Determinación.

Tres caballeros nobles en medio de una disturbia confusión, un espectro en clara desventaja malherido alrededor de quienes seria su natural enemigo, y en medio de esa ligera balanza de lo que se dominaría el bien y el mal estaba otra persona que no pertenecía ni a uno ni a otro, existiendo en esa delgada cuerda en medio del caos. Camus de Acuario.

Aunque tal vez ya no podría llamarse de esa forma, si no dejaba de defender al joven en sus brazos de los otros, este se intentó levantar con el chico en sus brazos aún estando consciente de su propia limitación física y que realmente no debería hacer más esfuerzos antes de acabar con esa abominación que había robado su piel. Cruelmente tratando de ignorar quienes estaban ahí.

El aire se volvía cada vez más y más denso y pesado hasta casi querer lanzarlos cómo viejas hojas de otoño, una señal agresiva de que algo pronto caería encima de ellos pero eso no era suficiente, lo que estaba en frente suyo era mucho peor de lo que pudieran imaginar. Ya que todo este tiempo le habían estado llorando a una persona que fingió su propia muerte, al menos para los dos afectados, sin embargo más abrumadora para Milo.

Observo detenidamente su cambio, paso de estar ansioso a que sus manos se volvieran temblorosas y sudorosas, su cara palideció, el frío mismo de Camus si le hubiera lanzado la mirada indiferente y evitativa de aquel entonces, de su batalla contra Hades. Por que estaba acostumbrado a esa frialdad y a ese trato tan despectivo. Milo rogaba para que lo mirase cómo en esa desdichada ocasión, que no tuviera opción. Entonces, entonces...

¿Qué significa esa mirada lastimera en ese sucio Espectro?.

La mano del griego se contrajo en un puño arrancando pasos gigantes con la clara intensión de irse a encontrar con el mismo hombre que miraba en sus sueño con pesar y buscando la redención, aquel que su recuerdo lo estaba matando. Afrodita y Saga lo suponían, qué podían ellos hacer ahora si el impacto los estaba mortificando. En especial Afrodita por su dichosa amistad a profundidad con Camus, y Saga por el temor de pensar que Camus estaba haciendo algo incorrecto por razones personales. 

¿Qué era ese cabello? ¿Esos ojos? ¿Esa piel? ¿Esa mirada? ¿Qué pasa con esa cara llena de compasión con él enemigo, qué es eso?. Por favor explícamelo Camus si de verdad eres tu por que no lo entiendo. 

Sus pies se movieron solos a una sola dirección, una sola respuesta de carne y hueso expuesta finalmente a sus ojos semi aguados por la emoción y conmoción que sentía, una catarata emocional, diciendo una y otra vez en su cabeza que nada era un sueño era real.

No escaparía esa vez.

Por fin todo estaba teniendo sentido. 

━━ Eres tú verdad. Siempre has sido tú. -Fue cómo si sólo existieran ellos dos, Milo y Camus en un solo universo creado por su subconsciencia ignorando a los terceros de dicho espectáculo, ausentes de toda razón. Conscientes de su destino particular. Milo alzaba su mano, tratando de buscar su tacto y sentirlo. Saber que no estaba loco o soñando.- ━━ Camus. 

Pero Camus no respondía ante tal acto, y solo se limitaba a evitar por todas las maneras posibles juntar sus ojos directamente con los suyos, pero cuándo dijo su nombre, fue imposible no verlo de nuevo. ¿Quién era ese hombre? Ese hombre con la vista cansada y labios temblorosos.

Oh, Milo. Mi querido y tonto Milo. 

━━ Qué tonto he sido. ¡Un completo imbécil sin remedio! No pude darme cuenta de ello, siempre has sido tú quién venía a este recinto por las noches y cuidabas delas rosas de Afrodita ¿Cierto?. 

De pronto todos sus encuentros con ese extraño hombre de cabellera roja y cálida merodeando cómo alma errante en Piscis finalmente cobraban sentido, siempre había sido Camus el que llegaba y cuidada de esas rosas, era él ese chico de ojos violetas que cargaba con un rostro triste de color azul, un aura tan sombría cómo familiar, un velo negro encima que lo cubría de una terrible verdad y su oscuro presente. 

"No es tu asunto" "No hago más que engañarme a mi mismo". 

Siempre había sido Camus y no se dio cuenta de ello.

━━ Y también casi lleva a la muerte a uno de tus camaradas o también debo recordar aquello con las mismas acciones. 

De entre las sombras aquella voz perpetuo la zona que hace poco estaba hundida en la nostalgia, no puede ser cierto, se dijo Camus apretando los dientes y viendo descender de los arboles a Camil con el rostro más neutro que se le había visto, tan similar al que Camus hubiera puesto en el pasado, pero en lugar de ello se denotaba en su mirar una ardiente ira. 

Y revelando una verdad que dejo por lo menos a los tres santos de oro gélidos. Sin despegar sus ojos de cada movimiento que hacía el ente que se acercaba a ellos con una cosmos energía totalmente agresiva dejando su huella maligna en la hierva.

━━¿Te olvidaste de aquello?. -Volvió a preguntar, aunque no se dirigiera a ninguno de los dos específicamente, sabia que a cualquiera de los dos quién cayera le seria útil. Después de todo estaba convencido que por lo menos uno lo negaría. 

Uno por ingenuo y el otro por cobarde. El problema era saber quién era quién. 

Hasta que Camus dio una respuesta mucho más inquietante que su propia acusación. 

━━ No, no lo he olvidado. -Dijo Camus alzando la voz sin sonar exaltado o alterado por su acusación, sino más desafiante y quizá un poco molesto aunque lo supo manejar mejor de lo que creería Camil, levantándose de la misma manera dejando descansar a Leónidas que miraba asombrado el parecido del espectro sombra y Camus.

Pero no era nada igual a Camus en elegancia y destreza, de eso Leónidas y Milo podían estar de acuerdo, el chico se levanto cómo pudo con sus fuerzas para no mostrar más esa patética imagen que hizo ver a su maestro y volver a su semblante serio y fuerte, mientras tanto se preparaba para cualquier altercado futuro. Al igual que Milo que viendo a Camus pararse de ese modo, con esa mirada penetrante y ojos desafiantes pararse frente a frente ante la criatura engreída fue cómo una llama en su pecho. Una latente e inesperada reacción de su parte. 

━━ Entonces estás consciente de tus acciones. Que nove-

Para Camus este espectro sombra no era más que la manifestación de todo el odio y desprecio que se tenía, la culpa y el remordimiento personificado a sus circunstancias y destino catastrófico, esa maldita parte suya que finalmente logro callar de un certero golpe en la mejilla. Callar a esa maldita voz dentro suyo que quería hacerlo sentir cómo su todo fuera su culpa.

¡Y que si lo era, estaba harto de huirle a todo!. 

━━ Soy responsable de lo que le hice a Mu, pero eso no define mi verdadero ser por completo. No dejaré que intentes jugar de nuevo conmigo y mi cabeza. Acabaré con tu maldita existencia aquí y ahora. 

━━ Ja, hasta que finalmente muestras tu valentía. Bien, me parece perfecto. -Respondió amargamente Camil encendiendo la llama de su cosmos al mismo tiempo que Camus cruzándose en una fuerte y peligrosa tormenta en medio de ambos.

━━ Ustedes tres deberían ver cómo se encuentra Athena. ¡No tienen nada que hacer aquí!. -Clamó Camus sin siquiera voltear a verlos, solo alzando la voz al mismo tiempo que se preparaba para recibir el primer golpe de Camil que en efecto, fue una patada que logro detener con su mano, congelando el tobillo del adversario aunque este hábilmente retrocediera de una vuelta y se preparara para otro ataque.

━━ Será mejor tomarle la palabra, Afrodita, Milo. -Llamó Saga a ambos caballeros que compartieron miradas cómplices, ninguno había asimilado lo que estaba pasando pero sobre todo ellos tenían un deber que cumplir.

Afrodita no lo dudo en ir y acatar la orden de Saga esperando que Milo también les siguiera el paso, pero no se oían los pasos de este, pues seguía ahí, parado viendo la batalla que Camus había empezado a tener. 

━━¡Milo!. -Llamó Afrodita, lo entendía, sabía que estaba ahí. Y sentía lo que él quería transmitir con ese silencio; Sin embargo no podía olvidar su puesto cómo santo de Athena. 

━━ Afrodita no hay tiempo que perder. ¡Vámonos ahora!. -Exclamó Saga perdiéndose entre los enormes robles donde hace unos instantes se sintió la presencia de su diosa, Afrodita también tuvo que hacer esto con el dolor de su alma. Más bien, alguien parecía pasarlo peor por una decisión.

No era una traición si solo estaba siguiendo su propio instinto. Pensó Afrodita, puesto que él era quién menos debía opinar de lo que estaba bien o mal. Él también hubiera hecho lo mismo.

━━ Camus amigo ¿Qué lo que te hicieron?. 

¿Iba a estar todo el tiempo ahí con la boca abierta sin hacer nada? Definitivamente no pero incluso ahora eso se estaba transformando en un dilema, si de verdad era Camus el otro chico, irrumpir en su pelea sería una enorme ofensa para su orgullo. Detrás de él se puso Leónidas con un aura desafiante mirando al caballero con indiferencia al heleno y dando señales hostiles de que él estaba sobrando en ese lugar.

━━ Un caballero de Athena que prefiere quedarse sin hacer nada que ayudar a su Diosa no es más que una deshonra, ustedes si que son perros de poca lealtad. En especial tu Caballero de Escorpión.

Por muy emocional que Milo estuviera en momentos cómo ese no significaba que iba a estar aguantando al enemigo burlarse de él y su lealtad cómo Caballero de Athena que para él hasta ese día a sido completamente intachable, limpio y honesto antes que nada, un vil espectro cómo ese muchacho no lo podría entender.

Fúrico le grito que guardara silencio alzando el puño contra la cara del joven de agiles reflejos que pareció adelantarse a los ataques de su nuevo adversario, Milo en su irracional ataque no mostraba signos de estar lucido en esos precisos instantes, Leónidas respondió también lleno de rabia, después de todo ese hombre en frente suyo era el responsable de la desgracia de Camus. No era su derecho hacer la voluntad de otros con su mano pero ciertamente, sería un escarmiento de lo más adecuado.

Así que sin pensarlo dos veces se alejo de Milo, aunque por pequeños segundos este hubiera considerado devolverle el golpe.

Milo tampoco estaba interesado en él, siempre y cuándo no lo estorbara en su objetivo, y era poder hablar con Camus. Cosa que ahora podía esperar un poco más.


Así que estaba aquí, se dijo Hades sintiendo levemente el poder de Camus alterarse en medio de una pelea con un cosmos similar pero claramente corrupto, nada parecido al que Hades conocía de sus hombres, no, este sin duda alguna era una representación de maldad pura y genuina. 

La propia maldad del ser humano. 

No obstante, eso no salvaría a Camus del problema en que se estaría metiendo por desafiarlo cuándo claramente le dijo que no se le ocurriera interferir en esto. 

Siempre tan testarudo. Siendo sincero no sabía quien era más ingenuo en esa situación, si Camus por creer que le perdonaría un acto tan irrespetuoso cómo hacer caso omiso a las palabras de su Dios.

O el propio Hades creyendo que podía esperar que un humano cómo pudiera cambiar lo que es, un sujeto de alma entregada a su deber, cómo su hubiese nacido con ese único propósito, entrenando su mente y cuerpo para cuando se presentara una catástrofe, era un niño de cuna de hielo. 

Pero el aun así podía sentirlo, sentir que no importaba de que parte estuviera luchando, sólo lo hacía por una cosa y era su cierre definitivo, el escucho esa suplica. La disculpa de Camus mientras merodeaba cómo solía hacerlo, y entonces algo se removió muy en lo profundo, algo que hace millones, quizá centenares de años no había sentido, no era extraño o desconocido sino olvidado y renovador. 

Se resigno, luego vera que haría con él. 

Claro si salía de este embrollo lo antes posible porque para ser honesto. Ansiaba ver una última expresión de dolor en Athena al ver a uno de sus queridos caballeros en brazos suyos.


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