. Cinco .
Eso había salido bien, quiso pensar. Pero se sentía abrumado, quizás hasta triste por perder su empleo. Para disipar su mente de los pensamientos lastimeros, empezó a recoger sus cosas. Tenía una taza de café que decía 'Examinaría cada centímetro de ti para entenderte' que le hizo sonreír. Cuando Siwon se la regaló, solo unos meses después de que se graduara de la universidad, pensó que era una frase muy tonta, pero realmente era entretenida si lo veías desde su alocada cabeza.
Tomó su libreta y resaltadores y empezó a meter todo en su mochila.
Ugh, eso apestaba.
No quería irse. Realmente le gustaba su trabajo como para pensar en conseguir otro. Le agradaban algunos de sus compañeros. Extrañaría a Kyungso. Tenían buenas sesiones de chisme en la cafetería.
—Bueno, que se jodan —murmuró. Cuando todo estuvo listo, tomó su celular y llamó a Siwon. Cuando le contestó, lo primero que le dijo fue—: Deberás conseguirme un empleo igual de bueno que este o mantenerme hasta que muera. Escoge.
—¿Por qué tendría que mantenerte?
—¿Porque renuncié? —preguntó como si no fuera obvio—. No debiste llamar a Park.
—Oh, eso... Solo quería pedir que no te maltratara. Ese hombre tiene una reputación.
Baekhyun recordó instantáneamente cómo Park lo había empotrado contra la pared de la sala de reuniones, magullando su piel que solo por un verdadero milagro no quedó enrojecida.
—Lo sé, y te amo por eso, pero... Nunca es divertido cuando dicen que estoy aquí solo por ti.
—Sabes que eso no es cierto. Fuiste el mejor graduado de tu promoción.
—Lo sé, pero, ¿quién les dice a esos idiotas lo listo que soy?
Siwon se carcajeó.
—¿Estás seguro que no te despidieron por insultar a alguien?
Baekhyun se coloreó.
—No, claro que no —mintió—. Te dije que renuncié.
—Está bien, te creo. Ahora, veré qué puedo hacer.
—No llames a Park —le advirtió—. No quiero que piense que mi hermano mayor está ayudándome a conseguir lo que quiero. Solo... ¿me comprarías algo delicioso si voy a tu casa esta noche?
—Le diré a Hee.
—Gracias, Siwon.
—Te quiero.
—Si, si, como sea —contestó, y esa era su forma de decirle 'Yo también'. A veces no podía con la cursilería de Siwon y otras simplemente le gustaba ser mimado. ¿Quién lo entendía? Nadie en el planeta, por supuesto.
Se sentó frente al computador y empezó a redactar su carta de renuncia. Ya había renunciado, de forma estúpidamente impulsiva, pero no inconsciente. Llevaba en la unidad dos años, uno de ellos bajo el yugo de Bianco quien lo veía como una cucaracha a quien nunca se cansó de llamar bastardo. El policía en jefe de la estación, Marco Giannoli, nunca le dio importancia a ese completo abuso de autoridad ni a las groserías del detective. Nadie hizo nada porque a nadie le importaba.
Si bien no era la peor cosa que podría pasarle, Baekhyun había llegado a su límite con esas personas que se creían mejor que él.
Al salir, marchó por el pasillo hacia la oficina de Marco para entregarle su renuncia. Sospechaba, sin temor a equivocarse, que harían una gran celebración por su salida él y el detective Bianco. Sin embargo, en el pasillo se encontró con Park Chanyeol. Casi sonaba a un mal chiste.
—Byun —rugió Park, caminando como una fiera hacia él. Baekhyun quiso correr, pero su mochila pesaba mucho—. A mi oficina. Ahora.
—Ya no-
—Ahora.
Y para asegurarse de que el forense no se le escaparía, lo sujetó del brazo y lo llevó al despacho. Como si estuviera en la preparatoria y estuviera frente a la oficina del Director, Baekhyun sintió verdadero pánico. Estaba por ser regañado antes de recibir una patada.
—Siéntate.
Obedeció sumisamente por primera vez.
—Quiero saber qué demonios pasó allá.
—Renuncié —resumió sin ningún tono altanero.
—Ten la amabilidad de explicarme.
Baekhyun tragó grueso. ¿Realmente tenía que hacerlo? Sí, probablemente le debía una explicación por irse sin más abandonando un caso importante, pero abordar el tema los llevaría a rozar de lejos su muro de inseguridades, aquel que Baekhyun llamaba muro de los Lamentos y que visitaba, religiosamente, una vez al año.
—Llevo dos años y medio trabajando aquí —empezó diciendo— y nunca logré simpatizar con el detective Bianco o con el jefe Giannoli. Honestamente, no es tan malo. Quiero decir, los ignoro la mayor parte del tiempo.
—¿Y entonces?
—Y entonces... en dos años y medio he escuchado que me llamen bastardo más de lo que en mis veintiocho años. Sé que así funcionan los hombres como tú. Ustedes los policías y militares se tratan como si hubieran solo gusanos a su alrededor.
Chanyeol torció el gesto un poco porque, incómodamente, sabía que eso era verdad.
—Solo me cansé, supongo. No puedo decir que sea el ambiente más sano. De hecho, se considera acoso que te insulten todo el tiempo, ¿o no?
—Tú has llamado bastardo a muchas personas, me incluyo.
—Los trato de la misma forma que me tratan a mí —se defendió—. Sí, bueno... Contigo... Lo siento, creo que me pasé.
El silencio se asentó en la oficina. Baekhyun ni siquiera quería mover los ojos hacia el frente porque sabía que Park lo estaba examinando. Quería solo irse y llegar a casa de su hermano para comer algún dulce preparado por su cuñado, Heechul.
—¿Eso es todo? ¿por eso te vas?
Ah, vaya. Ahí estaba otra persona a la que le valía dos rábanos el cómo Baekhyun se sentía al respecto del trato en su trabajo. Y ahí lo arrolló un pensamiento: ¿Cuándo le había servido hablar?
Eso lo enfadó más, así que solo se levantó listo para irse.
—Le llevaré mi renuncia a Giannoli ahora —musitó.
—No la va a aceptar.
—Oh, créeme, la aceptará. Él me haría una fiesta de despedida si con eso consigue que salga más rápido de la estación.
—No la va a aceptar porque yo no la acepto.
Baekhyun boqueó.
—No estoy pidiendo permiso para renunciar.
—Escucha, Baekhyun, entiendo tu postura respecto a Bianco. No es correcto lo que hace, pero te preguntaré si lo es el cómo respondes.
—¿Acaso esperas que baje la cabeza y le diga que sí a todo?
—Era tu jefe, ¿o no?
El pecho del forense bullió con fuerza por la ira contenida, y de pronto la luz mortecina de un recuerdo lo atravesó, dejándolo helado.
—¿Y también debía chuparle la polla? —masculló abruptamente, no midiendo sus palabras—. Para él no solo soy un bastardo sino un puto. Así que, ¿dices que debí ponerme de rodillas en su oficina y abrirle el pantalón para que no me despidiera por contaminar una escena?
Chanyeol se quedó mucho, asimilando lentamente esas palabras.
—Vete al diablo. Puedes aceptar la jodida renuncia si quieres, pero no pienso volver a un lugar donde todos piensan que pueden hacer lo que quieran conmigo. Tú no eres mejor que ese cerdo.
Aun en medio del estupor, Chanyeol lo vio salir dando pisotones, pero en su cabeza solo se quedó una pregunta: ¿Bianco le había pedido a Baekhyun que le chupara el pene para no despedirlo?
Aunque quiso seguir al médico, su cuerpo se sintió tan pesado que no pudo dar un solo paso más. Pero las interrogantes seguían ahí y no lo dejarían en paz.
La casa de Siwon era todo lo que se esperaría del próspero alcalde de la ciudad más importante de Italia. Una villa renovada ubicada a las afueras de la ciudad, con árboles que en primavera teñían de colores vibrantes. Aunque en realidad el terreno fue una parte pequeña de toda la obscena herencia que le dejó Choi Jung Ho.
Baekhyun llegó para el atardecer, luego de pasar media hora en el tren pensando qué haría con su vida de desempleado, considerando que tampoco tenía una recomendación de la estación de policía y que, seguramente, el Teniente Coronel Park Chanyeol lo habría tachado como un histérico sensible no apto para el trabajo.
Al llegar a la casa, saludó al pastor inglés, una bola blanca y gris que Heechul se empeñaba en esponjar todas las mañanas. El esposo de su hermano lo recibió en la cocina, horneando algunos muffins de arándanos para tomarlos con café mientras esperaban a Siwon.
—Así que renunciaste —murmuró Hee—. Siwon llamó diciendo que necesitabas muffins de terapia anti lágrimas.
Baekhyun se carcajeó. Su hermano podía parecer un hombre duro y hecho, pero era una masita que se preocupaba demasiado por todo.
—Exagera, pero nunca me negaría a tus pastelitos.
—Entonces, ¿quieres hablar de lo que ocurrió?
Esta vez, se encogió de hombros, tomando un muffin para llevársela a los labios.
—Creo que la siguiente vez que busque trabajo, ya no pondré a Siwon como mi contacto de emergencia. Las personas hacen preguntas, y luego todos saben que soy el hermanito bastardo del alcalde.
—Deja de llamarte así —rugió la exasperada voz de Siwon a la entrada, deshaciéndose de su chaqueta antes de avanzar hacia su esposo y besarle los labios—. No eres un bastardo.
—Si le preguntas a tu madre, te dirá lo contrario.
—Afortunadamente, nunca he hecho caso de lo que ella diga. Ahora, por favor, cuéntame.
Con dos pares de ojos viéndolo, Baekhyun se sintió todavía más ansioso por hablar. ¿No podían solo aceptar que había renunciado y que necesitaba un apapacho?
—Fue algo tonto, en realidad —susurró—. Tuvimos una reunión caótica y... pasaron cosas.
—Baek, si hicieron algo que-
—Está bien, Siwon, no lo puedes arreglar todo —le aseguró, aunque la sonrisa que tenía en los labios no llegó a sus ojos—. Encontraré algo.
—Podría demandarlos si ellos-
—Oh, no, no, no, ni se te ocurra o dejaré de hablarte. No necesito más comentarios sobre ti y sobre mi.
—Cariño —llamó Hee con tono suave. De forma alocada, Baekhyun se había apegado mucho a Heechul por ese toque gentil y dulce, uno que nunca tuvo porque su madre nunca tuvo tiempo para esas demostraciones—, no te preocupes, no dejaré que Siwon haga esas tonterías.
—Amárralo a la silla de su despacho o amenázalo con la abstinencia si es necesario.
Siwon renegó, acusándolo de sembrar malas ideas en la cabeza de su esposo, antes estallar en carcajadas que relajaron el ambiente.
Internamente, Baekhyun agradeció que dejaran el interrogatorio porque eso presionaría puntos sensibles y, en el peor de los casos, terminaría contando secretos que nunca antes pudo. Cosas que pasaron y que las llevó al fondo de su armadura para no liberar jamás. Lo de Bianco, por ejemplo, nunca se lo había contado a nadie. Y sin embargo, en su exabrupto arranque de histeria, terminó soltándolo contra Park Chanyeol, la persona menos indicada sobre la faz de la tierra. Aunque no importaba en realidad porque no iba a volver a verlo y a ese policía tampoco le importó nada de lo que se le escapó por indiscreto.
Solo lo olvidaría, incluso cuando Park Chanyeol sería ahora parte de sus sueños húmedos luego de ese arrebato en la sala de reuniones cuando estuvieron solos.
Se reprendió mentalmente. No era momento para recordar su encuentro acalorado con Park, no cuando su hermano y su cuñado estaban ahí hablando sobre Dios-sabrá-qué. Trató de pensar en cualquier otra cosa que no fueran esos brazos fuertes que lo acorralaron contra la pared, haciéndolo sentir como un ratoncito. O ese perfume amaderado que hicieron puré a sus neuronas mientras más cerca estaban. O la mirada caótica que le dio, casi enloquecida por estrangularlo. Oh, y esas toscas manos apresando su carne, tocándolo en los lugares apropiados para despertar su libido.
Casi pudo haberle rogado que lo tocara un poco. Un pequeño roce que ayudara a aliviar su dolorida polla. Pudo haberlo hecho y ahora estaría en una cárcel por actos impúdicos contra un oficial de la policía.
Si Park no presentaba una demanda en su contra por eso, entonces todavía podía llamarlo una victoria.
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