Capitulo Veintisiete.

Levantando su mano hacia el sol, Noah se entretuvo observando los rayos de luz pasar a través de sus dedos al tiempo que movía sus pies dentro del agua, agitando la tranquilidad de la misma. Estaba sentado en el borde de la piscina, en una de las tantas casas que pertenecían a su padre en Tailandia. Aunque habían escogido ese destino con una segunda intención detrás, él realmente disfrutaba del clima local y de los hermosos paisajes que podían verse a través de las ventanas.

El país era un lugar hermoso para vacacionar, más no para vivir cuando de él se trataba. Después de todo, la mayoría de su familia paterna aun residía por allí, lo que hacia imposible para él el siquiera pensar en tener una vida pacifica.

Era realmente triste pensarlo, después de todo, era su tierra natal, allí había nacido y vivido hasta los cuatro años, cuando Nate lo había tomado y llevado a vivir a Inglaterra con la excusa de encontrar mejores escuelas para él allí. Aun así, sus abuelos habían insistido en tenerlo algunas semanas en las vacaciones, las cuales solo habían sido días horrorosos que solo habían servido para hacerlo sentir peor consigo mismo y sus decisiones. Ellos eran personas realmente viciosas, que se esforzaban día a día por hacer la vida de otros miserable. 

Desgraciadamente para él, había nacido para ser su victima fija, así que solo había tenido que acostumbrarse.

O al menos, hasta que fue lo suficientemente mayor para inventarse excusas y evitar esas visitas lo mejor posible. Muchas veces no había resultado y había sido arrastrado bajo su tutela por las dos semanas más horrorosas de su vida, pero otras, cuando si lo había hecho, había atesorado la sensación de libertad que tan simple acción le había provocado.

Y ahora allí estaba, regresando a Tailandia por propia voluntad y para su bendita luna de miel,

Háblenle de personas masoquistas.

—¿Teddy?

La voz de Darius fue acompañada por el sonido de la puerta corrediza que daba al jardín, Sus pasos se acercaron antes de sentarse detrás de él, poniendo una pierna a cada lado de su cuerpo y rodeándolo con sus brazos.

—Hey, ¿qué haces aquí fuera? Todavía es bastante temprano. —musitó cerca de su oído.

—Es temprano para ti —dijo, recostándose en su pecho desnudo tranquilamente—. Eres un perezoso.

—No soy perezoso, es el cambio horario —se defendió antes de suspirar—. Y el vuelo nocturno, y toda la fiesta anoche, fue una locura, aun estoy resacoso. 

Noah tenía que darle eso. Apenas habían logrado dormir un par de horas antes de tener que arrastrar sus cuerpos pesados por la noche de fiesta al avión y viajar las doce horas -quizás un poco más- para llegar a su destino. Aunque habían dormido algo en el avión, apenas llegaron ni siquiera pensaron en hacer otra cosa que no fuese dormir. Para Noah, personalmente, ese descanso fue algo más bien interno que logró aflojar toda la tensión en su interior. Como si no hubiese logrado descansar en años, y finalmente hubiese podido dormir correctamente. 

Aun no estaba seguro de si su nueva sensación pacifica se debía a un interludio, la paz antes de la tormenta, o quizás era el hecho de que sabía perfectamente que su nuevo estado civil le proporcionaría libertades con respecto a su familia que no había tenido antes. Estando casado, se encontraba a medio camino de lo que sus abuelos querían de él. 

Ellos habían estado en la boda, no había tenido otra opción que invitarlos, no queriendo enfrentarse a la alternativa que ellos propondrían de saberlo por otros medios. De todas formas, ellos solo se habían quedado a la ceremonia -como si quisiesen asegurarse de que realmente lo había hecho- antes de despedirse con unas frías felicitaciones, despareciendo en sus autos caros, rodeados de su usual séquito.

Había ignorado toda esa escena debido a la petición de Darius y su familia de que disfrutara la fiesta y no hiciese caso a lo que ellos hacían. Y si, él había disfrutado su boda. Aunque aun había algunas cosas del después que rondaban su mente y no quedaban del todo claras, tendría que tener una larga charla sobre "limites" con los hermanos Saengtien en cuanto tuviese la oportunidad. Había visto tanto a Reb, como a King, en situaciones que merecían una explicación que no le produjese deseos de asesinarlos.

Tenía suficientes dramas con su propia familia, no necesitaba que la familia de los chicos también se fuese contra él si estos tomaban caminos erróneos. Y si, estaba bastante seguro de que la culpa recaería en él, algo así como "una mala influencia" hacia sus pequeños pimpollos, Noah definitivamente no necesitaba eso.

El suave movimiento de Darius lo sacó de sus pensamientos, su mano pasó a descansar en la palma más grande antes de que entrelazara sus dedos y los subiese a su boca, besando con delicadeza el anillo en su dedo anular. Las alianzas habían sido elegidas por Darius y hasta el momento de la boda, Noah no había podido verlas. Él realmente había confiado en el gusto del otro, y una vez más, no había sido decepcionado.

Darius había escogido algo bastante simple, aunque mientras la suya era una banda simple y lisa, la de Noah tenía un trío de pequeñas piedras rosadas en el centro que formaban un corazón. Era algo pequeño y casi imperceptible, pero eran un detalle hermoso. Ambos habían enviado, en secreto, a grabar una frase en el interior del anillo del otro.

Y si, él había llorado un poco al ver lo que Darius había elegido para grabar en su anillo. La frase "Siempre a tu lado", era perfectamente legible en el interior. Y aunque era una frase simple y quizás sin sentido para otros, para él lo era todo. Era una promesa, simple y llana, y entre ellos dos, algo que Darius le había repetido sin cansancio durante sus años más oscuros, y que había mantenido siempre.

Tan simples palabras, una corta frase, y era el mundo entero.

Inclinándose   hacia atrás, cerró los ojos y se permitió fundirse en el suave calor que el cuerpo de Darius destilaba mientras respiraba el aire limpio que parecía rodearlos desde todas direcciones. Y por un instante, realmente pudo saborear la paz que tanto había añorado.

—¿Teddy? —la voz de Darius fue tan suave como la brisa, como si no quisiese interrumpir su instante tranquilo—. He estado esperando para decirte esto, pensé que podía esperar, pero comienzo a pensar que quizás solo debes saberlo y decidir que hacer por tu cuenta. No quiero quitarte el derecho a decidir, siento que ya te han quitado demasiado durante toda tu vida.

Abriendo suavemente sus ojos, parpadeó hacia el cielo despejado sobre su cabeza y preguntó:— ¿De que se trata?

Aunque podía escuchar la vacilación en su voz, Darius no tardó demasiado en hablar, como si hubiese tomado una decisión de la que no estaba completamente seguro, pero que sabía era lo correcto.

—¿Recuerdas a Christopher? —preguntó—. El ex-prometido de tu padre, te hablé de él antes.

Noah asintió suavemente en silencio.

—Tengo su dirección. —Darius declaró—. Vive aquí, en Tailandia. En realidad, sería un viaje de unos cuarenta minutos de aquí hasta su casa.

Nuevamente, Noah no estaba sorprendido, después de todo, Darius le había prometido encontrar la forma de conseguir hablar con ese hombre. Y él jamás, nunca, rompía una promesa hecha a Noah. Así que, en algún lugar en su inconsciente, esperaba esa declaración, así que no se sobresaltó ante la información y en realidad, fue capaz de procesarla con bastante calma. 

—¿Crees que debamos ir? —preguntó con suavidad.

—Es tu decisión, cariño —dijo—. Si lo deseas, puedo conseguir a alguien que nos lleve allí ahora mismo, solo debes pedírmelo y sabes que lo haré.

—Lo sé.

Lo que también sabía era el mundo de nuevos problemas que traería esa conversación a su vida. Porque no estaba siendo tan iluso de creer que todo sería color de rosa cuando los secretos que su padre había estado guardando con tanto recelo, finalmente viesen la luz. Tenía la sensación de que su vida estaba a punto de complicarse aun más.

Girando la cabeza, observó el perfil tranquilo de Darius, quién le decía sin palabras que cualquier decisión que tomase sería aceptada sin ninguna queja por él. Luego de un instante de meditación, Noah coló su mano hasta descansar en la nuca del mayor, acariciando el suave cabello castaño antes de guiarlo a inclinarse, encontrándose a medio camino para poder unir sus labios en un suave beso.

—Hoy no —decretó al separarse—. Es nuestra luna de miel, al menos tengamos un día de paz y tranquilidad, solos tu y yo, y mañana podemos comenzar a tratar con todo ese lío.

Darius lo miró con duda—. ¿Estás seguro, cariño? Sabes que a mi no me molestaría si lo hiciésemos ahora —dijo—. Tenemos toda una vida para estar juntos, podemos tomar diez lunas de miel más, no me importa si eso logra traerte algo de tranquilidad.

Noah sonrió, cerrando los ojos y volviendo a recostarse en sus brazos—. Lo único que necesito para tener paz eres tú —musitó, sonriendo cuando los brazos del mayor se apretaron a su alrededor—. Canta algo para mi, Dare, hace demasiado tiempo que no te escucho cantar.

Darius se detuvo, y por un instante, cuando Noah pensó que no iba a recibir lo que quería, comenzó con un murmullo suave antes de que las palabras llegaran lentamente:

"When your legs don't work like they used to before

And I can't sweep you off of your feet

Will your mouth still remember the taste of my love

Will your eyes still smile from your cheeks"

La voz de Darius era dulce, con un suave tono ronco que hacia que las canción sonase un poco más profunda de alguna forma. Noah aun lamentaba que la carrera musical del chico no hubiese llegado a buen puerto, pero al mismo tiempo, sabía que ese no era un mundo donde Darius pudiese florecer. Con un corazón tan expuesto como el del joven Baker, era difícil que pudiese resistir todo lo malo de la fama.

"And darling I will be loving you 'til we're 70

And baby my heart could still fall as hard at 23

And I'm thinking 'bout how people fall in love in mysterious ways

Maybe just the touch of a hand

Oh me I fall in love with you every single day

And I just wanna tell you I am"

Sintiéndose mucho más feliz y tranquilo de lo que se había sentido en años, se permitió a si mismo descansar su mente y olvidar por un instante todos sus problemas, disfrutando de la suave voz de Darius y de la cálida brisa que acariciaba su rostro, así como el agua fresca en sus pies.

"So honey now

Take me into your loving arms

Kiss me under the light of a thousand stars

Place your head on my beating heart

I'm thinking out loud

Maybe we found love right where we are"

Esto era exactamente como quería pasar el resto de su vida, en los brazos de Darius y sintiéndose en paz con su mundo.

(...)

El día pasó tan rápido como la noche, y ni siquiera se dignaron en salir más allá del patio trasero de la casa, no lo necesitaban. Para ellos, el estar juntos era suficiente. Habían sufrido demasiado forzándose a estar lejos el uno del otro, aprovechar la distancia y el pequeño refugio pacifico donde se encontraban para simplemente estar juntos, era lo único que deseaban.

Pero la mañana llegó demasiado rápido, y el mundo fuera fue rápido en colarse en su paz, recordándole que no se trataba solo de él, había más personas involucradas en el lío y recaía en ellos el encontrar una solución para que todo el mundo pudiese ser feliz.

Sentado en los escalones frente a la puerta principal de la casa, Noah observó distraídamente el movimiento de las ramas de los arboles cercanos gracias a la brisa e intentó discernir que infiernos se suponía que debía hacer ahora. Aun había muchas cosas de su historia familiar que sentía que no le habían sido dichas, por lo que su próximo paso era uno que debía dar con cuidado, ya que si pisaba un lugar incorrecto, temía que terminaría exactamente en la misma posición que su padre.

Antes de que pudiese hundirse demasiado en sus pensamientos, el sonido de un motor acercándose lograron que girase justo a tiempo para ver la bonita motocicleta azul entrando por el camino de grava. Darius había salido con el propósito de conseguirles transporte, pero obviamente, había logrado cumplirse un capricho propio en el proceso. El chico adoraba las motocicletas, así que no le sorprendía que hubiese optado por una.

Tomando su pequeña mochila, Noah la colgó en su espalda antes de bajar los escalones y acercarse a su tonto motociclista mientras este se quitaba el casco, dándole una mirada de un rostro sonriente y cabello disparatado.

—Antes de que digas nada, esto no es mi culpa —Darius se defendió antes de que siquiera pudiese abrir la boca para comentar algo—. Esto era lo único que tenían en el lugar de alquileres más cercano, y sabes que por aquí, es más fácil transportarse así.

Lo era, no podía discutir con eso. En el poco tiempo que ambos habían pasado por allí en el correr de sus vidas, Darius había hecho de su misión el pasearse por cuanto lugar pudiese en motocicleta, y Noah por su parte lo había seguido desde el interior de un seguro y perfectamente funcional vehículo con paredes y cuatro ruedas.

Observando el vehículo elegido con algo de aprehensión, Noah suspiró—. Sabes que las motocicletas no son mi cosa preferida en el mundo.

—Lo sé, pero realmente no había otra cosa —dijo antes de esbozar una de sus sonrisas patentadas que siempre lograban convencer a todas sus victimas y extender una mano en su dirección—. Además, pensé que estábamos en toda esa faceta de probar cosas nuevas.

—¿Que te dio esa impresión? —interrogó, viendo su ofrecimiento con duda.

Se encogió de hombros—. Bueno, ahora estamos casados y todo eso, pensé que eso hacia que todo fuese diferente para ambos —dijo—. No lo sé, creo que deberíamos probar cosas nuevas, podría ser que terminen gustándote, no lo sabes.

—Si lo sé.

—También sabias que casarnos era una pésima idea y aquí estamos, probando que estabas equivocado, porque es la mejor maldita idea del todo el maldito mundo. —dijo.

—No maldigas —le frunció el ceño. Subiendo su mano, deslizó sus dedos en la mano de Darius, permitiendo que este cerrara los suyos en un suave apretón, pero sin ceder a acercarse—. Tengo miedo, Dare, realmente no me gustan.

—No tienes que tener miedo de nada, dulzura, ¿acaso crees que existe siquiera un pequeña posibilidad de que permita que te lastimes? —lo jaló con suavidad, rodeando su fina cintura con su brazo para acercarlo a su cuerpo, dejando un dulce beso en la esquina de sus labios—. Confía en mi, Teddy. 

—Confío en ti, pero no en la motocicleta.

Darius sonrió—. Te caíste una vez, y no ibas conmigo, no puedes dejar que esa única vez arruine toda tu experiencia. Además, te prometo que soy un muy buen conductor.

—King dijo lo mismo, y aun así nos caímos. —masculló—. Y me lastimé, y me dolió mucho. 

—Lo sé, lo recuerdo. —su tono cambió, como si el simple recuerdo le desagradara antes de suspirar—. Está bien, cariño, haré algunas llamadas y veré si puedo conseguir un auto, ¿si? No tienes porque subir si no quieres.

Volviendo para encontrarse con su mirada, Noah captó el destello decepcionado en los ojos del mayor y la charla que había mantenido con Reb hacia un tiempo volvió a su mente. Darius siempre estaba cediendo a todo por él, cambiando sus planes y renunciando a cosas que lo hacían feliz solo con la intención de que él estuviese bien. Amaba al chico por eso, pero odiaba que tuviese que sacrificar cosas para su relación cuando Noah no lo hacía.

Meditándolo por un instante, se percató de que si no cambiaba ese habito de tomar y tomar cosas de Darius y no dar nada a cambio, su relación jamás podría mantenerse a flote de la forma correcta. Y la única forma de que eso cambiara, era que él cambiase también.

Con una mano en su hombro, detuvo a Darius de bajar de la motocicleta, sonriendo suavemente cuando este lo miró confundido—. ¿Dónde está mi casco?

Aunque sorprendido, Darius volvió a sentarse y negó suavemente—. No tienes que hacerlo si tienes miedo, Teddy.

—Quiero hacerlo —dijo, alcanzando el casco enganchado en la parte trasera de la motocicleta, lo puso en su cabeza y miró al otro, haciendo un gesto al broche bajo su barbilla—. ¿Me ayudas?

Con un suave brillo en sus ojos, alcanzó y cerró con suavidad el broche antes de acercarse y dejar un beso en su nariz—. Si tienes miedo en algún momento, me dices y me detengo, ¿si? —pidió—. No tienes que hacer algo que te asusta por mi.

—Tu siempre haces cosas por mi, sin importar como te sientes al respecto.

—Eso es porque te amo mucho, mucho, muchísimo. —musitó—. Y porque te amo muchísimo es porque no quiero verte asustado, herido o triste, así que si te sientes incomodo en algún momento, quiero que me digas, ¿entendido?

Sonriendo un poco, asintió—. Entiendo —dijo—. Prometo que te diré.

Poniéndose su propio casco, y viéndose más emocionado que momentos antes, Darius le dio una última mirada antes de ayudarle a subir a la parte trasera, jalando suavemente sus brazos para que rodeara su cintura.

—Agárrate fuerte, Teddy —pidió, dándole un suave apretón en sus manos unidas sobre su abdomen—. Solo aférrate fuerte a mi.

Haciendo lo pedido, Noah lo abrazó con fuerza, y cerró los ojos cuando escuchó el motor rugiendo a la vida. Saliendo nuevamente a la calle, Darius mantuvo un ritmo suave mientras acariciaba cada cierto tiempo sus manos, como si quisiese transmitirte algo de calma con el simple gesto.

Luego de un tiempo en carretera, Noah abrió lentamente sus ojos, observando el paisaje verde que los rodeaba en ambas direcciones. Al contrario de lo que casi toda su familia había supuesto, no habían viajado a la capital del país, sino a Chiang Mai, un lugar más verde y boscoso que la ciudad. Era tranquilo y hermoso, más cuando solo se trataba de unas vacaciones.

Soltando lentamente su mano, Noah la movió lentamente con la palma hacia adelante, sintiendo la cálida brisa golpeando con delicadeza su piel. Vio el movimiento del casco cuando Darius miró abajo, un momento después, la mano del mayor se movió para tomar la suya, sosteniéndola con suavidad para alejarla hacia un lado, extendiendo su brazo para atrapar más de la dulce calidez entre sus dedos. Estaban en una carretera prácticamente desierta, por lo que aunque Noah aun no había logrado apartar completamente su temor, el movimiento era bastante seguro.

Luego de un tiempo, el cuerpo de Noah finalmente se tranquilizó, y logró que la tensión lo abandonara y disfrutar de la sensación de estar tan cerca de Darius y a la vez ver el paisaje a su alrededor tan cercano. Su miedo a las motocicletas se debía a una mala caída, por ello la negación a subir a una nuevamente, pero ahora, con Darius, se percataba de que el miedo no estaba presente. Confiaba en el otro con su vida, sabía que iba a mantenerlo a salvo sin importar nada. 

Cuando la motocicleta se dirigió al camino de entrada de una hermosa casa de madera de estilo antiguo, Noah logró sentirse algo decepcionado. Obviamente, aceptar subir había sido una buena idea al final, y aunque aun no estaba seguro de si le gustaba, estar cerca de Darius y ver la sonrisa radiante que este le dedicó cuando bajó, era todo lo que quería. 

—No estuvo tan mal, ¿verdad, Teddy? —preguntó mientras desabrochaba el casco y lo quitaba con suavidad, ordenando con dedos suaves el cabello castaño de Noah.

Sonriendo, el otro asintió—. No tan mal —dijo—. Podría volver a subirme.

—Pues tendrás que hacerlo, porque así es como volveremos a la casa. —bromeó.

Dándole un pequeño golpe en el brazo, Noah se giró para ver la casa frente a ellos. Era hermosa, obviamente antigua, y aunque estaba construida en madera, era obvio que no era un material barato, además de que era una residencia enorme, lo que solo destilaba riqueza por donde la vieras.

—¿Está es la casa de Christopher? —musitó, viendo el frondoso jardín a través de las tablas del portón—. De alguna forma, esperaba algo más.

Bajando de la motocicleta, Darius se quitó el casco y se acercó a él, mirando en la misma dirección—. No esta mal.

—No, no lo esta —estuvo de acuerdo—. Es solo que... estuvo comprometido con mi padre, supongo que esperaba un poco más de riqueza esparciéndose por todos lados, sabes como es la familia de Nate.

—Quizás por eso el compromiso se rompió —Darius razonó antes de acercarse al timbre y oprimir el botón para llamar, escuchando el mismo sonar al otro lado por un momento antes de que una voz femenina hablase a través de él.

Cuando Darius se giró a mirarlo confundido, Noah rio suavemente. Darius sabía tailandés, pero no el que se hablaba allí, los acentos siempre lo confundían.

Quitándolo del medio, Noah oprimió el botón y se acercó para responder la pregunta de la mujer con fluidez—. Lamentamos molestar, estamos buscando a Christopher Kantachai —vaciló por un segundo en sus siguientes palabras, pero luego de compartir una mirada con Darius, agregó:— Venimos de parte de Nate Kenneth.

Al otro lado, el silencio prevaleció por un momento antes de que el timbre sonara y el portón eléctrico comenzara a abrirse lentamente. Obviamente, el nombre de su padre podría abrirles varias puertas por allí.

Volviendo a mirar a Darius, interrogó—. ¿Está bien que hagamos esto? Siento que estamos metiéndonos en la vida privada de mi padre, y de ser yo, no me gustaría otra persona husmeando en mis secretos.

—Cariño, esta también es tu historia, tienes derecho a saber la verdad —Darius respondió con suavidad—. Además, Nate jamás nos habría permitido tener acceso a esta información de haberlo deseado así. Él quiere que sepas, solo que tiene miedo de decírtelo él mismo.

Razonando eso, sabía que su padre había retenido esa información por años, por lo cual, tenía que haber una razón por la cual ahora había podido llegar a ella. Obviamente, o Nate estaba siendo más descuidado con el pasar de los años, o estaba intentando decirle algo sin hacerlo directamente.

Asintiendo suavemente, Noah caminó dentro cuando el portón terminó de abrirse, acercándose a la puerta principal mientras Darius acomodaba la motocicleta cerca de la misma. Ni siquiera había logrado llegar cerca de los escalones principales, cuando la puerta se abrió y una joven y hermosa mujer se apresuró fuera. Llevaba un vestido de flores amarillas que pareció flotar a su alrededor, su cabello castaño caía en ondas por sus hombros y hoyuelos marcaban sus mejillas cuando sonrió.

Oh, por dios —masculló acercándose y observándolo con ojos inmensos—. ¡Nate!

Parpadeando con sorpresa, Noah se movió incomodo—. Lo siento, creo que esta confundida, phi —habló con respeto—. No soy Nate.

—¡Por supuesto que no lo eres! —dijo, abandonando el idioma tailandés como si ni siquiera fuese su lengua materna—. Claro que puedo verlo en ti, pero no eres él.

La miró confundido cuando se acercó, viéndolo de cerca—. ¿Usted conoce a mi padre?

—Por supuesto que conozco a tu padre, también te conozco a ti. Haz crecido tanto, y eres tan hermoso —se acercó, su mano suave acarició su mejilla un instante—. Mi bonito Noah.

El familiar apodo viniendo de ella lo sorprendió—. ¿Como...?

Ella no esperó a que terminara, rodeándolo con sus brazos y llevándolo a un apretado abrazo repleto de olor a flores silvestres—. Mi pequeño niño —musitó—. Haz crecido tanto, te he extrañado cada día.

—Yo... yo no lo entiendo —dijo, demasiado aturdido como para pensar en apartarla—. Estoy muy confundido ahora.

—Sophie —una voz diferente interrumpió—. Lo estas asustando.

Cuando ella se apartó, murmurando una disculpa, la mirada de Noah se enfocó en el hombre de pie en la puerta. Estaba apoyado en un bastón, aunque obviamente no podía tener más de unos cuarenta y tantos años, y aunque una fea cicatriz cruzaba su mejilla izquierda, no pudo evitar ver las similitudes. Aunque los rasgos de Noah eran más suaves, igual a los de su padre Nate... aquí era el mismo tono de cabello castaño, los mismos ojos, el mismo hoyuelo en su mejilla cuando sonrió hacia él y el mismo pequeño lunar justo sobre su ceja izquierda. 

Algo cayó en su lugar en su cabeza, algo que había pensado que había procesado, pero ahora, teniendo la prueba irrefutable frente a sus ojos, se percató de que no había estado preparado realmente para enfrentar dicho descubrimiento.

Pude sentir todo de una infancia llena de dolor y rechazo, de una vida de secretos y mentiras cayendo sobre sus hombros como si hubiese estado de pie bajo una cascada. El llanto fue inevitable cuando dio varios pasos atrás alejándose, había tanto girando en su cabeza. Tantos recuerdos dolorosos, tanto llanto que había reprimido y tristeza que había guardado en un lugar profundo de su interior, intentando mantenerla lejos de su vista.

Él no podía hacer eso, no podía.

Girándose, intentó correr lejos, pero solo logró llegar a la calle antes de caer de rodillas, el llanto empañaba su visión y su pecho se apretaba de una forma tan dolorosa que jamás había sentido antes. Como si alguien hubiese robado el aliento de su pecho de un tirón, el oxigeno se fue y un segundo después, él simplemente no podía respirar. Su garganta se había cerrado tan fuerte que ni siquiera un soplo de aire podía pasar a través de ella, y por más que lo intentaba, solo un sonido doloroso escapaba de sus labios. Su cuerpo entero comenzó a temblar como si se hubiese dado una ducha fría en pleno invierno, y su corazón comenzó a saltar en su pecho pareciendo querer escapar de su cuerpo.

—¡Noah! —Darius estuvo allí en un segundo, dejándose caer de rodillas frente a él.

—No puedo... respirar —susurró, viéndolo aterrado, aferrándose con fuerza a la camiseta del otro—. No puedo... no puedo...

—Mierda... ¡No se acerquen, no ahora! —Darius gruñó sobre su hombro antes de centrarse en él, mirándolo con sus dulces y amables ojos verdes mientras tomaba las manos aferradas a su ropa con dulzura—. Está bien, Teddy, todo esta bien.

—Dare... no puedo...

—Estás teniendo una crisis, amor —susurró, inclinándose para besar suavemente su frente—. Todo estará bien en un instante.

—No... respirar —jadeó por aire—. Me... muero... Dare...

—Respira conmigo, dulzura —pidió, apretando sus manos contra su pecho, intentando guiarlo a través de ello—. Es solo una crisis, pasará en un momento, todo esto fue demasiado para ti, solo eso. Pasará, bebé, te lo prometo, confía en mi.

—Dare... —lloró aterrado.

—Estoy aquí, mi amor, estoy aquí —susurró, inclinándose para unir sus frentes suavemente—. Concentrate en mi, Teddy, solo en mi. Sigo aquí contigo, siempre contigo, nunca voy a dejarte sin importar lo que suceda, ¿si? Eres mi osito Teddy, siempre lo serás. Solo debes respirar conmigo, todo estará bien, pasará y todo estará bien.

Aunque lentamente y una eternidad después -al menos para Noah- los temblores desaparecieron, su corazón comenzó a latir normalmente y el oxigeno regresó a sus pulmones, pero el llanto no lo hizo. Lágrimas calientes se deslizaron por su mejillas sonrojadas, y aunque quiso acallarlos, los sollozos dolorosos siguieron escapando a través de sus labios. Se deshizo en pedazos en esa calle desolada, en un país que consideraba desconocido aunque lo había visto nacer, pero aun en los brazos de Darius.

Lo único constante en su vida era Darius.

Darius era su hogar, y se había asegurado de que el chico lo supiese y recordase cada día, al grabarlo en el interior de su alianza.



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Para quienes no la conocen, la canción que Darius canta es: "Thinking Out Loud" de Ed Sheeran, si no la escucharon, se las recomiendo muchísimo. 

Gracias por leerme. 

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