. Veintinueve .




Dos semanas más tarde ocurrió el juicio por procedimiento abreviado al que se sometió Andreas como recomendación del abogado. No tuvo de otra cuando salieron los resultados de las pruebas de ADN del semen hallado en Antonella Rulli, contrarrestado con la muestra que proporcionó.

Positivo. La había jodido antes de matarla y antes de colgarla como una pieza de exhibición en un mórbido museo.

En esos catorce días ocurrieron tantas cosas que lo mantuvieron alejado de Chanyeol. Principalmente, el Teniente dejó las oficinas de la estación de policías y regresó a su despacho en el edificio de la Polizia Nazionale. No se despidió de Baekhyun y tampoco se contactaron. Tan frío como el día en que se conocieron. Como si no se hubieran amado.

Ni un adiós.

Baekhyun fue sensato en admitir que tenía los sentimientos tan alborotados como no podía comprenderlos. No era justo para nadie. Él provocó esa guerra fría. Sus devaneos con un hombre enmascarado le alejaron de Chanyeol sin siquiera saberlo, hasta que estuvo en un limbo del que ya no podía salir.

Intentó marcar su número cien veces, y cien veces se detuvo, recordándose que él no tenía derecho a irrumpir en su vida si no tenía las cosas claras. Quiso mandarle un mensaje mil veces, y mil veces borró esas palabras.

Sin embargo, el día del juicio se volvieron a encontrar. Ambos eran testigos del caso y el destino los hizo sentarse juntos, en la primera fila de la audiencia, del lado derecho. La tensión era palpable como asfixiante, aunque nadie más que ellos la sintiera.

—Hola.

—Buen día, Baekhyun.

—¿Cómo has estado?

Chanyeol movió sus ojos hacia el estrato todavía vacío, ignorando la pregunta porque no quería dar una respuesta honesta.

No había estado bien para nada.

Lo extrañaba. Horrores. Quería poder besarlo y quizás hacerle el amor. Tal vez hasta olvidar todo aquello que le rondaba por la mente y que los alejó para empezar. Pero no podía. Haberse dado cuenta lo que ocurría con Baekhyun no le costó, pero sí lo hizo el aceptarlo.

Baekhyun no era suyo. Albergaba tantas dudas que no podía declarar su amor abiertamente. Y Chanyeol esperaba más. Más honestidad, más confianza y más locura.

Porque de eso se había tratado todo. De hacer las cosas más locas por el otro, en nombre de lo que sentían.

—Espero que tú hayas estado bien —le contestó, dando vuelta a la situación—. Tal vez esto no termine hoy, pero no tardará mucho, después de todo hay muchas pruebas en su contra.

—... ¿Me odias?

—Claro que no. Te sigo amando.

«Te seguiré amando incluso si eso me destruye al final».

—Puestos de pie para recibir al honorable juez Lorento.






—Ella era una proxeneta —reveló Andreas con tono despreocupado y soltura aberrante—. Vendía niñas que venían de África a bares en Milán y Turquía.

—Antonella Rulli no tenía ningún antecedente, tampoco una demanda en su contra por lo que está diciendo —alegó la abogada Lee—. Nada justifica que la haya asesinado.

—¿No hay pruebas? Pueden preguntarle al Jefe Gianolli o al Juez Ambrosi. Ellos sí que lo sabían porque le ayudaban a ocultarlo todo.

—Esa es una acusación grave. Le recuerdo que si no tiene pruebas, incurriría en una calumnia —habló el juez a cargo, torciendo el bigote con molestia.

—Las tengo. Seguramente habrán examinado mi computadora. Allí está todo.

Pero Lee devolvió la atención al caso presente, sin olvidar lo que luego tendrían que investigar sobre las reiteradas acusaciones de Andreas sobre Gianolli y Ambrosi. Continuó con las preguntas.

—Entonces, ¿la mataste por algún sentido de justicia?

—Se llama retribución. La justicia no hizo nada. De hecho, está tan corrupta como ella, y la dejaron actuar sin que recibiera un castigo. Por años secuestró a niñas que llegaban con sus familias desde Marruecos, y las vendió a burdeles para que las violaran. —Y, aunque dio tan escandalosa declaración, su tono fue del todo plano, sin sentido por lo que decía.

—Así que tomaste el caso en tus manos.

—Si no fuera yo, alguien más lo habría hecho.

—Y bajo esta idea de retribución, ¿mataste a alguien más?

Andreas sonrió torcidamente, enseñando los dientes, mientras se apegaba al micrófono. Esa pregunta sí llamó su atención, tocando los hilos sensibles que detonaron las emociones en Andreas.

—La lista es larga, pero si la resumimos... Maté a cada uno que fue hallado con una corona. Tú llevas la cuenta.

Baekhyun se mordió el labio con nerviosismo.

—¿Le crees? —le preguntó Chanyeol en tono bajo, acercándose a su oído.

—No lo sé. Hay algo que me inquieta al respecto.

—¿Y qué es?

—... Que yo estaba... ilusionado con una persona diferente. Creí que él era algo mejor que este fanfarrón. Pensé que lo conocía.

Escuchó un leve gruñido de Chanyeol que lo hizo estremecerse de pies a cabeza. Baekhyun giró apenas su rostro, sintiendo tan cerca el aliento ajeno, como un beso sobre su piel.

—Él confesó que te había enviado esos mensajes, pero fue todo parte de un juego.

—Lo sé. Quizás nunca me dijo nada que haya sido verdad.

—Tal vez lo hizo, solo no sabes qué. Confiabas en él.

—Yo... creo que-

—No, no te estaba haciendo una pregunta —rugió brevemente antes de alejarse y recuperar la compostura.

—Chan, yo... Lo siento.

—No, no digas eso. Nunca lamentes tus sentimientos, sin importar el daño que hagan.

—No quiero que tú te alejes. No quiero.

—Siempre estaré aquí, Baekhyun. Lo sabes.

—Pero... ¿por qué siento como si me dijeras adiós?

Chanyeol suspiró y le dio una mirada de soslayo a Baekhyun.

—No es así. Jamás le diría adiós a la persona que amo, y tampoco voy a compartirla.

» Y, sin embargo, lo que estoy buscando de tí, es la respuesta a una simple pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué confiabas más en él que en mí?

Baekhyun se mordió la lengua. No, no iba a decir la verdad. No iba a pronunciar una sola palabra porque sabía que, de hacerlo, le rompería el corazón a Chanyeol.






Finalmente los diarios tenían al asesino confeso de Roma.

EL ASESINO DE LA CORONA FUE ATRAPADO POR EL TENIENTE CORONEL PARK.

No solo salieron reportes en los periódicos, sino que pronto todos los noticieros se tomaron la acera frente a la estación para conseguir el minuto a minuto de la escandalosa noticia. Incluso lo hicieron medios internacionales.

Chanyeol no había dado declaración alguna y se lo dejó todo al equipo de prensa de la estación. Sin embargo, el comunicado oficial atrajo la atención de los medios hacia Baekhyun.

PARK Y BYUN: El dueto que cazó al Asesino de la Corona.

Dos días después de la confesión de Andreas, fue llevado a una prisión de máxima seguridad en espera la sentencia que dictaría el juez. Entonces Baekhyun regresó a su vida normal, a aquellos días antes de la aparición del asesino. Antes de Chanyeol; antes de los mensajes y regalos.

La morgue se había vuelto todavía más solitaria sin la presencia perturbadora de las víctimas que solían descansar en la camilla de metal.

—Creo que lo arruiné, Kyung.

—¿A qué te refieres?

—No estoy seguro, pero... Es que yo...

—Palabras, Baekhyun, si no me hablas, no podré ayudarte.

—¿Recuerdas que salía con Chanyeol?

—Sí, son mi pareja favorita de la estación. Ese hombre tan gruñón completamente dominado por un pequeño-Aguarda. ¿Por qué usaste el pasado en esa corta pregunta?

Baekhyun bajó la mirada, haciendo un puchero lastimero en el proceso.

—¿Qué te hizo?

—No, no. Creo que por primera vez fui yo el que arruinó las cosas con un hombre. —Tomó aire, quizás no el suficiente como para confesar la oscuridad que llevaba a cuestas—. Creo que me... me ilusioné con alguien más.

—¿Hablas de enamorarte? ¿Te enamoraste de otra persona!

—No lo sé. Creo que así fue, pero me cuesta reconocerlo.

—¿Quién es?

Baekhyun se mordió la lengua con fuerza. Esa era información que jamás le confesaría a Kyungsoo o corría el riesgo de ser llevado a un manicomio sin ticket de salida. Una estadía prolongada entre cuatro paredes blancas sonaba poco alentador.

—Es solo alguien que conocí no hace mucho. Él me estuvo enviando notas y cosas. Creo que llamó mi atención y al final... Terminé cayendo por alguien más.

—Pero sigues teniendo sentimientos por Chanyeol.

—Lo amo. Yo sé que amo a Chanyeol. Lo siento aquí —le aseguró golpeándose el pecho.

—Baek, si tienes sentimientos por alguien más, entonces, lo que sea que tu sientas por Chanyeol no es amor. ¿Cómo podrías amar a dos personas al mismo tiempo?

—Pero yo lo siento. Quiero a Chanyeol.

—¿Y qué hay sobre el otro hombre?

—No lo sé, quizás solo estoy encandilado o... ¿Cómo demonios tipifico este estúpido sentimiento?

—¿Es por esto que él se fue de la estación?

Con melancolía, Baekhyun asintió con la cabeza.

—Está enfadado, pero es tan bueno que aun sabiéndolo, quiere darme una oportunidad.

Kyungsoo renegó.

—No vayas a regresar con él si tienes dudas, o si va a servir para lastimarlo —advirtió—. No sería justo.

—Lo sé. ¡Lo sé! Por eso no me he atrevido a hablar con él. ¿Qué le diría?

—Sé honesto. Te enamoraste de alguien más, aparentemente. La pregunta sería, ¿cómo lo solucionarás?

—No puedo des-enamorarme de alguien, ¿o sí?

El joven policía se encogió de hombros.

—No tengo idea. Nunca le he engañado a nadie.

—Eres odioso.

—Pero un odioso fiel.






Baekhyun no resolvió nada y apenas sirvió para aclarar un par de sus ideas. Regresó a su casa cerca de las diez de la noche, tras haberse detenido en un puesto de pizza y comprando unas rebanadas para cenar en su recámara en compañía de una copa de vino que lo juzgaría tanto como su propia conciencia.

Se tomó su tiempo para asearse, y cuando salió encendió la televisión. No había otra cosa en el noticiero sino los reportajes sobre el asesino de la corona.

—Aparentemente no me puedo deshacer de ti.

Fue a por su botella de vino de la cocina. El lugar estaba oscuro, pero lo veía todo con claridad. Era sencillo luego de más de un mes de aquello. Sus ojos simplemente estaban acostumbrados a buscar algo entre las sombras hasta encontrarlo. Así ocurrió.

—¡Qué demonios? No. No. Esto se había acabado.

Una nota brillaba junto a la botella de vino.

<<¿Lo creíste? No sería tan sencillo atraparme.

Sigo aquí y no me iré hasta terminar la tarea que me trajo del infierno>>.

Firmada por una corona en color rojo.

—¡Maldito seas!

Pero hubo algo que vibró en el pecho de Baekhyun, como el resurgir de una emoción que creyó extinta al atrapar a Andreas.

Se sintió vivo otra vez.

—¿Cómo...? No, tú estás en la cárcel. No es posible.

A lo lejos escuchaba el sonido de su televisión, la nota de una reportera hablando sobre el perfil de Andreas, y de pronto, la señal se interrumpió. La frecuencia cortada sonó fuerte y claro por diez segundos antes de dar paso a una risa ronca y baja que acarició la espalda de Baekhyun como uñas afiladas.

—Baekhyun, Baekhyun, me decepciona lo ingenuo que eres.

La voz, modificada por una computadora, conservaba un tono ronco y poderoso. Baekhyun se movió lentamente, tan asustado que sus músculos se sintieron rígidos. La oscuridad le supo muy amarga, pero no fue capaz de encender ninguna otra luz. Solo caminó hasta su habitación y se plantó frente al televisor.

—¿En verdad pensaste que desaparecería así nada más? El juego aún no termina.

La figura vestida de negro estaba en medio de la pantalla, sentada en un viejo sofá individual, y con la máscara cubriendo sus facciones, no así su pelo rebelde. El lugar, por lo poco que podía ver Baekhyun, era el mismo en el que él había estado. El Castillo del Ángel. En el ángulo derecho de la pantalla, divisó una mesa con un arma y una botella de vino.

—Sabes quiénes siguen, pero, ¿en verdad quieres salvarlos? Si me llevo sus almas, este será un mejor lugar para ti.

—No, no quiero salvarlos. Solo me interesa atraparte —contestó, aún si el asesino no iba a escuchar su respuesta.

—¿Sabes que si tú me pidieras algo, lo haría? Cumpliría cualquier capricho tuyo. Así de jodido me tienes. Sin embargo, no intercambiaría las vidas de ellos por nada. Ni siquiera por tu amor.

»Verás, Ambrosi, Gianolli y Marin ocultan más que solo estos crímenes. Estuvieron ayudando a alguien a ocultarse por mucho tiempo, y mientras tanto cobraron tantos favores como pudieron para desaparecer los crímenes de esos imbéciles.

»Ricci, Zannier, Braum, Bianchi, Ricci y Greco. Todos ellos me debían algo. Así que... Bueno, cuando vi la oportunidad, la tomé. En algo tuviste razón, Baekhyun. No planeé empezar esta masacre, pero una vez que empiezas ya no puedes detenerte. Es una sed de sangre que te asfixia. Quiero más y voy a obtenerlo.

»Ellos van a morir, pero no será nada como lo que has visto hasta ahora. Ellos van a sufrir por dejar libres a los monstruos que cuidaban. Así que... Sí, me los llevaré y jugaré con ellos hasta quebrantarlos. ¿Cuánto tiempo crees que aguanten hasta que los mate?

La risa torcida y ácida del asesino, le erizó la piel a Baekhyun.

»Es muy divertido. Deberías probarlo un día. Generalmente, mientras más tiempo dura la tortura, más al borde de la locura los llevas y son capaces de ofrecerte cualquier cosa para que te detengas. Pero... una vez comienzas, escuchas sus gritos y el llanto... no hay vuelta atrás.

»Como si le hubieras vendido tu alma al diablo, pero el diablo soy yo.

Bajo una risa más moderada y aterciopelada, dijo:

»¿Me venderías tu alma, Baekhyun?




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Hello!!

Espero que disfruten de este cap!

Qué piensan de nuestro asesino ahora??

Teorías, teorías!!


Kisses,

Alex

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