Capitulo 7
Nuestras miradas chocaban y ninguno de los dos hacia algún movimiento. No tenía opciones, no podía salir corriendo porque me atraparía en un santiamén. Tampoco podía dañarlo... después de todo me había salvado, tenía que idear alguna forma para que me dejara ir donde mamá.
-Am... esto... ¿ir conmigo? –Pregunté nervioso intentando que me comprendiera.
-¿Dónde? –Dijo mirándome sin moverse.
-Donde mi familia... -Murmuré tragando saliva.
Él bajo sus brazos dejando que cayeran a sus costados y negó.
Mierda...
-¿Por qué no? –Interrogué mirando a nuestro alrededor.
-Ellos matarme. –Soltó secamente.
Su teoría me sorprendió... bueno, creo que si los del refugio lo vieran junto a mí, probablemente lo harían. Después de todo, la sangre que tengo podría ser malentendida.
-Hagamos un trato. –Dije sentándome otra vez. Él imitó mi acción y se arrodilló frente a mí.
-Me quedaré un día contigo y después volveré con mi familia. –Expliqué cruzando mis brazos en mi pecho.
-No me gusta. –Dijo negando.
-... ¿Dos días? –Dije rodando los ojos.
-No me gusta. –Repitió haciéndome enojar.
-¡No puedo quedarme para siempre! –Exclamé mordiendo mi labio que comenzaba a temblar.
-Quedarte conmigo... mejor idea. –Comentó recostándose dándome la espalda.
Me quedé en silencio molesto, tenía unas inmensas ganas de ponerme a llorar pero me aguanté. Observé el reloj que tenía la pulsera de mi muñeca, había pasado todo el día afuera y ya era hora de dormir. Solté un suspiro y me recosté dándole la espalda a la sombra. Volví a mirar la pulsera de mí muñeca y estuve tentado a enviar un mensaje a mamá para que supiera que estaba bien, pero si lo hacía probablemente saldría a buscarme sin traje.
Sonreí un poco imaginándola, en mi mente ella le daba una buena paliza a esas cosas. A los minutos mis ojos comenzaban a pesar y cuando menos lo note, estaba dormido.
Desperté cuando un fuerte golpe del piso me hizo saltar.
Esa cosa estaba de pie mirando el aparato médico que comenzaba a moverse.
-Vienen más. –Dijo mirándome.
-Salgamos de aquí... -Susurré levantándome. Él asintió y me levantó en sus brazos.
-¡Puedo correr! –Susurré fuerte, avergonzado.
-Lento. –Dijo y me pareció ver una sonrisa en esa gran boca.
Él daba pasos largos que no hacían el menor ruido, no quería levantar sospecha de que nos movíamos.
Vigilaba cada movimiento que pudiera haber a nuestro alrededor y yo solo me dejaba llevar intentando que mi mochila y el aparato no sonaran. En un momento comenzó a correr asustándome, dio un salto a través de una ventana rota y siguió así por un largo pasillo. ¡Lo reconocía! Era el camino al simulador.
-¡Entra aquí! –Dije apuntando una de las puertas blancas.
-¿Qué? –Preguntó corriendo.
-¡Entra ya! –Exclamé tocando mi pulsera, una de las puertas blancas se abrió y entramos en la habitación blanca. Cuando estuvimos dentro baje de sus brazos dejando el aparato a un lado y cerré la puerta con un seguro interior. Suspiré más tranquilo y me volteé a verlo. Él observaba la habitación y seguramente estaba intrigado.
-Es un simulador. –Dije sonriendo un poco.
-¿Simulador? –Repitió sin entenderme.
¿Cómo puedo explicarlo?
-Sujétate de mí. –Dije apretando unos botones de mi pulsera.
Espero que el programa siga funcionando y no esté bloqueado por lo sucedido.
La sombra se acercó y me agarró de la cadera apegándome a él.
-No tanto... -Murmuré pegado a su pecho.
No se movió, no tenía intención de soltarme. Sonreí un poco y cerré mis ojos imaginando el mar. Su mano hizo presión en mí cuando la habitación comenzó a cambiar.
-No te asustes. –Dije sin abrir los ojos para no perder la concentración.
-Peligroso. –Soltó cerrando sus brazos a mí alrededor.
Abrí los ojos y noté que estábamos en una playa.
¡Mi madre no podía sabotearlo esta vez!
Solté un chillido emocionado y me despegué de la cosa corriendo por la arena.
-¡Alto! –Gritó sin moverse un centímetro.
Me saqué los zapatos y sentí la arena en mis pies. La adrenalina invadía mi cuerpo. Volví a correr y daba saltos junto a la sombra.
-¡Lastimarte! –Exclamó sin moverse como si el piso fuera arena movediza.
-¡No pasa nada! –Sonreí agarrando su brazo para que caminara junto a mí.
Su rostro demostraba al fin una expresión, pero esta era miedo.
Algo es algo.
Caminé con él, lento mientras se acostumbraba a la sensación de la arena. Levanté la vista y vi como las olas se movían lento a la orilla, perfecto para un chapuzón.
-Ahí esta el mar. –Dije apuntando el agua.
En ese momento se quedó totalmente quieto mirando el agua. Sonreí con su reacción.
-¿Dónde estamos? –Preguntó sin apartar la mirada del agua.
-Es... bueno... es el planeta donde vivían antes los de mi raza. –Expliqué agachándome para agarrar la arena.
-Beber agua. –Dijo acercándose al mar.
-¡No espera! –Exclamé corriendo a su lado para alcanzarlo. -¡Es mala!
-¿Mala? –Soltó agarrándome para alejarme del mar.
-¡No malvada!... mala para beber... no es dulce. –Expliqué soltándome despacio de su agarré. –Sirve para... divertirse...
-¿Divertirse? –Preguntó mirándome.
Le sonreí levantando una ceja y me escabullí rápido saltando al agua. Escuché como daba un grito y me hundí divertido nadando más a lo profundo.
La sensación de estar rodeado de agua mientras me hundía era fascinante, abrí los ojos y estos me dolieron un poco pero no era insoportable. Veía como las burbujas salían de mi nariz y subían rápidamente a la superficie. Lamenté no haber imaginado una playa con aguas más claras.
Mi oxígeno se agotaba así que nadé a la superficie donde las olas me movían. Vi como la sombra seguía en la orilla con una expresión de horror en su rostro y me sentí algo mal, estaba asustado en un lugar que no conocía.
-¡Aquí estoy! –Exclamé levantando un brazo para que me viera, me encontraba unos veinte metros alejado de la orilla. Sus ojos se encontraron con los míos y le dediqué una sonrisa para tranquilizarlo.
-¡Sal de ahí ya! –Gritó mientras sus manos tiritaban.
-¡Estoy bien, tranquilo! ¡No pasa nada! –Exclamé de vuelta nadando.
Vi de reojo como se acercaba al agua metiendo una pierna, pero la saco de inmediato volviendo a retroceder.
-¡Jimin! –Gritó de nuevo.
Levanté mi brazo y lo saludé, el agua se sentía muy bien. Me puse a flotar de espaldas cerrando los ojos para disfrutar la sensación. No volví a escuchar su voz en un buen rato hasta que algo me agarró del brazo y me hundió.
Di un grito bajo el agua pensando que era alguna cosa del mar y entonces lo vi. Estaba algo borroso pero pude distinguir su figura. Comenzó a nadar bajo el agua sujetando mi brazo y me saco del agua. Una vez en la arena lo pude ver mejor.
Tenía más o menos un metro ochenta de estatura, la piel blanca como porcelana y el desordenado cabello oscuro , sus ojos que por cierto eran los más oscuros que había visto en mi vida, me observaban aterrados.
-¡En que pensabas! –Exclamó sujetando mis hombros.
Me quedé mudo al escucharlo. Pasó su mano por mi frente y mi cuello buscando alguna herida. No me moví y seguí mirándolo como un verdadero idiota.
-¿Eres tú? –Murmuré mirándolo.
-¡Yo! ¡Sí! –Dijo pasando sus manos por su rostro para que yo estuviera seguro.
-C-como... tú... -Balbucee sin entender como había cambiado tan drásticamente. Noté que en su cuello había unas pequeñas branquias como la de los peces de mis libros.
-¡Tú en el agua! ¡Yo asustado! –Dijo poniendo sus manos en su pecho.
Al ver que yo no hacía nada, sujetó mi mano y la puso en su pecho. Sentí como su corazón saltaba fuertemente.
-Discúlpame... -Murmuré mirándolo.
-Nunca más. –Dijo moviendo la cabeza negativamente. Saqué mi mano lento y me abalance dándole un abrazo.
-¡Discúlpame! ¡Por favor! No quería asustarte. –Exclamé en punta de pies intentando rodear sus hombros con mis brazos pero seguía siendo endemoniadamente alto.
-Irnos. –Respondió sin moverse.
Apreté mis labios sintiendo su mirada y pulse un botón de la pulsera. En menos de un segundo estuvimos de vuelta en la habitación blanca, limpios, secos, pero él ya no tenía su forma anterior, seguía pareciendo un humano. Ninguno de los dos habló, noté como las branquias de su cuello desaparecían poco a poco.
Cuando decidió moverse se sentó apoyado en una de las paredes y sujetó su cabeza entre sus manos. Parecía estar acomplejado.
-Estar mal... -Susurró sin mirarme.
-¿P-por qué? –Pregunté acercándome poco a poco.
-¡MÍRAME! –Gritó asustándome.
-N-no... no te ves mal.... –Dije mirándolo mientras mis manos comenzaban a sudar.
Él se levantó furioso y me sujetó de los hombros atemorizándome. Sus dientes cambiaron y volvieron a ser como antes, afilados. Temí que fuera a dañarme por no haberle hecho caso.
-¡Suéltame! –Grité moviéndome.
Sus manos se aferraron más fuerte y una de ellas bajó hasta mi cintura acercándome a él. Su boca bajo rápidamente y enterró los afilados dientes en mi hombro dejándome sin aliento. Me sentí algo mareado y mis ojos se comenzaron a cerrar.
-Mío... -Gruño sujetándome antes de que me desmayara completamente.
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