. Treinta y dos .
Alessandra Marin desapareció durante la madrugada del lunes. La alerta resonó en la estación de policías y un gran cotilleo nació ahí y se extendió como fuego. De pronto los noticieros le dieron mayor atención a los secuestros de esas figuras públicas. Aunque no se dio a conocer sobre las notas que el Asesino de la Corona había dejado en las escenas del crimen —porque al no estar firmadas, nadie suponía que se trataba de él—, el público hambriento se abalanzó hacia esta nueva noticia.
Mafia. Narcotráfico. Adversarios políticos.
Las teorías sobre las desapariciones eran tan simples como distantes a toda la realidad.
Baekhyun pasó el día revisando perezosamente el cuerpo de una señora de cuarenta años aproximadamente quien había muerto a causa de un trauma craneal producto del impacto con un auto en la avenida principal. Fuera de ella, no recibió a ningún otro visitante en su morgue. Chanyeol le había enviado un mensaje diciendo que estaría ocupado el resto del día con la investigación de Marin.
Así que cuando acabó con la mujer de nombre Maria, regresó a su mapa. ¿Qué no estaba viendo?
—Ordenemos esto —bramó cuando todas las imágenes se le juntaron—. Carajo, Chanyeol tiene razón. Esto es un maldito desastre.
Dio la vuelta a la pizarra, del lado que estaba limpio y listo para utilizar, así que empezó desde cero.
16H23.
—Leonardo Greco. Primera víctima. Presunto Asesino de Florencia y quien fue ayudado por Gianolli y Ambrosi para borrar su historial y trasladarse a Roma. Murió con el rostro quemado por ácido tal como hizo con las jóvenes que secuestró, violó y mató en Florencia.
»La segunda víctima es Lucas Bianchi, otro violador a menor escala. Murió con la lengua cortada y los genitales. También recibió ayuda de Gianolli y Ambrosi para que sus actos nunca fueran juzgados. Sobre él, el Asesino de la Corona escribió: El monstruo nace dos veces. Y lo relacionó con la persuasión, la ilusión, la violación y la muerte. Como si fuera su modus operandi. Pero, ¿por qué dice que nace dos veces?
Lo meditó un par de segundos antes de rendirse. Sacudió la cabeza y continuó.
—A Amanda Ricci, la tercera víctima, la mató con un disparo en el pecho y a latigazos. Involucró el tema religiosa al crucificarla en la calle. Quizás no se trate solo de que ella trabajaba en la iglesia. En fin, fue acusada por abuso de menores por el amorcito de Kyungsoo, y esos cargos como los registros de los hospitales donde los niños se atendieron, fueron borrados por Gianolli, seguramente también ayudado por Ambrosi. Ricci recibía dinero como un donativo anónimo mensualmente que ingresaba a la iglesia. ¿Por qué? ¿De quién? No pudo ser nada legal. Quizás estaba vendiendo algo... o a alguien.
—Nuestra siguiente víctima, la número cuatro, es Matteo Zannier. Murió por acuchillamiento múltiple. Dirigía varios clubes nocturnos donde prostituían a mujeres de otras localidades. Deudas. Y también las vendían a extranjeros como esclavas. Jumm, mujeres jóvenes... Surtía de mujeres jóvenes a depravados. —Con un marcador rojo encerró esas últimas palabras en un círculo—. Y la última es Nicole Braum quien solía inducir abortos no autorizados en el hospital que trabajaba, una de sus víctimas fue la ex novia de Lucas Bianchi.
»Entonces sí hay otra conexión. Todos ellos deben estar unidos por un crimen en común.
Con la mirada recorrió cada uno de los hechos recitados, una y otra vez hasta que su cabeza aturdida lo hizo enfocarse en unas palabras.
El monstruo nace dos veces.
Ilusión.
Bianchi había jugado con los sentimientos de las mujeres con quienes salía, las llenó de un falso sentimiento de seguridad que luego usó en su contra.
... Igual que el Asesino de Florencia.
Violación y muerte.
Bianchi violó a las mujeres, pero no mató a ninguna. Sin embargo, una de ellas murió cuando Nicole Braum le practicó el aborto. Otra murió en un accidente de tránsito no mucho después, que bien pudo no ser ninguna casualidad.
—Puta madre —jadeó dando un salto hacia atrás—. Bianchi quería ser como el Asesino de Florencia. A eso es a lo que se refería... El monstruo nace dos veces. Bianchi iba a seguir los pasos de Greco y empezar una matanza. Por eso lo asesinaron.
Con el marcador, señaló círculos en la frase del asesino y la unió al nombre de la primera víctima. Hizo lo mismo con Nicole Braum.
—¿Trabajaba ella solo para Bianchi? Era una mujer mayor, bien pudo estar relacionada con Greco. Pudo haberlo conocido.
Se movió rápidamente hacia el cajón de su escritorio donde conservaba ilícitamente copias de los expedientes de las víctimas, tomó el de Braum y lo revisó a detalle.
—Hizo su especialización en obstetricia en la universidad de Roma, pero el externado lo hizo en Florencia. En la misma época que el Asesino de Florencia estuvo acechando. Claro... Bram debió saber sobre estos crímenes. ¡Sabrá Dios si también lo ayudó con alguno de sus descuidos!
Regresó a su pizarra.
Matteo Zannier. Repasó el nombre y lo que remarcó. De pronto, su memoria desbloqueó un recuerdo de la noche que fue secuestrado por el Asesino de la Corona.
—Estabas... ¡Maldita sea! Tú le llevabas mujeres a Greco. Las niñas de Florencia, todas conocieron supuestamente a Greco en un bar. El bar de Zannier.
Jadeó.
—¿Qué es todo esto? ¿Por qué todo se relaciona con Leonardo Greco?
Otra vez, su memoria le trajo la respuesta a la cabeza en forma de un recuerdo oscuro de aquella noche cuando conoció de frente al afamado Asesino de la corona.
—Yo te pregunté a quién perseguías... Y tú, tú me dijiste...
Ya me lo llevé.
—Era él. Todo lo que has estado haciendo es por él. El Asesino de Florencia.
La piel se le erizó y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo de estar en la morgue solo y a oscuras. Demonios. No era un cobarde que le temiera a la oscuridad, pero en ese momento le parecía que el Asesino de la Corona emergería de algún rincón para reclamar su alma como un jinete del averno.
Pero no pasó; en su lugar, su teléfono sonó.
Zucaritas.
—¿Chan?
—Estaré fuera hoy, Baekhyun; Ambrosi también fue secuestrado.
Sin saludo y tan directo al punto era difícil de digerir cuando su cerebro estaba ardiendo por el esfuerzo.
—¿Qué?¿De qué estás hablando?
—El asesino ya tiene a quienes quería. Ahora los va a matar, seguramente.
—Pero, ¿cómo sabes dónde ir? Necesitas ayuda.
—... Yo puedo con esto solo, Baekhyun. Ya lo he hecho.
—Chanyeol, aguarda. No puedes enfrentarte a él solo. Es suicida. Dime que al menos llevarás refuerzos o-
—No los necesito.
—¿Cómo que no? Maldita sea.
—No voy a enfrentarme a él.
—Pero, ¿de qué mierda me estás hablando?
—Hablo de que voy a saldar una deuda. Estaré bien, lo prometo. Te llamaré por la mañana.
—Park Chanyeol, dime ahora mismo a dónde irás.
—Eso tú ya lo sabes. Todo acaba hoy.
—¿Qué? Claro que no. Di- ¿Aló? ¡Chanyeol!
Pero ya había colgado.
—¡Maldición! ¿De qué demonios estás hablando?
Dio vueltas por la morgue dando pisotones, enrabiado y casi sacando humo por las orejas.
—¿Acaso te crees un héroe? Solo harás que te maten, tigre pendejo. ¡Ish!
Su andar lo llevó de frente al pizarrón, esta vez del lado caótico donde todo eran preguntas sin responder.
—Yo... yo no sé a dónde estás yendo.
Bufó duramente, pasándose una mano por el pelo.
—Vas a cazarlo, claro, pero yo cómo podría saber dónde se esconde el asesino.
«Claro que lo sabes. Estuviste ahí», alegó su conciencia.
—Yo no... Yo, sí, estuve ahí. El Castello, pero el asesino no iba a quedarse luego de haberme secuestrado y saber la ubicación. Además, Chanyeol fue a revisar el lugar y no encontró nada. Tiene que ser otro lugar.
«¿Otro? No conoces ningún otro».
—El asesino no me contó todos sus secretos, precisamente.
«No, sí lo hizo —renegó—, solo que no lo recuerdas porque estuviste drogado. Él te enseñó todo, desde el mapa hasta sus motivos. Incluso te habló sobre las tres víctimas finales».
—Entonces siempre estuvo ahí. En ese lugar, incluso luego de haberme llevado.
«Porque confía en tí. El Asesino de la corona siempre ha confiado en tí».
—Confiar...
De golpe las palabras de Andreas en la cárcel rebotaron en su cabeza.
¿Qué se siente tener al asesino en tu casa?
Eres solo un muñequito que él despedazará.
Sus ojos encontraron la fotografía de Leonardo Greco en la cúspide y esos hilos rojos tan enredados empezaron a tener sentido. Justo entonces, el aire se volvió denso y amenazó sus pulmones.
—Siempre me pregunté qué otra conexión había... Era esto...
Yo puedo con esto solo, Baekhyun. Ya lo he hecho.
—No.
Todo acaba hoy.
Tomó las llaves de su moto, su celular y salió a prisas de la morgue.
18H50.
El viento aulló con fuerza entre los árboles junto al puente. La luna todavía se veía sobre el Castillo del Ángel, incluso con las brillantes luces de Roma. A pesar de ello, Baekhyun sintió que estaba por entrar a un túnel oscuro y macabro.
Antes no creyó que el asesino se escondiera entre esos muros de piedra, no luego de su encuentro porque ello lo expondría y volvería el juego más fácil. Chanyeol había escarbado entre los rincones junto a un equipo en busca del asesino, pero no hallaron nada. Eso había dicho luego de varios días luego del secuestro.
Todavía temblando, intentó marcar el número de Chanyeol, pero como las siete veces anteriores, no contestó. Estaba apagado. Así que no le quedó de otra. Entró solo en la guarida de un demonio sangriento.
Los pasillos fríos y oscuros lo llevaron al ala este, desde donde podía apreciarse los obeliscos, tal como había notado en su visita anterior. A medida que avanzaba, sentía que el aire le faltaba cada vez más, dejándose consumir por las tinieblas. No quería alertar al asesino usando una linterna, si es que de verdad estaba ahí.
En el trayecto, halló varias cámaras, unas más siniestras que otras, pero ninguna donde estuviera el asesino. De hecho, todas parecían sin usar, tan llenas de polvo y telarañas. Así que continuó en silencio hasta la parte alta.
—Quisiera estar equivocado... Tengo tanto miedo —susurró al toparse con la última habitación del largo pasillo. Cerrada, pero bastante limpia la puerta por un uso frecuente.
Ese debía ser el lugar.
Sintió que el corazón se le detenía poco a poco, incapaz de moverse porque su cerebro, aquella parte racional y apegada a su supervivencia, le decía que todavía podía dar marcha atrás y regresar a un sitio seguro. Pero su corazón le decía que no habría sitio seguro si se iba. No lo habría con el Asesino de la Corona suelto. Así que debía continuar.
Movió sus pies suavemente. Dos metros. Una puerta de metal viejo le acarició las yemas de los dedos, y con la mínima presión, cedió.
—Claro que sí. Me estás esperando.
Las visagras rechinaron por la falta de grasa, pero no importaba ya. Baekhyun solo ingresó a la guarida del Diablo. Cuatro paredes, ninguna ventana, pero un par de cajas apiladas al costado y una puerta al fondo derecho. Sus ojos acostumbrados a la oscuridad encontraron sobre una de las cajas una chaqueta negra. Ni siquiera se acercó. ¿Para qué? El aroma estaba por todas partes.
—Por Dios.
Escuchó un quejido amortiguado, seguido de un lamento lejano, ambos provenientes del cuarto contiguo. Caminó sigilosamente hasta la otra puerta, esta estaba completamente abierta y le dio una vista del amplio cuarto. Un viejo sofá al fondo, una mesa y laptop encendida; al frente encontró jaulas improvisadas, como las usadas para animales, dentro de las cuales estaban los cuerpos inconscientes de Alessandra Marin y Gianolli.
—Sabía que llegarías. Te estaba esperando, muñequito.
Esta vez no hubo modulador de voz, ni mutismo de por medio. Fue tan escalofriante como desolador reconocer esa voz.
El asesino se dio la vuelta, llevando su máscara que le cubría el rostro, pero llevaba ropa que Baekhyun ya conocía: pantalones negros, botas militares, y una camiseta negra ajustada. En su mano llevaba un cuchillo ensangrentado.
Baekhyun terminó por ingresar a la habitación, plantándose frente al hombre que había perseguido con pasión.
—Así que esto era lo que ocultabas.
El asesino dio un paso frente a Baekhyun, con aire calmado. Baekhyun no retrocedió.
—Te di todas las pistas para que me encontraras.
—Quítate la máscara. Déjame verte —ahogó un gemido, tragándoselo con fuerza para que no emergiera nunca.
«Necesito saber que esto no es un sueño... Necesito saber la verdad».
El asesino meneó la cabeza parsimoniosamente, pero terminó arrodillándose frente a Baekhyun; dejó el cuchillo en el piso bajo un sonido discordante, y colocó entonces las manos tras la espalda.
—Quítamela. Solo tú mereces hacerlo.
Baekhyun dio un paso más cerca, temblando. Quería salir corriendo, esta vez era en serio. Quería regresar a su apartamento y esconderse bajo sus mantas, cerrar los ojos y despertar sin saber la verdad. Quería...
Sin embargo, levantó la mano derecha y la llevó vacilante a la máscara.
—No te haré daño —le juró el Asesino.
Baekhyun gruñó y tiró finalmente la máscara lejos del rostro del Asesino de la Corona.
¿El Asesino de la Corona?
No.
Le quitó la máscara a Park Chanyeol.
________________-
Hello!
Finalmente sabemos quién es el asesino, aunque muchas ya lo suponían!
Espero que les guste el cap, lo hice con mucho amor en mis horas de luz.
Quiero leer sus reacciones!
Kisses,
Alex
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top