El Chico de los ojos color Violeta y Sonrisa Rota.
Camus se sentía sucio, un completo desvergonzado y descarrilado. De tan solo recordar ese instante en que se atrevió a hacer algo tan bajo,¿seducir?. Por todos los cielos,¿que arma tan enferma era aquella? ¿se sintió bien o mal?. Si su cuerpo estaba asustado,si su juicio moral le gritaba detente, ¿para que continuar?. Miles y miles de dudas se venían a su mente aun con esa adrenalina tan ruin corriendo por sus nervios. Ese maldito cosquilleo que revoloteaba en su vientre pero le dada temor descubrir que era, una culpa se cruzo en su camino.
Su corazón solo debía y era para una persona, ¿cómo podría profesar tan hipócrita ese sentimiento?, todo era culpa de ese hombre. Era la tentación en persona, listo para cumplir los deseos de cualquiera a cambio de un alto precio.
── No le daré todo el crédito a ese sujeto, yo también debería castigarme por enredarme en sus juegos sucios. ¿Qué rayos te ocurre Camus?. -Se dijo recorriendo la habitación donde fue su primer encuentro con Hades,el mismo lugar y el mismo espejo de aquella vez.- ── Puede que mi aspecto sea diferente pero sigo siendo el mismo antes de morir. Estoy seguro. No podría ser otro.
── Señor Camus.
Oyó a sus espaldas, detrás de la puerta alguien estaba tocando.
── Adelante. -Ordeno cubriendo el espejo con la misma sabana polvorienta de antes.- ── Leónidas, me alegra verte. Necesito que me hagas un pequeño favor.
──¿Quiere que lo lleve de esta noche al Santuario?. -Pregunto sin mucho apuro pero Camus negó con la cabeza de inmediato.
── Esta vez era yo por mi cuenta. Quiero que te quedes en la superficie del castillo hasta que yo regrese. Hades ha ido muy lejos en encomendarme las labores de Pandora lo que significa que ahora soy yo su mas leal súbdito. Espectros de alto rango no están para nada contentos con ello, es probable que me recuerden y quieran perjudicarme delante de su señor.
──¿Usted piensa eso?. No creo que sean tan idiotas cómo para intentarlo, si usted dice que ahora es la mano derecha del Señor Hades eso implica un alto nivel de respeto entre estas bestias.
── Detesto sonar paranoico pero es mejor no dejar puntos ciegos a nuestros enemigos. Esta noche saldré, no te preocupes, Hades lo sabe. Aun así, cualquiera que intente averiguar donde estoy no permitas que se sepa demasiado, no digas palabra alguna. Solo tu debes ser el único que conozca donde estoy en caso de alguna emergencia.
── Comprendo. Asegúrese de regresar.
Camus asintió levemente, en caminándose lejos de la puerta principal con la mirada de pocos entre sus hombros pero ninguno interesado de saber a donde iba, las noticias vuelan mas alto que las aves, y varios usaron su propia deducción para saber que ese hombre pelirrojo era mas que un simple mortal.
Un soldado esqueleto atrevido pensó en voz alta delante de sus compañeros lo que otros temían decir, por el hecho de hablar a espaldas de su Dios.
── No creo que sea un simple portavoz. Una lindura cómo esa son del tipo que al señor Hades le gusta contemplar, cómo esa tal Menthe. Tal vez sea un amante o algo. -Ante las especulaciones descaradas uno de sus supervisores le reprendió de un solo golpe, mientras este maldijo de manera que no lo escucharan.
Camus ya había pasado de la barrera del castillo, donde el sendero perdía su negro color a uno mas gris y fúnebre, habían algunas aves que giraban en el entorno del sitio, enormes cuervos buscando presas. El ambiente que cualquiera de esos bastardos estaría as que satisfecho de sentir, lo detestaba.
Por la posición del sol, era imaginable que llegaría a mas tardar cuando los guardias estuvieran dispersos en las fronteras del Santuario y Rodorio, por lo tanto tomar la ruta del bosque no era mala idea aparte que no seria del todo notado.
Que noche maravillosa.
Las rondas nocturnas eran su único momento de pensar las cosas con mas detalle, la noticia de Athena tuvo un gran impacto en casi todos, pero no al menos Mu, siendo honestos Mu miro esto del mejor lado posible; Era una oportunidad de perdonar a los otros de sus acciones, que su bien no eran para nada aceptables para los caballeros de oro, algo en su interior le decía que no se le ha dicho o había sido ignorado.
── Maestro Shion, amigos; ¿Ustedes de verdad traicionaron a Athena?. -Pregunto a las estrellas que comenzaban a salir poco a poco.- ── Siento una enorme tristeza desde lo mas profundo de mi ser, siento que comparto lo que ustedes experimentaron. ¿Serán mis lazos con usted maestro Shion?.
──¿Qué haces aquí tu solo?. -Pregunto una figura corpulenta al pequeño cuerpo que miraba a la nada del cielo en busca del brillo de la noche. Mu giro sobre sus talones esbozando una sonrisa penosa, no esperaba ser encontrado holgazaneando según él.
── No había sentido tu presencia Aldebaran perdona eso. -El caballero de Tauro le devolvió una mirada comprensiva.- ── ¿Cómo sigue tu brazo izquierdo?.
── Mejor que antes eso es seguro. -Aclaro antes de sentarse al lado del lemurian.- ── Me sorprende lo rápido que saliste de oriente había escuchado que te enfrentaste a un enemigo muy peligroso y estabas en estado critico. Me altere bastante.
── Por suerte logre salvarme de esa situación. Creo que ni siquiera en el combate con nuestros antiguos camaradas me había sentido tan cerca de la muerte súbita. -Cerro sus ojos un momento y las imágenes de una prisión helada y el caballero Pegaso vinieron a Mu cómo una película. Después aprecio la compañía de su querido camarada, extrañaba mucho tenerlo cerca, aunque los otros no se aburría en lo mas mínimo, Aldebaran tenia algo especial que a Mu le resultaba irreemplazable. Los cielos y estrellas parecen haberlo bendecido.- ── Aldebaran, hay algo que me ha estado inquietando un poco.
──¿Tiene que ver con la noticia de nuestros viejos camaradas,no es así?. Te entiendo, a mi tampoco me ha surgido la idea de que Athena llegase a esos extremos y en especial con supuestos traidores cómo todos dicen.
──¿Tu que piensas al respecto?. -Pregunto ansioso de saber.
── Es la voluntad de Athena, no podemos hacer mucho mas que esperar que su decisión haya sido la correcta. En tal caso, veo esto mas una prueba para algunos de nosotros, para cerrar ese amargo acontecimiento en la guerra. -Fue franco,casi directo a sus palabras y lo que daba a entender dentro de su cabeza. Qué hombre tan habilidoso, dijo Aries en sus adentros.- ── Obviamente muchos están disgustados, por no decir erráticos cómo Aioria y Milo. En cambio el maestro Dohko y Kanon se les ve muy tensos aunque no protestaron casi nada.
── Se que no es mi obligación pero estoy muy preocupado por Milo, a diferencia de Aioria que solo es un desliz de ira y rabia, Milo pareciera temeroso ante la situación. Creo que el haber sido el asesino de uno de ellos le afecto.
──¿Cómo dices?. -Aldebaran se vio conmocionado.- ── No me estarás diciendo que Milo se arrepiente de matar a uno de los traidores que tanto odia con sus fuerzas.
── No fue a cualquiera, se trataba de Camus. -Revelo de golpe, Tauro empezó a comprender mejor. Algo triste.
Ellos eran muy unidos.
── Ahora comprendo mejor. Milo tiene miedo de que Camus lo odie, pero ¿qué podemos hacer?. No se puede cambiar los actos del pasado.
── Solo espero que las cosas mejoren pronto. -Suspiro mirando una vez mas a las estrellas del firmamento,¿cuando había anochecido?.- ── Estoy emocionado de cierta forma. -Captando la atención del taurino Mu le regalo una rápida mirada radiante, cómo el dijo; emocionado.- ── Finalmente después de casi 14 años podre ver a mi maestro. Ya quiero que Kiki lo conozca.
── Admirabas mucho al antiguo Patriarca, no es de asombrarse. Eras cómo su propio hijo.
── Suena un poco vergonzoso si lo ponemos así. -El color rosa se fue a sus mejillas, era una realidad que Shion fue la única figura materna/paternal que jamas conoció antes.
Tal vez no todo estaba perdido, solo debían confiar en que todo estaría mejor una vez los asuntos resueltos.
Pasando la noche en una noche mas de sofocación Milo decidió inspeccionar el área de donde ese chico pelirrojo aparecía, no estaba seguro que esperaba conseguir con ello pero era mejor que estarse torturando y las voces se callaban, los malos pensamientos se esfumaban y el eco de sus pisadas ocupaba su atención.
Milo esperaba que hubiese ignorado su advertencia, necesitaba que otra cosa en que distraerse, salio de Piscis para sentarse en los escalones de dicho templo y contemplar los demás que yacían abajo. Silencio en total, cuanto extrañaba la ajetreada rutina de ser un Santo dorado, el ruido de diferentes voces ir y venir.
La voz de Camus destacando entre todas ellas, ya fuese regañándolo, susurrando o simplemente hablando aunque no fuera de quienes dicen mas de cinco frases, Milo y su afán de molestarlo, hacerlo fastidiar era lo que mas adoraba de su día a día, podía ser el mas callado y con el peor sentido del humor que jamas hubiese conocido, pero definitivamente Camus era la mejor compañía que tuvo.
── ¿Te gusta hacerme enojar Milo?.
Se escucho en su cabeza, tan cerca y tan lejos. Eso dibujo una sonrisa en Milo, pero el dolor de haberla hecho quitaba toda gracia. Un chiste, eso era y uno muy patético.
── En serio, eres un niño con pintas de adulto. El día que llegues a madurar espero ser el primero en apreciarlo, moriría en paz de saberlo.
── ¿Morir?. ¿Porque mencionaste esa palabra?. -Arrastro su cabello azul hasta atrás, despeinándose mas y darse la imagen lamentable de un empedernido pasional,hombre de una maraña de arranques.
── Aioria y tu son tan similares, es increíble la facilidad que tienen para entrar en conflicto y salir de el en cuestión de horas. -La visión de un infante de acento familiar le fue jugando el corazón, al otro lado de este había otro niño, que lo abrazaba por los hombros mientras el otro intentaba apartarlo.
── Cuando te enfadas conmigo siempre me terminas congelando los pies ,pero no me enojo contigo Camus. -Sonrió el niño colgándose mas de su compañero.- ── Eres mi mejor amigo.
── Creí que Aioria lo era.
── Aioria es mi amigo, nos enojamos y luego nos reconciliamos cómo si nada, hacemos y causamos casi los mismos problemas. Contigo es distinto, tu me corriges al saber que hago mal, me regañas cuando te preocupas por mi y me aconsejas aunque yo sea un cabeza dura. Eso es lo que los mejores amigos hacen, te dicen las cosas sin tapujos y te ayudan a ser mejor persona. -El pequeño Milo amplio mas su risa siendo visto con ojos atónitos por su compañero, su frío y tierno corazón latió con emoción pese a la seriedad de su cara.- ── ¡Es por eso que eres mi mejor amigo!.
El peso de sus propias acciones comienza a caer despacio por sus hombros, el recuerdo de un niño que apenas comprendía su idioma vino con aires helados, tímido y poco social. Y a su lado un niño de pelo azul radiante que lo seguía a su lado, pese a la distancia del otro, a medida que iban avanzando, iban creciendo, cada vez mas cerca hasta que de repente. Uno se desvanece en la nada,dejando su lugar marchito. En cuanto al otro se quedo ahí, sin nadie. Sumido en la nada.
Milo llevo sus manos a la cara, sintiendo cómo las palmas de su mano encubrían su propio rostro lloroso.
La amargura y culpa vinieron de golpe, apuñalan al escorpión hasta inyectarle su propio veneno, era un sollozo suave que sino era callado pronto se transformaría en un grito desgarrador de perdón, perdón a alguien que no existe, a alguien que no lo escucharía y era ese su mayor pesar,¿dónde quedo ese odio profético?.
¿Cuanto faltaba para su reencuentro? ¿Con que cara lo vería? ¿Cómo manejaría el desprecio del caballero de Acuario?. Solo quería esconderse dentro de un hoyo cuando ese día llegase.
── Quiero perdonarte, no tienes ni la menor idea de cuanto lo deseo. Pero realmente me has herido tanto Camus que ahora estoy tan confundido. ¿Acaso estoy mal?.
Rápidamente su angustia se esfumo cuando un pétalo de rosa blanca resbalo a sus pies, limpio sus lagrimas y se incorporo de nuevo en una postura de alerta, el pétalo no parecía estar dañado o seco, al contrario estaba húmedo y suave, recién arrancado. Milo sigilosamente entro al templo con la sutileza suficiente para silenciar sus propios pasos, entre en medio de las columnas del templo la sombra de un extraño relucía entre los muros cerca de la salida de Piscis, Milo preparo su aguja escarlata en cualquier caso él debe ser el primero en inmovilizarlo.
Sin embargo, la mano del caballero y su ataque descendieron cuando los primeros cabellos carmín se hicieron presentes, cómo hilos revoloteando delante de sus ojos que juraba sentirlos en el punto de su nariz, entonces cayo en cuenta de la figura, ese extraño chico regreso a regar las flores del templo, Milo se mostró serio pero camino tranquilamente sin que este notara la mala compañía del otro. Eso creía Milo, hasta que el desconocido abrió la boca.
── No hay de que esconderse Caballero de Escorpión. Puedo sentir su presencia amenazante desde mis espaldas. -Revelo sin rodeos, completamente distante. Fijando sus ojos color violeta en el caballero, serio sin ningún miedo latente.
Por un segundo Milo confundió el rojo cálido con el azul cerceta de Camus.
── Tal parece que nuestro encuentro anterior no deje en claro que no eres bienvenido a este sitio. -Enfatizo acercándose al rosal improvisado.
── Tampoco es que me guste ser ahuyentado al igual que un perro. -Dijo sin mirarlo, regando las flores con una pequeña taza.- ── Pero no las puedo dejar morir, no con el trabajo que me costo traerlas a la vida.
── Pronto ya no tendrás que aparecer por aquí, el guardián de este templo regresara y no creo que te de la bienvenida por cuidar de sus flores.
── Caballero créame que eso lo se mejor que nadie. -El "extraño" se levanto para ver a Milo de frente.- ── Me retiro.
── Espera. -Detuvo en seco al pelirrojo agarrando su hombro.- ── Quiero saber una cosa y esta vez no quiero oír mentiras. -Asevero mirándole discriminatorio, el otro asintió de una.- ──¿Porque mentiste acerca de tu nombre?.
── Así que me descubriste. -Suspiro cansado, forzando una sonrisa que simulara su descontento.- ── No tengo porque inventar mas excusas, al final de todo ya no estaré aquí para lo siguiente noche.
── Eres un joven errante,¿no?. Sino quieres revelar quien eres debes estarte escondiendo de alguien. Eso solo te hace mas sospechoso. -Acuso.
──¿Y eso que?, no le hago ningún mal a nadie mas que a mi al negarme de lo que realmente soy. Oh lo que fui alguna vez. -Susurro esto ultimo, juntando sus manos heladas llenas de hojas y pequeños rasguños.- ── Creo que me he cortado. -Murmuro viendo la sangre brotar de a poco. Hasta caer una gota en una flor sin notar. Milo solo miro sus movimiento sin hacerlo evidente.
── Si tienes suerte el veneno de esas rosas no sera efectivo, si crecieron aquí es probable que contengan al menos una partícula de su veneno. Déjame ver tu mano.
Camus no estaba seguro de hacerlo o no y su desconfianza fue notada, por lo que Milo le aseguro que no le haría nada calmando un poco la situación tan tensa entre ambos, Milo examino su mano detenidamente para verificar que ese corte no fuera profundo, una herida superficial y molesta,era todo.
Luego de separase Milo sintió por las venas de la muñeca de ese sujeto cómo el pulso comenzó a verse afectado, disimuladamente pudo notar la mirada violeta de ese chico tan raro, miraba detenidamente como el tomaba su mano, con la misma delicadeza que la de una chica.
Quizás lo noto y se vio ofendido. No sabría decirlo, pero era probable. Mas no hizo mención absoluta de ello.
── Eres muy extraño. -Confeso el intruso. Milo no reclamo.
── Podría decir lo mismo de ti. -Contraataco el heleno soltando la mano del pelirrojo.- ── Deambulando por ahí en medio de la noche donde nadie puede verte, eso da una mala imagen. Atacando a mi compañero, tratando de entrar al Santuario por la zona de las mujeres, cargando objetos de procedencia maligna un acto tan imprudente considerando que este es territorio santo. Y por si faltara mencionar, tu extraño pasatiempo de jardinero nocturno. ¿Qué clase de comportamientos es ese?.
── Es algo que en lo absoluto debe importarte, te explique que lo que paso con tu amigo no fue mi intención, y claro que debo mantener discreción en este lugar. Yo no soy bienvenido es natural mantenerme a la distancia. En cambio no se por que te empeñas tanto tratarme cómo una amenaza.
── Han pasado cosas muy raras. -Revelo de golpe apretando los puños en el proceso, acercándose con los ojos filosos.- ── Y tengo una molestia en mi cabeza, extrañamente siento que todo esto se debe a ti.
Las puertas de un templo antiguo no fueron suficientes para contener al caballero invasor, este mismo acabo con decenas de hombres en cuestión de un parpadeo sin importar las edades de estos, el sacerdote detrás de las puertas podía escuchar como la gente intentaba entrar.
Finalmente esta fue derribada de una patada, volando en el aire y el sanguinario guerrero buscaba con la vista perdida en las ira al Gran Sacerdote de la comarca, los ojos fijo en un solo objetivo de sacar toda la información posible de ese sitio, era crucial y esos desgraciados se negaban a cooperar hasta tener el atrevimiento de usar la fuerza, ¿porque tanto misterioso en ellos,en esos gemelos?.
Uno, dos, y tres guardias mas se lanzaron a un ataque suicida, de nada sirvió pues en cuestión de segundos la perfecta imitación de la Scarlet Needle cayo sobre sus cuerpos matándolos al instante que se tiraron sobre ella. No era momento de considerar vidas cuando quizás mas de las que imaginaba estaban expuestas a algo peor.
El hombre trato de esconderse del demonio que iba por él, cobarde detrás de su tan apreciada gente, no había acto mas indignarte, merecedor de una muerte horrible y deshonrosa.
── Odio a los tipos como tu, usando títulos santificados para hacerse entre los verdaderos santos. -Escupió en la cara del sujeto con asco.- ── Sin embargo tienes información muy buena. -Agarro las túnicas al igual que un trapo sucio y jalo con fuerza del cuello de este, tirando un aire y cosmos de advertencia. El sacerdote se sintió intimidado.
──¿Que deseas saber?. -Pregunto con temor.
── Se perfectamente de los cultos de tu gente, que los guías por direcciones erróneas a propósito para que estos no lleguen a tu puesto. La mayor parte son actos indecorosos, sacrificios humanos, sexo, avaricia, genocidio, yo lo se todo. Y vengo de muy lejos para darles un castigo a todos. -Mintió en lo ultimo, si se daba la imagen de una especie de vengador el tipo soltaría todo.- ── Si ellos dos vieran estos cultos no solo te matarían, te harían sentir un infierno viviente. Coopera y sobrevive. -El levanto la cabeza desesperado, grito un si.- ── Bien, dime donde esta el Santuario de Despena.
Soltó al hombre bruscamente contra el suelo, este intento recuperar el aire pero entonces el caballero le arremetió el hacha entre las piernas muy cerca de partirlo en dos.
── Santuario de Licosura, al oeste de Megalopolis. Se trata de un yacimiento muy importante que nadie a visitado por décadas. Si me dejas vivir puedo lleva--
El sonido de la carne desgarrándose silencio cualquier otro ruido que estuviese presente, el cuerpo del hombre cayo en el momento que Odeth dejo resbalar la afilada hoja de su arma de manera "accidental" sobre ese ser tan repulsivo. La sangre mancho sus pies y estos dejaron un rastro de sangre amplio hasta la salida, era de noche y miro a los alrededores.
Ya no quedaba nadie en ese sitio, todos fueron erradicados. Y ella no sentía ningún pesar de haberlo hecho.
── Era lo mejor. Esta gente de por si estaba condenada, lo que hice fue simplemente adelantar lo inevitable.
Pero entonces escucho algo, un llanto lejano de una de las tantas casas que visito, el llanto de un infante llamando a su madre o padre. Odeth se en dirección donde el ruido era cada vez mas insoportable a su propia vista, quito cortinas y mantas.
Y lo encontró indefenso y sucio.
── Queda uno. -Dijo antes de su siguiente movimiento, acercándose a la cuna lentamente. Levemente mirando a su alrededor. ¿De verdad lo iba a hacer?.
El silencio reino una vez mas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top