21 Días. (Parte 1)
Hades no encontró una mejor solución que enviarlo lejos del infierno y de cualquier parte de Grecia, no estaba seguro en ninguna de esas partes, dejarlo encerrado fue una opción momentánea pero él ya no quería repetir la misma historia. No con Camus.
Solo debía soportar 5 días mas de aislamiento, cinco días donde las ansias de Camus por salir del infierno gentil en el que fue sometido terminara, tal vez no para siempre, pero seguramente disfrutaría en cualquier otro lugar de la tierra su libertad modificada. Sus ánimos cambiaron, no era tan gratificante pero aunque fuese por momento se le miraba de mejor humor, mientras tanto Hades lo observaba desde Giudecca, creando de nuevo una barrera mas fuerte alrededor del Castillo Heinstein, uno que les avisara a cada espectro la presencia enemiga, mucho mas fuerte que el anterior.
Leónidas no estaba enterado donde Hades pensaba enviar a Camus y solo se guiaba por los rumores de las sacerdotisas del castillo, pero de algo estaba seguro, seguiría a Camus a donde fuera, inevitablemente si Hades estaba de acuerdo o no, porque era muy claro y no solo para él, que esa extraño unión entre ellos siendo mas alcanzada por el joven alumno. Sin embargo existía otro problema, y era que no había espectro, fantasma o demonio que fuese el mas leal a Camus que ese mismo muchacho que tal parecía estar enamorado de su ahora maestro, de hecho, casi nadie en el Inframundo confiaba en Camus, le tenían respeto porque no tenían opción, pero ninguno de ellos era útil para la misión que Hades tenia en esa ocasión. Ni siquiera sus tres jueces que de por si no pueden abandonar por demasiado tiempo sus puestos.
Ha estado hablando con sus fieles consejeros respectos al tema, Thanatos era quien mas reafirmaba la lealtad de Leónidas, siendo que este mismo lo ha estado espiando y según palabras de Aiacos, el muchacho no sentía respeto por nadie en el infierno que no fuese el pelirrojo, estas declaraciones no contentaron del todo al Rey de las tinieblas, tampoco calmaron sus ansias completamente.
Para sorpresa de las dos deidades, el gemelo mayor había hecho un propuesta algo escandalosa.
── Señor Hades, viendo este dilema quisiera hacerle una propuesta. ¿Me permitiría personalmente acompañar al Joven Camus durante el tiempo que se encuentre al responsable de tantas desgracias?.
Todo el lugar quedo en silencio, Hades sorprendido por las palabras de Hypnos, Thanatos incrédulo mas que nada por la ligereza de su hermano en hacer semejante propuesta, era una ridiculez y probablemente solo estaba haciéndolo para fastidiarlo mas, eso en la mente de Thanatos era lo mas acertado, una manera de vigilar de cerca a ese mortal y saber su pasado y las acciones que lo llevaron hasta donde estaba, eso era lo que la mente de Hypnos pensó.
── Hypnos, ¿Cual es el motivo de ese inusual ofrecimiento tuyo?. -Hades no desconfiaba del Dios del Sueño pero le cabía una enorme curiosidad, era algo nuevo que Hypnos quisiera relacionarse así de cerca con el mundo humano, mas sabia que no era la primera vez que el hacia algo como eso.
Podían ser gemelos pero sus diferentes personalidades hacían ver caras completamente diferentes, mientras uno era arrogante y sin ninguna pizca de piedad, el otro era mas comprensivo y justo. Ciertamente todo un enigma.
── Viendo que no hay nadie mas de quien se pueda confiar mas que ese muchacho, y si usted Señor no esta conforme con eso pensé en ofrecerme con tal de aliviar su preocupación.
Hades se quedo callado por largos minutos, ¿de que estaba preocupado realmente?. ¿De que fueran a dañar a Camus o que el espectro de Bennu hiciera algo con él?. No entendía, de donde provenía esa desconfianza, era muy claro que Camus no estaba interesado de manera romántica por ese chico, era un afecto distinto. No solo existe el amor de amantes, ¿cierto?.
Hypnos no podía abandonar los Eliseos por demasiado tiempo, aunque Thanatos era mas que suficiente para protegerlos, podía desatar una riña entre los gemelos, lo sabia por la mirada asesina que Thanatos le daba a su hermano. El odio a los humanos por parte de Thanatos era demasiado problemático a veces, llega hasta ser infantil. Hades tenia suficiente como para eso.
── Agradezco tu ofrecimiento Hypnos, pero no puedes abandonar por mucho tiempo los Eliseos si el enemigo sigue presente. Ha decir verdad, comienzo a sospechar que este mas cerca de lo que se piensa. Supongo que no queda mas que confiar en Leónidas.
── Señor Hades, ¿hay algo que lo este molestando?. ¿Se trata sobre ellos dos?. -Hablo Thanatos luego de un largo tiempo en silencio. Observando las diminutos diferencias faciales que Hades mostraba en su cara, descontento, enojo y hasta donde mas pudiera reconocerlo, frustración.
¿Frustración? ¿De qué?.
¿De ver cómo ese chico que ha pasado por tanto es una y otra vez ultrajado por la misma vida que el sacrifico desde muy joven?, ¿por ser obligado a repetir la misma historia con Camus?, teniendo que dejarlo ir lejos de su presencia a lo que ya estaba acostumbrándose, ese frío reparador, ese frío que no era un peso muerto, que lo estaba ayudando a escapar de su realidad, ¿era esa su realidad?.
¿Estar encerrado para toda la vida?. ¿Con él?. No podía escucharse mas egoísta, igual que sus hermanos, que nunca pensaron en el bienestar ni de por ellos a quienes dicen amor con locura, ¿Hades amaba a Camus?, demasiado precipitado para pensarlo, tal vez si, tal vez no, tal vez esta separación sin fecha de retorno sea lo mejor para ambos, pero puede que no. No hay un futuro que descifrar, pero si esperarlo.
Una noche mas ha pasado, el brillo en los ojos de Camus a vuelto a ser el mismo, lleno de vida, el color de su piel aun seguía siendo pálida, pero eso ya parece no importarle en lo absoluto, estaba a unas pocas horas de sentir los rayos calientes del sol golpear su piel, acostumbrado a vivir en climas congelados, ahora estaba atesorando volver a ver la luz del sol y sentirlo en cada rincón de su cuerpo.
Siempre sereno a su imagen, aunque por dentro su felicidad fuese contenida, lo hacia sentirse vivo una vez mas.
Sin embargo, todavía hay algo que sigue molestando a Camus, al menos el no lo nota, pero sus ojos perdidos entre los pasillos de Giudecca daban una pinta muy diferente a su aura, estaba por así mencionarlo, preocupado. ¿Estaba bien decirlo?, no, la palabra era demasiado significativa, quizá no era nada y solo era la misma emoción de antes.
¿Estaría bien abandonar al Señor Hades después de todo?.
──¿Que clase de pregunta es esa?. Por supuesto que lo es, Hades no me necesita aquí mas que para su satisfacción de haber ganado ese dichoso trato. Es un asunto de orgullo. -Murmullo a esa voz dentro de su cabeza, cada vez mas inquieta y pensante de todo lo que le rodea.
Después de todo, incluso después de causarte tantos pesares, el te abrió los ojos, sus palabras fueron duras y poco sensibles pero realmente nos estábamos matando por nada, ¿no crees que eso era injusto?, estábamos muriendo por dentro.
──¿Se supone que por eso debo dejarme pisar?.
¿Él te ha hecho sentir menos?. . .
── No...No del todo.
Entonces, ¿cómo deberíamos sentirnos en estos momentos?.
Camus guardo silencio por un largo tiempo observando la nada absoluta del infierno, tocando con su mano completa la enorme ventana que da su habitación, el particular cielo en el que esta abajo, las tierras muertas, las almas en pena, abajo era tan deprimente, pero si observaba el cielo una vez mas, algo florecía en su interior, ¿era posible ver tantos colores vivos en un sitio como ese?. ¿Era posible ver mas allá de la oscuridad si lograbas entrar lo suficientemente dentro de ella?. ¿Podía encontrar algo?.
Camus sonrió, nunca antes había cuestionado tanto sus propios pensamientos, en serio que era diferente, y ser diferente le sentaba bien de cierto modo, seguía siendo el mismo hombre frío y sin sentimientos aparentemente, pero por dentro, seguía siendo ese niño pequeño y temeroso de abrirse a otros, de conocer cosas nuevas.
── Supongo que debería estar agradecido.
No había otra manera de decirlo, aunque le pesara. Aunque fuese una cruel broma del destino perjudicando aun mas su vida, su segunda oportunidad de vida, Hades fue el único en esos momentos de debilidad que le dio un golpe realista de lo que pasaba, siempre cruel e hiriente, pero para alguien como Camus que usaba esos mismos métodos, para enseñar, para hacer ver a los demás su realidad, para alejarse de las personas que no lo aceptan, tal vez por eso, no lo odiaba por sus crueles palabras porque eran verdaderas.
De todas maneras, su infierno apacible seria en la tierra. Con la incógnita de saber, ¿a donde lo llevarían?.
──¿Cuanto tiempo piensa estar ahí?. ¿Esperara hasta que yo me duerma nuevamente?.
Unos fuertes brazos que lo abrazaron por la cintura, Camus no se inmuto, mientras los brazos de su señor lo tenían prisionero, con ambas manos acaricio las del ser oscuro que con su larga cabellera sus ojos eran tapados, Hades jamas lo confesaría abiertamente, pero no desea que Camus se fuera, era agradable, por así decirlo, tener su presencia cerca, su voz tan elocuente y calmada al hablar, tenia una gracia para decir las cosas que le gustaba, no era aquel tono complaciente ni arrastrado, era uno diferente, mas autoritario. Sin parecer un simple sirviente, Hades elogiaba la manera en que Camus se hizo respetar aun cuando varios de sus subordinados intentaron darle la espalda y atacarlo, muy estúpidos de su parte por que el caballero los acabo en cuestión de segundos insignificantes.
Pero mas allá de lo físico, Hades amaba la forma de amar de Camus.
¿Cómo decirlo?, una manera tan entregada, pasional e incondicional, pero también a veces se notaba distante o muy débil, pero no, no era una necesidad dar enormes discursos sobre su particular amor, el pelirrojo lo demostraba con acciones, por los sacrificios que hizo. Aceptando los brazos de la muerte siendo su amado aquel que acabo con su vida, y amarlo hasta el final. Enfermizo, cierto, pero no puede enjuiciarlo por eso. Ni inculparlo, menos discriminarlo, porque muchas veces el amor era tan egoísta que no se piensa en el otro sino en uno mismo, y también era cruel y maldito.
Podía sentir sus la armonía expandiendo todo su ser, hubieron momentos en donde Camus se sentiría estúpido y vulgar de ser abrazado tan descaradamente por su "captor", pero en esa habitación, en esa oscuridad encontraba una calma a todos los malos pensamientos, como si el propio sujeto que lo mando a una muerte segura en pasado fuese el mismo hombre que hora lo protegía con celo entre sus brazos, Camus solo tenia una cosa en mente. Y era estar envuelto en ese ambiente un poco mas.
El velo de la noche nublo su vista, mientras Hades sentaba al joven pelirrojo en sus piernas mientras este estaba recostado en su pecho como si nada.
Sin decirse nada, solo complementando el ambiente con la presencia del otro.
No siempre las historias de amor se forman a modo de cliché, amigos de toda la vida, enemigos naturales, romances juveniles, y tragedias que hacen perder al protagonista cualquier interés de enamorarse de nuevo por algo que no iba a funcionar.
Esta era la unión de dos entes que habían sufrido perdidas valiosas en su vida, eso que los hizo ver al mundo diferente, sentir alegrías y tristezas genuinas, compartiendo el pesar del otro, aliviando el dolor de manera silenciosa, por temor a caer de nuevo en el juego de Afrodita. Nunca mas.
Uno de ellos por no revivir de nuevo es debilidad que lo hizo quedar al mismo nivel de su propia sangre que lo enviaron al infierno sin piedad, a esos quienes ayudo, el que era el mas justo, quien jamas cometió tantas atrocidades a humanos por su descontrol y diversión, el que era el mas apto para gobernar el Olimpo, era señalado como un ser cruel y vil sin piedad o corazón, llegando a ser incluso marginado. Pero eso jamas le importo, no hasta que perdió ese rayo de luz en la tierra que el mismo robo de los brazos de su hermana.
Luego, estaba un pobre mortal viviendo en una pequeña burbuja, aislando sus propios sentimientos en esta misma, dejan que se acumulen y lo ahoguen conforme iba creciendo, llenándolo de inseguridades de lo que el mismo sentía, cerrando su boca y su corazón al mundo, a el mismo. Todo por temor a ser rechazado, a que nada fuese como antes si se confesaba, a perderle por su desliz, por algo tan mundano como las emociones en si.
El silencio puede ser una bendición en ocasiones y en otras una enorme desventaja.
Ambos eran necios, tercos, incapaces de decir como se sentían con palabras, distantes y fríos con quienes los rodean, eran similares pero diferentes al mismo tiempo, y eso estaba bien.
Tal vez por eso permitía que Hades besara sus labios en ese preciso momento, quizá por eso mismo Hades se fascinaba con los delgados labios de Camus.
── Señor Hades. -Susurro muy cerca del oído del mayor, sin soltar su mano que se unía a la suya, una forma de decirle gracias. Ahí esta de nuevo.- ──¿ A dónde se supone que iré?. ¿Y por cuánto tiempo?.
Con su otra mano Hades acaricio la cabeza del pelirrojo mientras plantaba un beso en la mejilla de este, los ojos de Camus estaban dudosos mas no desconfiados de sus palabras, comprendía esa inquietud, y de alguna manera le causaba gracia, los humanos siempre han sido así de miedosos a nuevos paisajes. Nuevas experiencias.
Hades soltó una ligera sonrisa, como un dulce niño hambriento de conocimiento, un joven vivaz. Sus ojos conectaron en un instante, y todo estaría bien partir de ese momento, ¿podrías desconfiar de aquel que te mira tan profundamente como nadie lo ha hecho antes?. Camus confiaba en esos ojos.
── Veamos, ¿qué es lo que quieres saber primero?. -Camus no contesto, se quedo pensando mirando a la nada, y Hades adivino cual seria su incógnita.- ── Mientras estés allá, nadie podrá hacerte daño. Tu joven aprendiz ira contigo para protegerte en todo momento, no permitiré que un incidente como ese se vuelva a repetir.
── Muchas gracias, pero sigo con la inseguridad de estar tan lejos, digo, no me malentienda. No es que el infierno sea un paraíso pintado en las tinieblas, pero algo me hará falta. -Estaba hablando de mas, era por la lucidez del momento, la pesadez en sus ojos y ese aroma tan embriagante golpeando su nariz. Hades arqueo una ceja, ¿que podría hacerle falta?.- ── No es agradable para mi admitirlo, pero me he acostumbrado tanto a sentirlo cerca, que hora no se que esperar cuando me de la vuelta y no pueda sentir su presencia.
Sus latidos golpeaban con fuerzo su pecho, la sangre se le calentaba mirando la intensidad de las pupilas de Camus mientras este escondía su rostro entre las hebras de su cabello, el agarre a sus túnicas para dormir era una manera silenciosa de decir; No me mires, tengo el rostro echo un desastre. Oh, al menos de esa manera eran interpretadas. Ya no era necesario ocultar lo inevitable, todos esos sentimientos confusos con Hades, algo que pensó que no significaría nada, que solo eran delirios, estaban siendo una realidad.
Y Camus no quería que eso pasara, ya no mas. El dolor del primer amor no se cura con el segundo, ademas, no era correcto para él. Habia una enorme muralla en su corazón que lo privaba ver mas allá de esas extrañas reglas que había seguido toda su vida, no relacionarse con el enemigo, aquel hecho maldad, que quiso destruir la tierra. Y el mismo que te salvo de un agujero oscuro y solitario, pero bien, tampoco era una actuación heroica conociendo como fue la historia realmente.
Esto no era una historia de amor, y era probable que todo terminara tan pronto como inicio.
Entonces si todo acabara mañana, si esos brazos ya no están para darle ese confort que calma sus malestares, si ya no estaba esa extraña sensación de serenidad entre gritos,lamentos lejanos y recuerdos amargos, si cuando sus ojos se volvieran a abrir y su rostro ya no estuviera ahí. Entonces, ¿que haría después?.
Le daba escalofríos cuando no existía una respuesta satisfactoria.
Las manos de Hades eran cálidas de repente, su cuerpo reaccionaba en trance con los dedos rodeando su cintura, su respiración tan suave y relajante, como recibir los dulces brazos de la muerte luego de una larga agonía. De tanto pesar, sus ojos se cerraban conforme nuevamente esos labios volvían a ser suyos, esta vez mas profundo, un beso de amantes, deslizando sus lenguas entre si, sin apuros, lentos, un beso sincero. Hades tomándolo por el rostro mientras Camus orillaba sus dedos detrás de las orejas de su señor. Inclinándose mas y mas abajo hasta chocar con el cojín, quedando nuevamente a su merced, sin soltar ese beso.
Cuando se separaron Camus noto como sus propios brazos lo tracionaban e iban directo a al cuelo de Hades para abrazarlo entre los besos que repartía en su rostro, de nuevo esa cortina de humo rojo nublando su vista. Perdido entre sus toques, la enorme túnica de Hades había caído al piso por su propia cuenta, sus piernas estaban expuestas, su torso casi desnudo, su rostro y respiraciones agitadas conforme el dios se alejaba de su boca y lo observaba debajo de su divino ser.
Debajo de esa enorme capa de oscura tela, estaba el cuerpo de un hombre, de un hermoso hombre de mirada penetrante y figura temible, haciendo que el caballero se sintiera pequeño, y profundamente emocionado. Pero eso era algo que jamas admitiría ni en un millón de años. Realmente hermoso, tan fino, tan pulcro, tan limpio como una estatua, y sin embargo la carne, su piel y su tacto se sentían tan reales y calientes.
── Camus. -Su voz lo saco de su fantasía, sus bocas volvieron a juntarse llenos de deseo y la pasión del momento. Sus latidos eran mas fuertes, era capaz de escucharlos, la primera vez que oía decir su nombre con dulzura, si eso era, dulzura. Y como sus enormes manos pasaban por todo su cuerpo sin ninguna pizca de lujuria. Camus sabia que estaba mal, que lo que estaba por suceder en ese mismo instante no era correcto. No en su cabeza.
Pero como podría detenerlo cuando el quería. No hay arrepentimiento, no existen mas las reservas.
En ese momento, lo aceptaría. ¿Porque estaría guardándose?.
Confiaría plenamente en que Hades seria el primero en abrazarlo y no lastimarlo, aunque fuera solo por un minuto, por unos instantes, no importaba. Su ingenuo corazón le dijo que estaría bien, y si, por escucharlo la primera vez salio mas que herido, por esta vez. No miraría atrás ni adelante con temor, solo al frente.
── Hades. -Sin ninguna formalidad, escuchar su nombre con tanta confianza y un toque seductor de inocencia pura, era emocionante y escalofriante al mismo tiempo, algo de lo que no estaba acostumbrado en sentir.
La luna parecía brillar ante el encuentro de dos seres de mundos diferentes, la luna que era testigo de muchas cosas era la testigo de un floreciente sentimiento de amor y compasión. Camus en los brazos de otro hombre, distinto aquel que observaba en sueños lejanos, avergonzado de sus irracionables palabras que cruzaban su cabeza sin dejar de acariciar su espalda.
── Quédate conmigo esta noche.
Fue por un impulso del corazón que Camus expreso tan abiertamente sus pensamientos, sus ojos se abrieron de para en par. Contrastando con los de Hades, que al igual, estaba muy sorprendido de su propuesta poco usual. Era obvio decir que negarse a esa petición, no era una verdadera opción.
Recostados uno al lado del otro, Hades abrazándolo, Camus frente a su impotente cuerpo, chocando su manos con el pecho del dios del Inframundo sin pudor, avergonzado y humillado. Luciendo exactamente igual a un niño asustadizo en brazos ajenos, que lo calmaban, que lo hacían sentir mejor. Y por eso tanto se detestaba en esos momento. Observo con claridad como sus mechones carmesí se unían tan bien al profundo color oscuro del cabello de Hades, no era capaz de creerlo, no era capaz de creerse que un ser maligno justo ahora, en esos instantes hiciera fuertes estragos en su corazón.
Ha pasado mucho tiempo desde que Hades sostenía de esa forma a alguien en sus brazos, nuevamente, ese rayo dorado estaba desplegando sus ojos con emoción, con el corazón actuando sin la misma frialdad de antes.
La cabeza de Acuario echaba grandes humos de todas las cosas perversas que estuvo a punto de hacer, ¿quería entregarse carnalmente?. Era como si todo se nublara y lo único que su cuerpo buscaba por cuenta propia, era sentir mas de cerca al Rey del Inframundo, mucho mas que simples besos y abrazos.
Hades sabia exactamente lo que este muchacho pensaba, le cada vez que entraba en la mente de Camus era una nueva maravilla por descubrir, los humanos eran tan débiles cuando se trataba del deseo carnal. Pero todavía no ha llegado el momento, su corazón apenas estaba sanando.
Arriba del cielo, la hermosa Afrodita se deleitaba con las parejas felices que rondaban la tierra, estaba pronto aquella fecha en la que los humanos hacen ese rito de un tal San Valentin, por lo que estaba enterado esta fecha se hizo a honor de un muy amable y valiente defensor del amor, en palabras de Afrodita, que se opuso a la orden del emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, considerando que los solteros sin familia eran mejores soldados. Y finalmente muriendo por culpa de ese amargado humano, pero siendo toda una leyenda. ¡Afrodita amaba eso en un hombre!.
Pero bueno, basta de tanto observar a esos pequeños retoños de rosas a punto de alcanzar el éxtasis del amor, era los días en donde cupido tal parecía ser el mas ocupado, y ella también, como divinidad del amor sus tareas eran alinear a las personas con aquel que seria el supuesto destinado de otra, aunque no confiara tan en el destino después de tantas veces que en el amor el destino arruino incontables bellas historias, Afrodita decidió que el destino no seria tan participante en su labor.
Con sus poderes divinos era capaz de ver muchas personas que irradiaban la hermosa droga del amor, los humanos a veces eran muy materialistas, esta bien que demuestres tu amor con regalos, pero no seas exagerado, ella sabe mejor que nadie que las joyas no llenan el corazón.
Todo parecía de lo mas normal por el momento, hasta que tuvo que ver en el Santuario de Athena, no era de sus lugares preferidos de ver ya que muchas veces tuvo que tragarse la injusticia que se daba ahí para lo jóvenes amantes que no tenían permitidos amar libremente.
Muchas historias que terminan con la muerte, por el silencio y el orgullo humano. Especialmente una que, a Afrodita le llenaba de mucho pesar de solo verlo ahí derrotado. Sufriendo en silencio un amor no correspondido. Le pesaba verlo actuar con tanta frialdad, era tan apuesto pero su carácter le restaba ciertos puntos.
Ha estado viendo la vida de ese muchacho hasta el momento de expirar, y por lo poco que sabia, era que había retornado de los muertos por su amor, mas trágico no podría ser todo ese encuentro, pero no fue una, sino dos veces.
Pobre mortal, Afrodita de haberlo sabido antes hubiese mandado a su hijo para flechar a ese ciego mortal que no veía más alla de su limitada cabeza.
Pero el amor no es algo que se pueda forzar, y ella lo sabe, pero era tan injusto ver cómo acabo todo.
Y lo que estaba por pasar a continuación, ¿era correcto o no callar que el Rey de las tinieblas mantenía a ese mortal en sus brazos?.
──Si los demás Dioses se dan cuenta de esto se va armar un escándalo inmenso. Athena tampoco puede saber esto, y menos Deméter.
──¿Y qué me dices de Perséfone?.
Afrodita dio un salto al aire mirando a su lado al libertino Dios Dionisio campante y radiante, observando a los humanos en sus artes amatorias entre otras, pero también, muy concentrado en lo que Afrodita, descuidadamente había dicho sin pensarlo.
La hermosa mujer se paro al lado de su presencia, mirándolo con molestia por haberla asustado de esa manera tan espantosa. ¿Cuándo había permitido que entrara?.
──¿Por qué mis ninfas te dejaron pasar?.
── Oh, en realidad no me vieron entrar. Soy bastante escurridizo bajo las faldas de las hermosas damiselas que te acompañan Afrodita, pero también soy un caballero. -Alegó el pelinegro alzando su copa al aire y bebiendo de esta misma sin dejar de mirar abajo.- ── Así que el malvado Hades ha encontrado el amor. Quién lo diría, los años lo han vuelto un poco sensible.
Afrodita se sentó a su lado y aceptó la copa que Dionisio le tendió. Bebió y luego respiró profundamente con pesar.
── Sabes, a veces pienso que si no hubiera llevado a Adonis con Perséfone, probablemente Hades y ella seguirían reinando juntos en el Inframundo.
── Si lo ponemos de esa forma, si tuviste algo que ver en ese problema pero no fuiste la causante. Perséfone también estaba entre su juicio moral o no, Hades bueno, la tentación es demasiado incluso para los Dioses. Es por eso que yo estoy aquí.
── Pero supongo que no tiene remedio pensar en eso. -La mujer miró una vez más la tierra, ubicación; Atenas.- ── Después de la segunda guerra Santa han pasado muchas cosas haya abajo, para estás fechas el sonido del amor en Atenas son gritos de batallas, al menos para sus guerreros.
── Hablando de eso, según por lo que escuché de ti. El pequeño amante de Hades en uno de los mortales bajo el título de Caballero Ateniense. ¿Sabes que pasó ahí?.
Afrodita lo meditó, tal vez sea bueno sincerarse con Dionisio, pedir un consejo.
Siempre y cuándo su boca quedará sellada.
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