Capítulo 42: Zeidan, el Torturador

Alexander Pearson

En aquel momento, descubrí una sonrisa que me causaba un conflicto que me ponía bastante inquieto. Tal era su efecto, que dejó de afectarme sólo mentalmente, hasta que de repente senti que la piel de mis brazos me picaba, y tenía que mirar para asegurarme de que no se tratara de ninguna clase de insecto. Sonaba ridículo, pero asi como se que sentía al principio siempre que la veías sonreír, antes de que sintieras el verdadero impacto, pues una vez que la sonrisa se acentuaba, te era imposible apartar la mirada, temiendo por lo que pudiese pasar despues.

Nada me hacía sentir tanta desconfianza, como verla solamente ahí de pie, sonriendo con satisfacción mientras la multitud celebraba a lo grande dos victorias más en el Coliseo de la Prisión que ella había construído.

Pego un respingo al a oir un zapataso. Voodo había subido un pie al podio, pisando fuertemente con su bota mientras sostiene el micrófono cerca de su boca.

—¡Con esto, Drew Carusso obtiene su primera victoria en el coliseo, lamentablemente ya no veremos más a Jack competir en la arena!—hace un puchero fingido, soltando risas que no parecen tener calma.

Es entonces que escucho un sollozo de la única otra persona conciente abajo conmigo. Miro a Drew, aún demasiado lejos de mi alcance, de rodillas en el suelo con las manos levantadas, su cabello desordenado y lleno de arena, mientras se sacude violentamente por el llanto evidente que lucha por contener. Con ambas manos cubre su rostro dejándose caer desconsolado.

Pero tuve que dejar de mirarlo cuando una nueva presencia invadió nuestro espacio. Me incorporo lentamente, acomodando a Rihanna en mis brazos con cuidado para sentarme, mientras la persona que ha saltado desde el podio, sostiene animadamente una paleta roja, dando saltitos hacia el chico encorvado.

—Eso fue fantástico, Drew. Me diverti mucho—le dice sonriente.

Incluso desde mi lugar, pude notar como Drew se quedaba tieso al oír esa voz.

—Estuviste increible—dice ladeando la cabeza e inclinándose un poco al ver que este no le contesta—. ¿Qué sucede, estás triste acaso?

Ella se agacha lentamente.

—Atria...—susurra él, apartando lentamente las manos.

—Bueno, eso es lo que pasa cuando te contienes, todos tenemos un límite, Drew—hace un puchero—. Y tú decidiste cruzarlo, para protegerlos a ellos, ¿Cierto?—nos señala, con los ojos muy abiertos aún enfocados en su hermano—. ¿Qué es lo que significan exactamente para ti?

—¿Qué es...?—le oigo decir, con voz débil y quebrada, ajena al Drew que conozco, como si de pronto le hubiesen arrebatado esa parte de él—. ¿Qué fue lo que hice?

—Hmmm—frunce el ceño—. No me gusta esto, no me gusta ver a mi hermano mayor tan triste...Pero eso te pasa por no obedecer a tu hermanita—con sus dedos debajo de la barbilla de él, levanta su cabeza, obligándolo a mirarla—. ¿Cuántas veces tengo que decirtelo, Drew? Tú único propósito es traerme de vuelta—sonríe ampliamente—. Tu vida me pertenece ahora, y no puedes hacer nada al respecto...Y esos Black a los que llamas amigos tampoco.

Atria suelta un suspiro, y se aparta de su hermano sin dejar de mirarlo, mientras este, continúa sumido en su tortura.

—De acuerdo, llévenselos a sus celdas de nuevo, es hora de que pasen los siguientes participantes.

Dicho esto, las puertas se abren nuevamente, y un grupo de condenados fornidos se disperzan para levantar a Drew del suelo y llevarselo sin que este ponga objeción alguna. Yo sin dejar de ver como se lo llevan a través de ese túnel oscuro, me vuelvo rapidamente cuando siento como alejan a Rihanna de mis brazos.

—¿Qué hacen? ¡Apártense de ella!—grito, yendo a por el desgraciado que la levanta para llevarsela en sus brazos—. ¡Ry!

—Allí no es a donde te toca irte—oigo decir a alguien a mis espaldas, y un segundo después listones azules se enrollan en mis muñecas.

Siento como tiran de ellas, obligandome a ponerlas a mi espalda mientras me arrastran hacia la puerta por la que se llevaron a Drew hacen un segundo.

—¡Ry!—grito viendo como desaparece en la oscuridad que hay detrás de aquella puerta—. ¡Rihanna...Riha...!—mi voz pierde el hilo cuando veo a una nueva silueta atravesar la puerta.

Avanza tranquilamente por la arena, sin prestarle atención a su alrededor. Y justo cuando se coloca al centro, veo al otro participante cruzar la otra puerta, un hombre fornido con cara de pocos amigos.

Ella no me miró en ningún momento, y antes de que las puertas se cerraran ante mí, lo unico que fui capaz de hacer fue decir su nombre:

—Pryscilla.

Fue un gran golpe en la cabeza descubrir poco después que aquella era ya su décima pelea en la arena, y que no había perdido ni una sola desde que llegó, pues sus rivales no duraban ni medio minuto con vida. Pasaron las horas hasta que me fue imposible saber si ya había pasado un día, en la arena el tiempo era imposible de contar, ya que al mismo tiempo debías tratar de salvarte el cuello...Todo para que un rato después volvieras a pelear a muerte sin razón.

Sólo había podido ver a Tobías una vez al entrar a mi quinta pelea, mientras él se daba la vuelta con un cadaver de hechicero en el suelo. Supe enseguida que estaba bajo el efecto de Corazón, él y Pryscilla reciben esas dosis constantemente.

A Rihanna, Drew y a mí por nuestra parte, nos tenían juntos en una celda, y sólo salíamos cuando nos llamaban a pelear.

No habían vuelto a obligar a Rihanna a luchar con la sustancia, y Drew...Sólo podía sentir una insoportable impotencia al notar como sus ojos iban perdiendo su brillo cada vez que regresaba a la celda sin decir una palabra.

Él no había sido el mismo desde la pelea con Jack, ni siquiera cuando Adelí vino a hablar con nosotros justo después.

—Lo maté...—solloza.

—Te hubiera matado él a ti si no lo hubieras hecho—le dice ella—. Alex pudo controlar la mente de Rihanna áun cuando estaba bajo los efectos de Corazón debido a su vínculo y a que es un selecto poderoso, pero tú ni siquera conocías a ese chico.

—Eso no importa, él no dejaba de repetirme que quería traer de regreso a su hermano—sigue—. Y aún así yo...acabé con la vida de ese chico tan desesperado, y le quité la oportunidad de vivir a ese pequeño.

—¿Te refieres al niño al que él mismo asesinó?

Las palabras duras de Adelí, logran hacer que deje de sollozar para mirarla atónito.

—¿Qué?

—Su hermano pequeño, sí...he oído esa historia muchas veces—. No pudo controlarse y acabó con la vida de ese pequeño.

—Entonces traerlo de vuelta era su forma de redimirse.

—Se podría decir que sí, pero de todas formas el sacrificio hubiese sido en vano.

—¿Cómo sabes eso?

—No todos los que mueren se vuelven condenados, sólo aquellos que cometieron pecados capitales en vida, ¿Crees que ese niño podría volverse un condenado?—lo mira—. ¿Lo entiendes ahora? Era imposible traerlo de vuelta.

—¿Eso significa que...?—lo piensa detenidamente—. ¿La Droga Corazón lo hacía creer que su hermano era un condenado?

—Al final, sólo quería dejar de sentirse culpable por la muerte de su hermano—le dice—. Y además...¿Quién querría despertar, y que tu propio hermano te hable sobre el infierno en el que vas a vivir ahora...sin él? Jack sólo estaba siendo egoista...

—¡No, eso no es verdad!—la interrumpe, tomándola por sorpresa—. Te lo agradezco, Adelí Mathews, por hacerme comprender la situación.

—No hace falta que lo agradezcas, en serio, aún no puedes confiar en mí...

—Lo sé, y eso no es culpa tuya—vuelve a interrumpirla—. Así como tampoco es culpa de Sarah que estemos pasando por esto, ni de la Señorita Pryscilla, Alex o Rihanna por combatir...—suelta un "Tss" lleno de impotencia—. Como tampoco fue mi culpa...Todo esto—murmura entre dientes—. Es culpa de esa maldita, de Emmily Cooper...Y yo voy a destruirla.

Adelí, que había estado mirandolo estupefacta y sin haber podido terminar de hablar. Se aleja de la pared, mirandolo altiva y con ambos brazos cruzados sobre su pecho.

—Tú...—dice—. Sigo sin conocerte del todo, la verdad es que la única razón por la que te ayudé a escapar es porque supe que conocías a estos idiotas...—se agacha—. ¿Lo entiendes, Drew? Fue como si hubieses caído del cielo...Si salgo de aquí, si todos salimos, será gracias a un ególatra mujeriego.

La sonrisa que le dedica después, es suficiente para hacerlo encogerse ahí debajo de la superior presencia de Adelí Mathews. Y justo ahora el que ella estuviera hablando, había dejado de ser el único motivo por el que él no podía apartar su mirada.

Y como si eso no fuera suficiente para el pobre diablo, Adelí se inclina hasta quedar a su altura, apoyando sus manos sobre sus rodillas.

—Me agradas.

Después de eso sólo se fue, dejandonos estupefactos y en completo silencio por los siguientes minutos, por tan solo esas dos palabras.

¿Me agradas? ¡¿Qué demonios significa eso?!

—Esa chica...—oirlo hablar fue el indicio de que había vuelto de su trance hipnótico, el efecto de tener una conversación decente con Adelí en la que terminabas vivo—...Es increíble.

—¿Q-Qué has dicho?—tartamudeo, incrédulo.

—Es maravillosa—sus ojos brillan fascinados, mientras abraza sus rodillas aún recargado en la pared—. Adelí Mathews, ella en realidad no es tan mala como dicen, ¿Cierto?

Con cada palabra que disfrutan decir sus labios, una imagen distinta de Adelí viene a mi cabeza, con su risa macabra resonando en mi cabeza mientras danza alegremente sobre una pila de cadáveres.

—Yo no estaría tan seguro de eso, si dicen algo sobre una persona, definitivamente es por una razón.

—Han dicho terribles cosas sobre James Black también, y veo que tú y él se llevan bastante bien.

—Pero yo nunca te dije que esas cosas no fueran ciertas...

—Adelí es tan fuerte—suspira, maravillado—. Espero que podamos llevarnos bien...

De acuerdo, suficiente.

—No lo hagas, Drew—le corto el rollo—. Sé muy bien por donde va esto y creeme cuando te digo, que debes detenerte. Definitivamente...Ni siquiera lo pienses—digo, severo—. Te detesto, pero ni siquiera por eso te desearía vivir en tal miseria.

No me interesa la forma en la que vaya a reaccionar, tampoco si lo siguiente que hace es golpearme. Es necesario ser sincero en una situación tan grave como esta, ni en este universo ni en ningún otro es posible que él pueda lograr tener algo con Adelí. Así que es mejor hacerlo entender su situación antes de que avance, no puedo dejarlo hacerse ilusiones tontas.

Por mas idiota y miserable que Drew sea, no lo odio tanto como para verlo vivir en el sufrimiento de estar tras Adelí Mathews. Además, quien sabe qué tanto lo tolelaría ella...

"Oh por favor, mi diosa Adelí, dale una oportunidad de vivir a tu lado en esta infinita eternidad, a este simple ser desalmado"

"¡AGH, Por todos los cielos, deja de seguirme como un maldito acosador!"

"Admirar y seguir cada uno de tus pasos se ha convertido en el motivo de mi existencia"

"¡Ja, Ja, Ja, ENTONCES MUERE, ESCORIA...!

Sacudo la cabeza de golpe, y me estremesco al imaginar la siguiente escena en mi cabeza.

Muy bien, tal vez esté yendo demasiado lejos con todo esto.

—Mmm, entiendo que tal vez pueda ser una chica dificil...

¿Dificil? Adelí Mathews es el jodido enigma de la complicación.

Pero entonces me conformaré con ser su amigo, y admirarla—dice manteniendo su semblante tranquilo—. ¿Con eso sí puedes ayudarme, verdad?

—Bueno...es evidente que Adelí considera que eres parte de su vida ahora—digo, pensativo—. Pero no es como que ella me haga mucho caso.

—¿Pero ustedes dos son mejores amigos, no?

—¿Qué?—me vuelvo hacia él.

—Sólo pudimos hablar un par de veces cuando fui prisionero en aquella celda, y aunque fue para darme instrucciones de mi escape, ella se presentó como "La mejor amiga de Sarah y Alex, o eso creo"—rie por lo bajo—. Pero eso último lo dijo algo triste, supuse que era por Corazón, además, ustedes están aquí para rescatarla, ¿No es así?

Tardé más de lo debido en responder, pero al final solo pude asentir con la cabeza después de emitir el más débil "Sí". Y no dije nada más después de eso, sin saber cómo debía sentirme exactamente. Había tantas cosas sobre Adelí Mathews que ansiaba con saber, y ultimamente, su mente, aquel lugar que evitaba más que a nada, se había vuelto el acantilado al que ansiaba por saltar.

Hay tantas cosas que quiero saber, Adelí. Necesito descubrir qué fue lo que sentiste cuando mataste a mi hermano, por qué decidiste ayudarlo a escapar de esta prisión cuando descubriste que era un condenado, y qué es lo que pasa por tu cabeza ahora mismo. Pero no encuentro la manera de acercarme a ti.

No sólo debo hacerlo por mí, Sarah también quiere ayudarte, y estoy seguro de que no lo hace por esa deuda que tiene contigo, tampoco para enmendar sus errores o la culpa que la carcome. La conozco más que nadie, y sé que a ella no le interesaría hundirse en el infierno, si con eso evita que tú alguna vez tengas la posibilidad de sufrir allí. Sarah desea que dejes de sentirte sola, que dejes de luchar y ser la única que salga herida...

Ella desea y está empeñada en lograr que al fin tengas esa felicidad que tanto mereces.

—Y yo la ayudaré a lograrlo, aunque me cueste la vida.

La siguiente que vi unas horas después fue a Rihanna, cuando la arrojaron a mis brazos sin decir ni una palabra. No volvieron a llamarla a pelear después de eso, pero ella no dejaba de lamentarse y disculparse conmigo. Y ella al igual que yo, estaba preocupada por Sarah, de quien no habíamos recibido noticias, pero nuestra conexión me aseguraba que seguía con vida, podía sentirlo. Además, ella no querría que me derrumbara en un momento como este.

Adelí no regresó a nuestra celda después de eso, pero aún así Drew se propuso a no deprimirse de nuevo, y utilizó sus poderes arduamente en sus siguientes batallas, convenciendo a sus atacantes de que habían perdido para que dejasen de luchar. Sin embargo, nada podía evitar que se llevara una buena paliza antes de eso, incluso llegó a estar a punto de morir varias veces. Pero a pesar de no matar a sus oponentes, eso le brindaba un buen espectáculo a los condenados, por lo que nunca recibió ningún castigo.

Yo por otro lado, no volvi a tocar a mis contrincantes.

Apenas pisaba la arena, me aseguraba de hipnotizar a mi oponente y hacerlo dormir, lo que provocaba constantes abucheos por parte del público, y una mueca en el rostro de Voodo que me aseguraba de disfrutar antes de irme de ese lugar. Eso estaba bien para mí, no planeaba complacer a nadie viendome hacerle daño a otros sin motivo alguno. Me mantendría así hasta que se nos ocurriera una forma de escapar de este jodido lugar.

Llegó un punto en el que no tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde mi primera pelea. Aunque pudiera contar las horas en la celda, era imposible hacerlo en la arena mientras trataba de salvarme el cuello, o mientras esperaba a que Drew regresara con vida de nuevo.

¿Tobías y Pryscilla?¿Cómo estarán ellos?

Las puertas de la celda se abrieron de repente, y yo como cada vez que eso pasaba, me aferré al suelo temiendo que llamaran el nombre de Drew o de Rihanna. Pero me desconcertó ver a Voodo entrando a la celda con una mano en su cadera y en la otra sosteniendo un tipo de bastón extraño.

—¡Tú, niño bonito...!—al poco tiempo me señaló utilizando su bastón, y sólo viendo la filosa y brillosa punta metálica fue que pude darme cuenta de que en realidad se trataba de una aguja gigante—. ¡Ven conmigo ahora mismo!—dijo haciendo un ademán con su cabeza en mi dirección, antes de hacer girar su aguja y darse la vuelta para irse por el pasillo.

Me quedé quieto por un momento, confundido.

—Será mejor que le hagas caso...es mejor que cualquier otra cosa—oigo decir a Drew, sin embargo, la preocupación en su voz fue evidente.

—Sí—murmuro, levantandome del suelo y atravesando la puerta con suspicacia.

—¡Aquí estás!

Apenas doy un paso fuera, Voodo se cuelga de mi brazo derecho, y se acerca demasiado para recargarse sobre mi hombro.

Yo hago todo lo posible para no soltar un chillido, sentirla así de cerca es tan espeluznante como ver una vibora matando a su presa.

—¿Qué es lo que lo que ocurre?—pregunto, haciendo todo lo posible para no hablar como si me estuvieran asfixiando.

—Oh, nada en especial, sólo te llevo conmigo como mi acompañante para ver el próximo combate.

—¿A mí?...¿Por qué?

—Siempre es bueno tener a un chico tan apuesto como tú a mi lado.

Ella luce tan feliz y relajada, mientras yo siento como si estuvieran llevandome a la horca.

Tomamos un pasillo diferente al habitual tunel que conduce hacia la arena, y cruzamos una enorme cortina roja, y yo tengo que entrecerrar los ojos al sentir los potentes rayos del sol sobre nosotros cuando salimos al balcón.

El coliseo se ve tan diferente desde este punto, nada parecido al estar abajo con alguien tratando de apuñalarte desde la espalda. Desde aquí puedo ver la sed de sangre en los rostros del publico, que grita y vitorea al participante que acaba de ganar su batalla. Y cuando yo miro en esa misma dirección, me quedo paralizado.

—Tobías.

—¡Esta parece ser otra sangrienta victoria para el animal de Tobías Gregory!—brama Rooner a través del micrófono.

—Muy bien Rooner, hazte a un lado que ese es mi sitio.

—Lo que quiera la muñeca—se gira en nuestra direccion, recargado en el podio—. ¿Qué hace él aquí?

—Es mi pareja para mirar el combate—le responde ella complacida, pegandose más a mí.

Rooner arquea una ceja, examinándome despectivo.

—¿Estás segura de que Emmily está de acuerdo?

—Me aseguraré de que no intente nada—le dice—. Además, te pedi que tuvieramos una cita hoy y tú te negaste.

Rooner pone los ojos en blanco con fastidio—. Otra vez con eso.

—Aún estás a tiempo de aceptar, puedo regresar a Alexander a su celda en cualquier momento—le dice insistente.

—Me importa una mierda a donde te lo lleves, sólo no causes problemas a nuestra Salvadora.

Voodo arruga la tela de mi camiseta, y le dirige una mirada enfurruñada antes de caminar hasta el podio.

—¡Apartate!—lo empuja enfadada.

Rooner se hace a un lado, dandome un empujón al pasar junto a mí.

—Oye Alex...—Voodo vuelve a llamar mi atención—. ¿Has oído acerca de Zeidan el Torturador?

—Zeidan...Algo así—frunzo el ceño, recordando haber escuchado ese nombre en boca de alguno que otro guardia—. Es un hechicero que tortura a sus oponentes.

—Así es, utiliza magia oscura para dejarlos incapaces de defenderse, y los tortura hasta dejarlos medio muertos—suspira recargada en el podio—. Los que no son vampiros, incluso se suicidan cuando ya no pueden soportarlo más.

—Eso suena horrible.

—¡Lo sé, ¿No es increíble?!—exclama—. Y hoy tendrás la oportunidad de verlo en primera fila, la próxima pelea es de él.

En ese instante, la puerta debajo de nosotros se abre, y pronto un sujeto alto y de cabello castaño se abre paso entre los gritos que aclaman su nombre.

—¡Damas y caballeros, habitantes del inframundo y de esta Tierra de miseria, demosle una fría bienvenida a quien ocupa el primer puesto en el Coliseo!—exclama Voodo a través del micrófono—. ¡Con treinta y siete victorias y cero derrotas, Zeidan el Torturador!

El chico, un poco mayor que yo, alza sus brazos cubiertos de cicatrices. Dando vueltas mientras sonríe abiertamente a los gritos de su público.

—¡Es momento de presentar a nuestro otro participante!—Voodo aparta el micrófono de su boca por un segundo, sólo para dedicarme una sonrisa que me dio muy mala espina—. ¡La dejaron fuera de combate la última vez, pero hoy vuelve a demostrar su fortaleza una vez más! ¡Ella es, Rihanna Pearson!

El terror se apodera de mí rapidamente, abrazandome mientras observo petrificado como entre dos condenados arrastran a mi hermana mayor dentro de la arena. Sus ojos dan con los míos justo en ese momento, empapados en lágrimas que no son capaces de salir.

—¡Rihanna!—corro a la orilla del balcón, dispuesto a saltarlo, sin embargo, mi cuerpo deja de responderme en el momento que que me subo a la orilla.

—No irás a ningún lado—murmura Voodo—. Solo harás lo que yo quiera que hagas.

La miro sobre mi hombro, notando el muñeco que aprieta en su mano. El muñeco con mi aspecto que había hecho.

Aterrado, y sin saber por qué, mi cuerpo se aleja del balcón sin que yo se lo pida, y me quedo solamente de pie como una estatua. Voodo da otro apretón al muñeco, y seguido siento punzadas de dolor por todo mi cuerpo. Mi cuerpo permanece inmóvil, mis piernas juntas y mis brazos aferrados a mis costados, como si de verdad una mano gigante me estuviese estrujando con mucha fuerza para impedir que me mueva.

¿Es que lo que le hace al muñeco me lo hace a mí? ¿De eso se trata su poder?

—¡Detén esto ahora!

—No lo haré—espeta—. Ahora quedate quieto, y disfruta de lo que vas a ver a continuación.

Zeidan camina hasta quedar en el centro de la arena, ladeando la cabeza mientras observa a mi hermana.

—¡Pero qué hermoso juguete me han traído el día de hoy!—dice él, seguido de un suspiro—. Me divertiré contigo, escoria de vampiro.

Rihanna retrocede, mirandolo con los ojos abiertos como platos, y sólo así pude darme cuenta de un importante detalle.

—Ella no...

—Así es, ninguno de los dos está bajo los efectos de Corazón—termina Voodo por mí, soltando una risita perversa.

Veo como Rihanna se esfuerza por mantenerse en pie, sin dejar de mirar a su oponente.

—¡Muy bien, todos listos...!—grita Voodo.

—¡Aguarda, no...!

—¡Peleen!

Cada vello de mi cuerpo se erizó con sólo escuchar esa palabra.

Zeidan no espera ni un segundo y lanza listones negros en dirección a Rihanna, quien los esquiva y da un giro en el suelo, levantándose rápidamente para correr cuando estos se desvían y van de nuevo en su dirección. Ella salta y se mueve para esquivarlos, dando la vuelta cuando están lo suficientemente lejos para alzar sus manos en su dirección, haciendo que se queden congelados en el aire.

Detuvo el tiempo, justo antes de que los listones la atraparan, detuvo el tiempo para detenerlos con él.

Zeidan agita los listones, y estos vuelven a sus manos, desapareciendo cuando éste las hace puño.

Rihanna por su parte, se pone derecha, para luego colocarse en posición de defensa.

Puede hacerlo, si pelea...tal vez tenga la oportunidad de...

—Es inutil—la voz de Zeidan provoca que todos en el Coliseo guarden silencio—. Aunque evites todos mis ataques, no lograrás impedir que mi magia de envejecimiento surta efecto en ti—con estas palabras, él alza su mano hacia ella.

En ese mismo instante, Rihanna da un respingo, y cae al suelo con una mano aferrada al pecho.

—Así es...siente como poco a poco los años van cayendo encima de ti y te arrebato la vida...

—¿Q-Qué...?—tartamudea Rihanna, con voz quebrada—. ¿Qué está pasandome?

—Aunque no sea más que una mera ilusión, ahora mismo tu cuerpo está envejeciendo...y como eres inmortal, no dejará de hacerlo hasta que yo detenga mi magia—sonríe—. En tan pocos segundos, tu cuerpo ya no es capaz de hacer ni un solo movimiento...—le dice—. Así que ahora tendrás que limitarte a ser mi juguete por lo que resta del combate.

Zeidan vuelve a lanzar los listones en su direccion, atrapando sus manos y pies y dejandola completamente vulnerable.

—¿Qué es lo que piensa hacerle?—murmuro asustado.

Lo siguiente que sucedió, por más aterrador y doloroso que resultó para mí, hizo que me fuera imposible cerrar los ojos a pesar de que no mirar fuera todo lo que mi mente me suplicaba.

—¡No, detente!—mis gritos ni siquiera se escuchaban por encima de todos los de la multitud, mientras que el ruido sordo de los golpes y los quejidos de mi hermana aumentaban la emoción en el lugar—. ¡Para!

No sé por cuanto tiempo grité, pero durante todo ese tiempo, las risas de Voodo y Rooner no se detuvieron. Y mis ojos sólo podían ver dos cosas. A mi hermana mayor gritando del suplicio por el que estaba pasando, y la expresión de placer en el rostro de Zeidan, cuyos ojos irradiaban pura emoción.

Y él no se detuvo, hasta que Voodo anunció que se había acabado el tiempo del combate. Él jamás se apartó de ella, no la dejó respirar ni por un segundo, continúo con su juego enfermo, hasta el último maldito segundo del límite de la pelea.

Y yo no pude hacer absolutamente nada, sólo mirar como golpeaban a mi hermana hasta que ya no pudo abrir los ojos.

—¡Rihanna Pearson queda fuera de combate nuevamente, pero esperemos que en su siguiente enfrentamiento nos de lo mejor de ella!

Es Rooner quien salta desde el balcón para tomarla en sus brazos, pasando junto a Zeidan que grita a todo pulmón su victoria.

El ruido se apagó de repente, después de que Rooner se llevó el cuerpo inconsciente de mi hermana, y la razón por la que yo me quedé inmovil como una estatua, ya no fue solo el hecho de que un muñeco Voodo con mi aspecto estuviese en manos de una despiadada condenada. En mi pecho, se había encendido una pequeña y fría llama oscura, y a pesar de ser tan sofocante, la sensación cálida que iba impregnando en mi interior, le ordenó a mi cerebro que mirara en otra dirección.

La única figura que yacía en la arena.

De repente mi garganta y mi cuerpo resintieron la falta de alimento, y me entraron más ansias que nunca de clavar mis colmillos en lo que sea que me diera energía. A pesar de que justo ahora me sentía desbordante de ella, apreté el marmol entre mis manos, sintiendolo quebrarse mientras la llama iba extendiéndose, esparciendo aquella frialdad consumidora por todo mi cuerpo. Cada bocanada de aire que tomaba, estaba llena de una rabia imposible de contener en un solo cuerpo, y la fuerza en mis manos ansiaba con arrancar toda existencia que estuviese a mi paso.

Ruido. Aquí hay demasiado ruido.

Callense, no quiero seguir escuchandolos, dejen de gritar.

Pero él seguía ahí, con esa sonrisa mostrando sus filosos dientes. Levantando aquellos puños que tanta sangre había derramado.

Merece morir. Merece morir. Merece morir...

Curiosamente, aquellas palabras no sonaban aterradoras para mí, aunque fuese una voz espeluznante y rasposa la que las dijera. Todo mi cuerpo me pedía que la obedeciera como nunca antes había obedecido a nadie.

Quiero destruirlo, quiero matarlo, quiero...

Alex.

Abrí los ojos de golpe, escuchando una voz completamente diferente a la que ahora gritaba en mi cabeza.

—Entiendo como te sientes ahora, y yo sé qué es lo que puedes hacer.

¿Es estúpida acaso? Yo sé perfectamente lo que debo hacer...tengo que matarlo, puedo acabar con él tan rapido que ni siquiera tendrá tiempo de agonizar.

—Yo puedo ayudarte con eso, Alex—dice. Y yo quise reir al darme cuenta de que había hablado antes en voz alta—. Si tú me lo pides...puedo ayudarte a que acabes con la persona que lastimó a tu hermana.

¿Cómo?—aquella voz había salido de mí, pero sonaba completamente ajena.

—Yo puedo hacer...que tu siguiente pelea sea contra Zeidan—sus dedos cosquillean mi barbilla, atrayendome a su mirada—. ¿Eso es lo que deseas, Alex?

En el Clan de los Monstruos, uno de ellos está a punto de salir...
Continuará

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Hola Criaturas!

Sé que no había publicado hace semanas, una disculpa por hacerlos esperar:(

Adelí: Claro, no pasa nada...Mientras yo estoy lidiando con el clan de brutos que decidieron meterse a la boca del lobo.

Johana: Adelí, eres tú...

Adelí: ¡Por supuesto que soy yo! Estamos en la prisión de Emmily ¿Y quien tiene que encargarse del desastre de Sarah ahora?

Johana: Es que ella confía en ti.

Adelí: Es que es estúpida. Algo que ni la muerte quita.

Johana: Todos confiamos en que averiguarán como salir de esta.

Adelí: ¡Como si tuviera otra opción!

Emmily les tiene los días contados a Sarah y sus amigos, ¿Logrará su propósito?

Sinceramente, escribir este capítulo me dio mucho sentimiento, admito que me puse muy triste y me dolió que Rihanna pasara por ese dolor. Y les aviso que en el siguiente capítulo se verá a un Alex enojado como nunca...

Nos leemos la próxima semana con más de esta historia, muchas gracias por su apoyo y su paciencia.

Los quiere. Johana❤

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