En la Tierra de Dioses Y Monstruos.
Milo de Escorpión, era muchas cosas, todas ellas generalmente muy bien merecidas por su intachable reputación como guardián de la octava casa del Zodiaco, un ser humano bendecido con extraordinarias capacidades que sobrepasan la lógica humana, era extraordinario. Y así como el existían otros con dicha bendición.
De tantos niños que llegaron para proclamarse como guardianes de la Diosa Athena para proteger a la humanidad de todos los males.
Dioses y monstruos queriendo devorar a los inocentes y juiciosos mortales, unos por un complejo de superioridad demasiado grande para sus propias cabezas para al final caer en la arrogancia y humillación, otros porque no le ven nada bueno a la raza humana, que desde su nacimiento ha sido esta misma la causante de guerras sin sentido por diferentes perjuicios absurdos y acomplejados a una pobre mente guiando a miles de seguidores igual de ignorantes que ellos.
Cuando el era un niño, miraba la guerra como un patio de juegos, tan inocente y estúpido hasta que la verdad se asomo tan fuerte como una ráfaga de viento en un calmado océano. De ahí supo que la vida en labor no era un juego, sin embargo, nunca dejo de ser un niño rebelde.
Su corazón y mente estaban dañados a mas no poder, traición tras otra traición, mentiras y verdades amargas que no deseo conocer, pero que sin ellas jamas aprendería a crecer.
¿Qué clase de sentimiento era ese? ¿Cómo era posible eso?.
Su cabeza solo repetía un nombre, Camus de Acuario. Y al cerrar sus ojos estaba la cara manchada de sangre de su amigo, con su rostro sereno pero un aire de tristeza inconfundible, el pecho le dolía y sus lagrimas no se molestaba en callar, lo esta matando lentamente. Porque el es un hombre que no puede vivir con la culpa.
Su mejor forma de justificarse era diciendo, que fue por una enorme y desafortunada confusión, un arrebato insensato que era necesario hacer para salvar a Athena, una guerra cruel llena de mentiras por un bien mayor, sacrificar unas cuantas vidas por mas de un millón de ellas.
Sacrificarlo, sacrificarse así mismo.
Otra vez, el hilo agudo dentro de su garganta se comprimió en un sollozo, ¿porque se sentía como una basura?. Cierto, por todo lo que le hizo a Camus, aunque su corazón finalmente lo perdonara, y suplicara por tenerlo de vuelta, por escuchar su voz aunque fuese una vez, gritándole, insultándole, diciéndole un sin fin de atrocidades que se merecía. No le reclamaría y solo esperaría a que este volviera a ser el mismo.
Pero él ya no existe mas.
Y no hay peor castigo que ese.
── Quiero despertar, despertar de esta maldita pesadilla. -Suplico el muchacho heleno, sentado a las orillas de un árbol en los bosques que rodean el Santuario, harto de los problemas, harto de si mismo y su imprudencia. Cansado de sentirse insignificante y no poder hacer nada al respecto.
Milo estaba que lo consumía una oscuridad hambrienta de corromper su alma, los recuerdos de esa noche atacando sin descanso, ese odio transformado en arrepentimiento y un deseo insaciable de reparar lo imposible.
Aparentaba estar bien, ¡pero no estaba bien!.
Escucha el latido de su corazón, una y otra vez, la imagen de su cuerpo sin vida se refleja.
Escucha otro latido mas fuerte que el anterior, y es cuando finalmente se encuentra solo, entonces muy lejos, al frente del caballero él puede visualizar una cabellera rojiza familiar, un rojo que contrarresta su piel azul, y se veía tan vivo que le quemaba su presencia, intento tocarlo para sentirlo, ¿y si era él?. En alguna parte.
Ese cabello rojo, ya lo había visto antes. Mucho antes.
Fue en Rodorio, su presencia no pasaba desapercibida, y tenia la sonrisa mas hermosa que nunca antes hubiese visto, pero en esos momentos no se dio cuenta hasta ahora lo bello que era. Cuando entro en el recinto, esa brillante melena roja y salvaje con el viento acaloro todos sus sentidos, curiosidad, ira, y una fuerte adrenalina. Cosas que lo hicieron sentir vivo.
Y en una linea delgada entre su labor como caballero y sus impulsos como ser humano.
Milo se echo para atrás golpeando su cabeza con el tronco del árbol, ¿porque en ese momento estaba pensando de en ese tipo?.
── Su cabello, su color, su figura. ¡Él estaba con Hades desde un inicio!.
Inmediatamente Milo se puso de pie tan rápido cómo pudo, un movimiento brusco que agito toda su cabeza, sacudir sus recuerdos cuando ese extraño sujeto se metía a escondidas en el templo de Piscis, su extraña aura tan tenebrosa pero deprimente, y de pronto recordó esa conversación que tuvieron hace días, la ultima vez que se vieron en el jardín de Piscis.
Su facciones angelicales pero su monstruosa presencia, y siempre que estaba ahí pasaba alguna desgracia, era un ángel de los infiernos, uno que su sola presencia anuncia la desgracia. Una conspiración quizá, coincidencias no lo veía posible hasta tal punto a menos que tuviese una suerte fatal, cosa que Milo dudaba bastante.
Toda su cabeza estaba envuelta en hilos, sus pesares se mezclaron con los sentimientos llenos de desconfianza y la necesidad de buscar un culpable en el aire, descubrir el porque Camus ya no esta, porque su alma tomaría ese rumbo. Milo no se quedaría quito, hasta saber si era posible aquello que Hades había dicho en ese momento, y demás, saber que se traía en manos ese chico pelirrojo de nombre desconocido.
Con completa valentía para ya no mortificarse de tantas desgracias en su vida, Milo dio rumbo a su templo donde esperaría hasta el anochecer.
── Bienvenido.
Pero tal parecía, que su plan debería esperar un poco mas.
── No deberías estar aquí pequeña, regresa a tu hogar. -Dijo lo mas amable que podía, pero el pequeño engendro parado delante le dedico una sonrisa arrogante y siguió metiéndose mas adentro del templo, ignorando la existencia del caballero, que ofendido la siguió adentro.- ──¿No oíste lo que dije?, Tienes que irte ahora mismo.
── Me encantaría jugar contigo en este estado Milo, pero lamento decirte que no tenemos tiempo. ¿Cómo esta eso, que finalmente te diste cuenta de la verdad?. ¿Ya no puedes disimilar tu propio auto-control?.
Milo lo comprendió, de tantos trucos que podría utilizar, ese rostro familiar, no se trataba de nadie mas que ella. Esa mujer que parecía estar confinada al octavo templo.
── Te he estado esperando, Athena me dijo que te encontrabas muy extraño estos días después de la resurrección de tus compañeros.
Cómo la odiaba cuando usaba ese tono de voz con el, uno atormentante para su conciencia, porque esta expresaba ironía pura, ojos filosos en busca de su carne. Esa cara desinteresada en oír sus penas. Milo odiaba cuando ella hacia eso. Lo trataba como cualquier mocoso, cuando ella lo era en esas circunstancias.
── No es tu problema. ¿No fuiste tu la que pidió no ser involucrada en los problemas del Santuario de Athena?, Ahora vienes aquí como si nada intentando sacar información, ¿porque te gusta hacer eso?. ¿Sacas algún beneficio con nuestro sufrimiento?.
Una fuerte bofetada en el rostro con puño limpio fue lo único que calmo el fuego del escorpión en su corazón, Milo llevo su mano a su mejilla inflamada y rojiza mientras observaba atónito a Odeth que repentinamente cambio su rostro serio por uno de notable molestia en su interior.
── Eres un bastardo sin remedio, me importa menos lo que le pase al Santuario o a la misma Athena, ese no sera mi problema, me preocupo únicamente por mis seres queridos, por aquellos que aun siendo tan idiotas cómo tu, no dejan de ser preciados para mi. -Respiro profundo, recordando del niño que cargaba en su espalda.- ── Arrodíllate.
──¿Disculpa?.
── Ya me oíste, arrodíllate cuando hables conmigo a solas, eres tan alto que me dolerá el cuello todo el día si te sigo hablando desde este angulo.
Sin opción y viendo que iniciar una discusión con ella era algo irremediable hizo caso a la petición, avergonzado de si por tan penosa posición.
── Después de todo sigues siendo un niño, no somos tan diferentes. Eres un poco mas inestable emocionalmente, y mucho mas en estos días llenos de infortunio en tu estrella.-La joven tocaba la frente del guerrero con sus delicadas suaves manos pequeñas haciendo círculos en medio de esta, tratándolo igual que una mascota.- ── Ahh, lamentable, ciertamente lamentable.
── Hm, así que ya lo sabes. ¿Supiste incluso lo que ocurrió cuando Hades llego?. -Ella asintió. Él solo se encorvo y cerro sus ojos.- ── Debes pensar que soy un estúpido emocional, no puedo ser un templo imperturbable como tu o cómo Camus. No supe controlarme, actué de un forma imperdonable para un caballero de Athena, deje que mi rabia y odio me tomaran como su títere.
── La tristeza que puedo ver en tus ojos al decir ese nombre es desgarradora. Es fascinante, sin embargo, podría matarte cómo un cachorro deprimido al saber que su dueño no volverá por él.
Esta vez, llevo a sus brazos la cabeza del guerrero a su pecho, sin dejar de acariciar suavemente su cabello azulado, contando con sus dedos las hebras brillantes de su cráneo, sintiendo compasión por Milo. Un abrazo y un hombro donde llorar, le ofreció todo eso, no necesitaba fingir con Odeth. Ella sello su promesa en un beso en la frente mientras limpiaba las lagrimas del desdichado.
── Todas las estrellas brillaran por él.
── Ninguna luz en el cielo sera suficiente para reemplazarlo, la luz que apague con mis propias manos.
También el infierno podía ser acogedor, siempre y cuando supieras como y cuando pecar, el destino siempre sera el sufrimiento para la gran mayoría de quienes lo habitan, los espectros en cambio, veían ese infierno cómo su hogar. Por descabellado y desequilibrado que sonara para otros, para ellos era una gran realidad.
Camus en cambio, no lo veía cómo su hogar pero tampoco cómo un castigo, porque si fuera comparado con el sufrimiento de muchas almas inocentes en un eterno purgatorio, y la trágica historia de Orfeo y Euridice, Camus estaba en lo que se conoce un lecho de rosas.
Siendo tratado y mimado, si, se sentía mimado por Hades y las monjas oscuras, y para su desdicha no podía protestar mucho con eso, era tratado con suficiente cuidado, eso le irritaba, no buscaba pelea pero tal parece que esa nueva imagen que Hades le dio y por supuesto sus finas facciones lo hacían verse débil, no había nada mas que le molestara.
Verse vulnerable en un sitio donde podría ser devorado vivo, alguien cómo él que fue implacable en derrotar al enemigo. Denigrante.
El tiempo transcurre en un parpadeo, en menos de lo esperado había leído todo el libro entero, realmente era muy bueno. Al menos había gastado correctamente una hora de su larga estadía, y podía hacerlo las veces que quisiera, lastima que no quitara el deseo de ver la luz del sol desde las lejanías del siniestro castillo e infierno, con sus propias manos escaparía cuantas veces deseara pero no lo hacia por instinto de supervivencia que era mucho mayor que su anhelo de cometer un acto tan imprudente.
Estaba dispuesto a hacerlo sin prisa, solo esperar un poco mas no lo mataría. Estaba aferrado a no conformarse con simples cosas para mantener su cautiverio acogedor, no era un doncella como los cuentos, el era un caballero.
Camus se levanto mareado, viendo el piso moverse de un lado a otro mientras sus ojos se hacían mas y mas pesados, a cómo pudo evito de cualquier forma caer en el suelo, inmediatamente pensó que esto era una manera de atacarlo y ya iban dos veces seguidas.
Y de pronto todo a su alrededor volvió a ser nada, diferente a la ultima vez era capaz de escuchar voces a la distancia, indescriptibles para saber que era lo que aullaban, miraba a todos los lados esperando sentir su presencia, lo encontró. Justo detrás de él.
──¿Estas esperando que me de la vuelta?. -Respondió bravo ante el cosmos amenazante detrás suyo.
── No. Solo esperaba distraerte para que bajaras la guardia delantera.
Camus salto lejos de esa voz tratando de mantener la distancia pero era tarde, nuevamente era aprisionado por ese espectro de cabello magenta que poseía su mismo rostro, tan aterrador como robarse una identidad, de nuevo esa sonrisa libidinosa escapando de su boca, sus brazos y manos rodeando su cuello mientras sus cabellos jugaban en el aire con las rojizas hebras de Camus, el caballero trato de empujarlo lo mas lejos posible en un momento de desesperación, pero el sujeto se aferraba con fuerza constrictora, Camus se retorció y lucho pero de igual manera el espectro atrapo sus labios con los suyos, lo miraba fijamente con burlas, sintiendo su risa mientras el contacto de sus labios se esperaba.
Ofendido su orgullo lo empujo con todas sus fuerzas provocando que este lastimara su cuello con sus largas uñas bañadas en negro, su cosmos en ese momento no respondía por lo que una pelea cuerpo a cuerpo se desencadeno, el otro era muy hábil, casi resbalaba en el suelo como una serpiente, riéndose de la desesperante pelea que Acuario le estaba dando.
No se molestaba en atacar, solo esquivar y burlarse en su cara, Camus comenzaba a perder la paciencia por lo que sus fuerzas y golpes eran mas feroces y echos al azar sin medición, Camus aparentaba estar controlado, en realidad en ese instante era cuando su cerebro se calentaba y dejaba explotar lo que llevaba dentro de si.
Él otro al verlo de nuevo caer bajo sus propias manos le agarro con fuerza del brazo, como cualquier trapo lo arrojo con fuerza al suelo como todo un profesional en combate, fue tan sonoro que los ojos de Camus se nublaron por el dolor, de su boca salio un quejido ahogado y gotas de sangre mezclarse con sus dientes, quedo aturdido por el dolor en el suelo, incapaz de moverse, ¿le había roto la espalda?.
── ¿Qué pasa caballero? ¿Sigues teniéndome miedo?. Jaja, es divertido verte a los ojos y notar lo vulnerable que eres a mi. Oye, ¿no crees que este espacio es cómodo?, podemos a acostumbrarnos a la presencia del otro si te lo propones.
── Voy a aniquilarte. -Dijo en corto, haciendo vagos intentos para mantenerse en pie y verlo directamente a su cara, el espectro magenta ya no estaba pero al instante se dio cuenta de su error, permitió que lo viese como un juguete, sus aterradores orbes anaranjadas brillaron con perversidad, igual a la ultima vez que se vieron, aterrado de lo que podría hacer Camus trato por muchas safarse con desesperación, gruñendo ante cualquier intento de tocarlo.
El otro miro sus intentos de huida como un depredador, tan adorable que casi le daba pena, pero no la suficiente.
Quera conectarse con él, quería tomar posesión de su cuerpo. Él quería salir de Camus.
Se puso encima de su cuerpo, con sus manos frías recorrió desde las piernas hasta el cuello del cuerpo entero de Camus, Camus se sintió prisionero por mas que intentaba moverse le era una tarea difícil, su boca fue atrapada, el otro deslizaba su lengua por la comisura de sus labios mientras bajaba lentamente al cuello de Camus y daba besos en el, enterraba sus uñas sin medición sobre la piel ajena y blanca, la sangre dentro de sus uñas resbalando por sus dedos las lamió sin asco alguno, rozaba su cuerpo con descaro para hacer fricción en la zona prohibida.
Camus estaba asustado, no creyó experimentar una situación como esa, y menos de esa forma, era un conejito asustado delante de una verdadera fiera, ¿para que negarlo?. No era capaz de hacerse el fuerte con esa acción.
── Descuida, no tengo pensado robar tu virginidad. Estaba ansioso de probar tu cuerpo y sangre antes de tomar tu cuerpo prestado, o tal vez de forma indefinida. -Sonriente, el ente enterró su mano en el pecho de Camus pero él no sentía absolutamente nada, de pronto, el espectro se estaba hundiendo dentro suyo, y el, perdía la consciencia.
De no ser por un destello de luz que impacto sobre la cabeza de dicho sujeto, lo mas probable es que no terminara de contarlo ni vivirlo.
── Con que tu eres el que ha causado tantos problemas al reino del Señor Hades, y aun tienes el descaro de atacar a su acompañante. No puedo permitir mas este desastre.
Esa era la voz del Dios del sueño, Camus la reconoció por ligeros pasajes de su memoria cuando estaba muerto, sentía como de nuevo podía moverse y alejo al intruso de una sola estocada, este solo miro con enojo los alrededores mientras desaparecía entre un montón de raíces negras que rodeaban su cuerpo. Y los miraba con amenaza.
── No te vas a librar tan fácil de nosotros. Tuviste suerte que el Dios del sueño tuviera un acceso directo, la próxima vez te llevare a lo profundo de tu consciencia y entonces, tomare tu cuerpo.
El espectro magenta se desvaneció, al igual que toda la habitación oscura que los rodeaba, el piso se abría dejando ver destellos de luz blanca por todos lados, cayendo dentro, abriendo sus ojos para encontrarse de nuevo en la habitación donde había sido dejado desde un principio, sobresaltado, noto que en su Camisa habían manchas de sangre en la misma zona donde el espectro clavo sus uñas, estaba fresca, por lo que ahora sabían que era posible causarle un daño real a Camus dentro de lo que era su propio mundo de sueños, lo cual, era el doble de preocupante, ya que confirmaba una de las sospechas del Dios gemelo mayor, y era que el individuo estaba detrás de Camus, pero aun faltaba el motivo.
── Esto es alarmante. -Hypnos fijo su vista en el abdomen ensangrentado del caballero, puso su mano en la herida abierta y con un resplandor pudo cerrarla, Hypnos estaba intrigado a los acontecimientos. Tal parece que el objetivo era Camus, sin embargo, había una posibilidad algo alta que solo fuese una manera de acercarse a su Señor. - ──¿Puedes levantarte?.
Era la primera vez que Hypnos miraba al humano directamente, y lo que sus celestiales ojos vieron fue un rostro de pánico genuino, sintió pena por él, aun si lo consideraba un intruso no era merecedor de algo tan asqueroso. Estaba perdido en la nada, sudaba frío y observaba su mano aun cubierta de sangre.
Hypnos trato de darle una mano por simple cortesía, la reacción de Camus, quien todavía permaneció en estado de alerta fue golpear su mano y levantarse bruscamente, casi corriendo del dios. Hypnos no se vio del todo sorprendido, era una reacción esperada.
── "Pobre muchacho, no le sera nada fácil olvidar este incidente." -Hypnos no estaba seguro de guardar o no silencio, lo mas sensato y lógico seria buscar a su Señor e informarle lo que pudo ver, pero por otro lado, era posible que Hades se enojara tanto que podría ser catastrófico. Bueno, esconderlo no era una opción viable.- ── Te llevare con el Señor Hades de inmediato, esto es algo que debes decirle con tus propias palabras.
Camus no levanto la vista del suelo, arreglo un poco su aspecto y le tomo la palabra a Hypnos sin rodeos, su silencio fue entendido.
En menos de un instante estaba dentro de los aposentos de su Señor, se desplomo al instante en que sus piernas se sintieron adormecidas, de hecho, todo su cuerpo se sentía pesado, y los pensamientos abarcando su cabeza no tenían sentido, no era suyo realmente, era como una distracción de lo que paso.
No era capaz de verlo pero sabia que estaba ahí, el tiempo juntos lo hizo sensible a todo rastro de su presencia, era vergonzoso admitirlo, se sentía mas a salvo a su lado que cualquier otro lugar, era probable que ese sentimiento se diera porque Hades es una divinidad poderosa.
── Señor Hades. -Su voz le llamo, solo le basto hacerlo una vez para verlo de pies a cabeza, sus ojos mostraron un brillo de alivio, pero extrañamente de miedo también, temor de saber que seria de él en su futuro tan incierto.
Hades era un ser que nadie ha podido engañar, por eso, en cuanto vio a su ciervo en el suelo temblando, fingiendo fuerzas mientras sus ojos derramaban lagrimas de cristal, supo que algo le había pasado.
Y cuando Camus confesó lo que había experimentado, la furia de Hades se desató cómo una avalancha de nieve.
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