Visceral.
La batalla entre Camus y Camil iba distorsionando sus alrededores hasta congelarlo todo, creer una zona de bajas temperaturas dándolo todo para acabar el uno con el otro, Camus visiblemente cansado no pensaba dar su brazo a torcer quedando en condiciones similares al enemigo en frente suyo, jadeante tratando de utilizar sus trucos que eran evitados por la determinación del caballero, Camus estaba siendo imparable hasta el menor de los movimientos del enemigo.
Pero su cuerpo no se sentía del todo bien, fue justo cómo las monjas oscuras le dijeron, estaba siendo drenado poco a poco y todo este movimiento podrían llevarlo a su limite.
Realmente era cómo volver a morir.
Sin embargo no fue un impedimento, tomando la mayor cantidad de aire posible mientras estudiaba su entorno, se le estaban acaban las ideas, pero sus deseos de prevalecer ante el mal no, no cambiaban, iban a su ritmo letal y aplastante, usando la lanza de Pandora que ahora era de su propiedad para lanzar fuertes descargas eléctricas a su contrincante, siendo que los ataques de hielo estaban congelando el bosque. Los cosmos de ambos adversarios se multiplicaba y escalaban con cada nuevo funesto ataque, Camil estaba en serios aprietos ahora incluso sin la carga de los caballeros de Athena. Sin embargo solo dos de estos habían ido por su diosa, mientras tanto, el otro que era el que menos tenía porque esta en medio de ambos parecía un idiota, un bruto estando allí sin hacer nada, solo observando.
Lo molestaba, lo hacía desconcentrarse, y fue mas evidente cuando de momento Camus aprovechaba esa oportunidad para atacarlo por la espalda y dejarlo en el suelo, despiadado Camus uso la lanza para contraatacar y Camil a cómo pudo rodando lo esquivo por escasos segundos siendo ahora él la víctima y Camus finalmente podía sentir la victoria en sus manos, podría destruir ese mal.
━━ Ha llegado tu ahora.
Exclamó Camus usando el poder de la lanza, levantándola con ambas manos apuntando sus cuchillas al enemigo imponiéndose en contra de su agresor,.
Más sin embargo Camil no se iría sin dar una última batalla en donde más le dolía. Después de todo, seguían siendo la misma persona, pero con un pensamiento distintivo pero él sabía mejor que nadie lo que Camus sentía. Lo que podía aparentar.
A Camus no le inspiraba confianza alguna la cara que estaba poniendo su enemigo, una sonrisa jocosa y tramposa que él reconocía a la perfección cómo si alguna vez la hubiese hecho, pero sabía ese sentimiento, esa malicia. Y no se lo iba a permitir de nuevo.
No fue rápido, no más que Camil que inspirado con aquella idea se levantó con las pocas fuerzas que le quedaba, agarrándose para ponerse de pie en contra del caballero que alguna vez él había sentido ser, intentando someterlo para que bajara el arma con su último aliento frío congelando las muñecas de Camus y apretándolas para cortar el flujo de sangre de ellas, Camus quién ya estaba sintiendo los efectos y sumando el estado fatídico con el que combatía le dieron una ventaja a Camil en hacer otra treta, aún sabiendo ambos que ninguno aguantaría un ataque fuera de sus límites actuales.
━━¿Qué piensas hacer?. -Preguntó Camus luego de disipar el dolor de su cuerpo, sintiendo más un escalofrío un su pecho y en su cuerpo entero, más allá de lo que Camil estaba haciendo lo peor que Camil pudiera hacer es..
Un fuerte jalón atrajo a Camus al suelo, clavando sus manos en la tierra y terminándola de congelar en la tierra para cerciorarse que no pudiera escapar, el hielo era débil por su falta de energía pero sólo necesitaba dos minutos antes de que todo acabara.
Camil en efecto estaba aceptando su muerte. Pero también quería asegurar la de Camus delante de la persona que más amaba en el mundo.
Milo quién lo había presenciado todo quedo atónito a lo que sus ojos miraban, no era por el parecido que empezaba a asimilar de esa cosa y Camus, sino cómo la cara de ese demonio empezaba a fracturarse cómo si se tratara de una muñeca de porcelana, pequeñas gritas escurriendo manchas oscuras y violetas.
━━ Te diré todo lo que quieras saber, Milo de Escorpión. Te contaré por que Camus-...No, cómo nosotros terminamos de esta forma.
━━ Cállate ¡No tengo por que escucharte!. -Dijo Milo optando una pose defensiva listo para atacar aún cuando el combatiente estaba en clara desventaja, pero a quién le importaba, iba a acabar con todo eso.
Ignorando esa pequeña parte suya que quería escucharlo.
Antes que Camil pudiera decir, un integrante más se unía a la batalla. Leónidas con el cuerpo adolorido lo derribo por atrás mientras Milo atacaba con un puñetazo debajo de la barbilla. Pero incluso de rodillas, Camil no se detenía.
━━ Oh créeme Milo. Te interesará saber porque Camus usa armas del ejercito del rey del inframundo y un Espectro lo cuida tan recelosamente.
━━¡No lo hagas maldición, no se te ocurra hacerlo! ¿¡Me oyes!? ¡Camil!. -Expresaba lleno de desesperación Camus intentando zafarse de la trampa pero era inútil, ya que sentía que estaba desgarrando su propia piel. - ━━ Maldita sea. -Miró a su alrededor a todas partes con tal de buscar una solución, quería librarse pero si lo hacía capaz dejaría de tener manos.- ━━¡Mierda! ¡Leónidas!.
Era su último recurso, el muchacho muy obediente corrió a atender a su maestro en lugar de usar lee propio juicio de destruir al enemigo, ni siquiera se dirigió a Milo o una mirada que pudiera comunicarle que terminara con el problema, Leónidas siempre puso de prioridad a Camus sobre cualquier cosa, acabaría con eso y lo mataría de una vez. Sino era que el caballero de escorpión tenía el coraje para hacerlo antes.
Era su momento, pensó Camil intentando que Milo lo mirará y este apartara su mirada o no lo hiciera de forma directa, él lo sabía, ese demonio sabía su mayor miedo.
━━ Nunca fue honesto con nada incluso ahora, nadie de aquí lo es Milo. -Sus manos arrastraban a Milo a su mismo nivel, arrodillado por el dolor pero activo con la lengua llena de veneno contra si mismo, con lo que es, era y fue. No descansaría hasta que todo saliera.- ━━ Tú fuiste el mayor mentiroso de todos nosotros.
━━ Basta de parlotear, no voy a caer en tu maldito juego demonio. -Su mano temblando, todo en el estaba indeciso mientras su cerebro le gritaba ordenes de acabar con él.
━━ No estoy jugando contigo, tu lo estás haciendo justo ahora. Engañándote de que no quieres saberlo, que mentiroso eres. Sé que lo desea, deseas saberlo más que nadie en este maldito lugar donde todo empezó.
Camus se estaba desesperando, ordenándole a Leónidas que partiera el hielo que lo ataba lo antes posible. La angustia lo estaba cerrando de su propia lógica, podría pedirle a este chico que lo acabara y luego lo ayudara, pero si de verdad valoraba su segunda vida tenía que priorizarse, podía sentir como poco a poco el flujo de sangre se bloqueaba y sus manos cambiar a azules, su cerebro no estaba bien, y si intentaba sacarlo se le desprenderían por su cuenta.
Maldición. Maldición.
Milo camino por encima de Camil, no quería oír nada que viniera de él, dirigiéndose a quién se suponía que era Camus porque solo de él podría aceptar la verdad, ya que, confiado sabía que Camus ya no le seguiría mintiendo.
No después de tanto que habían pasado, aún si Milo no sabía de su historia sabía que fue lo suficientemente fuerte para presentarle un Camus diferente, menos frío y hasta quizá más extrovertido en batalla, cosa que no era suya, pero que ahora parecía revelarse en un momento tan crítico cómo ese sabiendo que ni así Camus se lo hubiese permitido.
Estaba seguro que era él, su corazón lo sabía y por eso le dolía tanto verlo de esa forma, su uso de razón y su séptimo sentido estaban a un punto de discusión.
¿Lo seguirás amando cuándo esa imagen de años ya no exista?.
¿Lo seguirás amando aunque ya no quedé más que su polvo de diamantes por el espacio?.
Milo dejó de apartar a Camil, tenía razón.
Él deseaba saberlo más que nadie, una última y quizá desgarradora prueba a su corazón, sus sentimientos, y sobre todo a si mismo. Camil borró esa sonrisa jocosa de tan solo unos instantes, siendo esa parte deshonesta y macabra, este voluntarismo del octavo guardián por saber la verdad finalmente, no se lo esperaba. Pensaba que seguiría negando.
━━ Hace medio año, que Camus hizo un trato con Hades para que lo regresará a la vida y a cambio este debía hacer un sin número de tareas. Esa es la razón por la que ahora estamos así.
Oh Athena, no sabía con exactitud que fue lo que termino por romperle más el corazón, que Camus ni siquiera lo negase o que muy en lo profundo de si, sabía que había la posibilidad que fuera cierto, terriblemente cierto. Y lo confirmo, no solo con palabras, con hechos y acciones.
Las visitas nocturnas, las peleas, su inigualable cosmos energía quemando su piel atreves de hielo. Ese acto tan descarado de seguirlo y pillarlo en Piscis cada cuánto podía, no estaba seguro en ese entonces pero ahora podía verlo cómo lo que era, un juego entre ellos, encontrarlo entre una pared de acertijos y desaciertos.
Lo sabía, estaba perdido.
Aunque Camus sabía que su amor por él jamás sería bien recibido u aceptado por la forma que hubiese soñado, sabia que con el tiempo todo se vendría abajo pero no esperaba que fuese tan pronto, solo, deseaba despertar de esa maldita pesadilla. Milo cerró los ojos, su rostro mostraba la impotencia y el enojo que había estado reprimiendo, pero afortunadamente no estaba decepcionado, al menos del todo.
Se lo imaginaba, pero él solo le interesaba una cosa.
━━¿Por qué? ¿Por qué lo hizo?.
¿Qué más tenía que decirle? ¿Qué otra cosa diría que podría a prueba sus sentimientos por su amigo? Ese mismo que parece ser la imagen del traidor que tanto le dificultaba borrar. Aquella que el mismo se pintó para no resultar herido.
Odeth le dijo que los sueños de la gente son ilusiones, y las ilusiones eran peligrosas.
Tal vez eso era todo, una maldita ilusión. Una muy realista.
━━ Por amor.
Es verdad cuándo Camus se prometió que sus sentimientos por Milo ya no lo afectarían tanto cómo antes, pero por favor, ¿Cómo se puede renunciar a un amor tan fuerte que con los años lo único que hizo fue estancarse en un círculo de temor y el rechazo?. No lo soportaría, los rastros de ese amor aún estaban ahí, incluso cuando ahora se sentía en paz con otra persona.
Una persona a la cuál el no tenía porque enamorarse, ya que ni siquiera eso era cerca de lo que Hades es, Hades no era una persona, era un Dios, el Dios del Inframundo que reina entre los muertos, era simplemente una fantasía todo aquello. Camus no se permitió tener la cabeza en alto, siendo Leónidas el único apoyo, el Espectro entró en cólera ante las declaraciones de Camil que solo hacían ver mal a su maestro, usando su poder concentrado en su puño, logro partir el hielo en dos, y si bien había sido liberado, las consecuencias se estaban notando en su cuerpo.
¿Era eso? ¿Eso era amor?. Qué sentimiento tan asombroso, te hace sentir en el cielo y en segundos te suelta al infierno. Otra vez.
Milo estaba perplejo, no, esa no era la palabra correcta, estaba aturdido. ¿Por amor?. Tenía que estar bromeando. Dioses que era todo eso en ese instante, sus piernas temblaban y no sabia a quien mirar, a quién creerle cuándo todos a su alrededor parecen no serle sincero.
En un instante miro a Camil, su rostro no era nada de lo que fue antes, uno siniestro lleno de maldad sin ninguna pizca de lastima o remordimiento por sus acciones, y ahora totalmente quebrada cómo si fuera una muñeca de porcelana, inexpresivo en facciones, pero con los ojos más llorosos que Milo hubiese imaginado ver en el rostro de alguien.
El rostro de Camus de Acuario.
Camus y Camil eran uno mismo, no eran una parte ni otro. Siempre han sido ellos, solo habían separado esa parte que el propio Camus aborrecía por lo "primitivo" de aquella emoción.
Milo explotó.
━━ Maldición. ¡Contesta de una puta vez!. ¿Por amor? ¡Amor!. ¿Qué quieres decirme con eso?. -Eufórico el heleno agarro el frágil cuerpo de Camil que iba deshaciéndose a pequeños fragmentos tirados por todo el suelo, de cabeza hasta los pies, él se estaba desmoronando.
Desmoronándose.
Ya lo había sentido antes pero verlo desde su perspectiva lo hacía sentirse mas débil, apenado.
Milo nunca fue cuidadoso con nada ni con nadie, siempre habría sido desconsiderado hasta con sus compañeros, tal vez no bruto, medio insensible pudiera ser, algo que era irónico porque entre ellos el más emocional y temperamental era él. Porque siempre ha sido egoísta.
Espero por mucho tiempo ser correspondido de alguna forma que nunca se dio cuenta que Milo era egoísta.
Estaba idealizando un fantasma.
Un hombre perfecto que no existía.
Un humano.
Si, eso era. No sólo era que su amor por Milo no fuese correspondido.
Fue que él quebró la ilusión de un hombre perfecto en Milo que estaba lejos de ser verdad.
Camus y Camil finalmente lo habían comprendido, para Camus no era una sorpresa pero para Camil, fue cómo si todo en su cabeza se riera en su contra y le dijera que era un tonto y un pobre iluso, qué broma era esa.
Una obsesión, la de ser amado, de ser correspondido y castigado.
Milo sacudió más fuerte el frágil cuerpo de cristal de Camil, Camil aulló de dolor, partes mas grandes de su cuerpo y cara cayeron con más fuerza hasta casi ser aventados por todas partes que lo rodeaban.
━━ Yo.
Esa fue la última palabra de Camil, quién desapareció luego que un objeto atravesará su cuerpo por completo con la misma lanza que alguna vez hirió a su compañero hace un tiempo, fue un deja vú muy cruel, los ojos naranjas de Camil abriéndose cómo platos y su último aliento desvaneciéndose entre mas entraba la cortada en su estómago. Desapareciendo en los brazos de Milo, quién ante el repentino recuerdo de la vez que Camus cortó a Mu en su encuentro rápidamente se apartó de él. Llevando la mano a su pecho donde pudo sentir por escasos instantes la lanza.
No hubo malicia alguna si solo se detuvo. No quería matarlo, pero Milo ni siquiera pudo confiar en ello.
━━ Eres de verdad Camus. Sólo alguien cómo tu sería tan frío y calculador para aprovechar el punto ciego de tu enemigo sin titubear, incluso en sus últimos momentos. -Dijo Milo, no de forma acusatoria, sino cómo una confirmación de sus penas.
━━ Ya lo sabes ahora, Milo. -Camus no lo miró cuando le hablaba, se limitaba a cerrar los ojos y negarse a cruzar miradas, mientras se daba la vuelta y le indicaba a Leónidas que era momento de irse.
Pero no esperaría que Milo también lo atacase por detrás, usando su Scarlet Needle en su contra quedándolo completamente paralizado.
━━¡Maestro!.
Leónidas recibió una alta dosis de la propia aguja escarlata de Milo, Camus solo recibió una directamente en la espina dejándolo completamente paralizado cayendo desplomado al suelo, eso fue sucio, muy adrede. Bennu cayó en cuestión de segundos tratando de arrastrarse hasta Camus quién yacía tirado retorciéndose del dolor, campantemente cuándo intentó alcanzarlo inútilmente extendiendo su mano fue arrevesado por el majestuoso caballero del escorpión se deslizó entre el espectro sin siquiera mirarlo mientras este le dedicaba una mirada de odio profundo.
Aún inquieto por lo sucedido Milo se había prometido a no perder la compostura y su rectitud a la situación a la que hora debía hacerle frente, con el corazón hecho pedazos una vez más pero la mente más limpia que u hombre tan sanguinario cómo lo fue una vez pudiera permitirse, sin el velo rojo de la ira cegando sus hermosos ojos, Milo levantó el cuerpo de Camus con la delicadeza que se merecía desde un inicio.
Ver a Milo tan calmado era algo nuevo, y aterrador. Claro, si Camus lo enfocase mejor pero no con lo frágil de su cuerpo.
Milo llevaba la cabeza de Camus a su pecho, acunándolo en sus brazos cómo si fuera lo más delicado, cosa que no era cierta, sin mirarle, ¿Cómo podría después de semejante revelación?. Por amor, lo que hizo fue por amor según Camil antes de morir a manos del propio Camus, y más que ser un ataque a la defensiva, fue mas una ejecución para que se callara.
No era todo mentira.
Milo quería saber la verdad, tenía tantas preguntas que hacerle a Camus que ahora en pocas palabras sabría todo lo que tuvo que pasar Camus para llegar hasta este punto, considerando el más bajo de un caballero.
━━ Camus. -Susurro Milo con pesar, conteniendo los deseos de sacudirlo allí mismo y que pusiera un final a todo.- ━━ ¿Por qué hiciste algo tan drástico cómo hacer un trato con Hades? ¿No recuerdas acaso lo que él te hizo? Los uso cómo sus marionetas para llevar la cabeza de Athena.
Aturdido, apenas era capaz de procesar en su cabeza unas cuantas palabras, entre todas ellas solo entendió unas cuentas. Quería abrir sus ojos, quería escaparse de esos brazos que lo atrapaban en su calidez engañosa. Hasta que de pronto sintió cómo si volara y todo su cuerpo golpeara con violencia su cuerpo. ¿Qué había pasado? El espectro de Bennu quien se levanto con un fuerte deseo de venganza contra el heleno había copiado las actitudes de este al atacarlo por la espalda estando tan colérico de no darse cuenta que su ataque también pudo afectar a Camus.
Leónidas se levanto con más fuerza y enojo que nunca antes hubiese sentido. El dolor provocado por las agujas en su cuerpo eran la mínima molestia que sentía, nada se comparaba con la ira de ver a Camus en brazos de ese sujeto.
Podía soportarlo de Hades. Una y mil veces soportaría saber que no era él quién le daba esa sensación de seguridad, de poder tocarlo cómo Hades lo hacía, podría vivir por toda la eternidad guardando sus deseos.
¡Pero ese maldito caballero era una historia muy diferente!.
━━ Yo Leónidas de Bennu, La estrella de la Violencia. ¡No permitiré que un maldito bastardo cómo tú vuelva a ponerle sus manos!. -Igual que una fuerte explosión volcánica, el cosmos de Bennu iba subiendo y subiendo hasta forjar un círculo de fuego infernal alrededor de ellos dos haciendo que el caballero retrocediera antes de ser quemado por estos.- ━━ Si tengo que calcinarte para liberarlo de ti, incluso si me odia. Es un sacrificio que estoy dispuesto a aceptar.
━━¡Insensato!. -Era claro que no podría pelear de esa manera, no con Camus de por medio, lo bajo cuidadosamente mientras apoyaba su cabeza y luego prestaba atención a su alrededor, no había puntos ciegos.- ━━ Si eso es lo que quieres ¡Veamos si puedes superarme!.
Milo tenía habilidades monstruosas, y bien su Scarlet needle era un arma más efectiva, también poseía otros trucos de los cuales aprovechar su poder, entre ellos su propia telequinesis. No más poderosa que la de Mu o Shaka, pero al menos le servían para defenderse de las llamas mortales de Leónidas contra él.
No obstante el Santuario contemplaba cómo iban poco a poco eliminando las alimañas que se presentaron a perturbar la paz del pueblo y de aquellos ajenos al conflicto armado, desapareciendo los monstruos poco a poco que la presencia del enemigo parecía desvanecerse, de la misma forma en que apareció, casi de la nada.
Más aquello no dejaba de perturbarlos ni disipaba las enormes nubes negras en medio de ellos, la intranquilidad en el ambiente era notoria y reacia en irse para encontrar su paz.
Mu de Aries, Aldebarán de Tauro y Máscara de Muerte habían eliminado a toda amenaza latente que anteriormente intentaba colarse al recinto de Athena, dejando cómo evidencia de dicha hazaña los restos de las abominaciones, siendo la última de ellas aplastada por Máscara de Muerte mientras hacía una careta de asco.
━━ Bien ese fue el último, tal parece que ya no quedan más de estás porquerías. -Dijo mirando a sus compañeros que asintieron luego de revisar cada rincón del lugar, afirmando lo dicho por la Máscara.- ━━ No fue tan difícil, vaya que decepción. Esperaba que las cosas fueran un poco más emocionante pero al parecer solo eran más feos que peligrosos.
━━ No digas tonterías DeathMask, esto no parece tener un punto final.
Dichas palabras de Aldebarán fueron alcanzadas rápidamente por la fuerza de la pelea que se realizaba a las afueras del refugio, los tres caballeros dorados presentes observaron la zona en donde se dirigía dicha pelea, podían reconocer el cosmo de su compañero Milo, tan fogoso y salvaje, y luego el brutal cosmo iracundo de lo que suponían sería la persona detrás de este incidente, en teoría.
━━ Parece que Milo acaba de encontrar al intruso. -Dijo Máscara de muerte, eso era extraño, si el enemigo estaba con ellos allí hace unos momentos. ¿Cómo pudo llegar allá?.- ━━ Esto es extraño, no tiene el mismo peso que estás cosas.
━━¿Qué quieres decir?. -Preguntó Mu.
━━ Estás cosas no tienen la más mínima relación con lo que sea que este peleando haya con Milo. -Dijo Cáncer frotándose la nariz, el olor a muerte era diferente, llámenlo loco o lo que quisieran pero alguien que ha vivido toda su vida de la forma en que él lo hace. Sabe diferenciar entre lo vivo y lo muerto, y esos monstruos no eran ni uno ni lo otro.- ━━¿Nos quedaríamos aquí esperando alguna orden o qué?.
━━ Sí, básicamente eso haremos a menos que se requiera nuestra presencia. -Respondió Mu algo inquieto, aun si todo parezca estar al favor de Athena la calma que se presentaba lo mantenía más alerta que cuando el peligro apenas estaba comenzando.
Fue entonces que la tierra se partió debajo de ellos, grandes pequeñas y medianas grietas que recorrían todas las doces casa hasta crear un desequilibrio entre todas provocando que la ya por si deteriorada estructura de las doce casa después de la guerra volviera a caer poco a poco, pero afortunadamente eran fuertes, sin embargo el terremoto, que si podría catalogarse de esa manera, había despertado las alarmas que todos temía.
━━¡Apártense!. -Alertó Aldebarán al notar que la fuerza de dicho fenómeno buscaba una abertura para salir, en efecto los caballeros saltaron de su lugares a una larga distancia en medio de los escombros y zonas altas.
Y en cuestión de segundos vieron emerger del suelo más de aquellas cosas que hace unos instantes pensaron haber aniquilado. Y en medio de ellos largas lianas y raíces emergentes de la tierra formando una coraza que poco a poco iba desplazándose hasta mostrar a la deidad dentro de ella.
Démeter.
Los caballeros estaban consideraron esto impropio de una deidad cómo ella, alguien que se supone que cuidaba la tierra no podía hacer una aberración cómo aquellas que vagaban libremente por allí, era un bullicio.
Sin embargo dada las circunstancias no era problema de ellos que decisiones habría tomado la denominada madre naturaleza si sus acciones contrarrestaban su labor de proteger a los humanos. Estaban listos para atacar ante cualquier adversidad.
Pero Démeter no era de conflictos, y ella era más de exterminar a las plagas de un sólo tajo.
━━ No tengo tiempo para estás ridiculeces. Despena ha sido una completa perdida de tiempo, si quiero acabar con esos dos primero me voy a encargar de estás plagas, hasta la más diminuta. ¡Y esos serán ustedes, Caballeros!.
No tuvo que moverse un centímetro para dar a conocer su poder, solo fue suficiente el rugido de su voz impetuosa para hacer que los suelos temblaran y abrieran pasos a largos y hermoso tallos en medio de las rocas, cubriendo la mayor parte del territorio, su objetivo, destruir era por completo el Santuario de Athena y cubrirlo hasta la última piedra.
Sin Athena el santuario solo seria otra estructura perdida de la antigua Grecia, justo como sus templos, justo cómo el de Despena. La sola existencia de Athena era una constante seducción para el desastre de la tierra, jamás le perdonaría el pecado de haberse llevado a su hija de esa manera, prácticamente secuestrándola y apartándola de ella cuando por fin podrían estar juntas sin el maldito de Hades.
Y ese miserable también la pagaría por haber roto su juramento. Cómo se atrevía a cambiar a su preciada hija por un humano del montón, claro, no dejaría de ser hermano de Zeus, ambos eran iguales, iguales a todos. Tal vez a ella, pero no, Démeter jamás haría algo tan sucio cómo se lo hicieron a ella.
En el bosque ha pasado una tragedia, una que nadie espero.
Yaciendo en un charco rojo y caliente, una horrible y tierna manta tirada al lado de un cuerpo vacío y sin vida alguna, donde hace unos instantes se oía la tierna risa de un niño, luego sus gritos y después nada.
Athena no podía moverse, aún si intentara escapar estaba atrapada dentro de un roble sagrado, un árbol similar aquellos que condenaban las almas de sus caballeros a un infierno constante, aturdida Saori alcanzo a ver una mujer de aspecto enfermo y un largo manto viejo y amarillento cubriéndola de pies a cabeza sosteniendo cómo una muñeca el cuerpo de Kosma, acariciando la pequeña cabeza del niño gentilmente para después quitarse con mucho cuidado la parte superior del manto y mostrar su cabello blanco y ondulante cómo una hermosa llama de fuego puro. Manos huesudas y profundas ojeras que escarbaban su cráneo, sonriente cual fantasma.
━━ Hermano, finalmente te tengo en mis brazos. No te preocupes, pronto saldrás de ese cuerpo y podrás volver a mi.
Notita; I cant feel my fckin eyes.
Bueno sólo quería decirles que lamento haber tardo ya que ahora estos capítulos quiero hacerlos mucho mas largos antes de finalizar.
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