierra este portal y olvida todo lo que sucedió desde que Tsalia te ordenara venir por este niño!—le grito.

Ella asiente lentamente con la cabeza, mientras que los gritos estallan dentro de la guarida.

Pero fueron bastante claros aquellos que logré escuchar antes de que el portal se cerrara por completo.

Una vez seguros, me dejé caer en el suelo y respiré hasta que mis pulmones se cansaron. A mi lado el niño sigue echado y con los ojos clavados en el sitio en donde antes estuvo el portal.

—Tranquilo, ellas no saben en donde está...—levanto mi mano para tocar su mejilla, pero dejo de hablar cuando él se aleja de golpe.

El niño me mira adustado, hasta que de pronto, rompe en llanto.

Yo lo dejo seguir, por minutos que luego se convierten en una hora en que las lágrimas no dejan de brotar de sus ojos, hasta que su voz se distorsiona y sus músculos se cansan.

—No imagino lo que debiste haber sufrido en ese lugar—digo—. Pero no tienes de qué preocuparte, ya estoy aquí y no dejaré que nada te pase—sonrío—. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?

Espero que tenga un nombre.

—Yo soy...—carraspea, tragando algunas lágrimas—. Me llamo Antares.

—Vaya, es un nombre muy bonito—mi sonrisa se amplía, hasta que... —. Espera...

Frunzo el ceño.

—¿Antares?

El niño asiente, tallándose los ojos.

Si no me equivoco, ese es el nombre de...

"Mi madre intentó absorver mi alma para tener más poder".

No puede ser, este niño en serio es...

—¡¿JAMES?!

*~*~*

Adelí Mathews

Los gritos, el sentimiento y el dolor. Todos ellos permanecen grabados en mi cabeza hasta el día de hoy. Imborrables, aun olvidados, siendo capaces de influir en mi comportamiento, como si estuvieran tallados en mi piel.

—¡Una escoria!

Mi mejilla arde, está roja, puedo verlo en el espejo acomodado en la esquina de la habitación.

—Eres una decepción, me da asco ta solo verte, mirate—siguió diciendo, tomando mi brazo y estirandolo—. Tan débil y frágil, ¿Como se supone que seas mi sucesora?

Así que esto es... Una ilusión de Tsalia en la que caí. Una ilusión que me obliga a recorrer momentos de mi pasado.

En es momento, mi inmaduro cerebro no lo entendía. No entendía a qué se refería con "Sucesora", creyendo que hablaba acerca de su aburrido trabajo como alcalde. No entendía sus regaños, pues se supone que los regaños son para los niños que hacen cosas malas.

Entonces... ¿Por qué a mí me regañaban y pegaban por lo contrario? ¿Por qué mi padre me decía que las personas alrededor no tenían valor alguno y que podían ser pisoteadas por mí?

¿Por qué mi padre repetía una y otra vez que no valía la pena simpatizar con la gente? Como si no fueran nada, como si las personas solo fueran algo con lo que medir mi comportamiento.

—Los sentimientos y lazos son sólo para aquellos que no tienen ningún propósito fijo en la vida—dijo mi padre—. Para nosotros, que aspiramos a algo grande, simplemente es una estupidez, no debes perder el tiempo con tales cosas...

En ese instante, una enorme sonrisa se formó en su rostro.

—¡Pero puedes destruirlos!

El primer lazo que destruí, ocurrió con tan solo decir un par de palabras:

"Me gustas".

Y las dije a los quince años, al chico que le había confesado sus sentimientos a Sarah, y por el cual ella también tenía.

Despues de eso, el chico aseguró haberse confundido, y que por quien realmente tenía sentimientos, era por mí.

Pero mientras que había lazos fáciles de romper, aun existían otros que no.

—No importa como lo mires, al final vas a quedarte sola.

Mi padre esta frente a mí, pero ahora de pie, mostrando su atuendo de hechicero.

—Morirás como llegaste al mundo, completamente sola—se ríe—. Después de ir por ahí causando dolor y desgracia a los que confían en ti, ¿Es lo menos que puede pasarte, no lo crees?

—¡Oiga usted!

Aquella voz, diferente, más chillona e irritante, me hace pegar un respingo.

Miro sobre mi hombro, y veo a Monique Cooper siendo sujetada por dos guardias.

—¡Señorita, usted no puede entrar aquí!—dice uno de ellos.

—¡Sueltenme, idiotas!—de un tirón suave se deshace de ellos y entra a la oficina—. ¡Usted cierre esa boca de una buena vez, lo unico que sale de ella son estupideces!

—¿Amor, a donde te fuiste?—oigo ahora la voz de Zack, que luego se asoma por la puerta, antes de distraerse viendo a los dos guardias quejandose del dolor en el suelo—. ¿Los golpeaste?

—¡No lo escuches, Adelí!

Me quedo estática cuando Monique me atrae hacia ella, abrazandome contra su pecho.

—Lo sé, solo es una ilusión de Tsalia—le digo.

—¡Eso no importa!—grita—. Ya sea real o solo una ilusión, debes saber que nada de lo que dijo es cierto...—traga saliva con dificultad—. Bueno antes sí... ¡Pero ahora ya no!

—Monique, cariño, no te sirve de nada gritarle, ese no es el verdadero Robert—dice Zack, entrando a la habitación.

El Robert de mi ilusión frunce el ceño, mirando a Monique y a Zack consternado.

—¡Usted es una mierda!—le grita ella, a lo que Robert cambia su expresión a una llena de furia.

Él agita sus manos, transformando el aire que agita en ellas en una esfera llena de energía mágica.

—Podrá ser una ilusión, pero no quiero averiguar si los daños son reales o no—digo, tirando del brazo de Monique y Zack fuera de la oficina, justo cuando Robert lanza la esfera de energía, que estalla al golpear la pared del pasillo.

Los tres corremos hasta que yo empujo las puertas de la entrada, y me detengo frente a un tronco caído.

—Eso estuvo cerca—digo.

—Sí, estuve a punto de romperle la cara a tu padre—gruñe Monique.

—Era una ilusión, amor—repite Zack, dandole palmaditas en la cabeza y abrazandola dulcemente.

—Está bien, puedes matar todas las ilusiones de mi padre que quieras, mientras que yo pueda deshacerme del real—suspiro.

—¡Eso haré!—exclama ella.

—Ustedes son tan ruidosos.

Los tres nos quedamos quietos y en completo silencio cuando escuchamos otra voz. Femenina e infantil, con un tono de... ¿Fastidio?

Monique y Zack miran embobados algo a mis espaldas, lo que yo enseguida me vuelvo para ver también.

Sobre el tronco caído, hay una niña sentada. Su cabello es largo hasta debajo de los hombros, y lleva un vestido blanco y liso, como si fuera una bata de dormir.

Monique y Zack dan pasitos hasta que tengo a uno a cada lado, sujetandose de mí.

—Oye Adelí, ¿Es algún fantasma al que le tenías miedo en tu niñez?—me pregunta Zack, a lo que yo niego con la cabeza, todavía viendo a la niña.

—No soy un fantasma—dice ella, frunciendo el ceño.

—Dejame pensar si eso es bueno o malo—le dice Monique, riendo nerviosamente—. ¿Adelí, quien es ella?

—¿Cómo quieres que sepa?—replico.

—¡Hasta ahora solo hemos visto ilusiones sobre ti, tú debes saberlo!

—¡Pues no lo sé, no tengo idea de quien es esta niña!

—Oigan, saben que estoy justo frente a ustedes, ¿Cierto?

—¡Lo sabemos!—gritamos al unísono.

La niña pone los ojos en blanco, y regresa a quitarle los petalos a más flores. Es entonces que presto más atención a su apariencia, su cabello, la forma de su cara y facciones, me resultan tremendamente familiares.

—¿Podrá ser...?—murmuro, confundida.

—¿Qué ocurre Adelí?

Esto tiene que ser una broma.

—¿Podrías decirnos cuál es tu nombre?—le pregunto a la niña.

Monique y Zack parecen desconcertados pero aún así se inlcinan junto conmigo para mirar a la niña atentamente.

—Elízabeth—responde ella—. Mi nombre es Elízabeth.

Al principio, solo hay silencio. Los tres parpadeando como si nos costara entrar a la realidad.

—¿Me estas jodien...?—Zack tapa la boca de Monique con su mano antes de que esta termine de maldecir.

—¿Elízabeth?—digo—. Eres Elízabeth.

—Así es—asiente repetidas veces con la cabeza—. ¡Y todos ustedes!—se pone de pie sobre el tronco—. ¡A partir de ahora son mis esclavos!

Continuará...

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Hola Criaturas!

OMG, ¡Empezaron a pasar cosas muy raras con este capitulo! Apuesto a que tienen muchas dudas muajajaja.

Esto es algo que en serio me emocionó mucho escribir, y no quiero darles spoiler pero los próximos capítulos están geniales (Y el que sigue es algo tierno💙)

Espero que hayan disfrutado estos capítulos, no olviden comentar sus reacciones, en serio adoro leer sus comentarios💙

Los quieroo

Próximo
Capitulo 72:
"Como viajar en el tiempo"

💙Disponible este 22 de Junio💙

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