Capítulo 2.
Céline.
Pasaron los días y yo simplemente me disponía a bajar a desayunar, hacer mis quehaceres y subir a la recamara de nuevo, no me quedaba a las misas, el siempre hecho de ya estar en este lugar me hacía sentir incómoda.
Akon subía conmigo todos los días a charlar y debía admitir que sí precencia me tranquilizaba, me sentía muy cómoda con él.
-¡Que te cuento! Hoy día, en la boda, se presentó el amate de la chica, hubieras estado ahí, fue épico.- Río al solo imaginar la escena que se dió misma que duraría por un buen tiempo en la boca de toda la ciudad.
-Muy de locos, eso.- Niego sin dejar de reír. -El padre Nicholas debió estar hecho un lío.- Solo de imaginarlo me hacía querer haber estado ahí.
Pero no, no podía estar ahí luego de lo sucedido, era extraño, me sentía muy ansiosa por el solo hecho de poner un pie en ese lugar, la sensación era distinta al principio.
-Terrorífico, ¿no?- Veo a Akon confundida, estaba consumida en mis pensamientos que no escuché lo que menciono.
-Perdón, ¿Qué? Estoy distraída, lo siento.
-Me doy cuenta.- Sonríe negando. -Decía que sí escuchaste sobre la convocatoria que hizo el rey. Están buscando esposa para el príncipe.- Frunzo el ceño al escuchar aquello.
-¿Quién se atrevería a ir? No, que horrible.- Solo imaginarlo hace que un escalofrío recorra mi cuerpo entero.
-Es que, esa no es la dinámica en si.- Lo miro confundida. -Tienen una piel, de algún animal, los padres de las chicas llegan y deben adivinar de cuál animal es esa piel, el primero en hacerlo, deja a su hija como la nueva Princesa del reino.- Pongo una cara de asco, porque eso es lo que es, algo completamente asqueroso.
-Debe que estar muy urgido por tener a alguien con él.- Es más que la verdad. -No sé qué tienen en mente los padres que van a ese lugar, son idiotas.- Murmuró molesta.
-Céli, estamos en la casa de Dios, no digas groserías.- Dice completamente ofendido.
-"Idiota" no es una grosería, Akon, aparte, Dios no sabe de mi existencia, dudo que le moleste eso.- Ruedo los ojos fastidiada con el mismo tema.
Era lo mismo de siempre, "no digas esto, porque Dios se molesta", "no hagas aquello porque Dios está aquí, Dios allá, Dios esto, Dios lo otro". ¿Había algo en lo que no metieran a Dios?
A veces creía que era grosera con el padre, con Akon o Akira, pero, me era molesto que incluyeran a Dios en todo, cuando lo hacía también, Dios parecía no escucharme, no tenía casi que le siguiera pidiendo cuando era obvio que se había olvidado de mi.
Salí de la recámara, dejando solo a Akon, bajé y fui hasta la salida, necesitaba un poco de aire, ya era algo tarde y estaría oscuro pronto, solo caminaría un rato por ahí antes de regresar a la Iglesia.
Me dirigí al parque, no había mucha gente y era mejor así. Estaba con la etiqueta de ser la hija de un borracho golpeador que terminó matando a su esposa por un ataque de ira, era complicado sobrellevarlo, pero podía ignorarlo también.
Me senté en una de las bancas que estaban ahí mirando a todos los niños que jugaban en ese lugar. Parecían felices, riendo, yendo de un lugar a otro; me era fácil pensar que así como yo cuando era más pequeña, ellos creían que su vida estaría resulta una vez crecieran, me duele el alma saber que no sería así para todos, algunos sufrirían más.
Sigo sin entender porque debía ser así.
Mi mirada cayó sobre una carroza, era hermosísima, completamente negra, un negro muy brillante, los caballos estaban tan bien cuidados, eran preciosos también. Tan pronto como se detuvo, un hombre vestido de negro bajo con varios volantes en sus manos, entregándole a todos.
Las madres llamaron a sus hijos, para que se mantuviera cerca de ellas y las señoras no hacían más que decir cosas entre murmullos mientras miraban a las personas que estaban dentro de la carroza.
No pude evitar dirigir mi mirada hacia ese lugar, había alguien más adentro, era extraño la luz de la apenas saliente luna reflejaba un poco sobre el; iba de negro también, pero lo único que era visible a pesar de mi distancia era el brillante azul de sus ojos, eran, de verdad muy resplandecientes.
Quité mi vista cuando me dieron un folleto a mi también, fruncí el ceño al comenzar a leerlo.
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"El Reino de Dolen, está en busca de la nueva Princesa, toda aquella chica que quiera ser la esposa del Príncipe Edan debe presentarse en el Castillo.
Solo un buen cazador conoce la piel de cada animal que habita en este lugar, el que adivine el origen, se llevará una gran cantidad de dinero a cambio de que su hija se convierta en la esposa y próxima Princesa del lugar.
Atte: Su Majestad Akuma"
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Quedé petrificada al leer todo. Lo que Akon dijo era cierto, lamentaba por aquellas chicas que estarían ahí y por la que se quedará en manos de aquel depravado hombre.
-Escuche que el rey es el mismo Demonio y que su hijo era igual o peor que él.- Mencionó una de las señoras que estaba sentada cerca de mi.
-Me dijeron que el Príncipe tiene alas negras y que a simple vista son preciosas, por eso nunca sale y si lo hace es de noche cuando no hay nadie en las calles.- Murmura alguien más.
-Por eso el castillo debe de estar tan lejos de la ciudad, así para nadie es fácil llegar hasta ahí.-
Cuando volví mi vista al lugar donde se había parado la carroza, ya no estaba, tal vez estuve muy concentrada escuchando lo que decían o tal vez se fue sin hacer ruido, lo cual es raro, los caballos son ruidosos en una cosa de esas.
Mi piel se erizo por completo cuando leí de nuevo aquello y me levanté para ir de regreso a la iglesia, ya era muy tarde y probablemente el padre Nicholas estaba preocupado porque no llegaba.
Un grupo de chicos estaban del otro lado de la calle y sentí miedo cuando uno de ellos comenzó a caminar hacia mí, susurrando algunas cosas que eran inaudibles para mí debido a la distancia que aún había.
Apresure mi paso cuando lo sentía más cerca de mi, aferrandome al collar con el crucifijo que mi madre me había dado cuando era más pequeña. En estos momentos era cuando necesitaba a Dios para ayudarme. Pero como siempre, no estaba.
-Oye, ¿También golpeas como tu padre? Porque nada me daría más gusto que tus manitas me erizaran la piel con un golpe tuyo.-
Solo seguía caminando más rápido cuando lo sentí más cerca de mi.
-Seguro que tu padre ya te dió tu estrenada, ¿No? Estás muy buena para que no fuera así.- Esta vez ya estaba a pasos de mi y su mano tomó la mía con fuerza. -Vamos a divertirnos un rato, preciosa, no te vas a arrepentir.-
-¡Suéltame!- Intenté safarme de su agarre pero era demasiado fuerte. -No me hagas daño, por favor.- Lo mire suplicante, deseando que soltará mi mano.
-Pero, si apenas ha comenzado nuestra diversión.- Hizo una seña a los demás chicos que estaban ahí y me empujó dentro de una calle que estaba en completa oscuridad.
Mi cuerpo cayó al suelo y seguido de eso, el de quién suponía era aquel chico. Comenzó a besarme por todos lados, sus manos se movían por todo mi cuerpo y yo solo podía llorar, rogándole a Dios que alguien llegara a ayudarme.
-¡Ayuda! ¡Déjame en paz!- Un golpe impactó en mi rostro al instante y mi vista se nubló aún más, me sentía mareada, y todo se oía lejano.
Su mano se coló entre mi ropa interior y me tocaba con brutalidad, solo lloraba y no decía nada, no quería ser golpeada de nuevo.
Sentí pasar mi vida en un segundo, aunque no me estuvieran matando sentía que ya no tenía alma ni nada.
Un golpe en el suelo retumbó el lugar y sentí que aquel peso que estaba sobre mí, se había quitado y una respiración muy fuerte y agitada se escuchaba a mis espaldas.
-¿Así que les gusta atormentar a chicas indefensas?- Aquella voz era terrorífica, no quería girar mi vista, estaba realmente asustada.
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Espero que estén disfrutando la historia, realmente me estoy esperando en darles algo de calidad y espero que les guste.
—Joa🖤
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