Capitulo Tres.

Darius estaba de malhumor, así de simple.

Girando las llaves del apartamento que compartía con Dorian en su dedo, caminó hasta el ascensor y oprimió el botón de su piso, recostándose en una de las paredes perezosamente. Para ese instante, debería estar acostumbrado a los repentinos cambios de humor de Noah, pero aunque lo desease, no podía negar que lo sacudían bastante cada vez que se enfrentaba a uno.

Había notado estos cambios desde el momento en que Noah había regresado a su vida, pero había estado tan feliz de tenerlo de vuelta, que había decidido hacer caso omiso. Pero luego de años, había llegado a un punto en que simplemente no podía ignorarlo. Noah iba de cálido a frío en un segundo, en un momento estaba comportándose como si fuesen los mejores amigos y al siguiente solo lo empujaba lejos sin razón.

Si era completamente sincero, esa actitud que se lanzaba de un extremo a otro comenzaba a hacer mella en su propia salud.

Darius podía hacer de cuenta que estaba bien, pero era muy consciente de que no tenía todos sus patitos en fila desde hacia un tiempo. Tenía problemas también, y según su terapeuta, estos no desaparecerían en un tronar de dedos, tenia un largo camino por delante que no sería para nada fácil. Pero al contrario de Noah, él estaba haciendo algo para reparar lo dañado en su interior.

Lo que les había sucedido había sido horrible, doloroso y jodidamente difícil de superar, pero aunque odiasen aceptarlo, el mundo seguía funcionando a pesar de ello. Y al final del día, ambos habían decidido seguir.

Así que eso era lo que debían hacer: seguir.

El problema es que no sentía que Noah estuviese haciéndolo bien por su cuenta, y cuanto más pasaba el tiempo, más lo preocupaba. Aunque actuaba como un idiota la mayor parte del tiempo y hacia de cuenta que no lo veía, Darius era completamente consciente de los cambios de humor y los estados de animo sombríos del más joven. Pero tenía demasiado miedo de empujarlo nuevamente al estado en el que había estado años antes, así que no lo mencionaba.

Pero eso no quería decir que no estuviese profundamente preocupado por él.

El sonido de las puertas del ascensor abriéndose lo sacaron de sus pensamientos, logrando que sacudiera el estado de animo lúgubre y caminase hacia la puerta indicada. En el momento en que dio un paso dentro del apartamento, deseó poder darse la vuelta e irse.

¿Cómo había olvidado el tema de sus primos?

Él no odiaba a su familia, infiernos, los adoraba con todo su corazón. Pero había algo en lo que Wolf tenía razón: la familia Baker junta solo anunciaba problemas, más aun tratándose de los más jovenes.

Los hermanos Baker tenían a su vez, tres primos: Daisy, quién era la mayor de todos, y por suerte, problema de un país ajeno. Luego venía Dexter, el cual era un imbécil diplomado que gustaba de joderle la vida a todo el mundo. Y para completar, el bebé de la familia, quién le había arrebatado el titulo a Darius con su nacimiento: Donovan, o Vanny, para los amigos.

Y eran estos dos últimos quienes se habían convertido en el nuevo problema de Darius.

No tenía idea de que era lo que había sucedido en la vida de esos dos para que hubiesen decidido mudarse repentinamente. La última vez que había hablado con ellos, habían estado completamente en contra de la simple idea, pero si era sincero, tampoco era como si le importase demasiado.

—Darius —Dorian se apresuró hasta él desde la cocina, arrastrándolo nuevamente en esa dirección antes de que pudiese hacer un comentario para llamar la atención de los dos en la sala. Una vez allí, el mayor se giró a mirarlo con un rostro lleno de reproche—. ¡Tu, bastardo, me abandonaste anoche!

Rodando los ojos, Darius apartó de un golpe el dedo acusatorio que su hermano estaba levantando hacia él y pasó a su lado hacia el refrigerador. Luego de sentir el ambiente repentinamente frío que provenía de Noah luego de terminar su llamada, Darius no había logrado probar bocado, y en vez de eso solo se había asegurado de que el más joven había comido debidamente antes de salir pitando de allí.

Tomando uno de los recipientes con ensalada que Dorian insistía en dejar en el refrigerador, tomó un tenedor para comenzar a comer antes de volver a ver a su hermano—. No te dejé solo —dijo, metiéndose un bocado a la boca sin importarle la mueca de asco del otro al ver la comida medio procesada—. Nuestros padres estaban allí, les pedí que se hicieran cargo de ti.

—¿Es que acaso no conoces a las personas que te trajeron al mundo? —él prácticamente chilló—. Esos dos estaban tan metidos uno con el otro que no se hubiesen percatado de un tren pasando junto a ellos.

Masticando lentamente, Darius observó con curiosidad el fondo del recipiente, intentando determinar que había en esa ensalada exactamente—. ¿Te dejaron botado? —dijo, algo sorprendido—. ¿Cómo volviste a casa?

—Ellos no me dejaron, me trajeron aquí.

—¿Entonces? —le echó un vistazo—. ¿Por qué el enojo?

Acercándose a él, Dorian echó un vistazo a la puerta de la cocina antes de bajar la voz a un siseo—. Ellos no me vigilaron como debían.

—¿A que te refieres con vigilarte? —bufó una risa—. ¿Acaso tienes dos años? ¿Debo decirle a Damon que me consiga una de esas barandas de seguridad como las que pusieron para Shiloh?

—Imbécil —lo golpeó—. Sabes que no hablo de eso.

Darius lo miró—. Si te soy sincero, no tengo ni idea de lo que quieres decirme, así que solo ve al punto.

—Es que... yo... —se retorció en su lugar por un momento antes de soltar un suspiro e intentar recomponerse—. Sabes bien como soy cuando bebo, Darius, mi sentido común se larga con el primer trago y para el cuarto ya estoy haciendo estupideces que jamás haría sobrio.

Encontrando un trozo de zanahoria dentro del revoltijo de verduras, masticó distraídamente los bordes antes de mirar a su ahora incomodo hermano con curiosidad. Una sonrisa comenzó a florecer lentamente en sus labios mientras más observaba, comenzando a comprender de que iba todo.

—Dorian Baker, ¿estuviste haciendo porquerías en la boda de uno de tus mejores amigos? —se burló.

El rostro del mayor se puso pálido tan rápido que fue impresionante, como si toda la sangre de su cuerpo se hubiese agrupado en sus mejillas.

La boca de Darius cayó abierta, junto con el tenedor en su mano golpeando el fondo del envase—. ¿Enserio? —murmuró sorprendido—. Dorian, ¿que diablos hiciste?

—No fue tan grave —aseguró, levantando las manos como si quisiese sacudirse cualquier responsabilidad—. Con seguridad no fue tan grave como tu podrida imaginación esta maquinando.

Darius se encogió de hombros—. No me culpes, he escuchado muchas historias.

—Fue solo un beso, ¿si? Solo eso.

Eso logró que perdiese un poco el interés, volviendo a comer—. Eso no se escucha tan mal —dijo—. ¿Con quién te besaste?

Dorian se quedó callado por tanto tiempo, que Darius no pudo evitar levantar la mirada en busca de una respuesta que llegó en un suave murmullo:— No sé.

—¿Que?

—Que no sé quién fue. —chilló.

Darius lo intentó, enserio que lo intentó, pero la risa floja fue mucho más fuerte que él, escapando a través de sus labios y haciendo eco dentro de la pequeña cocina. El rostro avergonzado de Dorian era algo que debería ser retratado y enmarcado para la posteridad. Su recatado y siempre prolijo hermanito había cometido una falta, y ni siquiera sabía con quién, debería ser una fecha marcada en el calendario.

Frunciendo el ceño, Dorian lanzó varios golpes hacia él, dándole en cada lugar que logró alcanzar—. Tu no tienes derecho a reírte, desgraciado, ¡me abandonaste cuando te necesitaba!

Alejándose de su iracundo hermano, Darius tomó aire e intentó ponerse serio—. No te abandoné, te dejé al cuidado de nuestros queridos padres, es tu problema si no puedes comportarte —dijo—. Y en todo caso, fue solo un beso estando borracho, hermanito, no hagas un drama de ello, quizás el tipo ni siquiera lo recuerde al despertar.

—¿Enserio crees eso? —parecía esperanzado.

Dejándose caer en una de las sillas alrededor de la pequeña mesa, dejó el envase sobre la misma—. ¿Recuerdas haber hecho la coreografía de "Pajaritos a bailar" de la pelicula de Jimmy Neutrón?

—¿Eh?

—Eso lo dice todo —señaló, riéndose—. Déjalo ir, Dor, todos hemos hecho cosas tontas estando borrachos, mira a Damon y Blue.

—Eso salió bien para ellos. —Dorian murmuró.

Sonriendo, Darius asintió—. Nunca dije que todas las cosas tontas son malas, a veces hasta salen cosas buenas de ellas. —dijo—. Así que a menos que comiences a sentir mareos y nauseas de aquí a un mes, solo olvídalo.

—No me acosté con él, fue solo un beso... creo —dudó antes de sacudirse—. Estoy seguro, solo fue un beso.

Darius hizo un pequeño gesto con su mano—. Entonces solo déjalo, nadie aparecerá en tu puerta culpándote de nada, solo haz de cuenta que no sucedió.

Pareciendo solo un poco más aliviado, Dorian suspiró y jaló la silla al otro lado de la mesa antes de sentarse—. Papá me dijo que tuviste que llevar a Noah a su casa, que estaba bastante borracho.

Un poco de su malhumor regresó—. Tan borracho que podría haber olvidado hasta su maldito nombre.

Notando su cambio de actitud, la voz de Dorian se suavizó al preguntar:— ¿Que sucedió?

De todas las personas de su familia, Dorian era el único que sabía perfectamente lo que había sucedido. Él había estado presente en cada paso de ese escabroso camino que Darius y Noah habían tomado, también había sido quién había tenido que juntar sus pedazos cuando este último se había marchado sin siquiera una despedida.

—Nada grave, solo Noah siendo Noah.

—¿Quieres contarme? —Dorian presionó con suavidad.

Darius suspiró—. Nos besamos anoche... o yo fui quién lo besó —sacudió la cabeza—. Él me pidió que lo hiciera, pero estaba malditamente borracho, así que supongo que fue mi culpa por no negarme.

—Darius...

—También me dijo que me amaba —interrumpió, revolviendo los restos de la ensalada con su apetito ya perdido—. Aun sabiendo lo borracho que estaba y que jamás lo habría dicho de no haber estado tan intoxicado, me alegró haberlo escuchado, ¿sabes? Soy tan estúpido.

Acercándose le dio un apretón suave a su brazo—. No eres estúpido, al menos no por esas razones. —quitó la mano cuando Darius le lanzó una mirada. Escondiendo la sonrisa de burla, el mayor suspiró—. Ustedes dos, sinceramente, son un dolor de cabeza. Sé a ciencia cierta que se aman con locura, no entiendo porque hacen todo tan complicado.

—Nosotros no lo hacemos complicado... es la situación, todo es tan... —sacudió la cabeza antes de hacer un gesto a la puerta—. Mejor cuentamente sobre Tom y Jerry, ¿realmente van a quedarse?

Dorian no parecía contento con el cambio de tema, pero aun así lo dejó pasar—. Dexter ya se instaló en la habitación de huéspedes —dijo, para nada contento antes de que su rostro se suavizara—. Las maletas de Vanny están en el pasillo, aunque le dije que estaba bien, dijo que no iba a hacer nada sin hablar contigo antes. Dijo que si tu no estabas cómodo con él aquí, entonces encontraría otro lugar en donde quedarse.

Darius asintió suavemente—. No me molesta que él se quede, al contrario, Vanny es un amor —dijo antes de bajar la voz—. Si solo pudiese decir lo mismo de Dex.

—Lo mismo digo —dijo—. Pero al parecer, esos dos son un paquete, así que a menos que quieras dejar a Vanny en la calle...

—Que se queden —cedió con un suspiro—. Sabes perfectamente que no los arrojaría a la calle, aun si es el imbécil más grande del mundo.

Dorian asintió—. Lo sabía —dijo, haciendo un gesto sobre su hombro—. Ahora, habla tu con él, dile que le das el visto bueno o es capaz de dormir en el cordón para evitar molestarte.

Renunciando a terminar su ensalada, dejó el recipiente en el fregadero antes de salir de la cocina y hacia la sala. La televisión estaba encendida, y aunque Dexter parecía completamente concentrado en lo que sucedía en ella, Vanny no. El más joven estaba de rodillas sobre el sofá, con sus brazos sobre el respaldo y su barbilla apoyada en ellos, mirando hacia la puerta de la cocina como un cachorro esperando por un rostro conocido.

Los ojos castaños eran grandes en su rostro bonito, como si estuviese midiendo el humor de Darius. Cuando este sacudió juguetonamente su cabello, una sonrisa se extendió por su rostro.

—Pon tus cosas en la habitación, Vanny —Darius pidió.

Como si fuese posible, esos ojos se agrandaron a un más con la emoción mientras su dueño se enderezaba en el sofa, mirándolo con expectativa—. ¿Podemos quedarnos aquí?

—¿Acaso creíste que te iba a arrojar a la calle? —se burló, señalando el pasillo—. Ve a guardar tus cosas.

Con un chillido contento, Vanny se puso de pie en el sofa y se lanzó a abrazarlo—. ¡Gracias, gracias, gracias!

Balanceando su peso, Darius le devolvió el abrazo con una sonrisa antes de que el chico se escapara, pareciendo malditamente feliz mientras se apresuraba en dirección a la habitación de invitados. Una vez que hubo desaparecido dentro de la misma, giró a mirar a la otra persona allí. Dexter aun estaba de espaldas a él, todo lo que había a la vista era su oscuro cabello castaño y un lateral de su estoico rostro.

—Tu —dijo, inclinándose con sus manos sobre el respaldo del sofa para poder echar un vistazo a su rostro—. Si te quieres quedar aquí, tendrás que decirme porque estas mudándote a la ciudad en primer lugar.

Dexter bufó—. No le hiciste esa pregunta a Donovan.

—Vanny me agrada, así que sin importar sus razones, es bienvenido aquí —dijo—. Pero tu no, Dexter, no me agradas ni siquiera un poco. Así que si vas a quedarte en mi casa, quiero tus razones para estar en la ciudad en primer lugar.

Deteniendo su acto de mirar el televisor, el mayor le echó un vistazo—. ¿Por qué? ¿Acaso tienes miedo de que haga algo?

A Darius realmente no le agradaba el bastardo—. Tu sabes perfectamente porqué no te quiero aquí.

—Me tienes miedo, ¿verdad?

El malhumor se tornó en simple enojo, pero aun así, Darius se negó a darle el gusto de una respuesta. Porque eso era lo que Dexter estaba buscando, que respondiera para poder tener una excusa para golpearlo. Había sido así por años, aun de niños, pocas veces habían logrado convivir más de cinco minutos sin querer lanzarse al cuello del otro.

Una sonrisa burlona comenzó a hacer su aparición en el rostro del mayor antes de que hablara:— ¿Cómo está Noah? —dijo, sus ojos brillando con interés—. Lo vi anoche en la boda, sigue tan hermoso como siempre.

Los dientes de Darius se apretaron con tanta fuerza que crujieron—. Mantente alejado de Noah.

—No puedes impedir que me acerque a él, Darius —se burló—. Ustedes dos solo son amigos, ¿recuerdas?

—Eso no te da el derecho-

—Tu tampoco tienes ningún derecho —lo cortó y por su sonrisa de mierda, era obvio que estaba provocándolo—. Tu sabes perfectamente la razón por la que estoy aquí.

Darius estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para controlar su temperamento—. No le interesas a Noah, abandona esa idea.

—Dejaré que él me lo diga personalmente. —dijo, volviendo al televisor mientras comentaba distraídamente—. Planeo invitarlo a una cita en cuanto la oportunidad se presente, y créeme, Darius, se presentará.

Antes de que pudiese hacerle algo... como arrancarle la lengua y hacérsela tragar, un brazo se cruzó en su cuello y Dorian lo arrastró con bastante facilidad hacia la habitación al final del pasillo. Lanzándolo dentro de la misma, el mayor cerró la puerta, parándose frente a ella y lo miró.

—Está provocándote, Darius, sabes perfectamente que le encanta hacerlo —dijo—. No le des el gusto de verte metido en problemas por esto.

—Él esta aquí por Noah, Dor —señaló, caminando alrededor como un león enjaulado—. Por eso vino a la ciudad, ha estado corriendo detrás de Noah como un cachorro ansioso desde que somos niños, esperando la oportunidad para arrebatármelo.

—En primer lugar, Noah no te pertenece —señaló—. Y en segundo, él jamás le ha dado la hora a Dexter, ¿por qué te preocupas?

—Porque lo conozco —señaló a la sala—. Lo he visto en acción y puede que sea un infeliz, pero es uno que sabe bien como llegar a las personas.

—¿Crees que sea capaz de conquistar a Noah? —se cruzó de brazos, nada dispuesto a darle la oportunidad de regresar y empezar una pelea con el otro—. ¿Acaso no crees en Noah?

—Por supuesto que creo en él.

—Entonces deja estas estupideces —Dorian gruñó—. Noah te ama, te ha amado desde que era un niño pequeño y no creo que deje de hacerlo pronto. Dexter puede llenarse la boca hablando, pero él sabe tan bien como yo que jamás estará siquiera cerca del corazón de Noah.

—Es solo... —soltó un resoplido de aire, antes de agacharse en un intento de respirar suficiente oxigeno de nuevo. Sentía como si sus pulmones fueran a estallar, le dolía la cabeza y el zumbido en sus oídos no estaba ayudando para nada—. Yo solo...

—Mierda —Dorian se apresuró a cruzar la habitación, poniéndose de rodillas frente a él y dándole pequeños golpecitos en su mejilla hasta que los vidriosos ojos verdes se enfocaron en él—. Estas teniendo una crisis, Darius, debes calmarte o te desmayaras.

Darius sacudió la cabeza con fuerza, respirando con más fuerza en un intento de arrastrar el precioso aire de nuevo a sus pulmones. Había tenido crisis antes, sabía de que se trataban y que no eran tan malas como a él le parecía. Pero por más que lo intentaba, el corazón latiendo con fuerza en su pecho no se detenía.

Su mente iba a través de mil pensamientos por segundo, impidiéndole concentrarse en una sola idea a la vez. Sabía que tenía que calmarse, pero la sola idea de Dexter tocando a Noah lo hacia enloquecer, así como el conocimiento de que si el más joven decidía darle una oportunidad a su primo él no podría hacer nada al respecto.

Todos esos malos pensamientos que había tenido cuatro años atrás se agolparon al frente de su mente, atacándolo con sus feroces dientes y abriendo las viejas y profundas heridas que creía cerradas.

"Eres un perdedor, ni siquiera pudiste protegerlo"

"Noah enfermó por tu culpa"

La voz era insidiosa, causando dolor en cada eco, y por alguna extraña razón, se parecía mucho a la voz de Darius mismo.

"No eres suficiente, jamás serás suficiente".

"Noah esta mejor sin ti, por eso te abandonó"

"¿Quién podría amar a una basura como tú?"

—¡Darius! —la voz de Dorian se escuchaba lejana y apenas audible detrás de todos los pensamientos. Su rostro era una mancha de desesperación frente a él—. Darius, respira, maldición.

"Todo lo que haces es herir a los demás, destruyes todo"

"No mereces a Noah, no mereces amar a nadie"

"Nadie va a poder amarte jamás, porque no vales nada"

Respiró con fuerza, pero fue peor, como si todo el aire en su interior se escapase en ese último y desesperado intento de respirar.

"Noah ya no te ama, jamás lo hará".

Ese último pensamiento fue lo último que escuchó antes de perder el conocimiento. Escuchó a Dorian maldecir, pero no le importó.

En la inconsciencia, nada de su realidad existía y podía hacer de cuenta que todo en su mundo estaba bien. Al menos por un instante, su osito Teddy lo amaba de nuevo. 

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