. Veinticuatro .





<<Tengo una lista. Sé quienes merecen un destino peor que la muerte.

Y... primero viajaría al infierno antes de permitirme hacerte daño>>.

Chanyeol leyó la nota que encontraron en la casa de Baekhyun al llegar a las seis de la tarde. Estaba en el mismo frasco blanco que el doctor dijo que había contenido las otras notas. Las leyó todas varias veces, acompañado de una copa de vino.

—¿Qué piensas?

—Que me siento celoso de que un asesino sin rostro tenga tu atención —dijo, sin reparo alguno. Le quitó el cigarrillo de la boca a Baekhyun y le dio una calada—. Realmente te interesa, ¿no es así?

—No como tú estás pensando. Es... complicado. Siento una fascinación por estos tipos de casos. Siempre fue así. Y ahora... Me he topado con alguien que sabe jugar y que no me deja mover mis fichas. Quiero atraparlo.

—Pero también quieres conocerlo y resolver tus dudas —añadió Chanyeol, devolviéndole el cigarrillo. Baekhyun se ruborizó, pero calmó su corazón con un poco de nicotina—. Creo que este juego podría salirse de tus manos.

—Para eso te tengo a tí. Eres el plan de emergencia.

—¿De emergencia?

—No, quiero decir, sé que estarás ahí si te necesito y que cuidarás de mí. No eres el plan B o C, pero eres parte de mi plan A.

Chanyeol le acarició la cabeza para que se calmara porque Baekhyun había hablado tan rápido como si tuviera los segundos contados. Respondió como un pequeño gatito, anhelando el toque de su amo.

—Bien, bien, lo entiendo. Sabes que voy a cuidarte siempre.

—Lo sé, Zucaritas.

—Ugh, aunque pensándolo bien, creo que-

—Ya no puedes cambiar de opinión —refunfuñó—. Prohibido.

Otra largo sorbo a su copa de vino durante veinte segundos, sopesando lo que harían a continuación. No debían asustar al asesino o dejar al descubierto sus intenciones. Si perdían la oportunidad que tenían, eso solo traería catastróficos escenarios para todos. El asesino podría arremeter contra ellos.

Sin embargo, ¿qué otra opción tenían?

No podían simplemente jugar al gato y al ratón para acercarse a pasos minúsculos al asesino cuando había personas muriendo. El hombre tenía una lista y no se vería satisfecho sino hasta tachar cada uno de los nombres.

—¿Crees que debería mandarle un nude? —preguntó Baekhyun con tono coqueto—. Quizás así consiga un par de nombres de la lista.

—¿Jugarás verdad o prenda con él, muñequito?

—Podría.

—No, eso me lo reservo para mí. Además, no creo que eso sea lo que le guste de tí.

—¿Por qué no? A ti te gusta.

—Sí, claro que me gusta tanto como el resto de tu atarantado ser. Lo que quiero decir, es que él alaba tu inteligencia, así que no necesariamente implica que quiera verte desnudo.

—Mm, de acuerdo, comprendo. Entonces, ¿cómo podría llamar su atención? ¿hacerle saber que quiero hablar con él?

—Tal vez... ¿Qué tal si compartes con él algo que hayas encontrado en las autopsias?

—Muy chistoso. Como si hubiera encontrado algo relevante.

—Muñequito, es a eso a lo que me refiero. No sé, ¿qué tal si le preguntas por la cuatro milímetros?

—¡Oh, eso es bueno! Ugh, qué inteligente eres, Zucaritas.

—Tú también eres bastante brillante, muñequito, y especialmente habilidoso con la boca.

—Bastardo.

Pero Baekhyun corrió a por una hoja blanco y bolígrafo. Escribió la nota con la mejor letra que pudo considerando que la caligrafía no era su fuerte. Bueno, ¡ningún paciente suyo se había quejado de eso hasta ahora!

<<Debe ser una larga lista. ¿Puedo darte los nombres de quienes me hacían bullying en la escuela? Estoy seguro de que alguno de ellos tiene negocios con la mafia.

Oye... ¿puedo preguntar por la bala que encontré en Braum? Es la misma con la que mataste a Ricci, ¿cierto?>>.

Dobló el papel y lo dejó en el jarrón, luego lo regresó al balcón.

—¿No te parece que enviar notas para conseguir respuestas nos va a llevar toda una vida?

—¿Preferirías su número de celular? —bromeó.

—¡Claro! Lo haría todo más fácil.

—Muñequito, ¿por qué no le pides de una vez, ya que tendrás su número de celular, el de su identificación? Ya sabes, matar dos pájaros de un tiro.

Baekhyun puchereró. Chanyeol lo estaba timando.

—Eres terriblemente odioso.









Esa noche durmieron juntos en el apartamento de Baekhyun. Se divirtieron entre las sábanas hasta que el cansancio los doblegó; y a la mañana el sol tocó su piel en una breve caricia.

Luego de un prolongado beso, Baekhyun corrió fuera de la cama hasta el balcón donde su siniestro asesino había dejado otro mensaje:

<<Solo hazlo. Si alguien te lastimó en el pasado, deja que me haga cargo.

Sí, es la misma bala, disparada con la misma arma. De forma curiosa, ambas murieron en el mismo lugar también, así que eso lo volvió todo más dramático.

Solo estoy jugando. Quería tu atención y la obtuve>>.

Mientras Chanyeol preparaba el desayuno, algún plato turco con huevos y pan, y un aromático café cargado, él escribió una respuesta apresurada.

<<¿Puedo saber por qué mataste a Ana Lanolli de forma tan... descuidada? ¿En verdad estabas jugando solo para distraernos?>>.

—Muñequito, ven a desayunar o se te hará tarde para el trabajo.

Baekhyun dobló la nota y la dejó en el jarrón.

—Voy, voy. Odiaría que mi gruñón jefe me pasara un memo por retraso.

—Jum, he oído que a tu jefe le gustan las mamadas. Si te metes en problemas, házle una.

Baekhyun frunció los labios, inflando las mejillas.

—Mientras no estemos hablando de Gianolli me conformo.

—Nunca dejaría que nadie más te pusiera las manos encima, muñequito.









<<Me gusta jugar. Juego todo el tiempo con la policía.

No sé de quién me hablas, pero ella seguramente se lo merecía.

Las personas buenas mueren de forma ligera; a las malas, las tortura el diablo en la tierra antes de arrastrarlas al infierno>>.

El mensaje no fue dejado en un jarrón de vidrio ni en un papel. Esta vez, el mensaje le llegó a su celular desde un número bloqueado. Fue como al medio día cuando su teléfono vibró en el bolsillo de su mandil.

Suspiró lleno de frustración.

¿Era posible que el asesino de la corona, con el nivel de detalle que tenía, hubiera olvidado el nombre de una de sus víctimas?

Casi parecía inverosímil.

O quizás, seguía jugando con él.

Viendo la oportunidad, le respondió:

<<¿De verdad no la recuerdas? ¿No la mataste tú?>>.

Y en otro mensaje escribió:

<<Imagino que el diablo eres tú>>.









A las cuatro de la tarde, recibió la respuesta en su celular.

<<Lo soy, ¿quieres conocerme?>>.

A pesar de haber perdido el aliento, Baekhyun se apresuró a responderle.

<<¿Me dejarás hacerlo?>>.

Bien podría ser una trampa, pero era peor no arriesgarse con la única oportunidad que tenían.

Esperó ansiosamente una respuesta. Minutos largos y horas interminables. Era un sentimiento arrollador y desquiciante. El asesino había logrado controlarlo con simples palabras, palabras que pudieron haber sido lanzadas al vacío como una vil trampa y él había caído sin pensarlo dos veces y por voluntad propia.

Cuando cayó la noche, vio esa esperanza hacerse añicos contra el pavimento. El asesino había jugado con él y con su mente, regocijándose seguramente de lo tonto e ingenuo que era. O quizás solo se había asustado.

No. Un hombre que mataba por placer no le temía a nada, ni siquiera a ser atrapado.

Esa noche regresó a su departamento solo. Chanyeol tenía reunión de comité de emergencia por un atentado terrorista cerca del palacio de gobierno. Sería la primera vez en mucho tiempo que el Teniente retomara sus funciones al mando de ciertos asuntos aparte del temible asesino de la corona.

El despecho que lo aquejaba era tal que ni siquiera cenó. No se le abrió el apetito ni siquiera preparando algo delicioso. Estaba frustrado.

—Maldito seas —masculló, arrastrando los pies hasta llegar a su gaveta de vinos. Aunque tenía varios, solo tomó la botella que abrieron el día anterior Chanyeol y él. Un vino tinto de aroma fuerte. Se sirvió una copa y regresó al cuarto, a sentarse en el alféizar de su ventana desde donde podía ver Roma—. Odio cuando te burlas de mí.

Tomó otro largo sorbo de vino.

—Debes estar riéndote, ¿no? —chasqueó la lengua—. Fui tan tonto... Chanyeol tenía razón. Tú solo estás jugando y no dejarás que te atrapemos. Seguramente ibas a enviarme a una trampa elaborada y luego deshacerte de mí.

Se acabó el vino y volvió a llenar la copa.

—Eso sería curioso, ¿quién me realizaría la autopsia? No... hay nadie... Uff —Tomó aire. De pronto su cabeza se sintió pesada y los párpados empezaron a cerrarse. Eso desató una risa ligera—. Ni siquiera he bebido tanto.

Dejó la botella a un lado, y cuando quiso hacer lo mismo con la copa, esta se le resbaló de las manos. El vino se regó sobre la alfombra blanca en una gruesa mancha que sería difícil de quitar.

—Mierda —musitó, apenas lúcido—. Estoy jodido.

Apenas quiso pararse, cayó al piso en plena inconsciencia, con la única idea en la cabeza de que había sido drogado por el asesino de la corona.





Encendió las velas con un mechero que luego usó para encender su cigarrillo. Dejó una botella de vino sellada en la mesa, junto a las copas en cada extremo. Sobre el fino mantel blanco descansaba un pequeño arreglo de flores silvestres en una maceta de cerámica rojiza y llena de tierra negra. Todo estaba listo.

Caminó hasta el cuarto contiguo, sin puerta que dividiera las estancias. Tiró el cigarrillo a un bote de basura, todavía con las puntas iluminadas. Tomó la máscara gris de la mesa apegada a la pared y se la calzó, entonces pudo acercarse al hombre durmiente entre las sábanas. Se sentó al costado y con la mano, fría y tosca, le acarició el rostro.

—Querías conocerme —dijo suavemente, amortiguando sus palabras tras la máscara—, bueno, estoy siendo generoso.

El toque sobre la piel de Baekhyun le provocó espasmos. Movió sus labios y frunció el ceño, y poco a poco abrió los ojos del letargo que lo mantuvo vulnerable frente al demonio.

Su vista, entorpecida por el efecto de la droga, se topó con una oscura y siniestra figura. Un hombre vestido de negro, con una máscara plana y sin emociones.

Su cuerpo adquirió una rigidez ilógica, solo guiado por el miedo al finalmente tener en frente al temible asesino de Roma.

—Eres tú —jadeó, con los ojos tan abiertos, pero apenas uniendo las borrosas imágenes.

El hombre se apartó parsimoniosamente, yendo hacia la salita contigua. Baekhyun, saliendo del estupor momentáneo, saltó de la cama. Iba en pos de él, pero su cabeza ofuscada le impidió dar pasos coordinados.

—Espera, espera.

Pero el hombre siguió su camino hasta quedar junto a la mesa donde le ofreció asiento.

—¿Qué diablos me diste? —gruñó, pero tomó asiento en la mesa—. Joder, me da vueltas todo. —Bebió agua del vaso servido, el que estaba justo a lado de la copa de vino tinto.

El asesino se apoyó contra el pilar de junto a la ventana que, junto a las velas en la mesa, eran las únicas luces que iluminaban la habitación.

—¿No vas a hablarme? Eso es muy maleducado.

El hombre solo se dedicó a mirarlo. Baekhyun no sabía que detrás de la máscara se escondía una sonrisa.

—¿Me has traído aquí para matarme?

El hombre negó con la cabeza, todavía con calma, pero siendo firme en su respuesta.

—Entonces... ¿qué quieres?

El silencio lo enloqueció. Quería respuestas, pero parecía que incluso estando con él ahí no podía conseguir la información que quería.

—¡Háblame, maldita sea! Me trajiste aquí por una razón. Si no quieres matarme, ¿me hablarás de lo que has hecho?

Uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos. Un asentimiento con la cabeza.

Aguantando un gruñido, Baekhyun accedió. Si el hombre no iba a hablarle, pero todavía quería hablar con él, recurriría a las maneras más arcaicas.

—Has matado a muchas personas, todas ellas están conectadas con Gianolli y Ambrosi. ¿Quién es tu objetivo? ¿Gianolli?

El hombre negó con la cabeza.

—¿Ambrosi?

Volvió a negar.

—Entonces, ¿quién?

El asesino meneó la cabeza de lado a lado.

—¿Hay alguien más? Alguien aparte de ellos quien ayudó a cubrir los crímenes.

Esta vez, el asesino asintió.

—Vas a matarlos, ¿cierto? Les has enviado un mensaje matando a quienes encubrieron y ahora irás por ellos.

El asesino dijo sí con la cabeza.

—Pero antes de eso, ¿vas a matar a alguien más?

Él se encogió de hombros.

—Oh, por Dios. Dime —exigió—. ¿Lo harás o no?

Recibió la misma respuesta. Bufando, Baekhyun decidió cambiar la pregunta.

—¿Qué estás esperando antes de acabar la matanza? Antes de ir a por ellos...

El hombre miró hacia la ventana y fuera de ella. Roma. Baekhyun lo siguió con la mirada topándose con un iluminado obelisco. El obelisco de la plaza de San Pedro. La construcción alargada cuyo pináculo era una cruz delgada que marcaba el centro de la plaza en la Ciudad del Vaticano.

«Realmente es aquí. ¡Joder! Su guardia es el Castillo del Ángel. Lo encontré». 



_____________________

Hola!

Lamento la tardanza. Me cambié de trabajo esta semana y estoy con un nuevo horario que no me ha permitido avanzar como lo pensado.

Espero que les guste el cap de hoy!

Cuéntenme qué piensan que ocurrirá entre Baekhyun y el asesino.

Los leo,

Alex

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