Capítulo I.
Céline.
2:00 am. Los gritos de mi madre me hacen despertar llorando de nuevo. Sé lo que pasa y sé que no debo salir, pero, por el amor de Dios, ella grita peor que las veces anteriores, grita como si no hubiera mañana.
Los golpes en la pared resuenan por toda la casa, el sonido que hace la mano de mi padre sobre la piel de mamá es tan fuerte que puedo sentir el dolor y coraje correr por todo mi cuerpo.
-¡Déjame en paz, Oliver! ¡Para, por favor!- La voz suplicante de mi madre se hacía cada vez más fuerte en mis oídos. -¡OLIVER YA!- mi piel se estremecía cada que escuchaba sus gritos.
Aún con miedo, salí de mi cuarto tratando de no hacer ningún ruido, aunque, dudaba de ser escuchada. Parada en el umbral de la sala, ví todo.
Mi padre golpeaba a mamá como si fuera cualquier cosa, siempre lo hacía así, ella suplicaba que parase, yo estaba estática, viendo todo, no sabía qué hacer o cómo reaccionar.
Papá tomó la cabeza de mi madre, golpeándola contra el suelo, una vez, dos veces, tres veces, yo sólo estaba en shock.
Pasó todo demasiado lento, la mirada cansada de mamá se posó sobre mi mientras su cabeza era golpeada contra el suelo, ya no gritaba, ya no se movía, solo lloraba, al igual que yo.
De sus labios pude leer un claro "te amo", antes de que sus ojos se cerraran por completo y fue cuando mi alma regresó a mi cuerpo, haciéndome reaccionar.
-¡LA HAS MATADO!- Corrí donde él, tratando de quitarlo del cuerpo de mi madre. -¡MATASTE A MI MADRE!- Mi llanto era insaciable, mi cabeza daba vueltas, solo podía golpear el pecho de quién se suponía, era mi papá. -¡TE ODIO! ¡LA MATASTE! ¡MATASTE A MAMÁ!- Lo empuje a un lado, el no reaccionaba, solo miraba al suelo, podría hacerlo añicos en ese momento, pero, solo quería a mamá de vuelta.
-Cél, nena... Y-yo no quería.- Me mira asustado. -E-Ella me ha hecho enojar y, Dios, sabes cómo me pongo.- Trataba de justificarse, cómo siempre, eso no haría que mamá volviera.
-¡CÁLLATE, ELLA DIJO QUE LA DEJARÁS, TE PIDIÓ QUE LA SOLTARAS Y NO LO HICISTE!- Jamás había visto a mi padre con tanto odio. -Mamá, por favor, m-mamá... No te vayas, por favor no... m-mamá.- Me acosté en su pecho, llorando, gritando, maldiciendo a Dios, nunca estaba cuando lo necesitaba.
⚫⚫⚫⚫⚫
-Céline, hija, baja a desayunar.- La voz del padre Nicholas se hizo presente detrás de la puerta.
Luego de que falleciera mi madre, mi padre se dio a la fuga, fui sacada de la casa de mi propia madre por no pagar las últimas mensualidades que le faltaba, al igual que el Colegio. El padre Nicholas, fue un gran amigo de mi madre y lo conozco desde que tengo memoria, él me ha ayudado durante estos tres complicados meses.
-Bajo en un segundo, padre.- Me visto rápido y bajó al comedor, donde ya estaban Akon y Akira: dos gemelos que habían llegado días antes que yo. -Buen día para todos.- sonrió tímidamente y tomó asiento, junto al padre y frente a Akon.
-Buen día para ti también, Céline.- Menciona el padre sonriendo. -Vamos a orar por nuestra comida, tómense las manos.- Todos hacemos lo que nos indica. -¿Céline? ¿Hija? ¿Quieres hacerlo tú?- Asiento sin titubear.
-Te damos gracias Señor por los alimentos que nos has dado; haz que de él nos sirvamos siempre a nuestro bien. Gracias por todos tus dones. Que el Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.- Abro mis ojos, encontrándome con una sonrisa del padre Nicholas.
-Es la misma oración que hacía tu madre, bien hecho, Céline. Ahora, a comer.- Asiento nostálgica y me dispongo a comer.
La mañana transcurre rápida, nos encargamos de limpiar, ayudar en la iglesia, con Akira arreglamos todo para la primera misa del día, hoy tendremos que leer nosotras algunos versos de la Biblia.
—¿Lista, Céli?- Akira se coloca en su lugar y comienza a leer su parte, solo como ensayo, mientras más la escucho, algo dentro de mi hace que me remueva muy incómoda.
"Céli, hija, ¿Por qué no me ayudaste?"
Su voz, yo conocía esa voz, solo, estaba distorsionada.
—¿Mamá?- susurré asustada, mirando a todas partes.
"Bebé, no me ayudaste."
No, no lo hice.
"Oliver me mato y no hiciste nada."
No, por favor, no fue mi culpa.
"¡Tú dejaste que me matara!"
Sus susurros eran cada vez más fuertes y distorsionados, le tenían mareada, no podía respirar, la presión en mi pecho era demasiada, todo daba vueltas.
—¡No! ¡No fue mi culpa! ¡Basta!- Mis manos posicionadas en mi cabeza tratando de callar aquella voz eran inútiles, solo podía escuchar cómo se hacía cada vez más grande.
—Céline, hija, tranquila.- Las manos del padre tomaron las mías, pero no lograba tranquilizarme. —Dios, ayúdanos. Céline, respira, tranquilízate.- Su voz era cada vez más lejana, así como las que estaban en mi cabeza, todo de repente estuvo en silencio y sentí paz.
La paz que abundaba en mi era reconfortante, no quería despertar, solo me haría enfrentar mi realidad y era duro.
En mi mente solo se repetían las palabras que había leído Aki en la Biblia:
"Entonces se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia." (Génesis 42:21).
—...vimos la angustia de su alma... No lo escuchamos.- Escuché al padre repetir aquello y mi cuerpo solo temblaba. Sabía que era mi culpa, pero no lo admitía, solo me atormentaba a mi misma.
—Paré... Por favor.- Abrí mis ojos poco a poco, mirando a todos a mi alrededor. —No mencionen eso más.- Pido suplicante.
—Es la Biblia, Céli, no hace mal.- menciona Aki.
—A mi sí.- Digo en un susurro, tomando la atención de todos.
—Céline, la Biblia no hace mal a nadie.- Susurra mirándome el padre Nicholas. —La Biblia nos ayuda a sanar nuestra alma, así como las oraciones. Por eso, vamos a orar, para pedirle a Dios por ti, por el descanso de Freyja. Para que tú, puedas estar en paz y libre de culpa.-
—¡No fue mi culpa, padre Nicholas! ¡No pude hacer nada! Mi madre murió a manos de ese tipo, no la maté yo, no fui yo.- Mi llanto se hizo presente de nuevo, solo quería acabar con todo de una buena vez.
—Por eso debemos orar, para que Dios te ayude a sanar, Dios siempre nos escucha y nos ayuda.- Lo mire con resentimiento cuando dijo aquello último.
—¿Dónde estuvo Dios todas las noches que mi padre llegaba borracho? ¿Dónde estuvo cuando le pedimos que terminara nuestro infierno? ¿A dónde se fue cuando le pedí ayuda para encontrar a ese bastardo que mató a mi madre? .- Digo con un ligero tono de odio en mi voz. Estaba perdiendo la fé en su Dios. —No creo que Dios quiera ayudarme, padre.- Me levanté a duras penas, sintiéndome mareada y me dirigí al baño.
Dios no estuvo cuando necesité de su ayuda y aún así, siempre estuve en su iglesia, siempre oraba y siempre pedía. Dios no sabe de mi existencia, y no creo que quiera saberla tampoco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top