. Treinta y seis .


El sonido de la bala saliendo por el cañón apenas se escuchó, un sonido amortiguado y corto; el proyectil golpeó con fuerza en el hombro de Gianolli. Una gruesa mancha roja tiñó la zona, expandiéndose con rapidez sobre la ropa. Los alaridos iban y venían, arañándole la piel a Baekhyun, quien veía la escena desde un costado.

Marin y Ambrosi estaban ambos encogidos en un rincón, inmersos en un llanto más grande que el de Gianolli. Haber escapado pudo resultar sencillo, considerando que las llaves de las jaulas cayeron del bolsillo de Chanyeol cuando jodió a Baekhyun. Pero seguían en la cueva del monstruo.

—Voy a m-matarte.

—No, yo voy a hacerlo. ¿Quieres saber cómo te irás al Infierno? —Chanyeol le sonrió con ese brillo macabro rozando sus pupilas; se inclinó contra el oído de Gianolli y ahí le susurró:— Dejaré que el Diablo te recoja entre el fuego que te creó.

—¡No, no, no!

Baekhyun no oyó a Chanyeol, pero el rostro aterrorizado, sin color y desesperado, le dijo todo lo que necesitaba saber. La maldad retenida en Chanyeol, y la sed de venganza que había nutrido todos sus pensamientos, finalmente se desfogarían. Ni Dios se interpondría en la consecución de sus actos. Y él había decidido que tampoco interferiría.

Si Gianolli no sentía ninguna clase de remordimiento, si haber asesinado a unas niñas no le provocaba otra cosa más que placer, entonces no había lugar sobre la tierra donde esa clase de monstruos pudieran reformarse. Ni la justicia, ni una cárcel sin ver el sol, ni encerrado en un manicomio. Cuando un demonio vaga por la tierra, lo mejor es regresarlo a la fosa infernal de donde provino.

Chanyeol se irguió, y con la voz inflexible, le habló a Marin.

—¿Todavía quieres morir sin dolor?

Llena de pánico en la mirada, la mujer asintió frenéticamente con la cabeza, tan fuerte que Baekhyun pensó que se rompería el cuello.

—Baekhyun, vete, por favor.

—... Recuerda la promesa que me hiciste.

Chanyeol apenas asintió antes de que Baekhyun saliera con el pecho martillando como loco. Las dudas no dejaban de rondarlo.

¿Hizo lo correcto?

¿Debía llamar a la policía?

¿Debía salvar a esos demonios que tanto daño habían hecho?

Pero, si lo hacía, ¿era justo? ¿era lo correcto?

Desde fuera de la habitación, Baekhyun escuchó apenas el amortiguado sonido de dos disparos consecutivos.

Solo quedaba un demonio con vida... Y Chanyeol iba a reclamarlo.






Eran casi las tres y media de la mañana cuando llegó a su apartamento. El sueño no lo rondaba, solo la ansiedad que jugaba con su mente como un gato. Una hora con veinticinco minutos más tarde ocurrió.

Llamaron de la jefatura de policía.

—¿Si? —respondió usando su mejor tono adormilado.

—Doctor Byun, necesitamos su presencia en el Castillo Sant'Angelo.

La voz de su jefa, Dorothea Racell, le caló de dentro hacia afuera, dejándolo congelado. Le tomó cinco segundos despertar del fatal escenario que creó en su cabeza donde todo el crimen era descubierto. No había forma de que así fuera. Nadie además de él sabía la verdad, de los que estaban vivos, por supuesto. Y el Asesino de la corona era siempre tan cuidadoso como para no dejar ningún cabo suelto.

Entonces, solo podía ser otra cosa.

—¿Qué ha pasado?

—Encontramos a los desaparecidos —dijo ella chasqueando la lengua—. No están vivos, obviamente.

—... Comprendo. Estaré ahí en unos minutos.

Secó su cabello, nadie podía saber que había estado tomando un baño en la madrugada por coger en la escena del crimen y convivir con el asesino. Salió en su motocicleta, directo al castillo donde, desde lo lejos, divisó carros de la policía y agentes acordonando la zona. No fue lo que más le llamó la atención, sin embargo, sino el fuego en la pared de frente al puente y el hombre a quien las llamas envolvían. No había duda de que se trataba de Gianolli.

Aparcó su moto y cruzó las cintas de seguridad. Vio la escena con cierta... fascinación. Los tres cuerpos estaban colgados en el muro, pero solo el de Gianolli había sido quemado. Baekhyun casi podía jurar que el Asesino de la corona no lo había matado antes de encender el fuego, solo a la espera de que las llamas lo quemaran vivo.

Kyungsoo se le acercó trotando, abrigado hasta la nariz por el viento helado. Baekhyun no había traído ninguna bufanda, apenas su chaqueta gris que difícilmente le brindaba resguardo del viento.

—Ha dejado una nota final. Es una carta larguísima.

Kyungsoo le entregó la funda plástica donde estaban los papeles. Baekhyun se calzó un par de guantes antes de abrir la funda y sacar los papeles donde, él dudaba, pudieran existir huellas.

«Más de 20 crímenes cometidos por estas personas. Más de cien víctimas.

¿Por qué no estaban tras las rejas? ¿Por qué trabajaban en nombre de la justicia?

El mundo está tan podrido como ellos. Como cada persona que reclamé. Y ninguno vale la pena».

Los siguientes párrafos describían las fechorías de cada una de las víctimas, culminando en Leonardo Greco y Gianolli. Describieron vívidamente los crímenes y las personas a quien lastimó. Baekhyun lo leyó todo rápidamente, deteniéndose en las líneas finales.

«Mataron a alguien que amaba. La destrozaron y nadie hizo nada. Quedaron libres para seguir haciendo daño. Sí, lo admito. No pude permitirlo y por eso los maté, pero no me arrepiento. Nunca lo haré.

Hice lo que debía hacer; lo que nadie se atrevió.

El castigo terrenal es mucho más satisfactorio que el divino. Ellos hicieron daño aquí, debían pagarlo aquí... Yo necesitaba que así fuera porque no podía sacar el enojo que sentía.

No pude proteger a alguien que amaba, no lo hice y por eso está muerta.

Pero finalmente me he llevado a todos los monstruos que la lastimaron y este asesino desaparecerá.»

Estaba firmado por la corona y el sentimiento desolador que dejó fue arrollador. Se había acabado.

—No hemos encontrado mucho. Pero tenemos oficiales revisando dentro del castillo, creemos que pudo ser su guardia.

Baekhyun torció los labios en una sonrisa sardónica. Sí, el Castillo del Ángel había sido el hogar de un monstruo nacido del dolor y la ira. Pero no encontrarían nada, eso era tan cierto como que amaba a ese monstruo.

Un aroma a cigarrillo le picó la nariz, al darse vuelta, se le cortó el aliento.

Joder. Chanyeol. De uniforme y con un abrigo negro sobre los hombros. Baekhyun no pudo pensar en otra cosa que no fuera un dejavu. Tal como la noche cuando se conocieron en uno de los primeros crímenes del nefasto Asesino de la corona, ahora, frente al último.

—Buen trabajo —le dijo a Baekhyun—. Fue mucho el tiempo que empleamos para... atrapar a este asesino.

—No lo hicimos.

Chanyeol le sonrió sin verle.

—Pero ha terminado. Así que ahora podrás tomar tus vacaciones. Recuerdo que querías ir a la playa.

—Me congelaré el culo.

—Sí, eso también lo sé. Tendrás que ir a otro lugar. Sé que tu permiso está firmado desde mañana.

Baekhyun pasó saliva, Kyungsoo todavía los miraba como si lo que hablaran no fuera de complicidad en un crimen mayor.

—Deberían ir juntos. Ahora que esta locura ha terminado, entonces-

—No creo que la policía deje de buscar al asesino —repuso Baekhyun—, menos ahora. Sin importar si él desapareció.

—Pero no tenemos pistas de su paradero. Incluso buscamos las cámaras de este lugar y no hay ninguna. Todas fueron hackeadas. Realmente creo que si seguimos buscando, no llegaremos muy lejos. Además, si esa carta es verdad, ese hombre hizo justicia. Esos bastardos merecían morir.

—... Lo sé —murmuró Baekhyun, pero cuando se volteó, Chanyeol estaba moviéndose hacia su auto. Le entregó las hojas a Kyungsoo y lo persiguió hasta tomarlo del brazo—. Aguarda.

—¿Necesitas algo?

Baekhyun dudó.

—Dijiste que nos volveríamos a ver, que no ibas a desaparecer.

—Lo he cumplido.

Pero el tono melancólico en Chanyeol le movió el corazón con un mal presentimiento.

—Lo prometiste —gruñó.

Chanyeol dio un suspiro pesado que sacó volutas de humo.

—Chanyeol, no hagas esto —le pidió—. Por favor.

—Tengo que ver a alguien más antes de reunirme contigo, quizás no pueda verte para almorzar.

—Lo prometiste.

Chanyeol lo miró a los ojos por unos largos cinco segundos antes de moverse un paso más cerca del muchacho. Sus manos frías acariciaron el rostro pálido, repasando los nudillos sobre la línea de la mandíbula.

—Me voy, pero regresaré en un par de días, muñequito.

A Baekhyun dejó de afectarle el frío. Simplemente su cuerpo no reaccionó a ningún estímulo externo, solo tratando de controlar la tempestad despertada en su interior. El pecho le dolía mucho, como si hubiera recibido un golpe que le cortó hasta el aire.

No quería esto.

No quería despedirse de Chanyeol cuando ya había decidido que se quedaría con él. A pesar de todo, lo entendía. ¡Joder, claro que lo entendía! Si alguien hubiese lastimado a Siwon o a Heechul, hubiera enloquecido. Hubiera ansiado la venganza más cruel y despiadada. Incluso si no sabía si, en el caso, se hubiera atrevido a actuar. Pero lo entendía.

Entonces, ¿por qué Chanyeol quería irse?

—Por favor —rogó sintiéndose patético—, no hagas esto.

—Cariño, voy a volver. No desapareceré, te lo prometí.

—¿Entonces?

—Debo ver a alguien antes. Solo serán dos días y regresaré, ¿sí?

—... Íbamos a almorzar juntos.

Chanyeol le sonrió y por fin consiguió que se le iluminara en algo la mirada.

—Lo sé, pero lo haremos cuando regrese. Esto es... importante.

Baekhyun contuvo un gimoteo. No quería dejar ir a Chanyeol porque el temor de no volver a verlo le gritaba en los oídos.

—¿Muñequito?

—Si no cumples tu promesa, iré a buscarte al infierno, bastardo.

La sonrisa en el rostro del Teniente Coronel se ensanchó.

—Sé que lo harías. —El beso que recibió Baekhyun en los labios fue fugaz, demasiado, y le hizo temblar por el inexplicable desasosiego en su pecho. Esa no podía ser la despedida—. Te amo.

No, no iba a ser la jodida despedida.







La tarde siguiente, Baekhyun estaba en un inexplicable estado de frustración. Sus vacaciones ciertamente habían sido firmadas y estaría de regreso en la estación en un par de semanas cuando todo el caso del Asesino de la Corona se disolviera.

El Asesino de la Corona...

Era curioso como un nombre podía significar tanto, incluso uno que no se escogió. Fueron los periódicos e incluso la misma policía quien lo bautizó debido a las firmas en cada una de las víctimas. Pero Chanyeol siempre se llamó a sí mismo un asesino más. Ahora, sin embargo, sería una leyenda en Roma.

Los noticieros no cambiaban su foco de atención a otra cosa que no fueran los crímenes del Asesino de la Corona, especialmente sus tres últimas víctimas. Había quienes se sentían terriblemente mal por cómo murió Gianolli, colgado con cadenas e inmolado. Todo era especulación en su forma más pura, y mientras más se hablaba, más se tergiversaba la historia.

A Baekhyun ya no le interesaba, solo podía pensar que Chanyeol se había marchado y no sabía si volvería.

«Él prometió que estaría contigo en dos días».

«Las promesas se rompen», le gruñó a su conciencia.

«No todos lo hacen. No todos son como nuestro padre».

Baekhyun torció el gesto. Aparentemente su conciencia se había graduado como psicóloga profesional demasiado tarde. Ya había caído en el abismo de la perdición cuando ignoró todas las banderas rojas que rodeaban a Chanyeol. No importaba tampoco si tenía problemas para creer en las promesas de las personas, incluso la de una que nunca le falló.

«No todos van a abandonarte. Chanyeol no lo hará».

Un gruñido exasperado saltó de sus labios, pero ya no pudo aguantar más.

—Sí, sí, lo que digas. Puede que no vaya a abandonarme, pero no le daré tiempo a que lo haga.

«¿Qué vas a hacer, Byun Baekhyun?».

—Iré a buscar a mi tigre, a mi Zucaritas, porque si él cree que el juego terminó, está equivocado.







¿Qué hubiera pasado si no estaba en Florencia?

Pero Baekhyun sabía que Chanyeol siempre estaría conectado a ese lugar y que, habiendo concluido su venganza, iría allá. Nunca había estado en Florencia, así que además de ir de cacería, serían como unas vacaciones. No sabía dónde estaría hospedado Chanyeol, pero solo tenía dos lugares a los que pudo haber ido.

La casa de Leonardo Greco y el cementerio.

Después de vagar por la casa, invadiendo propiedad privada, y no hallar rastro de Chanyeol, fue al cementerio.

Bien, podía no estar ahí, después de todo Chanyeol tenía que alimentarse o incluso dormir, pero Baekhyun había comprado el primer vuelo a Florencia para llegar a tiempo. Esperaba contar con suerte.

Lamentablemente el cementerio de Florencia era ridículamente grande, por lo que estuvo caminando entre tumbas una hora sin toparse con nadie, lo que en sí era tranquilizador.

—Si alguien sale de su tumba, gritaré. Me gustan las personas cuando están muertas, no regresando del infierno para matarme.

Fue cuando lo encontró. El aire dejó sus pulmones.

Chanyeol estaba cerca de una lápida blanca, alejada de los demás mausoleos y rodeada de plantas frondosas. Tenía las manos ocupadas removiendo tierra y plantando unas hortensias que, en opinión de Baekhyun, lucirían más bonitas en cualquier otro sitio que no fuera un cementerio.

Lo miró en silencio desde lejos.

Cuando Chanyeol terminó con las plantas, se sentó frente a la lápida y acarició la fría piedra, donde el nombre de Park Suzy estaba escrito.

Baekhyun empezó a acercarse.

—Lo siento —le oyó decir—, no sé si hice lo correcto. No sé si estuvo bien, pero he vivido tantos años con este dolor que no supe cómo sacarlo. Creo que... estoy buscando una justificación para lo que hice... para verme como un monstruo igual a ellos.

«No eres igual a ellos, Yeol», pensó Baekhyun, tomando la valentía para finalmente sentarse en el pasto, justo al lado de Chanyeol.

—No digas esas cosas. No eres como esas horribles personas —murmuró, viendo con recelo a su amante—. Hiciste algo... Solo hiciste algo porque nadie te ayudó. Tampoco es un crimen. O sea, no, sí es un crimen, pero sabes a lo que me refiero.

—Muñequito, ¿qué haces aquí? —jadeó con la voz acompasada.

—Bueno... Yo... Turismo. No iba a abandonarte. Y tenía unas vacaciones aprobadas.

Finalmente, la mirada de Chanyeol se volvió más dulce entre sutiles suspiros. La dicha de tenerlo ahí en un momento tan complicado tocó a Baekhyun quien dejó de sentir miedo por perseguir a su novio a través del país como un muchachito tóxico. Chanyeol estaba feliz con su presencia. El peso sobre sus hombros desapareció.

—Hola Suzy, soy Byun Baekhyun, el novio de este tigre malhumorado. Si tenemos suerte pronto seré un Park, como consiga de regreso cierto anillo de compromiso que tu hermano me ofreció.

»Chanyeol me ha hablado de ti, así que estoy feliz de poder venir a verte ahora que todo ha terminado. Por favor, no seas tan duro con él. Quizás lo que hizo no fue moralmente correcto, pero fue la única forma que él encontró para protegerte. Salvó a muchas personas, aunque no lo creas. Hizo muchas cosas pensando en que había otros en peligro, inocentes que no merecían un final tan terrible.

—Muñequito, no lo hice por ser un buen hombre. Solo quería vengarme.

—No, lo hiciste porque aún tienes algo de conciencia —renegó, tomando entre sus manos el rostro de Chanyeol—. Pudiste matar a Greco al final, dejarlo temer por su vida sabiendo que irías por él, pero no lo hiciste porque cuando lo volviste a ver supiste que atacaría otra vez. Que destrozaría a otra familia. Y no lo permitiste. Tal como hiciste con Jongin, lo salvaste.

»Deja de pensar que todo lo que hiciste estuvo mal. No es así. Bueno, tal vez los métodos fueron cuestionables, pero el objetivo era el mismo.

—Me ves como a un héroe, cariño, y no lo soy.

—No, no te veo como a un héroe. Te veo como a mi Zucaritas. Pero no negaré que estoy lo suficientemente zafado como para amarte a pesar de todo. Fácilmente califico para ir a un psiquiátrico.

—Sí, estás loco, muñequito.

—No más que tú. Podríamos ir ambos al manicomio. Dime, ¿te gustaría vivir un prohibido romance entre las habitaciones del psiquiátrico de Roma?

Chanyeol se carcajeó y un viento refrescante los envolvió, sacudiendo ligeramente las hojas de las hortensias recién plantadas.

Quizás le tomaría tiempo terminar de sanar sus heridas, pero Baekhyun estaría con él y eso era todo lo que necesitaba.







Una pequeña llovizna los atrapó al salir del cementerio. Sin auto ni taxis a la vista, caminaron dados de la mano por las coloridas calles de Florencia. Las casas patrimoniales con sus balcones llenos de macetas y flores en auge eran un espectáculo que Baekhyun nunca antes presenció. Las ondas del agua y las salpicaduras de los charcos al pasar no arruinaron la imagen, solo la hicieron más entrañable.

—¿Quieres vivir aquí?

Chanyeol lo miró de reojo, pero negó en silencio sacudiendo la cabeza.

—Creo que me gusta más Siena. Es un paisaje más bonito. De hecho, hace tiempo compré una propiedad en Val D'Orcia para cuando... me marchara. Claro, no contemplé enamorarme de ti en ese momento.

—Entonces, ¿vas a retirarte de la policía?

—Sí, he acabado con eso.

Baekhyun frunció los labios.

—Tendrás que visitarme al menos una vez a la semana en Roma.

—... Lo que dijiste antes sobre llevar mi apellido, ¿lo quieres?

—Sí, se lo prometí a tu hermana también.

—Entonces... esperaba que vinieras conmigo... como mi muñequito.

—¿A Siena?

Chanyeol sonrió apenado, deteniéndose bajo el pequeño techo de un negocio cerrado que apenas los cubría a ambos de la lluvia.

—Zucaritas, ¿hablas en serio?

Chanyeol se encogió de hombros, con la mirada en la otra calle, evitando los vivarachos ojos de Baekhyun.

—Creí que te podría gustar. Bueno, fue solo una idea.

—¿Dices que podré verte cabalgar casi desnudo por los viñedos de Siena? ¡Maldito infierno, sí! ¿Cuándo nos vamos? Espera, primero tengo que renunciar. Pero definitivamente quiero hacerlo. Debes prometerme que me cogerás en la piscina. Tengo muchos fetiches.

—Puedo con ello.

Baekhyun sonrió con las mejillas enrojecidas.

—Presumido... Sí, sí quiero casarme contigo. Quiero ser un Park. Y quiero jodidamente vivir contigo en un rinconcito apartado del mundo donde nadie nos moleste. Ahora, ¿cómo será tu propuesta? Porque quiero muchas flores, puedes incluir un perro y un gato que nos acompañen a Siena. No escatimes en tu futuro esposito, Park.

—Mi esposito —repitió con un tono empalagoso.

—Futuro —recalcó Baekhyun con malicia.

—Te amo futuro esposito.

—Lo sé, yo también me amo —se burló—. Y también te amo a ti, Chanyeol. Muchísimo.

Chanyeol reclamó esa pequeña boca que se deshacía en divagaciones, un toque suave que borró las caricias del clima.

El sentimiento fue extrañamente conocido y lejano, pero tan adictivo. Chanyeol finalmente había conseguido una familia; cuando creyó que los pedazos de su corazón no volverían a unirse, alguien más le ayudó.

«Gracias por quedarte y por amar hasta la parte más oscura de mí, muñequito».




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Hello!!

Ha sido un viaje larguísimo con esta historia. Espero que la hayan disfrutado! Puse mucho esfuerzo para armar esta loca trama y creo que quedó bastante bien. 

Qué opinan ustedes?

Muchas gracias a todos por su apoyo en cada capítulo! Es invaluable lo mucho que aprecian mi trabajo.


Pronto nos volveremos a leer. Hasta entonces, cuídense mucho.



Kisses,

Alex

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