Capítulo 10: Las Pesadillas. Especial 1K (2 de 2)

Sarah Cooper

No vayas al bosque.

Esas eran las palabras. La voz de James Black haciendome lo que es capaz de hacer a cualquier ser existente: Atormentarlo.

Mi mente estaba tan revuelta, tan llena de adrenalina, miedo y tensión, que no era capaz de captar aquello como una orden o una amenaza, pero las palabras yacían inscritas en mi cabeza, parpadeando como un foco a punto de perder su luz, ya que lo único que estaba haciendo en vez de escucharlas, era alejarme, correr sin rumbo esquivando ramas y raíces aferradas al suelo.

Temía mirar hacia atrás y encontrarme con camionetas y humanos persiguiéndome, queriendo cazar a la extraña que había detenido un autobús.

¡Cómo pude ser tan descuidada!, pudieron habernos descubierto, nos expuse a todos con lo que hice. ¿Acaso no se me pudo ocurrir otra idea mejor que no involucrara usar nuestra fuerza o poderes?

Pero nadie nos vio, ningún humano se dio cuenta de lo que en realidad sucedió, ahora sólo vería en las noticias a aquellas personas describiendo lo sucedido como un milagro, o a la policía diciendo que se trataba de una simple falla del motor, para evitarse la molestia de investigar. Tomaría eso como ventaja, la ignorancia de algunos habitantes en Mellow Ville en cuanto al mundo sobrenatural que les rodea.

Además, no puedo arrepentirme de lo que hice sabiendo que todos los del autobús están a salvo. Pues, ¿Por qué malgastar todo nuestro poder, si podemos usarlo para ayudar a quienes nos necesitan?

Si no hubiéramos estado ahí, esas personas habrían muerto, si yo no hubiera detenido el autobús y Dalia no hubiera evitado que se cayera...

¡Mierda, Dalia!

Me detengo casi de golpe, afortunadamente ya me había alejado lo suficiente de la carretera y ahora no tenía que ir tan rápido, así que me acerqué a un árbol y me recargué en su tronco. Es cierto que los vampiros no nos cansamos, pero eso había sido como una dosis de pura adrenalina inyectada en mis venas, mis pulmones no dejan de pedirme aire, y siento que mi corazón ha regresado a la vida sólo para latir desenfrenado un millón de veces más.

Lo último que supe de Dalia, es que corrió a la dirección opuesta a la mía. Ahora mismo debe estar sola, asustada, y demasiado lejos como para tratar de comunicarme con ella mentalmente, pues a pesar de que Alex y yo hemos ensayado esto siguiendo los consejos que le dio Elízabeth, ninguno de los dos parece ser lo suficientemente fuerte aún.

Resignada, me tomo un momento para recuperarme, mientras repaso mentalmente lo que acaba de pasar.

Detuve un jodido autobús con las manos.

¡¿Cuando en mi vida de humana, se me hubiera ocurrido hacer semejante cosa?!

¡Y lo hice asombrosamente!

Claro que sin Dalia, todo hubiera acabado en desastre.

Con la sensación de tener una batería sobrecargada dentro de mí, saco mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y busco el numero de Alex. Pero mis dedos apenas van a pulsar en marcar cuando escucho una voz en el bosque.

Sarah...

Me vuelvo bruscamente, buscando a mi alrededor a la dueña de aquella voz, pero no había nadie aparte de mí.  Además, sé que ninguna persona tendría una voz como esa. Había sonado tenebrosa y escalofriante, como la de un fantasma, y considerando que me encuentro en un bosque lleno de criaturas sobrenaturales, no puedo simplemente descartar la idea.

Sarah...—oigo que alguien dice de nuevo, esta vez a mis espaldas.

Lentamente, me doy la vuelta para encarar a quien me llama, pero sólo encuentro más arboles verdes, rocas apiladas y raíces abrazadas a ellas, el bosque en su estado más puro. Aquella naturaleza que nadie debería destruir.

—Sarah...

Sin que mis pies me pidan permiso, doy un paso hacía la voz femenina, frunciendo el ceño y forzando toda mi vista vampírica para averiguar si hay alguien a lo lejos. Pero lo único que veo, es una niebla oscura emergiendo del suelo, acercándose en mi dirección.

En Mellow Ville, la neblina no es algo que extrañe a nadie, sin embargo, al prestar un poco más de atención puedo darme cuenta de que esa neblina no se parece a ninguna que yo haya visto antes. Esta es mas espesa, totalmente negra, y puede que sea mi imaginación, pero luce como si se estuviera comiendose lo que toca, cubriéndo el boque de oscuridad.

En mi cabeza surge una idea, una que me hace temblar tan solo de pensarla.

Por favor, que no sea lo que creo que es...

Un escalofrío me recorre los brazos, poniéndome los pelos de punta mientras observo a la neblina acercarse.

Corre...

Entonces oí esa voz de nuevo, sólo que esta vez no estaba llamandome, sino ordenándome.

¡Sarah, corre!

Una orden que no dudé en obedecer.

Apenas retrocedí fue como si la espesa masa negra hubiera reaccionado a mis movimientos, ya que ahora se movía más rápido.

Entonces corrí.

Un rugido siguió mis pasos, y mientras yo corría, la neblina también lo hacía, pasaba entre los árboles y sobre ellos. El bosque emitiendo sonidos siniestros que no debía emitir.

¡Sarah, Alex, Adelí! Los nombres de mis amigos siendo murmurados, escupidos y gritados por todo el bosque, taladrandome la cabeza al igual que la sensación de ser perseguida por la mismísima oscuridad. Hasta que un grito más potente y arturdidor que los otros me hizo caer de bruces al suelo, sosteniéndome apenas con mis manos mientras los gritos y las voces me perseguían, me gritaban y envolvían, encerrandome poco a poco en una esfera de oscuridad.

No sé en qué momento comencé a gritar yo también. Tal vez fue cuando las voces se volvieron tan fuertes que ya no pude sentir mis manos apretando mis oídos. O tal vez cuando sentí la niebla caer encima de mí, hasta que todo se volvió oscuro.

Entonces todo se detuvo.

Los gritos, la neblina, el dolor en mi cabeza. De pronto lo único que se escuchaba era mi acelerada respiración y mis jadeos descontrolados.

Cuando tengo la fuerza para levantar la cabeza, ahogo un grito angustiado al ver la oscuridad rodeándome completamente, el cielo sin nubes y los troncos viejos con una altura imposible de creer.

—No otra vez—susurro para mis adentros, mi voz haciendo un extraño y atemorizante eco.

Estaba soñando de nuevo. Estaba de nuevo en este extraño lugar.

Me pongo de pie sobre el suelo terroso, tan negro como todo lo que hay aquí.

Es lo único, que hay aquí.

Al mirar a mi alrededor, me topo de nuevo con tres sombras observándome, o al menos eso creo que hacen, pues sólo están de pie a lejos. Espero, quieta, para ver si hacen lo mismo que en mi sueño pasado, y sé que es así cuando comienzan a caminar en mi dirección, aumentando la velocidad con cada paso.

Entonces, sin que pueda evitarlo, corro en dirección contraria.

Volteo de vez en cuando, sólo para verlas más cerca de mí, corro entre la neblina oscura que cubre mis rodillas. Pero cuando me vuelvo de nuevo, las sombras ya no están. Y dejo de correr al ver ante mí una casa envuelta en llamas. Pero no cualquier casa.

Mi casa, mi antigua casa, envuelta en llamas.

Me sentí insignificante, una pequeña polilla ante una gigantesca y brillante lampara. Las llamas estaban consumiendo la madera, que caía hecha pedazos al suelo, y entonces, con los recuerdos martillando en mi cabeza, mis ojos viajan al único lugar sin brazas: Mi habitación.

Antes de que me de cuenta ya me encuentro abriendo la puerta principal, sin importar que el fuego me queme. Pero al entrar, me encuentro en mi sala, completamente intacta, sin humo, sin cenizas, sin fuego.

¡Ayuda!

Aquel grito es como una apuñalada a mi estómago, emitido por una voz que nunca olvidaría.

—¡Emmily!—y salgo disparada al segundo piso.

¡No, por favor, no!—seguía gritando, sufriendo.

Ella necesita mi ayuda, ella me necesita.

¡Ya voy Emmily!—grito como nunca, mientras me dirijo a la puerta de su habitación.

Ella seguía gritando mi nombre cuando abrí la puerta, encontrándome con el borde de un precipicio. No había habitación, ni suelo, la casa aún en llamas ahora era sostenida solamente por un pico de roca inmenso que llegaba hasta el fondo del precipicio, el cual no lograba ver. El otro lado del acantilado estaba a muchísimos metros de distancia, no había forma de llegar hasta allá.

Escucho movimiento a mi espalda, pero antes de que pueda voltear a ver de quien se trata, unas manos me empujan y mis pies dejan de tocar el suelo de la casa. Alcanzo a ver una capa negra, y una silueta sin rostro, antes de caer al vacío.

Alexander Pearson

Todo está mal. Mi cabeza está mal, mi mente está vacía porque sólo estoy yo en ella.

Cuando trato de encontrar aquello que me falta, aquella parte de mí que siempre me acompaña y me brinda otros sentimientos además de los míos; no hay nada.

No está ella.

—No puedo sentirla.

Las palabras habían salido tan rotas como me sentía yo en este momento. Desesperado, al borde de perder el juicio.

¿En dónde estás Sarah?

Traté de ver algo, traté con todas mis fuerzas de entrar a su mente y ver lo que sus ojos, pero cada vez que quise acceder, fue como chocar contra una pared de roca, oscura y fría.

—Okay Alex, calmate, Sarah no debe tardar mucho en llegar—mi hermana mayor sigue frente a mí, sus manos aferradas a mis hombros, como si fueran sus uñas encajadas en mi piel las que me mantuvieran en la realidad, y no perdido en mis pensamientos tortuosos, no delirando por la más importante preocupación de de mi larga lista, aquella que no me deja tranquilo.

—Algo está mal, Ry—trago con fuerza, aquella forma tan cariñosa en la que la había llamado fue sincera, preocupada y angustiada, necesitaba un plan. Tengo que encontrarla—. Algo anda mal con Sarah, puedo sentirlo.

—De acuerdo entonces...—ella mira a todas direcciones, pensando. Mi preocupación estaba empezando a consumirla también—. Tenemos que ir a buscarla, ¿Bien?

Asiento repetidas veces con la cabeza, aún tratando de entrar a la mente de Sarah, pero es como si me tuviese bloqueado, lo que empeoraba la situación ya que ella no tenía ninguna razón para bloquearme. No habíamos discutido recientemente, es decir sí, se molestó por las cosas que dije en la junta pero nada que fuera a mayores.

Ella no me bloquearía, algo tuvo que haber pasado.

Si no puedo saber donde está ahora, al menos puedo saber en donde estuvo.

—De acuerdo escuchame Dalia—Me acerco a ella y con cuidado la tomo de los hombros—. Necesito que me enseñes en donde viste a Sarah por ultima vez, ya sabes, como lo practicamos—le digo con voz suave—. Todo va a estar bien, Sarah está bien, tú la conoces...La encontraré y la traeré a casa

—De acuerdo yo...yo te voy enseñar—cierra los ojos.

Accedo a su mente fácilmente, sintiendo el familiar escalofrío de estar dentro de la mente de alguien más, no porque fuera algo que pasara al hacerlo, sino porque el hecho de que esto se me diera cada vez con mas facilidad, me asustaba.

Veo la parte trasera del camión levantandose del suelo, el camión girando y luego deteniéndose para ser acomodado en su lugar. «Corre», la voz de Sarah en cada rincón, el grito y la desesperacion, la adrenalina dominando su cuerpo mientras corría por el bosque a toda velocidad, sin pensar en lo que había sucedido hasta que cruzó la puerta de la casa y se estrelló con la realidad.

—Muy bien—le digo a Dalia, y retrocedo manteniendo en mi cabeza la imagen que necesito—. Yo iré a buscarla.

—¿Crees que sea adecuado?—escucho que dice Scord—. Dalia recién acaba de llegar, Sarah no debe tardar mucho ya, y si ella está bien y tú sales en su búsqueda...podrías correr riesgo de que algo te suceda.

—Scord tiene razón, no es seguro andar vagando por el bosque. No con esas cosas ahí afuera—dice Kenna.

Cosas. El sobrenombre que le habían puesto a las nuevas criaturas. Cosas, que pueden correr rápido. Cosas, con fuerza sobrenatural. Cosas, que al parecer no pueden morir.

¿Cómo matas algo que no se puede morir? ¿Cómo matas algo que no tienes ninguna idea de lo que es?

Mis reflejos me advierten de la cercanía de Kenna y cómo esta me arranca uno de mis cabellos con facilidad. Si no fuera por la confianza que nos tenemos entre nosotros, mi mecanismo de defensa se habría activado por su pequeño atrevimiento.

—¿Qué haces?—le pregunto, aunque cuando la veo acercarse a una mesa y quitar los libros de encima para colocar el cabello justo en el centro, me queda todo claro.

—Haré un hechizo de localización, irán directo hacia Sarah...

No hubo un silencio tan profundo hasta que sonó el teléfono de James. Las miradas de todos fueron directo hacia el aparato, pero James me miró sólo a mí, su ceño fruncido, el enojo comenzando a surgir dentro de él.

La llamada.

De un segundo a otro, el teléfono aparece en la mano de James y este contesta rápidamente. Todos escuchamos con atención.

—Black—habla James secamente.

James, mis Vookers encontraron a Sarah en el bosque inconsciente—dice la voz de Liar.

¿Inconsciente?

Sé qu James también piensa lo mismo, ya que no deja de mirarme extrañado.

Ella está ahora en mi guarida.

Gracias a Dios.

Cierro los ojos, soltando el aire contenido en mis pulmones.

—Te lo agradezco Liar, Alex y Rihanna irán por ella ahora.

Bien, les avisaré a los chicos que vienen los de tu clan—y con eso terminan la llamada.

Soltando un suspiro, James baja el teléfono a su costado para luego acariciarse la sien.

No había pasado nada que fuera del otro mundo, pues una vez más, el sabio James Black resultaba ser eso; un sabio que siempre tenía la razón. Incluso cuando se trataba de la desgracia de tus amigos.

—Creo que el hechizo ya no será necesario—Kenna frota mi cabello entre sus dedos y lo convierte en polvo, recargándose en la mesa, notablemente fatigada.

—Vamos por Sarah—le digo a Rihanna, y esta asiente una vez con la cabeza antes de seguirme.

—Te enviaré un texto cuando vuelva.

Me giro de golpe hacia ella, haciendo que deje de caminar.

Ella y Tobías se enviarían textos cuando regresara a casa, y quien sabe si mientras salíamos en busca de Sarah también lo harían. Textos, con contenido que yo desconocía, contenido que podría ser explícito, en cualquier sentido.

—De acuerdo, tú—señalo a Tobías—. Vendrás con nosotros también.

—¿Te tragaste una copa de vamperus o qué?—dice Rihanna, incrédula.

—Él dijo que quería ayudar.

—Ya oíste a Scord, el bosque es peligroso, ¿Qué tan peligroso crees que es para un humano?, si nos topamos con esas cosas y ven a Tobías, lo asesinarán.

Miro por encima de su cabeza, al chico que de igual forma, me observa inquisitivo. Luego vuelvo a mirar a Rihanna.

—Yo no veo el problema.

—Creí que protegíamos a los humanos.

—Y eso hacemos, no lo enviaremos al bosque como a caperucita roja, seremos como los tres cerditos—le digo—. Trabajando juntos y venciendo a cualquier lobo de una manera aterradora. Sólo que no tenemos tiempo para construir ninguna casa.

—Pero...

—Iré—le corta Tobías—. Alex tiene razón, Rihanna. Ayer Sarah trató de arreglar las cosas, si quiero ganarme una oportunidad de volver a tenerla como amiga esta es la forma de demostrárselo.

—Lo que él dice—lo señalo—. Además, es la única forma en que puedo tenerlos vigilados...En la que puedo vigilarte a ti, más que nada—sigo señalandolo—. Así que vayamos por mi novia de una vez.

Estoy a punto de salir de la casa, pero al ver a Tobías acercarse a Rihanna, regreso por ella y la rodeo con mi brazo para sacarla, ella se niega y se remueve para liberarse, pero aun así procuro mirarlos constantemente para ver lo que hacen. Si se miran, que tan cerca están, o si se tocan.

Rodeo un abeto y aparto una rama para que pase Rihanna, y la suelto justo cuando Tobías está a punto de pasar, y con todo la intención del mundo, me río cuando lo oigo quejarse del golpe.

—-¿Estás seguro de que es buena idea que Tobías venga con nosotros?—dice Rihanna, quebrando el silencio mantenido desde que salimos de la mansión.

—¿Lo preguntas ahora Ry, a un kilómetro de casa?—la miro por encima de mi hombro, sobretodo para ver su reacción por haberla llamado de nuevo por su sobrenombre, ya que las cosas aún están tensas entre nosotros.

Ella me mira molesta, o como yo la llamaría, la mirada por la que sé que Rihanna Pearson podría ser perfectamente una homicida.

—Te lo dije cuando estábamos allá—me gruñe.

Y yo sería al primero que asesinara.

—Por lo menos debimos avisarle a Liar que un humano va con nosotros, los demás Vookers lo verán como una amenaza.

—Sí, sí, lo sé—pongo los ojos en blanco—. Y podrán secuestrarlo sin que nos demos cuenta, o envenenarlo o matarlo...—cada palabra hace mi sonrisa más grande—. Estoy ansioso de que lleguemos.

Sé que he irritado a Rihanna, pero no puedo decir lo mismo de Tobías. Este no se ve asustado o preocupado, ni siquiera con lo que acabo de decir, y sé que me escuchó perfectamente, él sólo mira todo a su alrededor, con las manos en sus bolsillos.

—¿No vienes mucho por aquí?

—¿Ehh?—se vuelve hacia mí, un tanto desconcertado. No puedo culparlo, en parte no sé porqué estoy hablándole directamente.

—Al bosque, ¿No vienes seguido?—vuelvo a preguntarle.

Ya no lleva la capucha de su sudadera puesta, su cabello color chocolate se mueve con la brisa, me sentí en cierto punto algo desconcertado. No es que sea envidioso, pero estoy seguro de que antes no se veía tan bien, es decir, cualquiera se ve bien cuando se arregla, pero a leguas se nota que Tobías fue a mi casa tal y como se despertó. Y aún así, luce genial, como el chico serio y misterioso de una película para adolescentes.

¿Esto es lo que pasa cuando te quedas en casa todo el día y sin amigos?

—He vivido aquí desde que nací, pero nunca vine tan profundo, y ahora que sé que hay criaturas que pueden matarme, o comerme...—noto que hace una pausa, así que lo miro por un momento, viendo como la tristeza se apodera de su rostro—. Fue por eso que vine una vez...—veo como se mueve su manzana de Adán—. No funcionó.

A su lado, Rihanna se tensa. Mira a su derecha, sobando su brazo como si le dieran escalofríos.

—¿Qué?—digo, imaginando a Tobías caminando solo en el bosque, a un Vooker en forma de tigre pasando casualmente por ahí y....—¿Y por qué?...—aclaro la garganta, tratando de deshacerme de mis pensamientos morbosos.

Tobías deja de caminar, y yo me vuelvo hacia él. Está totalmente serio, y sus labios tiemblan queriendo decir algo. Algo que por fin, voy a escuchar.

—Cuando Robert me buscó para trabajar con Adelí en el secuestro de Monique, y me dijo que yo tenía que secuestrar a Sarah—cierra los ojos con fuerza—. Yo creí que hacía lo correcto, que de esa forma ellas no serían parte de todo esto y así no estarían en peligro, yo no sabía que en realidad...él quería matarlas...

«Cuando Monique murió, no sentí que mereciera estar con ustedes, temía joderlo todo de nuevo, así que huí. Pero me sentí terrible por abandonarla , y cuando me enteré de la muerte de Sarah yo...quedé devastado. Traté de seguir, estuve meses sin salir de mi casa, sin hablar con nadie, yo ya no tenía sentido. Así que un día salí al bosque, con la esperanza de que alguna criatura me encontrara y me asesinara»

—¿Así que viniste al bosque...para suicidarte?—debo admitir, que aunque Tobías no me agrade para nada, su confesión me dejó estupefacto. Claro que él no debe saberlo—. ¿No te llamó la atención otra de las mil formas mundanas de suicidarse? ¿Pastillas, cortarte las venas, ahogarte en la bañera...?

—Todo lo hice por mi odio hacia las criaturas como tú, lo justo es que muriera en manos de ellas—espeta—. Aunque no me mataron, sí encontré monstruos ese día...Ustedes los llaman oscuros...

«Yo iba caminando cuando un tipo, un vampiro, apareció diciéndome que me fuera, que no era seguro. Luego de eso se fue corriendo, escuché gritos y motores de coches, así que seguí caminando para ver lo que pasaba, y me escondí.

Ellos se estaban llevando a los vampiros, los esposaban y los forzaban a meterse en camionetas. Supe que la mejor opción que tenía en ese momento era que me mataran por fisgón, pero antes de que saliera de mi escondite...la vi»

¿A Sarah?

No quise preguntar otra cosa, pues si vio a Sarah ese día, significaba que ella todavía era una oscura.

—Debió ser...duro para ti—las palabras salen de mí sin poder evitarlo, compasivas. Comprensivas.

—Lo fue—dice—. Meses creyendo que estaba muerta y que además era culpa mía—agacha la cabeza—. Noté enseguida que algo andaba mal, la manera en que les gritaba a los vampiros, esa no era Sarah...

«Planeaba ir con ustedes, averiguar lo que estaba pasando, creí que ustedes tal vez estaban buscándola, pero uno de los oscuros me encontró y me llevó hasta ella..

Me dijo cosas horribles, cosas que Sarah nunca diría, y me llevaron con Tsalia. Supe que podía hacer que me mataran, que era mi oportunidad, pero no podía morir sabiendo que Sarah...no era Sarah, así que le ofrecí mi lealtad a Tsalia, y ella me puso a trabajar en el club, a cuidar a la bruja Sarina.

No podía hablar con nadie acerca de mis verdaderas intenciones, ni siquiera con Sarina, de ninguna forma, pues los oscuros estaban en todas partes. Ninguno de los dos podía salir del club sin la ayuda de un oscuro, nadie que trabajara para Tsalia podía hacerlo.

Pasaron semanas en las que vigilé a Sarah, y luego me enteré de que ella se fue con la misión de quitarte la humanidad. Así qué estuve buscando la manera de salir para avisarles...Hasta que ustedes vinieron. Yo traté de ayudarlos, distraer a los guardias, pero uno de ellos descubrió mis intenciones, me acusó de traición y como castigo, iban a asesinarme».

—Pero te obligaron a que les dijeras en dónde estabamos—digo, recordando su rostro lleno de terror, su mano señalándonos en la pista de baile.

—Me amenazaron con hacer estallar todo el lugar con los civiles y criaturas inocentes si no lo hacía—dice—. Yo sabía que ustedes no querrían eso, y yo tampoco, así que no me quedó otra opción.

—Entonces, dices que todo este tiempo estuve creyendo que tenías una vida miserable, lo cual fue así, pues tú lo acabas de admitir—me encojo de hombros—. Pero en realidad estuviste como infiltrado de Tsalia Morengei para tratar de ayudarnos y cuidar a Sarah.

—Tal vez no lo entiendas o no me creas pero...

—Lo único que entiendo Tobías...—le corto, caminando hacia él—. Es que esa noche no sólo rescatamos a Sarina, sino que a ti también.

Sus ojos rojos por las lágrimas contenidas me miran por unos segundos, luego asiente una vez con la cabeza, parpadeando para no romper a llorar.

—Tal vez trate de odiarte un poco menos desde ahora—meto las manos en mis bolsillos.

—¿Tal vez?—me mira con ojos entornados.

—Desde que Sarah volvió a ser...ella—le digo—. Ella está tratando de resolver las cosas, y eso te incluye a ti—Y a Adelí Mathews, su antigua mejor amiga—. Así que trataré de tolerar tu existencia, por Sarah.

—Wow, eso es realmente...gracias—me mira con cara de pocos amigos—. De verdad la amas.

¿Amas a Sarah?

Después de que la maldición que nos ataba de por vida, aun cuando fuera contra nuestra voluntad, se rompiera. No dejé de hacerme esa pregunta, recordando todo lo que había pasado en los anteriores meses. Las pesadillas, Carter Blake, la muerte de Eric, la manera en que trataba de que mis amigos se mataran entre sí, sus trucos y sus engaños.

¿Cómo es que puedes amar a una persona que le ha hecho tanto daño a las personas que amas y a ti?

Si amas a alguien, lo que quieres es protegerlo contra todo aquel que lo amenace.

Pero yo lastimé a la persona que más amo en este mundo. De hecho, traté de matarla.

Y jamás voy a perdonarme por eso.

Pero la razón por la que sé que lo que siento por ella es puro y verdadero, es porque pesar de todo eso, a pesar de que ya no estamos encadenados...Yo sigo amándola como loco, queriendo enseñarle el mundo entero, pasar la eternidad a su lado y demostrarle que nunca más volveré a lastimarla de ninguna forma.

Ya le había fallado antes, no lo volveré a hacer.

—Bueno...—aclaro la garganta, continuando con nuestro camino hacia la guarida—. ¿Ya van a contarme?

—¿Contarte qué?—escucho decir a Rihanna con fastidio.

—¿Cómo es que pasó...eso?—los señalo a ambos.

—Ya te dije que no estamos saliendo.

—No me refería a eso—Aunque en parte sí—. Lo que quiero saber es cómo es que dejaron de discutir e insultarse y comenzaron a hablar como personas civilizadas—le digo—. La última vez que te vi, Kenna se ofreció a llevarte a tu casa después de que su novio muriera por culpa tuya—lo miro de pies a cabeza—. Sinceramente, creí que estabas muerto.

—Por si no lo recuerdas, Adelí prometió que se aseguraría de que el sacrificio de Eric no fuera en vano, y que se aseguraría de que viviera hasta el ultimo día de mi vida—dice el chico—. Kenna sólo mantiene su promesa. Como ya te dije quise redimir mis errores, así que me enseñó más acerca del mundo de las criaturas.

—Entonces Kenna te perdonó—hago un mohín—. Eso es bueno supongo, nadie quiere que una bruja suprema lo odie.

Veo que Tobías agacha la cabeza, mirándome serio.

—No lo hizo—murmura.

Frunzo el ceño y doy un paso hacia él cuando Rihanna se interpone entre nosotros.

—¿Qué esa no es la guarida de Liar?

Me giro hacia la dirección que apunta, divisando a lo lejos la cascada y el arrollo cubierto de lianas y flores.

Para llegar a la guarida, había que subir por la cascada, pues encima se encontraba la aldea secreta de los Vookers. Estaba encantada para que cualquier humano que pasara por aquí y quisiera subir la cascada, automáticamente llegara a otro lago en una parte diferente del bosque.
Ningún humano ha pisado las Tierras de los Vookers, al menos no uno que no sea invitado por ellos.

Nos detenemos a la orilla del río junto a la cascada, las gotas del lago cristalino me salpican en la ropa, mientras analizo profundamente en busca de Sirenas.

Después de lo que Tobías me contó, creo que si muere, debe ser por un accidente y no por algo que yo ya espere que le suceda.

—Es seguro—les informo.

—Bien, ¿Y cómo llegaremos ahí arriba?—pregunta Tobías—. ¿Alguno me cargará en su espalda o...?

—Alguien ha visto muchas películas de vampiros y ahora tiene fantasías—digo burlón.

—Dejen de bromear—nos advierte Rihanna y emprende camino hacia la cascada.

—Un momento, ¿En serio vamos a pasar por ahí?

—¿Le tienes miedo al agua?—lo miro de reojo.

Él roda los ojos y nos sigue de mala gana. Voy detrás de Rihanna cuando la veo desaparecer entre la cortina de agua, le hago un ademán a Tobías para que me siga pero termino jalándolo del brazo para que finalmente cruce conmigo.

Tobías se detiene en seco, examinando su cabello y sus ropas perfectamente secas.

—¿Cómo es que...?

—Guarida mágica, cascada mágica—señalo.

Sigo a Rihanna a través de las escaleras de piedra, que aunque permiten el acceso de la luz natural del bosque, gracias al característico clima nublado de Mellow Ville, la cueva sigue pareciendo tenebrosa con sus paredes de piedra con musgo y palo de rosa.

—Nunca dejaré de decirlo...—miro a mi alrededor—. El bosque de Mellow Ville es extraño.

—Y yo lo diré...Tienes razón—habla Rihanna.

Subimos las escaleras, emergiendo del lago en la cima de la cascada. Encima de nosotros el cielo fue reemplazado por las hojas verdes de las copas de los gigantescos árboles. Maravillosos puentes colgantes a lo alto elaborados con ramas y cubiertos de flores, van de un lado a otro, cruzando el río, de un árbol a otro, subiendo y bajando.

La aldea de los Vookers.

Casas del árbol en todas partes, decoradas con flores y grafities artísticos. Pero no eran de aquellas casitas del árbol que haces de niño, estas eran casas de verdad, modernas y con madera perfectamente tallada, mosaico de rocas extrañas y ventanales. Lamparas encerradas en esferas de cristal cuelgan de los árboles, iluminándolo todo.

—Esto es increíble—murmuro, mirándolo todo con asombro.

Un par de ardillas pasaron junto a mis pies, persiguiendose la una a la otra, escalando un árbol, luego una de ellas se abalanzó sobre la otra y ambos cayeron frente a una de las casa convertidos en un chico y una chica. Los dos estaban riendo, y luego la chica se inclinó para besarlo.

Dejé de prestarles atención cuando me di cuenta de que nosotros nos habíamos vuelto en el centro de atención de ellos. Ninguno se metió a sus casas o se transformó en lobos salvajes, pero sí nos miraban de vez en cuando, supongo que aún estamos acostumbrandonos a convivir entre nosotros.

O están planeando una broma de bienvenida.

—¿Alexander Pearson?

Me vuelvo hacia un par de chicas, una de cabello color lila, una Vooker nivel 2; y la otra chica, Kiiara, de rosa fluorescente, Vooker nivel 9. Ambas se acercan a nosotros, sus pies salpicando en la delgada capa de agua. La de cabello rosa nos examina de pies a cabeza, con semblante serio y seguro.

—Soy yo—le digo—. Somos del clan Black.

—Se nota—arquea una ceja, y sus ojos dorado con negro se centran en el humano a mis espaldas—. ¿Él también es de su clan?

—No, yo no...

—Es nuestro amigo, espero que no les moleste que lo hayamos traído—lo interrumpo.

—Entonces supongo que también es nuestro amigo—ladea la cabeza—. Vienen por Sarah Cooper, acompañenme.

Las seguimos a través del río, la superficie rocosa cubierta por una pequeña capa de agua que corre hacia la cascada. Llegamos al final de la aldea, en donde está la más grande de las casas, y la más lujosa, con paredes de cristal cubierto por ramas hechas de piedra color negro. Subimos las escaleras y cruzamos la entrada, que se trata de otra cortina de agua cayendo al río debajo de la casa.

—¡Hermano, ya llegaron!

Nos dirigimos a la sala, en donde ambas echan en el sofá.

—¡Ahora voy!—escucho a una voz acercándose.

Segundos después Liar aparece por un pequeño pasillo con su brillamte cabello amarillo neón despeinado.

—Alexander, Rihanna y...—arquea una ceja, mirando al humano.

—Oh, este es Tobías—se apresura a decir Rihanna.

—Bien—chasquea la lengua—. Sarah está por aquí.

—¿Ella aún no despierta?

Liar no contesta y sólo nos hace un ademán para que lo sigamos a través del pasillo.

Lo sigo al borde de la preocupación hasta una de las habitaciones, mientras abre, apenas veo el rostro de Sarah yo abro la puerta de golpe y me acerco a ella.

—¿Sarah?—murmuro, tocando sus mejillas.

Estaba acostada en la cama, respiraba agitadamente y sus labios se movían cada tanto, como si estuviera hablando en sueños.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Mis hombres oyeron gritos en el bosque y fueron a ver lo que pasaba, pero cuando la encontraron ella estaba desmayada en el suelo, no había nadie más.

—Gracias—digo con voz débil, asintiendo con la cabeza mientras vuelvo a mirar a Sarah.

La he visto dormida cientos de veces, ella no está sólo durmiendo ahora, se ve intranquila y preocupada, el ceño fruncido y sus ojos moviéndose a través de sus párpados...

—Está teniendo una pesadilla—les digo.

—¿Cómo es que se desmayó?—pregunta Rihanna—. ¿Crees que una de esas cosas la haya encontrado sola en el bosque?

—Espero que no—trago con fuerza—. Si alguien la hirió, lo asesinaré.

—Oigan...—interviene Tobías, mirando a Sarah algo asustado—. ¿Eso es normal?

Entonces supe a lo que se refería. De las manos de Sarah, comenzaron a salir pequeñas escarchas de hielo, y la colcha de la cama empezó a congelarse lentamente.

—Está pasando de nuevo—murmuro—. Sarah, Sarah despierta—tomo su rostro entre mis manos—. ¡Sarah tienes que despertar, por favor despierta!

—¿Qué está pasando?—Tobías retrocede junto con Rihanna.

Un pedazo de la habitación ya estaba cubierto por una capa de hielo, congelando las cosas sobre ella, el pequeño sillón, el escritorio...

—¡Alex haz algo!

—¡Eso intento!—sacudo a Sarah, pero sigue sin reaccionar, murmurando cosas sin sentido—. ¡Sarah despierta!—grito con fuerza.

Salto fuera de la cama cuando ella se levanta gritando a todo pulmón. Retorciéndose entre las sabanas y respirando agitadamente.

—¡Sarah!—la envuelvo en mis brazos, manteniéndola quieta y sujetándola mientras su pecho sube y baja descontroladamente.

—¡Me empujó yo...estaba cayendo....!—solloza, su voz temblorosa al igual su todo su cuerpo—. No dejaba de caer.

—Fue sólo una pesadilla Sarah, ya estás bien, yo estoy aquí.

Me fijo para ver el hielo, que ha dejado de expandirse.

Sarah se aferra a mis brazos con fuerza, enterrando su rostro en mi pecho. Yo acaricio su pelo, viendo a Rihanna y a Tobías que no dejan de mirarla con la preocupación plasmada en sus rostros.

—Estoy aquí Sarah—murmuro, depositando un beso sobre su pelo—. Todos estamos aquí.

Continuará...

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Hola Criaturas!

Aquí está el otro capítulo, espero que les haya gustado.

Cada vez descubrimos más acerca de Tobías, pero...¿Será que él y Rihanna ocultan algo más?

¿Veremos a Tobías y a Alex llevándose bien algún día?

No olviden dejar sus comentarios, me encanta leerlos:)

Hasta el próximo sábado. Los quiero ❤

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