Capítulo 13: Preguntas que duelen, secretos que se deben ocultar

Sarah Cooper

Comencé a creer que todo se trataba de un sueño, otra pesadilla que la neblina negra me había provocado. Sin embargo, aunque tal vez sólo fuera porque yo necesitaba que esto fuera real, la vibra en mi cuerpo me gritaba que la persona frente a mí también lo era.

Aquel cabello imposible de imitar, una figura alta y esbelta, causa de envidia y miradas lascivas en la universidad. El rostro de la chica que podía arruinarte la vida con sólo desearlo.

—¿Adelí?—dije, con mi voz quebrada apenas audible.

Pero ella es como yo, ella puede escucharme.

Y lo hizo, pues aunque no contestó, su ceja se arqueó un poco, y de pronto me miraba con más interés, ¿O era curiosidad?

—Adelí—repeti, esta vez sintiendo la necesidad acumulándose junto al nudo en mi garganta—. De verdad eres tú.

Sin que lo piense dos veces, yo ya estoy caminando hacia ella, acercándome y finalmente tocando su brazo, para verificar que realmente está aquí, que todo esto no es otra pesadilla atormentandome.

Porque si lo fuera, no creo que pueda soportarlo, no tratándose de ella.

—¿En dónde estabas?—le pregunto, sintiendo la añoranza, las noches desesperadas juntando pistas acerca de su paradero. ¿Y todo este tiempo estuvo aquí, en Mellow Ville?—. Estuvimos buscándote, jamás nos detuvimos.

Ella ladea la cabeza, sus ojos verde esmeralda viajando de mi mano en su muñeca hacia mí repetidas veces.

Espero que sea porque está tan sorprendida de verme como yo.

—James estuvo a punto de convencernos de darte como desaparecida, ¡Pero aquí estás!—exclamo—. Pero...—frunzo el ceño—. ¿Por qué estás aquí?

Miro a mi alrededor, el fuego aún ardiendo en las paredes. Había olvidado a las dos personas atrapadas en alguna parte de la casa, aunque no había gritos, pues sus corazones no se escuchaban, pero sí podía oler su sangre.

Un momento...

—¿Tú estas causando este incendio?

—Ehh...—es lo único que dice, confundida.

Algo anda mal con ella, luce extrañada, como si no estuviera para nada cómoda con la situación. Tal vez porque la he atrapado a punto de quemar a un par de pueblerinos.

Pero en verdad espero que ese no sea el caso, y que esto no sea más que una confusión.

—Investigamos algunos casos, tratando de buscarte, pero nada nos ayudaba a encontrarte...—continuo hablando, ella sigue mirándome de esa forma extraña y que de alguna forma, altera la maraña de emociones que siento en este momento.

—Ahh...Sí...sí—dice, pero su tono de voz no logró convencerme en lo absoluto. Fruncí el ceño, sin poder apartar la vista de aquella mirada que me hacía sentir como si estuviera hablando con alguien más. Y aquella idea resultaba escalofriante.

Y entonces, sus ojos se posaron en algo detrás de mí

—¿Qué es eso?—preguntó, uniendo sus cejas.

Me vuelvo para mirar en la misma dirección, encontrando nada más que el suelo de madera sobre el que ambas estamos paradas.

—No hay nad...

Pero antes de que pueda terminar, su mano se enrosca en mi garganta y con la otra me empuja del estómago contra la pared. Su antebrazo se entierra por debajo de mi barbilla, manteniéndome pegada al fuego, que cosquillea debajo de mí quemando ligeramente, pero no lo suficiente para quejarme.

—¿Adelí, qué estás haciendo?—digo con la voz deteriorada por su agarre—. ¿Esta es una broma?

Sacude su brazo haciéndo que ahora sí que duela, y por ende suelte un grito adolorido. Después de tragar el nudo en mi garganta, observo sus ojos a punto de salirse de sus cuencas, mordaces.

—O eres muy idiota como para caer en esa estupidez, o...realmente confías en mí—se inclina hacia mí—. ¿Cómo?

—¿Cómo...qué?

—¿Cómo me conoces?—repite.

—¿De qué demonios estás hablando?—trago con fuerza—. Adelí dejate de estos estúpidos juegos de una vez.

—¿Cómo sabes mi nombre?—entrecierra los ojos—. ¿Por qué siento que te conozco?

—¿Conocerme?—suelto un gemido de dolor, llevando mis manos a su antebrazo—. Por supuesto que me conoces, tú...

Pero ya no puedo decir nada más, no cuando sus ojos me miran con tanto recelo y desconfianza, como nunca antes lo habían hecho.

Entonces, un pensamiento surge en mi cabeza, llenándolo todo de una sensación tan oscura como la neblina que hace poco había visto surgir de la nada.

—Espera un momento—digo, y esta vez no me es difícil por el dolor sino por lo que tengo que decir, algo por lo que estoy rezando en este momento que sea sólo una exageración—. Tú...—hago una pausa—. Tú...¿No sabes quien soy?

Ella frunce el ceño, mirándome con atención, y eso es suficiente para que sienta como todo se me viene encima. Y de pronto me dejo sostener por su brazo, mis manos ya no hacen fuerza en su muñeca, y no hay otra cosa que escuche además de mi corazón muerto quebrándose.

—¿Pero como es posible?—digo con un sollozo, aunque sin lágrimas que puedan liberar mis ojos—. ¿Alguien te hipnotizó? Si es así, te prometo que te ayudaremos.

—¿Quienes?—exige saber.

—Nosotros—inspiro—. James, Pryscilla, Scord...

Con cada nombre que digo, su ceño va haciendose cada vez más pronunciado, demostrando su estado de confusión.

Esto no puede estar pasando, tiene que ser una broma. Una de mal gusto y muy pesada.

Sin embargo, si esta fuera una broma de Adelí Mathews, ella ya estaría riéndose a carcajadas, pero no había ni un atisbo de diversión en su rostro.

—¿Quién eres tú?—dice, pronunciando con detalle cada palabra.

—Adelí por favor, soy yo—le digo, casi suplicandole—. Sarah.

Y al decir eso, sus ojos se ampliaron.

—¿Sarah?—susurró, casi como un respiro.

Y entonces me dejó caer, mientras retrocedía, moviendo su cabeza agachada de un lado a otro, llevando sus manos a ella para sujetarla.

—¿Adelí, estás bien?—trato de acercarme a ella, pero es como si algo estuviera atacándola, algo que yo no podía ver—. ¿Adelí?—volví a llamarla, estaba comenzando a asustarme.

—Sarah, Sarah, Sarah...—decía una y otra vez, mientras sus pies se tambaleaban y su cabello se sacudía con su cabeza.

—¡Adelí!

Y entonces se detuvo. Su pecho subía y bajaba con intensidad, y sus manos fueron cayendo lentamente a sus costados, al igual que su cabello mientras levantaba la cabeza, y sus ojos verdes, brillando con un sentimiento que no pude identificar, dieron con los míos.

—¿Sarah?—dijo, y esta vez, pude ver algo diferente en ella, o mejor dicho, algo familiar—. ¿De verdad eres tú?

—¿Me conoces?—fue como si mi corazón hubiese vuelto a latir—. ¡Me conoces!

—¿Cómo es que estás aquí?—mira a su alrededor—. ¿Qué demonios estoy haciendo yo aquí?

—¿Adelí?

—Un momento...—me mira de pies a cabeza y cuando regresó a mi rostro, el suyo se llenó de horror—. No, no, no, no...—niega con la cabeza—. No deberías estar aquí—dice, preocupada—. No puedes dejar que te vea, tienes que salir de aquí ahora.

—¿Qué está pasandote?

—¡Vete, ahora!

—¿Alguien te está haciendo daño?—insisto.

—No hay tiempo Sarah, tienes que irte antes de que llegue—se acerca a mí—. ¡Si te ve, te asesinará!

—¿Quién?—entonces, poco a poco, voy comprendiendolo—. ¿Hablas de Ella?

Adelí se había quedado de piedra.

—¿La has visto?—inquiere, sus ojos brillando con intensidad.

—Las desapariciones...—frunzo el ceño—. ¿Tú tuviste algo que ver?

—¡No!—pero enseguida, su expresión se llena de angustia—. Es decir...sí—me mira—. Sarah, sí—dice, atemorizada.

No puedo ignorar el hecho de que acaba de admitir que ella está implicada en las desapariciones, ni tampoco que conoce a ella. Sin embargo, tampoco puedo dejar pasar el momento en el que no tenía idea de quien era, o que ahora mismo parece bastante asustada y confundida, como si hubiera estado todo el rato dentro de un sueño.

Puede que sólo esté mintiendo, pero existe esa Sarah a la que muchos dirían que es estúpida, que sigue viendo lo bueno de las personas, lo bueno de Adelí Mathews. Y esa parte llena de esperanza, me pedía que recordara toda mi infancia junto a mi mejor amiga, cada mentira que le oí decir, cada broma y trampa, cada señal que me ayudara a averiguar si estaba siendo o no honesta.

Y al hacerle caso esa parte, entendí que no lo averiguaría sin escucharla antes.

—Tienes que advertirles a todos, Sarah—me toma de los brazos—. Tienes que decirles que ellos....ella volvió—cierra los ojos con fuerza.

—Adelí, ¿Qué está pasando?—le digo—. ¿Quién es ella?

—Yo...no puedo decírtelo...

—Adelí, por favor...

—No, es que literalmente no puedo—me corta—. Ella no me deja.

Me quedo anonadada, viendo el miedo en sus ojos, algo que sólo había visto pocas veces y hace muchos años, aquel sentimiento que sólo era capaz de causarle su padre, y eso cuando ella era una niña de trece años.

—Tienes que irte ahora.

—Ven conmigo.

—¡No, ella se dará cuenta y los matará!—exclama—. Escuchame Sarah, tienes que prometerme que no me seguirás.

—Yo...

—¡Prometelo, Sarah!—me sacude—. No son sólo nuestras vidas las que están en juego—me toma las manos—. Escucha esto...no es como lo que hemos pasado esto es malo, en serio muy malo...—vuelve a cerrar la boca, evidentemente le costaba hablar sobre esto—. Sarah creo que estamos jodidos, todos—suelta—. Así que prometemelo.

La miro boquiabierta, parpadeando sim parar, como si tratara de despertarme de un mal sueño. No podía procesar lo que decía, mi cabeza atormentada, sólo estaba recibiendo la información y acumulándola, pero nada tomaba sentido.

—De acuerdo...—jadeo—. Lo prometo.

Ella asiente repetidas veces con la cabeza, cuando las dos escuchamos un ruido en la casa. Adelí posa un dedo sobre sus labios, indicándome que no hable, mientras ella retrocede.

Entonces, aunque lo veo venir, me obligo a no hacer nada cuando ella me patea en el pecho, arrojandome contra la pared. Y para cuando caigo al suelo, una barrera de fuego nos separa a ella y a mí.

¡No, no, no!

Pero no puedo ponerme de pie, no cuando la escucho alejarse, y más pisadas en la casa.

Promete que no me seguirás.

Me recargo en la pared, y abrazo mis piernas. Ni siquiera pude encontrar a aquellos humanos, no sé por qué Adelí los tuvo aquí en primer lugar, o si realmente fue su idea. Pues o estoy enloqueciendo, o alguien parece estar...¿Controlandola?

Promete que no me seguirás.

Adelí, a quien estuve buscando por meses junto a Alex.

Cierro los ojos con fuerza, tragandome la rabia y la impotencia mientras llamo a Alex a gritos mentales. Sin poder hacer otra cosa mas que esperar a que el fuego se apague y me deje salir, confiando en una asesina, una asesina de la que ahora mismo estoy muy preocupada, y con la que además tengo una deuda por pagar.

Promete que no me seguirás.

¿Eso me serviría para pagar mi deuda? ¿Es eso lo que hace que tenga la necesidad de correr y sacarla de este lío? ¿O es que en verdad estoy preocupada por ella y tengo esperanzas?

Sea lo que sea, no podría descubrirlo, pues debía quedarme sentada, deseando llorar a mares, pensando en lo confuso que es todo lo que acaba de suceder.

Después de largos minutos de espera, en los que siento pesar por los dos cadáveres en la misma casa que yo, otras personas a las que no pude salvar hoy; escucho nuevos pasos dentro de la casa, y es el escalofrío en mi piel lo que me hace levantarme, justo cuando la cortina de fuego baja, dejándome ver a la persona que acaba de entrar.

—¡Sarah!

Alex corre en mi dirección, envolviéndome en sus brazos a los que yo me aferro con fuerza, mis ojos completamente abiertos imaginando la silueta de Adelí de pie en donde la vi hace un rato, mirándome confundida con sus ojos verdes. Mi mejor amiga, preguntándome mi nombre, sus ojos brillando al recordarlo. ¿Porque eso es lo qur había sucedido, no?

¿Qué mierda había sucedido?

—¿Estás bien?—intento escuchar en primer plano la voz de Alex, preocupada. Sus manos en mi rostro, tratando de que lo mire, como una niña asustada a la que tranquilizar—. ¿Sarah, qué sucede?

Un "No lo sé" habría sido la mejor respuesta, la verdad y nada más que la verdad. Pero yo tenía que decirle lo que había sucedido poco antes de que llegara, con quien había hablado.

—La encontré, Alex...o mejor dicho ella me encontró a mí.

—¿Encontraste a la salvadora?

—¿Qué? ¡No!—exclamo—. Que se joda la salvadora, ella es quien está causando todo esto, sé que fue eso lo que trataba de decirme...

—¿Quién?

—¡Adelí!—digo por fin—. Alex, la vi...estuvo aquí.

Sus ojos azules como zafiros se quedan fijos en los míos, y no tengo que entrar a su mente para poder ver todo lo que está viendo en este momento. Recuerdos de cabello rojo, sonrisas malvadas, conversaciones inolvidables, una confianza establecida y luego quebrantada...la muerte de su hermano.

—¿La encontraste?—veo como se sacude su manzana de Adán, su mandíbula tensa.

—Estaba aquí...—miro a mi alrededor, el fuego extendiéndose poco a poco—. Un momento...olí sangre humana, por eso vine aquí.

—Hablas de los dos cadáveres en la habitación, los vi al entrar—me dice—. ¿Fue Adelí quien lo hizo?

—Yo...sospecho que sí—en ese momento, miro la ventana a mis espaldas—. O tal vez alguien le pidió que lo hiciera—murmuro, antes de saltar fuera de la casa.

—¡Sarah, espera!

Le escucho pisandome los talones, y ambos estamos alejandonos de la casa cuando ésta estalla detrás de nosotros.

Me sobresalto con el estruendo, y me quedo inmovil un par de segundos antes de volverme bruscamente, viendo el fuego danzando, cubriendo la casa completamente y consumiéndola. Me cubro la boca con las manos, Adelí había causado esto, no había otra explicación, y había dos opciones: o esperó a que saliéramos para hacerla estallar, o tuvimos suerte de salir antes de que explotara.

Pero la Adelí que había visto hace un rato, tan confundida y fuera de sí, no me dejaba averiguar cual era la correcta.

El sonido de una ambulancia y las sirenas de la policía nos hacen a Alex y a mí retroceder.

—Tenemos que irnos—me toma de los hombros, y ambos corremos hacia unos arbustos para escondernos.

Vemos como las patrullas llegan  seguidas del camión de bomberos, quienes no batallan mucho en apagar el fuego. Después de eso doctores entran y salen de la casa con dos camillas cubiertas por una manta, las personas a las que había olfateado antes. La prensa ya estaba allí grabándolo todo, pero yo no pude seguir viendo, medio segundo después di la vuelta y me eché a correr.

—¡Adelí!—grité con fuerza, mirando hacia todas las direcciones, esperando ver su llamativo cabello o su silueta saltando entre los árboles—. ¡Adelí!

—¡Sarah, detente!—Alex llega a mí, y me detiene sujetándome de los brazos.

—¡La vi, Alex!—sollozo—. No fue ningún sueño, yo...te juro que la vi.

—Te creo, sabes que te creo—me acerca a él y yo me dejo refugiar por sus brazos. Su mano acariciando mi cabello con dulzura, mientras trato de recomponerme—. ¿Qué fue lo que te dijo?

Me separo un poco de él para poder mirarlo de frente.

—Ella dijo que...—trago con fuerza—. Que todos estamos jodidos.

•~•~•

Alex no me llevó a casa después de sacarme del bosque, sino de regreso al supermercado, en el que estaban las demás patrullas de la policía de Mellow Ville. Ambulancias con enfermeros acarreando cadáveres y consolando sobrevivientes.

Cuando una de las camillas pasó a mi lado, en mi mente se reprodujo de nuevo el momento en que la bala atravesaba el cráneo de la mujer ante Alex. La mujer ahora yace con la mirada pérdida y los labios entreabiertos, la herida visible en su cabeza.

Alex me rodeó con su brazo, dándome un apretón en el hombro para seguir avanzando entre la gente. Pero no nos dirigimos a ningún oficial, sino al Jeep negro estacionado como si nada junto a una de las patrullas, el chico recargado en la puerta del copiloto, con los brazos cruzados sobre su pecho y unas gafas negras ocultando sus ojos, sus converse negras sobre un charco de agua, reflejando su siniestra figura.

—Por tu cara, sé que ha pasado algo malo—dice cuando llegamos, ningún "¿Cómo están después de haber visto que un montón de gente se mataba entre sí?"

—Tenemos que hablar—digo—. En un lugar seguro.

—¿Malas noticias?

Me quedo en silencio.

James suspira—. Parece que Kenna tendrá que ordenar pizza.

Ninguno dice ni una palabra de camino a casa, Alex se va en el asiento trasero conmigo, abrazandome todo el rato mientras yo no puedo dejar de pensar en Adelí, imaginándola a mi lado en este momento, viendo su sonrisa macabra en el espejo retrovisor, y su silueta de pie entre los arboles por la ventana.

Las puertas de la entrada se abren ante nosotros para que crucemos, la recepción vacía y la sala de estar llena de todos los habitantes del hogar oyendo las noticias, el incendio en Mellow Ville y el asalto al supermercado. Incluso Tobías está aquí, inclinado sobre el sofá, concentrado en las imágenes del supermercado.

—No voy a preguntar por qué no trajeron las compras que pedi—dice Kenna, haciendo una mueca mientras mira la televisión. Pero agacha la cabeza cuando en ella se ven los cadáveres cubiertos por plástico negro.

—¿Estuvieron ahí cuando pasó?—pregunta Monique.

Me limito a asentir con la cabeza, y me abrazo a mí misma cuando veo la cabaña de madera reducida a trozos de madera y paredes grises.

—¿Qué fue lo que sucedió?

Me le quedo mirando, esperando alguna señal de James para saber si debo contestar o no.

—Sarah, mira.

Le hago caso a Alex, y vuelvo a prestar atención a las noticias, en las cuales anuncian una nueva desaparición.

—Es la recepcionista del hospital—digo, viendo la foto de la mujer que nos atendió esta mañana.

—Hace apenas unas horas que la vimos—dice—. No puedo creer que ya la hayan reportado como desaparecida.

—¿Para qué fueron al hospital tú y Alex en la mañana?—vuelve a preguntar Monique, pero antes de que pueda decir algo, James habla.

—Kenna, necesito que vayas a la biblioteca, tenemos que hablar.

—De acuerdo—dice esta, colocando las manos entrelazadas frente a ella mientras camina hacia nosotros.

—No—espeta Monique—. No harán esto otra vez.

—¿A qué te refieres?—arquea una ceja James.

—Es obvio que hay algo detrás de el incendio y el asalto, y ustedes saben qué es—se cruza de brazos—. Así como también sabían acerca de esas criaturas nuevas, mucho antes de que se nos aparecieran en la fiesta.

—No podíamos decirles nada hasta que estuviéramos seguros.

—No me vengas con esa mierda de que es cosa de lideres—le escupe Monque—. Vivimos todos juntos, ¿No es suficiente razón para que nos lo digas?

—Se supone que no nos guardamos secretos—le sigue Rihanna.

—Lo dice la chica que nos hizo prometerle que no entraríamos a su mente—Alex roda los ojos.

—Tengo mis razones, y no son de vida o muerte como lo que está pasando—replica.

—No sabemos lo que está pasando.

—Pero quieren descubrirlo—habla Monique de nuevo—. Y nosotros queremos ayudar.

—Lo que James trata de hacer es mantenernos a salvo a todos—le dice Kenna.

—Una vez nos dijiste que aunque algunas veces saber la verdad es peligroso, otras, la verdad es lo que te hace peligroso a ti—interviene Dalia, mirando a James.

—¿Cuando dijiste eso?—inquiere Alex.

—¿Eso no te lo enseñan en Inglaterra, verdad?—levanta las cejas.

—Lo que digo es que...es mejor estar en peligro y saber un poco de lo que pasa, que estar en peligro y no estar preparado para nada—sigue Dalia—. Sé que estás de acuerdo conmigo.

Miro a James a mi lado, que parece analizarlo todo a detalle, pero no se toma mucho tiempo antes de comenzar a hablar.

—El día en que Tsalia murió—dice—. Antes de que la matara...ella nos dijo algo.

—¿Qué cosa?—inquiere Monique.

Incluso Tobías estaba interesado, paseando la mirada entre cada uno de los que hablaban y prestando suma atención.

—Dijo que tal vez habíamos logrado engañarla esa vez, pero que no podríamos vencerla a ella.

¿Y con ella, te refieres a...?

—¿La salvadora?—continua Dalia—. ¿La persona misteriosa de la que hablaba el sujeto de la fiesta?

—Eso creemos, sí.

—¿Y por qué demonios no nos lo dijeron?—reclama Monique.

—Acababamos de salir de una guerra contra las brujas, no queríamos preocuparlos por algo que tal vez no era verdad—explico.

—¿Tú lo sabías?—me mira acusadoromente.

—Creímos que Tsalia lo había dicho sólo para que la mantuviéramos con vida, hasta hace poco lo relacionamos con esas cosas nuevas—dice Alex.

—No puedo creer que nos ocultaran algo así—habla Rihanna.

—No tienes derecho a quejarte.

La tensión es palpable en el ambiente, la discusión creciendo y a punto de convertirse en un desastre. Miro a James, quien ya está con sus ojos fijos en los míos.

Así que suelto la bomba de una vez:

—Adelí está en Mellow Ville.

Si antes Monique y Rihanna tenían muchas ganas de discutir, ahora eran las más calladas. Atónitas y con manos y labios temblorosos. Kenna estaba igual, pero a diferencia de las otras dos, en su expresión no había nada que tuviera que ver con odio o rencor.

Hasta Tobías se tensó en el sillón.

—¿Puedes repetirlo?—me pide Monique, pero por poco no le hice caso.

—Acabo de ver a Adelí, aquí en Mellow Ville—le digo, temiendo armar la tercera guerra mundial.

—¿Esa asesina, se atrevió a regresar?—Rihanna camina en mi dirección, y Alex se acerca más a mi lado.

—Otra promesa que no cumple—Monique suelta una risa seca—. ¿Cómo fue que te topaste con esa psicópata?

—Estaba en el incendio.

—Así que ella lo ocasionó.

—Eso...creo.

—¿Y en donde está ahora?

—Se fue...no pude ver a donde—trago con fuerza.

—Hay que buscarla, esta vez haremos que pague...

—Ry—la interrumpe Alex—. Antes escucha lo que tiene que decir.

Decir que Rihanna se molestó por aquello era poco. Miraba a su hermano llena de rabia y desconcierto, pude sentir la impotencia carcomiendole las venas cuando apretó los puños y se volvió hacia mí de nuevo.

—Diles, Sarah—me mira Alex.

Asiento una vez con la cabeza, preparándome mentalmente para hablar sobre eso.

—Ella...—respiro para tomar fuerzas—. Ella al principio no sabía quien era yo...no sabía quien era ninguno de nosotros.

—¿Cómo que no lo sabía?—inquiere Kenna.

—No lo sabía, no se acordaba de nosotros—le digo—. Pero cuando le dije como me llamaba, pareció acordarse de mí...entonces comenzó a actuar muy extraño.

—¿Extraño cómo?

—Le pregunté si ella tenía algo que ver con las desapariciones, y me dijo que sí...Le pedi que viniera conmigo, pero me dijo que si lo hacía, ella se daría cuenta y nos mataría a todos, después, me pidió que les advirtiera, que ella había regresado.

—Ella.

—Me dijo que no podía decirme lo que pasaba, que ella no la dejaba.

—¿Entonces Adelí trabaja con la salvadora?

—No creo que "Trabaje para ella"—le digo—. Actuaba tan extraño, como si algo estuviera controlándola.

—¿Estás segura de que no fingía?—inquiere Rihanna.

—Estaba muy asustada, nunca la había visto así—le aseguro.

—Podría ser una pista—habla James—. Alexander y tú irán a buscar a la recepcionista mañana, podría llevarnos a Adelí o a la salvadora.

—Un momento—lo detiene Rihanna—. ¿Estás diciendo que van a buscarla?

—Es lo más justo después de meses intentándolo.

—¿Meses?—exclama estupefacta.

—Encontrar a Adelí, podría llevarnos a encontrar a la persona detrás de todo esto—me apresuro a decirle.

—¿Y no te has puesto a pensar que esa persona podría ser ella misma?—da un paso hacia mí—. ¿Qué tal si es ella quien está ocasionando todo esto?

—Hay algo que no les dije, una chica que he visto dos veces ya. No he podido ver su rostro, pero hoy la vi de nuevo, y justo cuando apareció, aquella neblina negra salió del suelo del supermercado—les digo—. Creo que Adelí decía la verdad, sea quien sea, alguien debe estar usándola, debieron verla, lucía aterrada.

—Me importa un cárajo como estaba, yo no ayudaré en su búsqueda.

—Podría estar en problemas, y creo que de verdad se preocupa por lo que nos pase, por lo que está pasando.

—¡Asesinó a mi hermano!—exclama—. No harás que cambie de opinión, no vamos a ayudarte, ¿Cierto Monique?

Pero ésta no contesta. Monique ahora está mirándome sólo a mí, como debatiendo algo grande en su cabeza.

—¿Monique?—le llama Rihanna, frunciendo el ceño.

Me quedo mirando a mi prima, recibiendo sus miradas pensativas.

—Yo sí voy a ayudarte—dice finalmente.

—¿Qué?—exclama Rihanna, incrédula—. Creí que amabas a mi hermano.

—Y lo hago.

—¿Entonces por qué ayudas a encontrar a la persona que nos lo arrebató?

—¿No planeas matarla cuando la encuentres, o sí?—se adelanta a preguntar Kenna.

—Aunque es tentativo, no es por eso que quiero ayudarlos—se explica—. Sino porque sé que es lo que Zack haría, por que sin importar que sea un ser despiadado sin corazón y que no lo merezca, ella nos necesita...Y nosotros ayudamos a los que nos necesitan—dice—. Es lo que hacemos.

—Creo que ella tiene razón—habla por primera vez Tobías, sorprendiendonos a todos.

—Cierra la maltida boca, no estás incluido en la conversación —le escupe Rihanna, molesta.

El chico levanta las manos frente a su cara como señal de rendición y se encoge de hombros mientras suelta un suspiro.

—Sólo decía, que aunque haya hecho cosas malas en el pasado, puede ayudarlos a descubrir lo que está pasando ahora.

—Entonces está decidido, gracias Tobías—habla James—. Mañana Alexander y Sarah buscarán a la mujer, mientras nosotros investigamos sobre el paradero de Adelí, y relacionamos los acontecimientos con la salvadora.

—No puedo creer que diga esto pero...—suspira Monique—. Necesitamos a esa pelirroja.

—Tiene un punto—me cruzo de brazos—. Es la clave para saber lo que pasa, y quien es la salvadora.

—Entonces la buscaremos—concluye James—. Encontraremos a Adelí Mathews ya sea que necesite o no ser rescatada.

Continuará...

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Hola Criaturas!

Se que han pasado dos semanas:), una enorme disculpa por no haber publicado, con los finales de semestres he estado muy ocupada, pero ya se acercan las vacaciones y me dedicaré a escribir :)

Espero que les haya gustado este capitulo, ¿Les deja muchas dudas?

¿Qué pasa con Adelí?

Descubranlo más adelante.

Nos leemos el próximo sábado con más de Dark Souls

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