El día mas Oscuro.

Estuvo a solo dos centímetros del infante y con esa distancia fue suficiente para ver el estado de desnutrición de esa criatura, Odeth abrió los ojos con horror y lo saco de su mala camada para cargarlo e intentar tranquilizar al niño hambriento, salio del poblado en busca de una salida que la llevase a Licosura y descubrir porque Perséfone le había mandado con tanta urgencia a averiguar a cerca de esos terrenos. Si su memoria no le fallaba en ese recinto se adoraba a un Dios del cual el nombre era desconocido para quienes no lo siguieran. Lo único que era sabido por ella era que el Padre era Poseidon, sin embargo la madre era mencionada, pero la retrataban cómo una quimera, es decir parte león, serpiente y cosas de ese estilo, el nombre no era claro. 

Los llantos del niño era cada vez mas fuertes, y ella no tenia ningún gramo de comida para darle, el pequeño bastardo si que tenia pulmones para ser un escándalo. 

── Debes tener mucha hambre. Vamos a buscarte algo de comer, lo siento ha pasado muchos años desde la última vez que amamanté a un niño y no tengo nada para ti.

Resignada a no dejarlo morir Odeth usó la túnica del sacerdote para improvisar una cangurera para así iniciar su viaje a destino predeterminado, con suerte lo haría rápido y eficaz.

── Tenemos tiempo, esperará hasta que Athena haya restablecido a sus caballeros antes del desastre.

Si Athena no hubiese sido una diosa tan amorosa, si tan sólo hubiese dejado que las cosas quedarán en su lugar ella no tendría que estar divagando entre ruinas y viejos ritos.

Tal vez sino hubiese llevado a Perséfone, no habría necesidad de despertar a los gemelos.

 ── Si esa mujer no fuera una completa lunática sobre-protectora, ella no hubiese escapado en primer lugar del Olimpo. Me pregunto si la mayor lo sabe, dudo que Zeus haga algo al respecto si la noticia de otro armisticio se es anunciada por Hermes. Nunca a hecho nada bueno por la humanidad mas que otorgar hijos e hijas por doquier para cumplir tareas en la tierra. -Dijo acunando al niño en su espalda, finalmente su llanto ceso pero seguramente en cuestión de minutos despertaría mas hambriento.

Y de esa manera se fue, al siguiente templo a su pronta revelación, excitada del siguiente encuentro con dos grandes leyendas poco vistas en la mitología antigua, en esos tiempos donde los dioses descendían a las tierras para plantar terror y amor donde fuese. Batallas memorables entre los mas fuertes, era la emoción de vivir hace ya tanto siglos. Cubierta de sangre en el rostro y manos, sonriente de haber descubierto uno de los misterios de la Diosa. Sin embargo, algo es inquietante, ¿Perséfone sabia de eso?.

¿Es acaso no la intento detener?. Sera que finalmente la paciencia de esa diosa a sido culminada a causa de Athena. ¿Que seria del mundo de los muertos y la tierra si ellos despertaban por ordenes de su madre?.

Dudaba que el mayor de los dos hermanos fuese cooperativo, era indomable desde su nacimiento, sin embargo el menor de ellos era muy probable que lo hiciera, hasta mucho mas, todo para conseguir la atención de su madre.

Era aterrador a que extremos estaba dispuesta a llegar por eso. Crear toda una ola de desgracias y pena solo para complacer a alguien que apenas y te recuerda.



Milo despertó en su templo con los ojos pesados, habían pasado exactamente tres días desde que ese muchacho reapareció en el doceavo templo, recordaba su particular platica con el chico de cabellos cálidos con mucha claridad, no duraron tanto manteniendo una conversación amena cuando el contrario noto lo tarde que era y que tendría que irse para que ninguno tuviera problema, se le miraba algo apresurado. Estaba confuso de su prisa, pero suponía que él no viajaba solo o por lo menos no vendría al Santuario sin compañía. Cuando este se perdió entre los caminos cruzados de los templos y el bosque, Milo comenzó una corta inspección de cada limite del lugar, cada sitio donde fuera sencillo esconderse y no ser atacado, alguna pista lo llevaría a ese extraño que le ha mentido, la sorpresa del caballero en no ver ningún solo indicio de su presencia no era de esperarse, se miraba demasiado listo cómo para dejar linea o rastro, muy astuto.

Era un día cualquiera, misma rutina, mismo ambiente deplorable y fúnebre, la noticia no ha sido digerida del todo y cada vez están muchos convencidos de que Athena ha tomado una decisión errónea, claro que esto no seria dicho a la voz publica y mucho menos dentro del recinto, ya muchos han sido terriblemente reprendidos por el maestro Dohko y no solo con palabras, los castigos físicos también eran dados por el guardián de Tauro siendo ambos los mas calificados por su musculatura. Mu parecía no tener efectos secundarios de su recuperación. Ugh, Milo debería contarle la verdad en el momento mas indicado, por si algo llegase a salir mal.

El cielo estaba despejado, era tan brillante que era cegador.

Milo siguió sus labores, los días pasan y Shaina se ha ido a una misión de emergencia, supuso que las cosas estaban mejor que antes, ella llego anoche a su templo a hacerle compañía, por un instante olvido sus miedos, pero solo un instante. 

Esa mañana despertó con un extraño sentimiento en el pecho, la ansiedad era notoria en su caminar, la distracción en su mirar era cegadora, y su cabeza no formulaba la lógica común. 

¿Que era eso?. Es el cielo ocultándose en nubes grises.

 ── Oh, parece que hoy sera un día lluvioso. -Susurro para si mismo, emocionado. 

Milo amaba la lluvia, el aire helado de esta y el olor que deja en la tierra. Milo amaba cualquier cosa que lo hiciera sentir bien.

Por que Milo adora todo lo que lleve paz a su corazón.



Él cielo ha oscurecido, informo una de sus acompañantes con su voz suave y vacía, otra mujer similar a la que hablo con anterioridad cepillaba bendecida con un peine de plata los largos cabellos rojos que tanto admiraban las monjas oscuras en Giudecca, no recuerdan un color tan hermoso cómo ese, las hacia sentirse llena de vida aunque sus rostros cubiertas por una tela gruesa de color negro las cubriera y no se mostraran, en cambio su señor estaba sereno pero también algo tímido de tantos tratos lujosos, mientras una peinaba su cabello las otras preparaban su vestuario para ese día.

El día que los caballeros volverían a la tierra.

La tristeza volvió una vez mas a su corazón, estaría ahí para presenciar absolutamente todo. Tal vez era un nuevo castigo de Hades, para verlo sufrir y sucumbir ante su propio desliz depresivo. Su corazón aun latía, pero sus ojos mostraban cuan muerto podía llegar a estar una persona por dentro, sino fuese por la compañía de Leónidas se sentiría mas solo de lo normal. El infierno no era un lugar acogedor, siempre realizaba las mismas labores pero ya no salia a buscar almas, ahora espectros comandaban la tarea, Camus estaba casi a la cima de ellos, le respetaban y de cierta manera temían estar bajo su sombra, sin haberlo pedido o siquiera desearlo, Camus se había hecho una autoridad en ese sucio lugar.

Leónidas era cómo su mano derecha o incluso llego a verlo cómo miro alguna vez a sus discípulos, entendía el dolor del chico, y Leónidas agradecido de sus enseñanzas se comportaba sabiamente ante Aiacos. Evitándole problemas de su parte. Los jueces en general son bastante cerrados y estaba muy claro el descontento, pero siempre hay pequeñísimas excepciones. Aunque Minos desconfiara de Camus no ha hecho nada por hacerlo quedar mal, al contrario de esto que lo sorprendió. 

Dos días atrás, uno de los soldados al mando de Griffon le había dicho en cara a Camus que su partida fue tan deshonrosa que seguro en la tierra su tumba seria profanada, un acto tanto estúpido de su parte, Camus ni siquiera lo tomo en cuenta para nada, solo escoria siendo escoria; En cambio cuando el Juez Minos escucho tales palabras, el espectro menor fue asesinado de golpe delante de sus ojos por este mismo.

 ──"No hables de esa manera tan asquerosa, todos ustedes saben quien es esta persona. Su pasado cómo protector de Athena ha sido borrado, ahora es consorte del señor Hades. ¿Cómo siquiera se le ocurre a basura cómo esa hablar tan altaneramente?. Una falta de respeto de esa magnitud debe ser castigada con la muerte." 

No estaba para nada seguro de que habrá sido eso, pero la sonrisa sádica y maquiavelista del juez al momento de matar a ese hombre era una prueba clara que lo hizo mas por gusto que por las palabras dichas. 

No pensó mas en el incidente, la monja detrás de el termino su labor y dejo su cabello perfectamente puesto en un peinado formal, las monjas alabaron la belleza natural de Camus. Su amo era majestuoso.

 ── Amo, su Señor Hades me ha dado la tarea de arreglarlo apropiadamente para esta ocasión, cómo su acompañante usted sabrá que es importante la primer impresión con la que llegara a a la superficie. Esta humilde sirvienta suya le hará lucir digno de su Señor. -La monja que entro a la habitación se inclino ante Camus, y luego con pasos lentos fue hasta el pelirrojo. Camus se vio confundido, solo le faltaba vestirse. ¿Qué pensaba hacer?. 

 ──¿Qué pretende el Señor Hades señorita?. 

 ── Me ha pedido pintar su rostro, no se preocupe, lo haré ver lo mas natural posible. -Hablo trayendo consigo una caja negra en mano y otra traía unas botellas con esencias suaves dentro. 

Eso debía ser una maldita broma, quiso decir pero sus modales fueron muy pesados para sacar la maldición de su cuerpo, intento negarse y vaya que protesto, pero la mujer estaba muy en claro que las ordenes de Hades eran mas importantes de cumplir que cualquier otra cosa. Y la resistencia fue inútil.

Luego de tanto arreglo, se miro en un espejo su rostro, era mas decente el coloreado de sus ojos, boca y mejillas, el olor a cereza en el bálsamo era completamente perceptible, el color de sus mejillas lo hacen ver menos pálido, Camus no tenia idea de quien rayos era la persona dentro del espejo, se sentía perdido. Asustado de perderse en la oscuridad y el rencor.

Su vestuario era similar a la clase alta, ¿porque la ropa era pesada o acaso era el quien se siente asfixiado?. 

Todo esos tonos oscuros cubriendo su cuerpo, su mente y un fragmento de su alma dorada consumida de tanta negatividad y sentimientos de pesar algún día u noche lo consumirían por completo. Y tal vez el lucharía, aun sabiendo que todo se resume a un valle de lagrimas sin fin, un hoyo donde no hay felicidad, una condena al lado de Hades.

¿Porque le trata de esa manera?.

¿Porque Hades le ha dado cosas tan lujos sin pedir?.

¿Porque le dio sirvientes?.

¿Porque de repente era tan. . .

Amable. . .?.

── Se ve majestuoso Amo Camus, todo un representante de las fuerzas espectrales de Nuestro Señor. -Alabo una de ellas. 

── Las personas allá arriba no merecen a alguien cómo usted. -Dijo otra percibiendo la tristeza del caballero.- ── No derrame sus lagrimas en gente que no lo merece, ahora esta bajo la protección de el Señor Hades, él no permitirá que ningún individuo se le acerque con malas caras.

Camus pensaba en contestar a aquella apresurada suposición hasta que la puerta de su habitación fue golpeada dos veces. Permitió la entrada y era su preciado nuevo alumno, este saludo cortes mientras las señoritas inclinaban levemente su postura y luego la levantaban con gracia, Leónidas dio aviso. Todo estaba listo.

Sus amigos volverían a al tierra. 

── El Señor Hades te esta esperando.

Las Sacerdotisas se apresuran a llevar a su joven amo con su señor, ansiosas puesto que Camus había quedado irremediablemente hermoso. Su señor específicamente pidió que se viera irreconocible. 

Hades también se había preparado para esa ocasión, sus ropajes siempre eran de penumbra y su aura era cada vez mas intimidante, su tamaño era cómo recalcar su poder.

Se preguntaba cuanto habrá durado esa monja en cumplir su orden, comenzaba a impacientarse, discretamente miro detrás suyo para ver ya estaban ahí, apenas iban llegando y sus ojos finalmente conectaron con una imagen pintoresca y bella de Acuario, Hades lo miro tanto que sentía desde el abismo de su pecho algo palpitar inconscientemente, su constelación hacia honor al mito. ¿Cómo un mortal podría ser tan idiota para desperdiciar algo como eso?. Tal vez le daba mucho crédito, pero era incuestionable lo bien que se veía. 

Delicado pero sin ser o parecer frágil, su temperamento autoritario y recto era admirable, su andar, la gracia de sus palabras, el cuerpo que tenia. Camus era una obra de arte exclusivamente para él, para alguien que es capaz de ver y sacar provecho de cada una de esas cualidades. 

Podríamos decir que era el tipo de acompañante que todo Dios principal cómo Hades exigía en su inmortal vida, pero había ciertas cosas que desconocía del muchacho, muy irrelevante ese pensar para alguien que extrañamente (no imposible) se llegaba a interesar por alguien.

Porque la primera de todas fue su querida Perséfone. Y luego fue Menthe, aunque la descarto rápidamente. 

Menthe fue su primer error, uno que le costo a su querida esposa, pero ella no fue una santa después de todo.

Entonces,¿que proseguía teniendo a Camus a su lado?. 

Ese caballero, mas que ser un capricho, mas que ser un interés meramente sexual, mas que ser una excusa para humillar a Athena; Ese caballero, estaba robando su atención descaradamente, la perfecta sincronía de sus movimientos con las palabras que salían de su boca, antes tan deplorable, y ahora renacido cual bello fénix renaciendo de las cenizas de su vida anterior, tratando de seguir aunque sepa que no hay escapatoria. Pobre y estúpido, esas cosas tan vagas e insignificantes, ¿qué intentaba demostrar? ¿la voluntad del ser humano?.

Tonterías, sea lo que sea. Solo hacen florecer las ansias de querer romperlo.

Y no de espíritu, ni de mente, ni siquiera quebrantar la decadente estabilidad que su cerebro estaba formando, el no era tan cruel, no era un sádico del todo. 

Hades moría de poder poseer todo de Camus, y muy pronto lo haría. 

Camus saludo cordialmente al Dios, con su voz neutra y aburrida. Hades halago disimuladamente la apariencia del contrario, por supuesto el sarcasmo jamas era exceptuado, de verdad no cualquiera pensaría que es el antiguo hombre de antes. Acuario vio asombrado a las bestias que jalaban del carruaje, cuatro caballos negros de ojos intensamente rojos y tamaño mortal, su sed de sangre parecía ser retenida por las cuerdas que los amarraban de sus bocas, un humo del mismo color de su pelaje acompañaba las crestas de estos, una maravilla atemorizante. Rugiendo con fuerza las bestias de cuatro patas relincharon y solo basto una miserable mirada de Hades para que estos volvieran a aparentar ser mansos, fascinante.

── Sera algo rápido, no quiero estar tanto tiempo compartiendo espacio con mi agotadora sobrina. -Comento Hades en lo que una de las monjas le entregaba un cofre de plata, tomándolo con una sola mano miro fijamente al ateniense para después entregárselo.- ── Asegúrate de que esto vaya intacto en el camino, si hay una sola grieta en este cofre todo tu esfuerzo habrá sido para nada.

Camus en el momento de tocarla pudo sentir algo caliente adentro, un cosmos familiar.

── Amigos. -Dijo en un jadeo, sujetando mas a pecho dicho elemento. Las almas de sus amigos estaban ahí, ya no se sentían rotas, sino completas. 

── No la abrirás hasta que yo lo diga, cuando lo hagas tanto sus almas y cuerpos regresaran en cuestión de segundos. Un acto bastante amable, ¿no te parece?.

── Demasiado, Mi Señor. -Atónito aprecio una vez el cofre de metal, ¿tendrá el mismo mecanismo que la caja de Pandora?. El Inframundo poseía cosas tan raras y también únicas, era intrigante. 

Hades extendió su mano para cederle su paso a Camus,un acto de caballerosidad que en la mente del otro fue un teatro de su facha honorable, luego este se subió e inmediatamente el carruaje despego sin aviso alguno al mundo de los vivos.

Ah, el día se ha teñido de negro. 

El viaje fue en un total silencio, era de esperar, no existía nada de lo que ellos pudiesen hablar y si eramos realistas, Camus ni siquiera quería verlo, ese profundo azul desvaneciendo en su mente y derritiéndose hasta llegar a su corazón, pero no se permitiría llorar delante de ese hombre, mantener la cordura era importante, el cofre era importante.

Se distrajo en las palabras que Hades le dijo estando en el sauce, era cierto que con llorar no resolvería absolutamente nada, muy cierto. Lo ha olvidado, ¿porque se había calmado con tanta facilidad?. 

Oh, otro recuerdo reprimido pero nunca olvidado.

Fue ese beso, ese vergonzoso acto de silencio que solo los amantes deberían dar causo la paz dentro de su corazón dolido, ¿acaso era despecho?; Y si lo era, Hades no debía haberlo hecho, era un misterio cómo esos labios podían saber tan bien pese a estar cubiertos de maldad, lamió la parte inferior de estos, sintiéndose avergonzado de hacerlo estallando esa pena en sus mejillas combinando mas el color de sobra que la han colocado. Sus dedos se tensaron, ese calor dentro de su vientre era horrible, tan desvergonzado, tan inapropiado, un remolino de aire caliente recorriendo su cuerpo despacio y tocando en cada punto sensible.

¿Cuando? ¿Cuando se había vuelto tan sensible?, los sentimientos por Milo perduran ahí, puede sentir cada vez que piensa en el cómo su lastimero latir enloquece de tan solo escuchar su bendito nombre, era diferente lo que sentía, no había ese aire sofocante y placentero, sino una corriente chispeante electrocutando su pecho. Estaba confuso de ello.

¿Era posible ser tan masoquista?.

Hay algo fragmentándose, lo puede sentir, puede ser su orgullo sediento de saciar aquella calidez del infierno.

Era un sentimiento de Lujuria, justo ahora. Camus deseaba jamas haberlo sabido.

Hades observaba detenidamente el comportamiento de Acuario, sonriendo ladinamente, era simple lógica, los dioses cómo el eran seres que podían despertar muchas cosas entre los mas rectos, solo debían explorarlos y eso mismo hacia Hades con el pobre Camus, imaginaba que siendo un santo de Athena "esa" clase de temas o comportamientos eran prohibidos en su recinto, pues la imagen de ella también era de virginidad, por lo tanto los temas así eran casi un tabú.

Camus no ha experimentado nada relacionado con los encantos de la Gran Diosa Afrodita. De seguro tenia la sensibilidad de un chico prematuro aunque su cuerpo gritara los 22 años y su mente fuera la de un adulto mayor, los humanos eran tan débiles ante esos deseos.

En cuanto a Camus, pudo olvidar un rato la tristeza que lo ahogaba en un llanto con el solo recuerdo de un beso.



Athena recibió un mensaje corto y claro, hoy era el día. Finalmente, sus amados caballeros regresarían a la tierra, ella estaba tan feliz que podría llorar de tanta dicha, Shaka compartió la misma alegría con Athena, pues solo ellos dos saben la verdad detrás de la guerra. 

── Debemos avisarle a toda la orden dorada, que cada habitante del Santuario sepa la verdad de lo que paso. -Comunico la adolescente a los cuatro santos de bronce que estaban delante de ella. Saori estaba decida a que todo se supiera. Ya era momento.- ── Caballeros, difundan mi mensaje, la voz de Athena. Los santos que cayeron en batalla no eran traidores, eran aliadas disfrazados de espectro para protegerme de los verdaderos aliados de Hades. Que sin su valiente sacrificio jamas hubiese obtenido la armadura divina de Athena, la guerra estaría perdida sin ellos. ¡Vayan y cumplan mi palabra!. -Dijo en voz alta, en un rugido de justicia elevando su báculo y cosmos al tope del trono, cómo veredicto de su palabra. De inmediato los santos de bronce salieron por diferentes direcciones anunciando mediante su cosmos la noticia que Athena estaba dando.

Hubieron varios que tomaron ese llamado desprevenidos, anonado y sobre todos exaltados ante tal revelación. 

No creyeron que su diosa estuviese mintiendo, pero era increíble lo que tanto decía y si era verdad. ¿Que iba a pasar a partir de ese punto?.

Kanon escucho la noticia, y sin embargo ninguna sorpresa se presento en su rostro, porque sabia que su hermano libre del mal jamas podría traicionar por si mismo a Athena, en su vida, siempre supo que Saga fue manipulado por el mal y que gracias a sus palabras llenas de veneno derribo la barrera que su hermano a duras penas colocaba de ese maldito ser de su cabeza, y se sentía culpable de eso. Mas su hermano nunca lo odio.

── Conviértete en el Santo de Géminis y protege a Athena querido hermano. Estoy orgulloso de verte redimido de tus pecados, ojala puedas perdonarme así cómo yo te he perdonado. 

El corazón de Kanon se ablando en ese instante, recordando las palabras de su hermano cuando la armadura de los gemelos cubrió su cuerpo, sus manos se deslizaron por los pilares hasta caer en el suelo y llorar cual niño perdido, porque así era como se sentía Kanon sin su hermano mayor, perdido. 

El llanto de un niño en el cuerpo de un adulto.

── Hermano. -Un sollozo lastimero se escapo de sus labios deslizándose una vez mas en su llanto.

 Mu oía gratamente la noticia, llevando las manos al centro de su pecho mirando al oscurecido cielo de ese día, aguantando la emoción hecha lagrimas.

── Maestro, Maestro Shion, yo sabia que algo no andaba bien en su expresión al atacarme. Sabia que todo lo que le hizo fue por algo noble y no idea perversas de juventud eterna.

Kiki escuchaba todo a la distancia, era la primera vez que miraba a su maestro de esa manera, y de algún modo el también se sentía mejor. Aldebaran acompañando al pequeño en la misma alegría de Mu.

Pronto hubo otro comunicado pero esta vez por parte de Athena especialmente para los santos de oro, estos inmediatamente acataron la orden casi de manera instantánea.

Milo se maldijo por ir demasiado lejos, de seguro llegaría tarde y el viejo maestro se enojaría con él, corriendo las voces de los soldados y algunos aspirantes se dispersaron un su prisa, por lo tanto ignoraba ya la noticia dada hace unos momentos por el brillante cosmos de los santos de bronce, pero el escorpión no era del todo un hombre distraído. Hubo un soldado que lo hizo detenerse en medio de una platica que tenían con otros,algo que no esperaba oír, algo que simplemente intentaba ignorar y le fue inútil.

──¿Lo supiste?. Dicen que los caballeros renegados no eran verdaderos traidores.

── Athena al parecer fue a negociar con el malvado de Hades para traerlos de regreso. Nuestra diosa siempre tan generosa y ellos unos simples miserables.

── No digas esas cosas, según se sabe Athena necesitaba fingir su muerte para ir al inframundo al encarar a Hades y obtener su armadura, si cualquier otro espectro la hubiese degollado posiblemente nosotros ni siquiera estaríamos aquí. -Dijo una santa de plata, una de las pocas sobrevivientes del ataque.- ── Así que cuida tus palabras.

──Ah!, Marin. -Exclamo uno nerviosos.- ── Veo que ya se entero de lo sucedido, ¿de verdad usted cree eso?.

──¡Por supuesto que lo hago!, cualquiera que se haga llamar caballero de Athena debe hacer cualquier cosa para asegurar a su diosa, en este caso la armadura de Athena necesitaba la sangre de la misma para poder volver a la vida, después de 200 años era un sacrificio justo. A veces nos tocan las decisiones mas difíciles pero hay que afrontarlas. Ademas cuestionar la voz de Athena es también considerada una traicionar,¿no es así?. -Miro al soldado con la mascara brillante y fuerte, usando un tono de voz mas autoritario. Los soldados negaron y siguieron sus labores, sin siquiera notar al octavo guardián parado mirado a la nada absoluta.

──¿Qué fue. . .lo que acabo de oír?. 

Atónito, era poco para describir cómo se sentía ahora. Otra carrera contra el tiempo inicio, debía llegar, debía estar ahí para verlo, si era cierto esas palabras.

¡Entonces había matado y jurado odio a su amigo injustamente!.


Poco a poco estaban mas cerca del Santuario, Hades y Athena habían acordado verse en el templo principal para entregarle a sus caballeros en perfecto estado, mantendrán absolutamente todas sus memorias de lo ocurrido hasta el momento que sus vidas se apagaron, así que estos podrían sentirse terriblemente fatales, al Dios ni siquiera le importaba eso, el ya había cumplido su parte. Los efectos que la muerte les provocara ya no tenia nada que ver con él, si sentían culpa o arrepentimiento vivirían con eso, y si no el suicidio siempre era una arma muy recurrida, de todas formas, hay un infierno personal para cada quien. 

El caballero de Acuario ya tenia el suyo personalizado, y mas que castigos físicos podría en debate la propia moralidad de Camus. 

Hades estaba muy interesado en ver la cara del octavo guardián cuando descubriera que aquel que decía ser su mejor amigo, nunca mas volvería por mas que este deseara aunque dudaba de eso seriamente, cómo fuera, seria bastante grato verlo sucumbir a su culpa y que este comenzara a decaer lentamente. Hades adoraba causar confusión entre sus victimas, pero mas que nada Hades amaba cuando el karma recaía en el hombro de las personas. 

¿Cuál sera la cara de Milo al momento de saber que su querido amigo pasara el resto de sus años en el Inframundo?; Y de que nunca mas lo volverá a ver.

También quería comprobar si los patéticos sentimientos no correspondidos de su ahora subordinado serian expuestos en publico. Quizás aun conservaba algo de esperanza dentro suyo.

La ingenuidad humana era tan gran cómo una montaña cayéndose en pedazos con cada decepción que reciben. A donde llevaran estas acciones sin sentido.

Descendieron en cuestión de segundos mas tarde, los caballos rugieron una vez con fuerza, el aura maligna de Hades era percatada por todo el Santuario poniendo a todos en estado de  pánico continuo y latente, los soldados del salón principal no bajaron la guardia en ningún momento, disimulando perfectamente el miedo que sus corazones ocupaban en ese momento, Hades los paso de largo.

Camus tenia el corazón directamente en la garganta, no despegaba los ojos del bello cofre celosamente cuidado por sus manos, era importante, ya no tenia porque temer y menos estar nervioso, esperaba que ellos tuvieran mejores oportunidades ahora. Sus pasos eran sincronizados con los de Hades, no mostrándose lo suficiente pero asegurándose de mantener distancia y no hacer perder cara a su señor, pues como un "representante del Dios" debe permanecer a su lado de manera elegante. Que ansias de salir huyendo tenia pegada en su mente.

Ahí estaba Athena, sentada en su trono sosteniendo firmemente su báculo sagrado y a su lado seis caballeros dorados cuidándola con recelo, poniendo los ojos casi en blanco cuando vieron el cuerpo de Hades en perfecto estado, era la primera vez que lo veían y sin duda su apariencia rendía culto a lo que decían de su presencia, sin embargo su acompañante paso por completo desapercibido, y eso lo agradecido en silencio a los cielos, ni sobrina ni tío se decían palabras. Era claro que Athena esperaba a ver la parte de su trato resuelta.

── Hades, ¿dónde están?. -Pregunto entrecerrando sus ojos en señal de advertencia, Hades la miro con burla.- ── Espero no ver mas trucos tuyos.

──¿Por quién me estas tomando?. Soy un hombre y Dios de palabra, yo no juego sucio y mucho menos tolero esa clase de acusaciones. -Enojado ante la falta de respeto de su sobrina, Hades casi se arrepiente de haberse dejado ayudar por esa mocosa.- ── Abre el cofre. 

Fue en ese instante que los caballeros y Athena giraron la vista al acompañante de Hades, pero Camus no mostró nada de emoción, pero al tener a Milo delante de él era obvia la cantidad de inseguridades que azotaban en su contra, y aun así logro mantener la firmeza de su agarre y soltó la tapa y una ráfaga de luz ilumino la sala entera, destellos blancos saliendo de diferentes direcciones seis quedaron en la sala mientras el resto salia al exterior y aterrizaban en el Coliseo en vista de todos, los seis que se quedaron fueron perdiendo su brillo hasta que los cuerpos cayeron estrepitosamente en el suelo cada uno inconsciente, todos vistiendo sus ropas sepulcrales, Athena y sus caballeros estaban atónitos.

Saga, Shura, DeathMask, Afrodita, el mismo Aioros y el antiguo Patriarca Shion estaban ahí sin ser una ilusión, sus cuerpos ahí estaban cómo el día en que murieron, Aioria miro a su hermano con los ojos aguados, sentía que en cualquier momento se desparramaría en el suelo, hace tantos años que no le veía y ahora estaba delante suyo.

Esperen, algo no esta bien.

──¿Dónde esta Camus?. -Susurro Milo sin creer lo que estaba viendo. Asustado de no verle.

Athena lo escucho, y Hades también. 

──¿Qué fue lo que dijiste caballero?. -Hades se dirigió a Milo y este levanto la cabeza cómo una fiera, los ojos bien afilados al Dios mientras la Scarlet Needle salia por cuenta propia de su uña. Que divertido ser.

──¡Camus!, ¿dónde esta, por qué no esta con ellos?. -Exaltado los demás temieron que Milo cometiera alguna locura. Athena hablo por él. Ella también quería saber que estaba pasando. 

Hades no expreso nada, pero Camus estaba en estado de shock.

── Athena. -Llamo a la mencionada.- ── Debes saber que yo no estaría aquí sino fuese un asunto importante, algo que se deba decir frente a frente para que no haya mal entendidos. -Athena se vio en complicaciones, ¿que le trataba de decir?.- ── Entiendes que yo puedo regresar un alma completa a la tierra si esta permanece en mis dominios, en caso de que el alma este gravemente quebrada yo no puedo hacer nada mas allá de mi poder. Las almas son frágiles, ¿lo sabias, no?. Y una vez que se rompen ya no pueden volver.

El aire se tenso, las nubes negras seguían cubriendo el Templo de Athena cómo si fuesen a caer en enormes piedras encima de ellos, Saori comprendió por que su caballero de Acuario ya no estaba ahí, el no volvería. En cambio Milo estaba en negación de lo que escuchaba, fingiendo no entender aunque su cerebro le gritaba mil y un razonamientos de lo que estaba sucediendo.

── Hades, quieres decir que Camus. . .Él ya no. . .

── Correcto, el alma de Camus quedo tan dañada que simplemente desapareció de este mundo. Él no podrá volver por mas que lo deseen. 

Sin duda alguna, ese fue el día mas oscuro para la orden dorada, y para el mismo Milo.






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