Violeta.

━━ Yo también. Yo también extraño a Camus, cuándo supe que ya no volvería sentí cómo si yo hubiese deseado que jamás reencarnara. Y me eche la culpa de todo. 

─── Lo sé. -Confesó Afrodita, triste y desolado recargado en la pared, aferrando sus piernas en su pecho.- ─── Te espiaba con mis rosas para saber si no estabas fingiendo, y cuándo vi que tu dolor era genuino, solo me enfureció.

El Heleno permaneció al lado de Dita, no tan cerca, imaginaba que Dita prefería tener sus distancias con él, Milo no estaba seguro si él querría escucharlo. Acompaño al caballero de Piscis al sentarse en el suelo con él, el octavo guardián no era bueno con las palabras, tenia la certeza de que quizá con sus acciones podría hacerlo, pero tampoco encontraba la acción correcta, lo ultimo que Milo quería era seguir lastimando a mas personas por sus imprudencias.

━━ He tratado de no mirarte con odio por esto, no era tu responsabilidad corresponder. -Dijo el hombre de cabello celestes limpiándose las lagrimas. Milo sintió una punzada en el corazón cuándo escucho esa palabra, "corresponder".- ━━ Pero yo te escuché, ¿lo sabes?. 

Los ojos fríos de Afrodita miraron expectantes a Milo, quien se mantenía de bajo perfil, mirando al suelo al ser incapaz de ver directamente a su compañero de armas, no le temía y menos buscaba ser arremetido en su propia culpa, él ya sabia casi al instante lo que Piscis le dijo cuál espina a su corazón, Afrodita no tuvo otro remedio, él lo había entendido, pero el único confundido en ese sitio era Aioria. El silencio reino,, el rey de las bestias se vio en la encrucijada entre el pez y el alacrán, siendo este el depredado por los viles ojos de Afrodita, pero solo por unos instantes en los que Milo se tomo el detalle de hablar, sin herir, Afrodita se preparo para escucharlo y no ser más imprudente de lo que tenía permitido. 

Se oyó un suspiro ajeno.

━━¿Escuchaste todas las atrocidades que dije?. -La pregunta era tonta, claro que Afrodita lo hizo, su mente jamás abandono el santuario, y las flores que dejo atrás le gritaban lo que estaba pasando, que los estaban hiriendo.

━━ Las sentí también, cada palabra que salía de tu boca, era un motivo más para odiarte. Pero, tú no sabias por lo que nosotros estábamos pasando, pero tampoco tenias el derecho de ser tan cruel. 

━━ Afrodita, yo. . .-Fue rápidamente interrumpido. 

━━ El Maestro Shion nos lo explico a todos antes de partir; Sus compañeros los verán cómo enemigos, y serán recordados cómo traidores. Fue lo que dijo, siendo sinceros me importaba tan poco lo que ustedes fueran pensar. Era el mismo caso que Camus.

Esa noche en dónde todos los que habían muerto en batalla, Afrodita fue testigo de la determinación y el dolor que haba en Camus, nadie en ese pequeño espacio, se imaginaba lo que pasaba en la cabeza de ese humano que decida ser un tempano de hielo, pero por dentro, alguien muy perturbado.

─── Camus no estaba afligido por ser recordado cómo un traidor, él no quería que lo odiarás. Deathmask, Shura, siempre supimos que no importará cuánto nos preocupáramos por él. Iría a buscarte.

─── No sabia que Camus hablaba tanto con ustedes. -Expresó Milo, sorprendido de saber que Camus no era el ser frío y distante que siempre vio, y que tampoco se molesto en conocer lo suficiente.

─── Hay tantas cosas que no sabias sobre él, Milo. 

En el pequeño circulo de Milo, Camus era el más destacable por ser el que mayor contrastaba con su personalidad, eran tan disparejos pero sabían complementarse de una u otra manera, pero por mucho que tuviese la osadía de llamarlo su mejor amigo, Milo se cuestionaba, ¿lo conocía bien?. 

Camus le conocía cada maña suya que casi parecía su madre, incluso detalles bastante tontos según Milo, cómo que su color favorito era el rojo porque simbolizaba la vitalidad, o que no le gustaban las manzanas amarillas porque eran demasiado dulces, cosas cómo esas que no cualquiera se fijaría. 

─── Camus hacia un gesto muy tierno cuándo se enojaba con sus discípulos, cruzaba sus brazos ocultando sus manos, fingía hacer una mueca de disgusto y se iba caminando, escuchando a los dos pelear, secretamente el se reía en silencio. También, cuándo hacia cosas que no le gustaban y se forzaba a hacerlas, no te mirara directamente, cerrara sus ojos varias veces antes de hablar. -Con sus dedos fue contando todas las ocasiones que vio a Camus hacer esa gesto, tal vez no era bueno con los gustos, pero si sabia lo que Camus sentía cuándo lo tenia al frente. 

Cómo era un ligero movimiento de su ceja podía significar tanto en su estado de humor, o la forma en la que sus labios se curvaban.

No conocía a ciencia cierta a Camus más allá de lo que él le permitiera ver.

Afrodita y Aioria miraron a su compañero Milo asombrados, ni siquiera ellos imaginarían que Milo fuese una persona tan detallada, siempre se le dio la reputación de un distraído, Afrodita suavizo su mirar por un instante. Ninguno de los dos reconocía al Milo que estaba ahí presente, contando con mucho detalle cómo su mejor amigo era, su forma de dar en el clavo era impactante. 

─── Resalté varias veces eso con Camus, y hacerlo era una invitación a que me terminara congelando en su templo. -Milo sonrió con dicha, aunque sus ojos se sintieran pesado de solo recordar esos momentos, donde aunque no lo sabia era genuinamente feliz al lado de su mejor amigo.- ─── Esto era algo que nunca quise compartir, porque yo sabia que Camus podrida enojarse conmigo.

───¿De verdad?, ¿Eso fue lo único que pudiste notar?. -Pregunto Dita, con un claro tono de voz que le advertía al Escorpión que no le permitiría hacerse el tonto tan fácilmente, Milo sacudió la cabeza, no hubo respuesta que pudiera ser del todo, concreta.

Lo sospechaba, pero se quedo en eso, simples sospechas que Milo prefirió dejar de un lado, diciendo que seria, extraño. Milo era alguien terriblemente cobarde cuándo el tema a relucir era la propia emoción humana, no tenia responsabilidad afectiva, nunca tuvo la necesidad de algo cómo ello, en un sitio cómo ese no había oportunidades para los sentimientos.

Sin embargo, estaba contradiciéndose contra sus propias acciones.

En esta ocasión, Milo no encontró nada con que defenderse. Ni la buscaría.

─── Ugh, eres exactamente cómo él decía. Un tonto sin remedio para asuntos del corazón, pero una fiera para robar el corazón de las personas. -Afrodita pegó un largo y sonoro suspiro después de dicha oración, mirando por el rabillo de sus perfectos ojos al angustiado hombre a su lado.- ─── Entonces, ¿Responderás o sólo te ahogarás por millonésima vez desde que regresamos a casa?.

─── No quisiera interrumpir un momento tan impactante cómo este, pero Milo estoy confundido con lo que dice Dita, ¿Acaso tú y Camus no eran más que buenos amigos?. ¿Me perdí de algo?. -Preguntó él León mayor, entre una mezcla de confusión y profunda decepción cuándo Milo asintió con culpa.- ───¡Demonios alacrán, si me hubieses dicho que estabas deprimido por Camus hubiese hecho algo más!. -Espetó ofendido, ¡cómo su amigo de toda la vida no le va a tener ese tipo de confianzas!.

─── Para serte honesto Aioria, no era un tema del cuál quería hablar. De no ser por Odeth, hubiese enloquecido yo sólo en ese templo con mis propias ideas. Ni siendo un caballero deja de cuidarme, siento que le fui más un estorbo para ella.

─── Hey, esta bien hombre. -Amablemente su amigo león puso cuidadosamente su mano en el hombro de Milo, Aioria le miro con la vista más comprensiva que el León dorado podía regalar, eso tranquilizo y alivió el corazón de Milo sin dudas, pero también le dijo una agridulce sensación.- ─── Lo importante es que parece que sales de eso, debo admitir que tenía un ligera sospechaba de lo que te ocurría, pasaba por tu templo, y siempre te veía con unos ojos de cachorro abandonado, trate de hablarte pero conociendo cómo eres, seguro lo tomarías cómo una ofensa para el impredecible hombre que eres amigo. 

─── Bien, lo acepto, yo me lo busque. -Dijo Milo dándose cuenta de que gran parte de su lucha interna se hubiese resuelto si tan solo hiciera más caso a su lado del dialogo, hubiese ahorrado tantos pesares. 

En vista de cómo las aguas impacientes e irremediables de ese momento habían sido calmadas por suaves y frescos vientos de sinceridad, Afrodita observo con desdén al dúo presente, no cabía duda, ambos eran unos tontos sin reparo.

Qué fácil y agradable es escucharlo.

Pero era tan sencillo acabar con gloriosos segundos de paz, sin medir consciencias, únicamente atacando a diestra y siniestra, un enorme rayo color purpura se estampo sin previo aviso trio que descansaba entre las rocas y escombros, para su fortuna pudieron escapar del impacto y las llamas electrificadas del ataque, con rostro llenos de impaciencia y a pie alertas buscando rápidamente con sus ojos y sentidos al máximo la dirección, y el responsable del ataque que por poco, acababa con todos ellos.

Fue tan silencioso como mortal.

───¿¡Qué demonios fue eso!?. -Exclamaron los tres exaltados, Milo se puso al frente, Aioria en un costado y Afrodita al otro, mientras Afrodita y Milo preparaban sus ataques, Aioria buscaba eufórico al responsable. 

───¿Puedes ver algo, Aioria?. -Preguntó Dita.

─── Maldición, no puedo ver nada, tampoco puedo sentir algún tipo de cosmos energía cerca de nosotros. No tiene sentido, un poder tan grande cómo ese no es tan sencillo de esconder. -Dijo el moreno viendo de un lado a otro con instintos de depredador, tal vez sus ojos lo engañaban pero tenia un fuerte indicio de que alguien los observaba desde hace un tiempo.

En el preciso instante cuándo iniciaron la riña, durante el forcejeo Aioria estaba seguro de a ver sentido algo, pero tontamente pensó que podía ser un guardia o algún caballero de rango menor que iba pasando por ahí.

Pero no, fue mucho más presente de lo que pudo y deseo imaginar.

 Milo pudo ver otro destello caer directamente a dirección suya, dando un grito de alerta haciendo que sus compañeros saltaran al mismo tiempo que caían al cielo y eran embestidos por ataques similares a los anteriores dos, con la menor diferencia de ser similares a pelotas de futbol, pero el impacto mucho más mortífero que una regular. 

Miraban a todos lados, y en diferentes esquinas estos parecían simplemente caer de dimensiones contrarias, los tres caballeros se vieron a si mismos en serios aprietos, el enemigo no tomaba descanso y sólo buscaba atacar de forma ofensiva y dañina.

Tuvieron de dispersarse a mayor velocidad, distribuidos en distintos puntos para buscar de una mejor manera al culpable, Milo, que estaba cerca de los terrenos frondosos que rodeaban el Santuario, fue el objetivo principal de una figura delgado de ojos siniestros.

───¡Milo!. -Gritaron al unísono Aioria y Afrodita al ver a su amigo ser pateado con ambos pies del mismo enemigo, el heleno fue estampado en el suelo mientras sentía la punta de algo haciendo presión en su espalda.

De sus labios salió un quejido de dolor y cómo respuesta obtuvo un pisotón mucho más fuerte que el anterior, sacándole aire y dejando sus ojos en microsegundos en blanco, Milo apretó los dientes y los puños, fue descuidado y lo atacaron por la espalda, intento mirar al responsable pero gracias a la luz del sol solo era capaz de ver una sombra sonriente.

 ─── Ha pasado un largo tiempo. -Dijo la sombra con voz hueca y una expresión que delataba su deleite al ver al Heleno bajo sus pies.- ─── Qué placer verlos de nuevo, queridos amigos. -La ironía salía de sus labios con tanta naturalidad, con esa voz tan seria y una mueca chueca.

Afrodita parpadeo reiteradas veces, talló sus ojos a la vista del responsable, completamente paralizado de ver esa caballera violeta girar en el aire, y un rostro tan familiar que seria imposible reconocerlo, a esa distancia, Aioria también se había percatado de ese detalle, estaba igualmente perplejo, repitiendo en su confundida cabeza que no era posible. Milo preocupado por la repentina calma de sus amigos y oír sus corazones latir , y a cómo pudo, impulso sus manos adelante haciendo que el invasor se apartara de encima suyo.

Se maldijo mil veces por la forma tan despiadada en la que nuevamente el mundo le hacía recordar su mayor pecado.

 ─── Camus... -Su nombre salió de su boca cuál pequeña canción al viento buscando al dueño de esas palabras, pero ese "Camus" le dedico una mirada de inferioridad y desprecio, con la que sin ningún problema Milo podría lidiar. 

Aquella cosa con la apariencia del nombrado parecía deleitarse con los lastimeros sonidos que Milo hacía tratando de liberarse de su propio yugo, aunque él se levantará, el otro le recibía con pisada mucho mas fuertes para mantenerlo completamente a raya, nadie podía imaginarse que algo cómo ese tan ansiado reencuentro, terminaría de una manera tan sádica y cruel. 

 ─── No te ves nada contento de verme, sucio traidor. -Sus ojos se achicaron para ver al Heleno de forma que se sintiera insignificante, pequeño y débil, y cómo funcionaba era simplemente un circo muy entretenido.-  ─── El imponente y salvaje Milo de Escorpión no es más que una cucaracha asustadiza de culpa. 

Dicho esto, Camil saco su pie de la espalda de Milo para colocarlo en la cabeza de este y aplastarlo contra el suelo, pisándolo similar a un insecto mientras su sonrisa se hacia cada vez más amplia, cosa que despertó la furia de sus compañeros presentes, Afrodita lanzando rosas pirañas al oponente y Aioria detrás de ellas para atacar con su golpe de relámpago.

Pero sus ataques fueron inútiles, las rosas fueron congeladas por hielo negro y una ráfaga fría que hizo retroceder a Aioria por lo ardiente que se sentía, el león sin embargo no dejo suelto el ataque y lo lanzó sin medir fuerza, el hombre de pelo violeta se alejo rápidamente dejando a Milo en el suelo, el heleno se levantó antes que el golpe le cayera a él. 

───¡Agh, ese maldito!. -Se quejo Aioria tallando sus ojos con fuerza.- ─── Ese ataque era cómo el Polvo de Diamante de Camus pero parecía más fuego que hielo. Apesta a azufre. 

─── Esto no debe ser verdad, ¿por qué ese monstruo tiene la apariencia de Camus?. -Preguntó Afrodita en estado de shock. 

───¡Eso es por que él no es mi maestro!. Es otra trampa de Despena. 

Todas las miradas se dirigieron al sueño de esa voz, el caballero del Cisne salió cuál ave alzando vuelo y cayendo en picada sobre la cabeza del enemigo, Camil tomó una postura a la defensiva evasiva y sin ningún problema con un brazo detuvo la patada de Hyoga, acto que aprovecho para tratar de congelar al joven rubio, pero Hyoga fue mucho mas intrépido y congelo el ante brazo del demonio violeta. 

─── Mocoso engreído, ¿cómo te atreves a pensar que podrías herirme con un ataque tan blando?. -Podía sentir la mirada filosa de todos ahí presentes, era algo que le fascinaba, tantos espectadores, todos importantes en la vida y destrucción de su propia persona, de el propio Camus.

Le agradaba eso, tanto por destruir hasta que no quedara nada de su pasado. El siempre seguiría siendo parte de Camus, pero al menos era libre de hacer cada pecado que cruzara por su cabeza llena de resentimiento, odio y tristeza. 

Por qué Camil era esa versión que Camus temía reconocer, esa parte que lo único que buscaba era pasar por encima de todos y nunca verse pequeño, someter, apoderarse de todo, Camil era la maldad personificada, toda maldad que cada uno lleva por dentro, esa parte oscura del signo zodiacal. Un zodiaco negro que lo único que buscaba era cecear sus deseos y necesidades. 

No tuvo reparo en crear fuertes vientos que paralizaran el cuerpo de Aioria y Afrodita, lo que lo dejaba únicamente con Milo y Hyoga quienes le miraban con ciertas intenciones dudosas, sabia que no lo atacarían seriamente, al tener el rostro de ese ser que tanto anhelaban por ver, confiado creyó tener la victoria. 

─── Veamos si tiene las agallas para atacarme. 

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