. Uno .





Hacía demasiado frío para estar a mediados de agosto. Quizás se debía a la arrolladora imagen de la mujer asesinada sobre el pavimento.

Rubia, de mediana edad y ropa costosa. Sin un nombre, hasta el momento. Su cuerpo tendido en la Via dei Sabini sobre un charco rojizo oscuro tenía una silueta muy particular. Una cruz. Las manos de la mujer tenían cortadas largas y medianamente profundas de donde la escandalosa sangre salía en una imagen muy dramática. Alguien se había esforzado.

La zona estaba acordonada, rodeada de policías y chismosos que eran incluso tan atrevidos como para tomar fotos o hacer videos desde sus celulares. Quizá no les importaba quién había perpetrado el atroz crimen, o, si lo hacían, no lo demostraban.

Una camioneta negra entera, solo con las letras de Polizia escritos en blanco, estaba estacionado junto a las cintas amarillas. El detective Bianco, un hombre de pasados los cuarenta años, de bigote negro y rostro redondo como el resto de su cuerpo, estaba inspeccionando la escena. Sus ojos vivarachos recorrían agudamente a la mujer, no perdieron detalle alguno.

Soltando el humo de su cigarrillo, que a esa hora, las tres de la mañana, le calentaba el cuerpo, se puso en pie.

—Cazzo —rezongó—. Quería una semana tranquila.

—Medicina forense ya fue notificada, Señor —le habló su ayudante, un joven castaño pasante en la estación.

—¿Forense? —chasqueó la lengua con disgusto—. Ese hijo de puta.

—Debieron llegar hace media hora, junto con el vehículo de la unidad, pero...

—Pere ese idiota estaba dormido y no contestó a nadie, ¿no es así?

—¿Es que acaso el cuerpo iba a irse a algún lado? Porque para mí parece muerto, mucho —replicó una voz grácil, poco profunda. Bianco se volteó a ver a su peor pesadilla en todo el tiempo que llevaba en la fuerza. Byun Baekhyun. El joven médico forense que se había sumado a las filas de la estación hace un año y medio. Menudo y de porte promedio, no se comparaba con su sarcasmo o florido diccionario.

—Doctor Byun —saludó al pasante.

—Usted debió llegar junto con nosotros. Esta es una falta-

—Bianco, hoy estaba de vacaciones. Legalmente ni siquiera debí contestarles el teléfono —contestó con su mejor tono dulce—. ¿Qué tenemos?

—Lo que ves.

Baekhyun puso los ojos en blanco. Odiaba al detective Bianco. Realmente lo odiaba. Tenía ese aire de superioridad que todo oficial de rango poseía, incluso los detectives viejos. Para Bianco, él no era más que un insecto que quería pisar.

—La asesinaron-

—Gran deducción, Sherlock —no pudo evitar contestar casi rodando los ojos—. De no ser porque casi toda su sangre está afuera, hubiera pensado que solo estaba durmiendo.

Bianco dio dos zancadas para agarrarlo por las solapas del abrigo, gruñendo como un animal muy enfadado.

—Vuelve a hablarme en ese tono, estúpido mocoso, y te enviaré al hospital.

—¿Sabes que eso se considera una amenaza de muerte? Podría denunciarte —dijo muy amablemente, batiendo sus pestañas largas—. No hagas de esta una doble escena del crimen porque ya hemos comprobado que las deducciones no son lo tuyo. Y si te quedas sin forense, ¿quién resolverá el crimen?

—Escucha, hijo de puta, tu no-

—¿Se puede saber por qué ustedes dos siguen aquí peleando y no investigando un asesinato?

Baekhyun gimió.

No. No podía ser cierto.

¿Qué hacía el increíblemente arrogante y apuesto Teniente Coronel Park Chanyeol ahí?

Lo que sea que lo haya traído, no podía ser bueno.

—Bianco, suelta al Doctor Byun.

El detective, casi escupiendo sobre la cara de Baekhyun, acató la orden y se alejó.

—Me van a deber mi día de vacaciones por esto —murmuró el muchacho de veinte y siete años—. No era mi turno.

—Tu compañera tuvo a su bebé ayer por la tarde, así que tus vacaciones fueron canceladas.

—¿Y es que yo la embaracé o qué? —jadeó exasperado—. Iba a ir a la playa.

—Puedes ir en Noviembre.

—¡Claro, qué maravillosa idea! Iré en noviembre cuando el agua esté tan fría como para congelarme el culo.

El Teniente Coronel juró por lo bajo.

—Cuida tu lenguaje, niño. No digas una maldita palabra más.

—¿Por qué tú puedes maldecir y yo no?

—Soy tu jodido superior.

—No —murmuró casi sonriendo—. No en mi unidad. Tú perteneces al buró.

Chanyeol sonrió casi sardónicamente, cosa que hizo a Baekhyun estremecerse.

—Sorpresa, Byun, desde hoy en adelante me haré cargo de la investigación. Eso me convierte, ergo ipso facto, en tu jefe.

"En mi pesadilla", quiso decir Baekhyun.

—¿No te haría eso mi compañero? Quiero decir, estaremos dentro del mismo equipo —quiso persuadir.

Chanyeol no hizo caso y dio por finalizada esa conversación. Se movió hacia el cuerpo, barriendo a la mujer. Baekhyun se paró al lado.

—Lo volvió a hacer —comentó suavemente, con la mirada centrada en la mujer.

—Es la tercera víctima y la gente empieza a asustarse —concordó Park.

—¿Por eso te enviaron?

—Dado que no han podido dar aún con el asesino y que lo han vuelto un circo mediático, sí.

Baekhyun lo entendía. A pesar de que el Teniente Coronel tenía sólo treinta y nueve años, tenía ya su carrera cerca de lo más alto. Cuando fue miembro de la polizia se destacó como un implacable investigador. Él mismo resolvió varios casos de asesinatos en el pasado. Sus hazañas, y quizás su apellido, lo ayudaron a escalar más a prisa que cualquier otro.

Pero él admitía que Park era un muy buen sabueso. Seguía una pista y no la soltaba hasta ver al culpable encerrado. Baekhyun lamentaba, no obstante, la idea de tener que trabajar junto al teniente que le causaba muchas cosas. No solo el disgusto por someterse a las órdenes y procedimientos ajenos, sino a cómo iba a revolucionarle las hormonas.

—No ha sido sencillo —se defendió Bakehyun—. Se trata de un criminal muy bueno.

—¿Acaso sientes simpatía por ese sujeto?

—Simpatía no, algo de admiración.

Park puso los ojos en blanco, viéndolo como si hubiese perdido por completo la cabeza. Baekhyun no se sonrojó, apenas soltó una suave risa.

—¿Admiración, Byun?

—¿Cada cuánto te topas con un sujeto así? Pulcro, prolijo y con un método peculiar. Las pistas son escasas, así que dar con él es más complicado. Sabe lo que hace.

—Entonces deberías esforzarte más para lograr atraparlo.

—Teniente, yo solo soy el forense. Quiero decir, sí les puedo ayudar a atraparlo, pero, ¿acaso esa no es tarea de tus chicos?

—Deja de decir tonterías. ¿Has encontrado algo?

—Nada aparte de lo que se ve. Necesito su cuerpo en el laboratorio y podré decirte más.

—Bien. Quiero un informe mañana temprano en mi escritorio.

—¿Qué? Pero... ¿temprano? —gimoteó—. Son las tres de la mañana. No podré dormir-

—Me alegro que lo entiendas.

Baekhyun quiso morderse la lengua, pero simplemente no pudo contener su molestia y dijo:

—¡Bien! Tengamos una reunión mañana a las siete. Yo le entregaré el informe y tú compartirás tus hallazgos. Supongo que eso harás esta madrugada, ¿no? ¿o piensas irte a dormir dejándome todo el trabajo a mí?

Chanyeol sonrió de medio lado, llegando a su límite de paciencia con el muchacho, pero genuinamente entretenido por esa boca que parecía nunca cansarse. Se acercó al doctor lo suficiente como para que su aliento caliente le tocara la oreja.

—Si yo quiero regresar a mi jodida cama, lo haré, Byun. Tú, en cambio, irás a tu siniestro laboratorio en el sótano y harás la autopsia. Capito?

Baekhyun arrugó la nariz, casi ahogándose con el perfume ajeno. Estaba demasiado cerca.

—¿Acaso ya no sabes hablar? Respóndeme.

Baekhyun frunció el ceño, enardecido por la orden. Él era muy malo siguiendo órdenes y muy bueno para romper las reglas. Así que ese tonito tan arrogante y burlón del Teniente Coronel lo tenía tambaleándose en la cuerda floja. Si se caía, nada lo salvaría del despido. Aun así, no pudo evitar contestarle de la forma más burlona posible, y con la mano en un firme saludo militar:

—¡Señor, sí, Señor!

Park lo fulminó con la mirada, apretando fuertemente los puños para no ahorcarlo ahí mismo.

—Lárgate de aquí, bastardo.






El aroma a formaldehído era ciertamente molesto, pero era algo con lo que la nariz sensible de Baekhyun podía lidiar. Esa fragancia en particular no le causaba nada, en comparación al perfume Savage de Park.

Había revisado ya el cuerpo desnudo de la mujer y descubierto la causa de la muerte. Un disparo a la altura del pecho. Con más dudas que antes, había revisado minuciosamente el cadáver. no había mucho más que deducir acerca de las manos, pero lo verdaderamente interesante eran las heridas que halló en la espalda y que provocaron la mayoría del sangrado. Latigazos, y fueron hechos con algún tipo especial de látigo con alguna punta de cuchilla que le abrió la piel. El asesinato tenía tintes de un fanático religioso, de no ser porque el perpetrador era el mismo que en los otros dos casos. Y lamentablemente esos asesinatos solo tenían una cosa en común: la corona.

Acabó el reporte a las seis y media de la mañana, luego de haber escarbado profundamente en la mujer. Fue a tomarse un café y unas rosquillas de masa crujiente en la cafetería mientras esperaba la llegada del Teniente Coronel.

Su mente, aunque cansada, seguía divagando entre las preguntas sin respuesta. Anteriormente el caso le pertenecía a Bianco y mantener conversaciones con el hombre había resultado poco fructífero. Esperaba que, al tener al Teniente Coronel investigando directamente al asesino, esto esclareciera prontamente las cosas.

Sin saberlo, el reloj marcó las siete y diez, fue cuando salió a prisas hacia el despacho principal de la estación que sería el que Park ocuparía. Lo encontró revisando sus reportes anteriores, de las otras dos víctimas.

—¿El formol dañó tu cerebro o no fui claro cuando dije que quería el reporte a primera hora?

—Estaba desayunando.

Park dejó los documentos sobre la mesa para estudiar el rostro del forense: lucía cansado y su pelo rebelde era prueba de lo frustrado que se encontraba. Lo dejó pasar. Tomó los reportes pasados y los llevó a la sala cerca de la pizarra blanca donde estaban las fotos de las tres víctimas y sus descripciones.

—Entonces, ¿qué averiguaste?

Baekhyun dejó su taza de café en la mesa y se limpió de los labios los restos de rosquillas.

—Mujer de entre treinta y cinco a cuarenta años de edad —empezó diciendo—. Causa de muerte: disparo en el pecho, a la altura del esternón.

—¿Distancia del disparo?

—A quemarropa; encontramos residuos de pólvora en el suéter de la mujer.

—¿Y la bala?

—Ninguna.

—¿Qué dijiste?

—No había bala dentro del cuerpo de la mujer. Aunque el disparo fue cerca, no atravesó todo el cuerpo.

—Entonces debería haber una bala, ¿no crees? —casi le gruñó.

—¿Sugiere que la perdí en mi exploración, Teniente?

Park se encogió de hombros, haciendo rabiar todavía más a Baekhyun.

—No había bala porque el asesino fue quien la retiró. Fue sacada seguramente con una pinza que dejó rozaduras en la piel. Sin embargo, el orificio de entrada es pequeño por lo que podemos hablar de cuatro milímetros.

—¿Cuál sería el motivo para sacar la bala? Es una medida comercial por lo que cualquier persona con un arma podría tenerla.

—La bala debió representar algún indicio que el asesino temió que notáramos.

Park tamborileó la mesa con los dedos, cavilando en las posibilidades acerca de ese detalle. Parecía algo tonto, pero de haberlo sido, el asesino hubiese dejado la bala en su lugar. De hecho, haberla retirado implicaba una verdadera amenaza para él o ella.

Baekhyun pegó en la pizarra las fotos que sacó en la madrugada del cuerpo de la mujer. La espalda con latigazos, y un acercamiento de la corona.

—Fue grabada en la parte baja de la espalda, del lado derecho, con la misma navaja que se usó para las manos.

Park vio la corona. El símbolo que el asesino había escogido para identificarse era muy peculiar. Lo tallaba con una navaja en la piel de sus víctimas, marcando con firmeza las cinco puntas. Esa era la única cosa en común que conectaba a un muerto con otro. El método para asesinar era diferente siempre, el lugar también y las descripciones físicas eran tan lejanas como imposibles de determinar un patrón.

—Latigazos.

—Creo que se trata de un castigo —mencionó Baekhyun—. Puede que no se trate de un fanático religioso, pero la pose en la que la mujer fue hallada y las heridas de la espalda sugieren una similitud con el catolicismo.

—Algo como redención. ¿Castigarla por sus pecados?

—Eso creo. La pregunta es, ¿cuáles eran esos pecados?

—¿Y las otras víctimas también estaban siendo castigadas?

A Baekhyun se le iluminó la mirada ante el franco interés de Chanyeol acerca del caso. Bianco generalmente pedía el reporte escrito y lo sacaba a patadas de su oficina. Poder compartir sus ideas y teorías con el Teniente lo llenó de emoción.

—Necesitamos saber quién es esta mujer.

—Tengo muestras de sangre ingresadas ya en el sistema. En cuanto tengamos una coincidencia, podremos investigarla más profundamente.

—¿Cuál fue la hora de la muerte?

—Muy reciente, me temo. Entre las diez y doce de la noche. El cuerpo fue movido, probablemente apenas terminó con ella. Aunque no encontramos un extenso rastro de sangre, apenas unas gotas en dirección sur.

—Es una zona concurrida, debieron captarlo en las cámaras de seguridad —dijo él—. Me encargaré de que las revisen.

—Bien, eso es todo lo que tengo de ella por el momento.

—No irás a ningún lado —lo detuvo, asumiendo que Baekhyun se marcharía a su escondrijo en el sótano o bien para dormir o comer—. Vas a explicarme todo de las víctimas anteriores.

Baekhyun contuvo un berrido apretando los labios con fuerza, aunque al final no pudo evitar soltar un comentario sarcástico.

—¿No se lo explicó todo el Detective Bianco?

Park lo miró mal, muy mal.

—Tú y yo sabemos que a Bianco solo le interesa jubilarse dentro de cuatro meses. Además, prefiero que me lo expliques tú.

Baekhyun parpadeó, asombrado por ese deje de amabilidad, casi coloreándose.

—¿Yo?

—Prefiero a una persona que pueda hilar correctamente sus pensamientos antes que una que solo blasfeme en contra del asesino. Insultar no nos lleva a ningún lado.

—Te comprendo, te comprendo —le aseguró—, me conozco de memoria todos los insultos de Bianco. No es muy creativo.

Chanyeol lo miró casi con diversión, una chispa graciosa en la mirada, que quería adueñarse de sus labios, estirándolos en una sonrisa.

—¿Tú eres más creativo?

Envalentonarse, Baekhyun le contestó:

—Te sorprendería la clase de cosas divertidas que pienso de ti. —Eso descolocó a Chanyeol y provocó una sonora carcajada en el jovencito—. Iré a terminar de desayunar, jefe. Te veré luego para seguir con esto.

—¿Alguna vez sigues órdenes?

Baekhyun lo meditó, frunciendo los labios y haciendo un ruidito pensativo.

—No, creo que no —contestó finalmente—. Más vale que te advierta. Odio a los mandones y las órdenes me producen mal genio. Fuera de eso nos llevaremos muy bien.

—Lo dudo mucho.

—Tranquilo, Teniente, no te voy a comer.

Pero el tonito bajo y coqueto de Baekhyun le dijo todo lo contrario. 



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Hello! 

Bienvenid@s a una nueva aventura junt@s.

Esta historia surgió hace poco en mi cabecita, pero no sabía (y aún tengo preguntas al respecto) si la publicaría como otro fanfic ChanBaek o si intentaría un original. 

Honestamente, en algún punto me gustaría escribir algo más que solo fanfics, quizás explorar un poco más mis horizontes, pero siempre está la duda de si uds lo leerían. 

En fin, espero que me acompañen en esta nueva historia.

Nunca he escrito un misterio como tal, así que estoy emocionada!


Kisses,

Alex

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