. Ocho .
Había ocurrido otra vez.
Por cuarta vez, el asesino de la corona había teñido de rojo las calles de Roma, esta vez en el imponente Coliseo Romano. El cuerpo de un hombre de mediana edad apareció tendido en uno de los pasillos del complejo, bañado en su propia sangre. La imagen recorrió Italia en segundos y luego, el mundo entero.
—La encontraron un grupo de turistas australianos —comentó Kyungsoo, a escasos tres metros del cuerpo ahora cubierto por un plástico negro—. Matteo Zannier, era miembro del comité que restauró el pasillo de los gladiadores hace un año.
Baekhyun dio una mirada alrededor, instintivamente examinando los rostros de las pocas personas que seguían en el complejo, a pesar de la presencia policial. Él creía que el asesino probablemente estaría ahí. Era algo trillado, pero científicamente comprobado, que los asesinos siempre regresan a la escena del crimen por cierto placer morboso en ver sus crímenes. La mayoría de los asesinos seriales guardaban algo de cada una de sus víctimas como un trofeo, y aunque fueran cuidadosos con sus actos, al final querían ser atrapados.
Pero entre esa marea de personas, Baekhyun no pudo distinguir a ningún sospechoso.
—¿Lo revisaste? —le preguntó Chanyeol, trayéndolo de regreso.
—Oh, apenas llegué —murmuró con algo de pena. Eran sólo las siete de la mañana y cuando recibió la llamada, él estaba tomando un baño.
Chanyeol movió la cabeza hacia la derecha, invitándolo a acercarse al cadáver. Él mismo lo acompañó para destaparlo. Sangriento y violento.
—Oh, cielos —jadeó Baekhyun. Con los guantes puestos, removió la desgarrada solapa del saco negro del hombre, revelando las manchas rojizas en la camisa almidonada—. Tiene demasiadas puñaladas.
Le revisó las manos, encontrando sangre seca en las uñas.
—¿Qué es esto?
Saliendo de su burbuja, Baekhyun se enfocó en lo que Park señalaba.
—Pero... No hay indicios de que haya sido ahorcado —murmuró al encontrar raspones rojizos y con sangre en el cuello, pero ninguna marca de soga—. Revisaré esto en el laboratorio.
—¿Conclusiones?
—No te apresures, Park —se burló—. A primera vista, la causa de muerte serían todas estas puñaladas. Esta de aquí le dio sobre el corazón. No necesariamente implica que lo haya perforado, eso sería muy habilidoso de su parte, pero el dolor, el shock y la pérdida de sangre pudieron haberle ocasionado la muerte.
—Hay demasiada gente aquí, será mejor que termines esto en tu sótano.
—Se llama morgue, Park.
—Por mi, como si fuera tu catacumba personal.
Baekhyun contuvo una risa. No sería apropiado frente al cuerpo frío de ese hombre.
—Los oficiales revisarán el área y a los testigos.
Los asistentes de medicina legal llevaron el cuerpo en una camilla hasta fuera del Coliseo para subirlo en el vehículo que lo llevaría a la morgue de Baekhyun. Una gran mancha roja quedó sobre el amarillento suelo, demasiada sangre como para incluso ser cuidadosos.
—Encontramos un rastro —informó Kyungsoo.
Ambos siguieron al oficial por el pasillo donde casi todo estaba limpio, excepto unas pocas gotas al costado que luego se volvieron más al bajar por las escaleras de un pasaje en desuso. Ahí las manchas de sangre se volvieron caóticas, pintando el lugar con más firmeza.
—¿A dónde conduce?
—Este pasaje lleva a una pequeña puerta del lado este, Teniente —informó Kyungsoo con una sonrisa.
Baekhyun revisó las manchas que no eran otra cosa sino el goteo precipitado que fluyó desde el cuerpo moribundo. Sus ojos avellanas se toparon con la pared izquierda del pasadizo donde el rojo la tiñó también. Casi se rió. Por mucho que Zannieri hubiera intentado aferrarse a las paredes, nunca hubiera podido huir de su asesino.
—Curioso. El hombre estaba aún vivo cuando lo trajeron aquí.
—¿Y?
—Bueno, pasó lo mismo con las otras víctimas. Greco aún respiraba cuando lo tiraron a la Fontana, Bianchi murió desangrado y luego un infarto por el dolor al cortarle los genitales, y estoy muy seguro de que Ricci sufrió demasiado antes de que le dispararan.
—¿Tu punto es?
—Mi punto es que nuestro asesino realmente se esfuerza para mantenerlos en agonía antes de que realmente mueran. Ninguno murió rápido y todos debieron agonizar horas.Él o ella en serio quiere hacerles pagar por sus pecados.
—Me interesa saber qué es lo que Zinnieri tenía que pagar.
Y lo que fuera, aquel secreto de Matteo Zinnieri, no pudo mantenerlo en las sombras por suficiente tiempo como para evadir al sangriento asesino.
Las heridas incisas tenían una peculiaridad: eran levemente inclinadas hacia la derecha, por lo que Baekhyun dedujo que se trataba de un persona diestra, con gran fuerza como para llevar el arma hasta lo profundo, atravesando la carne e incluso acariciando algunas costillas. Había cierto orden en las puñaladas pues ninguna tocaba la otra ni había dobles cortadas. Fascinante, al menos para el forense. El arma, probablemente un cuchillo de cocina por el ancho de las heridas, había tocado puntos graves, como aquel a la altura del corazón que pudo haber perforado alguna arteria. Incluso en eso había pensado el agresor.
—Sí que lo enfadaste, ¿no? —le preguntó al cadáver desnudo sobre la mesa fría—. Te apuñaló en todas partes... ¡hasta en tu enano pene!
Apartó la mirada del miembro mutilado, de leve tonalidad verdosa, que le provocó una arcada. Por la decencia de su persona, cubrió la mitad inferior con una manta antes de continuar explorando el cuerpo.
—¿Dónde te marcó? Debió hacerlo.
Levantó el brazo derecho, inspeccionando la piel con no más laceraciones que las que le quitaron la vida, lo mismo hizo con el izquierdo, sin encontrar la corona. Entonces revisó los costados, tanteando las costillas, nuevamente sin éxito. Lo volteó de costado, y ahí la encontró. Casi saltó de alegría.
—Por un segundo pensé que me tocaría verte las piernas. Asqueroso.
El garabato en rojo estaba plasmado firmemente en la zona baja del cuello.
De cierto modo, Baekhyun se sentía fascinado por ello. Demasiada crueldad y genialidad en una misma persona.
—Así que... te apuñalaron y... Oh, oh, oh, ¿también te quemaron la piel?
La espalda, aquí y allá estaba marcada por puntos rojizos, algunos más que otros, y que contenían restos de ceniza.
—Cigarrillos. Bueno, ¿qué fue lo que hiciste como para merecer una muerte así?
Aunque no era la peor. Para Baekhyun, Greco había tenido una de las peores muertes que hubiese visto jamás. El asesino de la corona realmente había desquitado su ira y frustración sobre el hombre quien resultó ser otro asesino en serie. Ese momento debió detonar un choque de adrenalina en él o ella, lo suficiente como para impulsarlo a repetir sus actos una y otra vez hasta volverlo una tarea.
—¿Y qué tenemos aquí?
Palpó con las yemas de los dedos el cuello del hombre, acariciando los arañazos que él mismo Zannier se hizo. No había indicios de haber sido ahorcado, así que esas marcas parecían sin sentido. Eran muchas, rojizas y hasta amoratadas ahora por la falta de oxígeno.
—Revisemos —tarareó, abriéndole la boca al hombre. Las comisuras estaban manchadas con sangre que hizo camino hasta su cuello donde se secó. Mucha, por las puñaladas que le perforaron el estómago y hasta el riñón. Sí probablemente la sangre que subió hasta la garganta le causó un ahogamiento momentáneo, pero nunca había visto un caso similar donde la víctima se haya rasguñado el cuello con tanta desesperación.
Al abrirle la boca, además de sangre no encontró nada extraño, no superficialmente. Pero debía haber algo.
—Sería un terrible forense si admito que meter mis dedos en tu garganta me causa asco, ¿cierto?
Tomando aire profundo antes de ingresar dos dedos en la garganta. Estaba cerrada, pero haciendo algo de presión consiguió ir un poco más adentro. Con las puntas de los dedos acarició algo raro y puntiagudo, pero no tan firme.
—Carajo —masculló, luego soltó una risa—. Oh, cierto, debí usar una pinza. Mi culpa.
Sacó los dedos enguantados, apenas manchados con sangre para tomar una pinza alargada y con la punta curva. La insertó en la boca del hombre y la llevó a través de la garganta hasta acariciar el objeto que obstruía la vía. Lo tomó y lo tiró fuera con cuidado.
—¿Qué demonios?
Un pedazo de cartulina blanca y gruesa, empapada en sangre, y doblada. Eso había obstruido las vías respiratorias y acumulado mucha sangre en esa zona, lo que detonó la desesperación en el hombre a tal punto de querer arrancarse la piel para conseguir aire.
Dejando la pinza de lado, abrió la cartulina. La tinta negra estaba corrida por la sangre, pero aun era legible.
<<Eres precioso y brillante, quizás no lo suficiente como para atraparme, pero te dejaré hacerlo si te portas bien, Baekhyun>>.
—¿Qué es esto? —masculló, leyendo una y otra vez la nota.
¿Por qué el asesino le escribió a él?
Nunca antes había dejado una nota a más del tatuaje en las pieles de las víctimas, y mucho menos de forma tan directa.
La idea de que el asesino realmente pudo haber estado en alguna de las anteriores escenas del crimen observándolo le hizo temblar. ¿Por cuánto tiempo? No pudo haber ocurrido una sola vez. Incluso pudo haberlo seguido sin que se diera cuenta.
El mensaje era absolutamente claro, incluso si Baekhyun se negaba a creerlo. Era el objeto de atención del Asesino de la Corona. Quizás, si contaba con tan mala suerte, sería una obsesión.
De forma aterradora, no solo le hizo temblar la idea de estar en la mira de esa persona, sino un tirón sobre su vientre, algo raro y... preocupante. Sentía una fascinación por la locura y maldad del asesino, nunca tuvo pena en admitirlo, pero haber sido notado por él y haber sido halagado causó una emoción arrolladora.
Tomó aire profundamente para calmar el galopar sin sentido de su corazón y dejar a un lado esas emociones absurdas que lo rondaban. Necesitaba su brillante cerebro tan frío y calculador como fuera posible porque su trabajo era lo primero, no sentirse avergonzado de tener la atención del criminal que debía atrapar.
—Gracias, supongo que no puedo poner en mi informe tu desquiciado interés por mí, ¿o sí? No, porque eso definitivamente volvería todo un conflicto de intereses y me separarían del caso —gruñó con enfado—. Y no voy a irme. Joder. Eso no va a pasar. Voy a atraparte y te golpearé por esto.
Mascullando una maldición, llevó la nota a una bolsa de evidencia donde la metió y guardó al fondo del cajón del escritorio. Nadie debía encontrarla hasta poder esclarecer las cosas.
Como destinatario de la sangrienta epístola, Baekhyun podía ser separado del caso o ser considerado persona de interés para la investigación. Porque aparentemente el asesino lo conocía lo suficientemente de cerca como para haberse atrevido a enviarle un mensaje, y lo más seguro era que Baekhyun también conocía al asesino, pero no lo sabía.
—Pero, ¿quién?
Había visto a muchas personas en las escenas de crimen, mas ninguna le llamó la atención. Quizás ese era el problema, que debía fijarse más en aquellos que iban a observar con morbosidad los cadáveres tendidos en la calle.
Aun así, lo único más atemorizante que ser objeto de la atención románticamente retorcida del asesino de la corona, sería volverse su siguiente blanco.
—Oh, no, imposible —murmuró Baekhyun, alejándose del cuerpo de Zannier—. Mi peor crimen fue manejar a cien en zona de sesenta, y quizás robarle veinte euros a Siwon hace dos navidades cuando estaba muy borracho. Pero me los debía ese infame por haberme enviado a una cita a ciegas con un mandril sin modales.
Lo sopesó.
—Bueno... Es decir, mis peores crímenes están en mi cabeza. Si he querido saltarle encima a Park un par de veces... y tal vez en alguna ocasión haya querido torturarlo por ser un bastardo engreído, pero nunca lo hice. Aunque mis pensamientos no cuentan, además, ¿cómo podría el asesino saber lo que pienso?
Volvió a meditarlo un momento, y terminó coloreándose.
—Ah, claro. Hablo mucho conmigo mismo cuando estoy solo.
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