Capítulo 26: Nada que la controle


Adelí Mathews

La gente se pensaba que siempre que yo lograba algo, lo hacia sin importar las consecuencias que dejara a mi paso. Que por el simple hecho de hacer algo cabrón, lo hacía sin mirar atrás, pero la verdad es que esa siempre fue una muy equivocada. Sin embargo, no pude pensar en que los demás eran unos ingenuos, cuando yo fui tan estúpida como para no haberme dado cuenta de que sólo me trataba de engañar a mí misma.

Yo siempre vigilaba cada paso que daba, yo siempre miraba atrás. ¿Pues cómo iba a saber que las cosas estarían bien si no lo hacía? Pero esto sólo ocurría en los casos en que, el propósito, era verdaderamente importante...y casi siempre implicaba a más personas.

Lo estaba haciendo ahora mismo, mientras el fuego azul desaparecía y veía a Monique Cooper, una chica a la que hice sufrir mucho, que sé que en su interior me quiere muerta pero su corazón sólo le permite imaginar la idea de ayudar a su prima a salvarme.

Salvarme...Ellos realmente piensan salvarme.

Por una vez más, miré atrás, para ver como se iban a casa apresuradas, seguramente para añadir otra estúpida pista al embrollo que tienen.

Miré atrás al igual que hice la vez que le juré a Alex que me iría de Mellow Ville para siempre, ambas veces con el mismo propósito...Asegurarme de que estuvieran bien.

Y así como esa vez, lo que hice después fue correr.

Conforme entraba al bosque, vigilando a mis espaldas que ningún condenado me hubiese visto, podía sentir la energía oscura vibrando en mi interior, moviendo las hojas de los árboles y ahuyentando a las aves. Aves normales, porque Emmily se había asegurado de que ninguna criatura supiera en donde se oculta su prisión, ni siquiera los Vookers pueden pasar a esta parte del bosque sin caer en el hechizo que está sobre él. Pues cualquier Criatura que no haya estado en la prisión, no puede verla aunque la tenga ante sus ojos, se trata del mismo hechizo que impide que los humanos encuentren la guarida de los Vookers.

Supe que estaba cerca cuando empezaba a ver la hierba cada vez más seca, hasta llegar a un área de pasto oscuro y sin vida. Las ramas de los árboles cayéndose, completamente muertas.

Tenía que apresurarme, ya casi era hora.

Subí las montañas, hasta que mis botas se llenaron de nieve, y al estar en la cima, me detuve.

La prisión de Emmily no se parecía a un castillo ni a un palacio, era una combinacion entre una cárcel y un hospital psiquiátrico, y mejor descripción no podría haber para ese maldito lugar, pues todos allí son unos lunáticos psicópatas.

Qué irónico que yo sea parte de ese lugar. Pero no porque yo quiera.

La escandalosa alarma que escucho es más que música para mis oídos, es un grito de victoria, una pequeña y secreta victoria más para Adelí Mathews, pero también es la señal para que baje de la montaña hacia ese jodido lugar.

Me deslizo en la nieve, sujetándome de las rocas que se me atraviesan. Y cuando estoy a la vista de los guardias del estacionamiento, camino con tranquilidad hasta la entrada, una enorme puerta de garaje automática, o mejor dicho; encantada.

Me incorporo a la fila de vehículos manejados por condenados, seguramente cargados de "Almas postulantes" para los sacrificios de Emmily.  Camino junto a una de las camionetas, acomodando mi chaqueta y sacando de mis bolsillos uno de mis cuchillos mientras paso junto a las casetas. Uno de los idiotas que las vigilan, cuyo nombre jamás me ha interesado, frunce el ceño al verme.

—¿Perdiste algo? Porque si sigues mirando te aseguro que lo harás—le escupo, mirándolo con desdén.

Tensa la mandíbula mientras tira de la palanca para dejarnos pasar. Al instante las puertas se transforman en una cortina traslucida de seda, y yo le echo una mirada venenosa a los hombres antes de cruzarla.

Muy bien, llevo dos minutos aquí y aún no tengo a toda la guardia encima, lo que significa que...Emmily está ocupada lideando con otro escape de sus preciados sacrificios, y todavía no se ha enterado de que Sarah sigue viva.

Sólo espero que Drew haya llegado a tiempo a casa de Alex, si lo atrapan, probablemente todo se vaya a la mierda, él es la única manera de que sepan lo que está pasando...y lo que va a pasar.

Las rejas se abren ante mí para darme paso al pasillo central abarrotado de condenados corriendo por todos lados, desesperados por evitar que alguien más escape.

Idiotas—pienso, mientras camino de espaldas para poder admirar el caos, esbozo una sonrisa llena de gozo y saco mi pase para abrir las puertas automáticas que guían a las celdas.

Como era de esperarse, estaban casi vacías, a excepción de uno que otro condenado que se tropezaba conmigo mientras iba corriendo a proteger las entradas.

Esto era algo que pasaba seguido, cada semana para ser precisos. Debido a que Emmily realiza sus sacrificios, y trae más condenados a la vida, cada seis días los portales a la Tierra de los Condenados se abren, y algunas criaturas atrapadas ahí aprovechan la oportunidad para escapar.

El portal siempre se abre en el último piso subterráneo, Sin embargo, Emmily Cooper está tan loca, que ha pensado en cada manera de escapar de este jodido lugar, reduciendo las posibilidades casi a cenizas. La tecnología que utiliza para la seguridad de la prisión, además de ser de alta gama, cuenta con magia casi inquebrantable, por lo que ningun Condenado que lo cruce ha logrado pasar del segundo piso sin ser capturado y encerrado. Eso es lo que les pasa a todos aquí, los encierran como ratas.

Pero una criatura que muera no va a la Tierra de los Condenados solamente porque sí. Cada condenado, o es muy cabrón y un elemento potencialmente peligroso y perfecto para su ejercito, o existe alguien con vida a quien Emmily obligará a sacrificarse por él.

Para mí, la segunda opción siempre es la peor.

Aminoro el paso conforme escucho sus respiraciones, lentas y tranquilas. Casi podía sentir su agotamiento, su derrota, y a juzgar por la hora que era, sé que había estado experimentado tanto dolor como para quedarse en silencio el resto del día.

Es lo que les hacen a los buenos aquí, los torturan y los utilizan para un malvado propósito. Te obligan a hacer daño y a destruir aquello que más te importa.

Sin embargo la gente de aquí, además de estar todos locos, están equivocados. Lo que te hace un condenado no es ser arrastrado al infierno de Emmily después de morir. No. La verdadera condena, es que exista alguien que pueda cambiar eso, alguien que dará su vida para que tu vuelvas, y con eso, ayudes a la destrucción de todo lo que conoces.

Miro a ambos lados para asegurarme de que no hay moros en la costa, y me coloco frente a la pequeña ventanilla de la puerta de piedra.

—Hola—digo, en voz baja—. No puedo hablar mucho pero...en pocos minutos el portal se abrirá de nuevo y...—trago con dificultad—. Te recuerdo que es nuestra única oportunidad, no sé por cuanto tiempo más te tendrán aquí antes de que los capturen a alguno de ellos—dejo salir el aire—. Sólo quiero saber si recuerdas el plan.

El pasillo permanece en completo silencio, sólo mi nerviosismo y mis manos temblorosas a mis costados. Me pongo de puntillas, dispuesta a acercarme a la ventanilla para mirar, cuando escucho su voz...

—¿Y Drew?—su voz era rasposa, de tanto haber gritado estos últimos días.

—Escapó—trago con dificultad.

—Bien...—escucho ruido del otro lado, como si tratara de ponerse de pie—. Todo listo, entonces.

—No habrá otra oportunidad...—digo—. Calculo que tendrás unos cinco minutos, si no es que menos.

—Podré hacerlo.

—Si algo sale mal, yo...

—Adelí—me corta—. Voy a estar bien.

Cierro los ojos con fuerza, y toco la fría piedra, sintiéndole del otro lado.

—Te voy a sacar de aquí...—digo su nombre—. Lo prometo.

Un sonido estremecedor me hace voltear a mi derecha, las rejas del pasillo en el que me encontraba se abrían lentamente, dandole paso a cuatro condenados, todos con sus trajes y armas de batalla colocados elegantemente. Pero mis ojos se fijaron en el sujeto que los encabezaba, su cabello desordenado negro con puntas castañas, y sus ojos de un azul cielo tan bonito que querías sumergirte en él...si no los portara un hijo de puta.

—¡Vaya, vaya, vaya!—canta, sujetándose su cinturón con sus manos asquerosas—. Estuvimos buscandote por horas.

—Ya me han encontrado—digo entre dientes—. ¿Qué es lo que quieres, Rooner?

—Un pajarito me ha contado, que vieron a Sarah y a Monique Cooper yendo hacia su casa.

—Ya, y supongo que ese pajarito ha sido un Vooker Condenado—esbozo una sonrisa falsa.

Rooner suelta una risita.

—Te lo diré por si no lo entendiste...—camina hacia mí—. Las vio...Vivas.

—Bueno, al menos tiene suerte...yo ya me harté de ver tanto muerto a diario.

—Emmily te asesinará por no acatar sus ordenes.

—Y hasta entonces tendré que seguir aguantandote—lo empujo con mi hombro al pasar a su lado, sin embargo, antes de que pueda dar un paso más, los tres condenados que lo acompañan sacan sus armas para apuntarme.

Retrocedo, con cuidado de no tocar al imbécil a mis espaldas.

—Emmily acabará contigo si me haces algo—le digo en tono de advertencia—. Además, no es que puedas hacerlo sin que te saque el corazón antes.

—Sé que Emmily tiene otros planes para ti, y que por lo tanto yo no puedo tocarle un pelo a la princesa Mathews.

—¿De verdad? Creo que has estado haciendo más que tocarme un pelo en los meses que llevo en este maldito infierno—me vuelvo hacia él—. ¿Ya se te acabaron los jueguitos de tortura? O es que te aburriste de escucharme gritar.

—Tal vez es un poco de lo segundo, lo cierto es que tus insultos están comenzando a aburrirme—hace un puchero.

—Estás de suerte, justo ahora se me estén ocurriendo montones de insultos para ti.

—Emmily llegara en un rato, y hasta entonces esperarás en el cuarto de aislamiento.

—¿Aislamiento?—me río—. Bueno, me alegra que al fin comprendas que puedo quemarte el culo si se me antoja.

—Es bueno que te haga gracia, Adelí. Porque en cuanto Emmily sepa lo que hiciste...o mejor dicho, lo que no hiciste, te dará el castigo de tu vida—se inlclina hacia mí.

—Por Dios Rooner, pero es que ni esforzándote haciendo ese tonito de engreído cabrón logras causar algo de miedo...que pena me das.

—¡Es todo, llevensela!—les grita—. Deberías dejar de hablar como si tu padre aún fuera el alcalde de Mellow Ville, te sientes poderosa cuando la realidad es...que no te queda absolutamente nada...

Muy bien cabrón, suficiente.

Me abalanzo sobre él, y clavo mi daga con fuerza cerca de su pecho, manteniéndola allí mientras lo escucho gritar del dolor.

—Supongo que tendrás que esperar a Emmily muerto—ladeo la cabeza, y con eso muevo en su interior la daga, hasta que escucho como la cuchilla le atraviesa el corazón.

Me alejan de él sujetándome de ambos brazos, entre los tres, reteniendome para que no vaya de nuevo contra Rooner, quien trata de levantarse del suelo, aún quejándose y mirándome con rabia. En pocos segundos caería muerto, y todos gozaríamos la gloria de no soportarlo durante el tiempo que tarde en revivir.

Le dirijo un guiño antes de girarme, siendo guiada por los dos guardias que me llevan, el otro se había apresurado en ayudar al cadáver del imbécil. Miro sobre mi hombro, y cuando está a punto de tocarlo, le prendo fuego a Rooner.

El condenado retrocede asustado, y me lanza una mirada fulminante mientras las rejas se cierran a mis espaldas.

Bien, eso lo mantendrá muerto un tiempo.

Me escoltan hacia el elevador como si fuera una criminal, las miradas de los condenados puestas en mí, llenas de ira y otros sentimientos que no me arrepiento de haberles provocado. Sonreí mientras los veía alejarse conforme subíamos a la última planta, la zona de aislamiento, cuartos de cristal a prueba de balas-y criaturas- en donde Emmily realiza sus experimentos, drogando a las criaturas y jugando con su mente, obligándolas a querer sacrificarse por algún condenado.

Nos acercamos al cuarto de control, la habitación en donde yacen todas las cámaras y se operan los accesos a cada cuarto y celda de la prisión. Y en donde justo ahora, uno de los condenados me soltó un momento para pedir que abrieran mi habitación. La música que eligieron hoy los vigilantes ni siquiera es digna para un asilo de ancianos, es decir, resulta incomodo incluso quedarse dormido de tan aburrida que está la canción.

—¿Para quien es?—dijo el vigilante, volviéndose hacia mí, me examinó por unos segundos, mientras giraba una de las llaves—. A ella llevenla a la última.

Casi me río, ¿La habitación más grande y exclusiva para las más peligrosas criaturas...para mí? Joder, que me siento honrada.

Ladee la cabeza para lograr ver detrás de la cabeza del vigía, la pequeña pantalla en donde se mostraba la lista de reproducción de música, y mis ojos dieron con una en especial.

—¡Espera un segundo!

Logré liberarme sólo de un brazo, y estirarme para alcanzar la pantalla.

—¡Oye!

—Un segundo...y ya—digo.

Para cuando me pusieron las manos encima, había logrado hacer lo que quería, y ahora "Don't Stop Me Now" de Queen, resonaba por los pasillos de la Zona de Aislamiento.

—¿Oyen eso?—cierro los ojos, soltando un suspiro—. Eso sí, es música, no como la mierda tortura oídos que pones todo el tiempo—me vuelvo hacia el vigía.

—¡A tu celda, ya!

Los sujetos vuelven a tirar de mí para sacarme del cuarto de control, pero es que yo no puedo estar más contenta. Incluso me siento cómoda conforme avanzamos por el pasillo, y miro a través de las paredes de cristal, a las demás almas que tienen encerradas en las malditas celdas. Y luego miro hacia el final del pasillo, la celda más grande y resguardada de todas.

Pero cuando estamos a pocos pasos de las puertas, me detengo, haciendo que los guardias casi se tropiecen.

—¿Qué haces? ¡Camina!—me grita uno, mientras toma mi brazo con más fuerza y vuelve a caminar, pero yo me quedó firme como una piedra, obligándolo a retroceder de nuevo—. ¡Obedece ahora...!

Pero antes de que termine, giro mi brazo junto con el suyo, a lo que se interrumpe soltando gritos de dolor. Le doy un golpe con su propio brazo y una patada en el pecho que lo hace caer al suelo.

—¡Ey!—el otro hombre trata de sujetarme, pero mientras se estira le doy un puñetazo en la nariz, y luego dos más. Lo estrello contra la pared, y  le clavo una de mis dagas en el corazón.

Escucho ruidos por detrás de mí, miro sobre mi hombro como el otro sujeto trata de levantarse mientras habla con sus labios pegados al comunicador.

—¡Tenemos a un alma sin efecto de droga del corazón, repito, tenemos a un alma...!

El pobre no alcanza a terminar de llorar cuando lanzo la misma daga que he usado antes directo a su corazón. Este suelta el comunicador y cae de rodillas al suelo, soltando gemidos entrecortados.

Pongo los ojos en blanco, acomodando las seis dagas dentro de mi chaqueta, moviendo la cabeza al ritmo de la canción que ahora dominaba mi cuerpo. Hasta que escuché otra cosa por encima de ésta, montones de pisadas corriendo por todo el lugar, el eco chocando contra las paredes del pasillo en el que me encuentro bailando justo ahora, de espaldas al montón de condenados que se ha quedado de piedra al verme.

Y venía mi parte favorita de la canción.

Esperé a que se escuchara el coro para girarme dando un salto, cantando la canción mientras ellos sólo se me quedaban mirando, o al menos eso hicieron al principio, ya que después sólo pude ver como se me abalanzaban en montones. Me reí de ellos antes de que el primero intentara ponerme la mano encima, se la tomé y doblé con fuerza para darle un rodillazo en la entrepierna, y con su propia arma le atravecé el pecho, lo arrojé contra otro que venía corriendo, para volverme justo a tiempo cuando otros dos se me acercaban con sus estacas en alto. Las esquivé y formé dos bolas de fuego con las que los golpeé desde la espalda, estos se estrellaron contra las paredes, gritando del dolor mientras la bola de fuego se introducía en su pecho quemando la piel a su paso, hasta atravesarlos completamente, con sus corazones ya hechos cenizas.

Bien, al menos un truco bueno me había enseñado mi...

—¡Ahhh!

Fruncí el ceño al escuchar ese grito de guerra, esquivé los golpes de un larguirucho que no dejaba de mirarme como si yo hubiese matado a su madre (Tal vez lo había hecho) mientras bajaba su estaca una y otra vez, tratando de darme. Yo no dejaba de retroceder en zigzag, arriba y abajo mientras me atacaba como un demente, hasta que alcé mi brazo para detener el suyo, y con mi mano libre le di un fuerte puñetazo en el estómago.

Saqué una daga rapidamente y se la clavé cuando trataba de recuperar el aire, y depués lo hice a un lado como otro asqueroso cadáver de condenado. Eran al menos otros quince condenados los que planeaban venir a por mí en el pasillo, con sus armas a la mano. Y yo, dispuesta a salir de la maldita área de aislamiento, les di lo que querían, me deshice de cada uno de los que estorbaban en mi camino hasta llegar al cuarto de control, en donde al verme, los guardias rápidamente fueron a por sus comunicadores, pero yo les lancé dos estacas que le había arrebatado a los otros guardias. Estas clavaron sus manos a la mesa. Luego entré lentamente al cuarto de control recargándome en las estacas a propósito para inclinarme y alcanzar el botón que abría las puertas.

Antes de salir, me giré hacia una de las cámaras, y me le quedé mirando, consciente de que Emmily estaba haciendo lo mismo a través de ella. Y luego, antes de salir por la puerta, le mostré mi amigable dedo corazón.

Me dirigí al comedor, en donde a todos los encarcelados que ingerían comida humana se les obligaba a comer, y digo obligaba, porque todos estaban tan desesperados por escapar, que algunos incluso habían intentado no comer para suicidarse.
Corrí hacia el comedor y me deslice en el suelo para abrir las puertas, riendo y con la música dominandome por completo. El cuarto de control del área de aislamiento controlaba la musica tanto de ahí, como de aquí en la cafetería.

El lugar estaba vacío, perfecto para cuando Emmily viniera a por mí a darme el castigo de mi vida.

Y está bien, porque es justo lo que quiero.

Me subí a la mesa que estaba en el centro, danzando y riendo como lo que era. Adelí Mathews, sin nadie que la controlara ni ninguna droga que la privara de sus recuerdos mas preciados. Bailé porque otro momento como este no volvería a pasar hasta dentro de mucho tiempo, y mientras lo hacía, me preparé de nuevo en cuerpo y mente, para lo que se iba a venir a continuación, y me recordé...quien era yo, y por qué hacía esto.

Las puertas se abrieron a mis espaldas, dejando entrar a montones de condenados, probablemente tres cuartos del ejercito de Emmily estaba aquí. Perfecto.

Me giré hacia ellos, viendo como se preparaban para venir a por mí. Casi los imaginé a todos encima, cadenas en mi cuerpo y unas esposas en mis manos, llevándome con su Salvadora.

Y lo siguiente que vieron mis ojos, fue fuego.

Les prendí fuego. A todos.

Di un salto hacia los que estaban más cerca de mí, tratando de ignorar el dolor que mis llamas les causaran para tratar de capturame, todo con tal de satisfacer a Emmily. Y eso sólo me enfurecía más, me hacía pelear con más fuerza y acabarlos más rápido. Hasta que no quedó ninguno en pie, que fue también el momento en que Emmily entró por la puerta.

Yo ya estaba sentada en una de las mesas, mirando las llamas flameantes del lugar.

—Bueno, pueden dejar de llorar todos...—digo—. Ha llegado su Salvadora.

Sin importarme casi nada ya, fui pisando a los cuerpos que se me atravesaban en mi camino, escuchando sus gritos de dolor mientras mis gloriosas llamas los consumían.

—¿Hace cuanto se te dio tu última dosis?

—No sé si lo hayas notado, pero no acostumbro a guardar fechas que son de algo que para nada me gusta—le escupo—. Pero tienes razón, creo que ver a Sarah hoy me...afectó un poco.

—¿Un poco?—mira a su alrededor—. Provocaste un desastre.

—¡Ya volverán!—pongo los ojos en blanco—. Y deberías acostumbrarte a eso, si piensas tenerme aquí por mucho más tiempo...—me río—. Y creeme que lo harás porque ni de coña...pienso ser parte de tus estúpidos sacrificios.

—¿Estúpidos?—aprieta los dientes—. La nueva era depende de cada alma que se sacrifique por un condenado.

—Sí, cuando no me golpean y obligan a que maltrate a otras personas, me torturan hablando acerca de tu jodido plan—ladeo la cabeza—. Y ellos lo saben...lo saben todo.

—¿Y tú fuiste quien se aseguró de eso, cierto?—me mira molesta—. Primero, Drew Carusso logra cruzar las puertas sin ser visto, y ahora...—da un paso al frente—. Uno de los prisioneros escapó—sonrío—. ¿Tú tienes algo que ver en esto?

—Bueno, la verdad es que últimamente no soy consciente de lo que hago, sí me entiendes—me encojo de hombros.

—Así como no lo fuiste hoy en esa cafetería, supongo.

—No, ahí sí que estaba conciente—le señalo—. Si no maté a Sarah, fue porque no quise—me inclino.

—Te di, una orden—hace una pausa entre las palabras, hablando entre dientes.

—Ese es problema tuyo, debiste saber que no me gusta que me den órdenes —camino hacia ella, apagando las llamas con cada paso—. De hecho, me cabrea bastante y...ya has visto lo que pasa después.

Emmily pasea la mirada por el lugar. Ella asiente, haciendo un mohín, pero después de que chasquea la lengua, su mirada se transforma completamente, y la oscuridad abrumadora emerge de su cuerpo, haciéndome retroceder mientras un escalofrío me recorre entera.

Esto era...esto era una de las cosas que podía causarle a los demás con su poder.

Emmily levanta sus manos, y la niebla sube del suelo, envuelve mis muñecas y me obliga a caer de rodillas, y pegar mis manos a mis costados, mientras trato de respirar a través del aire repleto de miedo.

—Espero que para la próxima, te lo pienses bien antes de desafiarme—espeta, con voz firme.

Río fríamente.

—Nadie me dice qué hacer—digo.

Después de darle otra mirada al lugar, esboza una sonrisa ladeada.

—Yo no estaría tan segura.

Las puertas se abren una vez más, y la imponente figura que las atraviesa para entrar al comedor me hace apretar los dientes con fuerza. Aunque sé que es inutil, no puedo evitar tratar de removerme al verlo caminar hacia mí, con ese andar tan presuntuoso y altitivo, como si con cada paso que diera, una persona hiciera una reverencia a sus pies.

Le sostengo su penetrante mirada, aquellos ojos que creí no volver a ver abiertos nunca más, la frialdad que sentía de ellos era igual de intensa a como lo recordaba.

Nunca olvidaría las lágrimas que derramé, por culpa de ese par de ojos sin alma.

—Oh, Adelí, Adelí...¿Cuando vas a entender?—habla, y su voz casi me hace desviar la mirada, pero la furia que sentía hacia él me lo impidió.

Ya no más. Decía en mi cabeza, una y otra vez. Ya no permitiré que me haga sentir de esta manera.

—¿Mi pequeño monstruo ha evolucionado estos años, cierto?—dice con fría.

Suelto una risa llena de frialdad, y bastante odio.

—Hola...—aprieto los puños—. Papá.

Continuará...

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Hola Criaturas!

Espero que estén todos bien❤ Cómo ven aquí está un capítulo más narrado por Adelí...¿Y su papá?

¿Qué les ha parecido este reencuentro?

Espero que les haya gustado. Ahora el clan Black tendrá muchos más problemas.

Nos leemos el martes con un nuevo capítulo. Cuidense mucho❤

Los ama. Johana❤

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