Capítulo 3

Hoy les traje el capítulo de la semana un día antes porque luego se me olvida xD que lo disfruten!!

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Capítulo 3

Ninguno de los presentes cabía en su sorpresa, sobre todo cierto rubio que dejó su galantería con la navegante para mirarlo con susto... ¿estaba bromeando, verdad? Sólo quería provocarle, era imposible que el marimo...

- ¿qué es un amante?- preguntó el capitán ladeando su cabeza y rascándose su negra cabellera en señal de no entender

- ¡idiota!- le regañó la navegante, golpeándolo en la cabeza- ¿es que a caso no sabes nada?

- ¿por qué no le pides a espadachín-san que te lo explique?- sugirió Robin, ganándose la mirada asesina del peliverde

- Zoro, ¿qué es un amante?- dijo con una enorme sonrisa digna de cualquier inocente niño, logrando que su segundo al mando se sonrojara como nunca en su vida

- pues es...- jamás pensó que sus palabras tuvieran ese tipo de resultados, todo lo que él deseaba era hacer enojar al cocinero a tal punto de hacerle confesar.

- ¡vamos, dime!- se colgó al cuerpo del espadachín, columpiándose de un lado a otro- ¡dime Zoro!

- está bien, capitán-san. Yo te explicaré- dijo la arqueóloga compadeciéndose del pobre de Zoro- un amante es una persona muy especial para ti y con la que haces cosas que no haces con las demás personas

- ¿cómo un nakama?

- algo así, pero con un amante haces cosas aún más especiales que con un nakama...

- no lo entiendo- dijo el moreno frunciendo el ceño

- cuando dos amantes se unen- continuó la arqueóloga- nace un bebé

- ¡ah!- la estrecha mente del capitán comenzaba a procesar la información

- ¡oi, Robin! ¡No tienes por qué darle esos detalles!- reclamó Nami ligeramente sonrojada. La otra chica simplemente le sonrió- como sea, Zoro ¿quién es ella?, ¿en dónde la conociste?- le preguntó emocionada

- anoche... en el pueblo- se limitó a responder- aunque...- dudó unos instantes, mas al final se decidió- no es un "ella" precisamente- desvió su mirada, evitando presenciar la expresión que pondrían sus nakama

Usopp tuvo que cubrirse la boca para no soltar su escandaloso grito; en cuanto al resto, se puede decir que tenían la quijada hasta el suelo, a excepción de la arqueóloga, quien permanecía tranquila como siempre, y el capitán, el cual tenía otra duda creándose en su mente

- ¿y cómo es que dos hombres tienen un bebé?- inquirió, una vez más, ingenuamente

- que yo sepa, dos machos no pueden tener crías- comentó pensativo el renito. Luffy cruzó sus brazos y se paró firme frente a su tripulación, esperando que alguno de ellos le diera una respuesta. Los mugiwara se miraron entre ellos, y antes de que su capitán pudiera decir algo, se dispersaron a hacer sus labores del diario.

Mas el moreno, tan terco como era, no quería quedarse con la duda, así que se dispuso a seguir a cada uno de sus nakama para obtener la respuesta que quería. Primero fue con Nami, quien simplemente lo pateó fuera del cuarto de las chicas sin darle ningún tipo de explicación. Luego acudió a Robin, la cual respondió en términos tan complicados que el chico de goma simplemente no comprendió. Franky alegó estar muy ocupado reparando el Sunny y Brook dijo que, por ser un esqueleto, no comprendía esas cosas. Chopper prefirió esconderse en la enfermería, pues ni él estaba seguro de cómo dos machos podían aparearse, y Usopp no dijo más que "¡Yo no sé nada, así que no me preguntes a mí!" y huyó de su capitán; así, sus opciones se vieron reducidas a dos personas; Zoro y Sanji.

Lo más lógico, al menos para él, era preguntarle primero a Sanji, pues él se autoproclamaba "el amante de las mujeres", y ya que llevaba la palabra "amante" en su improvisado alias, algo debía saber. Entró sigiloso a la cocina, colocándose al lado del cocinero mientras éste, por alguna razón, picaba exasperado las verduras.

- oi, Sanji- le llamó, mas el rubio parecía muy concentrado en lo que hacía- Sanji, oi... -comenzó a tirar de su ropa para llamar su atención- ¡Sanji!

- ¡¿qué quieres?!- gritó enfadado, dejando de mutilar los vegetales

- ¿cómo es que dos hombres tienen un bebé?- decidió andar sin rodeos y preguntar directamente

- no pueden- dijo cortante, regresando a su anterior tarea- sólo un hombre y una mujer pueden tener hijos

- ¿y por qué dos hombres serían amantes si no pueden tener hijos?

- ¡Luffy, deja de...!- mas una idea le vino a la mente, una que terminó por sacarle una sonrisa- ¿por qué no le preguntas al marimo? Él es el del amante...- Luffy rió un poco y salió de la cocina a toda prisa.

Sanji no pudo contener su curiosidad, ¿qué haría el marimo ante semejante pregunta? Abrió la ventana que daba hacia la cubierta, en donde estaba Zoro, igual que siempre, dormido, y esperó a que su capitán apareciera. Lo primero que hizo Luffy al llegar fue saltarle en el estómago a Zoro para despertarlo, luego de una merecida paliza, el menor pareció preguntarle algo que dejó al ex cazador de piratas con la cara de mil colores; mas debido a la distancia, el rubio no podía escuchar lo que decían, así que salió a oír la conversación un poco más de cerca.

- ¡Zoro!- insistía el capitán, picándole las mejillas al mencionado con una varita que sabe dios de dónde había sacado- ¡dime Zoro! ¿Por qué tu amante es un hombre?

- ¡ve a molestar a alguien más!- le gritó, mas estaba claro que Luffy no se iría hasta escuchar una respuesta que le satisficiera

- ¡vamos Zoro, dime! ¿Por qué un hombre? ¿No quieres tener bebés?

- no es eso, Luffy- dijo el peliverde en tono más serio, al parecer, había decidido sincerarse- uno no elije a quién amar...- el moreno se quedó callado, al parecer esta vez sí lo había entendido a la perfección

- un marimo enamorado, quién lo diría- terció Sanji, acercándose a los otros dos mientras encendía uno de sus cigarros- qué tierno...- dijo en tono de burla

- así que ahora espías conversaciones ajenas, cejas de sushi

- no te creas tan importante, marimo. Sólo vigilaba a Luffy- expulsó el humo del cigarrillo, mirando hacia el mar abierto- además, lo sé todo, estás fingiendo- soltó, era su turno de picar al espadachín- el tal amante no existe, es más, seguramente ni siquiera has tenido sexo en tu vida

- ¿y qué es sex...?

- ¡deja de enseñarle nuevas palabras, cejas de molinillo!- Zoro se apresuró a cubrir la boca del moreno- ¿y tú por qué crees saber de mi vida personal? No sólo he tenido "eso"- sustituyó la palabra prohibida con otra- ¡sino que con él, ha sido el mejor de mi vida!

- oh, bien- el rubio contuvo su rabia- Entonces trae a tu putilla al barco mañana en la noche, seguro todos se mueren por conocerlo

- si eso quieres- sonrió triunfante al ver la mueca de fastidio del cocinero. Luffy, que hasta ese momento había intentado zafarse del agarre del peliverde, se estiró tanto como su cuerpo le permitió, sujetándose al mástil del Sunny y soltándose al fin

- ¡va a venir! ¡El amante de Zoro vendrá! Shishishi- gritó desde lo más alto del barco, para luego comenzar a correr en todas direcciones.

- será mejor que tu putilla y tú se preparen para la mejor cena de sus vidas, cabeza de alga- exclamó alegre el rubio mientras se alejaba del espadachín: mañana por la noche se disponía a preparar una deliciosa cena, y de postre, pondría en ridículo al gran Roronoa Zoro

-claro que lo traeré, así que asegúrate de hacer comida suficiente y de buen gusto. No quiero que muera por las repugnancias que preparas- terminó el peliverde, dándole al cocinero justo en su orgullo, haciéndolo enfurecer. Sanji apagó su cigarro de un fuerte pisotón y regresó a la cocina.

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Esa noche, cuando le pidió a Nami aplazar su turno para hacer guardia, ésta no puso la más mínima objeción. Todos parecían, en cierto modo, más amables con él, y se hubiera aprovechado de eso de no ser porque no tenía ningún amante al cual presentar al día siguiente. De manera discreta, abandonó el barco y se dirigió a la ciudad, tenía que encontrarse un amante o el rubio habría ganado, y eso no lo permitiría.

- tsk- bufó Zoro molesto mientras recorría la ciudad- esto sería más fácil si lo hubiera dejado en "ella"- se maldecía, pensando que, con darle algo de dinero a alguna prostituta, ésta accedería a cualquier cosa- [[¿habrá algún tipo que...?]]- un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en un hombre ofreciéndole sus "servicios"; después de todo, desde aquella vez en el cuarto oscuro, el dueño de sus fantasías más perversas era Sanji- [[¿en qué diablos estoy pensando?]]- se regañó mentalmente con un ligero rubor en las mejillas y siguió su andar.

Recorrió las calles más de una vez, (N/A no porque quisiera, sino que se perdió xD) tratando de buscar a un amante falso mientras que, al mismo tiempo, ideaba alguna excusa para sus nakama por si no lograba encontrarlo. Al final terminó por aburrirse, por mucho que odiara admitirlo, el cocinero había ganado esa partida. Se trepó a un frondoso árbol del bosque, sentándose en una de sus enormes ramas y cerró los ojos, era mejor descansar un poco antes de regresar al barco. Mas una presencia extraña no muy lejos de él le advirtió que alguien lo vigilaba... no parecía ser un animal o alguno de sus nakama, así que, sin cambiar de postura, se puso en guardia.

El sonido del viento siendo cortado le advirtió que estaba siendo atacado, bajó de un salto del árbol, esquivando apenas el golpe enemigo; mas el árbol no tuvo tanta suerte, varias de sus ramas fueron cortadas, entre ellas la rama en donde, hace unos momentos, descansaba el peliverde. Otra ráfaga cortó el viento, Zoro esquivó entre los árboles, buscando con su mirada en dónde estaba su agresor. Al encontrar el origen de los ataques, desenfundó sus tres espadas y, de un solo movimiento, arrancó de raíz todos los árboles, dejando un único arbusto de pie.

- será mejor que te rindas si no quieres terminar en pedacitos- amenazó Zoro, apuntando una de sus katanas al solitario arbusto.

- jajaja, bien- un muchacho salió de atrás de aquel matorral levantando las manos, en señal de rendición. Por su aspecto, debía ser menor que él; cabello corto de un rubio un poco más claro que el de Sanji, una traviesa mirada esmeralda; su delgado y níveo cuerpo era cubierto por una playera negra, bufanda blanca, unos pantalones grises y botas negras. Tenía un par de espadas en sus manos, las cuales enfundó y ató a cada costado suyo- no esperaba menos de Roronoa Zoro; ni siquiera tuve una oportunidad...- el peliverde se puso en guardia- tranquilo, yo sólo quería un duelo.

- ¿un duelo?

- así es- dijo asintiendo mientras cruzaba los brazos- lo he estado siguiendo por mucho tiempo, ex cazador de piratas Roronoa Zoro, miembro de la tripulación de los sombrero de paja y con una recompensa actual de 120 millones de berries...

- tsk- guardó sus armas y miró atento al muchacho- ¿te conozco de algún sitio?

- no realmente. Pero yo sé todo de usted- el joven sonrió ampliamente y se lanzó contra el peliverde, tacleándolo hasta quedar ambos en el suelo- ¡soy su más grande admirador!

- ¿qué?- Zoro se quitó al rubio de encima y le miró incrédulo

- eso mismo, ¡quiero ser un gran espadachín como usted! He cruzado el Grand Line siguiendo sus pasos y mejorando mis técnicas... aunque aún no puedo usar tres espadas...

- así que es eso- se revolvió los cabellos y se puso de pie- como sea, tengo que irme- se dio media vuelta y empezó a caminar cuando algo le detuvo; el chico lo halaba de su haramaki, impidiéndole partir- ¡¿ahora qué?!- dijo exasperado

- yo... m-me preguntaba...- tragó saliva, intentando que el nerviosismo lo abandonara- ¿podría entrenarme?

- ¡¿ah?!

- ¡por favor! ¡Haré todo lo que me pida!- dijo haciendo una reverencia- ¡daría cualquier cosa para que el mejor espadachín del mundo me entrenara!

- ese no soy yo. Busca en otra parte, mocoso

- ¡usted es el mejor espadachín!- afirmó- ¡se lo ruego, entréneme!- Zoro empezaba a perder la paciencia, ¿qué se supone que haría con un chico que...? Un momento de lucidez trajo una perfecta idea para esa situación

- así que cualquier cosa, ¿uh?- sonrió malicioso el ex cazador de piratas. El joven asintió emocionado- bien, lo haré

- ¿en verdad?

- claro. Pero con una condición

- ¡lo que usted quiera!

- sé mi amante

- ¿ser el amante de Zoro-san?- el rubio se sonrojó de sobremanera, agachando su mirada- realmente no tengo ese tipo de preferencias, pero si es Zoro-san...

- ¡hey, no te hagas ideas equivocadas!- ahora era el peliverde el que estaba rojo hasta las orejas- ¡no estoy haciéndote ningún tipo de proposición! ¡Sólo quiero que finjas ser mi amante por unos días!

- ah- parpadeó un par de veces, aclarando sus pensamientos- está bien, pero, ¿por qué quiere que haga eso?- Zoro suspiró, después de todo, si quería que todo saliera como quería, tendría que contarle al chico todo desde el principio...

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A la mañana del día siguiente, Zoro regresaba al Sunny tratando de no despertar a nadie. Se dirigió a la cocina, encontrándose con Sanji, quien ya estaba despierto, preparando el desayuno para toda la tripulación. Decidió ignorar la molesta presencia, yendo directamente al almacén en busca de bebida.

- sí que te has tardado en regresar, marimo- comentó el cocinero, siguiendo los movimientos del otro con la mirada- ¿fue una noche divertida con tu putita?- el peliverde respondió con una sonrisa que Sanji jamás había visto... era alegría pura. Ya no pudo decir nada más, se quedó callado mientras veía cómo el marimo asaltaba su alacena y salía de la cocina, con esa cálida sonrisa en su rostro- ¿qué le pasa ahora?- bufó molesto, regresando a sus labores... el peliverde se traía algo en manos, estaba seguro.

El resto de la tarde consistió en Zoro tirado en cubierta, durmiendo y entrenando alternadamente, y Sanji observándolo por la ventana de la cocina, mientras que sus demás nakama hacían lo que solían hacer al llegar a una nueva isla; Nami se dedicaba a plasmar cada centímetro de la isla en sus mapas, Chopper investigaba sobre la medicina del lugar, Franky le daba mantenimiento al barco, Usopp probaba nuevos inventos, Robin leía bajo una sombrilla en cubierta y Brook... esta vez había tenido la suerte de acompañar a su capitán a una de sus aventuras.

En cuanto el sol se puso, Zoro abandonó el barco. El resto de la tripulación empezó con los preparativos de la cena; el asunto del amante de Zoro los tenía ansiosos. Las chicas ayudaron a Sanji a servir la mesa mientras que los chicos detenían a Luffy para que no arrasara con la comida que le había llevado al rubio todo el día en preparar. Unos pasos se escucharon afuera, por lo que todos se quedaron inmóviles... alguien había abordado el barco... una persona, no,... dos... el primero en salir fue Luffy, curioso de saber cómo sería el amante de su segundo al mando. Todos salieron cual estampida después del capitán, a excepción de Sanji y cierta morena

- ¿no vienes, cocinero-san?- le llamó la chica, dirigiéndose a la salida

- no veo por qué tanto escándalo- habló indiferente, tratando de contener sus emociones. Encendió un cigarrillo y caminó hacia la arqueóloga

- para ser sincera, yo también quiero saber qué tipo de persona es el amante de espadachín-san, ¿me acompañas?

- claro, mademoiselle- tenía que admitir que Robin era la mujer más inteligente que había conocido, aprovecharse de su caballerosidad para hacerle abandonar la cocina, sólo a ella pudo habérsele ocurrido tal cosa.

Al salir, encontraron al resto de la tripulación mirando hacia enfrente, justo en donde estaba Zoro, y al lado de éste, un joven rubio de aspecto fino e inocente, sonriéndoles a los presentes. A Sanji se le cayó el cigarro de pura impresión, ¿de dónde había sacado el marimo a un chico así? No, ¿de dónde había sacado un amante?

- ammm...- Luffy se acercó al muchacho, mirándolo de pies a cabeza- ¿seguro que no es una chica?

- ¡idiota!- con uno de sus puños, Zoro golpeó en la cabeza a su capitán, lanzándolo unos cuantos metros en el aire

- ciertamente, no esperaba que trajera a alguien así- comentó la navegante- es muy... lindo...

- soy Yoshinori- se presentó el rubio educadamente- mucho gusto a todos, Zoro-san me ha hablado mucho de ustedes. El capitán es Luffy-san; el músico se llama Brook; Sanji es el cocinero- enumeraba con los dedos de su mano- Franky construyó el barco; Chopper es un excelente médico...

- ¡no me hace feliz que me digas eso, tonto!- hablaba el renito, con una expresión alegre en su rostro

- Usopp es el mentiroso- continuó- y un buen tirador. Robin es arqueóloga y Nami es la navegante... muy bella, por cierto...

- ¡ah, es adorable!- exclamó sorprendida la pelirroja- Zoro, ¿en dónde secuestraste a este chico?

- ¿de qué hablas arpía usurera?- dijo molesto- no lo secuestré

- claro que no. Yo vine con Zoro-san porque quise- se colgó al brazo del peliverde, pegándose melosamente a él

- ¿piensan quedarse a charlar toda la noche o van a entrar a cenar?- interrumpió el cocinero, mirando receloso a aquel muchacho... algo no estaba bien, ¿de dónde había salido? ¡Se suponía que él amante era él!... bueno, ciertamente haberse dejado follar por el marimo no lo volvía su amante, pero... ¿por qué el cabeza de alga no le insistió más?

Todos entraron a la cocina, dispuestos a disfrutar de la exquisita cena que Sanji había preparado. Tomaron sus respectivos asientos, menos el invitado, quien no tenía un lugar específico en la mesa

- olvidamos poner un lugar extra en la mesa- comentó Chopper, corriendo asustado por todos lados

- no se preocupen- Yoshinori se acercó a Zoro, acomodándose entre sus piernas. Los presentes los miraron unos momentos antes de empezar a cenar tan tranquilamente como podían, pues, como siempre, tenían que salvar su comida del voraz apetito de Luffy. Sanji, en cambio, seguía con la mirada fija en la pareja, la cual se encontraba justo enfrente de donde estaba sentado.

De vez en cuando, Yoshinori tomaba un poco de su comida y se la ofrecía a Zoro, el cual aceptaba sin objeción alguna. No, lo que veía no podía ser verdad, tenía que ser algún tipo de truco... ¡tenían que estar fingiendo! Ya era momento de destapar la farsa del marimo frente a toda la tripulación.

- oi, Luffy- llamó discretamente al moreno, quien lo miró sin dejar de comer- ¿no hay algo que quieras preguntarle al amante del marimo?

- ¡oh, es verdad!- tragó toda la comida que atiborraba su boca y se puso de pie- ¡Yoshinori!- el mencionado fijó su vista en el chico de goma- ¿cómo es que lo hacen dos hombres?- la comida se le atoró en la garganta a más de uno, pero el pequeño rubio no se inmutó

- ¿quieres saber, Luffy-san?- el capitán asintió emocionado, sujetándose el sombrero. Yoshinori simplemente se dio la vuelta y besó a Zoro. Por un momento, todo pareció detenerse frente a la escena hasta que los labios del chico se separaron de los del espadachín.

Luffy empezó a reír enérgicamente, en tanto, Franky y Brook permanecían con la boca abierta; la navegante, sonrojada, miró hacia otro lado y Usopp se cubrió los ojos con una mano mientras que con la otra tapaba los del renito. Robin simplemente sonrió, mas al ver a Sanji salir a toda prisa de la cocina, su expresión se tornó seria.

- ¿ah? ¿En dónde está Sanji?- preguntó Nami en cuanto vio que el rubio no estaba en la cocina

- Supongo que debe ser incómodo para él- Franky regresó su atención al plato, olvidando lo que acababa de presenciar

- yo iré a ver a cocinero-san- la arqueóloga le cedió su plato a su capitán y abandonó la cocina. Encontró al rubio recargado en el mástil del barco, mirando las estrellas y con un cigarro en los labios- cocinero-san- le llamó, apoyándose en el lado contrario del poste- ¿está todo bien?

- claro Robin-chwan- respondió Sanji, bajando su vista al suelo- sólo necesitaba un poco de aire

- ya veo- la chica sonrió, pues su intuición le decía que había algo más- creí que estabas molesto

- ¿molesto por qué?

- por lo que pasó en la cocina

- ah- claro que estaba molesto, tuvo que contenerse para no moler al otro rubio a patadas- no estoy molesto... pero es algo... raro...

- ¿el qué? ¿Que el amante de espadachín-san sea un hombre?

- no, que el marimo haya cambiado tan rápido de parecer...- el rubio palideció al darse cuenta que acababa de decir algo que no debía- bueno, es decir... ni siquiera sé de dónde salió ese chico, tienen que estar fingiendo...

- ¿no será que tú deseas que estén fingiendo, cocinero-san?

- no es eso... yo...

- ¿tanto odias a espadachín-san?

- él no es el problema, sino ese maldito mocoso... me lo está....- se cubrió la boca, deteniendo las palabras que iban a surgir de ella; los colores le subieron al rostro y su corazón latió con rapidez

- un amor de un día no puede ser más fuerte que el que llevas cargando en tu pecho desde que lo conociste, cocinero-san- el rubio se quedó sin aliento... ¿a caso Robin se había dado cuenta? ¿Tan obvio era? No, ella era demasiado astuta. Se viró a verla, pero la chica ya no estaba ahí.

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En tanto, la cocina se vaciaba lentamente conforme sus ocupantes terminaban de cenar. Yoshinori se ofreció a levantar la mesa y lavar los platos en agradecimiento por la hospitalidad de los mugiwara, y claro, su buena acción también incluía a cierto espadachín, quien sólo chasqueó la lengua y ayudó al muchacho en la labor.

- Zoro-san, tienes que hacerlo suavemente- reprendió el rubio al mayor al ver la cantidad de fuerza que imprimía éste al fregar los platos

- fuiste demasiado lejos- comentó Zoro, dejando la fibra dentro del jabón y miró serio al muchacho- ese beso no era necesario

- ¡claro que era necesario! O nuestra "relación" no se vería auténtica- enfatizó las comillas con sus manos- todo lo hago por usted y ni siquiera lo agradece... hasta le entregué mi primer beso - dijo haciendo un puchero

- bien, bien. Gracias- habló el peliverde en un tono no muy convincente y regresó a lavar los platos

- por cierto, Zoro-san... ¿por qué lo hace?- el mayor le miró de reojo- ¿por qué quiere que Sanji-san esté celoso de mí?

- sólo quiero atormentarlo un rato... y que admita lo que pasó aquella noche entre nosotros...

- ah... por un momento pensé que...

- ¿qué cosa?

- usted amaba a Sanji-san...- hubo un rato en el que sólo se escuchó el caer del agua

- aunque sea eso, el sentimiento es unilateral

- ahhh- una mirada maliciosa se instaló en el rostro del chico- ¿está seguro de eso? Porque a mí me parece todo lo contrario- el otro espadachín enarcó una ceja- usted siga lavando los platos, ahora vuelvo- Yoshinori salió de la cocina sin escuchar las réplicas del otro, buscando con la mirada la ubicación del cocinero.

No tuvo que buscar mucho tiempo, pues Sanji seguía recargado en el mástil del Sunny, sólo que esta vez sentado en cubierta, sumergido en sus pensamientos. Yoshinori se acercó cauteloso al rubio hasta que estuvo lo suficientemente cerca.

- ¡Sanji-san!- le llamó, haciendo que el susodicho diera un brinco de sorpresa- disculpe que lo interrumpa en lo que sea que esté pensando, pero ¿sabe cuál es el sake preferido de Zoro-san?

- ese cabeza de alga se tomará cualquier cosa que tenga alcohol- respondió de mala gana, sacando un nuevo cigarrillo de su paquete- además, ¿no se supone que eres su amante? Deberías saber todo de él

- yo tengo poco de conocerlo. Usted, en cambio, ha navegado junto a él por meses... ha tenido mucho más tiempo que yo para conocerlo

- lo que haga el marimo de su vida me importa una mierda

- ah, qué lástima. Supongo entonces que no le importará dejar de verlo para siempre

- ¿qué?- el rubio alzó la mirada, encontrándose con el rostro travieso del chico... mas detrás de él, pudo ver algo más

- es un excelente espadachín... pero a veces, se confía demasiado de otros.

- ¿oi, qué estás...?

- ¡mierda!- escucharon la voz de Zoro junto con el sonido de algo rompiéndose

- ¡Zoro-san!- Yoshinori corrió a la cocina seguido muy de cerca del cocinero. Al entrar, se encontraron con trozos de vidrio en el suelo e hilos de sangre corriendo por el brazo del peliverde- le dije que lo hiciera con menos fuerza...- le regañó el menor tomando su mano y evaluando sus heridas- espere un momento- se llevó la mano a su bolsillo, sacando un pañuelo blanco, mas al hacerlo, un trozo de papel cayó de él, quedando muy cerca de Sanji, éste se inclinó a recogerlo y lo guardó en su chaqueta- ¡listo!- dijo en cuanto ató el trozo de tela en la mano de Zoro- vamos a ver a Chopper-kun, debe tratar la herida

- Yoshinori, no es tan grave- replicaba el peliverde mientras era arrastrado fuera de la cocina.

- ya veo- el rubio sintió una punzada en el pecho, ¿por qué el marimo era tan amable con un extraño? Hasta lo había llamado por su nombre... suspiró, de nada le servía torturarse con esos pensamientos, así que, para distraerse, comenzó a juntar los trozos del vidrio del suelo para tirarlos a la basura- el papel...- recordó en cuanto terminó de desechar el vaso roto. Sacó el papel de su chaqueta y lo desdobló... era el cartel de "Se Busca" del marimo... otra vez ese mal presentimiento llegó a su mente- ¿a caso el chico... es caza recompensas?

Continued...

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