Capítulo 28: El poder de una Suprema


Alexander Pearson

—¡Sarah!

Su nombre fue lo ultimo que pudieron pronuciar mis labios. Luego, soltaron un pequeño soplo de aire cuando mis ojos se posaron en los de Kenna, los cuales se abrieron de par en par mientras las puertas de la oficina se cerraban detrás de ella. Todavía tenía su mano alzada en mi dirección, a pesar de que la mía estaba envuelta en un cable de acero imposible de romper.

La oí soltar un jadeo, cerrando su mano para luego abrirla una vez más, entonces me di cuenta de que en realidad, lo que trataba de hacer era atraparme. Y supe el porqué, cuando sentí la corriente de aire en mi espalda. El pasillo ya no era un pasillo, pues había dejado de ser horizontal y ahora, ambos nos encontrabamos cayendo.

Miro sobre mi hombro, como se abren las puertas una a una, transportándonos a una habitación distinta en cada ocasión. Y nosotros sólo caíamos, como si se tratara de un elevador que recorriera toda la casa.

Reconozco entonces como las puertas de la entrada a las siguientes que estamos por cruzar, pero en vez de mostrarme el patio de la mansión Mathews, lo único que veo es el cielo cubierto de nubes y las copas de los pinos.

Mierda...

Kenna seguía gritando, y esta vez fui yo quien se estiró para alcanzar su mano, apenas tocando las yemas de sus dedos para atraerla hacia mi y abrazarla con fuerza, segundos antes de que mi espalda chocara contra el duro suelo de piedra.

Me estremezco al oír un crujido a mis espaldas, el impacto de mi cuerpo había agrietado un poco el suelo. Reprimo una maldición, siento toda mi espalda entumecida, quien sabe cuantos kilómetros estuvimos cayendo, de no haber amortiguado su caída con mi cuerpo, Kenna ahora mismo estaría...

Aquel pensamiento es suficiente para ignorar el dolor y concentrarme en Kenna, a quien escucho soltar un temido de dolor.

—¿Estás bien?—la ayudo a incorporarse, depositándola en el suelo a mi lado con delicadeza.

Ella asiente con la cabeza repetidas veces, sacudiéndose el polvo de su vestido mientras trata de regular su respiración. Los latidos de su corazón eran como tambores en mis oídos.

—¿En dónde estamos?—habla con dificultad.

Miro a mi alrededor, estabamos sobre una montaña, cerca de la orilla, y por la nieve y la corriente helada, supuse que estábamos muy lejos del suelo. Elevé la mirada, las nubes grises cubrían el sol, y la cima de la montaña quedaba a unos cuantos metros sobre nosotros.

—Supongo que al norte, a unos kilómetros de la mansión Mathews—le digo—. ¿Qué ha pasado?

—Brujas, sin duda, le han puesto una maldición a la casa—responde—. Será imposible entrar a la habitación que deseamos. Han vuelto a la mansión Mathews un laberinto.

—¿Crees que...?

—No tengo ninguna duda—espeta—. Senti un poder enorme cuando establos ahí, estoy segura de que se trataba de Robert Mathews.

—Estaba esperandonos.

—Bueno, nosotros también—su respiración se oye agitada—. Tenemos que irnos.

—¿Estás segura de que puedes seguir?

—Sí...—asiente—. Sarah y Rihanna están en peligro, debemos ayudarlas.

—De acuerdo, puedo cargarte y llegaremos rápido.

—No, sólo estorbaría, quien sabe qué nos encontremos en el camino.

—Si eso sucede, no dejaré que nada te pase—espeto—. Te protegeré a toda costa.

Me mira fijamente, como sorprendida por mis palabras.

—Yo voy a estar bien, salvaremos a las chicas—le digo, esbozando una sonrisa para tranquilizarla.

La ayudaba a levantarse cuando los senti, y ambos dejamos nuestras manos estriadas mientras nos estremecíamos.

Eran dos de ellos, acercándose a nosotros, y también, una cosa más, volando a gran velocidad hacia Kenna Fue sólo cuestión de que levantara mi mano a la altura de su nuca, para atrapar entre los dedos lo que descubrí como un dardo, y por su objetivo, deduje que llevaba algún tipo de paralizador. O en el peor de los casos, podría tratarse de...

—Ellos la llaman "Droga del Corazón", la orden de cualquier condenado es inyectárselas, y ustedes deben evitarlo a toda costa—podía oir las palabras de Drew en mi cabeza—. Si esa cosa entra en su sistema, están jodidos...

Sentí como se me erizaron los vellos de mis brazos, activando mi sexto sentido cuando percibí más dardos dirigiéndose a nosotros, pero esta vez, viniendo de todas direcciones a la vez.

—¡Forme!—grita Kenna, y al instante los dardos se transforman en tórtolos.

Estos revololotean a nuestro aldededor, para luego volar hacia el cielo.

—Debemos irnos de aquí—dice Kenna.

—¡Ahh, creo que eso no se va a poder!

Miro a mi derecha, a un hombre recargado sobre un tronco. Llevaba una capa negra, tenía la cabeza inclinada, por lo que alcanzaba a ver mechones rubios y una sonrisa que destellaba malas intenciones. Toda su presencia me transmitía una mala vibra de los cojones.

—¿No vas a preguntarme quien soy?—habla de nuevo.

—Eso no interesa, ya estás muerto ¿O no?—le digo.

—Eso fue grosero.

Bajé entonces la mirada a su muñeca, y sentí una punzada al no ver ningún tatuaje. Fue todo lo que necesitaba para saber que este tipo traía problemas.

—Al igual que lanzarnos decenas de dardos—le digo.

—Sabes que estuve muerto antes...—le escucho reír—. Pero no sabes por qué...o de hecho—levanta la cabeza lentamente—. Sí que lo sabes.

En cuanto me deja ver su rostro, dejo de respirar, sin poder creer lo que tengo ante mí.

—¿No creíste que volverías a verme, cierto?

—Tú...

—Creí que tal vez no me recordarías—dice—. Pero bueno...uno nunca olvida la primera vida que arrebató.

Solté un jadeo, a la vez que retrocedía, sintiendo como la montaña se hacía más pequeña, y el cielo que marcaba las posibilidades se alejaba de mí de golpe. Recordaba aquellos ojos, inyectados en sangre, a punto de asesinar a la persona que amo.

Recordaba mis manos, ansiosas por atacar, por arrebatar. El latido del corazón de Sarah resonando en mi cabeza como un fuerte tambor que marcaba su ritmo de vida. Recordaba la sensación de querer destruirlo todo, de ponerla a salvo y de arrebatar cada parte del vampiro que le había puesto las manos encima.

Y finalmente, mis manos envolviendo el puñal de una daga, enterrada en su corazón.

—Eres tú...—susurro—. El hombre de aquel día.

—El hombre al que asesinaste—espeta—. ¿Cómo te sentiste después de eso? El día en que cambiaste para siempre.

—Heriste a la persona que amo.

—Claro, uno hace cualquier cosa por las personas que más ama—da un paso al frente—. Mentir, traicionar, lastimar, morir, matar...Es por eso que el amor es la fuerza más poderosa de todas.

—Es así como los desgraciados como tú lo ven.

—Sí, bueno, en algo nos parecemos—sonríe—. Ambos somos unos monstruos.

—Yo no soy como tú—le escupo—. Yo jamás, voy a ser como tú.

—Ya lo veremos, tendrás mucho tiempo para probarlo estando en una celda—dice—. Me hubiera gustado matarte, pero tengo ordenes de llevar a Alexander Pearson ante mi Salvadora, y cosas malas pasan cuando no haces lo que te pide.

—Me alegra que eso a mí me importe una mierda.

El sujeto se echa a reír a carcajadas, pero la ira en sus ojos no desaparecía.

—Mi nombre es Bernabe Bristhold—murmura—. Recuerdalo bien, porque seré quien se asegure de que tengas el sacrificio más atroz de todos—da un paso al frente—. Sentirás dolor hasta tu último respiro, y cuando regreses como un condenado, me aseguraré de matarte hasta que me canse de verte morir.

Escucho la nieve bajo los pies de Kenna cuando esta se pone de pie por detrás de mí, pero yo no dejo de mirar al demente frente a nosotros. Estoy seguro de que planea ir a por Kenna en cualquier momento, si bien había dejado en claro sus intenciones de llevarme ante Emmily, eso significa que debe deshacerse de Kenna antes.

Fue en ese momento en que comprendí algo.

Por más retorcido que se escuchara, Emmily Cooper se había encargado de elegir a las almas adecuadas de forma delicada e inteligente. Su intención es capturar a todas aquellas personas que tengan algún familiar o persona tan cercana. para así asegurar su sacrificio, y mientras tanto, las demás personas sólo representan un estorbo.

Buscaría eliminar culquier obstáculo. Aquellos que lucharan con nosotros, mientras Emmily sólo buscaba llevarnos a unos cuantos, mataría a nuestros amigos uno tras otro, hasta que quedáramos los que nos sacrificaríamos por ellos.

Sin embargo, nada nos asegura que todos vayan a regresar. Es por eso que Emmily sólo nos quiere a algunos.

Este sujeto matará a Kenna, y me llevará a Emmily. Ese es su único objetivo.

No.

No voy a dejar que eso pase. No va a tocarle ni un pelo.

—A tu nombre, no lo recordara nadie, cuando me deshaga de ti de una vez por todas—gruño, colocándome en posición de ataque. Iba a ir a por él, me lo cargaría y sacaría a Kenna de aquí.

—Sí, bueno...no será tan fácil esta vez—levanta su mano derecha.

Y cuando la gira, todo se viene abajo. Siento como mi cuerpo pierde fuerzas, hasta que ya no me es posible levantarme. Al mismo tiempo, la sensación de que algo me estuviese absorbiendo la vida.

—Tengo el don de robarles la energía a otros seres—dice—. Antes este poder sólo me servía para debilitar a mis enemigos, pero ahora que he vuelto de la muerte, tengo la habilidad de tomar su energía vital, hasta dejarlos incapaces de hacer cualquier cosa.

Por más que intentara luchar contra esta sensación, su poder se sentía como si cargara un barco sobre mi espalda.

—Claro que...afecta más a unas criatudas que a otras—dice, y es entonces que miro atrás.

Kenna estaba tirada en el suelo, respirando agitadamente y con los ojos clavados en los míos.

—No...

A ella también estaba atacándola con su poder, pero a diferencia de mí, un cuerpo sin alma y vida, ella seguía siendo una humana, su fuerza y energía eran similar a la de un mortal. Si seguía así, acabaría matándola.

No. No puedo permitirlo, tengo que salvarla.

Tomo una bocanada de aire y reúno lo poco que me queda para tratar de levantarme. Apenas pude mover mi brazo para apoyarme, sintiendo un inmenso dolor con cada movimiento, como si mis huesos se partieran.

—No, no vas a seguir lastimando a más personas—gruño—. Le dirás a Emmily que deje en paz a mi familia y a mis amigos, o yo mismo acabaré con ella y todo su plan de mierda.

Apoyo ambas manos en el suelo, sin saber de qué manera, ni de donde venía esta fuerza que debía ser inexistente. Aguanto el dolor, y me pongo de pie lentamente, sin dejar se mirar a Bernabe, que retrocede un paso.

—Me desharé de cada persona que intente lastimar a mi familia, lo he hecho todo este tiempo y lo seguiré haciendo para siempre—demando—. Espero que Emmily tenga eso bien en claro, ahora que nos ha declarado la guerra—aprieto los puños con fuerza—. ¡No van a lastimar a nadie más!

—Eres terco a más no poder—hace un gesto de disgusto—. Y un idiota al pensar que siquiera tienen oportunidad contra mi salvadora.

—Los idiotas son ustedes al meterse con nosotros—espeto—. Y tú, cometiste un grave error al obedecer las ordenes de Emmily y venir a por mí—le digo—. Ya te he matado una vez, lo volveré a hacer con gusto, sólo que esta vez...no habrá arrepentimientos.

—¿Eso es lo que crees?

Mis reflejos se activan cuando a mi lado, un cable sale desprendido del suelo. Pero este no se dirije hacia mí, sino a la bruja aún en el suelo, adolorida y con la vida escapando de su alma.

—¡No!

Corro hacia ella. Y en el segundo en que me coloco frente a ella, soy consciente de que no hay forma de que pueda detener el cable sujetándolo, así que no tengo otra opción mas que ser yo quien lo reciba. El acerco me atraviesa desde atrás, recorriendo el interior de mi pecho, luego, como una serpiente, se gira envolviéndome del costado para terminar enterrándose en el suelo, dejándome sujetado, y sin escape.

Las carcajadas de Bernabe se escuchan por toda la montaña, llenas de odio y satisfacción.

En ese mismo instante, veo siluetas acercándose entre los árboles, cuento ocho en total, todas ellas mujeres, caminando hacia nosotros con sus manos levantadas.

Brujas.

Miro las cuerdas de acero, sintiendo el terrible ardor en mi piel, sin duda era luz de sol, y esto no era más que otro truco de brujas para torturar a los vampiros.

Mas cables aparecieron, atravesándome por ambas muñecas, fue cuando sentí como mis fuerzas regresaban, y respiré como loco mientras mis músculos se destensaban y recuperaban su movilidad. Miré a mis espaldas, Kenna seguía en el suelo, con los ojos brillando por las lágrimas clavados en los míos, me miraba de una forma que nunca antes había hecho. Había preocupación, desesperación...y algo más.

—Antihumanos—habla Bernabe—. Es una pena que no pueda seguir usando mi poder contigo, pero no podemos dejar que los tuyos utilicen sus poderes.

—¿Qué...pasa?—hablo con dificultad—. ¿Le tienen miedo a mis amigos?

Bernabe hace un mohín—. Ustedes encarguense de la brujita, es una suprema, así que asegúrense de repartirse bien todo su poder entre ustedes.

Detrás de mí, escucho a Kenna soltar un grito. Me vuelvo, para ver como uno de los cables de metal se había sujetado a su tobillo, y ahora la arrastraba por el suelo.

La dejan a un metro frente a mí, respirando agitadamente y sin fuerzas.

—Dejaremos que lo veas todo antes de llevarte, verás en primera fila, lo glorioso que es cuando una bruja le arrebata sus poderes a otra...hasta matarla.

Aquello se siente como una apuñalada directo a mi corazón, un ultimo latido en mi agrietado mi corazón.

—¡No, Kenna!—trato de moverme, pero los cables se entierran más en mi piel, impidiendomelo.

El sonido de un casquillo me distrae nuevamente, y justo veo como una bala viene en mi dirección, y se entierra en mi nuca, incapaz de detenerla.

Parpadeo, sintiendo el dolor esparciendose por todo mi interior, enterrándose en mis musculos, y como un liquido espeso y desconocido se extiende por mis venas. Todo mi cuerpo se convulciona, y siento mis bellos erizarse una y otra vez con cada escalofrío que me recorre al igual que la sensación de estar siendo consumido.

—Droga del corazón—oigo decir a Bernabe—. He oído que la primera vez duele.

Me la han puesto...me han puesto Droga del Corazón.

Kenna levanta la mirada hacia mí, y es justo cuando hace eso, que veo como otro cable sale del suelo, y atraviesa su estómago. Ella abre la boca, a la vez que pequeñas gotas de sangre salen de sus labios. Sangre, que puedo ver también en la otra punta del cable, elevada por encima de ella.

—¡Noo!

Por primera vez, quise gritar por ayuda. Gritar y llamar a quien sea hasta que mi voz se convirtiese en un sonido más del bosque. Pero a nuestro alrededor no había nadie más, sólo la fría sensación de oscuridad y muerte.

Las brujas avanzan al frente, formando un círculo alrededor de nosotros, pero sus ojos sólo se mantuvieron fijos en Kenna mientras elevaban sus manos, a la vez que un circulo de fuego amarillo rodeaba a Kenna.

Y de pronto las brujas a nuestro alrededor, con sus manos alzadas hacia el cielo, comenzaron a brillar.

Entonces, Kenna gritó.

Podía sentirlo, todo su poder emergiendo, pero ella ahora incapaz de mantenerlo, la luz que se desprendía de ella venía con todo su poder siendo arrancado de su ser, elevándose por encima de ella como una aureola de luces hipnóticas.

—Hemos oído mucho sobre ustedes, la plaga de los Black—vuelve a hablar Bernabe—. Nos advirtieron que tuviéramos cuidado al enfrentarlos pero, sólo veo a un vampiro creído y a una bruja débil y asustada.

Hubo un momento de silencio después de que dijo eso. Luego, una de las brujas soltó un gemido de dolor, sosteniendo con su otra mano su brazo que de repente había comenzado a temblar. Y no fue la única. Una a una, las brujas se desestabilizaron de sus posiciones, retrocedían o simplemente jadeaban, pero toda su sorpresa, y el temor que ahora reflejaban sus ojos sólo iban dirigidos hacia una persona.

—¿Qué has dicho?—escucho decir a Kenna, pero en su voz no había ninguna señal del dolor que anteriormente la dominaba—. ¿Débiles?

Lentamente, ella comenzó a levantarse del suelo, mientras el cable de acero que la atravesaba empezaba a...derretirse, pero en vez de seguir siendo un metal, se convirtió en una especie de lava amarilla brillante, como si hubiese derretido la luz que una estrella emitía.

—La única razón por la que Emmily quiere acabar con nuestro Clan, es porque sabe bien que nunca antes se había encontrado con algo tan fuerte—sigue hablando—. Estas personas, son más humanas que cualquier otra criatura que haya existido, el lazo que los une es más fuerte que nada...Y es porque son una verdadera familia, que Emmily quiere sus almas—jadea—. ¿Pero sabes qué?

El fuego que rodeaba a Kenna dejó de ser amarillo, y las llamas se alzaron más, cobrando vida mientras brillaban de cientos de colores distintos. El cuerpo de Kenna, al igual que como lo habían hecho las brujas, comenzó a brillar tan intensamente, que la luz del cielo se vio opacada, y las nubes se oscurecieron.

—¡No pienso permitirlo!—demanda—. Estas personas, se merecen vivir sin tener que acabar con pestes como ustedes. ¡No pienso dejar que sigan causando más daño!—grita con fuerza —. ¡Acabaremos con todo aquel que sea una amenaza, lo seguiremos haciendo las veces que sea necesario!

Del círculo que rodeaba a Kenna, salieron disparadas líneas de fuego colorido, corriendo en dirección a cada una de las brujas. Estas gritaron apenas el fuego las tocó, brillando cada una de un color distinto.

—Lo tomaré todo, tomaré todo lo que sea necesario...¡Para proteger a los míos!

El cielo se había oscurecido, tornándose totalmente gris, y un remolino de rayos y nubes moradas comenzó a formarse encima de nosotros. Hasta que un rayo de colores salió justo del centro, dirigido a Kenna, quien lo recibió como una ola de poder, levantando su cabello y haciendo su figura más brillante que antes. Tenía las manos alzadas, y fue así como una a una, las brujas fueron cayendo al suelo, dejando una bola de energía sobre ellas, que después, junto con las demás, viajaron hasta Kenna al mismo tiempo.

Y cuando la tocaron, Kenna se vio totalmente gloriosa. Su cuerpo emitía colores que nunca antes había visto, auras de energía y luz rodeándola, abrazándola, volviéndose parte de ella.

Y entre los rayos y el poder de una bruja suprema, yacía un vampiro asustado, retrocediendo de entre los árboles sin poder apartar la mirada.

—Te mostraré...por qué lo último que quiere un vampiro es toparse con una bruja—dijo Kenna.

De repente, los cables que me atravesaban, se hicieron más ligeros, y se separaron de mi como si fueran un fantasma. Pero entonces, se alzaron de nuevo y se dirigieron a gran velocidad hacia Bernabe, atravesándolo en cada extremidady adheriendolo al árbol en el que anteiroremente yacía recargado, el mismo lugar en el que nos había amenazado.

Un cable más se alza junto a Kenna, cuyas manos ahora desprendían un brillo del color del diamante...o mejor dicho, un color que ya me era bastante familiar.

—¿Puede una bruja, manejar el vamperus, así como los hechiceros?—recuerdo haber escuchado a Tobías preguntarle a Kenna, cuando estos dos estaban en la sala.

—Podemos usar armas con vamperus, pero estas sólo pueden ser elaboradas por los hechiceros—dice—. Las brujas no son capaces de manejar ese mineral.

—Ya veo.

—Pero...—vuelve a hablar—. Se dice que sólo hay una clase de bruja, que con la ayuda de un hechicero, puede utilizar el vamperus, haciéndolo parte de ella, utilizándolo como otro de sus poderes.

—¿Y cómo es eso posible?

—Bebiendolo—dice—. Pero esta comprobado que en una bruja ordinaria no hace ningún efecto.

—Y entonces...¿Qué bruja si puede hacerlo?...

No creí verlo nunca ante mis propios ojos.

Kenna levantó su mano, y podía sentir el vamperus salpicando de sus dedos, quemando ligeramente mi piel. Pero su objetivo era otro, y se lanzó a por ello con sólo mover su dedo índice.

El cable giró en el aire, y atravesó a Bernabe desde el corazón, destruyéndolo con la punta por completo. Este no dejó de mirarnos nunca, sus ojos repletos de miedo, sabiendo que le esperaba la muerte desde el momento en que la bruja habló. Y entonces, los cables fueron transformándose en hilos de luz, que con un estirón, se deshicieron del cuerpo del vampiro en un estallido, y las cenizas volaron con el viento.

El cielo emitió un trueno, y luego las nubes se despejaron, tomando de nuevo aquel tono grisaseo que acostumbraba cubrir Mellow Ville.

De pronto lo único que se escuchó fueron las agitadas respiraciones de Kenna, y sus débiles pisadas mientras trataba de girarse en mi dirección, antes de que cayera al suelo desmayada.

—¡Kenna!

Corrí hacia ella, y la sostuve entre mis brazos, su pequeño cuerpo estaba ardiendo de temperatura, pero su respiración se estaba normalizando, al igual que los latidos de su corazón se tranquilizaban conforme pasaban los segundos.

—¿Qué has hecho, Kenna?—murmuro para mis adentros, sin esperar respuesta de su parte, estaba sumamente agotada, no podría moverse en un buen rato—. Pudiste haber muerto, ¡¿Tienes idea del susto que me has dado?!

Aparto un mechón de cabello de su rostro, ella sigue respirando, me mira de reojo, pero antes de que cerrara sus ojos, jadee al verlos brillando de un morado que reflejaba todo su ser.

Acababa de robar una enorme cantidad de poder, matando a todas esas brujas y al vampiro.

—Maldita sea Kenna—susurro, incrédulo—. Estás tan loca como los demás.

Pero ella ya se había quedado dormida, resultaba irónico, sus baterías habían sido agotadas por toda la recarga que habían recibido de golpe. Porque así era, a partir de ahora, el poder de Kenna se había incrementado de una manera imposible de creer, lo sentía en la atmósfera, y al mirarla, era como si todo en ella te avisara que tenías a una peligrosa criatura ante ti.

—Buscaremos a los demás y te llevaré a casa—le digo, acomodándola en mis brazos para llevarmela cargando.

Pero antes de ponerme de pie, el crujido de una rama a mis espaldas hace que me quede de piedra. Apenas había oído dos pasos cuando estos se detuvieron también, y supe entonces que había alguien más con nosotros.

Mierda...

Todavía me quedaban fuerzas gracias a Kenna, ella me había salvado, no dejaría que nada le pasara ahora que había estado a punto de sacrificar su vida por mí.

Pero fue entonces que una corriente de aire movió su cabello, estorbándole a su rostro nuevamente, sin embargo, lo que realmente hizo que cada uno de mis músculos se tensaran fue la presencia que se extendió en el ambiente.

Es...ella.

Sentí su mirada clavada en mi espalda, y casi pude imaginarla ahí mismo, de pie, como una estatua. Lo único que no fui capaz de imaginar, al igual que siempre, fue lo que pasaría por su cabeza mientras tanto...y lo que haría después.

Trague saliva, y mientras respiraba, reuní todo el valor necesario para poder voltear. Y cuando di con ella, fue como si la montaña sobre la que estábamos se hubiese caído a pedazos, y ahora sólo fuera un plano infinito cubierto de nieve y árboles blancos. Allí sólo estaba ella, destacando entre todo lo demás como siempre, con su cabello rojo, pintando la nieve de sangre, y aquellos ojos del color de las plantas queriendome decir tantas cosas.

Ella nunca había necesitado hacerlo, no necesitaba explicarme algo para que pudiera entenderlo. Y yo...la había comprendido siempre.

A excepción, de ese día.

—Adelí...—fue apenas un susurro, pero noté como sus hombros se elevaron al escucharme.

Ella me miró con ojos entrecerrados, creí que no podría moverme nunca de mi lugar, impactado por su presencia. Pero tuve que dejar de mirarla, cuando sentí otras vibras a nuestro alrededor, acercándose, y cuando menos me di cuenta, tenía a diez condenados rodeandonos.

Pero a pesar de escucharlos hablar sobre las ordenes de Emmily, sobre que me llevarían y que yo no podría hacer nada al respecto debido a la droga que me dominaba ahora mismo. Yo no pude deja de mirar a Adelí Mathews, quien no dejaba de mirarme a mí tampoco.

Y no sé si fue por la Droga del Corazón en mi sistema, pero mientras sostenía entre mis brazos a la bruja más poderosa que pudiera existir, al ver a Adelí Mathews esbozar una sonrisa que nadie más alcanzó a ver, me quedó claro que en ese momento yo iba a hacer todo lo que ella me pidiera.

Continuará...

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 

Hola Criaturas!

Aquí les dejo un nuevo capítulo, en donde el clan Black demuestra una vez más el precio de meterse con ellos, y Kenna más poderosa y fuerte que nunca.

Al fin el reencuentro entre Alex y Adelí, ¿Qué creen que ocurra?
Descubranlo en el próximo capítulo, en donde tendremos más de este par :)

Los quiero un montón. Johana❤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top