xxiii. diva
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20 de junio, 2007
Campamento Mestizo, Long Island
En esa carrera no iba a poder participar, órdenes del médico había dicho Lee. Un solo golpe e iban a acabar rotas, lo que podría llevarla a un sin fin de complicaciones por las que no iban a pasar.
Así que Sloane y Jake tampoco habían participado. Aunque Clarisse le había dejado muy claro a éste último que si quería participar, siempre podría unírseles. Al parecer le había cogido mucho cariño a su hermano pequeño, lo que había sorprendido de sobremanera a Lara.
La carrera la habían ganado Annie y Percy, a quienes fue a felicitar rápidamente después de los vitores iniciales, aquella fue una de las mejores tardes de todas. Se la pasó comiendo tarta que había conseguido meter Sloane en el campamento y tirándole trozos a sus hermanos solo para molestar.
También había ayudado con la reconstruction de la cabaña de artes y oficios y se había pasado por la armería, solo para ver que airada seguía allí. Lo que la parecía una pena porque era muy buena arma.
Tuvo que autoconvencerse de que era una buena idea antes de volver a su antigua arma, al fin y al cabo estaba echa para ella. Esa tarde noche había estado practicando como manejarla nuevamente cuando Annabeth y Grover la arrastraron a la playa.
—Eh, Percy.
—Tyson... ha tenido que...
—Ya lo sabemos. Nos lo ha dicho Quirón.
—Se lo ha dicho Quirón, yo me he enterado porque me han arrastrado aquí —murmuró con una media sonrisa, haciendo reír por lo bajo al pelinegro.
—Las fraguas de los cíclopes. —Grover se estremeció—. ¡Me han dicho que la comida de la cafeteríaes horrible! ¡No hay enchiladas, por ejemplo!
Annabeth le tendió una mano.
—Venga, sesos de alga. Es hora de cenar.
La cena pasó sin más, Taylor la preguntaba que tal se lo había pasado ese día, que si estaba emocionada por su cumpleaños y demás, mientras Travis y Connor la aseguraban que lo harían memorable, otra vez.
Esa misma noche se fue a la cama con una sensación de malestar en el estómago. Una tormenta azotaba las afueras del campamento, y por una vez la gustaría que no estuvieran protegidos para sentir el agua en su cara.
Se había ido de la cabaña en cuanto se apagaron las luces y la gente se empezó a dormir. Su cama deshecha y ella estaba en la playa. Sabía que corría el riesgo de ser comida para monstruos, pero en esos momentos la daba igual. Y como no quería estar sola, pero tampoco quería levantar a ninguno de sus amigos decidió hablar con Jason.
Estaba en la otra costa, así que de momento sería una buena hora allí.
—¿Chispitas?
—¡Lara! Que gusto oír tu voz.
—Gracias, rubito.
—¿Terminaste la misión?
—La terminé, ahora estoy de vuelta en el Campamento. Esperando que pasen las horas y me entre el sueño.
—Vaya, pues buena suerte.
—Por eso quería hablar contigo, llevo un par de años pasado la noche antes de mi cumpleaños con mis amigos, antes era com mi madre. No quería sentirme sola.
—¡Felicidades por adelantado duendecillo!
—Gracias chispitas.
—He estado probando lo que me dijiste.
—Hmmmmm —eso le hizo soltar una risa al rubio. —¿Qué de todo?
—Tuve una complicación en una nueva misión, contra unos semidioses que intentaban matarme. No sé siquiera como lo hice, pero simplemente les robé todo el aire de sus pulmones. ¡Todo! Hasta que murieron, no me lo podía creer. No es que quisiera hacerlo, pero ellos sabían donde estábamos, y hay de todo, no tuve otra opción.
—Eso era sorprendente.
—¡Cuéntame más!
—Te acabo de decir que he matado a alguien.
—Ellos querían matarte primero, no soy muy de moral en cuanto a eso te refieres.
—Pues cuando volví al campamento mi pre... mi superior me estuvo regañando e iba a castigarme cuando me acordé de lo que me dijiste, ni siquiera me lo pensé mucho. Era como pensar en la electricidad de su cerebro, y cada vez que pensaba algo le cortaba. Al final me fui sin castigo porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando el pobre.
—¡Que maravilla!
—Lo es definitivamente.
Se quedaron hablando horas, el tiempo era difuso de decir mientras hablaba con el rubio, pero podía ver que empezaba la luz del día.
—Oye, me tengo que ir a dormir, ¡muchas felicidades duendecillo!
La voz de Jason desapreció de su cabeza, y con una sonrisa en los labios se encaminó a su cabaña de nuevo, pero justo cuando iba a entrar vio a Grover corriendo a la cabaña d Percy fue hacia allí.
—¡Grover! —El sátiro la miró.
—¡Lara! ¡Corre a la colina! ¡Annabeth! —No la hizo falta nada más antes de correr hacia allí, llegando al lado de la rubia en menos de dos segundos.
El día ya estaba empezando, su cumpleaños había empezado muy distinto a como se lo esperaba.
Allí, al pie del árbol, yacía una chicainconsciente; arrodillada junto a ella, había otra chica con una armadura griega.Annabeth, se dio cuenta rápidamente. De un segundo a otro aparecieron Quirón y Percy, Lara se agachó para pasarle un brazo por los hombros a la rubia, quien lo agarró con fuerza.
—Ha curado al árbol —dijo Quirón, con la voz quebrada—. Y no sólo le ha hecho expulsar el veneno.
En cuanto vio al centauro y a su amigo Annabeth corrió haciaQuirón.
—Es ella... de repente...
Lara se quedó ahí, sorprendida antes de que Percy saltase del lomo de Quirón y corriera a su lado, agachándose a su lado.
—¡Espera, Percy! —gritó Quirón.
—Es cierto —dijo Grover, jadeando aún por la carrera colina arriba—. No puedo creer...
Lara miró a Percy y luego a la chica.
—Necesita néctar y ambrosía —dije.
La tomó por los hombros y la levantó hasta sentarla, apoyando su cabeza en su hombro. Lara entonces la pudo ver mejor, y estaba segura de que la había visto antes.
—¡Venga! ¿Qué os pasa? Vamos a llevarla a la Casa Grande.
La chica tomó aire con una especie de temblor. Luego tosió y abrió los ojos.Tenía el iris de un azul asombroso: azul eléctrico. A Lara le recordaban a los ojos de Jason, era espeluznante.
—¿Quién...?
—Me llamo Percy. Estás a salvo.
—El sueño más extraño...
—Todo va bien.
—Morir.
—No . Estás bien. ¿Cómo te llamas?
Lara miró a Percy, que parecía que se había dado cuenta de quien era rápidamente.
—Me llamo Thalia —dijo—. Hija de Zeus.
Eso la sorprendió con rapidez.
—Feliz cumpleaños para mí, supongo —murmuró por lo bajo, todavía aturdida.
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