Capítulo 40: Hermanas


Sarah Cooper

Tic, toc...Tic, toc...

Las manecillas del reloj suenan en mi mente, la única señal que me permite saber que el tiempo sigue corriendo, a pesar de que yo permanezco inmóvil y en silencio.

La realidad es más fuerte, más oscura, pues con cada parpadeo, puedo mirar de reojo a la persona frente a mí, que me recuerda que la verdad es que no hay ningún sonido además de su respiración y que mi imaginación sólo es una manera de impedir que me derrumbe.

Porque estoy sola, con ella. Porque por más que mire a mi alrededor, a mi mente no viene nada más que la idea del tiempo escurriéndose entre mis manos, sin saber cuánto se ha perdido ya.

Tic, Toc...Tic, Toc. Cantan las manecillas en mi mente, concatenándose con las ruidosas preguntas que deambulan en mi cabeza: ¿Por cuanto tiempo estuve inconsciente? ¿Cuanto tiempo ha pasado desde que desperté?

¿Estoy despierta siquiera?

A pesar de las cuatro paredes que nos rodean, no puede dejar de molestarme una fría sensación de no estar en ningún lugar.

—Sería divertido tratar de adivinar en lo que estás pensando—doy un respingo al oír a Emmily hablar.

La miro de reojo, ella está sonriendo, tocando la reina de mármol pulido con la yema de su dedo índice.

—Pero sería aburrido averiguar que puedo hacerlo al primer intento—dice—. En dónde te encuentras, cómo salir, y lo que pasará después...son cosas que puedes saber si derribas una de las piezas.

—¿Cuál es el punto de todo esto?—le pregunto—. ¿Qué crees que vas a conseguir?

Sonríe ligeramente.

—Tendrás que limitar tus preguntas al numero de piezas que hay, por supuesto.

—¿Por qué...?

—Cualquier cosa que quieras saber...—se pone derecha—. Tendrás que ganartela.

Hago rechinar los dientes con impotencia, siento las uñas enterrándose en mis palmas mientras le mantengo aquella insensible mirada.

No importa lo que haga, con esto quiere hacerme entender que todo siempre saldrá como ella quiere. Y que las cosas pasan y se hacen a su manera.

Cierro los ojos y respiro un poco, tratando de calmarme. No puedo perder el control ahora, debo mantener mis emociones en equilibrio...Cualquier cosa que haga, puede perjudicarnos a mí y a los demás. Ellos están poniendo sus vidas en riesgo para salvar la de nuestro líder, es mi trabajo impedir que eso sea en vano.

Eso es, tengo que...

El miedo que sentí cuando mis dedos se movieron hacia una de las piezas me dejó de piedra. Emmily se dedicó a mirarme en silencio, esperando que tomara mi turno y siguiera con su juego. Pero una parte de mí me pedía a gritos que me detuviera, que era imposible que esto sólo se tratara de un simple juego de ajedrez.

¿Que por cada pieza suya que derribe será una de mis dudas resueltas?

Aun después de que Emmily asegurara que no le importa darme cualquier tipo de información, yo no me fio de ello. Esa calma que demuestra su extrema seguridad sólo me da escalofríos. Ella había dicho que sin importar las cosas que descubriera, sin importar lo que hiciera, no podría frustrar sus planes.

Se había declarado victoriosa en esta batalla en la que yo ni siquiera había dado mi primer movimiento.

Incluso ahora en este maldito juego, se siente como si Emmily supiera exactamente todos los movimientos que voy a hacer. Tal vez de eso se trata, tal vez se tiene tanta confianza que ni siquiera va a permitir que me coma una pieza suya.

¿Es eso?¿Ella sólo está jugando conmigo?

¿O será verdad que estamos perdidos...Y realmente no existe ninguna forma de vencerla?

¿De verdad el mundo está destinado a acabar en sus manos?

Moví un poco los dedos, tanteando sobre mi caballo negro.

No. Me niego a pensar de esa manera. No importa qué tan difícil sea, no importa que ahora mismo sea algo imposible para nosotros, pero definitivamente no perderemos, sobreviviremos a esta batalla e impediremos que los planes de Emmily se cumplan.

—Esto...—comencé a ponerme de pie—. Sea lo que sea, no voy a caer en esto.

—No sabía que el ajedrez fuera un deporte extremo.

—Lo es si tú eres quien propone la partida—le digo, retrocediendo.

Me doy la vuelta y examino las paredes a nuestro alrededor en busca de alguna salida, una puerta oculta o una trampilla en el suelo. La verdad, es que controlarme será mucho más difícil de lo que pensé, pues además de controlar mis emociones y la desesperación por saber si los demás están bien o no, no he probado ni una gota de sangre desde antes de ir a casa de Tobías, no tengo idea de cuanto tiempo llevo aquí, pero mi cuerpo está empezando a sentir la falta de alimento. Y estoy segura de que Emmily también lo sabe.

—Puedes buscar todo lo que quieras, comete la cabeza mientras averiguas una forma de salir si es lo que deseas—dice tranquilamente—. Pero sólo existe una forma y ya te la dije.

Siento como aparece la necesidad de tomar aire, mi olfato comienza a despertar, en busca de aquello por lo que mi boca empieza a secarse.

—Jugar contigo, sí...—la miro sobre mi hombro—. ¿Pero qué pasará si pierdo?

—Responderás una pregunta que desee hacerte, ya te lo dije.

—¿Hay algo que yo sepa y tú no?

—Quien sabe, pero al menos así sabré si me dices la verdad—suspira—. Lo único que haces es perder el tiempo, mientras tú estás aquí, tu preciado clan está...—sonríe—. Bueno, no puedo contarte nada hasta que no me lo preguntes...¿No quieres saber en donde está Alex?

Un incómodo nudo aparece en mi garganta, había dado justo en el blanco y ahora me tenía en donde quería. Vuelvo a examinar el lugar, en otro estúpido intento de escapar de mi situación, pero Emmily no miente, este lugar no parece tener ninguna salida.

—¿Y cómo sabré que me dices la verdad?

—¿Acaso no confías en tu propia hermana?

Aunque no era exactamente su intención, aquello me hizo sentir una apuñalada en el pecho, y de pronto toda su presencia me invadió, me recordó que a quien tenía frente a mí justo ahora era mi hermana menor, mi adorada Emmily, la niña a la que solía contarle cuentos y con la que jugaba a las escondidas. La pequeña que cada madrugada se escabullía en mi habitación porque no podía dormir en la suya, a la que le cantaba después de que me contaba sus pesadillas...Esa niña por la que tanto me preocupaba y que, amaba con todo mi corazón.

No...No ahora...

Me obligué a no mirarla y cerré los ojos, tratando de reprimir las emociones que tanto me había empeñado en enterrar estos últimos días. Pero mientras lo hacía, lo único que hice fue recordarme que en este momento estaba sola, y que la única persona con la que estaba era también la única que jamás haría algo para ayudarme.

Estaba sola, y más vulnerable que nunca.

—Debo admitir, que me duele un poco que no me lo presentaras como se debe—la escucho decir, y yo sin poder evitarlo, me vuelvo hacia ella—. Se supone que debería conocer al chico que hace feliz a mi hermana.

Había sido como siempre imaginé, se había convertido en una hermosa mujer, su piel pálida sin imperfecciones que lucía suave incluso a la distancia, sus voluminosos mechones rubios y ondulados descansando sobre sus hombros, y aquellos ojos que siempre reflejaban felicidad, aunque fueran de un azúl tan triste. No había olvidado la manera en que solían mirarme esos ojos, sin embargo ahora...Me miraban de una forma diferente.

Había estado estos últimos días huyendo de ella, protegiendo a mis seres queridos de ella cuando se supone que es parte de ellos. Cuando se supone que es la persona más importante en mi vida, y por la que más debo sacrificarme.

Tuve el impulso de reírme, sintiéndome de pronto como una completa idiota. No me había detenido a pensar en esto, porque estaba concentrada en que sobreviviéramos, sólo hacía falta que me quedara sola para que la verdad me cayera encima.

Y tenía que ser justo frente a ella. Había pasado un tiempo desde que me sentí tan débil.

Parece como si hubiera perdido el control de mi cuerpo cuando tomo mi lugar de nuevo, y sin pensarlo dos veces, muevo mi caballo en una L hacia la izquierda

—Quisiera hacerlo—digo, con un hilo de voz apenas audible—. En serio quisiera confiar.

Pero no puedo, porque lo único que has hecho hasta ahora es demostrarme una maldad espantosa que quieres utilizar para asesinarme a mí y todos los que me importan. Además, aunque no sepa qué hacer, aún está esa parte de mí que tiene sus pies puestos en la tierra, y que me recuerda que no debo caer...

Pero cómo...¿Cómo puedo ignorar mis sentimientos?

—¿Quisieras?—ladea la cabeza, moviendo su caballo también—. Pero si nunca lo has hecho.

Trago saliva con dificultad cuando saco mi primer peón.

—Si alguna vez hubieras confiado en mí, entonces me hubieras creído aquella noche—agacha la cabeza—. Sólo te pedí que cerraras la boca, Sarah...y ni siquiera eso pudiste hacer por tu hermana.

Una niebla oscura comienza a brotar desde su lugar, se mueve como si tuviera vida y forma un pequeño hilo que se desliza entre las fichas hasta enrollar a un peón blanco, que luego hace avanzar dos casillas.

—Yo solía admirarte porque eras mi hermana mayor, pero ahora que lo pienso mejor, no hay ninguna cosa en ti que no me decepcione—dice—. La única razón por la que sigues con vida, es porque me resultas útil.

Mis dedos tiemblan cuando mueven la siguiente ficha. Ambas seguimos moviendo nuestras piezas, Emmily con una calma implacable mientras que yo siento que me juego la vida en cada turno.

—Seguramente intuyes que los de tu clan siguen con vida.

Está en lo cierto, en mi interior se que Alex está vivo. Aunque por más que lo intente, no logro comunicarme por él, como si estuviera demasiado lejos. Estoy segura de que hay algo en este lugar que nos impide hacerlo. Pero confío en que si él está con vida, los demás también lo están. Debo creerlo.

—Pero no yo estaría tan tranquila si fuera tú—continúa mientras mueve—. Aunque no entiendo esos lazos tan inútiles que crees que los unen, sus días están contados, al igual que los del resto de tu clan que piensas que mantienes a salvo estando tú aquí.

Y con esas palabras suyas, es que muevo mi caballo hacia su alfil, y lo derribo. Este rebota en el tablero, haciendo eco en la tenebrosa habitación.

—¿En dónde están ahora mismo?—la miro, decidida—. Quiero que me digas en donde está cada uno de ellos.

—Se supone que es una pregunta.

—Pues entonces encuentra la forma de decírmelo todo en una sola respuesta.

Ella sonríe.

—Entonces tienes suerte, están todos en el mismo lugar—dice—. Aquí en la prisión, Rooner los ha llevado al Coliseo.

—¿El Coliseo?—frunzo el ceño—. ¿Qué es ese lugar?

—Me has preguntado en donde están, y yo te lo he dicho—dice—. Tendrás que derribar otra pieza si quieres hacerme esa pregunta, aunque yo no te lo recomendaría...

Mientras habla, observo como su alfil de mármol que he derribado se vuelve una pequeña masa oscura, que luego se disuelve en el tablero hasta desaparecer.

—Tienes muchas dudas, pero sólo quedan unos cuantos turnos para que yo te gane.

—¿Cómo estas tan segura? Soy buena en ajedrez—le digo, desconcertada por su confianza.

—Te darás cuenta muy pronto...de que yo también—dice mientras su arrastra su torre hasta mi caballo, aplastándolo y haciendo que este también se convierta en una niebla oscura.

—¿Cómo...?—parpadeo, completamente anonadada, en ningún momento me di cuenta de que mi caballo estaba en una posición vulnerable a su torre. ¿Fue un error mío...o un truco suyo?

—Continúa—dice con tranquilidad.

—¿No vas a preguntarme nada?—ella no responde—. Claro, es que lo tienes todo controlado—muevo otro de mis peones—. Incluso hasta lo que saben los demás.

Ella suelta una risita, mientras mueve su caballo.

—Hay una cosa...Tengo una pregunta para ti, pero la dejaré para el final—dice—. Cuando te venza.

Trago saliva con dificultad, por ahora los nervios son mucho mayores que la sed, calculo que no debe haber pasado más de un día desde que bebi sangre, por lo que puedo controlarla...por ahora.

Procuro jugar cada turno con todo el cuidado posible, aunque no logro evitar que me derribe dos piezas más, a pesar de que Emmily aseguraba no querer preguntarme nada hasta el final, tenía que mantenerme alerta. Y para cuando derribé una pieza yo, no dejé que pasara ni un segundo antes de lanzar mi pregunta.

—¿Qué son realmente los Condenados?

—Hmmm...Como te habrás dado cuenta, no hay ningún registro de ellos, pero puedes estar segura de que son una criatura también—dice—. Cuando una criatura muere, yo puedo...interferir en su recorrido hacia el infierno.

—¿Interferir?

—Cuando está cayendo hacia las brazas en las que está condenado a arder por la eternidad, digamos que yo le causo un pequeño desvío, que al final lo lleva a caer en la Tierra de los Condenados, un lugar creado por mis sentimientos humanos.

—Es decir que a la Tierra de los condenados la creaste tú... y por ende eso significa que...

—A los condenados también los cree yo—sonríe—. Por supuesto, no todas las criaturas que mueren se hacen condenados, necesitan ciertos requisitos.

—Y saberlos forma parte de mi pregunta.

Deja salir una risita fantasmal.

—Pecados.

—¿Qué?

Alza la mirada.

—A la Tierra de los Condenados solo pueden ir aquellas criaturas que cometieron pecados atroces durante su estancia en el plano terrenal. Y sólo aquellos que han muerto en los úlimos 10 años—explica—. Es por eso que la mayoría de los condenados son criaturas que albergan maldad y odio en sus corazones, personas hechas sólo para la destrucción.

Un nudo se forma en mi garganta. ¿Significa eso que ahora mismo, en el mundo están las peores cristuras que han existido en los últimos 10 años?

—Sin embargo, no importa la clase de persona que hayan sido en sus vidas pasadas, los pecados que cometieron siguen grabados en su alma.

—¿Quieres decir...?

—Que sin importar las cosas buenas que hayas hecho o las vidas que hayas salvado, si arrebataste una...Al morir te vuelves un condenado. Sin excepción.

—O sea que si yo muero, me volveré...¿Una Condenada?—murmuro para mis adentros.

Emmily mueve dos posiciones al frente su reina, dando por terminada la conversación. Y yo me tenso con sólo ver sus dedos tocando tan imponente pieza. Ambas seguimos moviendo, ella volviendo a derribar otra de mis piezas sin decir una palabra, pero tan sólo dos turnos después, yo consigo deshacerme de una de sus torres.

—¿Y bien...qué es lo que quieres preguntarme ahora?

—Es sobre los sacrificios.

—Ya veo—suelta una risita—. En ese caso tendrás que ser muy específica.

—¿Qué pasa si completas todos los sacrificios?

Por un segundo, su sonrisa vacila, aunque fue demasiado rápido, pues al instante se había ensanchado tanto que podía verle todos sus dientes.

—Así que lo descubriste.

Aunque fuera cierto, no era algo por lo que tuviera ganas de alegrarme. En lo absoluto.

—Creaste una cárcel en la que encierras a aquellos que quieres que se sacrifiquen para que los condenados vuelvan a la vida—le digo—. Pero no tiene sentido que alguien que se ha vuelto prácticamente inmortal quiera volver a serlo, así que debe haber una razón por la que estás tan desesperada en drogar gente para que se refuercen sus lazos con otra persona.

—Bueno, al menos una cosa de ti es cierta—me mira altiva—. Sarah Cooper es...extrañamente inteligente.

—Puede que sea un poco lenta para entender las cosas que debería saber por inercia, pero lamentablemente lo que más hago es pensar...así que eso es algo que se me da bien.

—Lo sé perfectamente.

Parpadeo, confundida.

—Cuando complete los sacrificios...dará comienzo a la nueva era.

—¿Y qué es...?

—Eso no fue lo que preguntaste—me corta.

Me resigné a no discuturlo más, por su actitud, intuyo que si se lo pregunto, dirá una mentira.

Pero en vez de preocuparme por tratar de averiguar el significado de sus extrañas palabras, me obligué a estar atenta a cada uno de sus movimientos. Aún así, la siguiente pregunta la hice sin parecer alterada.

—¿Cómo se puede matar a un condenado?

—Ya lo has hecho muy a menudo ultimamente, ¿No?

—Hablo de matarlo...para siempre.

—Bien, ya te habías tardado en preguntar eso...¿Cómo matas algo que ya está muerto?—una sonrisa se extiende en sus labios—. ¡No se puede!

Aquello fue suficiente para dejarme sin palabras. Sin embargo, decidi pensar en la posibilidad de que no estuviese diciendome la verdad.
Pero a pesar de eso, seguí incrédula cuando derribó tres piezas mías más.

Esto no puede ser en serio, tiene que estar haciendo trampa de alguna manera, y está haciendolo en mis propias narices.
Tuve que detenerme a pensar antes de mover, a simple vista pareciera que ambas tenemos las mismas posibilidades de ganar, pero la actitud confiada de Emmily me pone los pelos de punta, el hecho de que guarde su unica pregunta para el final, está asegurando que tiene ganado este juego. Además, ¿Qué cosa es la que quiere preguntarme? Tiene que ser importante, si fuera información cualquiera, se habría limitado a investigarme en vez de preguntarme directamente.

¿Qué es eso que a Emmily le interesa tanto saber? No tengo idea, pero debo hacer todo lo posible por evitar averiguarlo, al menos así.

Continué moviendo mis piezas con sumo cuidado, analizando la posición de las suyas para asegurarme de que no estuvieran vulnerables. Juraba que estaba sudando, aunque sonara ridiculo e imposible, las piernas me picaban y no podia dejar de imaginarme a esa niebla oscura encima de mí, por lo que miraba de reojo cada vez que sentía fría la espalda, tenía que morderme la lengua para no chillar desesperada. Pero la tensión se estaba haciendo cada vez más insoportable.

Algo hay en Emmily, que hace que me sienta de esta manera, sé que no soy la única. Por alguna razón, su sola presencia te vuelve incapaz de tener cualquier tipo de batalla contra ella, es como si te quitara todas las fuerzas con la mirada. ¿Es alguna clase de poder que ella tiene?

Aunque si lo pienso mejor, sé lo mala que es, de lo que es capaz y lo que hace con los condenados. Pero no sé nada acerca de ella.

Ahora mismo, mi hermana es una completa desconocida para mí. Pero tampoco podía simplemente pedirme que me hablara de ella, eso de ninguna manera acabaría bien.

—Muerta.

Di un respingo al ver su mano sobre el tablero, derribando mi alfil.

—¿Q-Qué?

—Está muerta, tu pieza—pasa su mano encima, deshaciendola con aquella neblina negra—. Adiós.

—¿Qué es lo que...?

—Te preguntas cómo es que voy ganándote—dice—. Bueno, no hago trampa.

—A mi me parece que sí.

—Ese es el problema—acomoda sus manos sobre su regazo—. Sólo ves lo que parece ser.

Ella hace avanzar su caballo, haciendome sentir una punzada cuando veo que ese ha sido un mal movimiento de su parte, pues ha quedado expuesta a mi otro caballo, que yace oculto detrás de su peón.

Así que no digo nada más y me deshago de su pieza sin dudarlo.

—Te pregunté de donde provienen los condenados...—murmuro.

—No tengo manera de probartelo, pero cada palabra que he dicho es verdad.

—¡No es eso!—le corto—. Pero si tú eres quien los creo, eso quiere decir que tú no eres una de ellos—la miro—. ¿Entonces...qué eres?

—Yo soy...—se pone derecha—. Un experimento.

—¿Un...expe...?

—No lo sé, no exactamente—continúa—. Fue Robert quien me creó, la noche del incendio.

En ese momento, puedo notar su mirada perdida, y yo no pude hacer nada mas que imaginar las cosas horribles que debían estar pasando por su mente.

—Él...me convirtió en lo que soy ahora—sonrié—. Así que se podría decir que soy el único éxito que ha tenido, soy como la hija que nunca tuvo.

Jadeo incrédula. Lo que dijo fue justo como la manera en que lo hizo...como una hija enorgullecida hablando sobre su padre. Inclusive, ahora mismo sus ojos desprenden un apenas visible brillo, como si en realidad admirara al hombre culpable de la muerte de nuestros padres.

—Tú sabes...que tiene una hija.

—¿Hablas de mi soldado?—arquea una ceja—. Adelí Mathews es una completa decepción, una desgracia. La hija de gran Robert Mathews jamás se doblegaría ante nadie como lo está haciendo ella ahora.

—Porque tú la obligas.

—Si no fuera débil, haría algo al respecto. Pero en vez de eso, estuvo a punto de asesinarte aquella vez, ¿O no?

—Porque se...lo ordenaste—murmuro entre dientes, apretando mis puños con fuerza.

—A pesar de los esfuerzos de su padre, terminó siendo otro más de sus fracasos...una pérdida de tiempo haber puesto sus esperanzas en ella—continúa diciendo, sonando aburrida—. Todas las historias sobre ella son una farsa, la temible Adelí Mathews no es más que otra patética y debil criatura, su existencia no tiene sentido y morirá sin tenerlo.

Me levanto de golpe furiosa, y sé que mis ojos se han tornado completamente azules cuando eleva su cabeza hacia mí.

—Tú no sabes nada sobre Adelí—gruño con fuerza, apretando los puños a mis costados—. Todo lo que está pasandole...¡Que se sienta débil ahora es tu culpa!—grito—. ¡Tú eres quien la hace sentirse así!

—¿Y tú has venido aquí ha salvarla, no es así?—ladea la cabeza—. Quieres sacarla de este lugar y alejarla de mí.

—¡Sí!—exclamo.

—No lo harás—demanda—. No podrás salvar a nadie, no tienes oportunidad contra mí—lleva su mano al tablero, sosteniendo a la reina blanca entre sus dedos, y comienza a arrastrarla en diagonal con suma lentitud—. Porque yo ya he ganado.

Y con esas últimas palabras, su reina destruye a mi rey, haciendolo pedazos encima del tablero.

—¿Pero qué...?—murmuro, incrédula.

—Ya que he ganado, deberás contestarme una pregunta—su voz se vuelve grave de pronto, y es sólo con es que me siento obligada a mirarla—. Ahora dime...hermana.

Senti mucho miedo, tanto que mis piernas dejaron de funcionar, a pesar de que lo único que queria hacer en ese momento era correr. Me sentí aprisionada, ni siquiera era necesario que mirara las paredes lisas para recordarme que no tenía escapatoria.

—¿Sabes en dónde está la cueva del vamperus?

Me tambalee un poco, desconcertada por su pregunta.

—¿Hablas de la que abrió Robert hace más de un año?

Ella ríe, agachando su cabeza.

—Existen seis entradas a la cueva del vamperus en todo el mundo, aunque no se abrieron hasta que Robert obligó a Monique Cooper a abrirla.

—Y luego la asesinó.

—Se convirtió en Vampiro, ¿Qué más da que haya muerto?—murmura—. Como sea, el caso es...que en Mellow Ville se encuentran dos entradas a la cueva. Está encantada, así que es imposible llegar a otra a través de una, parece ser que en realidad no existe una sola cueva sino que son entradas independientes—dice pensativa—. El caso es, que sabemos en donde está la entrada a la que entró Robert aquel día pero...¿Qué pasa con la otra entrada?

Apreté mis puños con más fuerza. Emmily dejó de sonreír entonces, para levantar su cabeza, mostrandome una mirada absorvente.

—¿Tú sabes en donde está?...¿Cierto?

Retrocedi un paso, luego dos...sintiendo como todo se alejaba de mí.

—Ey, Sarah...—me llama de nuevo—. Quiero que me digas en donde está esa cueva, dime ya...¿Én dónde está?

—¿Por qué crees que yo lo sé?

—¿Y por qué no iba a creerlo? Además, se acabaron tus preguntas.

—¿Para qué quieres...?—cierro la boca enseguida, haciendo rechinar mis dientes.

Es inútil, no va a contestarme nada, y yo estot obligada a contestarle.

Así que me detuve, respiré un momento para relajarme y estiré las manos, viendo las marcas de mis uñas en mi piel curarse rapidamente.

La segunda entrada de la cueva del vamperus. Aquella que encontré en la casa de mi tía Sandra, por alguna razón, Emmily queria conocer su ubicación.

—Yo...

Estoy obligada a contestarle con la verdad.

—La segunda entrada de la que hablas—la unica cosa que Emmily quiere saber—. No sé en dónde está.

Trato con todas mis fuerzas de que al hablar el nudo en mi garganta no se haga notorio.

—No lo...sabes—murmura ella, con los ojos muy abiertos.

Agacho mi cabeza.

—Sé que esta era la única pregunta que necesitabas hacerme, pero no puedo responderla...—cierro los ojos con fuerza—. La entrada que buscas, no sé en donde está...Lo siento.

Por los próximos minutos, sólo hay un silencio terrible entre nosotras. No escucho que Emmily se mueva de su lugar, y yo tampoco lo hago hasta que la escucho hablar de nuevo.

—Entonces no sabes en donde está...Ya veo—la escucho reírse, y es en ese momento que tomo el valor para mirarla de nuevo, pero lo que veo, me deja completamente helada.

A Emmily la cubre una sombra oscura que llega hasta el techo, y la neblina oscura que sale de debajo de sus pies estaba llegando a los míos, pasando sobre ellos y ocasionandoles un escalofrío que me recorre entera. La luz se había disminuído de repente, pero yo no podía quitarle la mirada de encima a Emmily, cuya mirada se había oscurecido, y ahora parecía que sus ojos contenían todo el odio del mundo.

—Sarah Cooper...—gruñe, su voz casi irreconocible—. ¡Eres una mentirosa!

La niebla baja al suelo de golpe, y las paredes desaparecen y a nuestro alrededor no hay nada más que un infinito gris claro. La neblina sigue siendo negra y solo nos tiene atrapadas a nosotras.

—¡Mientes!—grita con fuerza, haciendo que la neblina se eleve y baje de golpe de nuevo, provocando una ola de impacto que me empuja.

Caigo al suelo de sentón, pero me paro enseguida cuando la veo dar un paso al frente, moviendo sus manos envueltas en la neblina.

—Espera un momento Emmily—elevo las manos en su dirección—. No lo entiendes, ya te dije que no lo sé.

—¡Mentiras!

La niebla comienza a elevarse detrás de ella como una masa oscura. Yo retrocedo mientras la veo alzarse, como un gigantesco monstruo que lo absorve todo.

—¡Muere!

Con esa palabra letal, la niebla comienza a caer de golpe en mi dirección, y yo me giro para correr, pero a pesar de mis intentos por alejarme, esta termina cayendo encima de mí, envolviendome.

Grito con fuerza al sentirla tocandome, dejando una dolorosa sensación de miedo y terror. Era como si fuese una manta que te hacía aterrorizarte sin límite alguno. Caí al suelo gritando, oyendo a la neblina gritarme todo tipo de cosas espantosas.

Basta...Detenganse...

No lo hicieron hasta segundos de eternidad después, pero los pasos que escuché acercarse no me dejaron recuperarme.

—¿Sabes en donde he estado todo este tiempo, Sarah?

Lentamente, la miro.

—Estuve atrapada, en un mundo lleno de oscuridad...sin escapatoria—la frialdad en su voz me impedía mover un músculo—.
Pero en todo ese tiempo...yo estuve contigo también, sabía lo que hacías, lo que sentías...la vida que tenías—hace una pausa—. Conocí la vida que yo no pude tener...El mundo de mierda al que perteneces.

"Supe como ibas conociendo personas que llenaban el vacío en tu corazón, y luego...Robert te asesinó...
Y yo se lo agradecí tanto...Pero luego tú volviste, y entonces yo pude entrar al mundo terrenal"

Suelta una risa que causa un eco sin sentido alguno, pues a nuestro alrededor no hay más que un inmenso vacío.

—¿Estás feliz, Sarah? Nunca dejaste de pensar en mí, soñando con volver a verme algún día—se agacha—. ¿Te gusta lo que ves, Sarah?—le escucho decir cerca de mi oído.

La miré de nuevo, pero eso sólo me hizo retroceder de un salto, arrastrándome para alejarme de lo que yace frente a mi. Una sombra negra con unos aterradores ojos azules.

Conforme retrocedía, la niebla fue atrapandome de nuevo, y una vez más me encontré gritando con fuerza aferrada al suelo.

¡Basta ya...detente por favor!

Eso era lo que estaba desesperada por gritar, pero en su lugar, fueron otras las plabras que pronunciaron mis labios.

—¡Lo lamento!—digo con la voz quebrada, mi garganta rasposa por tanto gritar—. ¡Lo lamento de verdad!

Los gritos se detienen de golpe, y la neblina se desvanece a mi alrededor. Respiro agitadamente, y trato de levantarme con las pocas fuerzas que me quedan, tropezando al primer intento. Pero cuando al fin logro estar en pie, es a Emmily en carne y hueso a quien tengo de nuevo en frente, mirándome con los ojos abiertos como platos.

—Aquella noche no sólo fui una mala hermana, sino una mala persona también...Si yo hubiera sabido que estabas con vida...—sollozo—. ¡Si hubiera sabido que estabas atrapada en ese lugar, yo hubiera hecho todo para sacarte!—camino hacia ella—. ¡No me hubiese rendido jamás hasta tenerte de vuelta conmigo!

Emmily no dice nada, sólo se queda mirandome perpleja.

—¡Hubiera dado mi vida con tal de salvarte, yo...!—me detengo un segundo, dándome cuenta de lo que estoy por decir—. Emmily yo daría mi vida por ti...¡Moriría por ti las veces que fuera necesario! —la tomo de los hombros con fuerza y la atraigo hacia mí—. ¡Emmily yo me sacrificaría!...¡Me sacrificaría por ti!

La abrazo con fuerza, apoyando mi cabeza sobre la suya y tolerando como nunca antes la dolorosa sensación de no poder derramar una sola lágrima, porque por dentro estaba derramando más de lo que había hecho alguna vez.

—Lo sé, Sarah...Sé que lo harías—le oigo susurrar, estando aún entre mis brazos—. Es esa la única razón por la que sigues en este mundo.

Me quedo de piedra, incapaz de moverme ahora, y es Emmily quien deshace mi abrazo, alejandome para mirarme, con ningun sentimiento en su expresión.

—Lo único que me interesa de ti, es que mueras para que yo pueda volver a la vida.

—¿Qué dices?

—Antes te dije que La Tierra de Los Condenados estaba hecha con mi sentimientos humanos—dice—. Cada aspecto de ella es producto de mis más oscuros sentimientos, y es por eso que...—sonríe—. ¡Yo ya no tengo ninguno!

Retrocedo, anonadada.

—¿Qué?

—Quiero dejar en claro que yo no te odio Sarah, no guardo ningún reencor hacia ti por aquella noche, eso ya no me interesa—continúa hablando—. Y es porque simplemente yo no siento absolutamente nada por ti.

Un ruido a mis espaldas me hace voltear, sólo para darme cuenta de las esposas en mis muñecas.

¿En qué momento?

—No te resistas, no tendremos piedad sobre una escoria como tú—lentamente, examino a la persona que acaba de hablar y que es la misma que sostiene mis manos esposadas.

Luego paseo la mirada a mi alrededor, notando las paredes grises de un pasillo con puertas metálicas.

¿En qué momento llegamos hasta aquí? Hace nada estabamos en...¿En dónde se supone que estabamos? ¿Qué lugar era ese?

—Llevala al Coliseo—dice Emmily frente a mí—. Dejala que vea a los de su clan.

—Espera...

—Por cierto, ya están los preparativos para el próximo sacrificio—me interrumpe nuevamente—. ¿Quieres que te diga de quien se trata?

Sin que le conteste, Emmily se inclina en mi dirección para susurrar un nombre cerca de mi oído.

Siento una punzada en el pecho.

—Llevatela—Emmily me muestra su sonrisa una vez más, antes incorporarse.

—A sus órdenes, mi salvadora—le dice el hombre detrás de mí.

Este me arrastra por el pasillo, alejandome de Emmily, quien no desaparece de mi vista hasta que doblo hacia el siguiente pasillo. Yo no pongo resistencia, no me quedaban fuerzas para hacerlo, antes de notarlo soy arrojada dentro de un cuarto, y las esposas desaparecen cuando escucho la puerta cerrarse, dejandome completamente a oscuras. Pero pocos segundos despues, una puerta que no habia notado antes comienza a abrirse, dejando entrar toda la luz de afuera, además de unos gritos estruendosos.

Se escucha demasiada gente, pero no son gritos de sufrimiento los que se oyen, sino alegres, más bien como ovaciones. Parecen estar animando a alguien. Conforme la puerta iba abriendose, fui viendo más del lugar al que me habían enviado, el viento envió una ligera capa de la arena dura de la que estaba cubierta el suelo de lugar. Y cuando estuvo abierta por completo, mientras caminaba hacia el otro lado, el imponente sitio se fue extendiendo ante mí.

Un coliseo.

Eso es exactamente, mientras giro para verlo todo mejor, un estadio enorme repleto de condenados animados, gritando con intencidad y emoción...

—¡Y lo consigue!—escucho gritar a una voz femenina por las bocinas del lugar, y aunque parecía imposible, los gritos se hacen más fuertes.

Es entonces que me doy cuenta de que no soy la única pisando la arena, y un escalofrío familiar me recorre la espalda, dejandome helada aún dandole de espalda a las dos personas que yacen detrás de mí. Las cuales por lo que pude darme cuenta, era a las que el público ovacionaba.

Lentamente me di la vuelta, encontrándome a un hombre de espaldas estremeciéndose, para luego caer de rodillas al suelo permitiéndome ver a otro chico, que sujetaba su corazón y lo estrujaba en su mano ensangrentada.

—¡Parece que al fin tenemos un ganador!—escucho gritar a la chica de nuevo, pero yo ya no podía prestarle atención—. ¡Con ustedes damas y caballeros, Alexander Pearson!

Continuará...

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Hola Criaturas!

Después de tanto tiempo, al fin les traigo el capítulo 40, espero que lo hayan disfrutado:)

Emmily ha resuelto algunas dudas, pero más problemas surgen cuando Sarah entra al lugar en donde dijo que estaban los demás. ¿Qué es lo que les espera?

Muchas gracias por su paciencia, y por su apoyo leyendo. No olviden comentar que les pareció el capítulo de hoy, y nos leemos el miercoles en el siguiente Capítuli 41: El Coliseo.

Los quiero muchoo❤

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