Capitulo Dos.

¡Oh, santo bebé Jesús!

Aferrándose a su cabeza, Noah giró entre las sabanas de su cama, intentando empujar lejos el malestar que revolvía su estomago.

¿Por qué había creído que beber tanto era una buena idea?

Ah, si, esa ni siquiera había sido su idea. Algún día él aprendería a no seguirles la corriente a los niños Baker, eso jamás terminaba bien para nadie. Y aunque esta vez no se había tratado del trío problema, los primos de estos también entraban en la misma bolsa. Parecía que cualquiera que fuese portador del apellido, cargaba el gen problemático adherido a su Adn.

Revolviéndose un poco más en su propia miseria, se quedó un instante simplemente absorbiendo las consecuencias de sus errores antes de finalmente tomar una decisión y empujarse fuera del nido de mantas, sentándose contra la cabecera de la cama.

Si hacia un balance total, no se sentía tan mal, había estado en peor estado en otras situaciones. Aunque no recordaba mucho de la noche anterior, tenía la sensación de que se había deshecho de la mayor parte del alcohol en su sistema antes de tocar la cama, cosa que agradecía mentalmente. Habría sido un real desastre si hubiese logrado digerir todo lo que recordaba haber bebido.

Era la última vez que se emborrachaba, lo había decidido, no valía la pena.

Con esa nueva resolución tomada, se arrastró lastimosamente fuera de la cama y caminó a los tumbos hacia el baño. El hedor dulce de las bebidas que había consumido la noche anterior aun seguían pegadas a él, y aunque su ropa había sido retirada hasta dejar solo su ropa interior, eso no había hecho nada por alejar la evidencia de su cuerpo. Golpeando la ducha abierta, se metió bajo la tibia lluvia y lavó los restos de sus noche de juerga.

Esperaba realmente no haber hecho nada estúpido, lo último que necesitaba era salir en el video de bodas de Wolf y Nicky haciendo el ridículo.

¡Por favor, no dejes que haya hecho el ridículo! pensó mientras aclaraba la espuma de su cabello.

Sintiéndose un poco más renovado al estar limpio, tomó algo de ropa interior y una vieja camisa gris que Darius había dejado olvidada por ahí en algún momento, y se metió en ellos. Fregando su nariz, apartó cualquier rastro de somnolencia mientras se dirigía a la puerta de la habitación. Tenía planes de prepararse algo de comer y luego ser perezoso en el sofá durante el resto del día, de todas formas no tenía otra cosa mejor que hacer.

Sus planes se fueron a la basura a mitad de camino por la escalera que daba al primer piso, una suave y conocida voz llegó a sus oídos mientras mascullaba en voz baja.

¿Por qué Darius estaba en su casa?

Apresurándose a terminar de bajar, siguió el sonido hasta la cocina. Darius estaba de pie frente a la encimera de la cocina, batiendo algo dentro de un recipiente mientras mascullaba sin parar a quien fuese que estuviese al otro lado del teléfono que sostenía en su oreja.

—¡Pero papá! —se quejó como un niño pequeño, esperando una respuesta antes de agregar:— ¡Sé eso, lo sé! Pero no porque sean mis primos debo soportarlos, que se vayan a vivir a un hotel mientras encuentran una casa, ¿por que tienen que vivir con nosotros?... ¡Por que no quiero!... ¡no, no tengo ninguna buena razón más que no querer ver sus caras al despertar!... ¡papá!...

Deteniéndose en la puerta, se recostó casualmente en el marco mientras observaba al joven Baker hacer uno de sus pequeños berrinches de niño mimado.

—¡Pero, pero...! —lloriqueó en el teléfono, y hasta golpeó un poco su pie en el suelo en un intento de hacer un punto—. Sé que son mi familia, ese no es el problema... bien, bien, Vanny puede quedarse, pero Dexter no... ¿Y a mi qué? ¡Que vaya y duerma bajo un puente si quiere!... ¡él no me agrada!... ¡No me importaría aun si fuese mi bendito gemelo, no lo quiero en mi casa!... ¡Si, ya sé que el apartamento es de Damon, pero...

Cuando gruñó bajito al ser interrumpido y volvió a golpear su pie en el suelo, Noah no logró contenerlo. Un pequeño brote de risa escapó de sus labios, logrando que Darius detuviese lo que hacia y girase sobre sus talones, observándolo con sorpresa que rápidamente se trasformó en una sonrisa de bienvenida.

Dios, esa sonrisa... Noah realmente la amaba.

—Noah despertó, papá. Debo terminar el desayuno... si, si, te llamó luego, adiós. —cortando la llamada, miró a Noah—. Buenos días, Teddy.

—Buenos días, Dare. —frotó su cabeza distraídamente, sacudiéndose la sensación cálida en su pecho—. ¿Qué haces aquí tan temprano?

—No es temprano, es casi mediodía —dijo—. Y estoy aquí, porque anoche tuve que arrastrar tu ebrio trasero de nuevo a casa.

Se quejó en voz baja—. ¿Cuánto bebí?

—Lo suficiente como para tener que ser cuidado por dos niños de diez años, los cuales tuvieron que sostener tu hipotético cabello mientras devolvías tus intestinos al dios de la porcelana.

Noah estaba mortificado—. No volveré a beber en mi vida.

Una botella de analgésicos apareció frente a él—. Tomate una de estas y siéntate, estoy terminando tu desayuno-almuerzo ahora.

—¿Por qué tu estas tan bien? —preguntó, sacando una de las pastillas y lanzándola en su boca antes de aceptar el vaso de jugo que Darius empujó en su dirección y bajarla con un trago del dulce liquido—. ¿Acaso no bebiste?

—Solo limonada. —dijo—. Porque soy un hombre sano que no se deja arrastrar por sucios vicios como tu.

—Oh, cállate, bastardo —escupió, sentándose frente al desayunador—. Eres como un pozo sin fondo cuando se trata de cerveza, no quieras engañarme a mi.

Darius rio entre dientes a la acusación, pero no lo negó—. De todas formas —dijo—. ¿Por qué bebiste tanto? Nunca has sido especialmente fanático del alcohol.

—Daisy. —dijo con simpleza, y Darius asintió en comprensión.

Daisy era la prima mayor de Darius, y un maldito desastre. Al contrario de lo que se hubiese creído al ser la primera de su generación, la joven no era para nada responsable y en vez de eso, adoraba causar estragos a donde fuese. Emborrachar a Noah había sido su última travesura, pero seguramente, no sería la última. Por suerte para la ciudad entera, ella solo había llegado para asistir a la boda y regresaría nuevamente a casa pronto.

Noah no estaba seguro de que alguien estuviese a salvo si ella se quedaba más tiempo.

—¿Hice algo estúpido? —preguntó.

Darius parpadeó hacia él—. ¿Estúpido como qué?

—No sé, algo en el nivel de un borracho estúpido. —dijo—. ¿Me dejé a mi mismo en ridículo? ¿Hay alguien a quién tenga que evitar ver a la cara por un tiempo o algo?

El mayor pareció pensar en ello por un tiempo antes de soltar—. ¿Hablas además de mi?

Noah gimió bajito—. ¿Qué te hice? Por favor, dime que no volví a morderte el trasero.

La carcajada de Darius explotó ante el recuerdo—. Oh, no, no lo hiciste, pero hubiese sido increíble si lo hubieses hecho otra vez.

Había pasado un año de eso, y Darius aun seguía riéndose de él y Noah seguía sintiéndose completamente mortificado al recordarlo. Usualmente, su personalidad estaba más del lado introvertido y tímido, pero cuando bebía... cuando bebía sus inhibiciones se iban al infierno y actuaba como un maldito desquiciado.

Por suerte, Darius siempre parecía estar cerca para hacer un control de daños, aun cuando a veces se llevase lo peor de todo el asunto.

—¿Que te hice esta vez? —presionó.

Volviendo a revolver lo que fuese que estuviese haciendo, Darius sonrió—. Creo que es mejor que no lo sepas.

—Oh, vamos, Darius, solo dime. —pidió, cuando el chico sacudió la cabeza, rogó—. Solo dime, o la duda no va a dejarme dormir durante meses.

Darius lo miró sobre el hombro, y abrió y cerró la boca varias veces—. Tú... —dudó por un instante antes de soltar—. Tu me diste una patada cuando intenté que subieras a mi espalda, tuve que cargarte sobre mi hombro hasta el auto.

—Eso no se oye tan mal.

—Luego despertaste a mitad de camino aquí, sacaste la cabeza por la ventanilla del auto y le gritaste a todos los que quisieran saber el tamaño de tu pene —dijo, agregando como si no fuese nada:— Ah, y vomitaste sobre mis zapatos.

Poniendo los brazos cruzados sobre la mesa, Noah se derritió en ellos con un gemido de dolor. ¿Alguna vez lograría pasar a través de una borrachera sin hacer el ridículo? Darius tenía suficiente material de él como para escribir un libro, y él ni siquiera bebía tanto.

—No es tan malo, Teddy —Darius aseguró, poniendo un plato con waffles y tarta de manzana frente a él—. Casi nadie te entendió, estabas demasiado borracho y en un momento empezaste a hablar en tailandés, puede que ni siquiera supieran lo que decías.

Noah levantó suavemente la cabeza, echándole un vistazo y parpadeando ante la luminosa sonrisa del otro—. Tu me entendiste, eso ya me avergüenza lo suficiente.

—No es como si no te haya escuchado diciendo cosas peores.

—Estando sobrio no soy tan malo —se defendió.

—Estando borracho eres la cosita más graciosa que he conocido jamás.

Estrechó los ojos hacia él—. Te diviertes a mi costa.

La sonrisa de Darius se ensanchó—. Siempre.

Antes de que pudiese soltar una replica, el celular de Darius comenzó a sonar desde su bolsillo, logrando que Noah recordarse preguntar:— ¿Dónde esta mi celular? Por favor, dime que no volví a perderlo.

Atendiendo la llamada mientras sacudía la cabeza, el de ojos claros hizo un gesto a la sala—. Esta cargando sobre la mesa, se quedó sin batería en algún punto de la noche y se apagó, lo encontré esta mañana en tu bolsillo.

—Gracias. —musitó, tomando su plato y vaso de jugo y dejando al otro para que pudiese tomar su llamada.

Entrando a la sala, dejó su plato sobre la mesa y tomó su teléfono, percatándose de que Darius no lo había encendido. No era algo extraño en realidad, Darius respetaba su intimidad más de lo que el propio Noah lo hacia. Ni siquiera antes, cuando eran... más, el mayor jamás había tocado su teléfono o curioseado a su alrededor.

En cuanto la pantalla se encendió, un mensaje tras otro comenzaron a agruparse en la misma. Respondió rápidamente los de sus padres y algunos otros preguntando si había llegado bien a casa antes de llegar a aquellos de los cuales no reconoció el número.

Frunciendo el ceño, presionó sobre uno y escuchó el mensaje que había sido dejado en su buzón:

"Hey, hola... Quizás esto sea un poco inusual, pero soy el hermano de Nicky, Nilo..."

Dejando caer el trozo de waffles que iba a empujar en su boca, Noah se apresuró a apagar el altavoz al escuchar ese nombre, echando un vistazo sobre su hombro para asegurarse de que Darius no había escuchado la voz del chico desde la cocina.

Cuando estuvo seguro de que Darius seguía ocupado con su llamada, repitió el mensaje, esta vez con el teléfono en su oreja.

"... Blue me dio tu contacto, me dijo que estabas en busca de trabajo. También dijo que tienes experiencia como asistente personal y yo realmente estoy necesitando uno ahora mismo. —suspiró—. Necesito a alguien de confianza a mi alrededor ahora, y mi primo parece confiar plenamente en ti, por eso me atreví a llamarte a pesar del conflicto con Darius. Sé que quizás es algo complicado para ti, pero si te interesa el puesto, devuélveme la llamada y podemos acordar una entrevista. Perdón por molestarte, y espero saber de ti pronto".

El mensaje se cortó y Noah se quedó mirando el teléfono en su mano, preguntándose interiormente si acaso era una especie de broma. Si, le había comentado a Blue acerca de querer volver a trabajar, ya que luego de haber dejado Australia y mudarse a Inglaterra, no había estado haciendo más que vagar alrededor de su casa. Se aburría terriblemente, y trabajar, aunque no lo necesitase, era una buena forma de mantener su cabeza en movimiento.

Pero de ahí a trabajar con el enemigo jurado de Darius... obviamente, Blue tenía toda la intención de darle un golpe al avispero y observar el show desde lejos. En el tiempo que llevaba de conocerlo, había llegado a la conclusión que el rubio encontraba diversión en crear conflictos. Y parecía bastante bueno en ello, como tambien en lavarse las manos y quedar limpio de todo asunto.

Al mismo tiempo, aunque no personalmente, Noah conocía a Nilo, y sabía perfectamente la clase de persona que era. Darius podía tener todos los problemas y resentimientos acumulados en su interior hacia el otro, pero hasta él admitía que el mayor de los niños Payne era una buena persona. Trabajar para él no se oía nada mal.

Sin contar la experiencia y el prestigio que eso le daría. GOXD era el grupo del momento, no había adolescente que no los conociera y país en el que no fuesen recibidos con alegría, llenaban estadios y su mercancía se vendía como pan caliente en cada rincón del globo. Ellos estaban en la cima, y trabajar para uno de ellos sería el impulso que Noah parecía necesitar.

Noah había estudiado para ser diseñador, pero luego de... luego de lo que había sucedido, él solo había perdido la inspiración para seguir esa carrera. Simplemente, no tenía deseos. Así que cuando un amigo le había ofrecido el empleo como asistente personal, él se había asegurado de hacer todos los cursos posibles para ser el mejor en eso.

Y lo era, si el hecho de que su ex-empleador le había ofrecido hasta duplicar su sueldo para no verlo irse. Noah no necesitaba dinero, y Darius ya no estaba en Australia, así que no le interesaba quedarse allí. Esa era la única razón por la que estuviese desempleado.

Volviendo a mirar el teléfono, soltó un suspiro. Su única razón para estar en Inglaterra era Darius, aceptar dicho trabajo, por muy bueno que fuese, solo sería buscarle la quinta pata al gato. Darius se enojaría con él, con seguridad. Había estado en esa riña sin sentido con Nee por años, si Noah fuese a trabajar con él... no tenía idea de como el reaccionaría el de ojos claros.

Estaba a punto de marcar el numero de Nilo para rechazar la oferta, cuando un recuerdo borroso llegó a su mente.

"Te amo, Dare"

Las palabras resonaron en su mente, haciendo eco en cada rincón. Frunciendo el ceño, intentó recordar si realmente habían sido pronunciadas por sus labios. El alcohol siempre hacía que su memoria funcionase terriblemente mal, a veces ni siquiera podía recordar nada, pero otras, lograba guardar porciones de lo que sucedía o lo que hacia.

¿Él realmente había dicho eso?

Maldición, no le extrañaba que Darius estuviese girando alrededor de su casa si se había atrevido a hacer tal confesión. No negaba sus sentimientos, aunque quisiese, no creía ser lo suficientemente fuerte como para hacerlo. Pero había una muy buena razón por la que había estado manteniendo a Darius a un brazo de distancia, y hacer este tipo de estupideces solo lanzaba todo ese sacrificio a la basura.

Romper el corazón de Darius por segunda vez no era su intención, maldición, lastimarlo era lo último que quería.

Amaba a Darius con toda su alma, no creía jamás poder parar de hacerlo, pero porque lo amaba tanto, era consciente de que no lo merecía.

No creía jamás ser merecedor de un amor así.

Años atrás, se había dejado convencer de que podía recibir todo ese amor y ser feliz, pero en vez de eso, solo les había hecho daño a ambos y llevado tan profundo que estuvo a punto de destruirlos completamente. Recordar esa época hacia que su corazón doliese en su pecho y la culpa se asentase como un peso en su estomago.

Él casi había destruido a su amado Darius, había borrado la sonrisa de su rostro y puesto amargura en su corazón, un corazón que siempre había sido bondadoso y lleno de alegría antes. Se había hundido en la oscuridad y estaba arrastrando a Darius con él.

Cuando se percató de lo que estaba sucediendo, se alejó lo más que pudo y observó desde lejos, pidiendo y rogando a cualquier dios que lo escuchara, el no haber arruinado a la persona que amaba más en el mundo.

Sin él, Darius volvió a ser la misma persona que había sido siempre, el alegre y divertido, quién no parecía conocer la tristeza.

Y eso lo hizo abrir los ojos, percatarse de que no podía aceptar ese amor sin destruir a quién amaba. Noah aun seguía hundido en la oscuridad, aun lloraba cada noche por lo que había perdido y sentía un vacío enorme en su pecho donde su corazón debería haber estado.

Él aun seguía allí, pero Darius había logrado salir de esa oscuridad, y no estaba dispuesto a volver a arrastrarlo con él. No lo haría, aun si eso le costase todo.

Y era por eso que no podían seguir en ese constante tira y afloje en que habían caído. Porque este había sido un resbalón estando ebrio, pero no estaba seguro de poder seguir siendo fuerte, era solo cuestión de tiempo antes que sus sentimientos se desbordaran y confesase.

Había intentado alejarse y eso no había funcionado, él no quería... no podía vivir sin Darius en su vida, y eso era tan egoísta.

Volviendo a mirar el teléfono, una idea comenzó a tomar forma en su cabeza.

Quizás... quizás era hora de hacer que Darius fuese quién se alejase, aun si eso terminase de destrozarlo a él. 

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