. Veintidós .
No pasó mucho hasta que Nicole Braum fuera encontrada.
Un conserje del complejo de Domitilla la encontró y llamó a la policía a las cuatro y media de la tarde. La escena, tan escandalosa como mórbida, llamó la atención de los medios quienes voltearon su atención nuevamente al asesino.
Baekhyun solo miró el cadáver a dos metros de distancia, perplejo.
El dramatismo era obvio y, ¿por qué no decirlo?, exagerado. Sin embargo, admitía que detrás de todo ello había cierta belleza cautivadora.
—Espero que esto no sea por mí —murmuró en tono muy bajo.
Quizás exageraba o era su ego elevado el que lo llevaba a pensar que cada acción del asesino era para despertar y atraer su atención. En este caso parecía lógico. Le había dejado flores de una forma muy creativa.
—Una maceta orgánica —dijo, pero sin sentir el humor de su propio chiste.
De verdad, debía ir con un terapeuta y dejar de hacer chistes sobre cadáveres. No era sano.
Suspiró y volvió a acercarse a la mujer. Le había echado un vistazo rápido antes de alejarse y tomar un respiro. Con los guantes puestos, pasó los dedos sobre el rostro de la hermosa mujer. Tenía los ojos cerrados, sumergida en un sueño profundo del no despertaría, y su cuerpo, recostado sobre una de las tumbas en el pasillo superior de las catacumbas, tenía un gracioso buquet de rosas blancas y rojas, las llevaba a la altura del pecho donde el asesino había escarbado en sus órganos y colocado tierra donde afianzar las flores manchadas con sangre espesa.
—¿Qué me puedes decir de esto? —preguntó Chanyeol, parándose a un costado. Era la primera vez en el día que Baekhyun se topaba con él, pero estaba tan absorto en el cadáver que ni siquiera se volteó a mirarlo.
—Lleva unas nueve horas muerta, más o menos. La sangre en las flores no es reciente y está bastante coagulada por lo que ha estado a la intemperie un buen rato. Difícil deducir la causa de muerte, considerando que usaron su vientre como un vertedero de tierra.
—Una maceta —repuso Chanyeol con menos tacto.
—Exacto. Entonces, tendré que revisar un poco qué le ha ocurrido.
—Bien, pero, ¿por qué rosas? Es decir, si los otros asesinatos eran teatrales, este lo es todavía más. ¿Qué pretendía?
«Está buscando mi atención», respondió en su cabeza.
No sería extraño que así fuera, que todo ese circo supusiera un regalo del asesino para Baekhyun. Antes ya había dejado claro sus intenciones y enviar un regalo era claro como el agua.
—¿Baekhyun?
—Está... Él dijo que jugaría un juego... Su finalidad, además de jugar al justiciero, es atraparme.
—Así que ahora te envía flores.
—Creo que sí. Supongo que tendré algún mensaje pronto. Le gustará regodearse en sus acciones.
—Esto se está volviendo todavía más jodido —bramó—. La escena está limpia, solo hay un rastro de tierra que fue conseguida de las macetas de aquí cerca. Nada más. Sin un solo rastro.
—¿Las catacumbas estuvieron cerradas?
—No, han venido muchos turistas en el día, aunque esta parte del complejo no está abierto al público.
—Entonces cualquier pudo entrar y esconderse por ahí y-
—Para traer el cadáver a escondidas, pasar desapercibido y montar esta escena debió tener mucho tiempo, o una ayuda. Me inclino a la segunda opción.
—¿Significaría eso que el otro asesinato que no coincide con los patrones fue realizado por esa otra persona? Como dijeron, estaban jugando con nosotros.
—Es una posibilidad. Quizás sintieron que nos acercábamos a algo y debieron desviar la atención.
Pero Baekhyun estaba inquieto, algo le molestaba y no sabía qué era. Solo podía pensar que, a pesar de lo que sabían, no estaban ni cerca de atrapar al asesino. Las personas seguían muriendo, lo que no era tan trágico desde su punto de vista pues no eran más que otros monstruos disfrazados de buenos samaritanos.
Tal vez era eso.
Realmente no le molestaba que esa persona estuviera acechando Roma y asesinando criminales, sino que él, bajo el manto de la soberbia y de su brillante cerebro, no había sido capaz aún de atraparlo. No era eso lo peor, sino ser un juguetito en el tablero del asesino, un premio que reclamaría al final de la partida.
Pero Baekhyun quería entrar en el juego. Moverse y dejar de ser solo el trofeo del campeón. Y podía.
—Chanyeol, si tuvieras una forma de atraparlo, ¿la tomarías? Sin importar el riesgo.
En ese momento se dio vuelta para encararlo. La expresión ceñuda y dura del Teniente le causó una breve incomodidad, pero se recompuso a prisa porque su idea no era mala.
—Lo que sea que estés pensando, olvídalo.
—Chan-
—No, Baekhyun —rugió—. Sé que quieres ir por él, ¿es eso?
Baekhyun no le contestó, pero fue suficiente como para que Chanyeol refunfuñara.
—Es demasiado peligroso. ¿Qué pretendes? ¿Citarte con él y-?
—Tenderle una trampa. Piénsalo. Quizás no podamos atraparlo de otra manera. Yo puedo ayudar.
—No dejaré que te expongas de esta manera.
—No estoy pidiendo tu permiso.
—¿Quieres jugar así? Bien, entonces tendré que encerrarte en mi departamento hasta solucionarlo.
—No te atreverías-
—No me obligues. Quiero mantenerte a salvo y voy a hacerlo, ¿me has oído?
Baekhyun apartó la mirada, enfurruñado hasta los huesos. Si, claro que apreciaba toda la preocupación de Chanyeol y le encantaba que fuera protector, pero su lado racional le decía que, si bien era una apuesta peligrosa que tenía muchos puntos en contra, podría ser la única solución para atraparlo.
Y él estaba resuelto a que así fuera.
Cerca de las seis estuvo de regreso en la morgue. El cuerpo de Braum había sido traído con mucho cuidado bajo la orden de no mover ni siquiera un pétalo de las flores que decoraban su cuerpo. Lo dejaron tal cual lo encontraron en las Catacumbas de Domitila.
—Doctor Byun —llamó uno de los jóvenes muchachos que trabajaba en medicina legal—, ya la dejamos, pero...
—¿Sí?
—Bueno, es que le han dejado algo en el escritorio.
Por la incómoda reacción del hombre, Baekhyun supo que no podía tratarse de nada bueno. Al ir a su laboratorio, junto a su computadora encontró un gordo y grande frasco de vidrio muy bien tapado. Dentro tenía un corazón asentado sobre una base de tierra.
Maldijo por lo bajo.
Al acercarse y darle una vuelta al frasco, encontró un papel metido también.
—Lo sabía —se jactó sin mucho humor.
El hedor rancio y a hierro inundó la morgue al abrir el frasco. Se cubrió la nariz con la mano y con la otra sacó el papel; entonces cerró nuevamente el frasco.
<<Cuando vi las flores, me recordaron a ti. Tienes cierta inocencia y locura que me encanta, ¿lo has notado?
Pensé en quedarme con esto, pero creí que te gustaría examinarlo incluso si no fueras a descubrir nada. Por eso lo traje para ti.
Nos veremos pronto>>.
Y la nota estaba firmada con la corona.
Había estado ahí. En la morgue. En la estación de policías sin ser visto ni detenido.
Salió corriendo hacia la oficina de Minseok, lo interrumpió cuando comía galletas de nuez que dejaron rastro por sus infladas mejillas.
—Min, necesito ayuda.
—¿Qué demonios-?
—Alguien ha estado en la morgue.
Minseok rodó los ojos, tragó y contestó:
—¿Un par de muertos y personal de la estación tal vez?
—Ha sido el Asesino de la Corona.
Minseok se atoró y escupió restos de migaja, bebió un largo sorbo de agua antes de poder volver a hablar.
—¿De qué demonios hablas?
—Solo... por favor, necesito revisar esas cámaras. Alguien tendría que haberlo visto o-
—Bien, bien. Dame unos minutos.
Tecleó en su computadora a prisa, moviendo de aquí a allá el ratón mientras Baekhyun controlaba su respiración.
¿Cómo ese asesino había podido colarse en la estación de policías con un regalo semejante y sin ser notado?
La respuesta era obvia. El asesino trabajaba en la estación. Era uno de ellos.
—Debió ser cuando salieron hacia las Catacumbas —murmuró Minseok, ubicando el video a las cuatro y cuarenta que fue cuando Baekhyun abandonó la morgue.
El cuarto vacío y tétrico era enfocado desde la parte trasera del buró de Baekhyun, de modo que se veía la computadora, la entrada lateral y la camilla. Pasaron varios minutos sin respuesta alguna. Ningún movimiento.
Cinco minutos.
Y luego diez.
Entonces, cuando la ansiedad en Baekhyun estaba por comérselo vivo, la puerta de la morgue se abrió.
—Oh, joder —jadeó Minseok—. Es él, ¿no es cierto?
—Sí.
La figura de ropa oscura y una capucha se movió cuidadosamente hacia el escritorio llevando el frasco al aire. ¿Cómo entró sin que lo vieran? Era un misterio aún. El asesino dejó el frasco sobre la mesa, acariciando el vidrio con melancolía antes de alejarse y salir por la puerta trasera, la que conducía a los depósitos.
—Pero él... Él entró por la puerta principal, la que da a los pisos de las oficinas.
—Sí, lo veo. —Señaló los otros videos de las cámaras del pasillo y la que subía por las escaleras—. No puedo creer que haya estado aquí.
No solo eso, sino que sabía moverse para no dejar que las cámaras atraparan su rostro. Pero incluso así, alguien debió verlo vistiendo todo de negro. Alguien que-
—Jodido hijo de puta —masculló.
El asesino desapareció por una vieja y oxidada puerta a mitad de las escaleras.
—¿A dónde ha ido?
—Esa puerta lleva al callejón. Supuestamente está en desuso —informó Minseok—, pero no tenemos ninguna cámara allá.
—Eso no importa. Quiero saber cómo logró entrar a la morgue sin que nadie lo viera. ¿Cómo-?
—Baek, pudo entrar por esa misma puerta —murmuró el joven—. No tengo registro de él sino hasta que está por las escaleras. Pudo venir desde afuera.
—No lo creo, no, maldita sea. Él-
—Baek, calma. Creo que te has asustado.
«No, estoy harto de jugar para él. ¿Cree que puede dejarme sus víctimas para que yo las vea? Dos podemos jugar».
—Gracias, Min.
Salió del cubículo y emprendió camino de regreso a la morgue. A medio camino en las escaleras vio esa puerta, intentó abrirla, pero estaba cerrada desde el otro lado.
—Así que eso es lo que haces —murmuró—. Que así sea.
Fue a la morgue, habiendo tomado una decisión. Guardó la nota en esa funda en lo profundo del cajón del escritorio que contenía la primera misiva. Se las llevaría a casa. Y mientras su cabeza maquinaba una trampa para el asesino, empezó a revisar a Nicole.
Retiró con cuidado las flores, asegurándose de que no hubiera nada más en ellas. Solo eran un arreglo. Las colocó en un florero de vidrio y, de forma casi hilarante, pensó que eran bonitas, incluso las que estaban manchadas con sangre.
—Demonios, debo estar perdiendo la cabeza.
El vientre de Nicole, abierto en todas direcciones estaba lleno de tierra negra, de las que había en las macetas de las Catacumbas. Tomó una muestra en una placa de petri y la llevó al microscopio. Tierra normal, un par de microorganismos y un casual pequeño gusano era lo que veían. Ajustó la lente y buscó más. No encontró nada raro. Volvió a revisar la tierra en el cuerpo de Braum y mientras removía aquí y allá, su mano se topó con algo frío y duro. Lo sacó, y lo limpió.
Una bala.
Una bala de cuatro milímetros.
—¿Qué?
Entonces se dio cuenta que el asesino en su nota no había hablado sobre el corazón como lo que les estaba devolviendo, sino sobre esto. La bala con la que Amanda Ricci fue asesinada y que nunca fue encontrada. Hasta ahora.
Resolvió que nunca podría atrapar al asesino siguiendo los mismos pasos de siempre porque él siempre estaría por delante. En el juego, él llevaba la delantera y, no solo eso, sino que lo dominaba porque era su tablero. Él escogía las fichas y los movimientos, los tiempos y los motivos. Todo.
Y si quería jugar con el Asesino de la corona, debía invitarlo a entrar en su casa y en su vida.
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