. Trece .
Baekhyun nunca antes había creído en el Cielo y el Infierno, ni en los ángeles o demonios, porque pensaba que todo lo que hacías en la Tierra debías pagarlo aquí mismo. Era la única justicia. Así que tampoco usó su imaginación para darle forma a esos seres. Nunca hubo necesidad. Y al ver a su asesino, solo pudo pensar que así era como debía lucir el Diablo.
Esa figura llevaba una capucha que le cubría el rostro. De un metro ochenta, quizás un poco más, y debía ser un hombre, no solo por la fuerza que había usado en los asesinatos, sino por la complexión de esa sombra que lo acechaba.
Él se detuvo en la cajuela y la abrió, con lo oscuro que estaba no se veía nada, pero era seguro que ahí estaba el cuerpo muerto de Amanda Ricci.
"¿Qué estás haciendo?".
Baekhyun vio esa figura voltearse hacia la cámara, levantar la mano y saludar.
—Qué carajos —jadeó Chanyeol.
Minseok esbozó una sonrisa a medias, entretenido.
El asesino movió su boca en el amago de una sonrisa, pero, nuevamente, era demasiado oscuro como para asegurarlo. Volvió a concentrarse en su tarea principal. Sacó el cuerpo de Ricci del baúl, lo llevó en brazos hasta dejarla donde la policía la había encontrado. Se tomó su tiempo arreglando su piernas y sus manos en una imagen impecable; se quedó mirándola, parado junto a su cuerpo. Le acomodó el cabello antes de pararse y montarse en el auto. Se marchó y nadie ni siquiera lo vio.
El cuerpo de Ricci quedó tendido en la calzada, con la sangre todavía fluyendo de la herida de bala y de su espalda.
—¿Pudiste conseguir alguna otra imagen de a dónde fue?
Minseok activó las otras cámaras.
—Entre las cámaras que hackeó están las de la Piazza San Marcello, donde se lo ve bajar. Ahí se cortan esos videos. Siguiendo esa ruta, lo ubicamos por San Marcos, de ahí, bajó todo hasta la ribera del Tíber, hacia el sur de la ciudad, pero suponemos que pudo haber tomado un atajo, por alguna calle sin cámaras porque lo perdimos a la altura del templo de mármol.
Chanyeol se apretó el puente de la nariz, gruñendo en voz baja.
—¿Y sobre el auto?
—Alquilado. Es un auto frecuentemente usado por turistas.
—Pero la agencia tendrá registros, ¿o no? —preguntó Baekhyun—. Sé que no lo alquilaría bajo su nombre real, pero podrían conseguir algo ahí.
—Do, encargate de eso. Si obtienes un nombre, envíalo a Junmyeon para que lo ingrese en la base de datos.
—Sí, Señor.
—Minseok, ¿conseguiste algún otro vistazo de las cámaras? Quizás de los otros asesinatos.
—Aunque no conseguimos algo de las cámaras del edificio residencial, sí obtuve un vistazo desde Piazza Navona. Como a Lukas Bianchi lo mataron en su departamento, no tenemos un auto. Pero un hombre encapuchado se movió desde Piazza Navona hasta el edificio, ingresando por el lateral donde están las escaleras para incendios. Una cámara de una tienda cerca lo mostró abriendo la puerta del pasillo, en el tercer piso. Tres horas más tarde, se lo ve salir y moverse nuevamente hacia Piazza Navona. La cámara de allí lo muestra parado en el lugar hasta casi las nueve de la mañana.
—Que es la hora a la que llegamos nosotros —murmuró Baekhyun—. No lo puedo creer. Él realmente estuvo tan cerca...
—¿A dónde fue después?
—Caminó al norte, hacia el Tíber.
—Siempre hacia el Tíber. No es una coincidencia.
Baekhyun se tensó. No, definitivamente no era una coincidencia. Él mismo había tenido un encuentro con ese demonio sangriento en el Tíber, frente al Castillo Sant Angelo. Y si antes se había preguntado qué hacía en el lugar, si no había matado a nadie, ahora quería saber si era esa fortaleza su escondite.
Pero lo creía tan difícil. Miles de personas entraban y salían de allí diariamente. Sería imposible no notar a una persona llevando un bulto o sangre en algún rincón. Y, sin embargo, Roma estaba erigida sobre túneles en todas partes. El mismo castillo se conectaba con el Vaticano por medio de esos conductos entre las paredes.
—Sigue buscando en las cámaras, mientras más puedas seguir sus pasos, mejor.
Chanyeol abandonó la sala, pero escuchaba unos pasitos a su espalda.
—¿Qué necesitas, Baekhyun?
—Necesitamos hablar. Yo... sé algo.
Con el mal presentimiento asentándose en sus entrañas, Chanyeol lo llevó a su despacho donde los encerró a fin de no ser interrumpidos.
—Cuéntame.
—Pasó algo ayer luego de tu llamada —empezó diciendo—. Por favor, prométeme que no vas a sacarme del caso.
—¿Por qué diablos te sacaría del caso? Ni siquiera tengo otro forense para reemplazarte.
Baekhyun medio sonrió.
—Es bueno saberlo.
—Baekhyun.
—Bien, bien. Ayer yo estaba frente al Castillo del Ángel. Salí con mi motocicleta y-
—¿Tienes una moto? —preguntó con una sonrisa que rayaba en la perversidad—. Qué bonita imagen mental me acabas de dar.
El forense se sonrojó hasta el nacimiento de su pelo. "Concéntrate. No es el momento para caer por sus encantos".
—Chanyeol —regañó.
—De acuerdo, te escucho. ¿Qué ocurrió?
—Vi a alguien ahí.
Chanyeol enarcó una ceja, sentándose derecho en su sofá.
Bien, Baekhyun había visto a alguien y, para él, esto iba en la dirección de: Me acosté con alguien más luego de decirte que me gustas. Lo que le parecía un poco estúpido, pero era su célula ansiosa apareciendo.
—Creo que era nuestro asesino.
—Carajo.
Si, eso definitivamente no lo vio venir.
—Cuando estuve ahí, recibí un mensaje. Era una foto mía en el puente y fue tomada desde las barreras del castillo. Cuando me giré, había una figura negra ahí...
—Muñequito, que alguien te haya espiado no significa que-
—Chan, es que eso no es todo.
La forma en la que lo llamó y el tono angustioso que usó, puso en alerta directa a Chanyeol. Una luz roja se encendió, sacudiendo su pecho y apretando sus músculos. Mientras más veía a Baekhyun con su rostro bajo la sombra del temor, más sentía que un monstruo horrible nacía en sus entrañas.
—Esto... Me envío mensajes. Esa foto no vino sola. —Decidido a no parecer un demente con paranoia crónica, sacó su teléfono y le enseñó los mensajes. Se mordió los labios mientras esperaba una reacción que tardó demasiado—. Él está-
—Obsesionado contigo. ¿Cómo es que te conoce?
—No lo sé. Me apego a la teoría de que el asesino regresó a cada escena del crimen y quizás me estuvo viendo —dijo con la pena arañándo sus mejillas. Era extraño, por no decir vergonzoso, confesar en voz alta que un hombre estaba enamorado de él frente al otro hombre que aparentemente también lo estaba. Sonaba a demasiada vanidad, incluso si era verdad.
Chanyeol releyó los mensajes una y otra vez, tratando de controlar el cúmulo de emociones que se le instalaron en el pecho. La cabeza le daba vueltas con la idea de que Baekhyun estaba en peligro porque era el objeto de deseo de un hombre peligroso. Necesitaba cuidarlo. Iba a protegerlo a toda costa.
Pero, al mismo tiempo, sabía que esa era una oportunidad. El asesino nunca antes había revelado una debilidad y era tan escurridizo como inteligente. Dar con él se volvía día a día una pesadilla. Si Baekhyun era lo que ese asesino quería, entonces...
No.
Se negó a sí mismo.
Obligó a su cerebro a dejar de pensar como un policía, con esa frialdad insana.
No iba a poner a Baekhyun en una situación que lo lastimara.
—¿Hay algo más, muñequito?
Baekhyun tragó dolorosamente. ¿Debía decirle acerca del mensaje encontrado en la garganta de Zannier? Ya le había contado sobre los mensajes, ¿qué mal podría hacer contarle cómo había empezado? Y sin embargo, no podía. Algo lo detenía. La razón le horrorizaba.
No tenía miedo.
Es decir, sí lo tenía. El miedo le calaba los huesos como el viento frío del invierno. Sin embargo, al mismo tiempo sentía una fuerte excitación por descubrir al genio de la sangre que estaba enamorado de él.
Enfermo.
Debía estar enfermo como para no solo encontrarlo aterrorizante sino emocionante.
Quería que ese hombre dejara de acosarlo, y al mismo tiempo, que no se cansara de enviar mensajes.
Y si le contaba todo a Chanyeol, quizás fuera alejado de todo, del caso y del asesino.
"Oh, Dios mío. ¿Es en serio Byun?", se reprendió.
—No, solo eso. Pensé que... podrías intentar rastrear el número o algo...
—Es un número bloqueado, y seguramente de un teléfono desechable, pero intentaremos rastrear la dirección. Es lo mejor que tenemos por ahora.
Soltando aire aliviado, Baekhyun sonrió para calmar esa rigidez en el Teniente.
—Deberás decirme si esto vuelve a ocurrir, ¿de acuerdo?
—Lo haré.
—Hablo en serio, Baekhyun. Este hombre es peligroso.
—Lo juro —insistió, esta vez levantando su mano derecha con firmeza—. Gracias.
—Aún no he hecho nada, muñequito.
Baekhyun mordió su labio inferior. ¿Por qué Chanyeol se veía tan guapo dando órdenes?
"Oh, maldito seas. Estás enfermo. ¿Te pusiste caliente ahora? ¿Acaso no estabas temblando como un perro miedoso hace poco?".
Enfrentándose a la bipolaridad de sus emociones, Baekhyun pensó que debía correr lejos antes de que esa excitación se regara por el resto de su cuerpo como un mal que terminaría por apoderarse de cada parte.
—Regresaré a mi laboratorio y-
—¿Por qué quieres correr ahora lejos de mí?
Con los pensamientos dispersos, Baekhyun se vio tirado por Chanyeol hacia su regazo.
"Oh, joder".
Chanyeol estaba duro. Duro. D-U-R-O. Justo debajo de su culo y presionando con gusto a través de la molesta ropa.
Está bien. Era un alivio para Baekhyun saber que no era el único mentalmente enfermo que era capaz de excitarse en segundos cuando habían estado discutiendo acerca de un asesino en serie.
En ese momento, ya ni le importaba. Solo quería un poco más de eso. No. No quería un poco más. Lo quería todo. Ya había tenido suficiente de caricias tibias. Estaba demasiado viejo como para perder el tiempo.
—¿Aquí, muñequito? —se burló Chanyeol, pero sus manos apretaron con firmeza el culo del forense, moviéndolo contra su polla.
—Ahora —refunfuñó, pasando sus manos por el cuello de Chanyeol, atrayéndolo hasta rozar sus labios—. ¿O acaso quieres que me baje?
Chanyeol soltó una risa ronca que se convirtió en un gruñido.
—Maldito seas.
Baekhyun se estaba moliendo contra su polla, rotando sus caderas para sentirla tanto como pudiera tras la ropa. Lo estaba haciendo a posta y a Chanyeol le encantaba, así que solo lo besó, duro y profundo para escucharlo gemir. Era una delicia.
—Esto es lo que querías, ¿no? Pequeña puta.
Baekhyun sonrió a través de esa nube de placer, complacido incluso por ser llamado puta. No le importaba. De hecho, tan horrible como sonara, ser denigrado de esa manera le prendía más. Su polla ya estaba dura y mojada, y quería un poco de la polla de Chanyeol en él.
Oh, sí. Quería toda esa polla llenándolo, estirándolo hasta el límite donde se encontraban el placer y el dolor. Sí, era una puta.
Con la desesperación picando sus dedos, llevó su mano hacia la bragueta de Chanyeol, la abrió y sin contemplaciones tomó su miembro. Gimió descaradamente al darle una mirada. Largo y grueso, con las venas hinchadas dándole un aspecto delicioso.
—Eso es, muñequito, tómala —lo incitó, cubriendo con su mano la de Baekhyun para que empezara a acariciarlo. Gruñó de gusto cuando Baekhyun reaccionó como esperó. Esa pequeña mano apenas podía envolver su circunferencia, pero se movía con firmeza y pasión. Su pulgar le acariciaba las venas, presionando de cuando en cuando hasta llegar al mojado glande.
Entre gimoteos desesperados, Baekhyun se desplomó contra el pecho de Chanyeol; su rostro lo dejó descansar en el hueco de su cuello, acariciándolo con su aliento y cepillando su piel con los labios. En esa posición, Chanyeol aprovechó para bajarle los pantalones a Baekhyun, acariciándole la piel, incluso pellizcándola para dejar marcas.
—Mmgh.
Baekhyun le dio una mirada suplicante, apretando entre sus manos la polla. Chanyeol no iba a negarle nada.
—Chupa.
Le ofreció dos dedos que Baekhyun succionó con gusto, dejándolos muy mojados para luego ser penetrado por ellos.
—¡Agh! Sí, sí —chilló. Con los labios rojizos mordisqueó el cuello de Chanyeol. Quería marcarlo. Dejarle la piel de rojo y morado para que nadie se acercara. Ugh, eso estaba tan mal. Tan mal que se sentía correcto.
—Jodida- Ugh —rugió Chanyeol, extasiado al sentir los caninos de Baekhyun clavarse en su piel—. ¿Estás marcándome, muñequito?
Baekhyun sonrió, pero entonces Chanyeol le clavó los dedos más adentro y tocó su punto sensible.
—¡Ah! Chan, oh, Channie. Más, un poco más... ¡Ah!
Baekhyun bombeó con más fuerza la polla de Chanyeol, quería un poco de esa corrida. Quería probarla. Incluso quería ponerse de rodillas y tomarlo en la boca. Pero las embestidas en su apretado agujero se sentían tan bien que no podía despegarse del regazo ajeno.
Deseaba tanto ser llenado y recibir la corrida del Teniente Park en el fondo de su culo, hasta que chorreara por sus muslos. Necesitaba montarlo hasta el desmayo.
—Tan bueno —berreó, moviendo sus caderas al encuentro de los dedos que profanaban su agujero—. ¡Ah!
Chilló duro, gozando de los gruñidos de Chanyeol tan cerca del orgasmo. Los dedos lo golpearon hasta el fondo, torturando su punto dulce, para derrumbarlo en una nube de éxtasis que contagió a Chanyeol.
—¿Qué carajos!
Baekhyun, con sus adormilados ojos, a través del placer, vio a Kyungsoo en la entrada del despacho, pero ni el susto o la vergüenza consiguieron alejarlo del abrumador regodeo de dicha lasciva.
Sus quejidos y maullidos post orgásmicos debieron colmar a Kyungsoo.
—Oh, hijos de-La próxima vez que quieran follar en el trabajo, pongan un letrero fuera —gruñó antes de darse la vuelta para salir.
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Aquí su estrellita para la elaboración del cartel para Baekhyun y Chanyeol:
<<Embarazo en progreso, disculpen las molestias>>
Kisses,
Alex
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