. Tres .
La cuadra de Santa Maria in Via estaba cerca de la Fontada di Trevi. La zona era tan concurrida como era increíble que cuando Amanda Ricci fue asesinada, nadie viera nada. Claro, eso fue una cuadra al sur, pero seguía siendo un sitio muy turístico como el resto de Roma.
En esa cuadra estaba la casa de Ricci donde actualmente residía Kim Jongin, el medio hermano de Amanda y a quien se le había concedido la tutela de los gemelos. Kyungsoo tomó un poco de aire antes de llamar a la puerta. Quizás de haber hecho la entrevista solo, no se hubiese sentido tan nervioso como en compañía del Teniente Coronel Park.
El hombre tenía reputación. Implacable, frío y un récord impresionante resolviendo crímenes. Era alguien a quien querías impresionar, porque si no lo hacías, serías solo otro mediocre policía del montón.
—Buongiorno, ¿en qué puedo ayudarles?
Un hombre alto y tostado por el calor los recibió. Sus rasgos asiáticos delataban su ascendencia, pero su fluido italiano acarició los oídos de Kyungsoo.
—Soy el agente Do Kyungsoo y él es Teniente Coronel Park Chanyeol, quisiéramos conversar con usted sobre su hermana.
—Oh, claro. Pasen.
La salita era poco espaciosa, pero no podía esperarse más de la alargada casa central cuando esta tenía otros departamentos en arriendo en los pisos superiores. Los sofás color lacre con beige eran prueba del gusto opulento de Ricci, tanto como los costosos jarrones y cuadros coloridos.
—Entonces, ¿qué desean saber?
Kyungsoo se removió en el sofá, buscando las palabras para empezar eso. Debía hacerlo pronto antes de que Park lo catalogara como un tonto inútil. Carraspeó antes de decir:
—Lamentamos su pérdida.
Pero Jongin le dio una pequeña sonrisa, sin rastro alguno de pena o dolor.
—Gracias.
—Queríamos saber un poco acerca de las denuncias que hicieron en contra de la Señora Ricci por agresión a sus hijos gemelos.
—Eso... Bueno, me parece que la policía desestimó el caso —murmuró con cierto resentimiento.
—Cuéntenos, por favor.
—Amanda era alcohólica —reveló de golpe—, y tendía a perder el control cuando bebía. Pasó muchas veces.
—¿Ella lastimó a los gemelos?
—... Yo vivo al sur, cerca de Laurentino y visitaba a mis sobrinos una o dos veces al mes, cuando el trabajo me lo permitía. En un par de ocasiones los encontré con moretones. No me parecían de ninguna caída.
—¿Por qué no dio parte a la policía?
Jongin sonrió con notable arrogancia y un poco de desprecio hacia el muchachito.
—Lo hice, agente. Yo fui quien la denunció a la policía por lo que ella le hacía a Miles y Andreas. No sirvió de nada, obviamente, porque los suyos decidieron que no era importante.
Kyungsoo se relamió los labios, de pronto sintiéndose acorralado. Fue cuando Park habló:
—Si sabías lo que ella les hacía, ¿por qué no interviniste?
—Mi hermana era... una mujer adinerada. Nuestra familia lo es. Contaba con las suficientes conexiones como para manipular a la policía y a los hospitales. Sin importar cuánto iba a la iglesia o hacía obras de caridad... Nada de eso la salvaría del infierno si golpeaba a sus propios hijos.
—¿Y habría alguna persona que quisiera lastimarla?
—No lo creo, Teniente. Para la mayoría de personas, ella era una santa. Habiendo sido abandonada por su esposo y con dos niños a cargo, ¡bueno!, todos le tenían cariño.
—Pero usted no.
—No —acordó sin tapujos—. Por eso no me afecta que ella haya sido asesinada. Y si supiera quién lo hizo... le mandaría flores para agradecerle.
—Tan cruel —susurró Kyungsoo sin querer.
Park guardó un juramento. Un policía no debía hacer esos comentarios, sino ser tan objetivo como fuera posible incluso si eso significaba morderte la lengua.
Jongin miró al muchacho con fijeza, entornando los ojos para escrutar cada centímetro de su alma.
—¿Cruel? Lo fue. Lo fue con sus propios hijos, y lo que le pasó, en mi opinión, se lo merecía con creces.
—Le tiene mucho rencor.
—¿Quiere saber qué tanto? Sígame, agente.
Kim se levantó y sin esperar a nadie se movió hacia uno de los cuartos contiguos. El lugar estaba decorado con juguetes y pintura colorida en las paredes. En el piso estaban Miles y Andreas, los gemelos de piel blanquecina y cabello castaño, entretenidos con un par de autos de Fórmula 1. Jongin se acuclilló junto a ellos, susurrando un par de cosas antes de que uno de ellos asintiera.
—Él es Andreas —presentó—. Y este joven es el agente Do.
—H-hola.
—Hola, pequeño.
—¿Quieres mostrarle eso en tu espalda, cariño?
Pero el niño perdió el color en el rostro y rápidamente negó, aferrándose al cuello de Jongin.
—Está bien, cariño, yo estoy aquí. Te prometo que todo estará bien.
Kyungsoo contuvo un jadeo horrorizado al ver a Jongin levantándole la camiseta al niño, revelando la pálida espalda marcada de rojizo alarmante. El niño tenía latigazos en la espalda. No era tan horrible como los de Amanda Ricci, pero definitivamente había una conexión ahí.
—Con esto me encontré al regresar aquí... Poco antes de que ella muriera. Ahora, dígame si no se lo merecía.
—Dios mío.
Jongin arregló le arregló la ropa a Andreas y le besó en la frente antes de regresarlo junto a su hermano.
—Legalmente tengo la custodia de los dos. Así que en cuanto se tramiten algunos papeles los llevaré conmigo.
—Incluiremos esto en nuestra investigación —le prometió Park—. ¿Podríamos continuar en la sala?
Park se movió fuera del cuarto de juegos, algo sofocado por la horrorizante imagen de los niños. El pensamiento de que esos latigazos no fueron lo único que les hicieron, le revolvió el estómago.
—Lo siento. No es que simpatice con su hermana, solo-
—Te entiendo —lo cortó, sonriéndole de medio lado—. Puedo parecer insensible por su muerte, pero, como habrás visto, tengo razones.
—... Ellos son tan pequeños... ¿cómo pudo hacerles algo así?
—Ella nunca quiso ser madre. De hecho, embarazarse fue forzado porque no quiso perder a su esposo, pero él al final igual se fue. Supongo que Amanda direccionó su enojo hacia los niños. Como fuera, no la justifica.
—Y su esposo, ¿él sabe lo que ella hacía?
—Si lo sabe, jamás le interesó. Marco se fue jurando que no volvería. Lo ha cumplido. Ni siquiera por el juicio que armó Amanda en su contra, pudo hacer que regresara. Así que realmente no creo que a él le importen los gemelos.
—Lo siento, pero creo que van a estar mejor con usted que con cualquier otra persona.
En silencio regresaron a la sala, junto a la ventana estaba Park al teléfono, distante de cualquier otra cosa. Así que Kyungsoo retomó la entrevista:
—Esta pregunta sonará algo extraña, pero...
—Sí, sí tengo una coartada —dijo, enternecido por la sensibilidad y nerviosismo del agente quien seguramente era menor a él—. Estuve en el aeropuerto ayer desde las ocho de la noche. Hoy tendría que haber estado en Atenas para una conferencia del mercado bursátil. No pude ni siquiera subirme al avión cuando la policía me llamó por la muerte de Amanda.
—De acuerdo, creo que eso sería todo con usted.
—Si quieres hablar con alguien más cercano a ella, deberías ir al Comité Caritativo en el que estaba. Quizás obtengas algo.
—Se lo agradezco.
—Bien, adiós, agente Do.
La Iglesia de Santa Maria in Via era una construcción vetusta, alta y pequeña. La fachada estaba algo descuidada, con el color opaco y las figuras de los extremos sin pulir, y apenas contaba con una entrada principal, dos ventanas a los costados, y una segunda puerta en el balcón del segundo piso. Así de frente, Kyungsoo pensó que podría tratarse de un mausoleo lúgubre y siniestro.
La Orden de los Servitas estaba a cargo del lugar, pero permitieron que la policía ingresara hasta el salón donde el afamado Comité Caritativo estaba en sesión. Todos vistiendo pulcramente de negro y con más lágrimas en los ojos que sentimiento genuino en sus corazones.
—Estamos tan consternados —gimoteó una mujer, cubierta por un velo negro que le crispó los nervios a Kyungsoo—. Amanda era una mujer de fe, buena y gentil. Todos la queríamos.
—Lamentamos lo sucedido.
—¡Pero la policía debe atrapar al asesino! —rugió un hombre de mediana edad—. Esto no puede-
—Signore, le aseguro que haremos todo para atrapar al asesino —le aseguró Park.
—¿Cómo hicieron con las otras dos víctimas? ¡Já!
Chanyeol obvió el sarcasmo de la pregunta, recurriendo a los escasos gramos de paciencia que tenía en el cuerpo.
—Quisiéramos hacerles algunas preguntas.
—Por favor, tomen asiento —pidió el Padre Gaehtti.
—Grazie. Quisiéramos saber un poco sobre las labores de la Señora Ricci en este comité.
—Oh, ella era la secretaria —mencionó una mujer sentada a la derecha del sacerdote—. Pero últimamente también hacía de tesorera porque Martha tuvo una operación en la rodilla y ha estado fuera por varias semanas.
—¿A qué actividades se dedica el comité? —indagó Kyungsoo.
—Hacemos obra social, por supuesto. Gestionamos donaciones, ropa y comida, para dar a los albergues de la ciudad. También solemos hacer un baile para recaudar fondos para el hospital Marin.
—Imagino que la Señora Ricci habrá participado en esas actividades.
—¡Claro! Ella siguió los pasos de su padre, el viejo Juez Ricci, con generosas donaciones.
—Por eso no concebimos la idea de que ella haya lastimado a sus hijos. ¡Los adoraba! —le aseguró el sacerdote—. Eran todo lo que ella tenía.
—Sabemos que fue denunciada por maltrato y que en la evaluación del hospital, los gemelos presentaron moretones.
—Eso fue por una riña escolar. Pero los entrometidos vecinos solo saben chismear. Esas tonterías sobre que los golpeaba, ¡un absurdo!
—Pues el hermano de la señora Ricci no opina lo mismo —mencionó Chanyeol con cautela, evaluando las reacciones de los veteranos, especialmente la del sacerdote—. De hecho, fue él quien denunció los abusos.
—¡Ese torpe asiático! —farfulló un hombre regordete—. Solo está celoso. El juez Ricci no le dejó herencia alguna. ¿Cómo iba a hacerlo cuando Kim Jongin es solo un bastardo? Debió pensar que arruinando la reputación de Amanda conseguiría el dinero.
—¿Ellos no se llevaban bien? —curioseó Kyungsoo.
—No, bueno, Amanda quería a su hermano, pero ese hombre siempre estuvo alejado de la familia. Peleaban constantemente porque él quería visitar a los gemelos, pero Amanda no quería dejarlos a su cargo tanto tiempo.
—¿Sabe por qué?
—Oh, ese hombre siempre ha sido un problema. Como es solo un bastardo, se dedicó a los vicios en su juventud. Alcohol y a lo mejor hasta drogas. Así que Amanda no quería esa influencia en los niños, considerando que el padre los abandonó y no tenían a nadie más.
—¿Y la Señora Ricci no tenía ningún vicio?
—No, eso jamás —le aseguró nuevamente el viejo—. Quizás, ser demasiado buena.
"Y el suyo demasiado ingenuo", pensó Chanyeol.
Y mientras salían de la casa, Kyungsoo murmuró:
—¿Kim Jongin pudo haber matado a su propia hermana?
—Es posible, pero lo dudo. ¿Qué conexión tendría Kim Jongin con las otras víctimas?
—Oh, eso... Olvidé lo que dijo Baekhyun: el asesino es alguien que conoce a sus víctimas cuando las pone en el blanco.
—Por lo pronto, verifica la coartada de Kim en el aeropuerto. Investígalo y si encuentras algo extraño lo pones en el informe.
—Sí, Señor.
Ugh, realmente empezaba a odiar que lo llamaran así y todo era culpa del Doctor Byun.
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