|CAPÍTULO 1|

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Fruncí el ceño al observar el vestido que se encontraba sobre mi cama; tan negro como la noche, pero tan llamativo como alguna vez lo fueron los atuendos de la mismísima Marilyn Monroe.

Quizás la idea de mi madre de hacer notar ante la gente de alta alcurnia que aún guarda un dolor inmenso por la muerte de mi hermana mayor, realmente estaba dando sus frutos.

Si yo no supiera el gran aborrecimiento que le tenía por ser una hija ilegítima de mi padre, creo que también le creería su perfecta actuación.

Pero ante los ojos de todos y del mismo sacerdote quien nos recibía en la iglesia en misa los domingos, éramos "La familia intachable" del pueblo.

Mi vista se nublo al ver aquella pequeña imagen tamaño carnet, que se encuentra pegada en el marco del espejo de mi habitación.

Joungha poseía una belleza tan hermosa pero tan misteriosa al mismo tiempo. Su piel era morena, y poseía un cuerpo invidiable, y una sonrisa que enamoro a más de uno.

Tal vez si hubiese hecho algo por ella aquella noche que me llamó sin reparo alguno, y yo no contesté por una discusión que habíamos tenido días antes, no habría terminado de esa desastrosa manera.

Quizás estaría viva.

Aún recuerdo con precisión esa mañana en la que mi padre extrañado porque mi hermana no venía de visita, hizo que la buscáramos en su departamento. Cabe destacar que mi hermana vivía sola, desde que cumplio la mayoría de edad. Todo por ese afán de alejarse de nuestra madre.

La buscamos en su hogar con la ayuda de uno de los encargados del departamento, quien al llegar pensó que nosotros sabíamos algo de ella. La respuesta claramente fue un no rotundo, y eso logró que mi padre en un acto desesperado intentará abrir la puerta, claramente eso era difícil así que tuvimos que utilizar una llave maestra del departamento.

Al entrar un olor extraño, me hizo taparme la nariz. Era un olor espantoso que no podría describir y las moscas que estaban en el lugar además del desorden del lugar no daba una buena señal.

Lo padre junto al hombre entraron a recorrer las habitaciones. Mientras yo, quedé parada en la entrada y lo único que puede hacer fue llorar, me temía lo peor.

Un grito de mi padre me llamó la atención y lo que hice fue seguir aquel rastro de voz. Intenté entrar al baño que era el lugar en donde estaba mi padre, pero el anciono del hotel no me lo permitió.

Mi hermana estaba muerta, y lo único que supe es que había muerto desagrada dentro de la tina debido a cortaduras que ella misma se había auto realizado.

¿Cómo sé yo eso?

Porque mi hermana cuando yo tenía 9 años, solía cortarse. Fue a terapia y creei que lo había superado, pero por lo visto no es tan fácil como se cree.

Mi padre entro en un tipo de depresión, y claro que lo entendía,porque joungha era lo que él más quería en mundo. Ella sí había nacido del amor, mientras yo, solo era un intento de hija de un matrimonio arreglado por conveniencia.

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— Supongo que mi papel aquí ya está hecho.

— No puedo creer que aún estés así, además aún nos falta ir al cementerio. El haber venido a misa solo es la primera parte por si lo olvidas.

— Como no voy a estarlo, cuando la drogadicta de tu hija muerta me hace montar un papel de mujer sufrida adelante de está espantosa gente.

— Pudiste haberte ido hace años, cuando supiste lo de mi hija.

— Para qué?! Para que esa mujer ocupará el lugar que tantos años espere. Sabés muy bien que jamás me alejare de ti Myeong- Suk.

— No tenías que haber hecho lo que hiciste.

— Esa mujer no debería hacerse llamar madre cuando fue ella misma, quien entregó a su hija recién nacida para irse quién sabe dónde, y luego regresar como si nada hubiese sucedido haciéndose pasar por tu hermana, para estar más cerca de ella. Pero lastima que la drogadicta no le perdono nada.

— Por si lo olvidas a nadie se le niega la entrada a la iglesia de Dios.

— Tú al igual que ella son los culpables del fallecimiento de esa bastarda!.

Desde muy temprana edad había escuchado reiteradas veces las palabras de odio que desprendía mi madre al hablar de ella, así como haber sido testigo de sus malos tratos hacia ella. Miles de veces paso por mi cabeza que mi padre le respondería pero nunca fue así. Por eso, cuando vi la mano de mi padre azotar contra la mejilla derecha de mi progenitora, creí que la guerra había comenzado.

— ¡Esperó que sea la última vez que te escucho hablar de esa forma de la madre de Joungha!, porque te aseguro que la desaparecida esta vez no sería ella, sino tú.

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Una sensación realmente intranquila me invadió cuando note que un par de ojos no se quitaban de mí. Cerré los ojos con fuerza tratando de reprimir mi respiración, con la clara intención de no sonrojarme más de lo que estaba.

Moví mi cuerpo algo insegura acercándome cada vez más al padre y a la tumba en donde yacían los restos de mi hermana mayor, cuando note que me había cedido la palabra.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza y si como se tratase de una película, antes de que iniciará hablar se oyó un ruido tan fuerte, que estoy plenamente segura que a más de alguien le causó secuelas en sus oídos.

Caí en suelo desprotegida tratándome de proteger con mis propias manos.

— No te muevas— Las palabras algo sosegadas de mi madre por más que quisieran tratar de tranquilizar el temor que sentía, no estaban dando resultados.

Cuando creí que no pasaría nada sentí un temor aún mayor cuando de un tirón me levantaron del suelo. Mi ropa estaba completamente mojada y sucia.

Una desconfianza se apoderó de mí, en el momento que un chico me guiño un ojo.

Llevaba puesta una mascarilla por lo cual se me hacía algo difícil el poder decir con completa claridad cómo era físicamente, más sobre todo porque llevaba puesto un traje completamente negro, y lo único que podía distinguir eran sus ojos y su cabello rosa. Aprecie que estaba sonriendo por las líneas de expresión que se le formaban al lado de sus ojos. Creo que me intranquilice aún más cuando observe el arma que cargaba.

— Suéltala— Mi padre se levantó del suelo algo temblante, y como no estarlo cuando un loco anda suelto.

— Me temo que eso no podrá ser posible Myeong- Suk.

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