Capitulo 43: Alexander, el ángel vengador



Alexander Pearson

—Yo...lo mataré.

Cada paso que daba en la oscuridad dejaba esparcir un aura asesina completamente extraña para mí, pero que aunque nunca antes me había envuelto, en este instante se sentía cálida y cercana. Era como una voz susurrando a mi hombro que estaba tomando el camino correcto, y que las cosas estaban siendo como debían ser.

La balanza de la justicia estaba siendo inclinada con mi dedo invisible, y sólo había una manera de equilibrarla. Quitando el peso del otro lado, el peso de Zeidan el Torturador.

—Lo mataré, lo mataré...

Nuevamente no fui consciente de que hablaba en voz alta hasta que noté las miradas puestas en mí mientras dos guardias me llevaban hacia mi siguiente destino. El cual por primera vez, no fue desconocido para mí, tampoco tuve ninguna intención de evitarlo, sino todo lo contrario. Pues al estar de pie frente a la puerta, el aroma a sangre mezclado con la arena del lugar no me intimidó, y gocé como nunca estar bajo los rayos del sol.

Por primera vez, estar abajo no me causó ningún tipo de miedo.

La gente gritaba mi nombre con animo, vampiras inclinándose muy cerca de la orilla de sus asientos para verme más de cerca. Voodo estaba en el mismo lugar de siempre, detrás del podio sosteniendo su micrófono con orgullo, mientras se remojaba los labios con sus ojos dorados brillando al verme.

—¡Y del otro lado, recibimos al favorito de todos, el temible Zeidan el Torturador!

Mis sentidos se agudizaron al oír al público aclamarle, y si de por si el ruido ya era molesto, ahora que sabía que tantas voces dedicadas a ese ser despreciable vibraban en mis oídos, una rabia incontenible comenzó a crecer en mi interior.

Conté que fueron 13 horas las que habían pasado desde que recibí la oferta de Voodo, y yo no había dejado de pensar en eso hasta este momento. Esta vez nos pusieron en celdas separadas, por lo que no he visto a Drew desde entonces, ni he sabido sobre si ha participado en otro combate. Tampoco he visto a Rihanna, Voodo me había dicho que las heridas habían sido bastante graves....

La puerta del otro lado de la arena se abrió al fin, mostrando la imponente silueta de quien aguardaba ansioso a entrar al campo de batalla.

Zeidan...te destruiré.

—¡Ya vine!—grita levantando los brazos, girando en circulos emocionado con esa mueca horrble en el rostro. Las cicatrices eran mucho más asquerosas de cerca, y sus dientes afilados me hicieron gruñir enfurecido.

Se detiene a unos metros lejos de mí, y me examina lentamente de pies a cabeza para luego soltar un "Tss", y sonreír ampliamente.

—Así que tú eres el juguete que me prometió la loca—ríe, como un maldito enfermo—. Se ve que eres fuerte...¡Me divertiré rompiendote y escuchandote gritar una y otra vez!

Agacho la mirada, apretando los dientes con fuerza.

Repulsivo, asqueroso, depravado...Merece morir, merece que yo...

—¡Muy bien, todos listos!—la ansiosa voz de Voodo interrumpe el camino vil de mis pensamientos. Elevo la mirada un poco para verla con el brazo levantado, sosteniendo la enorme aguja que usa como bastón, y fue como si hubiese estado esperando a que le prestara atención, ya que un segundo después, bajó la aguja en nuestra dirección—. ¡La batalla comienza!

Aún sin levantar la cabeza, estoy por dar un paso al frente cuando lo siento. Un peso tremendo cayendo sobre mis hombros, como dos manos gigantes ridiculamente fuertes obligándome a aplastarme contra el suelo hasta convetirnos en uno solo. Gruño con fuerza al primer intento de resistirme contra aquel poder, pero mis rodillas dejan de funcionar y segundos después estoy en el suelo, agotado y sin ninguna intención de moverme nuevamente.

Me sentía tan cansado que ya ni siquiera me acordaba de cómo me sentía antes de llegar aquí. Era como si cientos de años hubiesen pasado en menos de un minuto.

—No creas que no sé quien eres, conozco tus sucios trucos para ganar todas las batallas, fue por eso que decidí no darte tiempo y te ataqué enseguida...Ahora, te será imposible mirarme a los ojos, así que no podrás usar tus asquerosas habilidades de selecto conmigo—oigo hablar a Zeidan—. Es más divertido cuando uso mi habilidad de envejecimiento con los vampiros, con aquel Vooker de cabello azul no tardé ni siquiera diez segundos antes de dejarlo totalmente incapacitado, el hermano de Atria fue duro de roer...

Mis ojos se abren como platos en ese instante.

Así que ya peleó contra Tobías...Y con Drew...¿Cómo es posible que se enfrentara a Drew ya?

—Así es, lo conocí hace unas horas, fue bastante entretenido—ríe.

Así que...Este tipo ya se enfrentó a ambos...Les hizo lo mismo que le hizo a Rihanna.

Mis ojos se desvían hacia Voodo, quien yace apoyada en su bastón de aguja, sonriéndome desde la altura.

—Pero definitivamente con la que más me he divertido hasta ahora ha sido con tu hermana...—esas palabras hacen que toda mi atención vuelva hacia Zeidan—. Ella se veía tan hermosa sufriendo—ríe, haciendo que mis nervios vibren—. Como la vida de un vampiro es infinita, sus fuerzas no dejan de agotarse hasta que yo no me detengo...Y eso no pasa hasta que quedo completamente satisfecho—vuelve a reír—. Contigo, habré torturado al jefe del Clan de los Corredores, y a tres miembros del Clan Black.

Escucho que da un par de pasos en mi dirección.

—Me dijeron que traerán a tu novia después del combate.

Jadeo al escuchar sus palabras. ¿Ellos traerán a Sarah...aquí?

Me aseguraré de tener un combate con ella—a partir de este momento, cada una de sus palabras sólo me causa una ira que es cada vez más dificil de contener—. Y después de acabar con ella, iré por la rubia, aquella a la que llaman Pryscilla y que por alguna razón es la más fuerte...¡Entonces yo, Zeidan el Torturador, habré vencido no sólo a tres, sino a cinco miembros del Clan de los Monstruos!

—Eres imbécil.

Sus risas cesan de repente, al igual que todo el ruido que abunda en el Coliseo.

—¿Qué?

—Pryscilla acabaría con tu miserable existencia mucho más rápido de lo que te cuesta respirar—continúo, ignorando su notable confusión—. Pero eso no va a pasar, porque seré yo quien acabe contigo...Justo ahora.

Zeidan vuelve a reír una vez más.

—¡Estoy impresionado, aún en tu situación actual crees que tienes una oportunidad contra mí!—grita—. ¡Los del clan Black son unos estúpidos!

—¿Oportunidad?—digo, esbozando una sonrisa ladeada—. Pero si tú has perdido esta pelea, desde el momento en que te dijeron que ibas contra mí.

—¿Q-Qué dices?

Mirarte a los ojos...qué estupidez—escupo—. ¿Para qué necesitaría mirarte a los ojos? los Selectos controlamos la mente, no los ojos...Idiota—sigo hablando—. Es cierto que los ojos nos dan un mejor acceso, ya que son las ventanas del alma...Pero yo no necesito hacer algo así.

Doy un último respiro, antes de hablar.

—Así que deja de atacarme con tu asqueroso poder, ahora mismo.

—¿Por qué yo...?—no escucho lo siguiente que quiso decir, en vez de eso oigo como jadea adolorido, y en ese instante, mis fuerzas regresan de golpe, y yo me levanto lentamente mientras mi cuerpo vuelve a adaptarse a la sensación que debe tener a la infinita edad de un vampiro—. ¿Cómo?...¡Cómo es posible!?

—Tú mismo lo dijiste—camino en su dirección—. Pertenezco al Clan de los Monstruos.

Elevo la mirada, y él enseguida jadea asustado, a la vez que da un respingo, con sus ojos abiertos de par en par atrapados por los míos.

—Tus ojos...—murmura—. Tus ojos son...anaranjados.

Me abro paso y cruzo de golpe todas las barreras entre su mente y la mía. Justo ahora no me importa lo peligroso que sea, sólo quiero acabar con él, destruirlo hasta que no quede nada.

Así es...la única forma de evitar que lastime a más personas...es matandolo aquí y ahora.

La fila de imágenes me ataca como una marea y el viento incontrolable, voces desconocidas uniéndose a la suya cruzan por mi mente, pero yo lo soporto con cada paso que doy, ignorando todo lo posible los sentimientos que vienen junto a sus recuerdos.

—Justo como imaginaba, tu mente es el lugar más repugnante en el que he estado—le digo, quedando frente a él, que ahora está de rodillas, sosteniéndose la cabeza con sus manos—. No vuelvas a atacarme.

—¡NOOO!—grita levantando su puño, pero este se queda a centímetros de mi estomago—. ¡¿Por qué!?

—¿Cómo se siente, ser un completo inútil?—ladeo la cabeza—. Así es como se sentían todas las personas a las que maltrataste sin piedad—me inclino hacia él—. ¿Te arrepientes?¿O es que no sientes nada cada vez que haces daño a un inocente?

No fueron necesarias las palabras, pues en su mente estaba la respuesta.

—No...Ya veo—me pongo derecho—. Entonces yo tampoco sentiré nada mientras acabo contigo.

Doy un manotazo al aire que lo lanza hasta que se estrella contra el muro de piedra, haciendo que los escombros se entierren en él.
Zeidan cae al suelo malherido, y aunque tarda un poco, se levanta con un aura asesina envolviendolo.

—¡Ahora verás!—brama, haciendo círculos con sus manos mientras ellas desprenden una magia oscura.

Atácate a ti mismo...

Dicho y hecho, Zeidan termina dirigiendo su poderoso ataque contra sí mismo. Refundiendolo contra la pared, y haciendo al mismo tiempo que quienes estan en la primera fila de asientos encima de él, salgan despavoridos de ahí.

Corro hasta él y lo tomo del cuello de su chaqueta, le suelto un puñetazo con todas mis fuerzas, viendo como tres dientes son escupidos por su boca antes de salir disparado por el aire.

—Te recomiendo que busques otra forma de atacarme, te he prohibido utilizar tu habilidad de ilusión y cada hechizo que uses simplemente lo desviaré hacia ti—le digo, sonando aburrido—. Y sinceramente, en un combate cuerpo a cuerpo sólo terminarás lastimandote...Así que te daré un momento para que lo pienses.

Zeidan escupe sangre en el suelo, mientras se esfuerza para levantarse con los brazos temblorosos.

—Crees que soy débil, ¿Es eso?—ríe entrecortadamente—. Los vampiros son tan egocentricos, se creen todo poderosos.

—Algunos lo son—ladeo la cabeza.

—¿Como tu Capitán?—vuelve a reir.

—Si fuera él a quien te enfrentas, ni siquiera te hubiera dado tiempo de mirarlo a los ojos—me inclino hacia él—. No es muy piadoso que digamos.

—Ya, y como soy un simple hechicero, crees que puedes vencerme...

—Te venceré, pero no por que seas un hechicero—camino hacia él—. Reconozco que el poder de los hechiceros puede llegar a ser abominable, pero tú sólo lo usas para lastimar a otros...Eres una escoria.

Zeidan se tambalea un poco, sorprendido por la frialdad con la que me tomo sus palabras. Él agacha un poco la cabeza, y escucho como su risa aumenta hasta volverse una desquiciada e incontrolable.

—¡Ya veo!—grita, mostrandome sus ojos saltones y sus filosos dientes—. ¡Eres un idiota, un idiota!

A continuación Zeidan levanta sus brazos, y de ellos comienza a brotar un humo color azul pastel, que los envuelve como algodón de azucar.

—Tengo que decirte, que la ilusión no es la única habilidad que guardo—dice mientras el humo libera sus brazos, y de pronto estos están ligeramentente más marcados que antes—. Con este hechizo, mi fuerza está a la par de la de un vampiro.

Aprieta sus puños, y baja sus brazos respirando agitadamente, con sus ojos desprendiendo su sed de sangre.

—¡Ahora te mostraré!

Zeidan se lanza al ataque, corriendo a través de la arena en mi dirección.

—Interesante—digo—. Pero primero tendrías que lograr darme un golpe.

Justo en ese instante, esquivo el puñetazo que iba directo a mi rostro. Zeidan se queda boquiabierto, pero vuelve en sí rapidamente y trata de darme otro golpe, esta vez en el costado. Esquivo con facilidad cada uno de sus golpes, girando en mi lugar. Y cuando él vuelve a tratar de dame en la cara, doy un paso a la izquierda y le doy un puñetazo en el estómago con fuerza, para luego darle con el codo en la espalda.

Zeidan cae al suelo adolorido, y me doy cuenta de que sus fuerzas están al límite cuando le cuesta ponerse de pie otra vez.

—Conozco a los de tu clase—escupe.

—¿Ah sí?

—Sí, los apegados a sus compañeros, que no matan ni a una sola mosca pero cuando se meten con ellos...Son unas maquinas golpeadoras—se ríe—. Pero tú...no vas a matarme—levanta la mirada.

—¿Qué te hace pensar eso después de lo que le hiciste a mi hermana ayer?

—Justo por eso, estás esperando a que me arrepienta de lo que le hice a tu hermana y a tus compañeros—dice—. Esta es tu forma de hacerme pagar por todo, me torturarás hasta que sienta remordimiento y jure no volver a cometer las atrocidades que he hecho hasta ahora—toce—. Pero no lo haré.

Siento una punzada en la sien cuando lo veo de pie nuevamente, aunque muy apenas parece poder mantenerse así. Sus palabras y la manera en que me mira fueron suficientes para que me quedara en claro la veracidad de sus palabras.

—Puedes golpearme las veces que quieras, jamás harás que el dolor que yo sienta sea equivalente a todo el que he disfrutado tanto causar.

De repente, me di cuenta de que era su voz la que me causaba el pequeño dolor en mi cabeza, ya que este había empezado a aumentar conforme hablaba. Y aunque seguía sin moverse de su lugar, para mí era como si sus palabras viajaran directamente hacia mí, y se quedaran flotando a mi alrededor, susurrándose una y otra vez.

—Así que aunque salgas vencedor en esta batalla, seguirás perdiendo, porque no pudiste detenerme—dice—. Porque el día de mañana me enfrentaré a más criaturas...Hasta el momento en que sea tu novia contra quien combata.

A mi alrededor todo se torna borroso y vibrante, y lo único que logran enfocar mis ojos es la silueta de Zeidan, quien comienza a caminar en mi dirección.

—¿Lo entiendes ahora?—dice—. Has perdido, Alexander Pearson.

¿Yo...No voy a matarlo?

Es cierto, aunque en mi cabeza ahora mismo esté aquella voz oscura gritándome que le arranque la cabeza ahora mismo. Mis manos no se mueven, además, no logro imaginarme en el momento después de su muerte y es porque realmente...no voy a matarlo.

Es que yo no soy un asesino. Eso es lo que le ha costado tanto a Sarah hacerme entender.

Yo juré proteger a mi familia, y también lucho por aquellos que ni siquiera conocen mi existencia. Salvar este mundo y a todos aquellos que habitan feliz e inocentemente en él.

Salvarlo de personas como él.

—Nunca nadie me había avergonzado tanto como tú lo has hecho hoy, maldita escoria de vampiro—vuelve a hablar Zeidan—. Así que he decidido algo.

Se detiene frente a mí, y veo sus dedos desprendiendo un destello azul.

—Mañana cuando enfrente a tu novia, despues de desquitarme con ella por todo lo que me hiciste hoy...—sonríe—. La mataré.

Ante mis ojos, lo que ocurrió después tomó al menos cinco minutos. Aunque en realidad, fueron apenas unos segundos.

Escuché mi voz jadeante en mis oídos, atónito por aquella palabra peculiar que había pronunciado Zeidan.

Aquella palabra que jamás debió decir. Pues además de haber sido lo que marcó los segundos que le restaban de vida, fue la mecha que encendió la llama que debía estar apagada en mi interior, por el bien de los demás.

—¿Que vas a matar...a Sarah?—para mí ocurrió tan despacio que incluso pude murmurarle aquello.

No dejé de mirarlo a los ojos en ningún instante, pero pude notar como sus manos se alzaron creando dos rayos de luz que empujó directo hacia mí. Los vi brillando con intensidad, acercándose lentamente a mis costados.

Eran hermosos. Quise saber qué se sentía tocarlos, si quemaban o te daban alguna descarga eléctrica. Qué tanto dolían...

Pero no pude descubrirlo, ni siquiera alcanzaron a tocarme, pues antes de eso, yo ya le había atravesado el pecho con nada mas que mi mano desnuda.

Las espadas de luz se quedadon congeladas en el aire, al igual que el silencio que invadió al Coliseo entero. Gotas de sangre resbalaron de la boca de Zeidan y fueron a dar a mi brazo inmóvil.

—Te equivocaste al decir que no había forma de detenerte—las palabras salen de mi boca por si solas, mientras oigo sus gemidos de dolor—. Comprendí que la unica forma en la que no puedes herir a nadie...es estando muerto.

Sus ojos me mirán incrédulos, a punto de salirse de sus cuencas.

—Adios, Zeidan—Retiro la mano con fuerza de su cuerpo, arrancandole el corazón.

El cuerpo de Zeidan da una última convulsión antes de desplomarse en la arena. Y es entonces que los gritos y el ruido vuelven a hacerse presentes, voces desconocidas aclamando mi nombre con desesperación.

—¡Parece que al fin tenemos un ganador!

Parpadeo, un tanto trastornado de escuchar la voz de Voodo tan de repente. Suena animada, alegre y sobre todo...Complacida.

—¡Con ustedes damas y caballeros, Alexander Pearson!

Mientras las ovaciones se alzan a mi alrededor, mi mirada sólo se mantiene en tres cosas. El cadaver a mis pies, la sangre en mi brazo y el corazón sin vida que mi mano sostiene.

"¡Alexander!"

"¡Es un monstruo, es aterrador!"

"Quiero pelear contra él"

Cierro los ojos con fuerza mientras trato de soportar todos los gritos dirigidos hacia mí, ninguno era de furia ni enojo, sino todo lo contrario. El Coliseo desbordaba felicidad y animo de todos sus espectadores.

Monstruos seguidores de Emmily Cooper.

Mi mano deja de sostener el corazón de Zeidan, y me quedo un momento observandolo.

Oigo las carcajadas de Voodo a través de las bocinas, y es en ese instante que al fin alzo la mirada, pero lo que me encuentro antes me deja totalmente hipnotizado.

Mis oídos laten cuando la veo, ahí de pie frente a la puerta que está del otro lado del coliseo. Las voces me sofocan y todo empieza a vibrar a mi alrededor, mientras su silueta se acentúa cada vez más, hasta que mis ojos se enfocan en los suyos.

Estoy a punto de pronunciar su nombre, cuando Voodo nuevamente habla por su micrófono.

—¡Parece que Alex al fin nos dio el espectáculo que tanto estabamos esperando!—ríe—. Creo que todos estamos de acuerdo en que la espera valió la pena, ¡Démosle un gran aplauso!

Todos la obedecen, todos la siguen y mi nombre se escucha más alto.

Caigo de rodillas al suelo, respirando agitadamente sin ser capaz de enfocar la vista en ningun lugar debido a todo lo que abunda en mi cabeza ahora mismo. Los recuerdos mezclándose unos con otros, el sufrimiento de mi hermana y los rostros de Tobías y Drew mientras imaginaba por el infierno que Zeidan debió haberles hecho pasar.

Mi garganta se siente totalmente seca, mi cuerpo no deja de pedirme el alimento que necesita, pero a pesar de eso, la sangre que hay en mis manos y en el suelo sobre el que estoy sólo me causa repulsión. Quiero alejarme de ella, quiero irme de aquí. Quiero alejarme del lugar en el que mis amigos sufrieron antes, quiero deshacerme de todo eso.

De pronto, una mano sobre mi hombro lo detiene todo en un segundo. Se siente cálida y suave, colocada con sumo cuidado sobre mí. Y entonces una presencia extremadamente cercana me invade por completo, un aura de calma y paz empieza a envolverme, despues de que una corriente de aire imaginaria se llevara todo lo que atormentaba mi cabeza hace unos momentos, haciendo que esta ahora estuviera en calma como un lago infinito de agua transparente.

Se acabó Alex, ya todo acabó—le oigo decir, esa voz que tanto anhelaba y necesitaba escuchar.

—¿Sarah?—murmuro, alzando la mirada hacia ella, mirandola incrédulo, sin poder comprender cómo es que está aquí frente a mí—. ¿En serio eres tú?

—Sí—asiente con la cabeza, examinandome a detalle mientras me acaricia la cabeza con delicadeza.

Ante mí, parece un ángel que ha venido a salvarme. Impactandome tanto que me es dificil mirarla, pero necesito tanto seguir haciendolo que no me importa cuanta fuerza o cuanto dolor me cause...luchando por merecerlo, por ser digno de tenerla cerca de mí.

Quiero tocarla para comprobar que es de verdad, pero al alzar mi mano y ver la sangre de Zeidan en ella, me detengo.

Sarah no deja de mirarme aún así, y puedo notar la preocupación y la ansiedad en su rostro.

Sarah..ella está triste, ¿Es por mí? ¿Es mi culpa?

—Yo...tenía que hacerlo—le digo—. O si no...él iba a lastimarte y entonces...—aprieto los labios con fuerza—. Ibas a tener que hacerlo tú.

—Lo sé—asiente—. No es tu culpa, Alex.

No, no lo es...Si Sarah dice que no es mi culpa, entonces es que es cierto. Pero entonces, ¿Por qué Sarah está triste?

La miro con más atención, sus ojos cafés, estaban más oscuros que de costumbre, había algo en ellos que lo causaba...un destello azul que empezaba a cubrirlos lentamente.

No, Sarah no está triste. Ella está...Enojada.

—No es mi culpa—mi mirada se desvía hacia la chica del bastón que sostiene el micrófono—. No es mi culpa, Sarah.

Voodo se alza sobre el podio, riendo a carcajadas.

—Lograste lo que querías...¿Pero por qué estás tan feliz de que lo haya matado?—digo en su dirección, haciendo que deje de reir—. Si tú eres la siguiente.

Toda expresion en el rostro de la rubia se ensombrece, y lo unico que hace es acomodar su sombrerito de copa mientras retrocede dos paso tras el podio

La puerta por donde entré se abre enseguida, escucho a tres condenados salir de ellas y dar grandes zancadas en mi dirección. No esperan ni un segundo para arrancarme de Sarah y levantarme a la fuerza.

—¡¿Qué es lo que hacen?!—grita ella, alzando su mano para alcanzarme, pero justo entonces el otro condenado se vuelve hacia ella para impedirselo, sin embargo, no se lo concedo cuando lanzo una corriente de aire hacia él que lo hace retroceder dos metros lejos de ella.

—No se te ocurra ponerle un dedo encima—murmuro entre dientes, lanzandole una mirada asesina.

El condenado se pone derecho,  pero aun cuando finge molestarse por mis palabras, no se mueve de su lugar ni cuando los condenados empiezan a arrastrarme por la arena.

—¡¿Alex?!

—¡Sarah!

Mientras cruzo por la puerta, un escalofrío me recorre el brazo, cuando alguien más pasa a mi izquierda, entrando a la arena.

—¡No!—grito—. ¡Tobías!

Él ni siquiera se inmuta cuando le grito, y es eso lo que me hace darme cuenta de que ahora mismo está bajo los efectos de Corazón.

No...No puedo dejar que Sarah se quede con él.

—¡Sarah, debes hipnotizarlo, déjalo inconsciente!—grito con todas mis fuerzas—. ¡O te matará!

Lo último que veo antes de que la puerta se cierre, es el cabello azul del Vooker moviéndose con el viento.

Sarah Cooper

Mi mano seguía levantada en su dirección cuando la puerta se cerró, dejando grabada en mi mente la imagen de su rostro aterrorizado y desesperado.

¿Qué es lo que está pasando aquí?¿Qué mierda sucedió?

—¡De acuerdo damas y caballeros, después de tan impactante batalla tenemos a una nueva competidora en la arena!—grita la chica del balcón, aquella a la que Alex no dejaba de mirar con rabia hace un momento—. ¡Estoy segura de que muchos de aquí ya han oído hablar de ella antes, recibamos a una de las personas más populares en el mundo de las criaturas, también del clan Black!...¡Sarah Cooper!

Doy un respingo cuando oigo a la gente abuchearme, gritando con furia y una ira que me llega hasta los huesos.

"Acaba con ella, sin piedad."

"Matenla."

Las voces y rostros desconocidos, todos ellos me miran con una cantidad de odio imposible de creer. Todos apuntandome, inclinándose sobre la orilla de sus asientos para lanzarme más insultos y miradas de desprecio.

—Bueno, parece que ya sabemos quién no es la favorita del público—habla la chica tras el podio, mirando a Tobías a mi espalda.

Me vuelvo hacia él yo tambien, está inmóvil como una estatua, ni siquiera reaccionó en cuanto nos vio a mí o a Alex. ¿Será que él está...?

—¿Tobías?—doy un paso hacia él.

—No te molestes—me interrumpe la chica—. Ahora mismo él está bajo los efectos de Corazón, sólo eres un rival al que debe asesinar.

—¿A-Asesinar?

—Así es...—coloca un pie sobre el podio—. ¡Ahora estás en la arena en donde criaturas de toda raza se enfrentan a muerte!
¡BIENVENIDA AL COLISEO!

¿Batalla, enfretarse a muerte?

Miro sobre mi hombro a Tobías, sus puños apretados a sus costados, su mirada vacía enfocada sólo en mí.

"O te matará" Habían sido las últimas palabras de Alex.

Entonces es eso, este es el Coliseo, un lugar en el que ponen a luchar a criaturas ya sea que esten o no bajo el efecto de la Droga del Corazón. Todo con el mero fin de etretenimiento.

Veo una sombra pasando por detrás de la chica rubia, esta se vuelve de repente, sonriendole animadamente a la nueva persona que acaba de entrar al balcón.

—Al fin llegas, te perdiste del espectáculo de tu amigo—dice la rubia esta vez sin el micrófono.

Adelí Mathews no le dice absolutamente nada, su mirada viajó de Tobías hacia mí repetidas veces antes de recargarse en la columna.

—¡Las reglas son simples, toda arma, poder, magia o habilidad están permitidas!—continúa hablando la chica—. ¡La pelea acaba cuando uno de los combatientes muere o queda incapacitado...aunque esto ultimo no suele pasar cuando estan bajo los efectos de Corazón, pues tienen la orden de no detenerse sin importar qué hasta matar a su oponente!

Abro los ojos como platos, sintiendome aterrada por comprender a fondo la situación.

—¡Bien entonces sin más demora...!—hace una pausa, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Qué comience la batalla!

Lo siguiente que vieron mis ojos, fue pelaje gris y unas inmensas garras abalanzandose sobre mí.

Parece que los Monstruos del Clan Black están en prisión, pero siguen sueltos y llenos de furia.


Continuará...

*********

Nuevo Capítulo!

Espero que les haya gustado el capítulo y que lo hayan disfrutado.

¿Qué tal la batalla entre Alex y Zeidan?

Estoy emocionada porque quiero mostrarles un dibujo que hizo mi hermana de Voodo, la nueva villana de esta historia. Se la describí como me la imaginaba y terminó haciendo este dibujo que me pareció increíble:

Me gustaria saber ¿Qué opinan sobre esta nueva villana? ¿Creen que llegue a causarles muchos problemas al Clan Black?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top